TESIS 3. El don de la fe como respuesta del hombre a Dios que se revela.

           

            "La fe es la aceptación de la Palabra de Dios, escuchada en la comunidad creyente, como palabra salvadora" (A. Bentué).

 

            En el mundo de hoy, la fe es incomprendida y cuestionada. En el lenguaje común, "creer" es no saber, o un saber aproximado. Kasper lo expresa sintéticamente: El martirio de hoy es creer. Vale la pena preguntarse ¿Tiene algún sentido aún creer?  ¿Es la fe un impulso que determine la historia? A menudo se ven los enunciados de la fe como retos de antiguos ritos. Se dan grandes abismos entre la fe y la experiencia humana.

 

            El Vat I define que "la fe es la obra por la que el hombre presta a Dios mismo libre obediencia cooperando y consintiendo a su gracia, a la que podría resistir (Dz 1791). Para el cristiano la fe es  la actitud adecuada del hombre ante la revelación; la fe equivale a la revelación que ha llegado a su destinatario, a su meta. Fe y Revelación constituyen el misterio del encuentro de Dios y el hombre. Dios que invita al hombre, quien responde a su invitación.

 

i. La fe es una entrega total y libre a Dios, la cual es posibilitada por la gracia del Espíritu Santo.

 

a. La fe es un acto humano (cf. DV 5 y Dz 1791), esto es, un acto racional y voluntario, por lo tanto libre, no coaccionado.

 

b. Compromete al hombre entero; es un sí total a la acción reveladora y salvífica de Dios.

 

c. Es fidelidad a la revelación en la Escritura:

 

- Se fundamenta en la promesa.

- Es gratuita, lo primero en ella es la libre iniciativa divina.

- Implica también aventura, éxodo del hombre (Como Abraham salir de Ur).

- Más que intelectual, existencial; no sólo conocer sino una experiencia global.

- Dinamismo, exige esperar el cumplimiento en el futuro.

- Tiene una característica personal (ej. fe de Abraham) y comunitaria es la fe de todo un pueblo, es la base de su identidad comunitaria.

 

           

d. En las Sagradas Escrituras:

 

- A.T.: No hay un término específico para designar la fe; ésta es descrita como la actitud en que el hombre, confiando en Dios, funda su existencia únicamente en Él (emet, raíz de la aclamación amén). Obediencia y amor, que se traduce en un éxodo, una ruptura y un salto existencial (cf. Abraham).

 

- N.T.: El apoyarse en Dios del A.T. (continuidad, 6 rasgos comunes) pasa a ser ahora el "creer a Cristo"(discontinuidad, cf. Jn 14,10). Así la fe es la aceptación de Dios en Cristo. Opción radical que exige que Jesucristo sea el objeto de la predicación de la Iglesia Primitiva (kerygma apostólico). El Evangelio de Juan, se puede llamar el Evangelio de la fe, donde se la presenta como un proceso progresivo de iluminación que lleva a creer en Jesús como el Hijo del Padre (cf.Jn 9).

 

 

ii.. Necesidad de la gracia. Ella hace asentir libremente a lo que Dios revela:

 

            Es una conclusión a la que llega la S.E. y que posteriormente desarrolla el Magisterio: El auxilio del Espíritu Santo es indispensable para la fe (cf. Mi 16,14; Rm 1,5; Jn 15,5; Cartago, Dz 105; Orange II, Dz 176-79; Trento, Dz 827; Vat. I, Dz 1791; y Vat II, DV 5):

 

a. La fe es un don en su inicio, en su camino y en su fin, pero exige de la colaboración del agraciado para perseverar en ella.

 

b. La Escritura llama "obediencia de la fe" a esta respuesta a Dios que se revela (cf. Rm. 1,5).

 

iii. Si en el plano humano la fe tiene una estructura interpersonal, también la fe cristiana posee esta estructura a nivel infinitamente más profundo:

 

a. Estructura interpersonal de la fe humana:

 

            En el plano humano, creemos lo que nos dicen otras personas; creemos en sus intenciones (ej. su bondad) y nos confiamos a ellas (ej. : pactos, matrimonio). Ello nos muestran que el creer no menoscaba ni la libertad, ni la dignidad de la persona sino que es indispensable para la vida.

 

b. Estructura interpersonal de la fe cristiana:

 

            Se aplica la misma estructura anterior. Agustín lo expresaba bellamente: "Credere Deo, Deum, in Deum".

 

1) Credere Deo: "Fides qua creditur". Dios como fundamento de nuestra fe, confiamos en Él porque Él es Dios, creemos por su autoridad y no porque seamos capaces de llegar solos a ver la verdad de lo que se nos revela.

 

2) Credere Deum: "Fides quae creditur". Dimensión confesional o cognitiva de la fe, es la afirmación de la realidad del acontecimiento de Cristo; el contenido ortodoxo, lo que ha sido transmitido y constituye la confesión de fe en el contenido (cf. Rm. 10. 9), no tanto en las palabras.

 

3) Credere in Deum: Creer a Dios; su testimonio, su Palabra, en virtud de su autoridad. Aspecto personal de la fe. La fe termina en una persona, en la comunión con ella. Es la opción libre de creer, por la que el hombre se entrega a sí mismo, se confía y se da a Dios en Cristo. La opción de fe es así una opción de confianza, que se entrelaza con la esperanza y el amor.

 

iv. Carácter eclesial de la fe:

 

            La fe no es un acto aislado. En el bautismo se nos pregunta: ¿qué pides? La fe. Es, a través de la Iglesia, Cuerpo de Cristo (protosacramento), que la fe ha llegado a nosotros. Ella nos engendra en la fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de la transmisión de la fe de los creyentes, pues "fe viene del oído". Por otra parte, la Iglesia nace de nuestra respuesta de fe. Los creyentes se reúnen para formar la Iglesia. Y mi fe ayuda a la fe de otros. La expresión comunitaria de la fe es el "símbolo o profesión de fe".

 

 

 

 

v. La fe explícita y la fe implícita:

           

            Fe explícita es la que se confiesa de palabra y de obra; y la fe implícita es la que sin ser confesada se vive en sus aspectos más relevantes (cristianos anónimos, según la expresión de K. Rahner). Parece necesaria la confesión explícita de la fe, pues si bien hay "semillas del verbo" más allá de los deslindes visibles de la Iglesia y, si bien todo lo auténticamente humano la Iglesia lo reclama como propio, también en estos confines hay virtudes no ejercitadas, anhelos no satisfechos, defectos, prácticas inhumanas, etc., los cuales requieren ser sanados y elevados por y hacia la fe en Cristo. El cristiano auténtico es un testigo de palabra, pero por sobre todo de obra de la fe, hasta la muerte por ella.

 

vi. La relación entre fe y religiosidad:

 

            El hombre es naturalmente religioso y está abierto a la trascendencia.  Ello es un presupuesto y una preparación a la fe. Pero es la fe la que nos hace participar en el misterio de Cristo salvador. La gracia de ser llamados por Cristo a su encuentro (cf. Hb 11,6: Dz 1793).

            La declaración conciliar del Vaticano II, Nostrae Aetate, reconoce como fondo común a todas las religiones, el esfuerzo de responder a los enigmas recónditos de la condición humana, una común experiencia religiosa manifestada en la fuerza oculta que preside el curso de las cosas y los acontecimientos, y el reconocimiento de un mismo principio captado en muchas de ellas como Ser supremo e incluso como Padre. De ahí la valoración positiva de la religiosidad, en todo lo que tenga de buena, verdadera y bella, como un terreno fértil, donde Dios ha esparcido las semillas, que esperan germinar, crecer y ser cosechadas en la fe en Cristo.

 

vii. Relación entre la gracia y los motivos de creer: fe y razón: 

 

a. Puntos centrales:

           

1) La fe no es un acto irracional sino que es un auténtico acto humano. Aunque haya siempre una cierta obscuridad en ella, no es un acto ciego. Como acto humano, ha de ser consciente. Requiere de la luz de la inteligencia para discernir los signos de credibilidad, y justificar la opción libre de creer.

 

2) La revelación no contradice la razón, hay ciertos signos de credibilidad en ella, por los que la razón puede aceptar el acontecimiento de la revelación.

 

3) Pero es la gracia la que hace ver en esos signos una vocación personal a la fe, es decir, la razón por sí sola no llega a la fe, requiere necesariamente del auxilio de la gracia: iluminación y fortaleza para creer.

 

4) Con todo, la razón puede comprender los "preámbulos de la fe".

 

b. Doctrina del Vaticano I:

 

Siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás, la  opción de fe requiere:

 

1) Conocimiento racional de signos (inmanencia)

 

2) Iluminación de la gracia (trascendencia). De ahí su definición de fe como "Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia" (así la recogió el Vat I, Dz 1789).

           

3) Pero esto no significa que el motivo de creer esté en la "intrínseco verdad de las cosas", sino en la autoridad de Dios que revela. De ahí que la fe sea cierta, más que todo conocimiento humano (Dz 1789)

 

4) "La fe busca comprender" (S. Anselmo): Formular, profundizar lo que se cree.

 

5) Nunca hay verdadera contradicción entre fe y ciencia, fe y razón; pues la verdad es una (Dz 1799). De modo que si de hecho pareciera producirse, ésta no es sino aparente, muestran la debilidad de nuestro conocimiento y la necesidad de apertura para mostrar el auténtico contenido de la fe cristiana.

 

viii. La postura de:

 

a. Racionalismo:  Sobrevalora la razón. La razón que es autónoma, no se requiere de otro tipo de conocimiento para llegar a Dios (XVII - XVIII). Seminacionalismo (Hermes, Günther) prácticamente razón y fe se identifican.

 

b. Fideísmo: Subvalora a la razón, reaccionando frente al racionalismo. Sólo por fe es posible conocer a Dios; la sola razón no puede demostrar nada.

 

c. Tradicionalismo: La razón, por sí misma,  no llega a conocer a Dios. Toda creencia religiosa nos llega por tradición que proviene del estado primitivo (paraíso).

d. Modernismo: Sobrevalora las pruebas racionales de la fe, la evolución histórica del dogma y la experiencia  humana. Reduce la fe a un sentimiento religioso, es la  evolución de experiencia religiosa de los pueblos. Su error está en sobrevalorar la experiencia humana como origen de las verdades religiosas

           

ix. Límites de la razón y su verdadero papel respecto del acto de fe:

 

1) La razón es incapaz de captar por sí sola las verdades de fe. Requiere de una iluminación especial.

 

2) Puede, no obstante, captar los preámbulos de la fe con su luz propia.

 

3) Iluminada por la gracia y movida por ella puede avanzar en la comprensión de los misterios de la fe. Los cuáles, sin embargo, siempre escapan de su total dominio y comprensión.

 

En conclusión:

           

            La fe de María. María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. Ella creyó a Dios, para quien "nada es imposible"; creyó en su Palabra, y se entregó toda a Ella (toda su vida, un peregrinar en la fe) "Dichosa la que ha creído...". Fe de María también expresa el carácter eclecial o comunitario de la fe.