Entrevista

 

"La verdadera amenaza no es la globalización sino la homologación"

El economista Zamagni y el llamamiento del Papa a humanizar la economía

CIUDAD DEL VATICANO, 30 abril 2001 - Tras el llamamiento de Juan Pablo II a dar un rostro humano a la globalización para que no se convierta en un nuevo colonialismo, el economista italiano, Stefano Zamagni, ha querido intervenir con esta entrevista para aclarar la trascendencia de la propuesta papal.

"Hay que hacer una observación --indica ante todo el economista--: el Papa no es contrario a la globalización en sí, así como la Iglesia, con su doctrina social, no ha hecho nunca exaltación de la pobretería. El Santo Padre lanza, sin embargo, una advertencia: la globalización, llevada a sus consecuencias últimas, podría llevarnos a vivir en un mundo quizá más rico pero seguramente más infeliz".

El profesor Stefano Zamagni es un catedrático de economía de prestigio internacional especializado particularmente en las consecuencias que imprime en las economías la inmigración. Es profesor de Economía de la Universidad de Boloña, Italia y profesor externo de varias universidades de Estados Unidos e Italia.De 1990 a 1999, Zamagni ha sido miembro del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

Estas declaraciones de Zamagni comentan el discurso de Juan Pablo II pronunciado con motivo de la asamblea plenaria de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales (Cf. Zenit, 27 de abril de 2001) Una intervención, subraya el economista de Bolonia, que tiene el mérito de situarse en el ámbito de una línea bien consolidada, dentro de un magisterio enunciado ya por la "Centesimus Annus", la encíclica de 1991.

"En aquél documento Wojtyla citaba expresamente la globalización. Los estudiosos "laicistas" [neutros en materia religiosa], en cambio, comenzaron a ocuparse del problema sólo en la segunda mitad de los años noventa".

--¿Podemos, por tanto, afirmar que, sobre esta materia, el pontífice ha anticipado los tiempos?

--Stefano Zamagni: Sí, el Papa se ha anticipado. Hoy vuelve sobre la materia porque cada vez se hacen más evidentes algunas características de la globalización ante las cuales no se pueden cerrar los ojos.

--¿Cuáles en especial?

--Stefano Zamagni: Pienso en el fenómeno de las empresas que se desentienden de su responsabilidad respecto a la propia tierra. Pienso en la inversión de la relación causal entre economía y política. Ya no es la política la que fija las reglas del juego. Si hay alguien que las fija son los sujetos económicos. Por último, no podemos desestimar el hecho de que la globalización presenta lamentablemente otro aspecto preocupante.

--¿A qué se refiere profesor?

--Stefano Zamagni: La globalización reduce las pobrezas absolutas pero aumenta las relativas, es decir la desigualdades entre los diversos grupos sociales. No sólo entre el Norte y el Sur del mundo, sino también en los mismos países desarrollados. O, dicho de otra manera, el aumento de las desigualdades relativas es perjudicial, en cuanto que se presenta como una amenaza a la paz y un atentado a la democracia.

--Juan Pablo II advierte ante el peligro de que la globalización se convierta en una nueva versión del colonialismo. ¿Por qué ha dado este último grito de alarma?

--Stefano Zamagni: En la globalización está implícito un gran riesgo, el de la homogeneización cultural. Se trata de un proceso subliminal, en cuanto que no se da a través de acciones imperialistas como en el pasado.

--¿Se refiere a la época del colonialismo clásico?

--Stefano Zamagni: Sí. En aquel tiempo, las potencias hegemónicas imponían la propia voluntad y, en consecuencia, el propio estilo de vida a las poblaciones coloniales. Con el poder, con las leyes, con la fuerza de los ejércitos. Hoy el dominio se ejerce con formas sutiles, indirectas, a través de la dependencia económica, la comercialización de los bienes y de los productos. Pero el resultado es siempre el mismo, el trastorno de determinadas identidades culturales.

--¿Cuáles serían las consecuencias a nivel planetario, si se consolidara este proceso sin encontrar obstáculos?

--Stefano Zamagni: El principal aspecto negativo de la homogeneización está en la destrucción de la variedad cultural, en el predicar que pueda existir un único camino óptimo para el desarrollo, el así llamado "best way". Pero de esta manera se destruye aquella dialéctica entre las culturas que, en cambio, ha sido siempre el verdadero resorte para el progreso. Si la globalización lleva a sus últimas consecuencias esta tendencia actual, los pueblos verdaderamente serían mucho menos felices. La felicidad del hombre está ligada en buena parte a la propia identidad cultural.

--La identidad podría parecer un término genérico, abstracto. ¿Qué es lo que conforma la identidad?

--Stefano Zamagni: Las normas de comportamiento. Los estilos de vida. Pero también las creencias religiosas. Se comprende entonces por qué justamente el Papa ha llamado la atención del mundo sobre este aspecto.

--En conclusión, ¿cuál es la postura de la Iglesia católica, tal y como aparece en la intervención del pontífice, ante la globalización?

--Stefano Zamagni: Diría de discernimiento, de distinción de lo que es positivo (y lo hay) de lo que es arriesgado. Y también, de frente a los aspectos negativos, la postura es la de quien quiere hacer que el proceso se desarrolle pilotándolo al servicio del hombre y de todos los hombres. No es la de quien quiere detenerlo.


Las quejas de los medios de comunicación sobre la Iglesia

Entrevista con el profesor Norberto González Gaitano (I)

ROMA, 27 abril 2001 (ZENIT.org).- La complicada relación entre la Iglesia y los medios de comunicación social se ha convertido en el meollo del debate del Congreso Internacional de Comunicación Institucional que organiza la Universidad Pontificia de la Santa Cruz del 26 al 27 de abril en Roma.

El encuentro reunió a periodistas y expertos de comunicación con los máximos portavoces y comunicadores de la Iglesia (participaron, entre otros, arzobispo John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y Joaquín Navarro-Valls, portavoz oficial del Vaticano).

Para comprender mejor el argumento, Zenit ha entrevistado al profesor Norberto González Gaitano, decano de la Facultad de Comunicación Social Institucional de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y miembro consultor del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

--Zenit: Las relaciones entre la Iglesia y los medios de comunicación no han sido habitualmente particularmente buenas. Los medios suelen ser poco indulgentes con esta institución, a la que la consideran como demasiado cerrada. ¿No cree usted que algo de razón tienen (y en ocasiones mucha) cuando hablan de secretismo?

--Norberto González Gaitano: Que la Iglesia, o mejor la jerarquía y el estamento institucional eclesiástico --no siempre se identifican--, ha pecado históricamente de secretismo, y no sólo frente a los medios, es algo que la propia Iglesia ha reconocido numerosas veces. Dice Mark Silk que "a ninguna institución le gusta ver publicados sus pecados; sin embargo cuando se trata de la religión, existe el uso no sólo de condenar sino de demonizar a los portadores de malas noticias".

Ahora bien, la Iglesia necesita, como cualquier institución humana, de la discreción y de la reserva, "pero no debería hacerlo con miras a la manipulación y al control" ("Ética en las comunicaciones sociales", Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales).

Las instituciones en la Iglesia, como el Vaticano, las conferencias episcopales y las diócesis han sido reacias y lentas en establecer oficinas de comunicación, y sobre todo oficinas de comunicación profesionalizadas que suministren información. Una historia rigurosa de este retraso está por escribir.

--Zenit: De hecho, esta es otra de las críticas que se hace la Iglesia: el desconocimiento de las reglas profesionales del periodismo.

--Norberto González Gaitano: Es verdad, los eclesiásticos a menudo pretenden una publicidad gratis o un tratamiento de favor o de guante blanco que la prensa, puntillosa de su independencia, no concede a los políticos o al Gobierno o cualquier otra institución.

Esa visión ingenua de los medios de comunicación se manifiesta en las oscilaciones del juicio de conjunto sobre ellos, de la condena en bloque a la exaltación simplista de estos medios. En el segundo caso por ejemplo, se encuentran muchos "operadores pastorales de la comunicación" que se han lanzado a la compleja olla de la comunicación social produciendo una jerga "mediático-eclesiológica" que pocos entienden. Personas llenas de buena intención se visten con plumas prestadas para acercarse a un mundo que desconocen manifestando así no sólo ignorancia, sino ingenuidad.

Cristianizar una profesión exige, en primer lugar, conocerla a fondo, creer en ella, reconocer lo que naturalmente tiene de bueno y sanearla desde dentro. Echar agua bendita desde fuera o adular a los profesionales es una práctica tan inútil como contraproducente.

--Zenit: Una tercera crítica nace de una constatación simple. La religión es fuente de controversias y agrias polémicas que encienden los ánimos y dividen a la opinión pública --y habría que añadir a los lectores, que son quienes compran los diarios a fin de cuentas--.

--Norberto González Gaitano: Cierto. La religión es como dinamita para un periódico. Para un editor, tocar argumentos religiosos es exponerse a cartas de los lectores, protestas, pérdida de audiencia o a quedar atrapados en espinosas disputas teológico-morales que a menudo no interesan más que a cuatro especialistas o devotos. El clero y los pastores no pueden pretender un trato de favor como el que gozaron en el pasado. "El trabajo de un periodista es informar de los hechos, no servir como firma de relaciones públicas", dice M. Cosgrove, director de "The Fairfield Daily Republic".

--Zenit: Ahora bien, todas estas acusaciones de los medios revelan una cierta superficialidad. En realidad ninguna critica la naturaleza y esencia misma de la Iglesia.

--Norberto González Gaitano: El diagnóstico del libro "Unsecular Media" (de Mark Silk "Making News of Religion in America". University of Illinois Press, 1995, p. 5) es válido en parte para todos los países de impronta judeo-cristiana. La tesis de su autor es que en los Estados Unidos la religión en general tiene una cobertura informativa mayor y mejor de lo que se suele afirmar, porque la sociedad estadounidense es religiosa en su origen y en su historia. Los medios están llenos de "topoi" religiosos, de otro modo no se entenderían ni se venderían. Los "topoi" o lugares comunes que la retórica clásica estudió expresan juicios sobre la condición humana, sobre la conducta, el comportamiento social y la política en general.

--Zenit: Cuáles son estos lugares comunes en la información religiosa.

--Norberto González Gaitano: Silk mismo los enuncia: la religión produce obras buenas socialmente, en caso contrario no es auténtica; la tolerancia es un fruto de la verdadera religión; la hipocresía y los falsos profetas son corrupciones del espíritu religioso; lo sobrenatural es tan connatural a la religiosidad popular como extraño al genuino periodismo; la religión es incluyente de suyo y, por último, el declive religioso en la sociedad es endémico. En la raíz de muchas noticias negativas sobre la religión se encuentran estos "topoi".

--Zenit: Ante este panorama, que parece más bien difícil, ¿que recomienda usted a los hombres de Iglesia en su relación con los medios.

--Norberto González Gaitano: Los ciudadanos necesitan una información correcta y completa. Los medios de comunicación viven para informar y la Iglesia quiere y necesita proporcionar información sobre sí misma y su actividad. He ahí en tres palabras la razón de ser de un servicio que las instituciones de la Iglesia están moralmente obligadas a prestar. Y no sólo reactivamente o en situaciones de incomprensión.

Esto nos lleva a hablar de relaciones públicas, término que no sólo pone nerviosos a los periodistas, sino también a algunos eclesiásticos. Cómo llevarlas a cabo se puede leer en el primer libro que trata claramente del argumento y con estos términos, escrito por quien fue director de la oficina de información de la Conferencia episcopal estadounidense por más de 20 años: Russell Shaw, "Dealing with Media for the Church".