Santa Sede

 

EL PAPA REZA POR LOS MARINOS FALLECIDOS DEL SUMERGIBLE RUSO

Rusia, en luto, por sus héroes de las profundidades del mar de Barents

CIUDAD DEL VATICANO/MOSCU, 23 agosto (ZENIT.org).- Al final de la audiencia de este miércoles, en la que participaron 40 mil peregrinos, muchos de ellos muchachos y muchachas que participaron en las Jornadas Mundiales de la Juventud, Juan Pablo II quiso recordar a los jóvenes víctimas de la tragedia militar y humana que ha dejado sin respiración a Rusia y al mundo entero.

Se trata de la dramática muerte de los 118 marinos del sumergible «Kursk», ahogados a cien metros de profundidad en el mar de Barents. «La mayoría eran jóvenes», recordó el Santo Padre, expresando su «profunda participación en el dolor de los familiares» e invocando la misericordia de Dios para las almas de los difuntos.

Rusia les ha recordado hoy con banderas a media hasta, música fúnebre de cámara y programas televisivos de luto. El país llora a sus 118 héroes del Kursk que no dudaron en apagar los reactores nucleares del sumergible averiado, decretando así su muerte segura. Si no lo hubieran hecho, el Kursk hubiera podido, quizá, subir a la superficie, y se hubiera producido una desastrosa fuga radioactiva. La gente les quiere recordar así, como héroes. El dolor de los familiares de las víctimas es indescriptible. Muchos todavía no creen que sus seres queridos han muerto e imploran al comando de la flota que no se detenga y que siga tratando de entrar en todas las secciones del submarino.


 

SE PREPARA YA EL JUBILEO DE LAS UNIVERSIDADES

Del 3 al 10 de septiembre, comenzará en Jerusalén y culminará en Roma

ROMA, 23 agosto (ZENIT.org).- Los chicos de la Jornada Mundial de la Juventud dejan el sitio a su profesores. Serán los profesores universitarios los protagonistas del próximo gran evento de este año santo: el Jubileo de las universidades que tendrá lugar del 3 al 10 de septiembre, con un programa lleno de iniciativas.

El Papa, que tiene experiencia de enseñanza universitaria, ha pedido personalmente este encuentro con el mundo académico y fue él mismo quien hizo el primer anuncio el 16 de diciembre de 1997. Es la primera vez que la Iglesia se hace promotora de una cita de carácter mundial que involucra a los profesores universitarios de todas las disciplinas de investigación y elaboración cultural.

En total, ochenta universidades se han unido a las celebraciones de este Jubileo y han organizado congresos o encuentros para preparar el acontecimiento. Se trata, en su mayoría, de centros académicos de Oriente Medio y de Italia. En total, habrá 1.200 conferenciantes provenientes de todos los continentes, entre ellos hay ocho premios Nobel. Se trata de J. D. Watson (Medicina, 1962), C. De Duve (Medicina, 1974), W. Kohn (Química, 1998), K. A. Muller (Física, 1987), R. L. Moessbauer (Física, 1961), J. Steinberger (Física, 1988), C. Rubbia (Física, 1984), C. North (Economía, 1993).

Al menos veintidós congregaciones religiosas y movimientos forman parte de la organización de este acontecimiento.

«El Papa quiere que la celebración de este Jubileo sea una ocasión privilegiada para renovar las perspectivas de la ciencia y la investigación», explica monseñor Lorenzo Leuzzi, secretario del Comité organizador. El pontífice se ha dirigido directamente a los docentes, «invitándoles --subraya monseñor Leuzzi-- a redescubrir el valor original de la creación y del acontecimiento de la encarnación, a experimentar en su misma profesión cómo la riqueza interior del Evangelio es capaz de generar cultura, confiriéndole energía de humanización y de profecía».

El programa oficial del Jubileo de los profesores universitarios comienza el 3 de septiembre en Jerusalén, con un concierto de apertura. El 4 de septiembre se celebrarán congresos sobre varios temas ligados a este Jubileo en Jerusalén, Saida (Líbano), Roma y varias ciudades italianas. El 7 de septiembre los participantes comenzarán a reunirse en Roma. En ese día, se tendrá un encuentro mundial de dirigentes administrativos de universidades y otro de realidades eclesiales universitarias.

El 8 de septiembre, en diferentes lugares de Roma, se tendrá un encuentro mundial de capellanes universitarios, un foro mundial de estudiantes universitarios y el encuentro mundial de rectores de universidad.

Al día siguiente, los profesores se encontrarán con Juan Pablo II. En ese momento, los participantes presentarán la síntesis de los congresos del Jubileo de los profesores universitarios. En la tarde, las eminencias académicas vivirán celebraciones penitenciales por grupos lingüísticos y atravesarán la puerta santa.

El momento culminante debería celebrarse el domingo 10 de septiembre, cuando Juan Pablo II celebrará la eucaristía junto a los líderes del mundo universitario.

En la página web http://www.universitas2000.com se puede encontrar todo tipo de informaciones para vivir (de cerca o de lejos) este momento importante del gran Jubileo del año 2000.


 

EL PAPA FELICITA POR SUS 50 AÑOS DE SACERDOCIO A SU VIEJO AMIGO

Envía un mensaje al cardenal Andrzej Maria Deskur

CIUDAD DEL VATICANO, 23 agosto (ZENIT.org).- La Sala de Prensa de la Santa Sede difundió ayer la felicitación que Juan Pablo II ha enviado a su amigo de juventud, el cardenal Andrzej Maria Deskur, presidente emérito del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, con ocasión del cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal, que festejaba el 20 de agosto.

El cardenal Deskur y Karol Wojtyla se conocen desde los años de clandestinidad bajo el nazismo en que eran compañeros en el seminario de Cracovia. «Mientras aquí en Roma --escribe en su mensaje el Papa al amigo de muchos años-- me preparo a cerrar la XV Jornada Mundial de la Juventud, al mismo tiempo me alegro contigo por este feliz acontecimiento y alabo a Dios con corazón agradecido».

El cardenal Deskur, ordenado sacerdote en 1950, desde el 1952 entró a formar parte de la Comisión para el cine, la radio y la televisión de la Santa Sede, participó en el Concilio Vaticano II y desde 1973 fue presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Con esta experiencia y ascendente en Roma, según muchos analistas y observadores, Deskur acogía a su amigo Wojtyla cuando éste visitaba la Ciudad Eterna, y fue también él quien le presentó a muchos de sus amigos cardenales.

«Fuiste fiel al magisterio de la Iglesia --sigue el Pontífice-- y tuviste preocupación por la divulgación de la doctrina evangélica, teniendo ante ti la exhortación del Redentor: si permanecéis fieles a mi palabra, seréis en verdad mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres».

El primer día de su elección como Papa, Karol Wojtyla se escapó del Vaticano a primera hora de la tarde en automóvil para ir a visitar al hospital al obispo Deskur, pues tres días antes, había sufrido un ataque de parálisis. Más tarde, el Papa le creó cardenal y su amigo siendo su cercano consejero, pues aunque ha vivido estos veinte años en silla de ruedas, su mente ha sido aguda y siempre desbordante de humor.


 

ASÍ CAMBIÓ JUAN XXIII LA HISTORIA DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO

Habla el secretario particular del Papa que ahora será beatificado

ROMA, 24 agosto (ZENIT.org).- El próximo 3 de septiembre, Juan Pablo II beatificará a Juan XXIII. Monseñor Loris Capovilla, secretario particular del Papa Juan XXIII, hoy obispo Delegado Pontificio para el santuario de Loreto, vivió día a día el pontificado que marcó un cambio decisivo para la Iglesia del siglo XX. En esta entrevista concedida a la revista italiana «Jesus» ofrece un retrato único del «Papa bueno».

--¿Cuándo supo usted que el Papa había decidido convocar el Concilio?

--Es necesario que haga una premisa. Una mañana de enero de 1963 --él estaba ya cerca del final de su vida- mientras iba a llamarlo para la celebración de la Misa, me dijo: «Ésta es una carta para ti». Era un especie de testamento. En esta carta, que hasta ahora no he hecho pública, me invitaba a hablar de todo lo que se refería a la preparación del Concilio, considerándome un testigo fiel de la preparación de aquel gran acontecimiento eclesial y del desarrollo de la primera sesión. La carta es del 28 de enero de 1963. Dice, entre otras cosas: Ahora pienso que el más indicado testigo y fiel exponente de este «Vaticano II» sea justamente usted, querido monseñor, y que usted debe considerarse autorizado a aceptar este compromiso y a hacerle honor; que será honor de la Iglesia, y título de bendición y de preciosa recompensa para usted sobre la tierra y en el cielo. Con mucho gusto, y sintiéndome autorizado, respondo a sus preguntas. Conocí la intención de convocar un Concilio, por primera vez, el 2 de noviembre de 1958: Juan XXIII era Papa desde hacía cinco días. Me habló de ello, por segunda vez, el 21 de noviembre, durante la primera salida del Vaticano, yendo a Castelgandolfo. La tercera vez, en los días inmediatamente precedentes a Navidad de aquel año.

--Iba a ser un Papa de transición. ¿Lo pensó usted también?

--Sí, lo pensé también. Me parecía natural, desde una óptica demasiado humana, que un hombre elegido Papa a los setenta y siete años, contra toda previsión de los entendidos, no tendría que proponerse realizaciones extraordinarias. Todos se esperaban un rápido paso suyo por la sede de Pedro y, sobre todo, un dilatado testimonio de caridad. Además, de un anciano ¿qué es lo que ordinariamente esperamos? Si es sacerdote, basta con una bendición, una palabra y obras buenas, y un sentido de misericordia hacia todos. La humanidad le hubiese estado igualmente agradecida a Juan XIII si se hubiese conformado con permanecer fiel a la presentación que hizo de sí mismo el día de su entronización: «He aquí a vuestro nuevo Papa, soy Juan, vuestro hermano».

--Se dice que la paciencia de la Iglesia es como la de la semilla bajo tierra. El cristiano, en el fondo, es alguien que espera. ¿Era ésta la paciencia del Papa Juan, o estuvo ansioso por ver realizadas sus esperanzas?

--Basta pensar en la tarde del 11 de octubre. Cuando fui a anunciarle que la plaza estaba abarrotada de fieles por aquella famosa fumata, el Papa Juan me dice: «Por hoy se ha hecho suficiente con el discurso de apertura del Concilio. No tengo intención de hablar más. Voy a la ventana y doy la bendición». Después, en cambio, vino el breve, pero conmovedor y memorable discurso llamado de la luna y de la caricia a los niños. Volvió a entrar, y sentado en el sillón concluyó con sencillez: «No me esperaba tanto. Me hubiese bastado con haber anunciado el Concilio. Dios me ha permitido ya el ponerlo en marcha». Esto demuestra que el Papa Juan era todo menos impaciente. Hay un dolor social que no ennoblece al hombre, sino que lo profana, decía Angelo Roncalli; la justicia y la alegría son conquistas liberadoras.

--¿Era esto el optimismo del Papa Juan XXIII?

--Solía repetir a menudo un aforismo atribuido a san Bernardo: «Ver todo, soportar mucho, corregir sólo una cosa cada vez». Y añadía: «Pero trabajar siempre, y no darse la vuelta hacia la otra parte de la almohada para dormir». Sí, el Papa Juan fue un optimista. «Nunca he conocido a un pesimista --decía- que haya concluido algo bien. Y ya que nosotros hemos sido llamados a hacer el bien, más que a destruir el mal, a edificar más que a demoler, por eso me parece tener todo en orden y deber proseguir mi camino de búsqueda del bien, sin dar más importancia de la debida a los diversos modos de concebir la vida y de juzgarla...».

--Nos hizo entender también que no basta con combatir los sufrimientos de cara a una sociedad futura más libre y de una futura felicidad, sino que es necesario liberarnos del sufrimiento hoy, día a día. ¿Era éste el realismo católico del Papa Juan XXIII?

--Sí, pero un realismo que quería ser, sobre todo, testimonio y presencia, acción valiente y dinamismo infatigable. Podría relatar una expresión que le gustaba mucho. Se la repitió un día a Jean Guitton, sobre la terraza de Castel Gandolfo: «¿Ve usted a esos sabios del Observatorio astronómico vaticano? Tienen instrumentos complicados para mirar la luna y las estrellas. Yo me doy por contento con caminar con los ojos abiertos a la luz de las estrellas, como el patriarca Abraham».

--¿Tuvo conciencia de gustar a los laicos, a los indiferentes, y de la sospecha que tales simpatías le atraían?

--Sí, hay también una nota en su diario personal: «A veces el hecho de gozar de una consideración tan buena y de ser elogiado por personas que no tienen fe, o tienen poca, me humilla, porque me expone al peligro de ser considerado por muchos como demasiado condescendiente... Y, sin embargo, me parece poder decir que la verdad no la niego, ni la disminuyo ante la cara de nadie. Intento poner juntas las razones de la verdad y las de la caridad. Por esto todas las puertas se me abren».

--¿Tuvo alguna aflicción, especialmente al final de su pontificado?

--No alguna aflicción; muchas aflicciones. Recuerdo cuánto se habló por entonces de sus gestos, sus actos, sus escritos; cuánto fue motivo de polémica la misma encíclica «Pacem in terris». Lo vi muchas veces no ya sufrir, sino llorar. Pero esto no quitaba nada a su paz interior.

--¿Murió serenamente?

--Sí. Al final de su vida, en torno al lecho, sus colaboradores lloraban. Él no derramó ni una lágrima.

--¿Cómo fue vuestra despedida?

--Tuve mi despedida del Papa Juan el 31 de mayo de 1963, cuando le anuncié que su vida estaba terminándose. Me acerqué a la cama y le dije: «Santo Padre, cumplo mi deber, como había acordado. Hago con usted aquello que usted hizo con su obispo, monseñor Radini. Vengo a decirle que la hora del fin ha llegado. Puede imaginar mi emoción. Me cogió la mano, me dijo palabras que conservo como un recuerdo imborrable de mi servicio junto a él, y después, con calma y delicadeza, concluyó: «Hemos trabajado, hemos servido a la Iglesia. No nos hemos detenido a recoger las piedras que, de una y otra parte, nos lanzaban. Y no las hemos vuelto a lanzar a ninguno».

--¿Por qué ha sido posible entre yo --un laico-- y usted, un arzobispo, este diálogo sencillo y abierto?

Ha sido posible porque usted y yo somos «presos». Recuerde las palabras del Papa Juan, el 26 de diciembre de 1958, cuando visitó la cárcel «Regina Coeli» y salió con aquella expresión ciertamente novedosa: «¿Henos en la casa del Padre?». ¿Cómo? La cárcel, ¿la casa del Padre? «He metido mis ojos en vuestros ojos, mi corazón junto al vuestro»: son palabras que se dicen rápidamente, pero aquellos presos creyeron a quien las pronunciaba. Entonces, presos de una parte, el Papa por la otra, pero sin barreras divisorias, hicieron familia. También usted y yo somos presos porque algo nos impide, a veces, ver a nuestros hermanos. Nos lo impiden nuestros límites, nuestras pasiones, nuestras debilidades. Si a través de esas barreras, sin embargo, pasa la luz de dos ojos buenos, el calor de un testimonio franco, entonces nos sentimos hermanos.


 

UNA CANCIÓN PARA JUAN XXIII

El cantante del grupo «Pooh» le ha dedicado un Aleluya

ROMA, 24 agosto (ZENIT.org-AVVENIRE).- Pocos kilómetros separan la casa natal de Angelo Roncalli, en Sotto il Monte, de la casa en la que nació Camillo Ferdinando Facchinetti, apodado Robby, cantante del grupo «Pooh», desde hace más de 30 años. Quizá este dato explica por qué, mientras el grupo estaba grabando su nuevo álbum que saldrá a finales de septiembre, Robby Facchinetti se ha ausentado a menudo de su estudio de grabación debido a un proyecto que le era especialmente querido: dedicar una canción al «Papa bueno».

Se trata de un Aleluya con la colaboración de la Orquesta estable de Bérgamo y el Coro de pequeños músicos de Casazza.

--¿Cómo se le ha ocurrido escribir una canción para un Papa?

--Como originario de la provincia de Bérgamo no podía absolutamente faltar a un acontecimiento irrepetible: la beatificación de un Papa paisano mío. Y dado que hago música, no podía hacerlo sino con una canción.

--¿Una opción dictada por el oportunismo o es algo más profundo?

--Obviamente hay algo más. No he escrito un Aleluya por casualidad. Es mi modo de decir gracias a Juan XXIII. Una figura familiar para mí ya que he crecido oyendo hablar de él continuamente. La mía es una familia muy católica. Mi tía era religiosa, mi padre era sacristán y mi hermano, Noé, estuvo cuatro años en el seminario. Luego estaba mi abuela, religiosísima. Vivía en la periferia de Bérgamo frente a la hermana de Angelo Rocalli y me transmitió el cariño por este Papa que, hasta que fue patriarca de Venecia, venía muy a menudo a nuestra tierra.

--Usted hace canciones desde hace 30 años. Pero escribir una para un Papa no es algo de todos los días. ¿Cómo ha afrontado esta aventura?

--Con gran emoción. Pero sintiendo a este Papa tan cercano, tan de casa, no me ha costado escribir este Aleluya.

--¿Qué dice el texto de la canción?

--Cosas sencillas: el hecho de que aunque Juan XXIII ya no está entre nosotros sigue viviendo hoy en tantos de nuestros pequeños gestos de todos los días: en la sonrisa de un niño o en la caricia de una madre.

--¿Qué destino tendrá esta canción después de presentarla en televisión el 30 de agosto?

-- Se convertirá en un compact disc que se insertará en el libro «Un Papa llamado Juan». Y la cosa que más me gusta es que será distribuido principalmente en las escuelas para hacer conocer a las nuevas generaciones quién era y qué ha representado este Papa excepcional.

--Cuando el Papa Rocalli murió usted tenía 19 años. ¿Qué recuerda de aquellos momentos?

--Experimenté un dolor grandísimo, como si hubiera desaparecido un familiar mío. Uno de nosotros. Un sentimiento, creo, que han experimentado muchos en todo el mundo.


 

SANTA SEDE: ES URGENTE REDESCUBRIR LA RIQUEZA DE LA LITURGIA

Carta del cardenal Sodano en nombre de Juan Pablo II

CIUDAD DEL VATICANO, 24 agosto (ZENIT.org).- La intrínseca relación entre la Encarnación y la Eucaristía, sacramento de la presencia del Salvador, que sigue ofreciéndose a la humanidad como manantial de vida divina, ha sido subrayada en una carta enviada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del vaticano, enviada en nombre del Papa a los participantes en la Semana Litúrgica Italiana, que se celebra del 21 al 25 de agosto en la isla de Ischia, junto a Nápoles.

Constatando que celebración y salvación, tema de la Semana, «constituyen dos momentos del único misterio de Cristo, en el que el amor del Padre continúa revelándose a los hombres», el brazo derecho del Papa en la guía de la Santa Sede afirma la necesidad y la urgente conveniencia de «emprender de nuevo una educación intensiva para hacer descubrir las riquezas que contiene la Liturgia»: el decaimiento en el interés por la educación litúrgica, de hecho, persiste y se impone, en consecuencia, el deber de un mayor compromiso para ayudar a las comunidades a valorar cada vez mejor sus estupendos contenidos.

De cara al tercer milenio, según el cardenal Sodano, la renovación litúrgica tendrá que responder a las exigencias de nuestro tiempo, intensificando el ejercicio del diaconado abierto a hombres casados, las tareas litúrgicas confiadas a los laicos --hombres y mujeres--, las celebraciones específicas para los adolescentes, jóvenes y minusválidos, y la composición de textos litúrgicos apropiados para los diferentes países, teniendo en cuenta siempre la piedad popular cristiana.

El Santo Padre, según afirma el mensaje de su secretario de Estado, desea que, a través de una oportuna formación de los fieles, «cada celebración litúrgica constituya un encuentro con el misterio salvífico de Cristo y sea, de este modo, una experiencia de gracia y de salvación».


 

«EXISTEN ALTERNATIVAS A LA CLONACIÓN»

El profesor Miranda y las propuestas de investigación con embriones humanos

CIUDAD DEL VATICANO, 25 agosto (ZENIT.org).- Existen «alternativas» en el campo de la ciencia médica a la experimentación con embriones humanos y, aunque nos las hubiera, ésta es «radicalmente contraria al principio de la coexistencia humana». Estos son los dos aspectos del nuevo documento publicado ayer por la Academia Pontificia para la Vida (cf. ZS00082410) en el que se condenan moralmente las iniciativas de clonación y experimentación con células madre (o estaminales) propuestas por los gobiernos de Estados Unidos y de Inglaterra.

Así lo subraya Gonzalo Miranda, secretario del Centro de Bioética de la Universidad Católica de Roma y profesor del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» en declaraciones concedidas a Zenit.

Miranda explica que la oposición de la Iglesia a la clonación humana es «muy clara». Ahora bien, en algunos sectores de la opinión pública «existe la convicción de que la clonación "terapéutica" no es una auténtica clonación». De este modo, se piensa que «clonar tejidos» no es «clonar embriones» y, por tanto, no sería una «auténtica clonación humana». Se trata de un error, aclara el profesor: «No se pueden clonar tejidos sin clonar el embrión; es decir, sin la destrucción de embriones». Y no se puede sacrificar a un hombre para hacer experimentos.

El hombre como medicina 

«Aunque no hubiera otra alternativa, no podría ser aceptable la clonación», explica el padre Gonzalo Miranda, pues significa «utilizar», «sacrificar», «eliminar» a otro ser humano por mí o por una tercera persona. Pone el caso de los transplantes de órganos. La conciencia, en efecto, se rebela cuando escuchamos hablar de tráfico de órganos para transplantes; es decir, de utilizar y sacrificar a una persona con motivos médicos.

La utilización de embriones humanos para experimentar con las células madre, como proponen Estados Unidos y Gran Bretaña, constituye además una violación del principio de la igualdad de los seres humanos. La propuesta divide en dos a la raza humana: los embriones de «primera clase» que podrán ser gestados y crecer, y los embriones de «segunda clase» o inferiores que estarán destinados a la experimentación o al uso médico. De este modo, los derechos humanos, según la propuesta, no son iguales para todos. En pocas palabras, «se está hiriendo profundamente la coexistencia pacífica».

Alternativas a la clonación 

Ahora bien, Gonzalo Mirando explica que la Iglesia no está contra el progreso científico. Por el contrario, el documento de la Academia para la Vida recuerda que en estos momentos la ciencia abre esperanzas, pues existen alternativas a la clonación. Estudios científicos han demostrado que a partir de la médula ósea de una persona se pueden obtener células hemáticas, células nerviosas y musculares. Estos descubrimientos abren el camino a terapias que algunos científicos querían alcanzar con la clonación. La Iglesia, por tanto, no está contra el progreso, sino que aboga por un progreso humano, ético. «No se pueden curar enfermedades sacrificando al hombre», concluye el catedrático. 


 

UN GIGANTE DE LA ESPIRITUALIDAD DEL SIGLO XX A LOS ALTARES

Columba Marmion, monje benedictino, será beatificado el 3 de septiembre

CIUDAD DEL VATICANO, 25 agosto (ZENIT.org).- Un guía único en la búsqueda de Cristo. Así podría definirse Columba Marmion, un monje benedictino que ha ejercido una influencia decisiva en la espiritualidad del siglo XX, y que será beatificado por Juan Pablo II el próximo 3 de septiembre junto a Juan XXIII, Pío IX y Guillermo Chaminade.

Joseph Marmion había nacido en la verde Irlanda, en Dublín, en 1858. Cinco años después de haber sido ordenado sacerdote en Roma, donde había estudiado, en 1881, entró en la abadía benedictina de Maredsous en Bélgica, adoptando el irlandesísimo nombre de Columba. En 1909 fue elegido abad, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1923.

Su visión de la vida cristiana, arraigada profundamente en la unión con Cristo y en una profunda devoción a María, la riqueza de la tradición litúrgica benedictina, hicieron que bajo su guía Maredsous se convirtiera en uno de los focos de irradiación espiritual más importantes de Europa.

Su espíritu misionero se extendió por todo el continente y Tierra Santa, aunque donde más resultados alcanzó fue quizá en Inglaterra, cuando se convirtió en el decisivo mediador que propició la conversión al catolicismo de las comunidades benedictinas anglicanas masculina y femenina de Caldey y Milford Haven (sur de Inglaterra).

Además, el abad Marmion era confesor y gran amigo del cardenal François-Joseph Mercier (1851-1926), otro de los grandes líderes espirituales de la Bélgica del momento, y un punto de referencia para el país.

Pero la gran influencia de Marmion se debe a sus obras. La más conocida es quizá «Jesucristo vida del alma». Junto a «Jesucristo en sus misterios», constituye sin lugar a dudas una de esas fuentes a las que han acudido los hombres sedientos de Dios en este siglo. En particular, religiosos y religiosas de todo el mundo han hecho de sus libros auténticas guías para su espíritu. Para ellos escribió «Jesucristo, ideal del monje».

La abadía de Maredsous, famosa por su óptima cerveza y sus estupendos quesos, en este siglo se ha destacado también por sus traducciones bíblicas. En los últimos años ha creado un centro informático sobre la Biblia que puede visitarse en: http://www.cibmaredsous.be 


 

NUEVA EDICION DEL MISAL ROMANO

El secretario de la Congregación para el Culto Divino revela las novedades

ISCHIA, 25 agosto (ZENIT.org-AVVENIRE).- El Jubileo del año 2000 dejará en regalo a la Iglesia una nueva edición del Misal Romano. Después de las ediciones de 1969 y de 1975, en estos momentos se está imprimiendo la «editio typica», es decir, el texto en latín que sirve de punto de referencia para la traducción en los diferentes idiomas. La presentación del texto por parte de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos debería tener lugar hacia finales de septiembre.

Desde Ischia, donde está participando en la Semana Litúrgica Italiana, el secretario de ese organismo vaticano, el arzobispo Francesco Pio Tamburrino, ha anticipado en esta entrevista las razones de esta nueva edición y las principales novedades introducidas al libro litúrgico más importante.

--¿Por qué se publica una nueva edición del Misal?

--La ocasión ha sido suscitada por un motivo muy práctico: la edición anterior ya se ha agotado. Se ha aprovechado la ocasión para introducir algunos cambios necesarios después de treinta años. En este período, se han publicado documentos del magisterio que afectan a la liturgia. Además, las nuevas canonizaciones han añadido nuevos santos al calendario de la Iglesia universal. El Misal tenía que tener en cuenta todo esto.

--En concreto, ¿cuáles son las novedades?

--En la «Institutio Generalis» --la parte teológica y normativa que introduce el Misal--, se han afrontado algunos argumentos, siguiendo la evolución de la legislación sobre la liturgia. Por ejemplo, se ha especificado mejor toda la cuestión sobre los ministerios laicales. Además, se ha añadido un capítulo sobre la inculturación: se indican concretamente espacios para realizar la traducción a las diferentes culturas. Se ponen, sin embargo, condiciones precisas, pues la identidad del rito romano es un elemento de unidad que debe ser salvaguardado.

--Y, en cuanto a los ritos, ¿hay modificaciones?

--La principal novedad mayor al santoral: se han introducido nuevas memorias y fiestas litúrgicas. Por ejemplo, hay una misa para Santa Teresita de Jesús, proclamada recientemente doctora universal de la Iglesia. Pero sobre todo se puede ver la dimensión universal que es la característica de las nuevas canonizaciones: los mártires de México o los de Vietnam son santos que toda la Iglesia y el mundo está llamado a celebrar. Hay, además, algunas novedades en el ordinario de la misa. Se han introducido nuevas plegarias eucarísticas: las de la reconciliación, una «para diferentes necesidades» (la así llamada «anáfora suiza»), las tres plegarias eucarísticas de la misa con los niños (oportunamente retocadas). Por último, se ha desarrollado la sección mariana, añadiendo seis nuevos formularios para la misa «común de la Virgen».

--¿Cómo se harán las traducciones en los diferentes idiomas?

--Es una tarea confiada a las Conferencias Episcopales: la «Institutio generalis» será simplemente traducida. El resto, por el contrario, en la lógica de la inculturación, podrá ser sometido a algún tipo de adaptación que tenga en cuenta las diferentes situaciones. Ahora bien, antes de su publicación, la traducción debe ser aprobada por la Congregación para el Culto Divino.

--¿Qué frutos se espera de esta nueva edición del Misal Romano?

--El Misal Romano, renovado, toca el corazón del culto cristiano. Su objetivo consiste en permitir un contacto más profundo con el misterio de la presencia de Cristo en la Iglesia y ser un instrumento más adecuado de catequesis y evangelización. En síntesis: se esperan nuevos frutos en el camino marcado por la renovación conciliar.

Puede leerse la «Institutio Generalis» en latín en la página web http://www.nccbuscc.org/liturgy/current/missalisromanilat.htm

El documento ha sido resumido además en español por el Secretariado para la Liturgia de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos en: http://www.nccbuscc.org/liturgy/current/revmissalisromanisp.htm


 

UNA RESPUESTA CRISTIANA ANTE LOS NIÑOS QUE SUFREN VIOLENCIA Y ABUSOS

Juan Pablo II se encuentra con las Benedictinas de la Divina Providencia

CASTEL GANDOLFO, 25 agosto (ZENIT.org).- «Sed un reflejo de la ternura de Dios hacia los últimos, especialmente los niños víctimas de la violencia». Esta es la petición que hizo en la mañana de hoy Juan Pablo II a las Benedictinas de la Divina Providencia, a las que recibió en audiencia, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, con motivo del capítulo general de esta familia religiosa.

El objetivo del capítulo general consiste en renovar la vida de la congregación religiosa, tras 150 años de entrega a los más necesitados, siguiendo los principios exigentes del «ora et labora».

El «grano de mostaza» que constituyó la intuición de las dos hermanas fundadoras de esta congregación, María y Giustina Schiapparoli --en Italia, a mediados del siglo pasado--- se ha convertido en un árbol de grandes ramas que cuenta con 82 casas y más de 400 religiosas esparcidas entre América Latina, África, Europa y Asia. Cuatro continentes en los que las religiosas benedictinas se dedican de manera particular a la atención de la infancia abandonada, de los adolescentes y de los jóvenes que sufren las lacras de la modernidad consumista o de la violencia.

«Para alcanzar este objetivo --observó el Papa-- vosotras habéis encontrado en la mística, en la vida fraterna, y en la misión los caminos privilegiados para seguir siendo, siguiendo el ejemplo de vuestras fundadoras, la "presencia de la Providencia"». La renovación que busca esta familia religiosa, explicó el pontífice, tiene que estar fundada, por tanto, en la mística benedictina que exige una intensa vida de comunión entre las religiosas, antídoto ante el individualismo, y un compromiso apostólico vivido en la «misma senda evangélica» recorrida por María y Giustina Schiapparoli.

Juan Pablo II, deteniéndose en la atención a los primeros destinatarios de la caridad de las Benedictinas, los niños, constató las grandes plagas que hoy tienen que afrontar: el hambre, las guerras, «enfermedades tremendas como el sida y la perversión de adultos sin escrúpulos, que acechan contra su inocencia y comprometen gravemente su futuro». El Santo Padre pidió responder con gran confianza en Dios, es más, pidió a las religiosas que se conviertan en una especie de caricia de Dios para los pequeños a través de la caridad de su vida. Una respuesta de vida para buscar ya en la tierra el Reino de Dios y su justicia «con audacia profética». 


 

LOS PASIONISTAS, «TESTIGOS DEL CRUCIFICADO» EN LA ERA CIBERNÉTICA

Mensaje de Juan Pablo II al capítulo general de la familia religiosa

CASTEL GANDOLFO, 25 agosto (ZENIT.org).- «Amar allá donde es más difícil», «donde hay más necesidad de amor». Este es el difícil objetivo pero esencialmente cristiano que ha planteado Juan Pablo II a los Padres Pasionistas para que continúen con la labor que vienen realizando desde hace casi tres siglos.

La ocasión para formular este objetivo se la ofreció al pontífice el capitulo general de la congregación religiosa que tiene lugar hasta el 14 de septiembre en la ciudad brasileña de Itaici (cerca de Sao Paulo). Una auténtica novedad, pues las anteriores asambleas de la familia religiosa fundada por San Pablo de la Cruz se habían celebrado siempre en Roma, en la antigua casa generalicia de los santos Juan y Pablo en el monte Celio.

Otra de las novedades de este capítulo general es el hecho de que por primera vez los 2.500 Pasionistas del mundo podrán seguirlo y participar por Internet.

El Papa ha considera que la elección de un país, marcado por la pobreza y la injusticia, es significativa, pues testimonia de manera concreta la cercanía de los Pasionistas con la humanidad que sufre.

Este capítulo general, que tiene lugar durante el año santo, recuerda también los orígenes de la congregación, que surgió durante otro Jubileo, el de 1725: un motivo, según el Santo Padre, para que los Pasionistas vean este tiempo como una importante etapa de «renovada entrega» a la Iglesia.

Juan Pablo II subraya, a continuación, el carácter específico de su carisma, que invita a enseñar a los fieles a contemplar y a hacer memoria de la Pasión de Cristo. Los Pasionistas, para el Papa, son «maestros de oración y especiales testigos del crucificado», una misión que estos religiosos realizan gracias sobre todo a las así llamadas «misiones populares» y al silencio contemplativo de sus casas religiosas, llamadas significativamente desde los inicios «retiros».