JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 

CUENTA ATRÁS 

«JÓVENES, ¡NO TENGÁIS MIEDO DE SER LOS SANTOS DEL NUEVO MILENIO!» 
Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Juventud del 2000

CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- La Jornada Mundial de la Juventud del año 2000 promete ser el acontecimiento más concurrido de todas las grandes celebraciones que se están teniendo en Roma con motivo del Jubileo. Juan Pablo II lo ha preparando con gran entusiasmo y, de hecho, publicó el mensaje que ha escrito para esta ocasión lo publicó con más de un año de antelación: el 29 de junio.

El tema escogido por el Papa para esta cita, que también es conocida como el Jubileo de los Jóvenes, expresa con una frase lapidaria el gran misterio del cristianismo: «La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros».

La cruz de los jóvenes Como recuerda el pontífice en el mensaje, en el centro de este acontecimiento estará la cruz de madera que él mismo entregó por primera vez a los jóvenes hace dieciséis años, cuando tuvo lugar la primera Jornada Mundial de la Juventud, para invitar a los chicos y chicas a «a llevarla por el mundo, como signo del amor del Señor Jesús por la humanidad y como anuncio que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención».

«Después de haber atravesado los continentes --constata el Papa--, esta Cruz ahora vuelve a Roma trayendo consigo la oración y el compromiso de millones de jóvenes que en ella han reconocido el signo simple y sagrado del amor de Dios a la humanidad».

Abrid las puertas a Cristo Al dirigirse a los jóvenes, Juan Pablo II lanza la misma invitación que hizo al comenzar su pontificado «a abrir de par en par las puertas a Cristo».

«Acoger a Cristo --explica-- significa recibir del Padre el mandato de vivir en el amor a él y a los hermanos, sintiéndose solidarios con todos, sin ninguna discriminación; significa creer que en la historia humana, a pesar de estar marcada por el mal y por el sufrimiento, la última palabra pertenece a la vida y al amor, porque Dios vino a habitar entre nosotros para que nosotros pudiésemos vivir en Él».

La carta se convierte así en una profunda y sencilla meditación sobre el misterio de Cristo. Juan Pablo II invita a los jóvenes a ser contemplativos: «Permaneced admirando extasiados al recién nacido que María ha dado a luz, envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es Dios mismo entre nosotros. Mirad a Jesús de Nazaret, por algunos acogido y por otros vilipendiado, despreciado y rechazado: es el Salvador de todos. Adorad a Cristo, nuestro Redentor, que nos rescata y libera del pecado y de la muerte: es el Dios vivo, fuente de la Vida».

«Jóvenes de todos los continentes --concluye el Papa, ¡no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio! Sed contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los hermanos, miembros activos de la Iglesia y constructores de paz». 


¿QUE LES DIRÁ JUAN PABLO II A LOS JÓVENES?
Responde monseñor Boccardo, del Consejo Pontificio para los Laicos

CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- Un anciano de ochenta años reunirá durante cinco días a más de un millón de jóvenes. Se trata de un caso realmente difícil de comprender. Y no es la primera vez que sucede. En Manila, en enero de 1997, superó este número y al año siguiente, en París, congregó a 1.200.000.

Esta «estrella» del mundo juvenil no canta, no baila, ni bate records de velocidad en los cien metros lisos. Lo único que puede ofrecer a estos cientos de miles de chicos y chicas es un mensaje de vida.

¿Qué les dirá Juan Pablo II a los jóvenes de todos los continentes reunidos en Roma con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud? Se lo hemos preguntado a monseñor Renato Boccardo, quien desde hace ya casi diez años se encuentra al frente de la Oficina para los Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos. A él le corresponde coordinar la acogida. Ayer precisamente se encontró con el Papa para informarle, junto a sus superiores, sobre la manera en que avanzan los preparativos.

«El Papa ya ha anunciado lo que dirá al escoger el tema de la Jornada mundial, y dirigir el tradicional mensaje que envía un año antes para preparar a los jóvenes para este acontecimiento --explica este joven sacerdote originario del norte de Italia con años de servicio a la Santa Sede en importantes nunciaturas apostólicas--. En estos últimos días, en varias intervenciones, ha querido recordar la importancia que da a esta celebración, invitando a los jóvenes a prepararse bien, y les ha dicho que les espera en Roma. El mensaje central será la proclamación de la fe de la Iglesia en el Dios hecho hombre, el Emanuel, Dios con nosotros. Esta fe se convierte, después, en compromiso en la vida cotidiana para estos jóvenes que en el tercer milenio que comienza tendrán que asumir responsabilidades importantes en la sociedad y en la Iglesia».


LAS SORPRESAS DE LAS JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD EN EL JUBILEO 
Al tradicional programa, se le añade en esta ocasión la vivencia del Jubileo

CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- El programa de las Jornadas Mundiales de la Juventud nunca había sido tan rico como en esta ocasión. Al hecho de que más de un millón de jóvenes de todo el mundo se reúnan en torno al sucesor de Pedro para compartir una misma fe, Roma añade la posibilidad de vivir la experiencia del Jubileo en el corazón del catolicismo. Además, estos días, se ofrecerán 300 espectáculos o encuentros al aire libre.

Hasta 1.200.000 Según reveló hoy el arzobispo Cesare Nosiglia, presidente del Comité Italiano para la Jornada, en una rueda de prensa concedida en la Sala de Prensa de la Santa Sede, muchos de los participantes se encuentran en estos momentos esparcidos en su buena parte por la península italiana, conociendo así las estupendas bellezas artísticas y naturales de este país, y disfrutando de la acogida que les han deparado las diócesis en parroquias, escuelas, familias, etc. Entre el 14 y el 15 de agosto, llegarán a Roma 500 mil jóvenes procedentes de más de 160 países.

A lo largo de la semana, el número de participantes aumentará hasta 700.000 y alcanzará y superará la cifra de 1.200.000 en la vigilia del 19 y en la misa del 20. Además, añadió el arzobispo Nosiglia, también estarán presentes 5.000 discapacitados de diversos países, para quienes se ha previsto un tipo de acogida y de asistencia especial.

La acogida En la tarde del 15 de agosto, todos, extranjeros e italianos, serán acogidos por Juan Pablo II en su casa, en la plaza de San Juan de Letrán, y después en la de San Pedro del Vaticano. Es una de las novedades de estas Jornadas. Hasta ahora eran los jóvenes quienes acogían al Papa.

Reflexión A continuación, tendrán lugar tres días de catequesis: más de 323 cardenales y obispos de todas las partes del mundo hablaran por las mañanas en 32 idiomas diferentes a los jóvenes peregrinos.

En el primer día, 16 de agosto, las reflexiones se centrarán en el misterio de Dios que se hizo hombre en Jesucristo, la encarnación; el 17 de agosto, en el misterio de la redención; el 18 de agosto, en la consecuencia que se deriva de estos dos grandes misterios del cristianismo: la llamada a la santidad. Tres días de reflexión, de oración, de profundización y de celebración de la fe.

Encuentro En las tardes de estas tres jornadas, se ha previsto un programa bautizado con el nombre italiano «Incontragiovani» («Encuentra-jóvenes»). Se trata de unos 280 encuentros y espectáculos al aire libre, en los que participan jóvenes de 30 países, en 260 lugares de encuentro. Se trata de conciertos de música ligera y clásica, momentos dirigidos de oración, lectura continua del Evangelio, encuentros ecuménicos, espectáculos teatrales y de danza, coros, exposiciones de arte, proyecciones cinematográficas, debates culturales y espectáculos multimediales. Los jóvenes que participarán en la organización de estos momentos de encuentro y espectáculo proceden de Italia, Estados Unidos, Argentina, Camerún, Lituania, Malawi, Madagascar, Singapur, Vietnam, Siria, España, Francia, Polonia, Chile, Corea del Sur y Japón... Un encuentro de culturas, sensibilidades e historias provenientes de todos los rincones del planeta.

El viernes por la tarde, 18 de agosto, un gran Viacrucis reunirá a los jóvenes en torno a la Cruz de Cristo. El lugar de partida tendrá lugar en la Basílica del «Ara Coeli». La procesión continuará después por la Vía de los Foros Imperiales para desembocar, por último, en el Coliseo.

Durante estos tres días --16, 17 y 18 de agosto-- los diferentes grupos de jóvenes vivirán la tradicional experiencia del año santo: podrán realizar su peregrinación jubilar a San Pedro y, antes o después, irán al Circo Máximo, donde podrán acercarse a recibir el sacramento de la Penitencia y la Eucaristía.

Las comidas, se distribuirán en 350 restaurantes móviles en la ciudad, cerca de los lugares de catequesis y de celebraciones.

El momento final Pero el momento central de la Jornada Mundial comenzará el sábado 19 por la noche, en la gran explanada de Tor Vergata, situada a las puertas de Roma. El Papa vivirá la vigilia con los jóvenes. La gran mayoría de los chicos y chicas pasarán la noche al aire libre --esperando que no llueva--. En esa misma explanada, el domingo por la mañana, tendrá lugar la gran eucaristía, en la que el pontífice enviará a los jóvenes del nuevo milenio a predicar el evangelio de Jesús a los cinco continentes. 


LA IMPONENTE MAQUINA ORGANIZATIVA DEL ENCUENTRO FINAL 
Más de 12.500 baños instalados, 20 millones de litros de agua mineral

CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- Todos los caminos llevan a Roma. También los de las Jornadas Mundiales de la Juventud: en seis recorridos diferentes. En efecto, éste es el número de los itinerarios previstos por los organizadores para que los cientos de miles de chicos y chicas, con la mochila a espaldas, puedan confluir en la explanada de Tor Vergata, situada en las afueras de Roma, para participar en su cita con el Papa.

El lugar escogido para el encuentro --en la plaza de San Pedro no había espacio suficiente-- es un descampado de 350 hectáreas que hasta hace unos meses estaba lleno de escombros y fango y que ahora ha sido transformado por el Ayuntamiento de Roma en zona verde para acoger a los jóvenes.

La seguridad ante todo 
Se trata de seis itinerarios pensados para ser recorridos a pie --el más largo es de diez kilómetros setecientos metros y el más corto de unos cinco kilómetros--, denominados con otras tantas letras del alfabeto. Los senderos de los jóvenes peregrinos de la aurora del tercer milenio estarán «escoltados», desde el inicio hasta el final, por personal de servicio, médicos, agentes de policía, dispuestos a responder a cualquier emergencia. Al inicio del recorrido, se encuentra una estación dotada de todos los servicios. A través de cada uno de los itinerarios se han colocado cinco centros con baños y tres de agua mineral --a lo largo del camino se distribuirán gratuitamente 20 millones de litros--. Además, durante todo el tiempo que tardarán los jóvenes en llegar a la explanada, motocicletas médicas recorrerán constantemente los diferentes itinerarios. En cada uno de estos recorridos hay quince puestos de voluntarios que están disponibles para responder a las necesidades de los jóvenes.

Al llegar a la explanada de Tor Vergata, los seis ríos de jóvenes desembocarán en un delta dividido por sectores, según el camino recorrido para llegar al acontecimiento. Cada uno de los chicos y chicas tendrá una entrada y una tarjeta de seguridad del color del área asignada. El verde indicará el espacio reservado a las personas con minusvalías físicas (unos cinco mil), que obviamente serán transportados directamente a sus lugares, situados frente al palco del Papa.

30 kilómetros de nuevas carreteras 
Como se puede apreciar, nos encontramos ante una organización verdaderamente imponente que ha llevado, entre otras cosas, a la construcción de 30 kilómetros de nuevas carreteras y que prevé además la utilización gratuita del transporte público del 14 al 21 de agosto para todos los jóvenes que poseen el pase de entrada a las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Stefano Landi, vicecomisario extraordinario para el Jubileo, ha explicado algunos detalles organizativos a los micrófonos de «Radio Vaticano». «En estos momentos, estamos terminado de colocar 38 centros de servicios que se pondrán a distribución de los jóvenes, al llegar a la explanada», explica. «Se trata de "espacios técnicos" --por llamarlos de algún modo-- en los que se encuentra un puesto de policía, un centro de primeros auxilios, una serie de stands que acogen algunos servicios comerciales, un puesto de distribución gratuita de agua potable --en total habrá tres mil fuentes-- y, algo importante, depósitos para poder tirar la basura. En algunos de estos 38 centros de servicios se encuentran también puestos de información para que los jóvenes puedan recibir información sobre su viaje de regreso o su permanencia en Roma».

Una fila de kilómetros de baños 
Una de las preocupaciones más naturales, ante un encuentro de estas dimensiones son los servicios higiénicos. Algo decisivo, sobre todo, si se tiene en cuenta que muchos jóvenes pasarán la noche entre el sábado 19 y el domingo 20 en la explanada. Landi, se siente tranquilo: «Mire, en el área de Tor Vergata será más fácil ver los baños que el palco central. En estos momentos, ya hemos colocado 12.500. Imagínese, nos encontramos ante filas de kilómetros de servicios sanitarios».

El señor Landi ha recorrido el trayecto más largo previsto para llegar a la explanada con una mochila como la que cargarán los chicos y chicas y ha tardado dos horas y media. «Hay que tener en cuenta que soy un muchacho algo crecido --añade Landi--, pues tengo 44 años. Me imagino que si tuviera 18 lo hubiera hecho antes».

Los jóvenes que quieran conseguir un buen lugar para ver mejor al Papa, en la vigilia del sábado, comenzarán a llegar a partir de las dos de la mañana de ese día. Para las cuatro de la tarde casi todos se encontrarán en sus lugares.

El centro de la reunión será una cruz de madera de 36 metros y un gran palco de dos mil metros cuadrados de superficie. 


LAS JMJ SON PRECEDIDAS POR UN FORO INTERNACIONAL DE JÓVENES 
Participan dos representantes por Conferencia Episcopal. Edad media, 23 años

CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- Las Jornadas Mundiales de la Juventud son precedidas por un VII Foro Internacional de Jóvenes que se celebra del 12 al 15 de agosto en Roma, en el centro de estudios superiores «Regina Apostolorum».

El tema del acontecimiento, organizado por el Pontificio Consejo para los Laicos que preside el cardenal Francis Stafford, ha sido tomado de la carta de Juan Pablo II sobre la peregrinación a los lugares vinculados con la historia de la salvación, del 29 de junio de 1999: «Lo digo a todos: ¡Vayamos tras las huellas de Cristo!».

Al Foro han sido invitados dos jóvenes en representación de cada Conferencia Episcopal, además de los delegados de los grupos, movimientos y asociaciones juveniles católicas más importantes. La edad media de los participantes es de entre 23 y 24 años. Junto a ellos, participan unos 30 invitados que trabajan en el sector de la pastoral juvenil y que seguirán los trabajos como «observadores».

A lo largo del encuentro los delegados prepararán un mensaje dirigido a los jóvenes de todo el mundo, que será leído durante la Jornada Mundial, en presencia del Santo Padre. 

 

DE TODOS LOS CONTINENTES

JOVENES ARGENTINOS Y CHILENOS DARÁN GRACIAS AL PAPA POR LA PAZ 
El pontífice intervino en el conflicto por el canal Beagle

BUENOS AIRES, 11 agosto (ZENIT.org).- Agitando banderas de ambos países, cerca de 3.000 jóvenes argentinos y otros 5.000 chilenos agradecerán al Papa «su intervención en el conflicto por el canal Beagle, que casi deriva en una guerra absurda». Así lo reveló el obispo de Merlo-Moreno y responsable de la pastoral juvenil a nivel nacional, monseñor Fernando María Bargalló, quien explicó que el gesto tendrá lugar durante la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, que presidirá Juan Pablo II entre el 19 y el 20 de agosto.

El conflicto entre los dos países surgió por la posesión del canal y estuvo a punto de desembocar en una guerra entre ambos Gobiernos militares, el año 1978. Finalmente se resolvió pacíficamente gracias a la mediación de Juan Pablo II, quien ratificó la soberanía chilena sobre ese territorio.

Está previsto que grupos de chicos argentinos y chilenos se ubiquen cerca del altar, para que el simbólico acto sea mejor percibido por el pontífice y captado con detenimiento por las cámaras que transmitirán la ceremonia por televisión a todo el mundo.

El número de jóvenes argentinos que viajarán a Roma ha sorprendido a monseñor Bargalló, quien en declaraciones a la agencia AICA reconoce que «pensábamos que viajarían muchos menos. De hecho, no lo pusimos como prioridad cuando trazamos los objetivos de la pastoral, que estuvieron apuntados más bien a que cada joven viva profundamente el jubileo en su propia diócesis».

Las Jornadas de la Juventud de 2000 ha suscitado más interés entre los chicos y chicas argentinos que otras celebradas en Europa. En París, en 1998, por ejemplo, el número de los asistentes fue de 1.700. «Evidentemente --explica el prelado argentino--, el hecho de que sea en Roma, en el marco del año santo, tiene una fuerza particular; tanta, que esta vez no necesitamos hacer promoción». 


CHINA: «DECIDLE AL PAPA QUE QUERÍAMOS ESTAR CON ÉL» Mensaje de los jóvenes chinos que no han podido viajar a Roma

ROMA, 11 agosto (ZENIT.org).- Un grupo de jóvenes católicos chinos ha enviado a la redacción de la agencia misionera de la Santa Sede, «Fides», un mensaje para todos los participantes en la Jornada Mundial de la Juventud. El grupo está constituido por laicos y sacerdotes que trabajan en el ámbito de la Iglesia oficial del Norte de China. No han podido viajar a Roma para participar en el encuentro por motivos burocráticos o políticos. A finales de julio, el secretario general de la Asociación Patriótica, Antonio Liu Bainian, excluyó la presencia de una delegación china en el Jubileo de los Jóvenes. En el mensaje enviado a «Fides» los jóvenes declaran que están «desilusionados y entristecidos» por su ausencia y afirman en varias ocasiones que quieren estar unidos al Papa y a la fe de la Iglesia católica, oponiéndose a todos los que quieren dividir a la Iglesia en China de la Iglesia universal.

«La Iglesia universal celebrará una vez más la fiesta de los Jóvenes --explican los muchachos y muchachas chinos--, ofreciéndonos una ocasión más para participar en este acontecimiento. Desgraciadamente, los jóvenes de China continental, una vez más no podremos compartir nuestra fiesta con los jóvenes de la Iglesia universal y del mundo. Y esto nos disgusta y entristece. De todos modos, el gran Jubileo del año 2000 ha encendido en nosotros una luz y una esperanza. Y nosotros, jóvenes chinos, llenos de esta esperanza, entramos en el nuevo milenio iluminados por esta luz resplandeciente. Con valentía queremos superar los males del pasado y vivir constantemente nuestra vida cristiana bajo la luz de la fe». 


753 JÓVENES DE ISRAEL, PALESTINA Y JORDANIA EN LA JMJ 
La participación más masiva de Tierra Santa en una Jornada de la Juventud

TEL AVIV, 11 agosto (ZENIT.org-FIDES).- Procedentes de Tel Aviv, el 9 de agosto llegaron a Roma los 753 jóvenes cristianos que participarán en la Jornada Mundial de la Juventud. La delegación procedente de Tierra Santa está formada por jóvenes de Israel, Territorios Palestinos y Jordania.

De Israel provienen 424 jóvenes acompañados por 5 sacerdotes y 3 religiosas; de los territorios de la Autoridad Palestina 190 jóvenes acompañados por 8 sacerdotes y, de Jordania, 139 jóvenes con 6 sacerdotes y una religiosa. Según Wadie Abunassar, portavoz del Patriarcado Latino de Jerusalén, organizador de la peregrinación juvenil a Roma, «esta peregrinación del 2000 representa la participación más masiva de Tierra Santa en una Jornada Mundial de la Juventud».


MÁS DE 700 REPRESENTANTES COREANOS EN LA JMJ
250 proceden de su patria de adopción, Estados Unidos

SEUL, 11 agosto (ZENIT.org-FIDES).- 710 jóvenes coreanos de Oriente y Occidente participan en la Jornada Mundial de la Juventud 2000: 360 proceden de Corea y 250 de su patria de adopción, Estados Unidos.

En Corea, cerca de 4.000 muchachos y muchachas se prepararon para vivir la Jornada Mundial de la Juventud con un festival celebrado en Taegu, Sur de Corea, del 25 al 27 de julio, que llevaba por lema «Cristo con Nosotros». En el encuentro participó el cardenal Stephen Kim, arzobispo emérito de Seúl, quien rompió con la tradición oriental, entregándose a un diálogo «maestro-discípulo» con los jóvenes. Interrogado por un joven sobre cómo es posible aprender a amar, respondió: «Cuando me pregunto si he amado realmente, no sé qué decir. Quizás os suceda lo mismo a vosotros». Y admitió: «Amar no es fácil, pero no tenemos que renunciar a amar». Preguntó a los jóvenes, sin recibir respuesta: «¿Cuál es el camino más largo de vuestra vida?». Respondió: «El viaje de la cabeza al corazón». Y aclaró que sólo cuando comprendemos lo mucho que nos ama Dios podemos amar como ama Jesús y decir que sabemos qué es el amor.


BURKINA FASO: 300 JÓVENES CON EL PAPA 
Cinco mil muchachos del país se prepararon con un encuentro nacional

OUAGADOUGOU, 11 agosto (ZENIT.org-FIDES).- «El interés de los jóvenes de mi país por la Jornada Mundial de la Juventud se debe sobre todo a la confianza y el cariño que tenemos por el Papa», reconoce Dénis Ouedraogo, presidente nacional de los jóvenes católicos de Burkina Faso.

De Burkina llegarán a Roma 300 jóvenes. «Después de la Jornada Mundial de París en 1997, los jóvenes de mi país han comenzado a reorganizarse para vivir mejor su fe», explica Dénis.

El presidente de los jóvenes católicos explica también que, del 3 al 5 de agosto, cinco mil jóvenes se reunieron en Ouagadougou en una Jornada Nacional de la Juventud: «Fueron recibidos por familias, participaron en las catequesis impartidas por obispos en las parroquias, rezaron, asistieron a conciertos. La conclusión tuvo lugar el 6 de agosto con una Misa solemne... Hubo gran espíritu de participación y, aunque a Roma sólo van 300, todos estaremos cerca del corazón de Juan Pablo II». 


ESPAÑA SE DISPUTA CON FRANCIA EL RECORD DE PARTICIPACIÓN EXTRANJERA 
Unos cien mil chicos y chicas españoles en el encuentro con el Papa

MADRID, 11 agosto (ZENIT.org).- Según las previsiones de la Conferencia Episcopal Española, cien mil jóvenes españoles de entre 17 y 30 años se sumarán al más de un millón de participantes que reunirá la Jornada mundial y Jubileo de los Jóvenes en Roma.

Muchos de ellos partieron en autobuses el pasado 9 de agosto. En su trayecto hacia Roma, se han detenido en diócesis de las regiones de Liguria y Piamonte, acogidos por parroquias, movimientos y congregaciones religiosas.

Después de la delegación italiana, la presencia más numerosa de jóvenes procede de España y Francia. A estos dos países les seguirá Polonia con más de 50 mil representantes. 


LA PRIMERA DELEGACIÓN VIETNAMITA EN UNA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

ROMA, 11 agosto (ZENIT.org).- La Iglesia católica en Vietnam ha enviado por primera vez, una delegación oficial a una Jornada Mundial de la Juventud. Se compone de 37 delegados, de los cuales 27 son jóvenes pertenecientes a las 25 diócesis vietnamitas, 2 obispos y 8 sacerdotes. La salida del país de esta delegación tuvo que ser aprobada por el departamento para asuntos religiosos del gobierno comunista. 


TRESCIENTOS MUCHACHOS DE PAISES EN GUERRA, JUNTOS EN PEREGRINACIÓN

ROMA, 11 agosto (ZENIT.org).- Trescientos jóvenes 27 países en guerra han llegado a Italia para participar en el encuentro de todos los jóvenes del mundo con el Papa. Su viaje ha sido posible gracias al Fondo de solidaridad creado por el Comité italiano para la XV Jornada Mundial de la Juventud.

Los trescientos chicos y chicas proceden entre otros países de Sudán, Libia, Kosovo, Yugoslavia --hay serbios y bosnios--, Ruanda --hay hutus y tutsis-- Timor Oriental, Colombia... Hasta el 15 de agosto están conociendo Italia, hospedados por varias diócesis.

 

ENTREVISTA

EN LA SELVA AMAZÓNICA: «LOS JÓVENES SON EL HOY DE LA IGLESIA» 
Entrevista con monseñor Campos, tras el I Encuentro de jóvenes peruanos

LIMA, 11 agosto (ZENIT.org).- Del 5 al 6 de agosto 32 mil jóvenes de todo el territorio de Perú celebraron el I Gran Encuentro Nacional en el campus de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde vivieron momentos de alegría y reflexión, y participaron en un concierto de música en el que intervinieron Martín Valverde (México) y Luis Enrique Ascoy (Perú).

Tras el encuentro, 700 líderes de pastoral juvenil se reunieron en la cuidad de Huancayo para formular nuevas líneas de acción y compromiso sobre la misión de la pastoral juvenil peruana en el nuevo milenio.

Monseñor Alberto Campos, obispo de San José del Amazonas, y presidente de la Comisión Episcopal de Juventud, nos ha explicado en esta entrevista los motivos que han llevado al éxito de esta Jornada Nacional de la Juventud.

--Una pregunta con algo de candor... ¿Cuán popular considera usted que es Jesucristo entre los jóvenes peruanos?

--Monseñor Alberto Campos: Puedo dar una opinión, sobre todo, respecto a la selva porque es el campo donde trabajo. He sentido, mediante el contacto con los diferentes grupos parroquiales y movimientos, que los jóvenes ven a Jesús como un amigo, como una persona muy cercana. El mensaje del Evangelio es un proyecto positivo que responde a sus expectativas, a sus muchas carencias en el aspecto afectivo, a la falta de trabajo, entre otras situaciones conflictivas. Los jóvenes ven el proyecto de Jesús como una propuesta que los acerca más a ellos mismos y les da esa gran esperanza de seguir el camino para superar todo tipo de dificultades. Jesucristo aparece siempre como el modelo del joven maduro, el que llega a la plenitud de todas las aspiraciones y que va presentando a todos los jóvenes «el Camino, la Verdad y la Vida».

--La impresión que se tiene es que en este tiempo hay un incremento de la participación de los jóvenes en la Iglesia. ¿Corroboraría usted esta opinión?

--Monseñor Alberto Campos: Me parece que es acertada esta impresión, yo también la comparto. Los jóvenes a veces se dejan llevar por otro tipo de inquietudes --ideas sociales, modas-- pero en ocasiones se desilusionan. A inicios de este milenio, apreciamos que el joven quiere volver a esos valores más fundamentales que presenta el Evangelio y la Iglesia. El joven ve a la Iglesia como el espacio donde tiene libertad, donde puede vivir, donde puede ser joven y convivir con otros jóvenes que tienen inquietudes semejantes. El número se incrementa porque son ellos mismos los que se convierten en apóstoles de otros.

Percibo, sobre todo en la selva, que la mayoría de nuestras iglesias son iglesias de jóvenes. Son ellos los que van mostrando siempre el rostro de la Iglesia en diferentes eventos y celebraciones. Con quien uno cuenta con mayor seguridad son con los jóvenes. Antes se decía que los jóvenes eran el futuro de la Iglesia, yo considero que los jóvenes son el presente de la Iglesia. Son los que hacen la Iglesia hoy.

--Sin embargo, aún hablamos de una minoría de jóvenes cristianos comprometidos. La gran mayoría se encuentra alejada de la Iglesia. ¿Cuáles son estas fuerzas que mantienen lejos a muchos jóvenes?

--Monseñor Alberto Campos: Pienso que son ellos mismos los que consideran a la Iglesia como una entidad demasiado seria. Los jóvenes buscan su libertad en el deporte, las diversiones, los bailes, las modas y creen que la Iglesia no comparte eso. Sienten que la Iglesia aún no responde a sus inquietudes humanas. La tarea ahora es que los jóvenes comprometidos se acerquen a esa mayoría que todavía no lo está.

--En la actualidad, se habla de promover una «cultura de paz» como repuesta a la violencia que reina en el país. ¿Este rechazo de la violencia podría acercar a los jóvenes al seno de la Iglesia?

--Monseñor Alberto Campos: Sí, estamos viviendo una nueva etapa en donde los jóvenes buscan la paz. Son muy sensibles a todos esos ideales nobles que aparecen en el evangelio. Considero que «la cultura de la paz» y «la civilización del amor» son aspectos muy cercanos a los que el joven busca. Los jóvenes son los primeros en responder. Lo vemos en lo que está sucediendo en nuestro país: son los jóvenes los protagonistas de la lucha por la paz, son ellos los que promueven la democracia, el cambio --en el buen sentido de la palabra--, los valores cívicos y nos lo proponen a nosotros, que ya no somos tan jóvenes en edad, pero que mantenemos también nuestros ideales jóvenes.

--Es preocupante saber que uno de los más grandes temores de los jóvenes sea la soledad. El sentirse abrumado por los problemas y no encontrar ayuda alguna ha llevado a muchos al suicidio. ¿Qué les diría usted a esos jóvenes que tienen esa desesperanza, que están alejados de Dios y se sienten solos?

--Monseñor Alberto Campos: Yo les animaría a descubrir tantos valores que escondemos en nuestro ser. Y sobre todo, como cristianos que somos, que descubramos que somos hijos de Dios. Que el Señor nos ha creado para el amor, para ser felices, para construir el mundo. A veces la estima en el joven se viene abajo cuando se siente impotente, frustrado. Esta es una invitación para que no se sienta solo. A mí me impresiona mucho ese texto del Evangelio en donde Jesucristo se encuentra con una madre que ha perdido a un hijo, en Naím. Jesús se compadece del dolor de la mujer y le dice al hijo: «Joven, yo te lo digo, levántate». Creo que Jesús sigue hablándonos a los jóvenes, a todos, que nos levantemos. Quiere devolvernos esa dignidad, ese entusiasmo, esa vida, esa vitalidad para que el joven no se sienta tan deprimido, no se sienta que su vida ha acabado, para que no se sienta muerto sino siempre animado por el Espíritu del Señor. Creo que un mensaje cristiano es que el joven tiene que levantarse, reconstituirse. Jesús siempre confía en los jóvenes. Para Jesús lo más importante es que la persona siempre quiera seguir caminando, siempre quiera seguir creciendo.

 

DOCUMENTACIÓN

«LA PALABRA SE HIZO CARNE, Y PUSO SU MORADA ENTRE NOSOTROS»
Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud de 2000

CIUDAD DEL VATICANO, 11 agosto (ZENIT.org).- Las Jornadas Mundiales de la Juventud del año 2000, las segundas que se celebran en Roma, constituyen una de las citas más esperadas por Juan Pablo II para el Jubileo. El mensaje con que ha querido prepararlas lo publicó hace ya más de un año. A petición de muchos de nuestros lectores, lo presentamos íntegro.

* * *

Muy queridos jóvenes:

1. Hace quince años, al terminar el Año Santo de la Redención, os entregué una gran Cruz de leño invitándoos a llevarla por el mundo, como signo del amor del Señor Jesús por la humanidad y como anuncio que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención. Desde entonces, sostenida por brazos y corazones generosos, está haciendo una larga e ininterrumpida peregrinación a través de los continentes, mostrando que la Cruz camina con los jóvenes y que los jóvenes caminan con la Cruz.

Alrededor de la «Cruz del Año Santo» han nacido y han crecido las Jornadas Mundiales de la Juventud, significativos «altos en el camino» en vuestro itinerario de jóvenes cristianos, invitación continua y urgente a fundar la vida sobre la roca que es Cristo. ¿Cómo no bendecir al Señor por los numerosos frutos suscitados en las personas y en toda la Iglesia a partir de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que en esta última parte del siglo han marcado el recorrido de los jóvenes creyentes hacia el nuevo milenio?

Después de haber atravesado los continentes, esta Cruz ahora vuelve a Roma trayendo consigo la oración y el compromiso de millones de jóvenes que en ella han reconocido el signo simple y sagrado del amor de Dios a la humanidad. Como sabéis, precisamente Roma acogerá la Jornada Mundial de la Juventud del año 2000, en el corazón del Gran Jubileo.

Queridos jóvenes, os invito a emprender con alegría la peregrinación hacia esta gran cita eclesial, que será, justamente, el «Jubileo de los Jóvenes». Preparaos a cruzar la Puerta Santa, sabiendo que pasar por ella significa fortalecer la propia fe en Cristo para vivir la vida nueva que Él nos ha dado (cf. «Incarnationis mysterium», 8).

2. Como tema para vuestra XV Jornada Mundial he elegido la frase lapidaria con la que el apóstol Juan expresa el profundo misterio del Dios hecho hombre: «la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14). Lo que caracteriza la fe cristiana, a diferencia de todas las otras religiones, es la certeza de que el hombre Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios, la Palabra hecha carne, la segunda persona de la Trinidad que ha venido al mundo. Esta «es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": Él ha sido manifestado en la carne» (Catecismo de la Iglesia Católica, 463). Dios, el invisible, está vivo y presente en Jesús, el hijo de María, la Theotokos, la Madre de Dios. Jesús de Nazaret es Dios-con-nosotros, el Emmanuel: quien le conoce, conoce a Dios; quien le ve, ve a Dios; quien le sigue, sigue a Dios; quien se une a él está unido a Dios (cfr. Gv 12,44-50). En Jesús, nacido en Belén, Dios se apropia la condición humana y se hace accesible, estableciendo una alianza con el hombre.

En la vigilia del nuevo milenio, renuevo de corazón la invitación urgente a abrir de par en par las puertas a Cristo, el cual «a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). Acoger a Cristo significa recibir del Padre el mandato de vivir en el amor a él y a los hermanos, sintiéndose solidarios con todos, sin ninguna discriminación; significa creer que en la historia humana, a pesar de estar marcada por el mal y por el sufrimiento, la última palabra pertenece a la vida y al amor, porque Dios vino a habitar entre nosotros para que nosotros pudiésemos vivir en Él.

En la encarnación Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, y nos dio la redención, que es fruto sobre todo de su sangre derramada sobre la cruz (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 517). En el Calvario «Él soportaba nuestros dolores... ha sido herido por nuestras rebeldías...» (Is 53,4-5). El sacrificio supremo de su vida, libremente consumado por nuestra salvación, nos habla del amor infinito que Dios nos tiene. A este propósito escribe el apóstol Juan: « tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Lo envió a compartir en todo, menos en el pecado, nuestra condición humana; lo "entregó" totalmente a los hombres a pesar de su rechazo obstinado y homicida (cfr. Mt 21,33-39), para obtener para ellos, con su muerte, la reconciliación. «El Dios de la creación se revela como Dios de la redención, como Dios que es fiel a sí mismo, fiel a su amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la creación... ¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor!» («Redemptor hominis», 9.10).

Jesús salió al encuentro de la muerte, no se retiró ante ninguna de las consecuencias de su «ser con nosotros» como Emmanuel. Se puso en nuestro lugar, rescatándonos sobre la cruz del mal y del pecado (cfr. Evangelium vitæ, 50). Del mismo modo que el centurión romano viendo como Jesús moría comprendió que era el Hijo de Dios (cfr. Mc 15,39), también nosotros, viendo y contemplando el Crucifijo, podemos comprender quién es realmente Dios, que revela en Él la medida de su amor hacia el hombre (cfr. Redemptor hominis, 9). "Pasión" quiere decir amor apasionado, que en el darse no hace cálculos: la pasión de Cristo es el culmen de toda su existencia "dada" a los hermanos para revelar el corazón del Padre. La Cruz, que parece alzarse desde la tierra, en realidad cuelga del cielo, como abrazo divino que estrecha al universo. La Cruz «se manifiesta como centro, sentido y fin de toda la historia y de cada vida humana» (Evangelium vitæ, 50).

«Uno murió por todos» (2 Cor 5,14); Cristo «se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma» (Ef 5,2). Detrás de la muerte de Jesús hay un designio de amor, que la fe de la Iglesia llama "misterio de la redención": toda la humanidad está redimida, es decir liberada de la esclavitud del pecado e introducida en el reino de Dios. Cristo es Señor del cielo y de la tierra. Quien escucha su palabra y cree en el Padre, que lo envió al mundo, tiene la vida eterna (cfr. Jn 5,24). Él es «el cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29.36), el sumo Sacerdote que, probado en todo como nosotros, puede compadecer nuestras debilidades (cfr. Heb 4,14ss) y, "hecho perfecto" a través de la experiencia dolorosa de la cruz, es «causa de salvación eterna para todos los que le obedecen» (Heb 5,9).

3. Queridos jóvenes, frente a estos grandes misterios aprended a tener una actitud contemplativa. Permaneced admirando extasiados al recién nacido que María ha dado a luz, envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es Dios mismo entre nosotros. Mirad a Jesús de Nazaret, por algunos acogido y por otros vilipendiado, despreciado y rechazado: es el Salvador de todos. Adorad a Cristo, nuestro Redentor, que nos rescata y libera del pecado y de la muerte: es el Dios vivo, fuente de la Vida.

¡Contemplad y reflexionad! Dios nos ha creado para compartir su misma vida; nos llama a ser sus hijos, miembros vivos del Cuerpo místico de Cristo, templos luminosos del Espíritu del Amor. Nos llama a ser "suyos": quiere que todos seamos santos. Queridos jóvenes, ¡tened la santa ambición de ser santos, como Él es santo! Me preguntaréis: ¿pero hoy es posible ser santos? Si sólo se contase con las fuerzas humanas, tal empresa sería sin duda imposible. De hecho conocéis bien vuestros éxitos y vuestros fracasos; sabéis qué cargas pesan sobre el hombre, cuántos peligros lo amenazan y qué consecuencias tienen sus pecados. Tal vez se puede tener la tentación del abandono y llegar a pensar que no es posible cambiar nada ni en el mundo ni en sí mismos.

Aunque el camino es duro, todo lo podemos en Aquel que es nuestro Redentor. No os dirijáis a otro si no a Jesús. No busquéis en otro sitio lo que sólo Él puede daros, porque «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hc 4,12). Con Cristo la santidad -proyecto divino para cada bautizado- es posible. Contad con él, creed en la fuerza invencible del Evangelio y poned la fe como fundamento de vuestra esperanza. Jesús camina con vosotros, os renueva el corazón y os infunde valor con la fuerza de su Espíritu.

Jóvenes de todos los continentes, ¡no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio! Sed contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los hermanos, miembros activos de la Iglesia y constructores de paz. Para realizar este comprometido proyecto de vida, permaneced a la escucha de la Palabra, sacad fuerza de los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía y de la Penitencia. El Señor os quiere apóstoles intrépidos de su Evangelio y constructores de la nueva humanidad. Pero ¿cómo podréis afirmar que creéis en Dios hecho hombre si no os pronunciáis contra todo lo que degrada la persona humana y la familia? Si creéis que Cristo ha revelado el amor del Padre hacia toda criatura, no podéis eludir el esfuerzo para contribuir a la construcción de un nuevo mundo, fundado sobre la fuerza del amor y del perdón, sobre la lucha contra la injusticia y toda miseria física, moral, espiritual, sobre la orientación de la política, de la economía, de la cultura y de la tecnología al servicio del hombre y de su desarrollo integral.

4. Deseo de corazón que el Jubileo, ya a las puertas, sea una ocasión propicia para una gran renovación espiritual y para una celebración extraordinaria del amor de Dios por la humanidad. Desde toda la Iglesia se eleve «un himno de alabanza y agradecimiento al Padre, que en su incomparable amor nos ha concedido en Cristo ser "conciudadanos de los santos y familiares de Dios" (Ef 2,19)» (Incarnationis mysterium, 6). Nos conforta la certeza manifestada por el apóstol Pablo: Si Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? En todos los acontecimientos de la vida, incluso la muerte, salimos vencedores, gracias a aquel que nos amó hasta la Cruz (cfr. Rm 8,31-37).

El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y el de la Redención por él llevada a cabo para todas las criaturas constituyen el mensaje central de nuestra fe. La Iglesia lo proclama ininterrumpidamente durante los siglos, caminando «entre las incomprensiones y las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios» (S. Agustín, De Civ. Dei 18,51,2; PL 41,614) y lo confía a todos sus hijos como tesoro precioso que cuidar y difundir.

También vosotros, queridos jóvenes, sois destinatarios y depositarios de este patrimonio: «Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia. Y nosotros nos gloriamos de profesarla, en Jesucristo nuestro Señor» (Pontifical Romano, Rito de la Confirmación). Lo proclamaremos juntos en ocasión de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, a la que espero que participaréis en gran número. Roma es "ciudad santuario", donde la memoria de los Apóstoles Pedro y Pablo y de los mártires recuerdan a los peregrinos la vocación de todo bautizado. Ante el mundo, el mes de agosto del próximo año, repetiremos la profesión de fe del apóstol Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68) porque «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). También a vosotros, muchachos y muchachas, que seréis los adultos del próximo siglo, se os ha confiado el "Libro de la Vida", que en la noche de Navidad de este año el Papa, siendo el primero que cruzará la Puerta Santa, mostrará a la Iglesia y al mundo como fuente de vida y esperanza para el tercer milenio (cfr. Incarnationis mysterium, 8). Que el Evangelio se convierta en vuestro tesoro más apreciado: en el estudio atento y en la acogida generosa de la Palabra del Señor encontraréis alimento y fuerza para la vida de cada día, encontraréis las razones de un compromiso sin límites en la construcción de la civilización del amor.

5. Dirijamos ahora la mirada a la Virgen Madre de Dios, a quien la devoción del pueblo cristiano le ha dedicado uno de los monumentos más antiguos y significativos que se conservan en la ciudad de Roma: la basílica de Santa María Mayor.

La Encarnación del Verbo y la redención del hombre están estrechamente relacionadas con la Anunciación, cuando Dios le reveló a María su proyecto y encontró en ella, joven como vosotros, un corazón totalmente disponible a la acción de su amor. Desde hace siglos la piedad cristiana recuerda todos los días, recitando el Angelus Domini, la entrada de Dios en la historia del hombre. Que esta oración se convierta en vuestra oración, meditada cotidianamente.

María es la aurora que precede el nacimiento del Sol de Justicia, Cristo nuestro Redentor. Con el «sí» de la Anunciación, abriéndose totalmente al proyecto del Padre, Ella acogió e hizo posible la encarnación del Hijo. Primera entre los discípulos, con su presencia discreta acompañó a Jesús hasta el Calvario y sostuvo la esperanza de los Apóstoles en espera de la Resurrección y de Pentecostés. En la vida de la Iglesia continúa a ser místicamente Aquella que precede el adviento del Señor. A Ella, que cumple sin interrupción el ministerio de Madre de la Iglesia y de cada cristiano, le encomiendo con confianza la preparación de la XV Jornada Mundial de la Juventud. Que María Santísima os enseñe, queridos jóvenes, a discernir la voluntad del Padre del cielo sobre vuestra existencia. Que os obtenga la fuerza y la sabiduría para poder hablar a Dios y hablar de Dios. Con su ejemplo os impulse para ser en el nuevo milenio anunciadores de esperanza, de amor y de paz.

En espera de encontraros en gran número en Roma el próximo año, «os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados» (Hc 20,32) y de corazón, con gran cariño, os bendigo a todos, junto a vuestras familias y las personas queridas.

Desde el Vaticano, 29 de junio de 1999, Solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo.

Ioannes Paulus P.P. II