Santa Sede

JUAN XXIII Y PÍO IX ENTRE LOS 5 NUEVOS BEATOS PARA LA IGLESIA Y EL MUNDO

Junto a ellos, el Papa eleva a los altares a Chaminade, Marmion y Reggio

CIUDAD DEL VATICANO, 3 septiembre (ZENIT.org).- La Iglesia y el mundo cuentan, desde este domingo, con cinco nuevos beatos. Esta fue la solemne proclamación que hizo Juan Pablo II, en la plaza de San Pedro del Vaticano, ante unas cien mil personas de los cinco continentes, al elevar a la gloria de los altares a cinco hombres sumamente diferentes entre sí --como es el caso de Pío IX y Juan XXIII--, pero unidos por su amor a Dios y a los hombres.

Un río humano desembocó pacíficamente a primeras horas de una mañana veraniega romana entre los brazos que forman las columnas de Bernini. La mayoría de los presentes eran italianos --en este país el «Papa bueno» ha dejado un recuerdo imborrable--, pero por sus colores y entusiasmo también se hicieron ver y escuchar grupos de miles de peregrinos procedentes de España, Argentina, Líbano, Brasil, Estados Unidos y Corea.

Cinco personalidades muy diferentes Además de los dos Papas que convocaron los últimos dos concilios --el Vaticano I y el Vaticano II--, entre los nuevos beatos se encuentran Tommaso Reggio (1818-1901), arzobispo de Génova, creador del primer diario católico de Italia y fundador de las Hermanas de Santa Marta; Guillermo José Chaminade (17611850), fundador de la Familia Marianista; y el abad benedictino irlandés Columba Marmion (1858-1923), guía espiritual de generaciones enteras de hombres y mujeres consagrados a Dios en este siglo.

Pío IX, la búsqueda de Dios en medio al cariño y al odio El obispo de Roma comenzó evocando «la vicisitud humana y religiosa» de Pío IX, Giovanni Maria Mastai Ferretti (1792-1878), el pontífice que vivió la pérdida del dominio temporal sobre los Estados Pontificios, en tiempos de la unificación de Italia. Su condena de algunas de las ideologías dominantes en aquel momento y su oposición a la manera en que se impuso la unidad italiana le granjearon muchos enemigos.

Juan Pablo II trascendió, sin embargo, la polémica que habían desatado algunos grupos en vísperas de esta beatificación: «La santidad vive en la historia y todo santo no está exento de los límites y condiciones propios de nuestra humanidad --explicó--. Al beatificar a uno de sus hijos, la Iglesia no celebra particulares opciones históricas realizadas por él, más bien lo propone a la imitación y a la veneración por sus virtudes, para alabanza de la gracia divina que en ellas resplandece».

«En medio a los acontecimientos turbulentos de su tiempo --aclaró el Santo Padre--, fue ejemplo de adhesión incondicional al depósito inmutable de las verdades reveladas. Fiel en toda circunstancia a los compromisos de su ministerio, supo dar siempre la primacía absoluta a Dios y a los valores espirituales. Su prolongado pontificado no fue ciertamente fácil y tuvo que sufrir mucho en el cumplimiento de su misión al servicio del Evangelio. Fue muy querido, pero también odiado y calumniado. Pero, precisamente en medio de estos contrastes, brilló con más fuerza la luz de sus virtudes».

«Las prolongadas tribulaciones --continuó diciendo Juan Pablo II-- templaron su confianza en la divina Providencia, y nunca dudó de su dominio por encima de las vicisitudes humanas. De aquí, nació la profunda serenidad de Pío IX, a pesar de las incomprensiones y los ataques de tantas personas hostiles». Con esta convicción, el Papa Mastai convocó el Concilio Vaticano I, «que esclareció con autoridad magisterial algunas cuestiones debatidas entonces, confirmando la armonía entre fe y razón».

En los momentos de prueba, Pío IX encontró apoyo en María, dijo su actual sucesor, y al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción, «recordó a todos que en las tempestades de la existencia humana brilla en la Virgen la luz de Cristo, que es más fuerte que el pecado y la muerte».

Juan XXIII, el Papa bueno A continuación, Juan Pablo II se detuvo a analizar la figura de uno de los Papas más queridos de todos los tiempos, Juan XXIII, «el Papa que impresionó al mundo con su afabilidad de trato, de la que transpiraba una singular bondad de espíritu».

Recordó «la profunda veneración» que sentía Angelo Roncalli (1881-1963) por Pío IX, «de quien auspiciaba su beatificación», así como su «rostro sonriente» y sus «dos brazos abiertos de par en par al mundo entero», que conquistaron a muchas personas con la «sencillez de su espíritu, unida a una amplia experiencia de los hombres y de la vida».

El cardenal Roncalli fue elegido Papa cuando tenía casi 77 años. Los periodistas le calificaron como un pontífice de «transición». Y sin embargo, constató, trajo una «bocanada de novedad» que «no afectaba a la doctrina, sino más bien a la manera de exponerla». «Lo hacía con un nuevo estilo, hablaba y actuaba con un nuevo estilo, era nueva la carga de simpatía con la que se acercaba a las personas comunes y a los poderosos de la tierra. Con este espíritu convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II, con el que abrió una nueva página en la historia de la Iglesia».

Este concilio, según el Papa actual, fue «una intuición profética» de Juan XXIII, que «inauguró en medio de muchas dificultades una estación de esperanza para los cristianos y para la humanidad».

Reggio, Chaminade y Marmion Con pinceladas más breves, Juan Pablo II continuó evocando el ejemplo de los otros tres beatos. Recordó al arzobispo de Génova y periodista, Tommaso Reggio , «hombre de fe y cultura», «guía atento para los fieles en toda circunstancia». «Sensible a los muchos sufrimientos y a la pobreza de su pueblo --recordó--, ofreció ayuda tempestiva en todas las situaciones de necesidad».

Al hablar del sacerdote Guillermo José Chaminade, quien vivió en tiempos de la revolución francesa, el Papa rememoró su compromiso para acercarse a las personas alejadas de la Iglesia, y consideró que su personalidad plantea la necesidad de prestar «una atención renovada a la juventud, que necesita educadores y testigos».

Por lo que se refiere al monje benedictino Columba Marmion, nacido en Irlanda aunque vivió la mayor parte de su vida en el monasterio belga de Maredsous, el obispo de Roma reconoció que con su vida y obras enseñó «un camino de santidad, sencillo pero exigente». Su secreto, según el Papa, era el siguiente: «Jesucristo, nuestro Redentor y manantial de toda gracia, el es centro de nuestra vida espiritual, nuestro modelo de santidad».

Tras la solemne proclamación, Juan Pablo II indicó el día en que se celebrará la fiesta de cada uno de los cinco nuevos beatos: el 7 de febrero será el día de Pío IX, el 11 de octubre el de Juan XXIII, el 9 de enero el de Tommaso Reggio, el 22 de enero el de Guillermo J. Chaminade, y el 3 de octubre el de Columba Marmion. En ese momento, se descubrían en la fachada de la basílica vaticana los estandartes con la imagen de los nuevos beatos.

«¡Que su amor a Dios y a los hermanos ilumine nuestros pasos en esta aurora del tercer milenio!», afirmó el Papa durante la eucaristía, sintetizando el sentido de la celebración de este domingo.


LA SANTA SEDE PRESENTA EN EL FESTIVAL DE VENECIA LA PELÍCULA «CHRISTUS»

La versión restaurada del primer largometraje sobre Jesús

CIUDAD DEL VATICANO, 3 septiembre (ZENIT.org).- Por primera vez, en el programa oficial del festival de cine de Venecia, la Santa Sede presenta una película. Se trata de la versión restaurada de «Christus», un filme dirigido en 1916 por Giulio Antamoro, que se convirtió en el primer largometraje de la historia sobre Jesús.

Con esta iniciativa, la Filmoteca Vaticana, dirigida por monseñor Enrique Planas, pretende profundizar la relación que existe entre el cine y la religión.

La película será proyectada, según prevé el programa oficial del festival, el 5 de septiembre. Se recreará el ambiente en el que era proyectada a finales de la segunda década del siglo XX, con música en vivo. El filme será acompañado por dos pianos que ejecutarán la banda sonora compuesta con este motivo por uno de los compositores de música para cine religioso más premiados en los últimos tiempos, monseñor Marco Frisina.

«Christus» imprimió una auténtica revolución en el cine. Hasta entonces, era común llevar a la gran pantalla las representaciones sagradas de la época. Ahora bien, eran sumamente estáticas; en la práctica, se convertían en una serie de escenas edificantes, pero sin auténtica profundidad. «Christus», sin embargo, utiliza por primera vez el lenguaje propio del cine para narrar la vida de Cristo, con exteriores grabados en Egipto y Palestina.

La Santa Sede ha podido presentar la obra restaurada de esta película gracias a la ayuda que ha ofrecido Goffredo Lombardo, presidente de la compañía productora italiana Titanus Film. De esta manera, el productor ha querido también rendir homenaje a su madre, que en «Christus» interpreta el papel de María.

«La Iglesia, que reconoce la importancia del cine --explica monseñor Enrique Planas--, invita con esta iniciativa a quien trabaja en este sector a aprovechar las potencialidades comunicativas de la pantalla, pues toda película que afronta temas ligados al ámbito religioso y a la trascendencia produce mecanismos de reflexión en el espectador y se convierte en un estímulo para el complejo camino de búsqueda del hombre».


JUAN PABLO II: PÍO IX, UN HOMBRE SANTO, MÁS ALLÁ DE TODA POLÉMICA

El pontífice recibe a los peregrinos venidos a Roma para las beatificaciones

CIUDAD DEL VATICANO, 4 septiembre (ZENIT.org).- Juan Pablo II recibió esta mañana en la Plaza de San Pedro a los peregrinos que ayer participaron en la ceremonia de beatificación de cinco personajes que han tenido una gran influencia para la historia de la Iglesia en los últimos siglos. Como era de esperar, en su intervención, dedicó amplio espacio a evocar la figura de sus dos predecesores, Pío IX, que «guió la barca de Pedro en medio de violentas tempestades durante casi 32 años», y Juan XXIII, quien en su «breve pontificado», abrió la nueva estación del Concilio Vaticano II.

Al recordar la obra del Pío IX, el discurso de Juan Pablo II se concentró en la cualidades eminentemente espirituales que contribuyeron a beatificar al pontífice: «le gustaba predicar --recordó-- como un sencillo sacerdote, administrar los sacramentos en las iglesias y en los hospitales, encontrarse con el pueblo romano por las calles de la ciudad». Y sin embargo, añadió, «el mundo no siempre le comprendió: a los "hosannas" del inicio de pontificado, les siguieron muy pronto acusaciones, ataques y calumnias».

El Papa evitó responder a las polémicas que surgieron en vísperas de la beatificación en torno a este pontífice. Su evocación se concentró en su figura espiritual, pues los beatos no son proclamados por la Iglesia por motivos políticos. «Siempre fue indulgente con sus mismos enemigos --añadió el Santo Padre--. El espíritu de pobreza, la fe en Dios y el abandono a la providencia, junto a un extraordinario sentido del humor, le ayudaron a superar los momentos más difíciles».

«Mi política --solía repetir-- es: Padre nuestro que estás en los cielos». De este modo, añadió Juan Pablo II, indicaba que «su guía en las decisiones de la vida y del gobierno de la Iglesia era Dios, por quien experimentaba una confianza total».

Al subrayar la profunda devoción mariana de Pío IX, que le llevó a proclamar solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción, el Santo Padre no dejó de observar que entre los devotos del Papa Mastai se encontraba precisamente su sucesor, Juan XXIII, quien compartió con él ayer el reconocimiento oficial de la Iglesia.

Por su parte, al recordar al Papa Roncalli, el pontífice mencionó en particular sus virtudes cristianas, su profundo conocimiento de la naturaleza humana, en sus «luces y sombras», pero sobre todo la humildad fecunda aprendida de sus padres, campesinos del norte de Italia.

«Cuanto más avanzaba en la vida y en la santidad, más conquistaba a todos con su sabia sencillez. No se turbó ante las pruebas, más bien, siempre supo mirar con optimismo a las diferentes vicisitudes de la existencia».

Por último, Juan Pablo II recordó a los otros tres nuevos beatos. Del obispo Tommaso Reggio, creador del primer periódico católico en Italia y fundador de la Congregación de las religiosas de Santa Marta, destacó su «profunda comunión con Dios» y el ideal de santidad que propuso «a cada una de las categorías de fieles: laicos, sacerdotes y personas consagradas; de modo especial a sus monjas».

A continuación, mencionó «La personalidad y la acción del nuevo beato Guillaume-Joseph Chaminade», presbítero, fundador de la familia marianista, «que deseaba hacer siempre la obra de Dios, invita a todos los fieles a una formación catequística seria, para desarrollar y afirmar su vida espiritual, y entrar con mayor profundidad en el encuentro con Cristo».

Por último, el Santo Padre terminó pidiendo que el beato Columba Marmion, abad benedictino, «nos ayude a todos a vivir la vida cristiana cada vez más intensamente y a comprender con mayor profundidad nuestra pertenencia a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo».


MONSEÑOR RONCALLI ROBÓ EL CORAZÓN DE ESTAMBUL

Una delegación de Turquía estuvo presente en la beatificación de Juan XXIII

ROMA, 4 sep (ZENIt.org).- Si «para abrir ventanas hacia el mundo» el Papa Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II, monseñor Angelo Roncalli, joven diplomático, comenzó prontísimo a lanzar puentes entre las naciones. Cuando era delegado apostólico en Estambul construyó entre el 35 y el 44 un auténtico acueducto sobre el Bósforo que sirvió para abrir unir a Oriente con Roma.

En aquellos años, su actividad no era comprendida por muchos. Sin embargo, en 1936, escribía en su «Diario de un alma»: «De aquí a algunos años me lo agradecerán seguramente». Roncalli, ciertamente era diplomático pero sobre todo era pastor y hombre de paz. Turquía no lo ha olvidado, es más ahora da las gracias al «Papa amigo», hoy beato. Ayer, en la plaza de San Pedro, estaba también Istemihan Talay, ministro de Cultura de Ankara, como jefe de la delegación turca, que fue luego recibida por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, y por el cardenal Paul Poupard, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura.

«Durante diez años, Roncalli vivió en Estambul como huésped digno de estima, respetado y admirado, sin poder sin embargo establecer relaciones directas con el gobierno del país», escribe su fiel secretario, monseñor Loris Capovilla, en el prólogo a la biografía «Jean XXIII ami des turcs », escrita por Rinaldo Mamrmara, publicada para la ocasión por el Ministerio de Cultura turco.

Desde entonces, mantuvo una extraordinaria relación con Numan Rifat Menemencioglu, embajador turco, quien conviviría después con él en París e iría a visitarle a Venecia. «Algún año después --sigue diciendo Capovilla-- Menemencioglu se congratuló con Roncalli por su elección al pontificado y previó el desarrollo de nuevas relaciones más estrechas entre la nación turca y el Vaticano». La Puerta de Oriente estaba de verdad más cercana: el 11 de abril de 1960 Nureddin Vergin, primer embajador turco ante la Santa Sede presentaba las credenciales a Juan XXIII.

Roncalli, tras la ceremonia de beatificación, será conmemorado oficialmente también en Estambul, del 8 al 11 de diciembre, con un congreso en el que participarán monseñor Capovilla y el historiador Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio. La visita de estos días al Vaticano ha dado también la ocasión al ministro de Cultura turco para renovar su invitación a Juan Pablo II para que visite su país. 


LA SANTA SEDE REUNIRÁ A ACTORES Y DIRECTORES DE CINE CON MOTIVO DEL JUBILEO 

En plena preparación la jornada jubilar del mundo del espectáculo

CIUDAD DEL VATICANO, 4 septiembre (ZENIT.org).- En estos momentos, se encuentran en plena ebullición los preparativos para el Jubileo del mundo del espectáculo, que se celebrará en Roma del 15 al 17 de diciembre.

A las jornadas jubilares, que culminarán con el encuentro con el Papa, están invitados actores, directores, productores del mundo de la grande y pequeña pantalla, así como del escenario. Se esperan grandes nombres, ahora bien, siguiendo el espíritu del Jubileo, todos vendrán a Roma como peregrinos. Se evitará, por tanto, todo favoritismo, independientemente de la fama de cada uno.

Los peregrinos de este Jubileo, el último por categoría del año santo, serán acogidos el 15 de diciembre en la basílica de Santa María la Mayor, a las 10 de la mañana, en un momento de oración. En la tarde de ese día, en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén, renovarán sus promesas bautismales y participarán en una celebración penitencial comunitaria, en la que se ofrecerá la posibilidad de acercarse al sacramento de la confesión. La celebración eucarística con la que concluye este primer día tendrá lugar en la catedral del Papa, la basílica de San Juan de Letrán.

En la mañana del sábado, está prevista una celebración ecuménica en la que se evocarán los dos milenios de la vida cristiana en la sala de audiencias generales del Vaticano. En la tarde, se recordarán a los mártires de la fe en los estudios de la Titanus, empresa de producción cinematográfica con sede en Roma. En ese mismo ambiente profesional, se ofrecerá a estos hombres del mundo del espectáculo la posibilidad de expresar, a través del lenguaje artístico, los motivos que les han llevado a acoger la invitación del Santo Padre a participar en el Jubileo.

El domingo 17 de diciembre, tras la celebración de la eucaristía en la basílica de San Pablo Extramuros, tendrá lugar la audiencia final con Juan Pablo II.

«El mundo del espectáculo es un árbol de muchas ramas: cine, televisión, teatro, danza, circo, etc. --explica monseñor Enrique Planas, director de la Filmoteca Vaticana y encargado de la organización del acontecimiento--. A través del lenguaje expresivo más adecuado para cada una de estas ramas, todos estos profesionales están llamados a vivir un momento de alegría, que en esta ocasión jubilar asume una dimensión espiritual sumamente elevada, y que providencialmente se celebra precisamente a finales del año 2000. El Jubileo del mundo del espectáculo será uno de los últimos en el calendario y esto significa que se nos ha dado todo un año de preparación; hemos podido cultivar el espíritu del acontecimiento, aprender de las jornadas jubilares precedentes, y sentir la emoción de ser llamados a participar, reflexionando en la gracia de pertenecer a la Iglesia, junto al Santo Padre».


JUAN PABLO II EVOCA EL SECRETO DE LA MADRE TERESA: SU MIRADA 

Recuerda en el Vaticano el tercer aniversario de su fallecimiento

CIUDAD DEL VATICANO, 5 septiembre (ZENIT.org).- Cuando se cumplía el tercer aniversario de la muerte de la Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II recibió a 7.000 Misioneros de la Caridad, padres e hijos de familias adoptivas y amigos y colaboradores de la obra de Madre Teresa, que se encontraban en Roma celebrando su Jubileo.

Recordando a esta «singular hija de la Iglesia, que se entregó completamente a la caridad», el Papa dijo: «Recordamos su sonrisa, sus ojos profundos, sus cuentas del rosario. Todavía nos parece verla en camino por el mundo a la búsqueda de los más pobres entre los pobres».

Juan Pablo II mantuvo durante años una cercana relación con la religiosa albanesa, premio Nobel de la Paz. Fue él quien le pidió instalar en el Vaticano el Don de María, una casa en la que las Misioneras de la Caridad acogen a mujeres sin techo de la ciudad de Roma y en la que ofrecen comida, ropa y asistencia humana espiritual a los más necesitados.

«Sabemos bien cuál era su secreto: se había llenado de Cristo y por eso miraba a todos con los ojos y con el corazón de Cristo». «No le costaba trabajo "adoptar" como hijos a sus pobres --añadió el Santo Padre--. Su amor era concreto, decidido; la llevaba hasta donde pocos tenían valor para ir, donde la miseria era tan grande que daba miedo».

El Santo Padre, refiriéndose a la «maternidad espiritual» de Madre Teresa, habló de su movimiento en favor de la adopción y subrayó que «adoptar a un niño es una gran obra de amor».

Pero, agregó «nuestro tiempo es también testigo desgraciadamente de numerosas contradicciones». Por una parte, hay niños que se quedan sin familia, y, por otra, «hay muchas parejas que deciden a veces no tener hijos por motivos de carácter egoísta. Otros se dejan desalentar por dificultades económicas, sociales o burocráticas. Otros, ante el deseo de tener un niño "propio" a cualquier precio, van más allá de la ayuda legítima que la ciencia médica puede asegurar a la procreación».

Como alternativa a estas maneras discutibles de tener un hijo, prosiguió, «la existencia misma de tantos niños sin familia sugiere la adopción como un camino concreto del amor».

El Papa terminó sus palabras recalcando que «la Madre Teresa de alguna manera se hacía eco de las palabras de Cristo: "Dejad que los niños se acerquen a mí", cuando decía a las madres que sentían la tentación de abortar: "Traedme a vuestros hijos"».


DOLOR DEL PAPA POR LA MUERTE DEL CARDENAL DE PERÚ, VARGAS ALZAMORA

Denunció valientemente la inutilidad de la violencia terrorista

CIUDAD DEL VATICANO, 5 septiembre (ZENIT.org).- Juan Pablo II recuerda la «abnegada acción pastoral» y su «fidelidad a Cristo y al sucesor de Pedro» que demostró con su vida el cardenal Augusto Vargas Alzamora, arzobispo emérito de Lima, quien falleció ayer a los 77 años de edad, en un telegrama enviado a su sucesor, el arzobispo Juan Luis Cipriani.

El cardenal Augusto Vargas Alzamora nació el 9 de noviembre de 1922 en Lima. Fue ordenado sacerdote en la Compañía de Jesús, el 15 de julio de 1955. Licenciado en filosofía y teología, Pablo VI le nombró obispo-vicario apostólico de San Francisco Javier en Jaén y recibió la consagración episcopal el 15 de agosto de 1978. En 1982 fue elegido secretario general de la Conferencia Episcopal Peruana, cargo que ejerció hasta 1990. Ese año tomó posesión como arzobispo de Lima y Primado del Perú. Juan Pablo II lo creó cardenal en el consistorio del 26 noviembre de 1994. En enero de 1999, entregó el báculo de pastor de Lima al actual arzobispo, monseñor Cipriani.

Durante los días trágicos del terrorismo y de los desórdenes civiles, el arzobispo Vargas Alzamora había elevado vibrantes llamamientos contra la violencia que los guerrilleros de Sendero Luminoso utilizaban como medio para «resolver» la injusticia social.

Ejerció la presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana durante dos periodos consecutivos, de 1993 a 1999, retirándose al concluir su tarea como arzobispo de Lima y primado del Perú. Sus últimos años estuvieron dedicados al acompañamiento pastoral del Hogar de Cristo, obra en favor de los más necesitados, que él mismo fundó como arzobispo de Lima.

El cardenal expiró a las 14.15 de la madrugada de ayer en una clínica en donde había ingresado el 30 de mayo abrumado por una hemorragia cerebral masiva.

Al conocer la noticia del fallecimiento del cardenal, Juan Pablo II ha garantizado sus «fervientes plegarias unido a los fieles de esa comunidad diocesana, donde ejerció con solicitud su ministerio episcopal, pidiendo a Dios que conceda el eterno descanso a quien por varios años fue su diligente pastor».

El funeral del cardenal tendrá lugar mañana por la tarde en la catedral de Lima.

Con su muerte, el colegio cardenalicio queda compuesto por 146 cardenales, de los cuales 99 son electores y 47 no electores.


JUAN PABLO II EVOCA LOS ORÍGENES DE SOLIDARNOSC, 20 AÑOS DESPUÉS

Polonia celebra el aniversario del nacimiento del sindicato cristiano

CIUDAD DEL VATICANO, 31 agosto (ZENIT.org).- «Solidarnosc, que dio inicio a un proceso de grandes cambios en Polonia y en todo el Centro-Este europeo, tuvo como fundamento la preocupación común por el hombre y por su dignidad». Lo recuerda Juan Pablo II en un telegrama enviado al arzobispo de Danzig, en cuya diócesis se acaba de concluir el Congreso nacional de Solidarnosc, con motivo del vigésimo aniversario del nacimiento del sindicato cristiano polaco.

«Hoy ante Solidarnosc se presentan nuevos desafíos --continúa diciendo el pontífice--. Rezo al Señor para que se afronten con la solicitud que caracterizó los inicios del sindicato por el bien de todo polaco y de la patria entera».

«Que el Señor mantenga en todo miembro de Solidarnosc el espíritu de unidad, la sensibilidad por las necesidades de la gente del mundo del trabajo, en las ciudades y en el campo, y particularmente por las personas y familias que con paciencia soportan el peso de las justas reformas económicas y sociales».

El Papa reza también para que Dios «dé fuerza a todos, de modo que las ambiciones personales no tomen el puesto del bien común».

La Iglesia en Polonia ha celebrado también hoy el aniversario del sindicato que disgregó los cimientos del imperio soviético. El primado de Polonia, el cardenal Jozef Glemp, celebró una eucaristía solemne a las 13.00 en la plaza de Danzig que lleva el nombre de Solidarnosc. En la tarde comenzó, también en Danzig, la «Fiesta del hombre», un congreso internacional dedicado a los derechos y deberes del hombre. En el encuentro, que durará hasta el 3 de septiembre, participan muchas personalidades del mundo eclesial y cultural, entre quienes se encuentra el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, el arzobispo vietnamita François Nguyen Van Thuan, el cardenal Miloslav Vlk de Praga, el teólogo Bruno Forte de Italia, y el profesor Norman Davis, autor de un best-seller sobre la historia de Polonia. En el último día de la «Fiesta del hombre» será proclamada la «Carta de los deberes del hombre». 


BEATIFICACIÓN DE PÍO IX, SE CUMPLE EL SUEÑO DE JUAN XXIII

Revelaciones del prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos

CIUDAD DEL VATICANO, 31 agosto (ZENIT.org).- Junto al arzobispo de Génova, Tommaso Reggio, fundador en el siglo pasado de la Congregación de las Hermanas de Santa Marta; junto al sacerdote francés Guillaume-Joseph Chaminade, fundador --también en el siglo XIX-- de la Familia Marianista; y junto al benedictino irlandés Columba Marmion, gran maestro de espiritualidad de nuestro tiempo, serán elevados a la gloria de los altares, el próximo domingo, dos Papas, Pío IX y Juan XXIII.

Es curioso constatar que los procesos de beatificación de estos dos personajes, decisivos para la historia de los dos últimos siglos, han culminado al mismo tiempo. De este modo, Juan Pablo II proclamará beatos en la misma ceremonia al Papa de la Inmaculada y del Concilio Vaticano I y al Papa de la encíclica «Paz en la tierra» («Pacem in terris») y del Concilio Vaticano II. Algunos medios de comunicación, incluso dentro de la Iglesia, han criticado, sin embargo, esta decisión pontificia.

Es muy interesante constatar la gran admiración que tenía Juan XXIII por su predecesor Pío IX, como ha constatado ante los micrófonos de «Radio Vaticano» el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el arzobispo José Saraiva Martins.

--Algunos dicen que Pío IX no debería ser beatificado, y mucho menos junto a Juan XXIII. Usted, ¿qué opina?

--Juan XXIII nutría una gran estima por Pío IX. De hecho, el 31 de agosto de 1962 fue a visitar en Albano (localidad situada en las afueras de Roma) a monseñor Alberto Canestri, postulador de la causa de beatificación, solicitando la conclusión del itinerario canónico de la causa de Pío IX. Como buen experto en historia de la Iglesia y particularmente del período de Pío IX, ya el 2 de enero de 1959 había enviado una nota escrita de su puño y letra a monseñor Canestri, en la que decía: «Bendigo a su persona, a la que me encantaría recibir en audiencia, y le aliento en una santa empresa que siento profundamente: la glorificación del Pío IX». Firmado: «Ioannes XXIII, Papa». En otra carta enviada al obispo de Casale Monferrato, monseñor G. Angrisani, afirmaba: «Pienso siempre en Pío IX, de santa y gloriosa memoria, e imitándolo en sus sacrificios, quisiera ser digno de celebrar su canonización».

--Pío IX ha pasado a la historia como el Papa del Concilio Vaticano I, y Juan XIII como el del Vaticano II. ¿Considera que tiene algún significado particular la beatificación conjunta de estos dos pontífices?

--El haber unido en la ceremonia de beatificación a dos grandes pontífices, vividos en épocas tan diferentes, es una coincidencia, pues los dos procesos han concluido al mismo tiempo. Por ello, el hecho de que los dos sumos pontífices sean elevados juntos a la gloria de los altares no tiene ningún significado particular. El significado de su beatificación es el de la beatificación de todo siervo de Dios: presentarle a los fieles --y no sólo a los fieles-- como ejemplo de hermanos y hermanas dotados de carismas fuera de lo común, que nos han precedido por los caminos del mundo con virtudes vividas en grado heroico.

--Por lo que se refiere concretamente al Papa Giovanni Maria Mastai Ferretti, ¿cuál es el ejemplo que nos ha dejado?

--Pío IX gozó de fama de santidad ya durante su vida, especialmente en la última parte de su pontificado, cuando caído definitivamente el poder temporal, se manifestó de manera evidente a toda la Iglesia el esfuerzo que hizo por construir y reconstruir el "tejido de conexión" de la Iglesia, afligida por el racionalismo, incluso teológico, por los nacionalismos, por la masonería internacional, por el anticlericalismo, por las sectas ya para entonces pululantes en la mentalidad moderna, por la explosión de la "cuestión social", y por el marxismo ateo. En él brilló sobre todo la caridad a todos los niveles de la vida personal y social, caridad como fruto genuino de una fe inquebrantable en Cristo y en su Iglesia.

--¿Virtudes practicadas en grado heroico?

--Por lo que se refiere, en particular, a las virtudes heroicas practicadas por Pío IX, destacan la reciedumbre de espíritu y la mansedumbre. Dice el célebre jesuita Carlo Iemolo: «Incluso quienes le injuriaban nunca pudieron atacarle como hombre y como sacerdote. Vincenzo Gioberti y Domenico Farini (protagonistas del proceso de unificación de Italia que expropió los Estados Pontificios) consideraron a Pío IX como un sacerdote fervoroso, con una fe sin sombra de duda, un hombre por encima de toda sospecha. Juzgaba todo desde el punto de vista religioso».

--¿Cuales son los elementos fundamentales de la espiritualidad de Pío IX?

--Ante todo una confianza plena en Dios, alimentada por una piedad ardiente que favorece su vocación, acompañada por el propósito de servir a la Iglesia, especialmente en la labor pastoral. Su deseo de Dios no se atenuó, es más, profundizó con el tiempo y con la experiencia. La bondad de espíritu, la sinceridad, la dedicación al servicio de la Iglesia fueron sus grandes características. Pero esta espiritualidad, sencilla y profunda, se une a la espontaneidad, que era el secreto de su simpatía. Su piedad personal se nutría de Eucaristía, con episodios muy significativos, como el de preocuparse personalmente por la atención de su capilla, la adoración cotidiana, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

--Pío IX es el Papa de la Inmaculada...

--En efecto, hay que poner de manifiesto la gran devoción que sentía por la Virgen. El 2 de febrero de 1849 se dirigió a todos los obispos del mundo con la encíclica «Ubi Primum», en la que pedía su parecer sobre la oportunidad de definir la Inmaculada Concepción como dogma. De las seiscientas respuestas, nueve de cada diez, eran favorables y el 8 de diciembre de 1854, en presencia de más de doscientos cardenales y obispos, con la bula «Ineffabilis», proclamó el dogma de fe. En esa bula él mismo dice expresamente que, desde los primeros años, tuvo una especial devoción por la Virgen. Promovió el mes de mayo en honor de María y en su escritorio siempre tenía la Virgen de Sassoferrato. Además, siempre tuvo una gran devoción por san José. El 10 de septiembre de 1846 extendió la fiesta del patrocinio de san José a toda la Iglesia y, el 8 de diciembre de 1870, con el decreto «Quemadmodum», lo declaró patrono de la Iglesia universal.

¿Cómo influyó esta espiritualidad en la vida de la Iglesia?

--La espiritualidad del Papa Pío IX se tradujo en decisiones personales eficaces: en la promoción de un clero más preparado, más celoso, prestando particular atención a los seminarios y a la institución del «Seminario Pío» para las diócesis del Estado Pontificio; en el desarrollo de las órdenes y congregaciones religiosas; en la calificación de la liturgia y del arte sagrado; en el deseo de la unidad cristiana y apertura a Oriente; en el lanzamiento de un catolicismo social; y en la valoración de los laicos, especialmente con la Acción Católica.


«MINISTRO» DE COMUNICACIÓN DEL PAPA AFRONTA LA RELACIÓN IGLESIA-MEDIOS

Intervención del arzobispo Foley en la Expo 2000 de Hannover

HANNOVER, 31 agosto (ZENIT.org).- ¿Cuál es la relación que existe entre la Iglesia y los medios de comunicación social? Esta es la pregunta a la que respondió el arzobispo John Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, al intervenir ayer en un encuentro que tuvo lugar en el pabellón de la Santa Sede en la Expo 2000 de Hannover, organizado por el nuncio apostólico en Alemania, el arzobispo Giovanni Lajolo.

Desde los tiempos de Jesús, el comunicador por excelencia, que dio la noticia más importante de la historia de la humanidad --explicó monseñor Foley--, la Iglesia tiene en gran consideración el campo de las comunicaciones sociales, como demuestran a través de la historia las obras de los monjes que salvaguardaron la riqueza cultural de la antigüedad o la impresión de la primera Biblia latina de Johannes Gutenberg, hasta llegar a nuestro siglo, en el que ha surgido, por ejemplo, «Radio Vaticano», obra realizada gracias a la colaboración de Guglielmo Marconi por petición de Pío XI, o en los años ochenta, el Centro Televisivo Vaticano.

El «ministro» para las comunicaciones de Juan Pablo II recordó también los grandes pasajes en los que el magisterio ha trazado las directrices para las relaciones entre la Iglesia y los mass media, como sucede en el decreto del Concilio Vaticano II «Inter mirifica» (1963), en la instrucción pastoral «Communio et Progressio» (1971) y otros documentos más recientes publicados por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, como «Ética en la publicidad» (1997) y «Ética en las comunicaciones sociales» (2000).

Entre los nuevos medios que se han desarrollado en el ámbito de la Iglesia, el prelado mencionó la revista italiana «Famiglia Cristiana», uno de los semanarios más grandes de Europa, la televisión por satélite de la Conferencia Episcopal Italiana «Sat 2000», el diario católico italiano «Avvenire». Entre las nuevas emisoras radiofónicas, destacó «Radio María», difundida en varios continentes con elevados índices de audiencia.

En Francia, destacó la labor de la editorial católica «Bayard Presse», que publica entre otras cosas, el diario católico «La Croix» y uno de los grandes semanarios galos, «Le Pèlerin». En España, mencionó el «excelente» excellent Catholic weekly semanario católico «Alfa y Omega», distribuido todos los jueves con el diario ABC a nivel nacional. En Polonia, la Iglesia ha dado vida a la agencia de noticias «KAI» y las cadenas de radio «Radio Plus» y «Radio María». En Estados Unidos, mencionó el éxito de Catholic News Service (CNS), una agencia de noticias profesional, propiedad de la Conferencia Episcopal de los obispos estadounidenses, pero editorialmente independiente.

En lo que se refiere a la evangelización con los nuevos medios de comunicación electrónicos, el arzobispo estadounidense citó el caso de EWTN, la famosa cadena de televisión por cable creada por la Madre Angélica, que está teniendo mucho éxito no sólo en Estados Unidos, sino también en América Latina, gracias a su programación en inglés y castellano.

Monseñor Foley no olvidó tampoco la labor que la Iglesia hace en Internet, con sus propios sitios, como es el caso de la Santa Sede o el de numerosas conferencias episcopales.

En definitiva, el arzobispo constató que los medios de comunicación pueden ser instrumentos de información y de evangelización.

Por lo que se refiere a la presencia de los medios de comunicación en general en la sociedad civil, Foley se dijo personalmente favorable a sistemas de comunicación como el que existe en Alemania, donde el sector privado es sometido a reglas precisas para garantizar el servicio del bien común. Por el contrario, reconoció que no comparte el proceso de liberalización de los medios de comunicación, tal y como ha tenido lugar en Estados Unidos, donde los contenidos sólo están determinados por las fuerzas del mercado.


EL PAPA REGRESA DE CASTEL GANDOLFO CON ANTICIPACIÓN RESPECTO A OTROS AÑOS

La agenda del Papa, en este Jubileo, más llena que nunca

CASTEL GANDOLFO, 1 septiembre (ZENIT.org).- El ritmo maratónico de este Jubileo ha impedido a Juan Pablo II permanecer en la residencia pontificia de Castel Gandolfo durante el mes de septiembre --como hacía todos los años-- y en la tarde de hoy, regresó al Vaticano en helicóptero.

El Papa se despidió esta mañana del alcalde, de los concejales, de las fuerzas del orden de esta localidad que se encuentra a unos 30 kilómetros de Roma y confesó que se «siente mejor» después de las semanas que ha pasado algo alejado del bochorno romano típico del mes de agosto.

«El clima fresco y la atmósfera tranquila de las colinas romanas me han sentado bien y espero que los efectos saludables de este período me acompañen en los próximos meses», confesó el Santo Padre.

«También este verano he podido experimentar la acogedora hospitalidad que nos ha dispensado vuestra preciosa ciudad a mí y a mis colaboradores, así como a las personas que han venido a visitarme», añadió.

En particular, el Papa agradeció la movilización de esta localidad para acoger a «los numerosos jóvenes que han venido a Castel Gandolfo para participar en la Jornada Mundial de la Juventud». «Estoy seguro --dijo el Papa-- de que el gran encuentro de los jóvenes se os quedará grabado en la memoria al igual que a toda la comunidad eclesial, como signo de esperanza y poderoso estímulo para una valiente renovación espiritual y moral».

A las fuerzas del orden que en estas semanas han garantizado la seguridad del Papa y de los peregrinos, Juan Pablo II les dijo: «Nunca olvido que vuestra misión es importante y difícil, con frecuencia arriesgada y siempre cansada. Requiere sacrificio y os exige que transcurráis muchas horas lejos de vuestras casas y de vuestras familias. Precisamente por eso, pido al Señor que os proteja y os dé serenidad a vosotros y a vuestros seres queridos. Os doy nuevamente las gracias por vuestra presencia discreta y eficaz».

El Santo Padre había llegado a Castel Gandolfo el 22 de julio, tras disfrutar de doce días de descanso en las cumbres del Valle de Aosta. Regresa ahora a Roma para afrontar el último tramo del Jubileo. El 3 de septiembre comienza ya el Jubileo de los profesores universitarios. Otra de las grandes citas escritas en la agenda pontificia será el Jubileo de la tercera edad (17 de septiembre). El III Encuentro mundial del Santo Padre con las familias (14-15 de octubre) será quizá el encuentro más multitudinario de estos últimos meses del año 2000. Otras de las citas más esperadas por el obispo de Roma son el Jubileo de los deportistas (29 de octubre), el Jubileo de los gobernantes, políticos y parlamentarios (5 de noviembre), y el Jubileo del mundo del espectáculo (17 de diciembre).

En estos meses, además, el Papa Wojtyla podría concluir su peregrinación jubilar visitando Siria y Grecia, siguiendo las huellas de San Pablo. En la Carta que escribió sobre su peregrinación a los lugares vinculados con la historia de la salvación (http://zenit.org/spanish/archivo/document/peregrinaciones.html), decía: «En particular, desearía pasar por Atenas, en cuyo Areópago Pablo pronunció un discurso memorable. Teniendo en cuenta el papel de Grecia en la formación de la cultura antigua, se comprende por qué aquel discurso puede ser considerado en cierto modo como el símbolo mismo del encuentro del Evangelio con la cultura humana». 


CARDENAL SODANO: ¿CUÁNDO SE PUEDE JUSTIFICAR LA INJERENCIA HUMANITARIA?

Mensaje al Congreso del Instituto Internacional de Derecho Humanitario

CASTEL GANDOLFO, 1 septiembre (ZENIT.org).- El cardenal Angelo Sodano ha hecho una invitación a las organizaciones humanitarias, en nombre del Papa, a encontrar nuevas vías de asistencia en el respeto de la soberanía de los Estados.

En un mensaje enviado al Congreso del Instituto Internacional de Derecho Humanitario, que tiene lugar desde ayer en la ciudad italiana de Sanremo, el brazo derecho de Juan Pablo II en la guía de la Santa Sede comienza constatando que la guerra viola los derechos humanos y que los desastres naturales destruyen con frecuencia el futuro de muchísimas personas. En ambos casos, el deber de la solidaridad es una obligación que no puede detenerse en las fronteras de un Estado. Ahora bien, es necesario estudiar las maneras más adecuadas para facilitar la así llamada «injerencia humanitaria».

«Frente a los innumerables sufrimientos causados por desastres naturales y por comportamientos humanos irresponsables --observa el purpurado italiano-- no hay conciencia que pueda eximirse del sentimiento de solidaridad que nos lleva a salvar a todos los que se encuentran en peligro de muerte y a aliviar la situación de quienes se encuentran en necesidad».

Todos ellos --confirma el secretario de Estado vaticano-- «tienen un derecho fundamental a recibir asistencia», de modo que «quien sea capaz tiene el deber de ofrecerla», pues «toda persona humana goza de dignidad inviolable, que es fuente de derechos y deberes».

Tras definir como «alentador» el crecimiento del número y de la eficacia de las organizaciones humanitarias y de su acción, el cardenal Sodano se pregunta si el deber de la ayuda se puede conjugar con el respeto de la soberanía de los Estados. «Dado que la motivación básica de toda acción humanitaria es el amor por nuestros semejantes que sufren, ¿cuáles son las condiciones que pueden justificar la violación de las fronteras para llevar asistencia?».

Ante la dificultad objetiva que existe para ofrecer una respuesta definitiva a este interrogante, el cardenal pide a los participantes en el Congreso del Instituto Internacional de Derecho Humanitario que trabajen para «indicar nuevos caminos a quienes desean seguir valientemente en un espíritu de solidaridad». 


TOMMASO REGGIO: UN BEATO HONRADO POR LOS JUDÍOS

Fundador del primer diario católico italiano de la historia

CIUDAD DEL VATICANO, 1 septiembre (ZENIT.org).- Juan Pablo II elevará a la gloria de los altares el próximo domingo, 3 de septiembre, a un obispo italiano, Tommaso Reggio, que acaba de recibir un conmovedor homenaje por parte de las comunidad judía internacional.

Al final de una ceremonia sumamente sugerente, el Feren Kayemeth Leisrael (KKL, Fondo Nacional Judío) plantó el 30 de agosto un árbol de olivo procedente de Jerusalén en el jardín de la casa generalicia de las religiosas de Santa Marta, en honor de monseñor Reggio, fundador de esta congregación religiosa.

El olivo ha sido donado por el Fondo gracias a la solicitud de Emanuele Pacifici, presidente de la asociación de amigos de Yad Vashem, figura de relieve en la comunidad judía de Roma, para agradecer a las religiosas de Santa Marta la gran cantidad de vidas de judíos que salvaron durante la persecución nazi.

El mismo Emanuele sobrevivió a la guerra al ser escondido por las religiosas de Santa Marta en Settignano. Riccardo el padre de Emanuel, era rabino jefe de Génova. Fue detenido por los nazifascistas y deportado a Auschwitz, de donde nunca regresó.

En el encuentro en memoria de monseñor Reggio, se encontraban presentes unas cincuenta religiosas, Edmondo Del Monte, representante italiano del KKL y el mismo Emanuele Pacifici.

En la ceremonia, la madre superiora, sor Antonia, afirmó: «Allá, en el cielo, el beato Tommaso Reggio estará seguramente encantado de ver un árbol, cuya raíz se encuentra en Jerusalén, plantado por hermanos en su nombre».

Y Emanuele Pacifici, en el telegrama enviado a las hermanas, citando el salmo 84, ha escrito: «Bienaventurado aquel que ha fundado vuestra casa y bienaventurados aquellos que vivirán en ella, pues continuamente te alabarán». Y concluye: «Sea siempre bendito el nombre de Tommaso Reggio».

La figura de Tommaso Reggio (1818-1901) es realmente singular. Se entregó de manera particular a la promoción de la cultura católica y de la evangelización del mundo civil. Fundó y dirigió durante 26 años el primer diario católico en Italia. Sus intuiciones y apostolados, en el mundo de los laicos, de la política y del servicio a los pobres fueron proféticas.

En 1848, monseñor Reggio inventó la «doctrina de la noche», que consistía en una celebración eucarística seguida por una clase de catecismo que tenía lugar en el barrio más pobre de Génova, a las tres de la mañana. De este modo, podían asistir los campesinos antes de salir al campo, los obreros y los vagabundos y mendigos, que sentían vergüenza al participar en la misa diaria.

En 1849 fundó el primer diario católico italiano, «El católico de Génova», con el objetivo declarado de anunciar el Evangelio, leer los hechos con una óptica cristiana y defender los derechos de la Iglesia y de la religión.

En 1877, fue nombrado obispo de Ventimiglia, diócesis que se encontraba en una situación sumamente difícil. El viejo seminario, que se caía a trozos, sólo tenía siete alumnos. La pobreza de los fieles era tremenda. Los sacerdotes, en su mayoría ancianos, tenían que trabajar la tierra, pues las parroquias no podían garantizarles la comida.

Para promover la ayuda a los pobres, el 15 de octubre de 1878 fundó la congregación de las hermanas de Santa María. En la regla de vida para estas mujeres, escribió: «Volarán en ayuda de la indigencia» y será un vuelo sin límites de tiempo, de espacio o de sacrificio. Estas religiosas, según su fundador, deben ser inconfundibles por su capacidad de servir y de acoger a todo hombre, en todo tiempo y necesidad. Realizan su labor a través de la actividad asistencial y sanitaria, de la catequesis y de la enseñanza. Hoy día las hermanas de Santa Marta, están presentes en Italia, Chile, Líbano, Argentina, Brasil e India. En total, son 620 religiosas.

En 1892, fue elegido arzobispo de Génova. Falleció el 22 de noviembre de 1902, mientras participaba en una peregrinación, expresando el secreto de toda su existencia: «¡Sólo Dios me basta!». 


NUEVO DOCUMENTO DE LA SANTA SEDE SOBRE EL CARÁCTER ÚNICO DE JESÚS

La Congregación para la Doctrina de la Fe: Cristo, salvador universal

CIUDAD DEL VATICANO, 1 septiembre (ZENIT.org).- La Congregación vaticana para la doctrina de la fe publicará el próximo martes un documento que tiene como objetivo ilustrar y argumentar el carácter único y universal de la salvación traída por Cristo y comunicada a través de la Iglesia.

La «declaración», que lleva por título, «Dominus Iesus», será presentada oficialmente a la prensa internacional por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por el arzobispo Tarcisio Bertone, secretario de este organismo, y por sus consultores monseñor Fernando Ocáriz y don Angelo Amato.

La declaración se enmarca en el contexto del año jubilar que, al celebrar los dos mil años del nacimiento de Jesús, coloca en el centro de la vida cristiana la figura de Cristo. Se trata de un argumento de candente actualidad, pues en ocasiones formas equivocadas de diálogo entre las religiones o de «adaptación» del Evangelio a las culturas han llevado a olvidar el carácter único y universal de la salvación en Cristo.


JUAN PABLO II: LAS CONDICIONES PARA SEGUIR A CRISTO

El Papa sigue profundizando en los desafíos de la vida cristiana

CIUDAD DEL VATICANO, 6 septiembre (ZENIT.org).- «Las condiciones para recorrer el mismo camino de Jesús son pocas pero fundamentales». Con esta claridad respondió Juan Pablo II a la pregunta más repetida en la historia por los millones y millones de personas que han abrazado el cristianismo: ¿cómo se puede seguir a Cristo?

De este modo, el obispo de Roma, durante la audiencia general concedida este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano a unos 40 mil peregrinos, continuó con las serie de meditaciones que está ofreciendo en este Jubileo sobre la vida cristiana, que --como viene repitiendo-- no es un sistema ético, o una serie de principios morales, sino un encuentro personal, único e irrepetible con Cristo.

Borrón y cuenta nueva Ante todo, explicó, para seguir a Cristo «es necesario dejar detrás de sí el pasado, borrón y cuenta nueva, una "metánoia" en el sentido profundo del término: un cambio de mente y de vida. El camino que propone Cristo es estrecho, exige sacrificio y entrega total de uno mismo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". Es un camino que conoce las espinas de las pruebas y las persecuciones: "Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros". Es un camino que hace misioneros y testigos de la palabra de Cristo, pero que exige que los apóstoles no tomen "nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja"».

El seguimiento de Jesús, «no es, por tanto, un viaje agradable en un camino llano», afirmó. «En ocasiones, puede encontrar momentos de desaliento hasta el punto de que, en una circunstancia, "muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él", es decir, con Jesús, quien se vio obligado a interpelar a los doce con una pregunta muy concreta: "¿También vosotros queréis marcharos?"».

Transformarse en Cristo «El discípulo --aclaró--, debe, por decirlo así, entrar en Él con todo su ser, debe "apropiarse" y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo». Cristo debe entrar en su yo para liberarle de su egoísmo y del orgullo».

En este sentido, citó a uno de los grandes pensadores del cristianismo de todos los tiempos, san Ambrosio: «Que pueda entrar en tu alma, Cristo, que tenga mi morada en tus pensamientos, Jesús, para cerrar todo espacio al pecado en la sagrada tienda de la virtud».

«La cruz, signo de amor y de entrega total es, por tanto, el emblema del discípulo llamado a configurarse con el Cristo glorioso», concluyó el Papa.


LA SANTA SEDE RECUERDA QUE LA CLARIDAD AYUDA AL DIALOGO INTERRELIGIOSO

Habla el obispo y teólogo Francesco Lambiasi

ROMA, 6 septiembre (ZENIT.org).- ¿Por qué ha publicado la Santa Sede la declaración «Dominus Iesus», presentada ayer a la prensa por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, en la que se recuerda el carácter único y universal de la salvación en Cristo y su Iglesia?

Monseñor Francesco Lambiasi, obispo de Anagni-Alatri y presidente de la Comisión de los obispos italianos para la doctrina de la fe, ha respondido, en declaraciones al diario «Avvenire», a esta pregunta.

«La declaración llega como anillo al dedo --comenta--, porque mientras el Papa y toda la Iglesia están celebrando un año santo sobre la verdad fundamental del cristianismo, algunos teólogos aquí y allá, en diferentes rincones del mundo, tienden a olvidarlo. Por eso, es justo ser claros y evitar que los fieles se desorienten ante ciertas posiciones».

«En occidente --añade monseñor Lambiasi-- vivimos aún más el peligro que deriva del clima cultural dominante, marcado por el relativismo y la indiferencia. Es indudable que en tiempos del "pensamiento débil", la Iglesia debe recordar que sólo en el nombre de Jesús hay salvación».

Ante los interrogantes de quien considera que estos peligros podrían constituir una piedra en el camino ecuménico, monseñor Lambiasi precisa que no considera que exista esta posibilidad: «Si bien hay algún teólogo que entiende el diálogo entre las religiones como un tratamiento diplomático (como Hans Küng), el documento confirma muy oportunamente que sólo una clara y sólida conciencia de la verdad permite este diálogo. El diálogo implica igualdad de dignidad entre las personas. Pero no igualar los contenidos doctrinales».

Ante las acusaciones de quienes dicen que la declaración implica un paso atrás, monseñor Lambiasi añade: «Una lectura más tranquila del documento permitirá comprender la intención profunda, que no es la de dar un paso atrás en el diálogo ecuménico, sino por el contrario un paso adelante. Basta ver cuántas veces se citan los documentos del Concilio Vaticano II en la declaración. Estoy seguro de que, una vez pasado el momento de las reacciones del primer momento, emergerá con claridad la fidelidad al Concilio».


EXPONENTES DE LAS RELIGIONES ANTE LA DECLARACION «DOMINUS IESUS»

Critican la teología católica, pero agradecen la claridad

CIUDAD DEL VATICANO, 6 septiembre (ZENIT.org).- Perplejidad, críticas, y reconocimiento de que la Iglesia católica, al declarar su identidad, relanzará el diálogo ecuménico y entre los creyentes de las demás religiones. Estas han sido las reacciones a la declaración «Dominus Iesus», redactada por la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el carácter único y universal de la salvación en Cristo, que fue presentada ayer a la prensa por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de ese organismo vaticano.

Desde Gran Bretaña, mientras la reina Isabel está preparando su visita al Papa, prevista para el próximo 17 de octubre, el arzobispo de Canterbury, George Carey, ha afirmado que: «La idea de que la Iglesia anglicana y otras Iglesias no sean Iglesias en el sentido propio de la palabra parece poner en duda los considerables pasos ecuménicos que se han dado». El documento, añade, no refleja el profundo entendimiento que se ha alcanzado, a través del diálogo ecuménico y la cooperación en los últimos 30 años.

La declaración dice en el número 17: «las Comunidades eclesiales que no han conservado el Episcopado válido y la genuina e íntegra sustancia del misterio eucarístico, no son Iglesia en sentido propio; sin embargo, los bautizados en estas Comunidades, por el Bautismo han sido incorporados a Cristo y, por lo tanto, están en una cierta comunión, si bien imperfecta, con la Iglesia».

El primado católico, monseñor Cormac Murphy-O'Connor ha negado, sin embargo, que el documento pueda afectar negativamente al acercamiento ecuménico y asegura que «el objetivo principal de la declaración vaticana consiste en alertar ante la tendencia a considerar como equivalentes todas las religiones».

El reverendo Manfred Kock, presidente del Consejo de la Iglesia evangélica de Alemania, quien recientemente había hablado de la necesidad de reconocer al Papa como figura simbólica unitaria de la cristiandad, afirmó que el documento «Dominus Iesus» representa «un paso atrás para las relaciones ecuménicas».

Kock ha reconocido al mismo tiempo que «la declaración contiene muchas afirmaciones que las Iglesias reformadas podrían aprobar sin reservas, comenzando por la universalidad salvífica de Cristo»

El patriarcado ortodoxo de Moscú, no ha hecho comentarios, pues quiere estudiar antes el documento. Un portavoz del patriarcado se ha limitado a decir que «católicos y ortodoxos tienen una concepción diferente de la universalidad de la Iglesia y este sigue siendo el meollo de la cuestión».

Para el Islam, el problema se presenta de manera idéntica y opuesta. A la primacía de Cristo se contrapone la primacía de Alá. «Para nosotros --afirma Hamza Piccardo, exponente de los musulmanes italianos-- se aplica el versículo del Corán, según el cual se salvará quien crea en Alá y los profetas, uno de los cuales es Jesús»

Amos Luzzatto, presidente de las Comunidades judías de Italia, es conciso: «El cardenal Ratzinger puede hacer todas las acrobacias verbales que quiera, pero en la práctica para los judíos el Nuevo Testamento ni siquiera existe. Además, decir que la única mediación posible para la salvación es Jesucristo, ¿no nos aparta de todo diálogo?».


UN CIRCO DE NOMBRE RONCALLI

Su dueño quedó impresionado por Juan XXIII

ROMA, 6 septiembre (ZENIT.org).- En la ciudad alemana de Colonia tiene sus «cuarteles de invierno» un circo que lleva el insólito nombre de «Roncalli». Y no es casualidad. Lo lleva justamente en honor del nuevo beato Juan XXIII.

El fundador del circo, que cumplirá 25 años en el 2001, el austríaco Bernard Paul eligió este nombre con toda intención. ¿Por qué elegir un nombre así? «Por dos motivos --explica su mujer, Eliana, italiana--. El primero: mi marido quería un nombre italiano. Y al oído alemán Roncalli sonaba muy bien. El segundo: Bernard se había quedado impresionado por una frase del Papa Juan XXIII. No la recuerdo de memoria pero el sentido era éste: "el circo es el único lugar donde personas diversas por raza, nación, religión, trabajan juntas para dar felicidad a la gente. A toda la gente". Luego Bernard ha profundizado en los libros su conocimiento de Juan XXIII, tan cercano a la gente, tan popular. Un gran carisma, una figura que calienta el corazón. Y un Papa que amaba el circo».

«El año próximo dedicaremos el espectáculo justamente al Papa Juan», anuncia Eliana.


EL PAPA: EL RECURSO A LA VIOLENCIA EN NOMBRE DE LA RELIGIÓN ES INACEPTABLE

Aboga por la paz en Oriente Medio al recibir al embajador egipcio

CIUDAD DEL VATICANO, 7 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo abogó por la paz en Oriente Medio y la armonía entre las religiones al recibir esta mañana al nuevo embajador de Egipto ante la Santa Sede, Farouk Hussein Raafat, de 56 años.

Se trataba de una audiencia de protocolo, sin embargo, el pontífice, que visitó Egipto el mes de febrero pasado en su peregrinación tras las huellas de Moisés, la aprovechó para reflexionar sobre el papel decisivo que desempeña este país en el proceso de paz en este área que definió como «profundamente conflictivo».

«En un mundo profundamente marcado por la violencia --constató--, es amargamente irónico que incluso ahora algunos de los peores conflictos ocurran entre los creyentes que adoran a un único Dios, que miran a Abraham como un santo patriarca y que quieren seguir la ley del Sinaí».

«Cada acto de violencia hace más urgente para los musulmanes y los cristianos en todos los lugares reconocer las cosas que tienen en común», dijo el obispo de Roma, «y concordar de una vez por todas que el recurso a la violencia en nombre de la religión es totalmente inaceptable».

Religión enemiga de la discriminación El Santo padre continuó explicando que «especialmente cuando la identidad religiosa coincide con la identidad cultural y étnica es un deber solemne de los creyentes garantizar que ese sentimiento religioso no se emplea como excusa para el odio y el conflicto. La religión es enemiga de la exclusión y de la discriminación».

Al final, Juan Pablo II alentó el proceso de paz en Oriente Medio y agradeció a Egipto el papel que está desempeñando en el mismo. En este sentido, recordó el «interés de la Iglesia en la búsqueda de la paz en esa región». «Cumpliendo su misión religiosa --concluyó--, la Iglesia está presente en el orden temporal sobre todo mediante el esfuerzo de educar a las conciencias en las verdades y en los valores que son la base del bienestar de los individuos y de las sociedades», en particular el valor de la dignidad humana. 


INTENSIFICAR EL DIÁLOGO ECUMÉNICO SOBRE LA BASE DE LA PROPIA IDENTIDAD CATÓLICA

El sentido de la declaración «Dominus Iesus» según el padre Amato

CIUDAD DEL VATICANO, 7 sep (ZENIT.org).- Ha suscitado un vasto eco y un amplio debate en los medios de comunicación el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «Dominus Iesus», presentado el 5 de septiembre pasado en la Sala de Prensa vaticana, acerca del carácter único y universal de la salvación en Jesucristo y la Iglesia. La declaración invita a los cristianos a llevar la luz y la fuerza salvadora del Evangelio a todos los hombres como un ejercicio obligado a los demás, mediante la verdad que salva, una verdad que debe ser siempre propuesta, en la caridad y en el respeto de la libertad.

Entre los presentadores del documento, se encontraba el salesiano padre Angelo Amato, profesor de la Pontificia Universidad Salesiana y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien en declaraciones a «Radio Vaticano» a profundizado sobre las implicaciones del documento en el diálogo Ecuménico.

--Algunos han afirmado que el documento constituye un freno al diálogo entre los cristianos de las diferentes confesiones.

--Quizá conviene hacer alguna precisión. La «Dominus Iesus» es, ante todo, una declaración y como tal es un documento que no propone nada nuevo. Por tanto el diálogo ecuménico permanece igual en sus elementos de interpretación e incluso de actuación. La «Dominus Iesus» retoma sólo la doctrina católica enseñada en precedentes documentos de la Iglesia. Su finalidad es la de reafirmar doctrinas centrales de la fe católica. Nos preguntamos entonces ¿por qué? ¿Porque hace falta clarificar la identidad católica desde el momento? No hay duda de que hay hipótesis e incluso tesis teológicas erróneas al respecto. En conclusión, no hay una sola frase en este documento que frene el diálogo ecuménico.

--¿Y por lo que se refiere a la relación de los católicos con otras religiones?

--Diría en una palabra que la declaración también en este caso propone a los católicos el reencuentro con su propia identidad. En el diálogo hay que ser conscientes de la propia identidad y la declaración concentra la propia identidad en dos afirmaciones: el carácter único de salvación del misterio de Cristo y su universalidad; y la universalidad salvífica de la Iglesia, como sacramento de salvación. Como se ve, por tanto, no se trata de una novedad: lo único que se hace es recordar a los católicos que, respecto a las otras religiones, nosotros tenemos esta identidad. El diálogo se funda justamente sobre la identidad recíproca: esto no significa falta de respeto por las otras religiones, sino sólo expresar la propia identidad. El diálogo puede luego converger sobre muchos aspectos: sobre la paz, sobre la cooperación, sobre la solidaridad internacional, sobre la armonía entre los pueblos, sobre la ecología, etc.

--A la afirmación de quienes dicen que todas las religiones son vías de salvación ¿qué responde el documento?

--El documento subraya lo que la Sagrada Escritura nos propone desde siempre, es decir que el único mediador entre Dios y la humanidad es nuestro Señor Jesucristo: como dice San Pedro: «En ningún otro hay salvación si no en Jesucristo». Por tanto la Iglesia repropone esta doctrina suya fundamental que ha sido el centro de su anuncio a partir de Pentecostés. La declaración --repito-- no dice cosas nuevas, sólo hace luz sobre la identidad católica. Respecto a las otras religiones tenemos una gran disponibilidad, un gran respeto y estamos también muy disponibles al diálogo y de hecho el diálogo se esta realizando; esto, sin embargo, no debe hacernos perder nuestra identidad.

--Desde el Concilio Vaticano II en adelante, se ha desarrollado una postura por parte católica de gran disponibilidad al diálogo. ¿Cómo se debe conducir este a la luz de la declaración «Dominus Iesus»?

--Se debe conducir teniendo presente que la identidad reencontrada es el punto de partida del diálogo. Este es justamente el objetivo del documento: no perder la propia identidad. Por ejemplo, hay teorías que sostienen que la verdad cristiana es un aspecto más entre los múltiples aspectos de la verdad de Dios. En cambio, el cristiano --y en el Evangelio lo encontramos dicho expresamente-- debe mantener que Jesucristo es la verdad, la plenitud de la verdad. Sobre esta base debemos conducir el diálogo. Obviamente esto no significa --repito-- faltar al respeto a las otras religiones; significa ver en las otras religiones lo que hay de bueno, lo que hay de útil, lo que hay de humano. El cristiano tiene que considerar lo que es religiosamente adecuado de las demás religiones como un don del Espíritu de nuestro Señor Jesucristo. También las otras religiones están por tanto bajo la luz de la gracia del Espíritu de Nuestro Señor Jesucristo. 


JUBILEO DE LAS UNIVERSIDADES, UN EVENTO SIN PRECEDENTES

Nueve premios Nobel, 1.500 ponentes y 10.000 profesores

ROMA, 7 sep (ZENIT.org).- Pocos lo han notado pero el Jubileo de las Universidades que se concluirá con el encuentro de Juan Pablo II el 9 de septiembre es un evento que no tiene precedentes en la historia. Nueve premios Nobel, 1.500 ponentes, más de diez mil docentes universitarios, celebran en Roma esta cita jubilar.

Nunca nadie en la historia había logrado hacer coincidir a tantos profesores universitarios, provenientes de todos los países del mundo, para debatir juntos problemas y soluciones para ofrecerlos a la humanidad y celebrar el nacimiento de Cristo. Premios Nobel, profesores e investigadores de las universidades más prestigiosas están encontrándose y debatiendo en más de 58 congresos que se desarrollan contemporáneamente.

Como se indica claramente en la encíclica «Fides et Ratio», las soluciones más avanzadas proporcionadas por la ciencia parecen encontrar su realización más concreta cuando están unidas en el proyecto común de búsqueda de Dios. A esto apuntaba el Santo Padre cuando ha escrito la «Fides et Ratio», pero nunca se hubiera esperado una respuesta tan entusiasmada.

El evento es tan amplio en los argumentos afrontados que es difícil lograr hacer una síntesis exhaustiva. No obstante, hemos recogido las reacciones de algunos de los docentes que participan en varios congresos.

El cardenal Giacomo Biffi, arzobispo de Bolonia, en la apertura del congreso internacional organizado con este motivo por su diócesis ha explicado que «entre fe y razón deben cesar finalmente los malentendidos y se debe llegar a un matrimonio estable entre ellas que, si sabe superar la incompatibilidad de caracteres, ciertamente beneficiará al conocimiento integral del hombre con una nueva fecundidad».

El arzobispo de Bolonia ha precisado que «ninguna verdad puede ser considerada incompatible con el patrimonio de la revelación. Es más, siendo objetivamente siempre un reflejo del Logos divino, toda verdad es siempre "santa" y al menos, indirectamente salvífica».

Lorenzo Caselli, decano de la Facultad de Economía y Comercio de la Universidad de Génova y presidente del MEIC, el Movimiento Eclesial de Compromiso Cultural, ha dicho que «también el hombre de ciencia y de cultura debe medirse con el misterio de los tiempos que estamos viviendo. Para el no creyente el misterio es una nube, para el creyente en la nube está el Dios escondido».

«El Jubileo --ha afirmado Caselli-- nos estimula a nosotros estudiosos creyentes a asumir una gran responsabilidad: hacer partícipe a la comunidad de los hombres de cultura del valor de nuestra fe y de nuestra esperanza para concurrir todos a la promoción de un "humanismo integral"».

Los estudiosos y los hombres de cultura, para Caselli, deben ser «portadores de gratuidad, es decir de un saber gratuito al servicio de todos los hombres, en especial de los últimos».

Según el teólogo padre Saturnino Muratore, la tarea principal del Jubileo de las Universidades es la de «promover un nuevo humanismo, en la perspectiva de un diálogo amplio, a nivel mundial, que sitúe en el centro la preocupación por la persona humana y los valores terminales de la verdad y del bien». En este contexto, ha sostenido Muratore, proponer un nuevo humanismo significa sobre todo tener presente que «la matriz humanística de la cultura occidental presentaba el ideal de una unificación del saber, profundas correspondencias entre el macrocosmos (la naturaleza) y el microcosmos (el hombre) y favorecía una lectura científica de la realidad para nada contrapuesta a la religiosa».

El profesor Carlo Casciani, profesor de Cirugía general en la Universidad romana de Tor Vergata y presidente de la Sociedad italiana para los transplantes, ha subrayado que es urgente «un fuerte llamamiento para volver a colocar al hombre en el centro de la investigación como fin y no como instrumento de la misma, perspectiva hacia la cual se está en cambio resbalando con el riesgo de usar al ser humano, en modo más o menos disfrazado, como conejillo de indias».

El profesor Piergiorgio Picozza, profesor de Física nuclear de la Universidad Tor Vergata de Roma explicó que «tomar posición ante los grandes problemas éticos que tiene el hombre no es manifestación de oscurantismo o de desprecio de la ciencia. La libertad intelectual de un cristiano no es menos completa de la que de quien se profesa laico. Y es en esta libertad intelectual, en esta defensa del hombre y de la unicidad de su papel en el universo, en la plena conciencia de su misión en este mundo, donde la fe manifiesta con pleno derecho su presencia, despliega sus potencialidades y ayuda a la humanidad a comprender el por qué de su existencia».


NIELS STENSEN, CIENTÍFICO, BEATO Y NORUEGO

El Jubileo de los profesores universitarios organiza una exposición

ROMA, 7 sep (ZENIT.org).- En el ámbito de las celebraciones jubilares de los profesores universitarios, la diócesis de Tromsö y la Universidad de Tromsö, en Noruega, han organizado una exposición dedicada al beato Niels Stensen, abierta el lunes hasta el próximo 10 de septiembre, en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma.

«Bello es lo que vemos, más bello lo que conocemos, pero con mucho es más bello lo que todavía ignoramos». Con estas palabras, Niels Stensen (1638-1686) médico y biólogo noruego, que vivió en el siglo XVII, beatificado en 1988, expresaba cómo la búsqueda de la verdad culminaba, para él, en el descubrimiento de la profunda unidad de ciencia y religión. En el curso de la conferencia de apertura de la muestra, con el título «La Universidad para un nuevo humanismo», el padre Franco Imoda, rector de la Gregoriana, ha aclarado así el sentido auténtico: sobre el modelo ejemplar del beato Stensen, profesores y estudiantes de las Universidades del futuro están llamados a superar todo dualismo antropólogico para recuperar la natural comunión de las dos dimensiones, la fe y la razón, en cada ser humano. Y no es casualidad que, en el curso del encuentro, se haya presentado la edición de la Biblia Vulgata de 1596, a cargo de la casa editora «Scriptorium». Si se lee con espíritu de verdad, el Libro de Dios no está en contraste con el «libro de la naturaleza» y la investigación científica abre a la trascendencia.

Hemos preguntado al profesor Hans Kermit, uno de los organizadores, que nos aclare el mensaje que ha dejado Stensen a creyentes y científicos: «Creo que haya sido el único científico beatificado. Stensen buscaba la verdad detrás de cada cosa y la encontraba. Es, por tanto, un modelo de vida. Más que un estudioso, más que un científico, fue alguien que unificó ciencia y fe. Un católico que estudió la Biblia profundamente, la respetó, utilizó numeroso ejemplos bíblicos y en la Biblia encontró la Verdad».


EL PAPA RECIBE AL OBISPO QUE EL GOBIERNO RUANDES QUISO CONDENAR A MUERTE

Monseñor Misago agradece el apoyo recibido por el pontífice

CIUDAD DEL VATICANO, 8 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II recibió esta mañana en audiencia al obispo Augustin Misago, obispo de Gikongoro (Ruanda), a quien el régimen de ese país le denunció en los tribunales por complicidad con el genocidio de 1994. En el proceso, el fiscal llego a pedir contra él la pena de muerte. El 15 de junio pasado un veredicto del tribunal de Kigali le absolvió de todas las acusaciones.

El obispo, que pasó más de un año en la cárcel, al ser liberado fue internado en una clínica de Bélgica, pues sufría serios problemas de corazón. Ahora, que ya se encuentra mejor, una de las primeras cosas que ha querido hacer ha sido precisamente visitar a Juan Pablo II, quien le envió varios mensajes personales a la cárcel en los momentos más difíciles y siempre le manifestó su apoyo.

Monseñor Misago fue arrestado el 14 de abril de 1999, en la capital de Ruanda, Kigali, después de que el presidente Pasteur Bizimungu lo acusara de ser uno de los responsables del genocidio de 1994. La próxima semana debería regresar a su diócesis para retomar su actividad pastoral ordinaria.

Un regreso peligroso En una entrevista concedida a la agencia «Fides», monseñor Misago, reconoce que el regreso a su país «comporta riesgos». «Me esperan nuevas dificultades --explica--, pero las acepto. El arresto, el encarcelamiento de un año, la petición de condena a muerte testimonian la voluntad de eliminarme. Muchos amigos de Europa me han aconsejado que no regrese a Ruanda, porque es peligroso. Pero tengo que regresar. No huí cuando fui acusado, ¿cómo podría permanecer en el destierro ahora que me han reconocido inocente? Si no regresara, alguno podría dudar de mi inocencia. Además, en Ruanda está mi gente. Los fieles de Gikongoro me esperan y siempre estuvieron de mi parte».

Lucha por el poder Por lo que se refiere a la situación de Ruanda, el prelado explica que los trágicos hechos que se han vivido en los últimos años (con el exterminio de miles de personas) se deben a «la lucha por el poder». «La paz y la justicia serán posibles si se tiene la voluntad política de compartir el poder --aclara--. Si se continúa con un grupo que quiere mantener el poder y otro que quiere conquistarlo, ambos de manera exclusiva, no se llegará a nada. Hay que derribar la lógica de exclusión: entonces será posible vivir en paz. La paz nacerá el día en que todos los ruandeses, de cualquier etnia, aprenden a convivir, a administrar juntos el poder y los recursos del país».

Los momentos más difíciles «Mi prisión fue bastante humana --dice el obispo recordando los largos meses que pasó en la cárcel--. Nunca me maltrataron; podía recibir visitas y alimentos de fuera. Al principio tenía una celda única. Tenía libertad para rezar, leer (me dejaron muchos libros), dormir, descansar. Me hicieron compañía el rosario, el breviario y la misa diaria, celebrada privadamente. El domingo me concedían ir a misa con los otros detenidos, pero no podía concelebrarla. Asistía a la eucaristía celebrada por el capellán». El momento más duro fue quizá al inicio de Semana Santa de 1999: «tuve una grave crisis cardíaca y respiratoria. No podía respirar. Tenía miedo porque no podía consultar fácilmente al médico. Tuve miedo de morir abandonado en la cárcel».

Los mejores momentos Los momentos más bellos, por el contrario, tuvieron lugar para el obispo ruandés cuando «algunos testigos de parte civil --llamados para acusarme--- testimoniaron en mi favor. Comenzaron a hablar bien de mí y me sentí orgulloso de esos conciudadanos míos. Pero la alegría más grande la probé cuando vino a testimoniar Jerome Rugema. Es un muchacho que tuvo la valentía de presentarse en el aula para decir que estaba vivo. Los que me acusaban, por el contrario, afirmaban que había sido asesinado por mi culpa. Naturalmente, cuando se leyó la sentencia que me declaraba inocente, se me quitó un gran peso del corazón». 


EL JUBILEO DE LA UNIVERSIDAD ENTRA EN SU CENIT

Terminan los grandes congresos y comienza los encuentros en el Vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 8 sep (ZENIT.org).- Comenzado el 3 de septiembre en Jerusalén, con un gran concierto inaugural, el Jubileo de los profesores entró hoy en su ecuador al concluirse los 59 grandes congresos celebrados en Italia, Tierra Santa y el Líbano con este motivo.

En los encuentros académicos han participado nueve Premios Nobel y 300 rectores de universidades de todo el mundo --entre ellos se encontraban los máximos responsables de universidades de Tokio, California, India, San Petersburgo, Río de Janeiro, Israel, etc.--. Nunca se había celebrado nada igual en todo el mundo. Los temas han sido de lo más variado: ha habido congresos sobre arquitectura, ciencias, estudio de la Biblia, bióetica, medicina...

Había un elemento que unificó a todos estos congresos: delinear las pistas del nuevo humanismo del tercer milenio a la luz de la experiencia cristiana.

Todos estos peregrinos del mundo académico se han reunido en Roma hoy, para comenzar las actividades jubilares oficiales, que han tenido inicio con el concierto en el Vaticano de los Solistas de Aquila, dirigidos por el maestro Franco Mannino.

Mañana, la comunidad universitaria en pleno se encontrará con Juan Pablo II (a las 9 de la mañana en la sala de las audiencias generales del Vaticano) para vivir la dimensión espiritual más específica del acontecimiento e ilustrar al pontífice la síntesis del trabajo y del compromiso intelectual emanado en estos días de congresos.


CIENCIA Y FE EN EL CENTRO DEL JUBILEO DE LAS UNIVERSIDADES

Entrevista con el arzobispo Giuseppe Pittau, ex rector de la Gregoriana

ROMA, 8 sep (ZENIT.org).- Mañana por la mañana, en al Aula Pablo VI en el Vaticano, serán presentadas al pontífice las síntesis de los 59 encuentros a nivel mundial que han celebrado en estos días los profesores universitarios, ministros, rectores, dirigentes administrativos, capellanes y el Foro Mundial de los Estudiantes, con un total de más de diez mil personas. El domingo por la mañana, 10 de septiembre, tendrá lugar la solemne concelebración eucarística, presidida por Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.

En una entrevista, concedida a Radio Vaticana, el arzobispo Giuseppe Pittau, secretario de la Congregación para la Educación Católica, ha explicado que «el Santo Padre en su carta encíclica "Fides et Ratio", nos recomienda volar con dos alas: el ala de la fe y el ala de la razón. Estos Congresos internacionales nos han mostrado que la fe no es contraria a la cultura, a la investigación, al trabajo universitario, sino que más bien es de ayuda. Es una gran ayuda para la fe, para reforzar nuestra admiración, nuestro agradecimiento por toda la creación, por todo lo que nos rodea. La razón ayuda muchísimo. Las dos alas, la fe y la razón, son dones de Dios y por tanto podemos y debemos ponerlas juntas. Yo diría que es difícil pero muchas personas, también de fe no católica, han agradecido profundamente al Santo Padre el haberles dado la oportunidad de unirse: profesores católicos con fe profunda, profesores no católicos, algunas veces judíos, protestantes, incluso budistas, sintoístas, están presentes aquí y han mantenido un diálogo muy fructífero».

A la pregunta de cómo un nuevo humanismo cristiano puede responder a las necesidades urgentes espirituales del hombre de hoy, Pittau ha respondido que «La Universidad a través de la investigación, la enseñanza, y a través de los diversos servicios que presta a la sociedad, puede verdaderamente crear una postura nueva, porque toda la investigación no es neutral, la investigación no se puede decir neutral, porque todas las investigaciones llevan al servicio del hombre. Por tanto, el hombre debe estar en el centro de la Universidad, el hombre debe estar en el centro de la investigación y sólo cuando el hombre está en el centro, podemos decir que es verdadera investigación universitaria. Nos hemos olvidado a menudo de que la Universidad no es sólo un centro de investigación sino que es sobre todo una comunidad profesores y de estudiantes que deben integrarse y preparar un futuro mejor al servicio de la humanidad, al servicio sobre todo de las personas que sufren. Estos congresos, que hemos tenido todos estos días, han hecho ver que la Universidad es un verdadero nuevo humanismo».

¿Cuál es el mensaje que la Iglesia envía a las universidades? Pittau ha explicado que «el mensaje de la Iglesia es sobre todo un mensaje de apertura. No cerrarse en sí mismos, no cerrarse en ideologías, no cerrarse en una investigación que podría llamarse casi amoral: la investigación sólo por la investigación. Pero dice: abríos a los verdaderos problemas del hombre y luego abríos a la verdadera trascendencia. Sólo Dios que se ha hecho hombre puede hacernos comprender los verdaderos problemas del hombre».

El conclusión, el secretario de la Congregación para la Educación Católica ha subrayado que el Jubileo de las Universidades «es el primero de la historia». Y añade: «Lo que me ha consolado más ha sido ver que las universidades estatales, las universidades privadas, las universidades católicas, las universidades pontificias, pueden colaborar juntas y pueden ayudarse mutuamente a buscar la verdad y a encontrar respuestas a los problemas más urgentes de la humanidad de hoy».


LOS MONASTERIOS SE HAN CONVERTIDO EN FRONTERA DEL TESTIMONIO CRISTIANO

El Papa recibió a los abades y abadesas benedictinos

CIUDAD DEL VATICANO, 8 sep (ZENIT.org).- Recibiendo en audiencia esta mañana a los abades y abadesas de la Orden Benedictina, presentes en Roma con motivo de su encuentro mundial, Juan Pablo II ha dicho: «En Oriente y en Occidente, la vida monástica constituye para la Iglesia un patrimonio de inestimable valor. Los monasterios han sido y son todavía, en el corazón de la Iglesia, un elocuente signo de comunión, una acogedora morada para quienes buscan a Dios y las cosas del espíritu, escuelas de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de diálogo y de cultura para la edificación de la vida eclesial y de la misma ciudad terrena, en espera de la celestial».

El Papa ha recordado que «el monaquismo occidental se ha inspirado sobre todo en San Benito en su regla, que ha formado a generaciones de hombres y mujeres llamados a dejar el mundo para dedicarse enteramente a Dios, poniendo el amor de Cristo en el centro y sobre todo».

Luego ha subrayado que «con la fuerza de esta misión, la Orden Benedictina no cesado de contribuir a la actividad apostólica de la Iglesia. Con esta misma fuerza, actúa para la nueva evangelización. Son testigos quienes, jóvenes y adultos, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, encuentran en vosotros y en vuestros monasterios puntos de referencia, como pozos de los que sacar el "agua viva" de Cristo, que es la única que puede saciar la sed de los hombres».

«¿Y cómo no subrayar --se preguntó el Papa-- que la característica de no pocas de vuestras casas es hoy la de estar "en las fronteras del cristianismo", en lugares donde el cristianismo está en minoría? En ocasiones el testimonio de algunos miembros de la Orden Benedictina ha sido coronado con el martirio. No obstante, seguís en aquellas tierras, sin temer peligros y dificultades. Desarrollando una significativa actividad ecuménica y de paciente diálogo interreligioso ofrecéis un servicio precioso al Evangelio. Testimoniáis que sólo Dios basta».

El Santo Padre ha concluido explicando que «vuestro Congreso, además de ser una peregrinación jubilar, constituye un fuerte momento de reflexión y confrontación, en el umbral del nuevo milenio. Como responsables de la Orden, os proponéis considerar el papel mismo del abad en la comunidad. Además, es vuestra intención examinar, en la escucha y en el intercambio de las ricas y diferentes experiencias, cual es la "misión" del monasterio en el mundo actual».


EL VATICANO PIDE NORMAS PARA QUE EL TURISMO NO SEA INSTRUMENTO DE ABUSOS

Intervención del representante de la Santa Sede en la OMT

RIMINI, 8 sep (ZENIT.org).- El turismo es «una ocasión insustituible de desarrollo» para los países con economías pobres, pero puede convertirse también en una «nueva forma de colonización» que impone de manera arrogante el modelo occidental sacrificando las diversidades culturales y «exportando» al sur del mundo hedonismo, consumismo y otros antivalores de la sociedad industrializada. Esta fue la constatación que hizo ayer monseñor Piero Monni, observador permanente de la Santa Sede ante la Organización Mundial del Turismo (OMT), al intervenir en Rimini (Italia) sobre el tema «Problemas afrontados por la OMT: un turismo con rostro humano», durante el congreso internacional celebrado en esta ciudad del 5 al 8 de septiembre.

Ante todo, monseñor Monni recordó en su intervención que la OMT aprobó el año pasado un Código Mundial de Ética del Turismo, que es útil para «tomar mayor conciencia de los problemas que se crean en el complejo mundo del turismo. Una toma de conciencia que debe crecer en las relaciones entre la industria turística y las autoridades de las comunidades locales que acogen a los turistas, así como entre los que utilizan los servicios y los agentes turísticos».

Turismo sexual «Es cada vez más urgente --subrayó el representante pontificio-- establecer reglas de comportamiento, universalmente compartidas, que puedan contribuir a frenar fenómenos --como el de la explotación sexual de los niños-- tan difundidos en el mundo. Desde hace tiempo se habla de una verdadera y propia globalización del turismo sexual». Según la ONU, «diez millones de niños son víctimas de violencias sexuales». Se trata de un fenómeno que está extendido en casi todo el sudeste asiático.

Por último, monseñor Monni se refirió a la importancia de «sostener un turismo duradero, accesible a todos y que también pueda representar un medio de expansión económica para los países en vías de desarrollo, en el actual contexto económico internacional. Un contexto complejo no sólo desde un punto de vista social y político sino también religioso».