S A N T A    S E D E

 

MAS DE 100 MIL PEQUEÑOS CELEBRAN EN EL VATICANO
EL JUBILEO DE LOS NIÑOS

Fiesta de color y bullicio sin precedentes en la historia de Roma

CIUDAD DEL VATICANO, 2 en (ZENIT).- El Jubileo de los Niños ha sido la primera gran sorpresa de este año santo. Los organizadores hablaban en un momento de unos diez mil participantes. Eran pesimistas a causa de las fechas y del frío que ha hecho estos días en Roma. Los más optimistas hablaban de unos 50 mil. Al final su número ha superado los 100 mil. De este modo, los pequeños que quisieron saludar al Papa en el primer Jubileo por categoría se convirtieron en los protagonistas de una fiesta de color y bullicio sin precedentes en la historia de Roma.

El mismo Juan Pablo II confesó su sorpresa. Al echar una ojeada al espectáculo que tenía en frente, desde el atrio de la basílica vaticana, dejó a parte el texto que había preparado y dijo: «Hoy somos muchos. Desde aquí no logro ver a todos y no se ve hasta dónde llegan. Con probabilidad hasta el Tíber». Los pequeños respondieron con una carcajada.

A las seis de la mañana, sin embargo, la plaza que abrazan las columnas de Bernini, presentaba un espectáculo surrealista. Las farolas iluminaban a los trabajadores que a toda prisa ponían sillas, en este mismo lugar en que 130 mil personas habían celebrado la Nochevieja junto al Papa. A la entrada de la plaza ya había grupos que pedían entrar para poder coger sitio. En ese mismo momento, 13 trenes especiales llegaban a Roma cargados de niños. Los autobuses procedentes de varios países de Europa eran más de 600. Había cuarenta naciones representadas por tres mil niños no italianos.

Como es fácil de imaginar, más de cien mil niños juntos provocan necesariamente un ambiente de entusiasmo desbordante. En primer lugar, se celebró la Misa, presidida por el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité vaticano para el Jubileo, en la Basílica Vaticana, en la que sólo pudieron participar los 8 mil que más habían madrugado, pues no cabían más. Después, todos se reunieron en la plaza, soportando con serenidad las molestias de la larga espera y del frío para poder saludar al Papa.

El Santo Padre apareció poco antes de las 11, mientras la atmósfera era calentada por el sol y la música a ritmo del himno especial compuesto para esta ocasión: «Apóstoles de la alegría» («Apostoli di gioia»). Antes de la llegada del sucesor de Pedro, había tomado la palabra monseñor Sergio Biguzzi, obispo de Makeni, en Sierra Leona, rodeado por diez chicos-soldado que ha logrado rescatar de los escuadrones que les habían raptado para obligarles a combatir en la guerra civil que atormenta al país. El prelado confesó que su sueño de liberar a estos niños, que en lugar de juguetes han tenido fusiles de guerra, lo veía hoy más de cerca que nunca, en estos momentos en que una representación de ellos había venido a Roma a encontrarse con el Papa.

La llegada del pontífice desencadenó una explosión de alegría. Los pequeños llevaban gorros blancos que al agitarse produjeron un espectáculo realmente sugerente. El río humano de niños no sólo llenaba la plaza de San Pedro, sino que se desbordaba para inundar la plaza contigua y la Vía de la Conciliación.

«El Jubileo trae a todos un mensaje de esperanza», dijeron los niños que recibieron al Papa. «Nosotros, niños y muchachos por el Jubileo, nos comprometemos a ofrecer nuestra ayuda para que el nuevo milenio sea más bueno, más bello y más justo para todos».

«Dios es Padre bueno que siempre está dispuesto a perdonar y a ofrecer ocasiones a sus hijos para que vuelvan a comenzar a vivir y esperar --les dijo el Papa--. Él nos abre una vez más su corazón para que cada uno, arrepintiéndose de sus pecados, comprometiéndose en la realización de actos buenos, y aplicando gestos de fe y de amor, pueda volver a emprender el camino que conduce hacia Él».

«Los niños son el futuro de la sociedad --añadió el Papa al final--. Las atenciones de los adultos tienen que dirigirse hacia ellos para construir un mundo más libre, más auténtico, más justo».

Entre los niños, se encontraba todo el equipo de fútbol italiano Roma, guiado por su entrenador Fabio Capello. Este club deportivo, que en esta temporada está disputando un brillante campeonato, ha pagado a muchos niños de países pobres el dinero que costaba el pasaje a la Ciudad Eterna.

La fiesta continuó en la tarde con un festival musical en el que participaron diferentes grupos infantiles de todo el mundo.

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FIESTA DE REYES EN EL VATICANO

Juan Pablo II recuerda la Navidad de los cristianos ortodoxos

CIUDAD DEL VATICANO, 6 en (ZENIT).- La plaza de San Pedro ofrecía esta mañana, día de los Reyes Magos, un espectáculo único. Cuarenta mil personas se habían reunido a mediodía para escuchar las palabras del Papa y presenciar en el alegre cortejo folclórico en el que participaban 700 personas disfrazadas y varias bandas de música. Obviamente, los más contentos eran los muchos niños romanos.

Al ver el desfile, el Juan Pablo II constató que «estas iniciativas recuerdan a todos el valor de la peregrinación, símbolo del camino de conversión y elemento constitutivo del Jubileo».

En su intervención el Papa quiso recordar de manera especial a los cristianos ortodoxos y a los católicos de rito oriental, que en estos momentos celebran precisamente la Navidad. De este modo, citó los nombres de las sedes de esos grandes patriarcados ortodoxos que tanta influencia han tenido en la historia del cristianismo: Constantinopla, Antioquía, Jerusalén, Moscú y Rumanía, Georgia (los dos primeros países ortodoxos que visita un obispo de Roma)y Armenia. «Quisiera nombrarlas una por una --añadió--, expresando el ferviente auspicio de que la luz de Cristo, de quien celebran en este período su nacimiento, les traiga en abundancia todo aquello que puede reforzar la proclamación del único Evangelio de salvación».

Recordando unos de las oraciones bizantinas más repetidas por los fieles ortodoxos en estos días, el Papa deseó a los cristianos de Oriente feliz Navidad: «Pensando en todas las Iglesias del Oriente cristiano, dirijo mi auspicio de prosperidad y de alegría. Lo hago participando en espíritu en el canto de sus liturgias, y compartiendo los muchos dones que el Señor ha difundido en sus tradiciones que enriquecen la Iglesia de Cristo».

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EL PAPA ORDENA DOCE NUEVOS OBISPOS EN EL DIA DE REYES

Juran fidelidad al ministerio apostólico hasta la muerte

CIUDAD DEL VATICANO, 6 en (ZENIT).- Como acostumbra a hacer desde el inicio del pontificado, en la fiesta de los Reyes Magos, Juan Pablo II consagró en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, a doce nuevos obispos de siete países y de cuatro continentes.

Entre los nuevos prelados, se encontraban tres nuncios apostólicos (conocidos comúnmente como «embajadores» del Papa) de América Latina (Bolivia, Panamá y Honduras) y otro que representa al pontífice entre países africanos (Gambia, Guinea, Liberia y Sierra Leona). La mayoría, siete, eran pastores de diócesis. Uno desempeña cargos de responsabilidad en la Curia Romana.

Doce nuevos obispos El más joven, de 38 años, era el rumano Anton Coa, obispo de Moldova; el más anciano, de 68 años, era el italiano Franco Croci, secretario de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede. Cinco de los ordenados eran italianos y dos húngaros. El resto de los países de procedencia de los obispos eran (uno por cada país) Polonia, Estados Unidos, India, Angola y Rumanía. Con ellos ha ascendido a 290 el número de los obispos ordenados personalmente por Juan Pablo II en estos 21 años de pontificado.

El antiguo rito de súplica de la presencia del Espíritu Santo abrió la liturgia de la ordenación. Tras la presentación de los prelados realizada por el cardenal Lucas Moreira Neves, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, el Papa pronunció una homilía, concentrada en la natividad de Jesús, «luz verdadera que ilumina a todo hombre» y en la aventura de los Magos venidos de Oriente para adorar al Mesías. Asimismo se dirigió con palabras cariñosas a cada uno de los nuevos obispos en torno a quienes, dijo, «se reúnen espiritualmente los fieles de varias partes del mundo, a las que sois enviados como sucesores de los apóstoles».

«¡Acordaos constantemente de la gracia de este día de la Epifanía! --les dijo el Papa--. Que la luz de Cristo brille siempre en vuestros corazones y en vuestro ministerio pastoral».

Tras expresar la gratitud que sienten los cristianos por los hombres y mujeres que «han recorrido el camino de fe a través de los dos mil años que han pasado», el Santo Padre elevó un himno a Cristo, «luz de las gentes, que ha guiado y sigue guiando a los pueblos en el camino de la historia». «Que su estrella --añadió--, la estrella de la Epifanía, no deje de brillar en vuestros corazones para que indiquéis en el tercer milenio a los hombres y a los pueblos el camino de la verdad, del amor y de la paz».

Hasta la muerte El rito continuó con la promesa pronunciada en latín por los nuevos prelados «de cumplir hasta la muerte el ministerio apostólico bajo la autoridad del sucesor de Pedro» y también de «acoger siempre con misericordia, en nombre del Señor, a los pobres y a todos los necesitados de consuelo y ayuda». Después, Juan Pablo II impuso las manos sobre cada uno de los doce elegidos y lo mismo hicieron cada uno de los cardenales y obispos presentes. Después vino la imposición del libro de los Evangelios con la oración de la ordenación. Por último, cada uno fue ungido con el crisma sagrado y recibió las insignias episcopales: el anillo, símbolo de fidelidad; la mitra, símbolo de fidelidad, y el báculo, símbolo del ministerio de pastor.

Los nuevos obispos, que se añaden a los más de 4.300 dispersos por el mundo, recibieron al final de la celebración el abrazo de paz del Papa y de todos los obispos presentes en la Basílica de San Pedro.

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JESUS LLAMABA A SU MADRE «MAMA»

Intervención de Juan Pablo II en la audiencia general

CIUDAD DEL VATICANO, 6 en (ZENIT).- María fue la gran protagonista de la primera audiencia general que ofreció Juan Pablo II en el aula Pablo VI del Vaticano a unos 7 mil fieles, a quienes dirigió su «más cordial» auspicio para que el Jubileo «sea verdaderamente un tiempo fuerte de gracia, de reconciliación y de renovación interior».

Al concentrar su intervención en María, «Hija predilecta del Padre», el pontífice recordó que «la primera palabra que el Padre dirige a María a través de su ángel, "Alégrate llena de gracia", es una fórmula de saludo, que puede ser entendida como una invitación a la alegría». ¿Qué es lo que significaban esas palabras? El obispo de Roma respondió: «Con esta primera palabra dirigida a María, el Padre revela su intención de comunicar la alegría, la verdadera y definitiva, a la humanidad».

«La infinita ternura de Dios-Amor se revela en los rasgos maternales de la Madre de Jesús --añadió el sucesor de Pedro--. María es la única madre que puede decir, hablando de Jesús, "hijo mío"». De ese mismo modo, «Jesús dice al Padre "Abba", "Papá", mientras dice "mamá" a María, mostrando en este nombre todo su afecto filial».

Entonces, ¿cómo se puede entender el pasaje del Evangelio en el que Jesús su refiere a su madre llamándola «mujer». El Santo Padre explicó que de este modo, Cristo dejó claro que «no es una simple madre biológica sino que tiene una misión que realizar como Hija de Sión y madre del pueblo de la nueva Alianza».

Como madre de Jesús, María «asumió la tarea educativa de madre»», y su comportamiento «ejerció una influencia sobre la conducta de Jesús», dejándose al mismo tiempo «influenciar y formar por su hijo», añadió el pontífice.

Mientras miles de peregrinos seguían cruzando la Puerta Santa de San Pedro del Vaticano, el Papa concluyó su intervención subrayando que la tarea que le corresponde actualmente a María «es la de ayudar a la Iglesia a caminar como Ella siguiendo las huellas de Cristo».

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EL PAPA PIDE PAZ PARA LOS CONFLICTOS ETNICOS DE LAS MOLUCAS

En los últimos ocho días han muerto más de 600 personas

CIUDAD DEL VATICANO, 6 en (ZENIT).- Paz para los conflictos étnicos y religiosos de las Molucas. Este es el grito que lanzó ayer Juan Pablo II durante la primera audiencia general del año 2000 concedida a más de 7 mil fieles en el aula Pablo VI del Vaticano.

«Que el anuncio de paz en Belén, que en los días pasados la Iglesia ha vuelto a proponer al mundo entero --dijo el Papa--, resuene con intensidad en los lugares perseguidos por las calamidades y las guerras y en particular en las Islas Molucas, donde el conflicto de carácter étnico y religioso, que desde hace tiempo aflige a estas islas indonesias, ha desembocado en sangrientos enfrentamientos en las últimas semanas».

Tras recordar el anuncio que escucharon los pastores hace 2000 años, «¡Paz en la tierra a los hombres que Dios ama!», Juan Pablo II deseo «que este anuncio, acogido en cada corazón, rompa la cadena de venganzas, cure las heridas del odio, y alejando definitivamente la tentación de la violencia, espolee a cristianos y musulmanes a reconocerse miembros de la única familia humana y a reconstruir entre ellos relaciones armoniosas, en la justicia y en el perdón».

Mientras continuaban ayer los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes en las Molucas, unas mil personas participaron en una manifestación frente a la residencia del vicepresidente Megawati Sakarnoputri, en Yakarta, para pedir sus dimisiones y amenazar con una «guerra santa» en caso de que el gobierno «no acabe con la masacre de los musulmanes que están realizando los cristianos», dijeron a gritos los manifestantes.

El proceso de desestabilización de las Molucas ha tenido lugar como consecuencia de la llegada masiva de colonos islámicos a este archipiélago, promovida y financiada por el gobierno de Indonesia. De este modo, el equilibrio demográfico se ha alterado y hoy día los musulmanes son ya el 54% de la población. Megawati viajó el pasado mes de diciembre a las Molucas para tratar de volver a entablar el diálogo entre las dos comunidades en guerra desde hace exactamente un año, tras décadas en las que estas islas habían sido un símbolo de la convivencia entre etnias y religiones.

La violencia se ha extendido a Ambon y a otras islas y sólo en los últimos 8 días se han registrado más de 600 muertos (son ya unos 2000 desde el inicio del conflicto). No ha servido de nada el envío de 8 mil soldados de Yakarta.

Según fuentes musulmanas, la situación ha quedado fuera de control del gobierno y en toda Indonesia, el país islámico más grande del mundo, los grupos fundamentalistas se están movilizando. En la manifestación de ayer, organizada por el Frente de Acción de los Estudiantes Musulmanes (Kammi) se podían escuchar gritos como «¡Quememos las iglesias!». Algunos llegaron a amenazar con un «genocidio de cristianos en Yakarta».

El gobierno ha respondido haciendo rodar varias cabezas. En concreto, se ha destituido al jefe de la policía nacional, así como al gobernador y al comandante militar de las Molucas, ambos acusados de parcialidad por las dos comunidades.

El conflicto intercomunitario de las Molucas es sólo uno más de los que amenazan la integridad territorial de Indonesia, un país formado por 17.000 islas, y en el que conviven 300 etnias que hablan unas 200 lenguas diferentes. Tras la traumática independencia de Timor, sometido ahora a una administración transitoria de la ONU, los deseos independentistas se han reforzado en Aceh y en la isla de Irian Jaya, pero el nuevo gobierno de Abdurramán Wahid se niega a ceder más terreno por miedo a una desintegración total.

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LA PRESENCIA DE PEREGRINOS EN EL JUBILEO
SUPERA TODAS LAS PREVISIONES

En los primeros días, los más numerosos son los latinoamericanos

CIUDAD DEL VATICANO, 6 en (ZENIT).- Roma vive un auténtico «boom» de peregrinos latinoamericanos. Si no se cuenta la participación de italianos, en estos días, han sido ellos precisamente los más numerosos. Lo constató ayer Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, al hacer un balance de la manera en que se están celebrando estos primeros días del Jubileo.

De América Latina, México, Argentina y Venezuela son los países que más peregrinos han enviado. Una sorpresa, no sólo a causa de las fiestas navideñas y de la tragedia que ha afectado a Venezuela, sino también por las dificultades que necesariamente ocasiones las vicisitudes que atraviesan las economías latinoamericanas.

Otra de las constataciones que hizo Navarro-Valls fue que el Jubileo ha suscitado gran interés fuera de los ambientes católicos. Lo demuestra el hecho de que la ceremonia de apertura de la Puerta Santa fuera seguida por dos mil millones de personas, cuando los católicos son algo más de mil millones. De hecho, se ha dado «una respuesta extraordinaria» de las Iglesias y confesiones cristianas, no católicas, que el próximo 18 de enero participarán en la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma. Los trece patriarcas ortodoxos enviarán a un representante.

El portavoz vaticano consideró que si bien el inicio fue «perfecto», la organización tendrá que mejorarse en el transcurso de este año. En este sentido, se sugirió una mayor coordinación de los voluntarios y mayor información preventiva sobre los acontecimiento jubilares, explicando dónde y cuándo se celebrarán para evitar sorpresas. 

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