CAPÍTULO III
SOBRE LA PERPETUIDAD DE LA IGLESIA

 

Artículo I
Perennidad de la Iglesia, de la jerarquía y del primado

 

TESIS 7. La Iglesia según fue instituida por Jesucristo, y en concreto dentro de ella la Jerarquía y el Primado, serán perennes por voluntad de Jesucristo.

 

286. Nexo. Hemos probado que Jesucristo instituyó la Iglesia como una sociedad religiosa de hombres, jerárquica y monárquica. Y ahora por las promesas de Jesucristo deducimos que esta Iglesia va a perdurar hasta el fin de los tiempos, y de tal forma que ciertamente ni pueda fallar en lo esencial ni pueda ser substituida por otra economía de salvación, del modo como la Iglesia de Jesucristo substituyó a la Sinagoga. La tesis afirma esto, no de las Iglesias particulares, sino de la Iglesia universal.

 

287. Nociones. Entendemos la Iglesia en la tesis, no según existe en este o en otro lugar particular, sino según existe en la tierra en general.

 

Según ha sido instituida por Jesucristo, o sea, en expresión preferida por otros, en lo esencial: esto es, como sociedad religiosa, destinada a todos los hombres, y dotada de la función de enseñar, de santificar y de gobernar.

 

Jerarquía es el principado sagrado, tanto porque el cargo mismo ha sido determinado positivamente por Dios, como porque el sujeto que lo ejerce es designado positivamente por derecho establecido por el poder divino, según queda explicado en la tesis 3.

 

El Primado es la suprema potestad jerárquica de la Iglesia, potestad que es ejercida por derecho divino por una sola persona física, según quedó explicado en las tesis 4 y 5.

 

288. Perennidad es la acción de perdurar en la existencia. Se distingue una doble clase de perennidad: una absoluta y otra relativa. Absoluta es aquella que es independiente de toda condición. Relativa o condicionada es aquella, que depende de alguna condición. Puesto que la Iglesia es una sociedad de hombres, su perennidad dependerá necesariamente al menos de esta condición, a saber hasta tanto que los hombres existan en la tierra.

 

La perennidad se distingue de nuevo en dos clases: a) Perennidad contingente o de hecho es el hecho de perdurar en la existencia alguna cosa, la cual sin embargo siempre puede dejar de ser. b) Perennidad necesaria o de derecho es la necesidad de perdurar en la existencia que surge de una causa que hace imposible la desaparición de la cosa. Así pues esta perennidad de derecho es lo mismo que la mera indefectibilidad de la cosa, la cual puede ser interna o externa, según proceda de una causa interna o externa a la cosa misma. La interna puede ser esencial o natural: esencial es la que procede de la esencia misma de la cosa, y conlleva ciertamente imposibilidad metafísica de desaparición, la cual es propia exclusivamente de Dios; natural es la perennidad que procede de la naturaleza de la cosa, y supone en verdad imposibilidad física de desaparición, y de esta naturaleza es la perennidad del ángel. Ahora bien es perennidad externa aquella que brota de una causa extrínseca a la cosa que se dice perenne: esta causa en nuestro caso es la asistencia eficaz prometida por Dios.

 

289. Estado de la cuestión. Afirmamos la perennidad necesaria, esto es la indefectibilidad de la Iglesia universal y de la Jerarquía y del Primado de ésta, y decimos que esta perennidad o indefectibilidad se debe a una causa ciertamente externa, esto es a la asistencia eficaz de Dios; sin embargo afirmamos una indefectibilidad o perennidad no absoluta, sino relativa, a saber mientras existan hombres en la tierra.

 

La importancia de esta tesis se evidencia por el hecho de que la verdadera Iglesia de Jesucristo y el Primado legitimo de esta que existen incluso ahora pueden distinguirse de las Iglesias que no son verdaderas y por tanto de los Primados que no son auténticos.

 

290. Historia de la cuestión. Los muchos que opinan a lo largo de la historia acerca de este tema, a los que el Concilio Vaticano I se encarga de corregirlos, pueden reducirse a dos clases.

 

1) La de los pesimistas, los cuales sostienen que la Iglesia ya en la época de ellos falló, o por lo menos que puede fallar. Tales son en los siglos IV y V los Donatistas, los cuales rebautizaban a los cristianos católicos por este mismo hecho (D 486), y este es el motivo por el que San Agustín decía enérgicamente contra ellos: "Jesucristo es el que bautiza". Algo semejante a estos en el siglo XIV enseñaron los Fraticelli (D 485s 489).

 

En cambio los Socinianos, hacia el año 1590, afirmaban que la perennidad de la Iglesia prometida por el poder de Dios solamente era defectible, esto es que dependía de la libertad de los hombres. Y los Protestantes a partir del siglo XVI afirman que la Iglesia visible había fallado en muchas cosas esenciales sobre todo por el Primado Romano. Por último los Pistorienses, a partir de finales del siglo XVIII, pensaron que la Iglesia había fallado en la doctrina acerca de verdades de mucha importancia en lo concerniente a la fe y a las costumbres (D 1501).

 

291.  2) Las innumerables sectas de los Iluministas que esperan una nueva y más perfecta economía de la revelación. En el siglo III los    Maniqueos y los Montanistas sostuvieron que había sido dada una nueva revelación a sus heresiarcas Manetes y Montano, y afirmaron que Manetes y Montano eran órganos del Espíritu Santo o el Paráclito mismo que prometió Jesucristo (San Juan 14,16.26). A la secta de Montano hacia el fin de su vida se adhirió también Tertuliano.

 

Los Musulmanes, a partir de mediados del siglo séptimo, leen en el Corán (Sura 61,6): "Jesús hijo de María decía al pueblo: yo soy el Apóstol de Dios que ha sido enviado a vosotros para confirmaros el Pentateuco que fue dado antes de mi venida, y para anunciar al Apóstol que vendrá después de Mí, que se llamará Ahmed".

 

A finales del siglo XIII murieron en Italia el Abad Joaquín y en Francia Almarico de Sena, los cuales, después de la revelación del Padre en el Antiguo Testamento, la cual dio a conocer San Pedro, y después de la revelación del Hijo en el Nuevo Testamento, la cual la defendió San Pablo, anunciaron la llegada "del Evangelio eterno" revelado por el Espíritu Santo que habla preanunciado en el Apocalipsis San Juan. Las enseñanzas de estos las ultimó Pedro Juan de Oliva (muerto el año 1298), el cual fue tenido como autor clásico "de los Espirituales".

 

En los siglos XIX y XX algunos Protestantes acomodaron a su gusto esta teoría de la triple economía afirmando que, después de la Iglesia de Pedro la cual es la Iglesia de las obras y de la autoridad, o sea la católica, y después de la Iglesia de Pablo, la cual es la Iglesia de la fe y de la libertad, o sea la protestante defendida por Lutero y por Calvino, hay que esperar la Iglesia de Juan, la cual sea la Iglesia de la caridad y del Espíritu: así opina Doellinger. A los Ecumenistas les agrada una similar separación triple de las Iglesias.

 

292. Del Protestantismo como espontáneamente surgieron otras sectas las cuales o bien esperaban una nueva revelación o bien predicaban que esta ya se había llevado a efecto. Tales son los Anabaptistas o rebautizantes que surgieron en el siglo XVI fundados por Melchor Hoffmann y que se dan con cierta abundancia en Holanda, en Alemania y en Suiza; en Inglaterra en el siglo XVII fueron fundados los Quákeros que tienen como fundador a Jorge Foz; en el siglo XVIII en los países Escandinavos surgieron los Swedenborgianos llamados así por su fundador Swedenborg nacido en Estocolmo; en el siglo XIX, en Inglaterra los Irvingianos, y en los Estados Unidos de América aparecieron los Mormones, cuyos fundadores fueron el escocés Irving y el americano Smith. Así pues estos o bien esperan aquella "luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (San Juan 1,9), o bien predican que ya ha aparecido esta luz con sus fundadores. De la misma tendencia provinieron en Londres, el día 24 de Junio de 1717, los llamados con el nombre de Massones que buscan las luces en el "Gran Oriente".

 

293. 3) Van en contra también de esta tesis todos los Evolucionistas que sostienen que la Iglesia está sometida a un cambio evolutivo continuo y esencial. Los Modernistas tomaron de estos sus enseñanzas acerca de la evolución continua de la Iglesia, las cuales enseñanzas las prohibió Pío X en el Decreto "Lamentabili" (D 2053 2058 2060).

 

Además no quieren admitir la inmutabilidad de la Jerarquía los Richerianos y muchísimos Protestantes, principalmente luteranos y calvinistas, ya desde el siglo XVI, y otros más modernos, de los cuales hemos hablado antes en los números 123-127.

 

Y niegan además la perennidad del Primado aquellos no católicos y Disidentes Orientales, los cuales o bien sencillamente no admiten el Primado o bien afirman que este fue solamente una prerrogativa personal de San Pedro, acerca de los cuales hemos hablado en las tesis 4 y 5 y entre los que en nuestros días sobresale Cullmann con su libro citado en la nota 7.

 

294. Doctrina de la Iglesia. 1) La perennidad del Primado está definida explícita y directamente en el Concilio Vaticano (D 1824s).

 

2) La perennidad de la Iglesia está definida explícita, pero indirectamente, en el mismo Concilio (D 1821 1824s).

 

3) La perennidad de la Jerarquía la definió implícitamente el Concilio Vaticano I. En efecto definió explícitamente la perennidad del Primado (D 1824s); Es así que también definió que es propio del Primado el tener subordinados a é1 y el gobernar a los Pastores u Obispos de la Iglesia universal (D 1827-1831); luego siempre habrá Pastores u Obispos subordinados al Primado. Esto mismo se enseña explícitamente en la introducción a la Constitución de la Iglesia (D 1821).

 

4) Que el modo jerárquico de la constitución del sujeto de los cargos ha sido establecido por orden de Dios, lo han definido Pío ViI en la Constitución "Auctorem fidei" y el Concilio Tridentino (D 960 967 1502s).

 

León XIII en la Encíclica "Satis cognitum" enseña la perennidad de la Iglesia y del Primado: "La Iglesia es el Cuerpo de Cristo dotado de vida sobrenatural... ahora bien al ser la Iglesia así por voluntad y constitución divina, debe permanecer así sin ninguna interrupción por siempre: si no permaneciera, ciertamente no hubiera sido fundada para siempre, lo cual va en contra de la verdad". "Pertenece a la obra de Jesucristo el librar del castigo eterno en orden a la salvación a todo lo que había perecido, esto es no a algunos pueblos o ciudades sino absolutamente a todo el linaje humano, sin ninguna distinción de lugares ni de épocas (San Juan 3,17; Hechos de los Apóstoles 4,12). Así pues la Iglesia debe derramar a lo ancho y a lo largo sobre todos los hombres y extender a todos los tiempos la salvación que brota mediante Jesucristo, y al mismo tiempo todos los beneficios que de ahí provienen. Por lo cual según la voluntad de su Fundador es necesario que sea única en toda la tierra y perpetuamente a través de todos los tiempos... Por consiguiente la Iglesia de Jesucristo es única y perpetua" (D 1955). Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (San Mateo 16,18). El sentido de esta sentencia divina es el siguiente: Sea cual sea la fuerza que empleen los enemigos visibles e invisibles y sean cuales sean los medios de que echen mano, nunca sucederá el que la Iglesia fundada sobre Pedro sucumba, ni tampoco el que falle de cualquier forma que sea. Luego Dios encomendó su Iglesia a Pedro a fin de que la conservara perpetuamente incólume como defensor invencible" (ASS 28,710ss.714.727).

 

295. En el Concilio Vaticano I se preparaba una definición formal y explícita acerca de la perennidad de la Iglesia, en contra de todos aquellos adversarios, que hemos reseñado siguiendo las Actas del mismo Concilio. En efecto en el esquema primero de la Constitución acerca de la Iglesia habían sido propuestos dos cánones: 7. (En contra de los Pesimistas) "Si alguno dijere que la misma Iglesia de Jesucristo puede verse envuelta en las tinieblas, o estar envenenada por los males, con los que se aparte de la verdad saludable de la fe y de las costumbres, se desvíe de su institución primera, o una vez depravada y pervertida deje por fin de existir, sea anatema". 8. (En contra de los Iluministas.) "Si alguno dijere que la Iglesia actual de Jesucristo no es la última y definitiva economía para alcanzar la salvación, sino que hay que esperar otra, mediante una nueva y más plena manifestación del Espíritu divino, sea anatema". Según las actas del Concilio consta que ninguno de los Padres propuso nada en contra de estos cánones, sino que solamente se indicaron en el estudio del esquema por parte de algunos cambios accidentales y de estilo.

 

296. En el esquema reformado se proponía en cuanto a este teme. la misma definición. Solamente se quitaban del canon 7 las palabras "por los que se aparte de la verdad saludable de la fe y de las costumbres", puesto que en estas palabras estaba contenida la infalibilidad de la Iglesia, la cual juzgaron los Padres que debía ser definida en otro canon peculiar y con más detalle. Por tanto en este otro esquema se hablaba exclusivamente acerca de la perennidad: "Canon 14: Si alguno dijere que la Iglesia no ha sido constituida por nuestro mismo Señor Jesucristo con ninguna ley fija y de una forma inmutable, o que la Iglesia puede pervertirse de forma que alguna vez deje de existir, o de manera que ciertamente pueda apartarse de su constitución primera, sea anatema. 15: Si alguno dijere, que esta Iglesia de Jesucristo no es la última economía de la salvación, sino que hay que esperar otra manifestación más plena del Espíritu Divino, sea anatema". En el primero de estos cánones eran condenados los Pesimistas, y en el segundo eran condenados los Iluministas.

 

297. Valor dogmático. La tesis en cuanto a las tres partes presenta doctrina de fe católica, y ciertamente ha sido definida con juicio solemne por el Concilio Vaticano I, de un modo explícito la perennidad del Primado, e implícitamente la perennidad de la Jerarquía, explícita pero indirectamente, la perennidad de la Iglesia; cuya definición directa ya estaba preparada.

 

298. Prueba de la perennidad. 1) De la Iglesia, 2) De la-Jerarquía, 3) Del Primado.

 

Parte 1ª: La Iglesia va a durar perennemente hasta el fin de los tiempos. A) Porque es 1) la última economía de la religión que ha de durar hasta el juicio final; 2) que va a ser asegurada hasta el fin del mundo por la asistencia eficaz de Dios; 3) y no va a ser vencida por la muerte ni por los poderes enemigos; luego la Iglesia va a permanecer perennemente hasta el fin de los tiempos.

 

Se prueba el Antecedente por el claro testimonio de Jesucristo. 1. La Iglesia es la última economía de la religión que va a durar hasta el juicio final, según el testimonio de Jesucristo en la parábola de la cizaña.

 

a) La parábola de la cizaña (San Mateo 13,24-30), en la cual Jesucristo revela la perennidad de hecho del Reino de Dios que existe en la tierra.

 

Al mismo tiempo en el mismo campo:

El Padre de familia - el trigo - a los graneros

El enemigo - la cizaña - al fuego

La siega - La separación.

 

b) Explicación de la parábola (San Mateo 13,36-43).

 

Al mismo tiempo en el mundo:

Jesucristo - sus fieles - al cielo

El demonio - los hombres perversos - al infierno

El fin del mundo - El juicio.

 

c) Debemos fijarnos en que el fin del mundo y el juicio, de los cuales se habla en la parábola, concuerdan con aquello de lo que se habla en el sermón acerca del juicio final (San Mateo 25,31-33.46).

 

299. d) De donde formulamos ya el' argumento. Jesucristo en esta parábola enseñó y atestiguó que el Reino de Dios, que existe en las condiciones de esta vida, va a durar hasta el juicio final en el fin del mundo; es así que el Reino de Dios que existe en las condiciones de esta vida es la Iglesia de Jesucristo; luego Jesucristo enseñó y atestiguó que su Iglesia va a durar hasta el juicio final en el fin del mundo.

 

La Mayor está clara por la explicación de la parábola que nos dio Jesucristo mismo; y consta que en ella se habla .acerca del Reino de Dios que existe en las condiciones de esta vida, porque solamente en las condiciones de esta vida los buenos pueden estar mezclados con los malos. Por consiguiente la parábola revela la perennidad de hecho del Reino de Dios.

 

La menor ya está probada en la tesis 3 donde se habla acerca de la institución de la Iglesia.

 

e) Una prueba similar también podría realizarse apoyándonos en la parábola de la red (San Mateo 13,47-50). De donde Santo Tomás con toda razón dice: "Al estado de la Nueva Ley no le sucede ningún otro estado... Pues nada puede estar más próximo del fin último que lo que introduce inmediatamente en el fin último".

 

300. 2. La Iglesia va a estar asegurada por la eficaz asistencia-de Dios hasta el fin del mundo, según los testimonios claros de Jesucristo (San Mateo 28,18-20; San Juan 14,15s.26), de los que se deduce la perennidad de derecho de la Iglesia.

 

a) En cuanto al texto de San Mateo 28,18-20 tengamos en cuenta las siguientes palabras: Me ha sido dado todo poder... Id, pues, y haced discípulos a todas   las gentes... Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo, en las cuales palabras de modo manifiesto Jesucristo, puesto que posee poder omnímodo, encarga de un modo absoluto cumplir la misión y revela como que va a suceder absolutamente su asistencia infalible hasta el fin del mundo. En cuanto al vocablo "Sabed" (en caracteres griegos = idou) acertadamente dice Zorell: "Se pone de relieve vigorosamente que es importante lo que se promete"; y en cuanto a las palabras "Yo estoy con vosotros" con todo derecho dice Palmieri: "en la Sagrada Escritura significan estas palabras la asistencia de Dios con resultado feliz" o sea, la asistencia eficaz. Esto mismo ha demostrado recientemente Holzmeister, pues teniendo en cuenta todos los textos de la Sagrada Escritura, en los cuales aparece tal aserto, por último concluye: Donde quiera que esta fórmula Dios la aplica en la Sagrada Escritura a algún hombre, significa 1º que se le confía a este hombre por Dios una misión importante, la cual deberá cumplir en medio de enormes dificultades, 2º que no obstante Dios le otorga una ayuda singular y eficaz, en virtud de la cual es revelado proféticamente el feliz cumplimiento de la misión (véase Génesis 26,24; Éxodo 3,10-17; Deuteronomio 31,23; Josué 1,5.9; 3,7; Judith 6,12-16; Isaías 41,10-16; 43,1-5; Jeremías 1,4-8.18s; 15,20; 30,10s; 42,11; 48,28; San Mateo 28,20; San Lucas 1,28; San Juan 3,2; Hechos de los Apóstoles 18,9s). Pueden verse otros textos, alrededor de un centenar, en Holzmeister.

 

301. b) En cuanto al texto de San Juan 14,16s.26 tengamos en cuenta las palabras: "Y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que este con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad... porque mora con vosotros y en vosotros está... pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que Yo os he dicho"; en estas palabras Jesucristo anuncia manifiestamente como que va a suceder de forma absoluta el regalo del Paráclito, que permanece infaliblemente con los Apóstoles eternamente y que los enseña y les recuerda todo. Y en cuanto a las palabras "Paráclito" y "en mi nombre" acertadamente dice Knabenbauer: "significan que aquél, que es llamado en ayuda, emprende el patrocinio de algo, y existe como auxiliador y defensor, como patrono y abogado" (1'- de San Juan 2,1): "El Espíritu Santo es enviado como el más poderoso favorecedor en orden a llevar a término la obra de Jesucristo" (San Mateo 10,20; San Lucas 12,12).

 

302. c) Supuestas estas premisas, procedemos ya a la prueba, con la que se muestra la perennidad de derecho de la Iglesia. Según la promesa absoluta de Jesucristo, los Apóstoles al ejercer los cargos que les han sido confiados, van a ser asegurados indefectiblemente hasta el fin del mundo con la asistencia de Jesucristo y del Espíritu Santo, que es una asistencia ciertamente eficaz; es así que los Apóstoles al ejercer los cargos que les han sido confiados por Jesucristo hasta el fin del mundo constituyen la Iglesia; luego la Iglesia hasta el fin del mundo va a ser asegurada infaliblemente con la asistencia de Dios la cual ciertamente es una asistencia eficaz.

 

La Mayor esta clara por la explicación de los textos, que hemos dado. En efecto que la promesa de Jesucristo versa acerca de la asistencia de Dios que va a perdurar hasta el fin del mundo, aparece en el tono mismo de las palabras de Jesucristo. Que esta asistencia es eficaz, lo deducimos del hecho de que Jesucristo la promete como que va a suceder absolutamente y unida infaliblemente con el resultado feliz, según hemos indicado en la explicación de los textos.

 

Además no se trata de una merced que ha sido prometida, la cual presuponga los méritos de las acciones humanas o dependa de estas acciones meritorias; sino que se trata más bien de la economía de la salvación establecida por Dios absoluta e independientemente de los méritos de los hombres. Y la libertad de los hombres no puede ser un obstáculo a un decreto absoluto de Dios, puesto que sabemos que Dios, quedando a salvo la libertad de las creaturas, puede alcanzar eficazmente todo aquello que quiera que se haga de un modo absoluto.

 

303. 3. La Iglesia no ha de ser vencida ni por la muerte ni por los poderes enemigos, según la promesa absoluta de Jesucristo (San Mateo 16,18).

 

a) En cuanto al texto: Las palabras de San Mateo Las Puertas del infierno (en caracteres griegos: pilai adou) (ver pág. 593) pueden significar o bien el poder de la muerte o bien los poderes del enemigo infernal.

 

En el Antiguo Testamento las Puertas del infierno y las Puertas de la muerte (en caracteres griegos: pilai zanatou) suelen emplearse como sinónimas (véase Isaías 38,10; libro de la Sabiduría 16,13; Job 38,17; Salmos 9,15; 106,18). J. Schmid sostiene que es este el único sentido de la expresión (véase San Mateo 11,23; San Lucas 16,22s; Hechos de los Apóstoles 2,31; Apocalipsis 1,18; 6,8; 20,135).

 

En el Nuevo Testamento las Puertas del infierno pueden significar los poderes del enemigo infernal (véase San Mateo 7,24; 12,26; 13,39; Efesios 6,12-16). Estos poderes enemigos son más bien los que parece que son dados a entender por las palabras no prevalecerán (en caracteres griegos: ou katisgisousin) (ver pág. 583). Esta es la interpretación de León XIII (véase n° 294). M. Meinertz piensa que están incluidos ambos sentidos.

 

Por consiguiente las Puertas del infierno pueden significar o bien la muerte o bien los poderes enemigos, no en abstracto, sino en concreto, a saber aquellos poderes que se describen en los Evangelios, o sea los que luchan en -contra de la Iglesia, y que nunca cesarán de atacarla (véaseSan Mateo 5,11ss.44ss; 10,16-31; San Juan 15,20).

 

b) En cuanto al texto: Las palabras de San Mateo contra ella pueden entenderse o bien contra la Iglesia o bien contra la piedra o bien contra la piedra y contra la Iglesia al mismo tiempo. A este propósito dice Orígenes: "No prevalecerán contra ella: ahora bien ¿contra qué ella?, ¿acaso contra la piedra sobre la que Jesucristo edificó la Iglesia, o contra la Iglesia? En efecto la expresión es ambigua. O tal vez contra la piedra y contra la Iglesia formando estas a manera de una sola y misma realidad Pienso que esto último es lo verdadero". [1]

 

304. c) Una vez que ha quedado esto sentado, teniendo como gula a León XIII, en la Encíclica "Satis cognitum" (AAS 28,727), formulamos el argumento tanto en el supuesto de que la palabra "ella" la refiramos a la Iglesia, como en el caso de que supongamos- que lapalabra "ella" se refiere a la piedra.

 

Si la palabra "ella" la referimos a la Iglesia, decimos: Según la promesa absoluta de Jesucristo, no prevalecerán en contra de la Iglesia ni la muerte ni los poderes enemigos; es así que esto significa que nunca sucederá el que la Iglesia fundamentada sobre Pedro falle o sucumba; luego según la promesa absoluta de Jesucristo la Iglesia nunca será vencida ni por la muerte ni por los poderes enemigos.

 

La Mayor y la menor están claras por el análisis del texto y por la explicación del mismo que hemos adelantado.

 

Si la palabra "ella" la referimos a la Piedra, entonces debe entenderse en el texto de la piedra reduplicativamente en cuanto fundamento de la Iglesia; y una vez que queda esto sentado, decimos: según la promesa absoluta de Jesucristo, la Piedra nunca dejará de ser el fundamento de la Iglesia, a pesar de cualesquiera ataques tanto de la muerte como de los poderes enemigos; luego la Iglesia nunca va a ser vencida ni por la muerte ni por los poderes enemigos. El antecedente y el consiguiente resultan claros por las explicaciones que ya hemos dado.

 

305. 3) La misma parte 11 puede probarse también por el argumento que propone León XIII en la Encíclica "Satis cognitum" (ASS 28,712), del cual argumento se deduce la perennidad necesaria de la Iglesia, y ciertamente se deduce del modo siguiente:

 

La Misión de Jesucristo es que todos los hombres se salven por medio de Él y solamente por medio de Él, según consta de modo manifiesto en San Juan 3,13-16; Hechos de los Apóstoles 4,12; 11 Timoteo 2,3-6. Es así que Jesucristo entrega su misión misma a la Iglesia, según está claro por San Juan 17,6-8.14.17-19; 20_,21; San Marcos 16,15s; según hemos ya probado en las tesis 2 y 3. Luego la misión de la Iglesia es que todos los hombres se salven mediante ella misma y solamente mediante ella misma. Es así que para que todos puedan salvarse solo mediante la Iglesia, es necesario que la Iglesia perdure perennemente hasta el fin de los tiempos; luego la Iglesia va a perdurar perenne-mente de una forma necesaria hasta el fin de los tiempos.

 

306. Parte 2ª: La Jerarquía será necesariamente perenne en la Iglesia.

 

Para que la Jerarquía sea perenne en la Iglesia, se requieren dos condiciones: 1º Que sea perenne ahora la función jerárquica misma, esto es, que la triple potestad de enseñar, de santificar y de gobernar, instituida por Jesucristo, sea perenne en la Iglesia. 2º Que sea también perenne el modo jerárquico de la constitución del sujeto de la función, esto es, que el sujeto de la función, no sea constituido por la comunidad de los fieles ni por los poderes civiles, sino que sea constituido por Dios o al menos por los jerarcas con derecho concedido por el poder divino; es así que ambas condiciones serán perennes necesariamente en la Iglesia; luego la Jerarquía será perenne necesariamente en la Iglesia.

 

La Mayor esta clara por la noción misma de potestad jerárquica que ha quedado explicada en la tesis 3.

 

La menor debe ser probada en cuanto a las dos partes de la misma.

 

1) En la Iglesia la función jerárquica misma será necesariamente perenne, porque según la promesa absoluta de Jesucristo, los poderes instituidos por Él deben ser ejercidos perennemente en la Iglesia bajo la asistencia eficaz de Jesucristo y del Espíritu Santo, y ciertamente deben ser ejercidos para siempre, hasta la consumación del mundo y hasta que venga el Señor a juzgar a los hombres, según queda explicado en la parte anterior (San Mateo 28,18-20; San Juan 14,16.26; 12 Epístola a los Corintios 11,24.26).

 

307. 2) En la Iglesia también será necesariamente perenne el modo jerárquico de la constitución del sujeto de la función. Pues lo que ha sido instituido en la Iglesia por Jesucristo con su poder divino o por los Apóstoles en virtud del derecho que les ha sido otorgado por el poder de Dios, esto será necesariamente perenne; es así que en la Iglesia ha sido instituido por Jesucristo con su poder divino o por los Apóstoles en virtud que les ha sido otorgado por el poder de Dios el que el sujeto de la función sea constituido de modo jerárquico; luego en la Iglesia el modo jerárquico de la constitución del sujeto de la función será necesariamente perenne.

 

La Mayor esta clara: Porque el derecho divino no puede ser cambiado por nadie; ahora bien la Iglesia ha sido fundada plenamente por Jesucristo juntamente con los Apóstoles, a los cuales el Señor les ha confiado toda su misión a fin de que la continúen ministerialmente, según consta por la tesis 3ª acerca de la institución de la Iglesia. Puede esto confirmarse además por la Epístola a los Efesios 2,20; 3,5; y por el libro del Apocalipsis 21,14: Edificado sobre el fundamento de los Apóstoles y de los Profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús...  El Misterio de Jesucristo, que no fue dado a conocer a las generaciones pasadas, a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos Apóstoles... El Muro de la Ciudad tenía doce hiladas, y sobre ellas los nombres de los Doce Apóstoles del Cordero. Luego todo lo que procede de los Apóstoles, no puede faltar en la Iglesia, en cuanto que es fundamento de la misma.

 

308. Se prueba la menor. A. Por el testimonio de Jesucristo.

 

Ha sido instituido en 'la Iglesia por Jesucristo con su poder Divino que el sujeto de la función sea constituido de modo jerárquico, porque el sujeto primero de la potestad eclesiástica ha sido constituido inmediatamente por Jesucristo mismo de forma jerárquica, según se ve abundantemente en las tesis de la institución del Colegio de los Apóstoles y del Primado Apostólico, y según atestiguan expresamente los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo (Hechos de los Apóstoles 10,40-42; 21 Epístola a los Corintios 5,18-20).

 

309. Se prueba la menor. B. Por el testimonio de los Apóstoles.

 

Ha sido instituido en la Iglesia por los Apóstoles en virtud del derecho que les ha sido dado por el poder Divino el que el sujeto de la función sea constituido de modo jerárquico.

 

En efecto San Pablo enseña

 

1) de modo jerárquico: Hechos de los Apóstoles 14,23; 1ª Epístola a Timoteo 4,11-14; Epístola a Tito 1,5s.

 

2) y por derecho divino: Hechos de los Apóstoles 20,28; 2ª Epístola a Timoteo 1,6-9,14; Epístola a Tito 1,7 que el sujeto de la función es constituido en la Iglesia por los Apóstoles: 1) De un modo jerárquico, puesto que en los textos citados la constitución de algún sujeto en alguna función se dice expresamente que la realizan los jerarcas. 2) Por derecho concedido por el poder Divino: a) puesto que en los Hechos de los Apóstoles 20,28, aquellos que habían sido constituidos por los Apóstoles en una función, se dice que han sido puestos por el Espíritu Santo; b) porque en la segunda Epístola a Timoteo 1,6-9, mediante aquella imposición de las manos, por la que los Apóstoles constituían a otros en una función, era dada la gracia de Dios y era recibido aquel Espíritu de virtud que Dios regalaba; c) porque finalmente en la Epístola a Tito 1,7, aquellos que son constituidos por los jerarcas en una función, son llamados administradores de Dios (en caracteres griegos: oikonomoi), esto es, aquellos a los que Dios ha elegido como administradores de su familia y de su casa.

 

310. Prueba de la menor. C. Por el testimonio de la Iglesia antigua. Ha sido instituido en la Iglesia por Jesucristo con su poder Divino o por los Apóstoles en virtud del derecho que les ha sido concedido por el poder de Dios que el sujeto de    la función sea constituido de modo jerárquico.    Este  aserto        puede probarse muy copiosamente por el testimonio unánime de los Santos Padres. Bástenos recordar algunos testimonios muy antiguos y preclaros.

 

San Clemente Romano (hacia el año 96) defiende de modo manifiesto esta doctrina (R 19 20 21).

 

San Ignacio Mártir en sus cartas (hacia el año 107) dice: "a quienquiera que envía el Padre de familia a gobernar su familia, debemos aceptar a este así como a aquel mismo que le envía. En efecto está claro que es necesario considerar al Obispo como al Señor mismo"; y por eso exhorta a los fieles a que estén "unidos con el Obispo y con los presbíteros y los diáconos designados según la sentencia de Jesucristo, a los cuales ha confirmado según su propia voluntad en la firmeza mediante su Santo Espíritu". Según estas afirmaciones tan claras de San Ignacio, pueden ya entenderse plenamente también otras sentencias no menos evidentes del mismo Santo Padre (R 44 48 49 65 etc.; véase también a San Ireneo: R 237).

 

311. Parte 3ª El Primado en la Iglesia perenne será necesariamente perenne por voluntad de Jesucristo. N.B. Los argumentos dan por supuesto que ya ha sido probada la perennidad de la Iglesia, conforme hemos demostrado esta perennidad en la primera parte.

 

Se prueba 1) por la naturaleza del Primado. Por voluntad de Jesucristo el Primado es el fundamento de la Iglesia perenne (San Mateo 16,18); es así que la Iglesia no puede ser perenne si no es también perenne su fundamento, según es evidente; luego el Primado en la Iglesia perenne será necesariamente perenne.

 

Se prueba 2) por la universalidad del Primado. Según la voluntad de Jesucristo el Primado es el cargo de apacentar a todo el rebaño de los fieles de Cristo (San Juan 21,15-17); luego perdurara tanto tiempo cuanto exista el rebaño que debe ser apacentado; es así que el rebaño de Jesucristo, esto es la Iglesia, será necesariamente perenne, según hemos probado en la 1ª parte (puede verse también 2ª a Corintios 5,14s; 14 Epístola a Timoteo 2,4; 4,10); luego también será necesariamente perenne por voluntad de Jesucristo el Primado en la Iglesia perenne.

 

312. Se prueba 3) por la finalidad del Primado. Según voluntad de Jesucristo la finalidad del Primado es la misma que es propia de la suprema autoridad social, esto es, realizar y conservar la unidad de la Iglesia (véase San Juan 10,16 y habrá un solo rebaño y un solo

 

Pastor); es así que la unidad de la Iglesia será necesariamente perenne, puesto que fue pedida a Dios Padre encarecidamente y con la oración eficaz de Jesucristo (San Juan 17,11.20s), y ya que, según palabra de Jesucristo (San Mateo 12,25), faltando la unidad la Iglesia dejaría de ser; luego el Primado en la Iglesia perenne por voluntad de Jesucristo será necesariamente perenne.

 

Podemos ver 4) las palabras de Celestino I, el. cual en el Concilio de Efeso dijo por medio de su Legado: "Pedro vive y emite el juicio hasta ahora y siempre en sus sucesores" (D 112). Santo Tomás se expresa con estas preclaras palabras: "ha sido entregada a los discípulos de Jesucristo poder para edificar la Iglesia... Así pues es necesario que este poder se perpetúe tanto tiempo cuanto es necesario que se edifique la Iglesia; Ahora bien esto es así... hasta el fin del mundo".

 

313. Escolio 1. Muchos autores aducen el argumento extraído de las profecías del Antiguo Testamento para probar la perennidad de la Iglesia. M. d'Herbigny piensa que con este argumento solamente se insinúa la perennidad; Dorsch indica que él al proponer tal argumento emplea el método dogmático; Van LaaK lo presenta solamente en el tratado dogmático; por último muchos autores este argumento sencillamente lo omiten. Por consiguiente no consta en todos los autores acerca del valor apologético del argumento extraído del Antiguo Testamento. Puede verse este en Lercher y en Zapelena.

 

314. Escolio 2. Espectación del Milenarismo o quiliasmo. Defendieron el Milenarismo más craso o Reino Milenario lleno de delicias de cosas sensibles, a partir de finales del siglo I Cerinto, y desde el último tercio del siglo II Montano y los montanistas. Fueron insignes refutadores de este Milenarismo a comienzos del siglo III el presbítero romano Cayo, y dentro del mismo siglo los alejandrinos Orígenes y Dionisio. Sin embargo influidos, sobre todo por el texto del Apocalipsis 20,1-10, muchos escritores eclesiásticos antiguos admitieron un cierto Milenarismo terrestre, entre los cuales se cuenta San Justino, el cual no obstante dijo "te he manifestado que no admiten esto muchos y precisamente de aquella clase de cristianos, que sigue la sentencia piadosa y pura". Con todo posteriormente San Jerónimo atacando las invenciones del Milenarismo, dice: "Estas invenciones aunque estamos en contra de ellas, sin embargo no podemos condenarlas, porque las han dicho muchos de entre Los varones eclesiásticos mártires".

 

315. Por consiguiente por estos testimonios de San Justino, hacia el año 155, y de San Jerónimo, hacia el año 420, consta que ciertamente muchos autores eclesiásticos atacaron siempre el Milenarismo, pero que no pocos también lo admitieron. Así pues sostuvieron cierto Milenarismo, a finales del siglo I, el autor de la Epístola de Bernabé; en el siglo II Papilas (R 658), San Justino, San Ireneo (R 260); en el siglo III Tertuliano (R 338), San Hipólito, Nepos Obispo alejandrino, Commodiano, Victorino Petavionense; en el siglo IV San Metodio Olimpo, Lactancio (R 647), Apolinar de Laodicea, El Ambrosiaster, y ¿tal vez San Ambrosio?; por último en el siglo V Sulpicio Severo, San Agustín en su primera época (R 1521), el cual sin embargo retractó posteriormente esta opinión y propuso la explicación del texto del Apocalipsis 20,1-6, que después resultó la explicación común (R 1768 1769). Baste con esto que hemos dicho acerca del Milenarismo cristiano en la época de los Santos Padres.

 

316. A partir de mediados del siglo V solamente se citan unos pocos autores entre los católicos, que defendieran un cierto Milenarismo muy mitigado o que al menos miraran este Milenarismo muy mitigado con benevolencia, como por ejemplo en nuestros días M. Chasles y aquellos que este autor cita. Esta clase de Milenarismo todavía no lo ha condenado la Iglesia de forma definitiva. Sin embargo la Sagrada Congregación del Santo Oficio ya declaró el año 1941: "El Milenarismo mitigado no puede enseñarse sin peligro" (D 2296).

 

317. Los primeros Protestantes estuvieron ciertamente libres de este error. Sin embargo entre las sectas iluminístas de los Protestantes se citan muchas que defienden el Escatologísmo y el Milenarismo: la llamada Comunidad Neo Apostólica, los Mormones, los Adventistas, los Ruselianos o Milenaristas, los Anabaptistas y otras sectas. Los Judíos esperaban un cierto feliz Reino Mesiánico Milenario, cuyas ficciones parece que han ejercido influencia entre los Milenaristas cristianos.

 

318. Objeciones. 1. La perennidad de la Iglesia depende de la voluntad libre de Dios, que puede decidir otra economía de la salvación que substituya a la Iglesia; luego la perennidad de la Iglesia no puede decirse que sea necesaria.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Dios con su libre voluntad pudo decidir otra economía de la salvación que substituyera a la Iglesia, anteriormente al decreto por el que ha establecido libremente que la Iglesia no tiene que ser substituida por otra economía, concedo el antecedente; después de haber dado Dios libremente tal decreto, niego el antecedente.

 

319. 2. La perennidad de la Iglesia depende de la libre cooperación de los hombres (Romanos 11,22); es así que la libre cooperación de los hombres es defectible; luego la Iglesia es defectible.

 

Respuesta. Distingo la Mayor. La perennidad de la Iglesia depende de la libre cooperación de los hombres bajo la providencia eficaz de Dios, concedo la Mayor; independiente de la providencia eficaz de Dios, niego la Mayor; y contradistingo la menor.

 

La libre cooperación de los hombres es defectible en cada uno de sus actos que se suceden unos a otros, concedo la menor; es defectible la libre cooperación de los hombres en todos sus actos simultáneamente, subdistingo: si fuera esta libre cooperación de los hombres independiente de la eficaz providencia de Dios, concedo; bajo la asistencia eficaz de Dios, el cual dejando a salvo la libertad de los hombres puede obtener con toda facilidad el fin preestablecido, niego la menor.

 

320. 3. Romanos 6,9: La muerte ya no tiene dominio sobre Él significa, al tratarse de Jesucristo, que después de su resurrección de entre los muertos la muerte no va a tener dominio sobre Él. Del mismo modo el texto de San Mateo 16,18: Y las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella significa acerca de Pedro que después de la resurrección de éste de entre los muertos, la muerte no va a prevalecer contra él; luego en estas palabras no se dice nada acerca de la perennidad de la Iglesia.

 

Respuesta. Niego la paridad del antecedente y la interpretación del texto de San Mateo 16,18, porque en este texto no se habla acerca de la muerte y de la resurrección de Pedro.

 

321. 4. El texto de San Mateo 16,18 solamente significa la perennidad de resistencia, esto es, que la Iglesia no va a ser vencida y oprimida por los poderes enemigos; pero no significa la perennidad de existencia, esto es, que la Iglesia no va a ser substituida por Dios por otra economía de salvación; luego el texto de San Mateo 16,18 no prueba que la Iglesia va a perdurar hasta el fin de los tiempos.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. El texto de San Mateo 16,18 significa solamente perennidad de resistencia, si interpretamos "las puertas del infierno" acerca de la muerte, niego el antecedente; si interpretamos "las puertas del infierno" acerca de los poderes enemigos, subdistingo; si el texto de San Mateo 16,18 lo consideramos en abstracto prescindiendo del contexto próximo y remoto del Evangelio de San Mateo, dejémoslo pasar; si se considera en concreto, esto es en el contexto del Evangelio de San Mateo, donde se profetizan los ataques que va a padecer continuamente la Iglesia hasta el fin del mundo, niego (véase San Mateo 5,11s.44s; 10,16-39; 24,9-14; San Juan 15,18-21; 16,1-4).

 

322. 5. Los argumentos aducidos solamente prueban la perennidad de hecho; luego al menos la perennidad de derecho de la Iglesia no se prueba.

 

Respuesta. Distingo el Antecedente. Los argumentos prueban solamente la perennidad  de hecho fundamentada en la asistencia eficaz de Dios, concedo   el antecedente; prueban solamente la perennidad de hecho sin estar esta fundamentada en la asistencia de Dios, que haga imposible la desaparición de la Iglesia, niego el antecedente.

 

323.  6. La promesa de la perennidad, fundamentada en la asistencia eficaz de Dios, fue hecha por Dios al Antiguo Testamento (Salmos 104,8-10; 110,5-9; Isaías 49,14-16). Es así que no obstante el Antiguo Testamento ha sido transformado substancialmente en otra economía mejor; luego la promesa de la perennidad fundamentada en la asistencia eficaz de Dios no hace imposible al menos una transformación substancial de la Iglesia en otra economía mejor.

 

Respuesta. Distingo la Mayor. La promesa de la perennidad ha sido hecha por Dios al Antiguo Testamento en razón del Nuevo Testamento, respecto al cual el Antiguo Testamento era preparación y figura, concedo la Mayor; la promesa de la perennidad ha sido hecha por Dios al Antiguo Testamento en razón del Antiguo Testamento mismo, niego la Mayor. En efecto en razón de sí mismo el Antiguo Testamento, en cuanto preparación y figura del Nuevo Testamento, era esencialmente algo caduco según hemos mostrado en la tesis la, n.84-87. Concedida la menor, distinguimos igualmente la consecuencia. La promesa de la perennidad no hace imposible una transformación substancial de la Iglesia en otra economía mejor, si la promesa hubiera sido hecha a la Iglesia, no por razón de sí misma, sino en razón de otra economía temporal, de la cual la Iglesia fuera preparación y figura, concedo la consecuencia; si la promesa ha sido hecha a la Iglesia en razón de sí misma y en orden solamente a la Iglesia triunfante en el cielo, de la cual la Iglesia militante puede decirse preparación y figura, niego la consecuencia.

324. 7. San Lucas 18,8: Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra? Luego la Iglesia dejará de existir antes del fin del mundo.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. En las palabras aducidas se habla de falta de fe teológica y consiguientemente de desaparición de la Iglesia, niego el antecedente; se habla de falta de la confianza, que debe acompañar a la oración, subdistingo: se habla de una gran disminución de confianza, concedo; se habla de una total falta de esta virtud, niego. Este anuncio sin determinar, formulado en forma interrogativa, debe ser determinado según las afirmaciones positivas de Jesucristo mismo: San Mateo 24,10-13,24.

 

325. 8. En Apocalipsis 13,3-8 se preanuncia que la Iglesia va a fallar totalmente.

 

Respuesta. Distingo. En el texto citado se prefiguran los tiempos del Imperio Romano u otros tiempos parecidos, en los cuales los fieles de Jesucristo van a ser atacados con grandes persecuciones y gran parte de los hombres llevará una vida apartada del verdadero culto de Dios, concedo; se prefigura en el texto citado el fallo total de la Iglesia de Jesucristo, niego.

 

326. 9. Apocalipsis 20,1-6. Después de la economía cristiana y antes del juicio final se anuncia una intermedia economía milenaria dichosa, en la cual los justos reinarán con Jesucristo mil años; luego la Iglesia no va a perdurar hasta el juicio final.

 

Respuesta. La economía milenaria, que se anuncia, no es otra cosa que la Iglesia militante misma, según la explicación de San Agustín, la cual la proponen muy comúnmente los autores católicos como más verdadera, en contra de aquella hipótesis que habían seguido algunos Santos Padres e incluso San Agustín también la había seguido antes de su retractación (R 1768 1769; véase R 1521 y el Índice teológico n. 604).

 

327. 10. San Pablo (1'- epístola a Timoteo 3,7), San Clemente Romano (R 21), San Cipriano (R 588) testifican que el sujeto de una función había sido constituido democráticamente; luego el modo jerárquico de la constitución del sujeto de una función no es perenne.

 

Respuesta.  Distingo el antecedente. Los autores citados atestiguan que se hizo indagación acerca del testimonio de los fieles sobre la vida y las costumbres de aquel que iba a ser constituido en una función, concedo el antecedente; atestiguan que alguien había sido constituido en la función por los fieles mismos, niego el antecedente.

 

328. 11. No entona con la sabiduría de Dios el dejar una sociedad religiosa de naturaleza universal en manos de un solo hombre y el constituir una sociedad de hombres bajo una sola forma invariable de gobierno; luego Dios no estableció el que en la Iglesia el Primado fuera perenne.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. No entona con la sabiduría de Dios el dejar una sociedad religiosa de naturaleza universal en manos de un solo hombre abandonado a sus solas fuerzas humanas, y el constituir una sociedad de hombres bajo una sola forma invariable de gobierno la cual forma no sepa que es adecuada y acomodada a las distintas circunstancias de los tiempos, concedo el antecedente; no entona con la sabiduría de Dios el dejar una sociedad religiosa de naturaleza universal en manos de un solo hombre ayudado con la asistencia divina eficaz, y constituir una sociedad de hombres bajo una sola forma invariable de gobierno, la cual forma ha previsto que es adecuada y acomodada a las distintas circunstancias de los tiempos, niego el antecedente.

 

329. 12. El Primado es un premio de la fe personal de Pedro y un privilegio del Apostolado personal de Pedro; es así que un premio personal y un privilegio concedido a la persona terminan con la persona; luego el Primado confiado a Pedro no es perenne.

 

Distingo la Mayor. Es un cierto premio y un privilegio de la persona de Pedro el que éste por encima de los otros ha sido elegido el primero por Jesucristo para desempeñar el cargo del Primado, concedo la Mayor; el cargo mismo del Primado es simplemente un premio y un privilegio de la persona de Pedro, niego la Mayor.

 

13. Las objeciones, que presenta Cullmann en contra de la perennidad de la Jerarquía y del Primado, se resuelven después en los números 382 y 458.


 


[1] Orígenes, Comentarios a San Mateo t.12 n.11: MG 13,1004. I. Knabenbauer, Comentario a San Mateo 16,18; T. Zapelena, En su tratado De Ecclesia tesis 6 escolio 2, Acerca de las puertas del infierno; Santo Tomás en su comentario al Símbolo c.12: "El diablo, dice Santo Tomás, está empeñado principalmente en la destrucción de la Iglesia, pero no vence, porque el Señor ha dicho: "Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (San Mateo 16,19), que es como sí dijera: Pelearán contra tí, pero no te vencerán". J. Schimdt (1952) 198, sostiene que "las puertas del infierno" significa la muerte.