SUMA DE LA SAGRADA TEOLOGÍA

 

TRATADO  I

 

INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA

Por el Rev. P. MIGUEL NICOLAU, S.J.

Profesor de la Facultad Teológica de la Universidad Pontificia de Salamanca

 

CAPITULO I

INTRODUCCIÓN GENERAL A LA TEOLOGÍA

 

1.- Naturaleza de la Teología

La teología es la ciencia de Dios y de las cosas divinas.

Por ser ciencia, en Teología se tiene un conjunto ordenado y conexo de conocimientos ciertos por aun causas.

Dios es el objeto primario de esta ciencia, otras cosas en cuanto hechos o queridas por Dios, son el objeto secundario. Por lo tanto, las cosas terrenas pueden ser objeto de la Teología en cuanto se refieren a Dios y en este sentido, pueden ser consideradas como cosas divinas, objeto de la Teología.

2.- La Teología puede ser natural y sobrenatural.

La Teología natural o Teodicea toma sus conocimientos sobre Dios de verdades conocidas o demostradas por la razón y toca su objeto material en cuanto es cognoscible por la razón‑natural. Este es su objeto formal.

Teología sobrenatural, o simplemente Teología y en sentido estricto, toma sus conocimientos de los principios de la fe conocidos por revelación divina y toca su objeto en cuanto es cognoscible por la revelación divina y se diversifica de la Teodicea en este su objeto formal.

Luego, la Teología natural se eleva del conocimiento de las criaturas a Dios; la Teología sobrenatural desciende del conocimiento de Dios y de la revelación al conocimiento de las demás cosas.

3.- Teología y Fe.

Cualquier ciencia comienza o por los primeros principios que son verdades conocidas por sí mismas ( per se notae), o por los principios tomados de otra ciencia, que se llama ciencia subalternante.

En la Teología los principios casi por el conocidos ( quasi per se nota), de donde empieza ente ciencia, son los artículos de la fe, y además la doctrina revelada por Dios sobrenatural y públicamente. Esta se conoce evidentemente por la ciencia de Dios y de los bienaventurados.

Y no sería verdadero teólogo quién no tuviese la fe inicial al menos informe, ni sería verdadera teología la teología de un hereje. Pues en la Teología no se debe proceder por la sola razón, sino por la fe. Cf. D. 1616 (sobre el indeferentismo de Lammenais), 1642 (sobre el racionalismo).

Pero si los artículos de la fe y la doctrina revelada por Dios son los principios objetivos para la ciencia teológica, el principio subjetivo para el trabajo del hombre en la Teología, es la razón ilustrada por la fe. (D. 1796).

4.- Por lo tanto, le teología es la ciencia de la fe, porque el objeto de su investigación es la doctrina de la fe, el principio - objetivo de donde empieza su investigación, es la doctrina revelada por - Dios que se acepta por la fe, por fin el principio subjetivo para investigar en la razón ilustrada por la fe. Por lo cual la Teología servirá para­ enseñar la fe y para penetrar y saborear la fe.

La fe y la luz de la fe deberán permanecer también durante todo el curso de la investigación para que no se de una contradicción con la posición inicial por la que se empezó, ni se yerra del recto camino.

5. La fe. de la que tratamos (la cual conviene ya bosquejar y definir) según la doctrina del Vaticano I, "es una virtud sobrenatural, por la cual, por la inspiración de Dios y la ayuda de la gracia, creemos que son verdaderas las cosas reveladas por El, no por la intrínseca verdad de las cosas percibidas por la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que revela, la cual no puede ni engañarse ni engañar". (D.1789). Pero, para que pudiésemos satisfacer el deber de abrazar la verdadera fe y de perseverar constantemente en ella, Dios instituyó la Iglesia por su Hijo Unigénito y la proveyó de notas claras de su institución, a fin de que pudiese ser reconocida por todos como custodia y maestra de la ver dad revelada (D.1793) "Deben ser creídas con fe divina y católica todas aquellas cosas que están contenidas en la palabra de Dios escrita o tradicional y son propuestas por la Iglesia, sea por su juicio solemne, sea por su magisterio ordinario y universal, para ser creídas como reveladas por Dios”  (D.1792).       

6.- La regla próxima de la fe. La norma o regla próxima, inmediata­ y suprema de la fe es para el católico la doctrina del Magiste­rio de la Iglesia, vivo, auténtico y tradicional. Porque este magisterio da íntegra la doctrina revelada, su sentido genuino y su interpretación autén­tica y sirve para proponer, en cualquier tiempo y lugar, la doctrina revelada infalible y auténtica.

Por lo tanto, para el teólogo que debe comenzar por la doctrina de la fe propuesta por la regla próxima de la fe, el magisterio de la Iglesia deberá ser investigado lo que siente el magisterio de la Iglesia sobre cualquier cosa, pero esto es sólo la introducción de la teología, no es su único constitutivo.[i]

7.- TEOLOGÍA POSITIVA Y TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA O ESPECULATIVA

Por razón del método y de su función, la Teología se divide en positiva y en escolástica o especulativa.[ii]

Dónde se tiene un dato teológico ofrecido por el magisterio contemporáneo o cuasi contemporáneo de la Iglesia, sobre el cual ya hablamos más arriba, el trabajo propio de la ciencia teológica es justificar este dato por sus causas, o si el Magisterio no se pronunció aún explícitamente en algunas cosas, la labor del teólogo será encontrar que verdades reveladas se contienen en las fuentes. Estas cosas se deben mostrar con método positivo, y la función teológica por la cual se demuestra con tal método positivo, que verdades reveladas contienen las fuentes positivas (Escritura, Tradición), se llama Teología positiva. Esta función teológica se ha desarrollado especialmente desde la edad del renacimiento y la moderna, porque era necesario justificar ante los humanistas y protestantes el depósito transmitido de la fe en cuanto tal, y la práctica de tal Teología está en la explícita voluntad de la Iglesia.

“Añadimos a esto que también a Nos nos parecen dignos de alabanza quienes con entera reverencia para con la Tradición y los Padres y el Magisterio Eclesiástico, con sabio juicio y usando de las normas católicas ( lo que no ocurre igualmente con todos), trabajan por iluminar la Teología posi­tiva, tomando luz de la verdadera historia. Porque ciertamente se debe tener mayor cuenta que hasta ahora de la teología positiva, pero hágase esto de tal modo, que no sufra ningún detrimento la escolástica y sean reprendidos quienes ensalzan la positiva de tal modo, que parezcan despreciar la Teología escolástica, puesto que así favorecen el objetivo de los modernistas”.[iii]

8.- La Teología escolástica o especulativa, procede principalmente por el método especulativo y es aquella función teológica que en las escuelas del Medioevo floreció en gran manera y que también ha conseguido un gran esplendor por los escolásticos del renacimiento. La Iglesia defiende con gran interés esta función teológica y especialmente después de los ataques con que ha sido impugnada, y San Pío X decía: ”(Los Modernistas) se­ burlan y desprecian constantemente a la filosofía y Teología escolástica. Sea que lo hagan por ignorancia o por miedo, o más bien por una y otra causa, es cierto que a la inclinación a las novedades se une siempre con el odio al método escolástico y no hay un indicio más claro de que alguien empiece a favorecer a las doctrinas del modernismo, que cuando comienza a aborrecer el método escolástico" (ASS 40-190) - 636 a 637).

Y Pío XII, en la Carta “Humani Genaris”: “No sólo es una imprudencia suma, sino que también hace al mismo dogma como una caña agitada por el viento, el descuidar o rechazar o privar de su valor a tantas y tan grandes cosas que muchas veces han sido hechas en un trabajo secular por varones de un ingenio y una santidad no común, bajo la vigilancia del sagrado Magisterio, ni sin la luz y la dirección del Espíritu Santo, para expresar cada vez más cuidadosamente las verdades de la fe, con una mente convencida, viva y pulida, para que en lugar de aquellas mismas cosas, basten nociones conjeturales y ciertas nociones de una vaga y vacilante filosofía nueva que, como la flor del campo, crecen hoy y mañana se secan. El desprecio de las palabras y nociones de que suelen usar los teólogos escolástica, conduce espontáneamente a debilitar la teología - como la llaman- especulativa, la cual estiman que carece de verdadera certeza, porque se sustenta por la razón teológica.

Ciertamente ¡oh dolor! los estudiosos de novedades pasan fácilmente -del desprecio de la Teología escolástica a la negligencia y aún al desprecio del mismo Magisterio de la Iglesia. (D. 2312 s).

9.- Llaman a la Teología positiva el entendimiento que busca la fe, pues la razón busca que contienen las fuentes de la revelación y de la fe.

En cambio, a la Teología escolástica se la llama la fe que busca al entendi­miento; es ciertamente lo que deseaba San Agustín: “deseé ver con el entendimiento lo que creí", y San Anselmo : "No intento, Señor, penetrar en tu profundidad, porque de ningún modo la comparo a mi entendimiento, pero deseo entender algo tu verdad que cree y ama mi corazón. Porque tampoco busco entender para creer, sino que creo para entender ....” En fin, es aquella inte­ligencia de los misterios y esta fructuosísima, la que con la gracia de Dios, alcanza la razón ilustrada por la fe cuando, atenta, piadosa y sobriamente,­ busca la analogía, ya de aquellas cosas que naturalmente conoce, ya de la co­nexión de los misterios entre sí y con el último fin del hombre (D. 1789).

10.- Por la Teología escolástica la fe se explica más claramente, es decir:

a) Las verdades reveladas menos conocidas se explican y demuestran con la ayuda de otras más conocidas  “y desde los artículos de la fe, esta doctrina argumenta a otras" ( S.Th. i q. 1 a 8).

b) Las verdades de la fe se explican desde la analogía de aquellas cosas que la razón conoce naturalmente.

            c) De las verdades reveladas se deducen nuevas verdades, que por lo tanto, estaban contenidas en ellas virtualmente, esto se­ hace principalmente con la ayuda de la filosofía.

d) Se demuestra la conexión entre las verdades reveladas y se las reduce a un sistema científico.

11.- EL SUJETO DE LA TEOLOGÍA

El sujeto de una ciencia es aquello que se somete primariamente a su consideración e investigación. Es casi la base y el fundamento que sustenta a otras verdades que se consideran en esa ciencia.

El sujeto de la Teología es Dios. Y no solo por parte del objeto material, sino también por parte de la razón con que se considera, porque "todas las cosas ... se tratan en la doctrina sacra bajo la razón de Dios, o porque son el mismo Dios, o porque están ordenadas a Dios como a principio y fin". (S.Th. i.q. 1 a 7).

Sin embargo, son posibles otros modos de considerar y ordenar los conocimientos teológicos, según sea el núcleo o centro que se tome. (V.gr. El Verbo encarnado), según el fin que se pretenda (especulativo práctico y carismático).

12.- LOS LUGARES TEOLÓGICOS o el método teológico.

Las fuentes de argumentación teológica, tomando el nombre de la retórica o del trabajo de Agrícola, De Inventione dialéctica (los lugares dialécticos, se llaman lugares teológicos. Son, pues fuentes del conocimiento teológico, sea para buscar, sea para juzgar lo encontrado, y como categorías de argumentos o domicilios y sedes de los argumentos para probar y refutar. Celebérrima y clásica es la obra de Melchor Cano De locis theologicis ( Los lugares teológicos) (Cf. n.76).

13.- Las fuentes unas son propias, otras adjuntas.

Los lugares teológicos propios son aquellas fuentes de argumentación propias de la teología, que muestran la misma doctrina revelada. Son fundamentales y constitutivas aquéllas que contienen la revelación la constituyen: Escritura, Tradición. La razón teológica es una forma de argumentar tomada de una premisa conocida por la razón, muestra las virtualidades de la Revelación.

Los lugares adjuntos son aquellos que sirven para una mayor inteli­gencia y confirmación de la doctrina revelada: Filosofía, Historia, Derecho,...

14.- He aquí el cuadro de los lugares:

 

 

 

 

 

Propios

 

 

 

 

Constituyentes

Escritura

 

 

Tradición se conoce por:

 

Las Actas del magisterio

Extraordinario

ordinario, Liturg. universal

 

 

Los Testigos de la tradición

-consentimiento de los Padres

-consentimiento de los teólogos

-consentimiento de los fieles

Razón teológica

 

Adjuntos

Ciencias filosóficas

Ciencias históricas

Ciencias jurídicas

15.- Ayuda notar que la demostración de la verdad revelada por la Tradición, por las actas del Magisterio extraordinario ( definiciones de los Concilios y de los Romanos Pontífices y también otros documentos de la Iglesia ....) no se identifica necesariamente aunque pueda coincidir especialmente en la práctica didáctica) con aquello que dijimos inicio de la Teología y su función primera: encontrar la doctrina misma del magisterio de la Iglesia, porque esto significa encontrar qué dice la regla‑próxima de la fe, es decir, especialmente el magisterio contemporáneo, o casi contemporáneo, lo cual se comprueba después teológicamente como contenido en la tradición, por medio de otros documentos más antiguos.

16.- También hay diferencia entre el argumento de Escritura o Tradición en la Teología dogmática y las investigaciones propias de la Teología bíblica y patrística. Porque allí se trata de probar una tesis conocida previamente, la cual se podría realizar con pocas palabras. Aquí, en cambio, se trata de encontrar conclusiones relativas a algún tema amplio o corto, según plazca y se suponen investigaciones exhaustivas en cuanto sea posible. Allí se utiliza la vía regresiva y ascendente, aquí la vía es progresiva y­ descendiente.

17.- Las Liturgias nos enseñan no solamente la fe de algún Padre, sino la fe de alguna Iglesia, es decir, la fe de todos aquellos Padres y fieles que han utilizado esa Liturgia. Si las Liturgias son universales, entonces implican la tradición‑y el magisterio (ordinario) universal y son documentos de valor eximio.

18.- TEOLOGÍA DOGMÁTICA O TEÓRICA Y TEOLOGÍA PRÁCTICA.

Por razón de la materia, la Teología puede ser teórica o práctica. La Teología teórica trata de las verdades que no se ordenan inmediata y directamente para dirigir la acción del hombre, pues descansa inmediatamente en la contemplación de la verdad, aunque mediata e indirectamente tenga un objeto práctico, es decir, la acción, porque el espíritu vive esas verdades. Se le llama también teología dogmática, porque trata mucho acerca de los dogmas o de las verdades reveladas propuestas por la Iglesia como tales.

La Teología práctica estudia las verdades que directamente tienden a dirigir la vida del hombre. Se llama también Teología moral en sentido amplísimo, significando que estudia la íntegra acción humana, en cuanto que ésta se debe conformar a la norma de la moralidad conocida sobrenaturalmente, o en cuanto considera el movimiento integro de la criatura racional hacia Dios.

Sin embargo, en un sentido más estricto, se entiende frecuentemente por Teología moral, aquella parte de la Teología práctica que trata de la acción humana como prescripta, esto es, como licita o ilícita. Otra parte de la Teología práctica se llama Teología espiritual (ascética y mística), que trata sobre la perfección sobrenatural de la acción y de la vida humana.

Por fin, la Teología pastoral, que es también parte de la Teología práctica, considera y enseña el modo de proceder en el cuidado de las almas y en el apostolado práctico, considerando ya lo que se refiere al régimen y gobierno de las almas (Hodegética) y a lo que pertenece a su instrucción y educación religiosa ( Catequética, Pedagogía religiosa) y al ministerio de­ la palabra (Homilética), ya por fin , aquellas cosas que tocan directamen­te a la santificación de las almas, por medios, o estrictamente litúrgicos, (Misa, Sacramentos), o no litúrgicos.

Según Santo Tomás, la sagrada doctrina es más especulativa que practica, porque trata muy especialmente de las cosas divinas mas que de los hechos humanos. San Buenaventura sublinea el aspecto práctico y afectivo en la Teología, porque si el entendimiento es considerado en sí mismo, se perfecciona por la ciencia especulativa, si se le considera en cuanto que rige la acción, se perfecciona por la ciencia práctica o moral, pero si se le considera de un modo intermedio como nacido para extenderse al afecto, se perfecciona por un hábito intermedio entre el puramente especulativo y puramente práctico, y este hábito es la sabiduría, que se refiere juntamente al conocimiento y al afecto; la ciencia teológica es ese hábito intermedio y tiene por fin, ya la contemplación, ya el que seamos buenos, pero principal mente, el que seamos buenos.

La división de la que tratamos en los nºs. 7-10 en Teología positiva y escolástica, se refería al método. Pero esta división en Teología dogmática (teórica) y práctica, se refiere, como dijimos, a la materia, y en una teología o en la otra, se puede proceder, ya con el método positivo ya con el especulativo.

19.- TEOLOGÍA KERYGMATICA.

Pretende ordenarse el kerigma, o sea la predicación. Porque para la predicación, lo capital es mover la voluntad, y la voluntad se mueve por la proposición del bien o de los valores de las cosas, esta Teología pretende, no ciertamente omitir la proposición de la verdad (porque la verdad y el bien se identifican -convertuntur-), sino insistir especialmente en los valores de los dogmas. De este fin -dicen- se deben tomar el modo de proceder y el núcleo de esta Teología: Jesucristo.

A nosotros nos parece que se debe procurar realmente esta función kerigmática o consideración de los valores en la Teología, y estimamos dignos de alabanza a aquellos autores que trabajaron con un esfuerzo peculiar en esta materia, pero, no por eso parecería necesario constituir una Teología autónoma o independiente.

20.- LA TEOLOGÍA Y EL PROGRESO.

Hay también quienes recientemente insisten en el estudio teológico de las cosas terrestres, cuales son las ciencias humanas, culturas y civilizaciones, artes estéticas e industriales, el trabajo humano, el cuerpo, la técnica... con la intención de que por este estudio, desde las fuentes de la revelación, aparezcan los valores espirituales de las cosas temporales, y se evite en muchas sociedades humanas, la disociación entre el Reino de Cristo y las cosas temporales. Tal estudio, no siempre relegado, se podrá tener ciertamente muy bien en la Teología verdaderamente completa, ya por la consideración de Dios creador de tales cosas temporales y de su fin, ya por el estudio de las relaciones entre las penas del pecado original y el mundo temporal, ya, por fin, desde el orden de la reintegración y restauración y consumación de todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra, por Cristo y en Cristo.

También existen hoy conatos de tratar con una consideración plenamente teológica muchas cosas humanas, de modo que no sólo la razón natural, sino también la razón ilustrada por la fe, trate e investigue sobre ellas. Así, no solo acerca de la Teología de la Historia, sino también acerca de la teología del trabajo, la teología de la mujer, la teología del estado laical, etc.

21.- Otros han hablado de la Teología nueva.

Es ciertamente propio del teólogo que de tal manera hable, sea de palabra o por escrito a los hombres de su tiempo, que le escuchen con agrado­ inteligente y voluntariamente. “De lo cual es deduce que deben acomodar sapientemente sus palabras al ingenio y a la propensión de su siglo, en las cuestiones que proponen y presentan, en el modo de conducir las argumentaciones y también al elegir el género de dicción. Pero nadie turbe o cambie lo que es inmutable.. Cuando se tratan cuestiones nuevas y libres, resplan­dezcan siempre en las mentes los principios de la doctrina católica. Sopésese con vigilante cautela lo que en Teología suena como realmente nuevo. Sea separado cierta y firmemente de aquello que es conducido por conjeturas, de aquello que pueda conducir a infiltrar la costumbre resbaladiza y no siempre laudable, aún en la Teología y Filosofía, a los que yerran. muéstreseles una mano amiga, pero no se tenga ninguna indulgencia para los errores de las opiniones”. (Pío XII a los Padres S.I. de la Congregación General XIX - set. 1946- AAS. 38 –1946- 3845).

22.- EL MÉTODO DE APRENDER

El teólogo debe pretender, en primer lugar, conocer profundamente los fundamentos de la religión católica bajo la guía de la Iglesia Maestra y penetrar íntimamente los motivos de credibilidad de la fe, después procúrese el conocimiento claro y recto, sólido e íntimo, de los dogmas y de otras verdades reveladas, sin descuidar en nada las doctrinas que están en conexión con el dogma o se derivan de él. Ahí se hará un cuerpo sistemático, y, por lo tanto, científico de toda la doctrina de la fe, y provisto de él, podrá entregarse más eficazmente, tanto a su propia salud espiritual, como a la de los prójimos.

23.- Pero deberá ser observada santamente la doctrina de Sto. Tomás y su método, puesto que es más sólida, más segura y más aprobada por la Iglesia. Muchas son las recomendaciones del Doctor Angélico y Común, hechas por los Sumos Pontífices.

Pero no exijan unos a otros algo más amplio que lo que de todos exige la Iglesia Madre y Maestra, porque no se puede prohibir que se dispute de aquellas cosas de las cuales en las escuelas católicas, y entre autores de la mejor nota, se suele tratar en sentidos contrario, ni a nadie se puede impedir que siga aquella sentencia que a é le parezca más verosímil.

24. El método que se recomienda por la Santa Sede para las escuelas teológicas (y filosóficas) es el método, tanto positivo, como el escolástico. Así enseña la Constitución "Deus acientiarium Dominus".

En la Facultad Teológica, en primer lugar lo tenga la Sagrada Teología (dogmática). Esta disciplina debe ser enseñada con el método, tanto positivo como escolástico, por lo tanto, expuestas las verdades de la fe y demostradas por la Sagrada Escritura y por la tradición, investíguense e ilústrense la naturaleza de esas verdades y su íntima razón según la mente y doctrina de Sto. Tomás de Aquino”. (a.29).

Los alumnos de tal manera sean formados en la parte positiva de las disciplinas, que no sólo aprendan bien la misma doctrina, sino que conozcan también las fuentes propias de cada disciplina y las leyes de interpretarlas. Y acostumbrensen a utilizar con fruto los medios de trabajo científico y sus auxilios".

En las cuestiones especulativas de la Teología o de la Filosofía, utilícese el método que llaman escolástico, sin descuidar la forma silogística, tanto en el proponer los argumentos, como en el aducir, disputar y resolver las dificultades. Con este método, de tal manera se cultiven las mentes de los alumnos, que se hagan aptos y preparados, no sólo para juzgar y refutar los falsos sistemas y los errores anteriores, sino también, para discernir y estimar desde la verdad las nuevas sentencias que quizá nazcan en las disciplinas teológicas o filosóficas”. (Ordenaciones de la S. Congreg. de Semin. a 18 & 2,3)

De modo parecidos en la Constitución “Sedes Sapientiae”: “Enséñese la Teología, bajo la dirección y magisterio de Sto. Tomás de Aquino, tanto por el método positivo, como por el que se llama escolástico, de tal manera que con la iluminación del Magisterio auténtico y utilizados los subsidios convenientes, se estudien cuidadosamente las fuentes de la Divina Revelación y tomados de ella, se expongan claramente y se reivindiquen eficazmente los tesoros de la verdad”.

25.- También deben ser estimados los ejercicios escolásticos, tales que "por ellos, los alumnos aprendan el método científico de investigar y el arte de proponer, aún con escritos, lo que han alcanzado por el estudios bajo la dirección de los profesores”. Más aún, debe haber “disputas escolásticas, por las cuales los alumnos se acostumbren a conocer profundamente la doctrina, a exponerla lúcidamente y a defenderla eficazmente".

Toda la antigüedad clama con una sola voz para recomendar estos ejercicios porque siempre han sido tenidos en un gran aprecio, por los antiguos para hacer profundos y sólidos teólogos. Basta aducir el celebérrimo Juan Maldonado S.J., profesor en la Universidad de Paris, pensando así de ellos y recomendando diversas formas de los mismos:

Las Ejercitaciones, cuantas más sean y mas útiles, harán tanto más doctos a los alumnos. Parece que son necesarias siete: La 1ª, es, que acabada la prelección y aún reciente, la recitan en la misma clase o en otro sitio, hasta que entiendan rectamente todas las cosas y las impriman en la memoria; 2ª, a otra hora del mismo día repitan otra vez y disputen sobre ello, en la clase o en otro sitio, estando presente el preceptor; 3ª, el sábado o en los días de fiesta, disputen en la clase o en otro si tío, durante dos horas, presidiendo el preceptor; 4ª, cada mes tengan disputaciones más célebres durante medio día, en que no sólo disputen los discípulos, sino también los preceptores; 5ª, cada año, antes de la renovación general de los estudios, sostengan disputas durante uno o dos días con la máxima celebridad que se pueda; 6ª, alguna vez tengan prelecciones privadamente en casa sobre esas cosas, para que poco a poco se formen preceptores; 7ª, traten por escrito, alguna cuestión y muéstrela al preceptor para que la corrija”.

Si se trata la Teología con este método prudentemente acomodado, adquiriremos una solidez y un raciocinar exacto, más que una apariencia o indigesta abundancia de erudición. 

26.- LA TEOLOGÍA Y LA VIDA SACERDOTAL.

Consta, por la clara y frecuente doctrina de la Iglesia, que la Teología es necesaria para el Ministerio sacerdotal. Así, en la Encíclica “Ad Catholici Sacerdoti”, donde se nos presenta el recuerdo elocuentísimo de Malaquías (2,7): "Los labios del sacerdote custodiarán la ciencia y se buscará la ley de su boca”, y también en la Liturgia de la ordenación se desea que los nuevos presbíteros sean maduros en la ciencia, y su doctrina sea medicina espiritual para el pueblo de Dios, y meditando día y noche en la ley divina, crean lo que leen, enseñen lo que han creído, imiten lo que enseñan. Pablo Apóstol recomendaba a Timoteo, que atendiese a sí y a la doctrina, y que instando en estas cosas, se salvase a sí mismo y a los demás ( I. Tim 4,16).[iv]

27.- También para la misma vida espiritual y de oración de los sacerdotes, la Teología es ante todo, necesaria. Porque erraría quién juzgase que descuidados los estudios antes del sacerdocio, o dejados después y piense que despojados de aquel abundante conocimiento de Dios y de los misterios de la fe, que se adquiere de las doctrinas sagradas, podrán fácilmente elevarse a las alturas y ser llevados e introducidos en la interior unión con Dios. Y la Iglesia condenó, al menos como tendenciosa la proposición de Miguel de Molinos, que el teólogo tiene una disposición menor que el hombre rudo para el estado contemplativo. (D.1284).

28.- Al manos, se obtendrán ciertamente estos beneficios, si, como advierte San Bernardo, se entrega con la debida intención a los estudios.­ “Porque hay quienes quieren saber con el único fin de saber y es una torpe curiosidad. Y hay quienes quieren saber para ser ellos mismos conocidos, y es una torpe vanidad .... y hay quienes también quieren saber para vender su ciencia, por ej., por dinero, por honores, y es una torpe ganancia. Pero hay quienes quieren saber para edificar, y esto es caridad. Y aún hay quienes quieren saber para ser ellos edificados, y esto es prudencia".

29.- A lo cual ayudará a acomodar con la debida proporción, las palabras de San Buenaventura:

Así pues, invito en primer lugar, al lector, al gemido de la oración de Cristo crucificado, por cuya sangre somos purificados de las inmundicias de los vicios, no crea quizás que le sea suficiente la lectura sin unción, la especulación sin devoción, la investigación sin admiración, la circunspección sin exultación, la industria sin piedad, la ciencia sin caridad, la inteligencia sin humildad, el estudio sin la gracia divina, la observación sin la sabiduría inspirada por Dios. A los prevenidos con la divina gracia, a los humildes y piadosos, a los compungidos y devotos, a los ungidos con el óleo de la alegría y a los amadores de la divina sabiduría e inflamados por su deseo, y a los que quieren vacar para magnificar a Dios, admirándole y gustando de El, les propongo las observaciones referidas, insinuando que es poco a nada el espejo propuesto exteriormente, a no ser que el espejo de nuestra mente esté terso y pulido".

30.- Así sucederá que el teólogo no solo posea la ciencia teológica, sino que también venga a la sabiduría, y esto, no sólo en sentido aristotélico, que tenga el conocimiento de las cosas por las últimas causas, es decir, por la primera causa, Dios, sino también en el sentido de que tenga un conocimiento de sapiencia (gustoso) de las cosas divinas.

31.- Así puede concebirse el oficio del teólogo, semejantemente al que Cristo enunció a sus discípulos al estar para ascender al cielo, ser testigo de Jesús en la patria y en las regiones limítrofes y hasta el fin de la tierra, es decir, como en el próximo tratado hablaremos de la Teología apologética, será propio del teólogo el­ conocer todos los argumentos que comprueban lucidísimamente la legación de Jesús y su mesianidad y divinidad para que pueda proponerlos con palabra eficaz a los rudos y a los sabios. Y no sólo dé este testimonio puramente­ científico por Cristo (el cual conmueve mucho ciertamente al pueblo cuando sabe que los hombres eruditos creen), sino que con un gusto espiritual y una experiencia interna de las cosas teológicas y con la misma vida, intente el teólogo ser un testigo vericísimo de Cristo, casi como testigo ocular y auricular, es decir, analógicamente a los dichos de Pedro y Juan: “Os hemos dado a conocer el poder y la presencia de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino tras haber visto su majestad." (2 Petr. 1,16) y también : “Lo que oímos, lo que vimos con nuestros propios ojos, lo que contemplamos ...., os lo anunciamos a vosotros”. (1 Jo. 1, 1-3).[v]

 

[i] Este sagrado Magisterio, en cosas de fe y de costumbres, de­be ser para cualquier teólogo, la próxima y universal norma de verdad, puesto que Cristo, el Señor, le confió a él todo el depósito de­ la fe, es decir las Sagradas Letras y la divina "tradición", para custodiar­lo, protegerlo e interpretarlo..." (Encíclica Humani Generis - D.2313). La exposición sistemática de la doctrina del Magisterio de la Iglesia ha sido­ hecha por F. Cavallers S.I. , Thesaurus doctrinae catholicae ex documentis magisterii ecclesiastici, como la exposición cronológica fue hecha por H. Denzinger, Enchiridium sImbolorum.

[ii] León XIII en cierto documento a los Obispos y Clero de Francia ( 8 Septiembre 1899), habla de la Teología positiva y especulativa o escolástica ( EC 602). Y en articulo 29 de la Constitución. "Deus scintiarium Dominus” , se habla de que la Teología debe ser enseñada, tanto por el método positivo como por el escolástico y en a.18 de las ordenanzas S.C. de Semin, se contradistingue la parte positiva de cada materia (S2) de las cuestiones especulativas, en las cuales se debe emplear el método que llaman escolástico (33). Cfr, más abajo n. 24.

[iii] Pío X, Encíclica "Pascendi" ASS 40 (1907) 640-641 y en la Carta “Humani Generis” de Pío XII se dicen estas cosas, acerca del recto uso de las fuentes de la revelación: “Es también verdad que los teólogos deben volver siempre a las fuentes de la divina revelación, porque es propio de ellos por qué razón se­ encuentran implícita o explícitamente en las Sagradas Letras y en la di­vina "tradición" aquellas, cosas que son enseñadas por el Magisterio vivo".

Porque sucede que una y otra fuente de la doctrina divinamente revelada contiene tantos y tan grandes tesoros de verdad que nunca realmente se agotan. Por lo cual, siempre rejuvenecen las disciplinas sagradas con el estudio de las sagradas fuentes, mientras que, por el contrario y resulta­ estéril la especulación que descuida una ulterior inquisición del "depósito” sagrado, como sabemos por experiencia. Pero, por esta causa tampoco - la que dice Teología positiva, puede igualarse a la sola ciencia históri­ca. Porque juntamente con las sagradas fuentes, Dios dio a su Iglesia el Magisterio vivo, para que sean ilustradas y aclaradas aquellas cosas que­ en el depósito de la fe no se contienen sino obscura y casi implícitamente. Porque, ciertamente, el divino Redentor no confió el depósito a cada fiel cristiano ni a los mismos teólogos para que fuese auténticamente interpretado, sino al sólo Magisterio de la Iglesia. Pues si la Iglesia ejercita este su encargo, como en el decurso de los siglos ha ocurrido a menudo, con el ejercicio, ya ordinario o extraordinario de tal deber, queda claro que es totalmente falso el método por el que se explican las cosas claras por las obscuras, más aún es necesario que todos sigan el orden contrario. Por lo cual, nuestro antecesor de inmortal memoria, Pío IX, -enseñando que el nobilísimo deber de la Teología, es enseñar como se con­tiene en las fuentes la doctrina definida por la Iglesia, no sin causa grave, añadió aquellas palabras en aquel mismo sentido en que ha sido definida” (AAS 42 (1950) 568 a 960, (D 2314).

[iv] Pío XII disertó en la exhortación al clero (23 set. 1950), sobre el valor de la Filosofía y de la Teología, para el recto desempeño del ministerio sacerdotal: En la institución a los alumnos de las cosas sagradas, aunque se requiera el conocimiento de muchas disciplinas, entre las cuales, hoy es de gran importancia la investigación de las cosas sociales, sin embargo, se le debe atribuir la mayor importancia a las doctrinas filosóficas y teológicas “según la norma del Doctor Angélico", y el Sumo Pontífice recuerda la utilidad que hay en ellas, para la vida espiritual y para el apostolado.

[v] En la colección Enchiridión indulgentiarum se pueden encontrar las preces recomendadas por la Iglesia, y enriquecidas con indulgencias. Preces et pia opera (1950) n. 759-765. Entre estas se alaba y se ofrece con razón, el siguiente Acto de Consagración de los estudios a la Bienaventurada Virgen María:

Madre dulcísima, quiero seguir bajo tu patrocinio, mis estudios y trabajos literarios, e invocado el misterio de tu Inmaculada Concepción, a lo cuales confieso ahora que quiero entregarme, principalmente por este fin, para servir mejor a la propagación de tu culto y de tu honor. Te ruego, pues, Madre amantísima, trono de la sabiduría, que protejas benignamente mis trabajos, y yo, con toda justicia, prometo piadosa y gustosísimamente, que referiré a tu intercesión ante Dios todo el bien que de ellos reciba. Amén.”