SANTA SEDE

 

LOS DELITOS CONTRA LA VIDA NO SON INEVITABLES

Juan Pablo II lanza una auténtica movilización a favor de los más débiles

CIUDAD DEL VATICANO, 14 feb (ZENIT).- Juan Pablo II hizo esta mañana uno de sus llamamientos más sentidos a favor de una movilización social contra «la silenciosa y cruel selección por la que los más débiles son eliminados injustamente». Pronunció estas palabras al recibir a los 250 participantes en la Jornada conmemorativa del quinto aniversario de la encíclica «Evangelium vitae» («El evangelio de la vida») convocada en el Vaticano por los Consejos Pontificios para la Familia y la Salud, así como por la Academia Pontificia para la Vida.

Las leyes que «legalizan el aborto, la eutanasia, la esterilización y la planificación de los nacimientos con métodos contrarios a la vida y la dignidad del matrimonio» no son algo «inevitable» ni una «necesidad social». Al contrario, añadió el pontífice, «constituyen un germen de corrupción de la sociedad y de sus fundamentos. La conciencia civil y moral no puede aceptar esta falsa inevitabilidad, como tampoco acepta la idea de la inevitabilidad de las guerras o de los exterminios étnicos».

Delito legalizado Como se puede ver el llamamiento del sucesor de Pedro está preñado de sinceridad y claridad: «No hay que descartar ningún intento para eliminar el delito legalizado o al menos para limitar el daño de estas leyes, manteniendo viva la consciencia del deber radical de respetar el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural de todo ser humano, aunque sea el último y menos dotado».

Decaimiento moral, demográfico y económico Cinco años después, constata el pontífice, el «mensaje» de la «Evangelium vitae» experimenta «dificultades persistentes» de aceptación, pero su validez «se mantiene inmutada», dado que «las políticas y las legislaciones contrarias a la vida están llevando a la sociedad no sólo al decaimiento moral, sino también demográfico y económico». Y este mensaje «puede ser presentado no sólo como una auténtica orientación para el renacimiento moral, sino también como un punto de referencia para la salvación civil».

Compromiso de todos Por ello, el Papa «renueva el llamamiento que dirigió hace cinco años en la encíclica a toda la Iglesia, a los científicos, a los médicos, a los educadores y a las familias, así como a todos los que trabajan en los medios de comunicación social y, de manera especial, a los que cultivan el derecho y a los legisladores: el derecho a la vida podrá aplicarse concretamente gracias al compromiso de todos, en este mundo en el que no faltan los bienes necesarios si fueran bien distribuidos. Sólo así se superará esa especie de silenciosa y cruel selección por la que los débiles son injustamente eliminados».

Quien se moviliza «por esta gran causa», añade el pontífice, tiene que saber que ««todo paso en defensa del derecho a la vida y en la promoción concreta del mismo es un paso hacia la paz y la civilización».

Acción total a favor de la vida Por último, el Papa pide a la Iglesia que se comprometa a fondo para que se dé un cambio de mentalidad en este campo: «una auténtica pastoral de la vida no puede ser delegada sencillamente a los movimientos específicos que trabajan en el campo socio-político, y que de todos modos son meritorios». La acción a favor de la vida «tiene que ser siempre parte integrante de la pastoral eclesial, a la que le corresponde la tarea de anuncia el "Evangelio de la vida"». Esta movilización debe implicar «adecuados planes educativos» y «servicios y estructuras concretos de acogida».

Antes de la audiencia papal, durante la Jornada de estudio sobre la encíclica papal, habían intervenido el cardenal López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, el arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente Consejo Pontificio para la Salud, y el profesor Robert Spaemann, miembro de la Academia Pontificia para la Vida.


 

LA LUCHA ENTRE LA «CULTURA DE LA MUERTE» Y LA
«CULTURA DE LA VIDA»

Balance de monseñor Lozano Barragán de la «Evangelium vitae»
cinco años después

CIUDAD DEL VATICANO, 14 feb (ZENIT).- Hace cinco años, cuando presentó al mundo la encíclica «Evangelium vitae», Juan Pablo II fue criticado por algunos exponentes del relativismo moral que cuestionaban el hecho de que un hombre, como el Papa, pueda pronunciarse sobre argumentos morales de la vida de la gente. Ahora, se pude constatar que ese documento, uno de los más difundidos de todo el pontificado, alertó ante amenazas que hoy día se ciernen sobre los derechos más fundamentales del hombre. Clonación, experimentación genética, no son más que dos ejemplos. Esta es quizá la conclusión más significativa del balance que hoy hizo monseñor Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, al hacer un balance sobre el impacto de la encíclica.

Ofreció su análisis precisamente en el contexto de la Jornada conmemorativa del quinto aniversario de la «Evangelium vitae», que ha organizado en el Vaticano el Consejo que él preside junto a la Academia Pontificia para la vida y el Consejo Pontificio para la Familia.

El origen de la «cultura de la muerte»
«La razón de ser de la cultura de la muerte es el secularismo --alertó monseñor Lozano Barragán--. Juan Pablo II, en su "Evangelium vitae" descubre las raíces de la cultura de la muerte en la ira, la avidez, la irresponsabilidad, la mentira, el materialismo».

Evolucionismo filosófico
«El secularismo prescinde de Dios, el hombre se autoconcibe como cerrado en sí mismo, en sus creaciones --añadió el arzobispo mexicano--. Del secularismo se ha pasado al positivismo y por último al evolucionismo, cuyo elemento fundamental es la lucha por la vida. Es decir, el hombre se concibe a sí mismo en función de la supervivencia de la especie superior con respecto a las inferiores. En el ámbito de esta concepción, la vida aparece como la consecuencia de una lucha hasta la muerte que presupone la intención de destrucción del enemigo. Así, la vida se comunica al hombre y se prolonga en el hombre como fruto del odio y de la destrucción. La vida es para los fuertes y comporta la destrucción de los débiles, como individuos o como colectividad. Así se justifica la cultura de la muerte».

«En esta cultura de conquista --continuó diciendo el «ministro» de Sanidad del Vaticano-- se llega a una situación de fuerte individualismo, pues el hombre se proyecta hacia aquellos apetitos que le convienen, y que solemos llamarles ídolos: aparecen bajo la forma de posesión, de poder y de placer --vivir para tener-- pues cuanto más se posee mejor. Para ello es necesario detentar el poder para poder subyugar a los demás. El mundo que lo rodea se convierte en un objeto que tiene que ser dominado y todo asume un valor condicionado por el hombre. La materia se manipula sin excepciones, sin excluir al hombre y sus elementos vitales. En el campo de la ingeniería genética no existen más límites que la conveniencia y el parecer de quien los manipula. De este modo, la técnica parece que sólo tiene una ley: lo posible». En el campo de la vida sexual las consecuencias son claras: «todo se toma como puro placer».

Esta concepción de hombre explica también la actualidad mentalidad maltusiana que lleva a esas posiciones «que limitan, o más aún, suprimen la natalidad cuando ésta no se pliega completamente a los caprichos egoístas del hombre».

Cultura de la vida
Ante este panorama, según el prelado, la Iglesia presenta su mensaje que se encuentra en las antípodas y al que llama precisamente «cultura de la vida». Desde el punto de vista de la razón iluminada por la fe, «la vida del hombre se abre a una relación fundamental: es criatura creada por Dios, la vida es un don de Dios». Esta convicción determina también el resto de las relaciones del hombre, concebida como entrega, «no como conquista de los últimos».

Según el cristianismo, el hombre pude dominar a los demás seres de la creación, «pero siempre para llevarles a cumplir la finalidad para la que han sido creados. El horizonte de la técnica y de la ciencia, por tanto, no es lo que pueden hacer, sino aquello para lo que están hechos (su finalidad). La naturaliza se puede manipular, es verdad, pero según esas mismas leyes que ha introducido el Creador en la misma naturaleza y que convergen hacia el mismo bien del hombre. En lo más profundo de cada ser creado resplandece una finalidad puesta por Dios, cuya llave ha sido confiada al hombre para que se realice».

Este es el mensaje de la «Evangelium vitae», un auténtico antídoto ante el peligro del individualismo que acaba destruyendo al mismo hombre: la vida es «entrega total hasta la muerte» por amor.


 

OBISPOS Y SACERDOTES ORDENADOS EN LA
CLANDESTINIDAD COMUNISTA
Un nuevo documento vaticano pide que regularicen su situación

CIUDAD DEL VATICANO, 14 feb (ZENIT).- La máxima instancia de la Iglesia católica para asuntos teológicos, la Congregación para la doctrina de la fe, ha intervenido hoy para afrontar el espinoso caso de los obispos y sacerdotes que fueron ordenados clandestinamente en la República Checa en tiempos de la persecución promovida por el régimen comunista desde 1948. Algunos de esos sacerdotes que recibieron el sacramento a escondidas, incluso en celdas de cárceles, estaban casados.

Al caer el muro de Berlín la Iglesia volvió a recobrar su libertad y con ella surgió la necesidad de regularizar la situación de estos hombres de quien en muchos casos no quedan documentos que confirmen su ordenación. Un caso sumamente complicado pues un puñado de ellos siguen celebrando misas sin que pertenezcan a ninguna diócesis, actuando como si la Iglesia se encontrara todavía en la clandestinidad.

El documento, publicado hoy por la Sala de Prensa de la Santa Sede y firmado por el cardenal Joseph Ratzinger y por el arzobispo Tarcisio Bertone, presidente y secretario respectivamente de la Congregación para la doctrina de la fe, revela que «una gran parte» de los cincuenta sacerdotes célibes ordenados clandestinamente ha aceptado la decisión del Papa quien les pidió que fueran ordenados «bajo condición» (en el caso de que la primera no hubiera sido válida). Ahora se han integrado en el ministerio pastoral de los obispos respectivos.

Por otra parte, la posición jurídica de unos veinte sacerdotes de rito latino, casados, ordenados en la clandestinidad, también ha sido regularizada, permitiéndoles pasar al rito bizantino-eslavo, tradición católica que contempla el sacerdocio de hombres unidos en matrimonio: 19 de los 22 que se encuentran en esta situación han sido ordenados «bajo condición» y ahora realizan su servicio pastoral según las normas de la jurisdicción de las Iglesias orientales católicas, a las que pertenecen.

La petición de la Iglesia de realizar la ordenación «bajo condición» había suscitado en algunos de estos hombres protestas. Para explicar la decisión, el cardenal Joseph Ratzinger viajó a Checoslovaquia en 1992, pues las dudas eran más que consistentes, en algunos casos. En particular, suscitaban muchos interrogantes los ordenados por el obispo Felix Maria Davidek, quien en los momentos más oscuros de la persecución vivía bajo la angustia de pensar que la Iglesia católica podría perder con la persecución a todos sus sacerdotes. Esta situación le llevó a realizar ordenaciones en todo tipo de circunstancias.

Ahora bien, una pequeña minoría de los obispos y sacerdotes ordenados clandestinamente no ha aceptado las normas aprobadas por el Santo Padre. La Santa Sede ha dejado muy claro que cuando les pide que sean ordenados «bajo condición» no está desconfiando de ellos, sino que de este modo se podrá estar seguros de la validez de su ordenación. El comunicado de la Congregación vaticana afirma que las misas y sacramentos que administren aquellos sacerdotes u obispos que no quieran regularizar su situación son ilícitas e incluso podrían ser inválidas. Una consagración y ordenación «bajo condición» tendría precisamente el objetivo de evitar estas dudas.

Por último, el documento firmado por el cardenal Joseph Ratzinger y por el arzobispo Tarcisio Bertone, presidente y secretario respectivamente de la Congregación vaticana para la doctrina de la fe, espera que los cristianos de la República Checa, donde la Iglesia sufrió tanto bajo el régimen comunista, den ahora un testimonio común y coherente.

Los obispos checos y el nuncio en el país han dado su disponibilidad para favorecer la unidad, bajo la guía del Papa.


 

MAS DE TRES MIL ARTISTAS CON EL PAPA
Juan Pablo II relanza el diálogo entre el arte y la fe

CIUDAD DEL VATICANO, 18 feb (ZENIT).- Hoy, en la fiesta del genio de la pintura Fray Angélico, que murió en Roma, en loor de santidad, más de tres mil artistas con sus familias llenaban la Basílica de San Pedro para asistir a la celebración eucarística, presidida por el cardenal Roger Etchegaray, y encontrarse con Juan Pablo II. El Santo Padre, dijo el purpurado francés, podría estar tanto en la presidencia de este acto jubilar, como entre los asistentes, creadores del mundo del arte. He hizo una confidencia: «Cuando fui a encontrarme en Polonia con el cardenal Wyszinsky, me dijo: el cardenal Wojtyla es un gran artista, es un gran poeta...».

Poco antes de que entrara el pontífice, al terminar la Eucaristía, cantada por la Coral de la Basílica de San Francisco de Asís, el cardenal Etchegaray, presidente del Comité del gran Jubileo, que pronunció en su homilía un hermoso canto al arte que todo hombre lleva dentro, por ser imagen del Creador, el Alfarero, como lo llama el profeta Isaías, arrancó risas del público al decir: «Yo no sé cantar, como habéis podido ver...». «He pedido con Paul Claudel a Doña Música que me diera la medida». «Ahora esperamos a quien nos puede dar la verdadera y medida, el Santo Padre».

La entrada del Papa en la basílica fue saludada con algún que otro grito de «¡viva!», pocos, porque se veía un público acostumbrado a la armonía de las cosas. Alguien le dijo, como animándolo, al ver pasar a Juan Pablo II en la plataforma deslizante, «¡El Papa es joven!». Una pintora de iconos, C. Maria Matthía Langone, vino desde Vancouver (Canadá) para que le bendijera un icono pintado por ella con el rostro de Cristo. Y el Papa así lo hizo, desde el pasillo central, por el que entró lentamente para dar la mano al mayor número de peregrinos posible.

Con gran atención los artistas escucharon la llamada que les hizo el Papa a convertirse en la obra de arte más difícil: la de esculpir en la piedra del propio corazón los rasgos de Cristo. «El artista que puede hacer esto en profundidad es el Espíritu Santo pero exige nuestra correspondencia y nuestra docilidad», indicó el Papa poeta.

Al llegar a este momento, el pontífice entonó un bellísimo canto a la cúpula de Miguel Angel. Todos los presentes seguían su palabras con la mirada absorta en esta obra cimera del arte, por la que se filtraba una clara luz de mediodía. «Mirada desde el exterior --decía el Papa-- parece que se curva contra el cielo sobre la comunidad recogida en oración, como el amor de Dios. Desde dentro, en cambio, con su vertiginoso lanzamiento hacia lo alto, evoca el trabajo de elevación hacia el pleno encuentro con Dios». «Queridos artistas --añadió, esta es la elevación a la que os invita la actual celebración jubilar».

El Santo Padre quería saludar a todos los artistas, pero era imposible. Sólo pudo estrecha la mano de un amplio grupo. Las miradas se detuvieron, por la devoción con que besó la mano al Papa, Carla Fracci, que fue primera bailarina de la Scala de Milán y bailó con el mítico bailarín ruso Nureyev. Imposible nombrarlos a todos. Estaba también una buena representación de la Unión de Artistas Católicos de Italia.

El cardenal Etchegaray agradeció al final a monseñor Francesco Marchisano, presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, por la buena organización con que se ha preparado este Jubileo de los Artistas. Marchisano había explicado el día anterior que aunque se han recibido muchas ofertas de hacer el regalo de una obra de arte al Papa durante esta Jornada, se ha preferido declinar estas valiosas muestras de aprecio para subrayar que aquí se viene como peregrinos, todos juntos, a cruzar la Puerta Santa y unirse al Papa en la celebración del Año Santo.

Cuando el Papa se fue, muchos peregrinos pintores, escultores, poetas, músicos, arquitectos..., con rasgos y rostros de diversos continentes, se arrodillaron cada uno pocos segundos de oración, para dejar paso a otros en una interminable fila, ante la tumba del beato Angélico, en la que está esculpido su rostro obtenido de una mascarilla mortuoria. Juan Pablo II lo elevó a la gloria de los altares el 3 de octubre de 1982 y lo proclamó patrono de los artistas el 18 de febrero de 1984.

En la tarde, tuvo lugar en la sala de las audiencias del Vaticano el Simposio internacional sobre «Iglesia y arte en la peregrinación hacia Dios con intervenciones del exponentes de todas las ramas del mundo artístico contemporáneo, salpicados por pasajes musicales. Entre otros, intervinieron el escultor español Venancio Blanco, la pintora portuguesa Emilia Nadal, el director de cine polaco Krzystof Zanussi, el compositor italiano Ennio Morricone, el pintor Francés André Gence, y el arquitecto inglés Austin Winkley.

Ya en la noche, estaba previsto celebrar en la iglesia de Santa María sopra Minierva, en cuyo convento anexo falleció Fray Angélico, un espectáculo coreográfico dedicado al arte femenino universal, organizado por la Fundación «Adkis Chiti: Mujeres en la Música». Contemporáneamente, en la iglesia de San Ignacio, se había programado un concierto de música lírica del tenor Vincenzo La Scola y de la soprano Monica Colonna, organizado por la Agencia Italiana para la preparación del Jubileo. El espectáculo sirvió para inaugurar oficialmente la restauración de los estupendos frescos de este templo, conocidos especialmente por pinturas de su bóveda central.

Mañana los participantes en el Jubileo de los Artistas podrán visitar gratuitamente las catacumbas cristianas de Roma.


 

LA SANTA SEDE EXPRESA «PROFUNDO PESAR» POR LA MUERTE DE GIORDANO BRUNO
Carta del cardenal Sodano sobre el filósofo condenado a la hoguera

CIUDAD DEL VATICANO, 18 feb (ZENIT).- La Iglesia expresa su «profundo pesar»» por la condena a muerte de Giordano Bruno, el filósofo que fue condenado a la hoguera hace exactamente cuatrocientos años. Lo escribe el secretario de Estado vaticano, el cardenal Angelo Sodano, en una carta que envió ayer a los participantes en un congreso sobre este pensador italiano que se celebró en la Facultad Teológica de Italia Meridional en Nápoles.

Fue «una muerte atroz», «un triste episodio de la historia cristiana moderna», sigue explicando el cardenal Sodano. Se trata de incoherencias que han marcado el comportamiento de los cristianos a través de los siglos «echando sombras al anuncio del Evangelio». Por este motivo, añade el purpurado italiano, con motivo del Jubileo, el Papa pide «que todos hagan un acto de valentía y de humildad para reconocer las propias faltas y las de quienes han llevado y llevan el nombre de cristianos». El caso Giordano Bruno nos recuerda que «la verdad sólo se impone con la fuerza de la misma verdad» y que, por tanto, la verdad «debe ser testimoniada en el respeto absoluto de la conciencia y de la dignidad de cada persona».

El cardenal Sodano invita a superar «la tentación de la polémica», analizando este acontecimiento con «espíritu abierto a la verdad histórica plena». De hecho, no es posible comprender lo sucedido prescindiendo del contexto histórico y de la mentalidad de la sociedad del año 1600. El Tribunal de la Inquisición, subraya el secretario de Estado, procesó a Bruno «con los métodos de coacción que entonces eran comunes, pronunciando un veredicto en conformidad con el derecho de la época» y es de suponer que «los jueces del pensador estaban animados por el deseo de servir la verdad y de promover el bien común, haciendo lo posible para salvarle la vida».

El documento no pretende por tanto rehabilitar las ideas de Giordano Bruno, que eran «incompatibles con la doctrina cristiana». Pero «en este caso al igual que en otros análogos» es importante reconocer los errores «para orientar la conciencia cristiana hacia un futuro más atento en la fidelidad a Cristo».

El caso Bruno Giordano Bruno nace en Nola, cerca de Nápoles, a los pies del Vesubio. Nos encontramos en 1548. La cristiandad estaba en plena crisis. La Iglesia se dividió en pedazos en pocos años: Lutero, Calvino, Enrique VIII separaron naciones enteras de Roma. Estallan las así llamadas guerras de religión. La Iglesia católica responde a la Reforma protestante con el Concilio de Trento, que promovió una profunda renovación espiritual, pero que al mismo tiempo generó una necesaria mentalidad defensiva para defender la unidad.

Bruno nace en este tiempo. Un tiempo en el que el pluralismo de las ideas era con frecuencia sinónimo de guerra entre pueblos. Es un muchacho inteligente, arde en deseos de saber. Su destino está marcado desde el inicio por la soledad: pierde a su padre y a su madre siendo muy pequeño. A los 17 años entra en el convento dominico de Nápoles. Pero ya al año siguiente, tras las primeras dudas sobre la Trinidad y la Encarnación, huye por sospecha de herejía. Comienza su vagabundeo por Europa: se va al norte de Italia, a Suiza, Francia, Inglaterra, Alemania. Donde quiera que llegue es admirado, en un primer momento, después, ridiculizado, odiado, expulsado. Hombre de gran cultura, de extraordinaria memoria, de ingenio fascinante, rompe todos los esquemas de época: no pertenece a ninguna escuela. Rechaza todo principio de autoridad. Genial e irreverente, considera a los monjes como «santos burros». Para él, las religiones no son más que un conjunto de supersticiones útiles para mantener bajo control a los pueblos ignorantes. Considera a Jesús como una especie de mago, la Eucaristía como una blasfemia. Cree en la reencarnación y ve en todas las cosas el latido de un alma universal. Es casi un panteísta: Dios se confunde con la Naturaleza. Bruno abandona el cristianismo. Así, antes de que lo hicieran los católicos, es excomulgado por los calvinistas y los luteranos.

Un ovillo de contradicciones Bruno es un personaje genial, pero al mismo tiempo contradictorio: anticipa en cierto sentido el pensamiento moderno fundado sólo en la razón, pero al mismo tiempo mira al pasado y se entrega a la magia, alejándose de la ciencia experimental de Galileo. Parece presentarse como heraldo del pensamiento libre y de la libertad de conciencia, pero al mismo tiempo es hijo de su tiempo: considera a los luteranos como la peste del mundo por el hecho de que niegan el libre albedrío, la posibilidad de escoger entre el bien y el mal, y desea su represión violenta y el exterminio por parte de los Estados. Ciertamente puede ser considerado como uno de los padres del relativismo: no sólo va más allá del sistema ptolemaico geocéntrico, que entonces imperaba, sino que va más allá del mismo Copérnico y su heliocentrismo. ¡El universo es infinito, grita, y el centro soy yo!

La sed de infinito es quizá uno de los aspectos más fascinantes de Bruno: sus ganas de superar los propios límites para alcanzar lo absoluto, una búsqueda que nunca pudo satisfacer. Fue este «furor heroico» que le llevó a buscar al Infinito en Dios y a ensimismarse en Él en un extremo empuje intuitivo. Expulsado por todos, Bruno acabó cansado y quiere regresar a la Iglesia católica, conservando su pensamiento. Regresa a Italia, donde fue arrestado a Venecia y llevado a Roma. Tras ocho años de prisión y de interminables interrogatorios, tras haber estado en varias ocasiones a punto de abjurar, fue condenado como hereje impenitente. Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: «Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla». El 17 de febrero de 1600 murió en la hoguera. Tenía 52 años. Bruno, según dice la crónica de la época, se negó a rezar ante el crucifijo y murió gritando «palabrotas». El inquisidor del proceso fue el teólogo jesuita Roberto Belarmino.


 

JUAN PABLO II: ESTA ES «LA EPOCA DE LOS LAICOS»
Considera «indispensable» su contribución para la evangelización

CIUDAD DEL VATICANO, 17 feb (ZENIT).- «La época que estamos viviendo puede ser llamada la época de los laicos». Lo afirmó Juan Pablo II esta mañana al recibir a los participantes del Capítulo general de los Oblatos de San José, la congregación fundada en 1878 por el beato Giuseppe Marello, obispo piemontés, con el objetivo específico de prestar una atención particular a los más necesitados y a la educación de los jóvenes.

Los laicos, según aclaró el Papa, están llamados en estos momentos a ofrecer un servicio «indispensable» en la evangelización de la sociedad contemporánea para «animar cristianamente el orden temporal». En la «nueva estación espiritual de la Iglesia», inaugurada por el gran Jubileo, Juan Pablo II invitó a estos religiosos a «hablar al corazón de los jóvenes, proponiéndoles con audacia el Evangelio». «Hacedles amar la Iglesia --exhortó--. Podéis estar convencidos de vuestra palabra será más fácil de aceptar si está acompañada por el testimonio e vuestro ejemplo».

Nacerá así, una colaboración entre religiosos y laicos «indispensable» para responder a las exigencias actuales de la evangelización. No se trata sólo de una «necesidad operativa», a causa de la disminución de las vocaciones religiosas, sino que se trata de «una nueva e inédita posibilidad que Dios nos ofrece».

«La época que estamos viviendo puede ser llamada», según el Papa, «la época de los laicos», que hoy día están «llamados a animar cristianamente el orden temporal, transformando de manera activa y eficaz la sociedad, según el espíritu del Evangelio».

El Papa saludó especialmente al nuevo superior general de esta congregación, el padre Lino Mela, elegido en la asamblea capitular que comenzó en Roma el 31 de enero pasado, en la que participan 45 religiosos en representación de los 500 sacerdotes y hermanos de esta familia presentes en doce países de cuatro continentes.


 

TRES MIL ARTISTAS SE ENCONTRARAN MAÑANA CON EL PAPA
El Jubileo de la creatividad quiere promover el diálogo entre fe y arte

CIUDAD DEL VATICANO, 17 feb (ZENIT).- Más de 3 mil artistas, «quizá muchos más», participarán mañana en el Jubileo de los artistas. «Un número considerable --observó monseñor Francesco Marchisano, presidente de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia al presentar este acontecimiento a la prensa--, pues por desgracia no hay muchos artistas. Es la primera vez que se realiza un encuentro de este tipo» que tiene como principal objetivo promover el diálogo entre la fe y el arte.

Monseñor Marchisano no quiso revelar los nombres de participantes famosos, y se limitó a recordar a aquellos que en la tarde de mañana intervendrán en el Simposio internacional «Iglesia y arte en la peregrinación hacia Dios», que se celebrará en el Vaticano. Entre otros, intervendrá el escultor español Venancio Blanco, la pintora portuguesa Emilia Nadal, el director de cine polaco Krzystof Zanussi, el compositor italiano Ennio Morricone, el pintor Francés André Gence, y el arquitecto inglés Austin Winkley.

Este acontecimiento, insistió monseñor Marchisano, no quiere ser una feria de artistas. «No es un espectáculo o una exposición, sino un acto que afecta a la vida de estas personas». Por este motivo, a pesar de que han llovido ofertas, se ha decidido no realizar un regalo particular a Juan Pablo II.

El Santo Padre se encontrará con los artistas mañana por la mañana, después de la Misa que celebrará el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité vaticano para el Jubileo. Al anochecer tendrá lugar un espectáculo coreográfico en la Iglesia de San María sopra Minerva y un concierto en la recién restaurada iglesia de San Ignacio.

En 1964, Pablo VI había pedido perdón por la manera en que la Iglesia se alejó del mundo artístico. Hoy, Juan Pablo II quiere continuar con este Jubileo el camino que abrió el año pasado con su «Carta a los artistas», en la que recuerda que las diferentes expresiones artísticas pueden promover la nueva evangelización. «La belleza salvará al mundo», escribía Dostoevskij. Monseñor Marchisano añadió que «La belleza enciende en el corazón del hombre la alegría y el arte, con su lenguaje universal, es capaz de suscitar la maravilla con la magnificencia de sus colores, la dulzura de sus notas, la fuerza de expresión de sus palabras».

«Durante dos mil años --observa Marchisano-- la Iglesia ha usado el arte para transmitir un mensaje. Comenzando con las catacumbas, el arte ha servido a la Iglesia para comunicar la fe. El problema entre la Iglesia y el arte moderno ha surgido con el mismo arte moderno, pero éste puede ayudar a la Iglesia si es capaz de transmitir un mensaje comprensible para quien lo ve»


 

ZANUSSI: JUBILEO DE LOS ARTISTAS, LA CITA CON LA
BELLEZA DEL CREADOR
El gran desafío del cine: encontrar una espiritualidad que
supere la New Age

ROMA, 17 feb (ZENIT).- Hoy, con la celebración de las vísperas del Beato Angelico, celebradas en la Basílica de Santa María sopra Minerva, comienzan las celebraciones del Jubileo de los Artistas, una cita con la belleza de lo creado y del Creador. Un tema que no es ajeno al propio Juan Pablo II, artista, poeta, dramaturgo y actor, antes de su llamada al sacerdocio, donde no ha dejado de poner en juego estos dones. Las vísperas han sido presididas por el presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, monseñor Francesco Marchisano.

El día fuerte será mañana. Se abrirá con una celebración eucarística en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité de Gran Jubileo del Año 2000. A las 11,30, el encuentro con el Papa. Y, a las 17,00 horas, el Simposio Internacional sobre «Iglesia y Arte en la peregrinación hacia Dios», con intermedios musicales a cargo de la Cofradía del Gonfalone.

Otras dos citas interesantes son el concierto de música lírica para inaugurar los trabajos de restauración de la Iglesia de San Ignacio, a las ocho de la tarde y, a continuación, de nuevo en la Basílica de Santa Maria sopra Minerva, un espectáculo coreográfico y musical, ofrecido por la Fundación Adkis Chiti: Mujeres de la Música.

Acaban estas celebraciones con el encuentro con aquel movimiento religioso potentísimo, que venía de Oriente Medio, seguidores de «un tal Jesús», y que revolucionaron el arte clásico romano, los primeros cristianos. Artistas sencillos e ingenuos que plasmaron con gran frescura y expresividad creativa su devoción en las paredes de las Catacumbas. Los peregrinos artistas podrán escoger entre las diversas galerías subterráneas que ofrece Roma, a las que tendrán acceso gratuito.

Uno de los ponentes del simposio de mañana es un gran amigo y admirador de Juan Pablo II, Krzystof Zanussi. Tiene 61 años y es polaco, aunque de origen italiano. Uno de los directores más profundos de la cinematografía europea que define este instrumento de arte y comunicación como «un medio privilegiado para la búsqueda religiosa».

En una entrevista concedida al «Periódico del Peregrino», Zanussi habla del Papa como artista. ¿Cómo vería al Papa intérprete de sí mismo? «Imposible decirlo --indica--. En mis películas, sólo he podido usar material documental». «Karol Wojtyla --añade-- ha sido un artista completo, ya sea como autor que como actor. Conoce perfectamente el mundo del espectáculo, es para él un ambiente muy familiar».

No hay duda de que la experiencia del escenario le ha dejado un sello profundo en su vida y también una sensibilidad especial, como Papa, por el mundo de los artistas. «En dos mil años de cristianismo --subraya el director polaco-- los artistas han desempeñado un papel fundamental en la vida de la Iglesia y al mismo tiempo han sido profundamente influenciados por ella. La Iglesia, además, ha sido uno de los mecenas más importantes para los artistas. Hoy creo que la situación ha cambiado y pienso que vale la pena recordar aquel pequeño pero significativo "mea culpa" de Pablo VI por el alejamiento de la Iglesia de los artistas: es un examen que hay que renovar también por nuestra parte».

¿Tiene para usted un significado especial este Jubileo?
«Mi presencia es simbólica, quiere ser sólo un pequeño signo de la participación del mundo del espectáculo en esta celebración. Al mismo tiempo, trato de que redescubran el cristianismo los autores cinematográficos y audiovisuales».

¿Qué piensa de la búsqueda religiosa en el cine?.
«El medio audiovisual es un instrumento privilegiado para expresar lo sagrado. La palabra lo es menos. El teatro no evidencia perfectamente el recorrido de la fe de una persona humana, la búsqueda de sentido. El cine puede transmitir todo esto».

¿Y cómo piensa que se transmite esta búsqueda hoy?
«La espiritualidad está de moda hoy y el cine, también el hollywoodiano, está interesado en ella. Pero la oferta al público sigue siendo la del supermercado de la religión, donde se encuentra un poco de todo: el punto de referencia es siempre el de la New Age. No profundiza mucho más, no indaga sobre las cuestiones de fondo de la existencia humana. Toca algunos aspectos pero no toca a la persona humana. Yo creo que este es en cambio el gran desafío y el punto fuerte del cine que quiera afrontar la fe cristiana: devolver el hombre y el destino del hombre al centro de la historia».


 

EL PAPA SORPRENDE ANUNCIANDO UNA PEREGRINACION «ESPIRITUAL» A IRAK

El próximo miércoles meditará con los peregrinos «las huellas» de Abraham

CIUDAD DEL VATICANO, 16 feb (ZENIT).- Juan Pablo II irá a Irak. Si bien la complicada situación que atraviesa este país, donde en el Sur se encuentra Ur de los Caldeos --cuna del padre de los creyentes, Abraham--, ha impedido al pontífice realizar este sueño, hoy anunció, durante la tradicional audiencia general del miércoles que de todos modos hará una peregrinación «espiritual» a esas tierras.

El sentido de la peregrinación El Santo Padre recordó su carta publicada a finales de junio pasado en la que anunciaba su deseo de emprender un periplo por «las tierras que han quedado marcadas de manera particular por las intervenciones de Dios en la Historia de la salvación». En este contexto, quería viajar a la actual Tal al Muqayyar, en el sur de Iraq, lugar de origen de Abraham. El anhelo de Karol Wojtyla era «seguir las huellas de Abraham para redescubrir los vestigios de la presencia amorosa de Dios junto al hombre y revivir la experiencia de fe de aquél al quien san Pablo llamará padre de todos los creyentes, circuncidados o no».

«Gracias a su fe traducida en opciones concretas y a veces incluso dramáticas --añadió--, como el hecho de abandonar la seguridad que da la propia tierra o el sacrificio del único hijo Isaac, Abraham obtuvo esa justicia que lo hizo amigo de Dios, adhirió plenamente al plan divino que Dios había establecido para él y para su descendencia, convirtiéndose en padre de una multitud de creyentes».

«Tras las huellas de Abraham» Por eso, «caminando "tras las huellas de Abraham", se aprende a evaluar en concreto las exigencias de una actitud de fe auténtica y se experimenta el dinamismo de la iniciativa divina, que tendrá en Cristo su punto de llegada». Esta es la razón por la que los cristianos, «conscientes de la propia relación inseparable con el antiguo pueblo de la Alianza, reconocen en Abraham "el padre en la fe" por antonomasia e imitan con alegría su ejemplo, poniéndose en camino "tras sus huellas"».

Estos eran los auténticos motivos que llevaron al Papa a confesar su deseo de emprender esta peregrinación a Irak. Razones que no tenían nada que ver con las reivindicaciones políticas atribuidas por la diplomacia de Inglaterra y de Estados Unidos a la decisión pontificia. Representantes de estos dos países hicieron presiones ante representantes de la Santa Sede para tratar de convencer al Santo Padre a abandonar la idea. Sin embargo, fue el mismo Saddam Hussein quien se encargó de anunciar oficialmente la imposibilidad de la visita del Papa, pues según explicó un comunicado del ejecutivo de Bagdad, el mes de diciembre pasado, el control aéreo impuesto por la comunidad internacional no permite a las autoridades iraquíes garantizar la seguridad del pontífice.

El viaje del Papa a Ur, había sido programado en un primer momento para el mes de diciembre pasado y, después, fue aplazado para el final de enero. Antes de su anulación, intelectuales iraquíes se habían pronunciado contra la posible peregrinación del obispo de Roma. Enviados papales habían viajado ya a Bagdad entre mil peripecias para comenzar a estudiar la logística

Ante esta situación, el pontífice ha decidido de todos modos realizar esta estación espiritual en la que recordará la figura de Abraham. En la audiencia de hoy invitó a los cristianos a acompañarle en esta «celebración especial dedicada a Abraham, padre de todos los creyentes». Dos días después, tomará el avión para continuar esta aventura del espíritu en Egipto, donde visitará el Monte Sinaí.


 

«L'OSSERVATORE ROMANO» Y LAS LECCIONES DE CHARLIE BROWN

El diario del Papa ofrece un homenaje póstumo a Charles M. Schulz

CIUDAD DEL VATICANO, 16 feb (ZENIT).- «L'Osservatore Romano», el diario oficioso de la Santa Sede, ha rendido un emotivo homenaje a Charles M. Schulz, el creador de los «Peanuts», fallecido el domingo pasado.

«Se ha roto el lápiz que ha dado una sonrisa diaria a una buena parte de la humanidad» es el título del artículo publicado por el periódico del Papa, que aparece acompañado por los protagonistas de las historias de Shulz: Charlie Brown, Lucy y Snoopy. Es la primera vez que aparecen caricaturas en la páginas del diario vaticano.

«Se ha dicho que Schulz revolucionó el mundo del cómic. Fue un innovador que tuvo dos méritos --subraya el autor del artículo, Domenico Volpi--: hizo popular el cómic permitiendo que todos, desde la gente común hasta los catedráticos, se dieran cuenta de las posibilidades comunicativas de este lenguaje y lo ennobleció elevándolo a nivel de arte y de manifestación del pensamiento».

«L'Osservatore Romano» constata que el diseñador de Charlie Brown alcanzó el éxito «sin recurrir a la vulgaridad» y de este modo ha dado «una lección de limpieza moral a los jóvenes caricaturistas y viñetistas: psicología y romanticismo pueden crear situaciones que mueven a la sonrisa».

Se trata de «una lección de estilo», concluye Domenico Volpi, «que debería hacer reflexionar también a los autores del cine y de la televisión que buscan demasiado la carcajada fácil, quizá porque no saben hacer otra cosa».

En un artículo publicado ayer, «Avvenire», el diario católico italiano, recogía las alusiones bíblicas implícitas que aparecen en la carta de despedida que escribió Schulz a sus lectores. Recordaba al mismo tiempo que este genio del cómic de nuestro siglo era un ferviente cristiano de la Iglesia de Dios, una congregación luterano-evangélica en la que había sido maestro en la escuela dominical, figura que en la Iglesia católica correspondería al catequista.

El mismo Schulz había dado su propia aprobación a la trilogía dedicada a la teología de los «Peanuts» escrita por el especialista estadounidense Robert L. Short. Esos libros presentan las vicisitudes de Charlie Brown y de sus amigos como un ejemplo claro de armonía entre arte y fe.

Shulz había afrontado de manera particular uno de los misterios más incomprensibles sin la fe: el dolor y la enfermedad de los niños. Un problema que han tocado los grandes de la literatura cristiana, como Dostoieski, en el Idiota, cuando pregunta: «¿por qué mueren los niños?». En el mundo redimido diseñado por Schulz, y al que dedicó un opúsculo, la esperanza vence sobre todo y la pequeña Janice, la niña con leucemia de quien se enamora el introvertido Linus, se cura. En la última tira, el gorro que escondía la calvicie causada por la quimioterapia se cae al suelo y su magnífico pelo rubio vuelve a crecer. «Esa especie de gorro abandonado recuerda al sudario que encontraron las mujeres en el sepulcro en la mañana de Pascua. Un símbolo de resurrección, presentado discreta y sutilmente, como solía hacer Schulz», afirma «Avvenire».