LIBRO I I

 

DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

Y DE LAS FUENTES DE ESTE MAGISTERIO

 

CAPÍTULO I

DE LA INSTITUCIÓN DIVINA DEL MAGISTERIO

 

Artículo único

El magisterio instituido por Jesucristo en los apóstoles

 

TESIS 12. Nuestro Señor Jesucristo instituyó en los Apóstoles un Magisterio auténtico, que durará para siempre e infalible.

 

502. Nexo. En el libro primero hemos probado que Jesucristo instituyó como Rey su Reino en los Apóstoles, o sea una sociedad de hombres, dotada de la potestad de gobernar, de enseñar y de santificar, a la cuál sociedad la ha llamado su Iglesia. En concreto hemos tratado acerca de la potestad de gobernar la Iglesia. Ahora en el segundo  libro veremos que el mismo Jesucristo en calidad de Maestro ha establecido en su Iglesia un Magisterio infalible, de cuya institución trata esta tesis.

 

503. Nociones. Magisterio en general es una institución en orden a enseñar a otros. Suele distinguirse una doble clase de magisterio: Magisterio docente y magisterio testimonial.

 

Magisterio docente es aquel que está ordenado a transmitir ciencia en los oyentes, a causa de los argumentos con los que se demuestran la doctrina o los hechos que se proponen. Magisterio testimonial es aquel que está ordenado a alcanzar el asentimiento en virtud de la autoridad del Maestro.

 

504. Magisterio Auténtico (de "aucentía" (en caracteres griegos)= autoridad) es la función de transmitir doctrina instituida por la legítima autoridad. Así pues supone en Maestro potestad y cargo de transmitir doctrina; y en los discípulos obligación y derecho a recibir una instrucción. El Magisterio puede ser auténtico de dos maneras: en sentido lato y en sentido estricto.

 

Magisterio auténtico en sentido lato es aquel que por si mismo no tiene poder para exigir del discípulo el asentimiento del intelecto. Tal es el Magisterio de algún profesor en la universidad. Magisterio auténtico en sentido estricto es aquel que posee tal poder por sí mismo en orden a imponer una doctrina, que los discípulos por el mismo hecho están obligados a prestar el asentimiento de la inteligencia, a causa de la autoridad del legado de Dios de la cual usa el Maestro. La autoridad del  Magisterio de la. Iglesia, toda entera cuanta tiene este Magisterio de la, Iglesia, está fundada en la misión recibida de Dios (Romanos 10,13-15), a la cual se le agrega la asistencia divina.

 

505. Magisterio Infalible es aquel que alcanza el sumo grado de autoridad. En efecto infalibilidad es, en general, la inmunidad de error, que suele distinguirse de doble clase: a) Infalibilidad de hecho, esto es una mera inerrancia, es el simple hecho de la inmunidad de error; b) Infalibilidad dé derecho es la imposibilidad de errar, la cual puede darse de un doble modo: una extrínseca, cuya causa es externa al sujeto, verbigracia la asistencia del Espíritu Santo; otra intrínseca, cuya causa es interna al sujeto; la cual a su vez se dice que es de una doble clase: una esencial, cuya causa es la esencia misma de la realidad de que se- trata verbigracia la infalibilidad de Dios; y otra en ,cambio accidental, cuya causa es una cualidad interna accidental de la realidad de que se trata, como es la infalibilidad de un autor inspirado por Dios.

 

506. La asistencia de la infalibilidad se distingue de la revelación y de la inspiración: a) La Revelación, o palabra testimonial de Dios, es la acción exclusiva de Dios que ilumina intrínsecamente el entendimiento del hombre, en virtud de la cual el hombre recibe pasivamente una verdad en algún sentido nueva. b) Inspiración, o sea moción de Dios para expresar una verdad, es la acción principalmente de Dios que mueve intrínsecamente al hombre, en virtud de la cual el hombre, como instrumento de Dios, expresa bien oralmente (inspiración profética) bien por escrito (inspiración bíblica) la verdad, que Dios quiere. c) La asistencia de la  infalibilidad, o sea la preservación del error, es la vigilancia de Dios que dirige "per se" desde fuera al hombre, a fin de que el hombre, como causa principal, proponga sin error la palabra de Dios, tanto la palabra revelada corno la palabra inspirada. Revelación es la palabra dirigida por Dios al hombre. Inspiración es la manifestación hecha por Dios mediante un hombre. Asistencia es la protección dispensada por Dios a la palabra de un hombre.

 

Así pues Dios habla mediante la Revelación, se adelanta mediante la Inspiración, y con la Asistencia Custodia la palabra de Dios, o sea Dios es comunicador con la Revelación, autor con la Inspiración, custodio de la palabra de Dios con la Asistencia. En cambio el hombre bajo Revelación escucha pasivamente, bajo la Inspiración expresa de modo instrumental, bajo la Asistencia declara la palabra de Dios de ruedo principal. Estas diferencias del triple carisma pueden ser aclaradas por el ejemplo extraído del Libro de los Hechos 4,12, donde encontramos un aserto, que al mismo tiempo es revelado e inspirado -y predicado de forma infalible.

 

507. El Magisterio por último suele dividirse en escrito y vivo. Simplemente escrito es el magisterio que ejerce cualquier autor con sus escritos incluso después de su muerte. Tal es, verbigracia, el magisterio que incluso ahora ejerce Aristóteles con sus obras. Se llama magisterio  vivo el que se ejerce con los actos vitales y conscientes de los hombres., bien use el Maestro como ayuda de los escritos bien no use de estos. Este magisterio vivo puede dividirse además en tradicional y no tradicional o inventivo. No  tradicional o inventivo se dice del magisterio que puede objetivamente añadir siempre verdades nuevas o bien puede descubrir estas verdades nuevas razonando. En cambio magisterio tradicional es aquel que solamente debe custodiar, declarar, explicar y defender el depósito de las verdades objetivamente cerrado.

 

508. Estado de la cuestión. En la tesis afirmamos principalmente que Jesucristo instituyó en los Apóstoles un Magisterio auténtico, con una autenticidad estrictamente tal; que va a durar perpetuamente, mientras dure la Iglesia; infalible con infalibilidad de derecho, en virtud de una causa extrínseca, o sea de la asistencia de Dios. Por las tesis acerca del sujeto y el objeto de este Magisterio se vera con claridad que dicho magisterio debe entenderse como magisterio vivo y tradicional.

 

509. Acerca de la historia de la cuestión. En la antigüedad, a partir de finales de la época apostólica hasta mediados del siglo III, los Gnósticos anteponían sus teorías a la autoridad doctrinal de los Apóstoles; por lo cual San Ireneo afirmaba enérgicamente contra los Gnosticos: "La Gnosis verdadera es la doctrina de los Apóstoles" (R 204 242). Y hacia el año 140 en concreto Marción, el cual sometió a su juicio y a su crítica las Sagradas Escrituras mismas, y según nos dice San Ireneo, "indicó a sus discípulos que Él era mas veraz que lo son los Apóstoles" (R 195). A comienzos del siglo III Tertuliano una vez ya pasado a la herejía montanista afirmó: "El Paráclito será solamente el que debe ser llamado Maestro por Jesucristo y el que debe ser respetado". Y según Tertuliano "La Iglesia del Espíritu mediante un hombre espiritual, no la Iglesia número de Obispos" posee la potestad (ML 2,890,1026); por ello con razón fue llamado "el padre del espiritualismo de los Protestantes".

 

510. A partir del siglo XVI enseñaron teorías semejantes a estas los Protestantes. Pues al admitir la autoridad doctrinal de la Sagrada Escritura exclusivamente, interpretada según el juicio individual, rechazaron absolutamente todo auténtico Magisterio de la Iglesia, y mucho más el Magisterio infalible de la Iglesia (véase D 769 783 786 1718). En esto, los Protestantes siguen las enseñanzas de Wicleff, el cual a finales del siglo XIV enseñó: "La Verdad, que no se encuentra en la Sagrada Escritura, no está en ninguna parte". Fórmula de concordia de los Protestantes: "Creemos, confesamos y enseñamos que la única regla y norma según la cual es necesario que sean valorados y juzgados todos los dogmas y todos los doctores, no es en absoluto ninguna otra norma y regla que no sea los escritos proféticos y apostólicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento". La Confesión Augustana: "Creemos que solamente las Sagradas Escrituras son la regla única totalmente cierta según la cual es necesario valorar todos los dogmas". Calvino: "Admitimos el Antiguo y el Nuevo Testamento como la única regla de fe... y por tanto rechazo en general todo lo que ha sido introducido sin la autoridad de la Palabra de Dios (escrita)". Artículo 6 de la Iglesia Anglicana: "Las Escrituras Sagradas contienen todo lo que es necesario para la salvación de tal modo que todo lo que ni se lee en las Sagradas Escrituras ni puede probarse por ellas no debe exigírsele a nadie que sea creído como artículo de fe o que se juzgue que se requiere para la necesidad de la salvación".

 

Esto mismo en nuestros días lo enserian otros como Barth, el cual el 5 de Enero de 1947, hablando en cierta asamblea .ecuménica de teólogos en Genf, dijo: El deber y la misión de la Iglesia es "decir al mundo entero que es totalmente imposible el que se de otra revelación o en sentido estricto otra palabra de Dios proclamada con autoridad, u otra forma de gobierno divino que obligue absolutamente, a excepción exclusivamente de la Sagrada Escritura".

 

511. A partir de mediados del siglo XIX se oponen a nuestra tesis sobre todo los Racionalistas, los cuales sostienen que no puede admitirse por encima de la razón ninguna fuente o criterio de verdad. A los Racionalistas se les aproximan los Semirracionalistas, los cuales aunque admitan la revelación divina, sin embargo no quieren reconocer una autoridad de magisterio humano por encima de la .razón, según se desprende de las condenas de Hermes, Guenter y Frohschammer (D 1619 1656 1668).

 

Por último, los Modernistas enseñan que la única fuente y criterio de verdad religiosa es la conciencia o el sentido religioso (D 2093). Se les agregan los actuales "aficionados a novedades" los cuales "del menosprecio de la teología escolástica pasan a menospreciar o incluso a despreciar el Magisterio mismo de la Iglesia. En efecto este Magisterio es presentado por ellos como impedimento del progreso y como óbice de )..a ciencia; y por algunos no católicos es considerado ya como un freno injusto, con el que se les retiene a algunos teólogos más cultivados impidiéndoles hacer innovaciones en su disciplina" (D 2313) y Pío XII, Mensaje "Si diligis": AAS 46 (1954) 315s).

 

512. Doctrina de la Iglesia. El Concilio Vaticano I definió al menos implícitamente: a) Que el Magisterio ha sido instituido en los Apóstoles por Dios (D 1793 1798); b) que este Magisterio es verdaderamente autentico o sea dotado de autoridad, tanto para interpretar las Sagradas Escrituras (D 1788), como para proponer a los fieles verdades que deben ser creídas con fe divina y católica (D 1792), así como para juzgar acerca de las verdades científicas o filosóficas que tengan una conexión necesaria con él depósito de la fe (D 1797 1798); c) Que el Magisterio instituido por Jesucristo durara perpetuamente (D 1821.1837); d) que el mismo Magisterio de la Iglesia goza de la prerrogativa de la infalibilidad (D 1800 183v); e) Por último que el Magisterio es tradicional, o sea instituido, no para enseñar algo nuevo, sino para custodiar, defender y declarar el depósito de las verdades que ha sido recibido (D 1836).

 

513. En el mismo Concilio Vaticano I se preparaba la definición explícita de nuestra doctrina. En el esquema 1º, canon 7: "Si alguno dijere que la misma Iglesia de Jesucristo puede ser eclipsada por las tinieblas, o puede ser emponzoñada por los males, con los que se aparte de la verdad saludable de la fe y de las costumbres... Sea anatema"; y el canon 9: "Si alguno dijere que la infalibilidad de la Iglesia queda restringida solamente a lo que está contenido en la divina revelación... Sea anatema". Y en el esquema 2º reformado, canon 9: "Si alguno dijere que la Iglesia de Jesucristo bien en su regla de fe bien en su Magisterio puede apartarse de la verdadera fe, o que ciertamente ninguna otra doctrina, a no ser en aquella doctrina, que está contenida por sí misma en la Palabra de Dios, está libre de error, Sea anatema".

 

Esta misma doctrina la defendía poco después del Concilio Vaticano I León XIII en la Encíclica  "Sapientiae christianae" (D 1936c), y en la Encíclica "Satis  cognitum" (D 1957 1958).

 

Y Pío XII predica a Jesucristo como Maestro y enseña claramente el Magisterio infalible de la Iglesia en la Encíclica "Divini illius Magistri" (D 2204).

 

514. Pío XII ha extraído con belleza de la misma Sagrada Escritura la doctrina acerca de Jesucristo Maestro, cuando dice en la Encíclica "Mystici Corporis": "Jesucristo ilumina a su Iglesia Universal... Viniendo de  Dios como Maestro a fin de dar testimonio de la verdad (San Juan 3,2; 18,37), iluminó con su luz la primitiva Iglesia de los Apóstoles de tal forma que el Príncipe de los Apóstoles exclamó: Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida  eterna (San Juan 6,68); Desde el cielo estuvo tan presente en los Evangelistas que ejecutaron como miembros de Jesucristo lo que conocieron como al dictado de la. Cabeza. Y también hoy es para nosotros, que estamos en este exilio de la tierra, el autor de la fe, así como será el que la lleve a término en la Patria del Cielo. Él mismo es el que infunde en los fieles la luz de la fe; Él mismo es el que enriquece por obra de su poder divino con los dones celestiales de ciencia, de entendimiento y de sabiduría a los Pastores y a los Doctores, y sobre todo a su Vicario en la tierra, a fin de que custodien con fidelidad el tesoro de la fe, lo defiendan con denuedo y lo expliquen y lo confirmen piadosa y diligentemente; por último Él mismo es el que, aunque invisible, preside y brilla vivamente en los Concilios de la Iglesia" (AAS 35 (1943) 216).

 

Y en la Encíclica "Humani generis" el mismo Pío XII ensalza extraordinariamente la autenticidad o autoridad del Magisterio, diciendo: "El Magisterio Sagrado, en lo concerniente, a fe y a costumbres, debe ser para cualquier teólogo la norma próxima y universal de la verdad, como que a este Sagrado Magisterio Nuestro Señor Jesucristo confió todo el depósito de la fe a saber la Sagrada Escritura y la tradición divina para custodiarlo y defenderlo e interpretarlo... Juntamente con estas fuentes sagradas Dios dio a su Iglesia el Magisterio vivo, a fin de iluminar y explicar incluso aquella doctrina que está contenida en el depósito de la fe solamente de un modo velado y como implícitamente. Este deposito en verdad no se lo confió el divino Redentor ni a cada uno de los cristianos ni a los teólogos mismos a fin de ser interpretado auténticamente, sino solamente al Magisterio de la Iglesia" (AAS 42 (1950) 567-569): D 2313s. En contra de los defensores de la Teología laica autónoma, el mismo Pío XII enseña: "Sri embargo hay que mantener por el contrario lo siguiente: a saber nunca hubo ni hay ni habrá jamás en la Iglesia un legítimo magisterio de los laicos, que haya sido substraído por Dios a la autoridad, a la guía y a la vigilancia del Magisterio Sagrado" (Mensaje "Si diligis": AAS 46 (1954) 315). Véase también la Encíclica "Ad Sinarum  gentem": AAS 47 (1955) 10-11; y de nuevo en la Constitución Apostólica "Sedes Sapientiae": AAS 48 (1956) 362; y también el Mensaje "Oculis Nostris": AAS 50 (1958) 151; Juan XXIII, Mensaje "Abbiano apprezzato": AAS 52 (1960) 156-57.

 

515. Valor dogmático. Fue al menos implíci­tamente definido con juicio solemne por el Concilio Vaticano  I en los textos citados en el número 512 que el Magisterio de la Iglesia fue instituido por Dios en los Apóstoles, y que este Magisterio está dotado de autoridad, va a durar perpetuamente, es infalible y tradicional.

 

516. Prueba 1. Damos por supuesto que está ya abundantemente probado en el tratado acerca de Jesucristo. Legado divino: tesis 28 y 29, el que Jesucristo fue enviado y reconocido como Maestro auténtico.

 

En los Evangelios Jesucristo es llamado cuarenta veces Didaskalos, doce veces Rabbi, mientras que estos títulos se les atribuyen en raras ocasiones a otras personas: una vez a Juan el Bautista (San Lucas 3,12), una vez también a Nicodemo (San Juan 3,10) y tres veces a los Escribas y Fariseos (San Lucas 2,46; 6,40; San Mateo 10,24s). Del análisis de estos .textos, en los cuales se habla de Jesucristo como Maestro, se deduce que el Magisterio de Jesucristo es, en cuanto a la forma, semejante al Magisterio de los otros, y en cuanto a la realidad totalmente superior al Magisterio de estos, tanto en la autoridad con que enserie como en la adhesión que exige. Más aún el Magisterio de Jesucristo se ve que es superior al Magisterio mismo de Moisés y de los Profetas (véase San Mateo 7,29; 23,8-10; San Juan 1,17s; 13,13-15). De donde se ve claro pop esto que Jesucristo fue enviado y reconocido Como maestro auténtico.

 

517. Prueba 2. Jesucristo instituyó en los  Apóstoles un Magisterio auténtico e infalible. En efecto Jesucristo entregó a los Apóstoles su misión misma esto es la legación divina que tuvo en cuanto hombre; es así que Jesucristo en cuanto hombre fue enviado por Dios como Maestro auténtico e infalible; luego Jesucristo instituyó en los Apóstoles un Magisterio autentico e infalible.

 

La Mayor ha sido probada en la tesis 2. Para su prueba baste por ahora con recordar los testimonios sacados de San Juan 17,18; 20,21; San Mateo 10,401/4; San Lucas 10,16; San Mateo 28,18-20. Ahora bien estos testimonios ya se han explicado en la tesis 2.

 

518. La menor. a) Está claro por la prueba 1 que Jesucristo fue enviado como Maestro auténtico.

 

b) Consta que la autoridad doctrinal de Jesucristo es infalible: 1) porque Jesucristo mismo presenta su testimonio, absolutamente verdadero y exige que se le rinda fe absoluta, incluso yendo en ello la salvación (San Juan 3,11-19); 2) porque enseña que su autoridad doctrinal de Legado divino se reduce a Dios mismo (San Juan 7,15-18). Esto mismo testifica además San Juan bien el Evangelista bien el Bautista (San Juan 3,31-36), donde enseña ambas cosas, que hemos referido por boca de Jesucristo en 1 y en 2.

 

519. Prueba 3. Jesucristo instituyó en los  Apóstoles un Magisterio que durará perpetuamente. En efecto Jesucristo prometió al Magisterio instituido en los Apóstoles la asistencia suya todos los días hasta el fin del  mundo (San Mateo 28,20), y también prometió la asistencia “del Espíritu Paráclito de la verdad para que permaneciera con ellos eternamente", esto es, la asistencia de un Abogado y Protector (El Espíritu Santo), el cual los "guiaría hacia la verdad completa" y ciertamente para siempre, o sea que nunca los abandonará (San Juan 14,16s; 16,12s): Y os dará  otro Abogado, que estará con vosotros para siempre, Espíritu de verdad... permanece con vosotros y esta con  vosotros.

 

520. Prueba 4. Jesucristo instituyó en los  Apóstoles un Magisterio infalible.

 

a) Según San Mateo 28,18-20: Y sabed que yo  estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo, véase Hechos de los Apóstoles 18,10. Cuando esta promesa solemne por parte de Dios se hace a alguien en la Sagrada Escritura, para cumplir alguna función o para llevar a cabo cierta obra que se confía, significa el auxilio o la ayuda prometida absolutamente por parte de Dios y eficaz, esto es a la que responde indefectiblemente el efecto; es así que el auxilio o la ayuda de Dios prometida absolutamente y eficaz en orden a enseñar la doctrina misma de Jesucristo alcanzará con certeza e infaliblemente su efecto; luego bajo la asistencia de Jesucristo, los Apóstoles y sus sucesores enseriarán con certeza e infaliblemente "hasta el fin del mundo" la doctrina misma de Jesucristo. Véase lo que hemos dicho en el número 300. Véase Pío XII, "Nostis profecto": AAS 42 (1950) 775.

 

521. La Mayor puede probarse por las promesas de ayuda en orden a cumplir una función o llevar a cabo una obra hechas por Dios a Moisés (Éxodo 3,11-17), a Josué: (Josué 1,5.9; 3,7), a Jeremías (Jeremías 1,8.18.19), las Cuales aparecen como eficaces, o sea a las que responde indefectiblemente el efecto. El mismo sentido de eficacia a las palabras "Estar Dios con alguien" atribula el Ángel en la Anunciación-X5an Lucas 1,28-36) y también Nícodemo (San Juan 3,2) y otros judíos en la época de Jesucristo (San Lucas 1,66); luego la promesa solemne, hecha por Jesucristo a los Apóstoles en San Mateo 28,18-20, en orden a cumplir la función de enseñar la doctrina misma de Jesucristo, significa el auxilio o la ayuda absolutamente prometida por parte de Dios y eficaz, esto es a la que responderá indefectiblemente el efecto.

 

La menor está clara, porque la ayuda absoluta y eficaz de Dios debe alcanzar con certeza e infaliblemente el efecto pretendido; pues en otro caso Dios mismo debería ser tachado de incapacidad, lo cual implica contradicción.

 

522. b) Según San Lucas 24,48s; San Juan 14,16s.26; 15,26; 16,12s; Hechos de los Apóstoles 1,8: Conforme a esta promesa absoluta de Jesucristo, los Apóstoles serán enseñados continuamente por el Espíritu de verdad, como por el Maestro, y aprenderán debidamente toda la doctrina de Jesucristo, y ellos mismos socorridos por tal ayuda y fortalecidos por la misma propagaran perpetuamente y con fidelidad esta doctrina hasta los últimos confines de la tierra; es así que el Magisterio realizado con una asistencia tan eficaz de Dios cuando ejerce el sumo grado de su autoridad, no puede dejar de ser infalible; luego Jesucristo instituyo en los Apóstoles el Magisterio infalible. Véase lo que hemos escrito en el número 301.

 

523. La Mayor presenta lo que está contenido explícitamente en los textos citados. La menor está clara, porque si tal Magisterio, realizado con la asistencia tan eficaz  de Dios, pudiera equivocarse, su error debería asignarse merecidamente a Dios mismo, según enseña de manera apropiada León XIII: "Si pudiera ser de algún modo falso (lo que enseña tal Magisterio) Dios mismo sería el autor del error en el hombre, lo cual claramente implica contradicción" (AAS 28,721). Esto mismo puede confirmarse por la doctrina de San Pablo, cuando presenta la asistencia otorgada a él mismo por el Espíritu Santo de una manera eficaz al enseñar (la Corintios 2,10-16).

 

524. c) Según San Marcos 16,16; San Mateo 10,14.15.40; San Lucas 10,10-16: aunque San Lucas en el texto citado parece referirse a los 72 discípulos, esto mismo y con mayor razón tiene valor acerca de los 12 Apóstoles, como es evidente por la comparación con San Mateo en el texto que también hemos citado, y porque la razón es la misma, a saber la misión que ha sido recibida de parte de Jesucristo. De donde se formula el argumento: En los textos citados de San Marcos, de San Mateo y de San Lucas, Jesucristo, estando en ello la salvación eterna, obligó absolutamente a los hombres a prestar asentimiento intelectual absolutamente cierto al Magisterio de los Apóstoles; es así que tal obligación no puede ser impuesta por Dios sino respecto al Magisterio infalible; luego el Magisterio instituido por Jesucristo en los Apóstoles es infalible.

 

525. Puesto que la mayor está clara por la lectura de los textos, que hemos citado, hay que probar la menor. En efecto si el Magisterio no fuera infalible, la obligación a prestar asentimiento intelectual absolutamente  cierto a éste.-arría vana, en cuanto que se trataría de algo imposible; es así que la obligación vana, o sea de algo imposible no puede ser impuesta por Dios sabio y justo; luego tal obligación no puede ser impuesta por Dios más que respecto al Magisterio infalible.

 

En cuanto a la mayor. La obligación al asentimiento intelectual absolutamente cierto respecto a un magisterio falible sería vana, esto es de algo imposible: pues el entendimiento, como potencia necesaria que es, no puede prestar su asentimiento absolutamente cierto a no ser por un motivo que excluya la posibilidad de error, esto es, a no ser por la evidencia del objeto o por la infalibilidad del testimonio.

 

526. Confirmación. 5. Los Apóstoles son  infalibles como podemos ver por sus palabras y por sus  obras.

 

En efecto los Apóstoles se atribuyen autoridad infalible y confirman su predicación mediante milagros; luego los Apóstoles eran en realidad infalibles.

 

El Antecedente 1) Los Apóstoles se atribuyen la infalibilidad principalmente porque afirman que ellos hablan en nombre de Dios y ayudados y fortalecidos por la asistencia divina: así los doce Apóstoles: Hechos 4,8-14; 5,32; 15,28; así también San Pablo: Romanos 15,8; 2a Corintios 13,3;

 

2) Los Apóstoles confirman su predicación mediante milagros: así los Apóstoles en general: San Marcos. 16,20; así los doce Apóstoles: Hechos de los Apóstoles 3,1-16; 5,12-16; así también San Pablo: Hechos de los Apóstoles 19,8-12; 2a Corintios 12,11.12.

 

527. Escolio. Los Apóstoles en lo concerniente  a la fe y a las costumbres eran cada uno de ellos personalmente infalibles. La razón principal de esta afirmación es porque San Pablo, por razón de su misión personal e inmediata recibida de Jesucristo, se atribuye personalmente la infalibilidad, dando su aprobación los otros Apóstoles y confirmándolo Dios con milagros; es así que el Apostolado de San Pablo era absolutamente igual al Apostolado de 'los otros Apóstoles; luego cada uno de los Apóstoles en lo concerniente a fe y a costumbres eran personalmente infalibles.

 

528. La Mayor podría probarse de modo muy abundante con las fuentes. Baste con indicar algunos datos y textos. a) La razón de la infalibilidad personal de San Pablo es la asistencia eficaz de Dios (Hechos de los Apóstoles 18,10) y también la misión inmediata y personal recibida de Jesucristo: Gálatas 1, 1.12.16; 2ª Corintios 11,5-23; 1ª Tesalonicenses 2,4.7. b) San Pablo se atribuye la infalibilidad personal: Gálatas 1,6-12; 2ª Corintios 11,3s; 1ª Tesalonicenses 2,13. c) Los otros Apóstoles aprueban la predicación de San Pablo: Gálatas 2,6-10; 2ª de San Pedro 3,15s. d) Dios confirmó con milagros la predicación y el Apostolado de San Pablo: Gálatas 3,5; 2ª Corintios 12,12; 1ª a los Tesalonicenses 1,5.

 

La menor ya la hemos probado en la tesis 2. Acerca de los otros dones extraordinarios y personales de los Apóstoles véase lo que hemos escrito en los números 255-.277-279 y 382.

 

529. Objeciones. 1. La prueba tomada de San Juan 14,16s.26; 15,26; 16,12s no tiene fuerza: Pues las promesas hechas a los Apóstoles por Jesucristo en la Última -Cena se refieren exclusivamente a los Apóstoles, y no a los sucesores de estos: véase San Juan 14,25.28-30; 15,27; 16,5s. Es así que entre estas promesas están aquellas, con las que Jesucristo prometió a los Apóstoles la asistencia del Espíritu Santo; luego la asistencia de la infalibilidad. se refiere exclusivamente a los Apóstoles, y no a los sucesores de estos.

 

Respuesta. Distingo la Mayor. Las promesas hechas a los Apóstoles en atención a sus personas se refieren exclusivamente a los Apóstoles, Concedo la Mayor; las promesas hechas a los Apóstoles en razón de la función perpetua instituida por Jesucristo en ellos mismos, se refieren exclusivamente a los Apóstoles, y no a los sucesores de estos, niego la Mayor, y Contradistingo la  menor. La promesa de la asistencia del Espíritu Santo fue hecha a los Apóstoles por razón de la función perpetua de enseriar instituida por Jesucristo en ellos mismos, Concedo la menor; fue hecha solamente en atención a las personas de los Apóstoles mismos, niego la menor. Y hechas estas distinciones, se niega el consiguiente y la consecuencia.

 

530. 2. La asistencia del Espíritu Santo se promete en dependencia de la condición si me amas (San Juan 14,15); luego no es absoluta, sino que si falla la condición puede faltar la asistencia.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. La asistencia del Espíritu Santo se promete en dependencia de una condición que ha sido cumplida o va a ser cumplida con certeza e infaliblemente, concedo el antecedente; en dependencia de una condición no cumplida o cuyo cumplimiento puede fallar, niego el antecedente. La promesa se hace, según esta claro por la lectura de los textos, de un modo absoluto; y la condición, de la cual habla San Juan 14,15, si debe decirse verdadera condición, aparece o bien como ya cumplida o como que se va a cumplir infaliblemente, según consta por San Juan 14,19s; 15,3s.9.14-16.19s; 16,22.27.

 

531. 3. El argumento tomado de San Marcos 16,16 prueba demasiado; luego no prueba nada. En cuanto al  antecedente. El argumento aducido probaría también que el juicio último práctico de la conciencia es infalible, de este modo: Dios, estando en ello da salvación eterna, obliga al hombre seguir el juicio último-práctico de la conciencia; es así que tal  obligación no puede imponerse más que respecto a un juicio infalible; luego el juicio último practico de la conciencia es infalible. Ahora bien esta conclusión es falsa; luego también la conclusión de nuestro argumento.

 

Respuesta. Niego el Antecedente y niego que se pruebe que el juicio último-practico de la conciencia sea infalible, por la disparidad que manifiesta la distinción que sigue: Distingo la Mayor. Dios obliga, estando en ello la salvación eterna, al hombre a seguir el juicio último-practico de la conciencia, como criterio de rectitud, concedo la Mayor; como criterio de verdad, esto es a asentir intelectualmente a tal juicio como verdadero, niego la Mayor  y concedida la menor distingo igualmente la consecuencia. El juicio último-práctico de la conciencia es infalible, como criterio de rectitud, concedo la consecuencia; como criterio de verdad, niego la consecuencia. Así pues el que sigue el juicio último-práctico de la conciencia, infaliblemente procede con rectitud, aunque se equivoque; en cambio el que asiente intelectualmente al juicio 'definitivo del Magisterio de la Iglesia, infaliblemente no se equivoca.

 

532. 4. Según San Mateo 23,10: Pero vosotros  no os hagáis llamar Rabbi,  porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos... Ni os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor, Cristo; luego Jesucristo mismo negó que los Apóstoles pudieran decirse Maestros.

 

Respuesta. Distingo el Antecedente. Pero vosotros no os hagáis llamar Rabbi, ni os hagáis llamar doctores, faltando al orden debido, concedo el antecedente; dentro del orden debido, subdistingo: vuestro Maestro es solamente Jesucristo, principalmente y en el interior de la conciencia, concedo; ministerialmente y en lo exterior quedan excluidos otros Maestros, niego, y hechas estas distinciones, niego el consiguiente y la consecuencia.

 

533. 5. Según Isaías 54,13; véase San Juan 6,44-45. Se dice acerca de la economía mesiánica: Todos tus hijos serán adoctrinados por Dios; luego es superfluo todo Magisterio humano.

 

Respuesta. Distingo el Antecedente. Se dice que Dios mismo es el Maestro de los hombres en lo relacionado a la Iglesia celestial, puede pasar el  antecedente; en lo relacionado a la Iglesia terrena, subdistingo: se dice que Dios mismo es el Maestro de los hombres de una forma afirmativa, concedo; de una forma exclusiva, niego.

 

534. 6. Según Jeremías 31,33s; véase Hebreos 10,16; 21 Corintios 3,3. Acerca del Nuevo Testamento se dice: Yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su  corazón... No tendrán ya que enseñarse unos a otros ni exhortarse unos a otros, diciendo: Conoced a Dios, sino que todos me conocerán, desde los pequeños a los grandes. Luego en la Iglesia queda excluido todo Magisterio humano

 

Respuesta. Distingo el Antecedente. En la Iglesia no enseñará más el hombre solamente, concedo el  antecedente; no enseñará ningún hombre, subdistingo: en la Iglesia celestial, puede pasar; en la Iglesia terrena, subdistingo de nuevo: no enseñará ningún hombre de forma principal y en el interior de la conciencia, concedo; ministerialmente y en lo exterior, niego.

 

535. 7. Según la epístola 1ª de San Juan 2,20s.27: Cuanto a vosotros, tenéis la unción del Santo y  conocéis todas las cosas.  Y no necesitáis que nadie os  enseñe. Luego es superfluo para los fieles todo Magisterio ministerial y externo.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Los fieles no tienen necesidad de que los enseñe alguno de los seductores (la de Juan 2,26), concedo el antecedente; no tienen necesidad de que los enseñen los que en la Iglesia alcanzan la potestad de Magisterio, niego el antecedente. En efecto San Juan mismo enseña en esta misma epístola a los fieles, según advirtió con agudeza ya San Agustín (ML 35,2005).

 

536. 8. Según la 11 epístola a los Corintios 2,15: El espiritual, por el contrario, lo juzga todo y a él  nadie le juzga. Luego el Magisterio es superfluo por lo menos para todos los fieles.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. El espiri­tual, esto es el que dotado de la asistencia del Espíritu Santo posee la potestad suprema del Magisterio de la Iglesia, juzga todo y el no es juzgado por nadie, concedo el antecedente; el espiritual, esto es el que habiendo sido regenerado por el Espíritu Santo es contado entre los fieles de Jesucristo, juzga todo y él no es juzgado por nadie, subdistingo: el hombre espiritual, en cuanto contrapuesto al hombre animal o carnal, juzga todo y él no es juzgado por nadie animal o carnal, concedo; el hombre espiritual, en cuanto fiel de Jesucristo si bien adornado por la gracia santificante y por la inhabitación del Espíritu Santo, juzga todo y él no es juzgado por nadie, niego. Según el modo de hablar de San Pablo, espiritual es el hombre que vive en gracia, el cual se rige por criterio sobrenatural; animal es el hombre que vive según la naturaleza, el cual se gula por el criterio de la razón natural; por último carnal es el hombre que vive bajo la concupiscencia rebelde, el cual sigue su gula desordenada.

 

537. 9. Los. Apóstoles se equivocaron muchas veces; luego no eran personalmente infalibles.

 

Respuesta. Distingo el Antecedente. En temas que estaban fuera del ámbito de la fe y de las costumbres o en una doctrina ciertamente no rebelada, puede pasar; en temas de fe o de costumbres o en doctrina ciertamente revelada, niego. De este modo puede concederse que San Pablo se equivocó, cuando afirmó que él no verla más el rostro de aquellos, a los cuales estaba diciendo adiós en Mileto (Hechos de los Apóstoles 20,25; véase 11 de Timoteo 1,3; 2ª de Timoteo 4,20); sin embargo en ese caso no se trata de un tema de fe ni de costumbres ní tampoco se trata de doctrina ciertamente revelada.

 

538. 10. Los Apóstoles tuvieron la persuasión de que el Señor iba a venir próximamente al Juicio Final; es así que la venida del Señor al Juicio Final es una verdad revelada y todavía no ha sucedido; luego los Apóstoles se equivocaron en un tema revelado.

 

Respuesta. Distingo la Mayor. Los Apóstoles tuvieron la persuasión de que el Señor iba a venir ciertamente al Juicio Final, concedo la Mayor; iba a venir próximamente, subdistingo: Los Apóstoles tuvieron la persuasión de que el Señor iba a venir al Juicio Final en un momento incierto el cual sin embargo podía estar próximo, concedo; que iba a estar próximo, subdistingo de nuevo: los Apóstoles tal vez desearon que la venida del Señor al Juicio Final estuviera próxima, puede pasar; los Apóstoles con juicio cierto afirmaron que la venida del Señor al Juicio Final iba a suceder próximamente, niego.

 

Contradistingo la menor. Es una verdad revelada que el Señor vendrá con certeza al Juicio Final, concedo la menor; que vendrá próximamente, subdistingo: es verdad revelada que el Señor vendrá al Juicio Final en un tiempo incierto, el cual puede estar próximo, concedo; el cual será próximo, subdistingo de nuevo: es una verdad revelada que los Apóstoles tal vez desearon que la venida del Señor al Juicio Final estuviera próxima, puede pasar; es una verdad revelada que los Apóstoles con juicio cierto afirmaron que la llegada del Señor al Juicio Final sucederla próximamente, niego. Y niego el consiguiente y la consecuencia.

 

539. Razón de estas distinciones: a) El Señor vendrá ciertamente al Juicio Final: 1ª Tesalonicenses 4,15-17; 1ª Corintios 15,51-52; 1ª de San Pedro 4,5-7; 1ª de San Juan 2,18. b) La llegada del Señor en tiempo incierto, el cual sin embargo podrá estar próximo: 1ª Tesalonicenses 5,1-6; San Mateo 24,36-44; 2ª de San Pedro 3,3-13,15. c) Los Apóstoles tal vez desearon que estuviera próxima la venida  de Jesucristo: 2ª Corintios 5,1-10; Filipenses 1,23; Apocalipsis 22,20. d) Los Apóstoles no pudieron afirmar ni  afirmaron con juicio cierto que la venida del Señor al Juicio Final iba a suceder próximamente: San Mateo 24,36-44; Hechos de los Apóstoles 1,7; 1ª Tesalonicenses 5,1-6; 2ª Tesalonicenses 2,1-6; 2ª de San Pedro 3,3-13; San Juan 21,22-23. e) Véase D 2179-2181.

 

Nota Bene: Santo Tomás, De veritate q.14 a.8, parece que atribuye infalibilidad solamente a Dios: Sin embargo hay que contestar que se le atribuye a Dios bien cuando revela, bien cuando inspira o bien cuando asiste con asistencia infalible.