SAN SOFRONIO DE JERUSALÉN


Nació en Damasco, hacia el año 560. Probablemente ejerció 
como profesor de Retórica, hasta que, todavía joven, abrazó la 
vida monacal. Pasó veinte años bajo la dirección experta de San 
Juan Mosco. Juntos visitaron varios monasterios de Egipto, con el 
propósito de pasar a Roma. Una vez en la Ciudad Eterna, el año 
619 murió San Juan Mosco. Entonces, San Sofronio decidió 
regresar a Palestina. En el año 633 o 634 fue elegido Patriarca de 
Jerusalén, mostrándose desde entonces como un pastor celoso de 
su grey. 

La biografía de San Sofronio podría centrarse en dos polos de 
interés: su afán de santidad y su integridad doctrinal, que le llevó a 
sufrir mucho por defender la fe católica frente a la herejía del 
monotelismo. Estas dos características quedan muy bien reflejadas 
en su producción literaria, de la que nos han llegado algunas 
obras que podrían llamarse de entretenimiento, unos cuantos 
himnos y varios escritos hagiográficos, como la Vida de los santos 
egipcios Ciro y Juan y algunos fragmentos de una biografía del 
Patriarca alejandrino Juan el Limosnero, compuesta junto a San 
Juan Mosco. 

El mismo año de su muerte, 638, vio con inmenso pesar como la 
Ciudad Santa caía en manos de los musulmanes, por obra del 
Califa Omar. 

LOARTE

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Ave Maria
(Discurso 2 en la Anunciación de la Madre de Dios)
En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a 
una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada 
con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de 
la virgen era María. Y habiendo entrado donde ella estaba le dijo: 
«Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc 1, 26-28). 


¿Qué puede hallarse que sea más sublime que este gozo, oh 
Virgen Madre? ¿Qué puede ser más excelente que esta gracia, 
que por voluntad divina a ti sola ha tocado en suerte? ¿O qué 
puede imaginarse más alegre y espléndido? Todos los dones 
difieren del milagro que en ti brilla; todos yacen por debajo de tu 
gracia; todos, incluso los más probados, son secundarios y poseen 
una claridad muy inferior. 

El Señor es contigo. ¿Quién, pues, osará luchar contra ti? Dios 
está de tu parte: ¿habrá alguien que no se te rinda 
inmediatamente, y no te otorgue con alegría el primado y la 
excelencia? Al considerar tus eminentes prerrogativas por encima 
de todas las criaturas, te aclamo con suma alabanza: Salve, llena 
de gracia, el Señor es contigo. Por ti, el gozo no sólo se reparte a 
los hombres, sino que se tributa también a las celestes potestades. 


Verdaderamente, eres bendita entre todas las mujeres, porque 
transformaste en bendición, la maldición de Eva; porque lograste 
que por ti fuera bendito Adán, que antes yacía abatido por la 
maldición del pecado. 

Bendita entre todas las mujeres, porque por ti la bendición del 
Padre brilló ante los hombres y los liberó de la antigua maldición. 

Bendita entre todas las mujeres, porque por ti tus antepasados 
hallaron la salvación; ya que Tú vas a engendrar al Salvador, que 
les procurará la divina salud. 

Bendita entre las mujeres, porque sin germen ofreciste el fruto 
que bendecirá el orbe de la tierra, y le redimirá de las espinas de 
la maldición. 

Bendita entre las mujeres, porque siendo por naturaleza mujer, 
serás Madre de Dios. Pues si Aquél que de ti nacerá es Dios 
encarnado, Tú serás llamada, por mérito y derecho, Madre de 
Dios, pues a Dios vas a dar a luz (...). 

Tú llevas encerrado en tu seno al mismo Dios, que en ti mora 
según la carne, y por ti se presenta como el prometido, que 
obtendrá el gozo para todos y comunicará la luz divina al universo. 


En ti, oh Virgen, como en un purísimo y resplandeciente cielo, 
Dios puso su tabernáculo; y saldrá de ti como el esposo de su 
tálamo (Sal 69, 5-6); e imitando la carrera del gigante correrá 
durante toda su vida, llenando a todos los vivientes con la futura 
salvación. Y llenará con calor divino y vivificante esplendor a 
cuantos a ella se encaminan. 

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