Articulo  II

 

DE LAS COSAS QUE CONVIENEN A CRISTO POR COMPARACIÓN CON DIOS PADRE

 

TESIS 19. CRISTO HOMBRE, DE TAL MANERA ES HIJO NATURAL DE DIOS, QUE NI SIQUIERA POR RAZÓN DE LA NATURALEZA HUMANA PUEDE SER DICHO HIJO ADOPTIVO DE DIOS.

 

491. Nexo. De las cosas que se siguen de la unión hipostática, había considerado S.Tomás en todo lo anterior, las que convienen a Cristo por comparación con Dios Padre (q.20-q.21). Son de gran importancia las que enseña el Doctor Angélico sobre Cristo, según su relación al Padre, a saber, de la subjeción de Cristo (q.20) y de su oración (q.21), respecto a éstas, sin embargo, nos vemos obligados a remitir a S.Tomás y a sus grandes comentadores. Y la cuestión del sacerdocio de Cristo la trataremos después, tesis 27, donde trataremos del sacrificio de la cruz (q.22).

 

Otras cosas se dicen acerca de Cristo según la relación del Padre a El, como si el Padre lo hubiese adoptado y el que lo predestinó. En esta tesis expondremos la cuestión de la adopción de Cristo, tocando unos pocos datos de su predestinación en el escolio 3, n.515.

 

492. Nociones. CRISTO es el Verbo encarnado. CRISTO HOMBRE. Esta persona del Verbo encarnado se considera explícita­mente como subsistente en y con la naturaleza humana. Podría, pues, decirse: Cristo como este hombre.

 

493. Esta nuestra tesis generalmente se anuncia por los teólogos: Cristo, como hombre, es hijo natural de Dios. Se reduplica, por tanto, o se indica de nuevo la humanidad, que ya implícitamente designada por la palabra *Cristo+, de nuevo, pero ahora explícitamente, se señala por la palabra *hombre+. La reduplicación *como hombre+ se toma específicamente. Este sentido especificativo tiene lugar, según los lógicos, cuando el término no reduplicado, aplica o reduplica al sujeto un concepto formal y específico, v. gr., lo colorado en cuanto colorado es objetivo de la vista, se tiene especificativamente porque reduplica solo la razón formal de modo semejante: el ente en cuanto ente, es objeto de la metafísica, se dice proposición especificativa porque en ella no se significa la causa de por qué el ente es objeto de la metafísica, sino la naturaleza y la especie a la que conviene adecuadamente el predicado.

 

El término *como hombre+ se toma especificativamente porque en esta proposición, Cristo, como hombre, es el Hijo natural de Dios, la persona de Cristo, que es el Hijo unigénito de Dios, en cuanto simultáneamente se considera como subsistiendo de la naturaleza humana, es la razón formal según la cual, el predicado *Hijo natural de Dios+ se aplica al sujeto, Cristo. El término, pues, *como hombre+, se toma no sólo materialmente y de modo idéntico por el supuesto subsistente en la naturaleza divina, pero se toma formalmente por el supuesto subsistente en la naturaleza humana o por el hombre en concreto. Con otras palabras, *como hombre+ determina el supuesto *in recto+, como específicamente subsistente en la humanidad, sólo, pues, se asigna por la expresión *como hombre+ al sujeto+, a quien verdaderamente conviene ser Hijo natural de Dios por la gracia de la unión.

 

494. Sin embargo, este modo de decir tiene este inconveniente, que per se, el término reduplicado más propiamente indica la naturaleza que el supuesto (cf. antes, tesis 16, n.394) y así, por  no pocos teólogos se rechaza la proposición: Cristo como hombre es hijo natural de Dios, si la filiación natural en esta proposición se toma completamente en el mismo sentido que la filiación natural del Verbo, o si los restantes teólogos admiten esta proposición, distinguen sutilmente para que las palabras *como hombre+ no parezcan reduplicarse en sentido abusivo.

 

Escribe Suárez: *Hay que tener en cuenta primeramente que la filiación en orden a Dios, puede tomarse de varios modos: primero, de modo muy propio como filiación natural y personal, por la que se constituye la segunda persona de la Trinidad; ahora bien, es cierto que si Cristo, en cuanto a hombre, no es referido a Dios con esta filiación+.

 

Para evitar, pues, en esta primera parte de la tesis, controversias teológicas, hemos preferido decir *Cristo hombre+, donde se indica suficientemente que se atiende en recto, no a la naturaleza, sino al supuesto, pero considerado en la naturaleza humana.

 

N.B. En aras de la claridad, indicamos primero el conspectus de los modos, en los que el término se puede reduplicar. a) En sentido especificativo, del cual hace poco hemos hablado y ciertamente ya *per se+, o en sentido propio, donde el término reduplicado se considera como la naturaleza, ya per accidens, o en sentido menos propio, donde el término reduplicado se considera como el supuesto (ejemplo de lo cual queda expuesto en este mismo apartado). b) En sentido reduplicativo, que se explica después, n.496, y ciertamente, ya completamente, donde sola la naturaleza, en cuanto se contradistingue de la persona, es causa por la cual el predicado convenga simplemente al sujeto, v.c., Cristo como hombre es posible. Cristo como hombre no es hijo adoptivo de Dios, ya incompletamente, v.c., Cristo como hombre es mediador o sacerdote (sentido que se explica después, n.573).

 

495. HIJO NATURAL DE DIOS.   Que procede ab aeterno del Padre por verdadera generación o por comunicación generativa de la misma en número naturaleza divina.

 

HIJO ADOPTIVO DE DIOS. El cual, no por generación, sino por adopción, es constituido hijo. La adopción suele definirse: acción de tomar gratuitamente una persona extraña en orden a la herencia (cf. S.To. 3 q.23 a.1 c).

 

496. NI POR RAZON DE LA NATURALEZA HUMANA PUEDE DECIRSE HIJO ADOPTIVO DE DIOS. El término *hombre+ significa en la expresión *Cristo hombre+ de la proposición precedente, se reduplica ahora reduplicativamente. Este sentido reduplicativo tiene lugar, según los lógicos, cuando el término reduplicado aplica al sujeto razón de causa, por la cual el predicado conviene al sujeto, v.gr., el hombre racional es risible, como si se dijese: el hombre, porque es racional, es risible.

 

En la tesis, pues, la expresión *Cristo hombre+ se toma en doble sentido inverso, cuando decimos que Cristo hombre es hijo natural de Dios, por la voz *hombre+ entendemos el supuesto, pero considerado en la naturaleza humana, o a lo más podría decirse que se reduplica la humanidad en sentido especificativo menos propio (como hombre), pero cuando añadimos que Cristo hombre no es hijo adoptivo de Dios, la voz *hombre+ la entendemos reduplicando la humanidad en sentido reduplicativo. Esto último lo señalamos expresamente en la enunciación de la tesis con las palabras: Cristo hombre, ni siquiera por razón de la naturaleza humana, es hijo adoptivo de Dios.

 

La cuestión de si Cristo como hombre, tomando el término *como hombre+ en sentido especificativo propio, debe o puede decirse Hijo natural de Dios, se considerará después en el escolio 1, n.511-513.

 

497. Adversarios. A. Los adopcionistas del s.VIII, siguiendo a ELIPANDO, arzobispo de Toledo, y a FELIX, obispo urgelitano, en la persona del Verbo encarnado distinguían dos naturalezas, divina y humana. Por la naturaleza divina es Hijo Unigénito de Dios, consubstancial con el Padre, que, no retirándose de ninguna manera de la substancia del Padre, recibió en el tiempo un cuerpo visible de las entrañas de la Virgen María y de ella nació. Este, pues, *hecho de mujer, hecho bajo la ley+, no es Hijo de Dios por generación o naturaleza, sino por adopción y gracia y, ciertamente, ha sido constituido el primogénito de todos nosotros que somos hijos adoptivos de Dios.

 

Aunque lógicamente se ha de llegar en esta sentencia al punto de que pongamos dos personas en Cristo, sin embargo, los adopcionistas no enseñaron expresamente esta herejía. La fuente del error adopcionista fue la persuasión, según la cual el concepto de filiación y de adopción serían predicados de la naturaleza, pero no de la persona; por tanto, aquel *hecho de mujer+ tiene con relación a Dios filiación únicamente adoptiva, como los demás hombres somos adoptados por Dios como hijos. Esta adopción, por la que nosotros somos llamados dioses de nombre, hace que el Hijo de Dios según la humanidad, sea con sus elegidos por la gracia de la adopción, deificado y nuncupativamente Dios.

 

Históricamente quizás haya nacido el adopcionismo de una tendencia apologética. Porque, como el islamismo dice que Jesús es puro hombre pero gran profeta, tal vez hubieran querido los cristianos mozárabes, reteniendo este dato de los adversarios, conceder en verdad que Cristo hombre es Hijo de Dios únicamente por adopción, para después demostrar que en Cristo había también naturaleza divina, según la cual rectamente se le adorase como Hijo natural de Dios.

 

498. B. Los escolásticos del siglo XII en ninguna manera enseñaron el propio adopcionismo, pero suponiendo que la persona del Verbo encarnado, considerada explícitamente como subsistente en y con la naturaleza humana, es el hijo natural de Dios, investigaban más si por razón de la naturaleza humana, podría decirse hijo adoptivo de Dios (adopcionismo impropio). Esta misma filiación adoptiva la negaban generalmente, aunque sus expresiones hayan sido entendidas por algunos históricos modernos en sentido de cierto adopcionismo propio. PEDRO CANTOR enseñó claramente este adopcionismo impropio.

 

No faltan escolásticos desde el siglo XIV que conceden, a semejanza de Pedro Cantor, que Cristo, por razón de la naturaleza humana, es hijo adoptivo de Dios. Así DURANDO: *Pero Cristo, en cuanto hombre..., tiene, según la naturaleza humana, la gracia del Espíritu Santo, por la que se realiza la adopción de los hijos de Dios; luego Cristo, en cuanto hombre, puede ser dicho hijo del Espíritu Santo por adopción. Sin embargo, no puede decirse el Espíritu Santo padre de Cristo en los modos predichos, más que el Padre in divinis o toda la Trinidad, si miramos a esto...+.

 

499. Doctrina de la Iglesia.  Además de las epístolas de ADRIANO I (D 299, 309s), tenemos el Concilio Francofordense: *El hijo de Dios fue hecho hijo del hombre (a saber, el que verdaderamente es engendrado), no tendría adopción, no denominación, sino que en una y otra natividad tendría el nombre de hijo y sería verdadero Dios y verdadero hombre, un solo hijo propio por una y otra naturaleza, no adoptivo, porque es impío y profano que se diga hijo coeterno de Dios Padre eterno y adoptivo, sino verdadero y propio como antes se ha dicho que debe ser creído y predicado de una y otra naturaleza+. Cf. D 311-314, 314a, 344. El Concilio de Lión II: *Creemos que el Hijo de Dios mismo... propio en una y otra naturaleza y perfecto, no adoptivo+ (D 462).

 

500. Valor teológico. A. Que Cristo hombre es hijo natural de Dios y no adoptivo (en el sentido del adopcionismo) es, en cuanto a la realidad, verdad de fe divina y católica definida contra Nestorio (cf. antes, tesis 3, n.34).

 

Por los documentos dirigidos contra los mismos adopcionistas, nuestra tesis parecería que se has de decir al menos doctrina católica. Porque las cartas de ADRIANO I (cf. D 299, 309s) condenan severísimamente este error, y aunque el Concilio Francofordense no fue ecuménico, su condenación del adopcionismo fue aprobada con gravísimas palabras por S.LEON III en el Concilio Romano. Si las palabras del Concilio de Lión II (D 462) se refirieran al adopcionismo del s.VIII, como parece, se tendría una definición equivalente.

 

B. Que Cristo hombre, de ninguna manera es hijo adoptivo de Dios (en el sentido de los escolásticos de los siglos 12  y 14) es cierto en teología, de tal manera que la sentencia contraria es falsa en teología y temeraria.

 

501. Se prueba por la sagrada Escritura. Además de los argumentos antes aducidos (tesis 3, n.35-37) contra Nestorio para probar que el Hijo Unigénito de Dios es al mismo tiempo verdadero hombre, se pueden aducir los textos según los cuales Cristo hombre se dice hijo natural o propio de Dios.

 

1) Testimonio de los Padres. Mt  3,17: Este es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias. Estas cosas se dicen de Jesús, que había recibido el bautismo como si El fuese pecador. Luego, se dice sin duda de Cristo hombre. Con estas palabras se expresa la filiación natural, porque hijo amado significa hijo único como antes indicamos, tesis 6, n.91.

 

502. 2) Testimonio del mismo Cristo. Mc 14,61s: )Eres tú el Mesías, el hijo de Dios bendito? Jesús dijo: Yo soy: y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios... Del Hijo del hombre, luego de Cristo hombre (cf. tesis 7, n.119 al 3). Se asegura la filiación natural, lo que más detenidamente se prueba en la tesis de la divinidad de Cristo.

 

3) Testimonio de los apóstoles. Mt 16,13.16: )Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?... Tomando la palabra, Simón Pedro dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. El argumento procede como en Mc 14,61s. Rom 8,32: El que no perdonó a su propio Hijo, antes lo entregó por todos nosotros. A la muerte fue entregado ciertamente Cristo hombre, sin embargo, de El dice S.Pablo que es Hijo propio de Dios.

 

503. Se prueba por la tradición. Además de las cosas que antes (tesis 3, n.38s) tomamos de los SS.PP. acerca de la unidad del Verbo encarnado, añadiremos un doble género de testimonios.

 

1) En Cristo hombre se afirma un solo Hijo de Dios. S.ATANASIO: *Para eso el Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre, para que los hijos del hombre, esto es, de Adán, sean hechos hijos de Dios. Porque el que ha sido engendrado arriba el Verbo del Padre, él mismo en el tiempo es engendrado aquí abajo de la Virgen Madre de Dios, María...+ (R 788). S.GREGORIO NACIANCENO: *Si alguno incluyese dos hijos, uno de Dios y Padre, otro de la madre, y no uno solo y el mismo, ése, sea separado de la adopción de hijo que a los que creen rectamente les está prometido+ (Epíst. 101: MG 37,179). S.CIRILO ALEJANDRINO: *Ves cómo no divide en dos hijos (Heb 13,8) al Emmanuel ni proclama que está siempre del mismo modo acerca sólo del Verbo por separado que procede de la substancia de Dios y Padre, sino que reconociendo al único y exclusivo Hijo según la naturaleza, el cual se vistió de la humanidad, la llama Cristo Jesús  (Homil. pasch. 8 n.4: MG 77,567).

 

504. 2) En Cristo se excluye al hijo adoptivo de Dios. S.GREGORIO NICENO escribió su Adversus Apollinarem ad Theophilum para repeler esta calumnia: *Porque se expresan como si dieran algunos culto a la Iglesia Católica, a dos hijos en el mismo dogma, uno ciertamente según la naturaleza y el otro según la adopción adquirido después+ (MG 45,1271). S.AGUSTIN: *Luego, convenía que bautizara el que es Hijo único de Dios no adoptado. Los hijos adoptados son ministros del Hijo único, el único es el que tiene la potestad, los adoptados el ministerio+ (R 1811). S.GREGORIO MAGNO: *Una cosa es que los hombres nacidos reciben la gracia de la adopción y otra cosa, que uno singularmente por el poder de la divinidad, haya nacido en virtud de la misma concepción. Ni se puede igualar a la gloria del Unigénito tenida por naturaleza, la otra recibida por gracia+ (Moral l.18 c.52 n.85: ML 76,89).

 

505. Razón teológica. A. Cristo hombre, en cuanto podría decirse hijo de Dios no natural sino adoptivo, en cuanto la persona del Verbo, por la encarnación, dejase de ser Hijo natural de Dios, o en cuanto simultáneamente, con el Hijo natural de Dios, se tuviese en Cristo otro hijo de Dios, a saber, no natural. Es así que lo primero repugna por la inmutabilidad de Dios y lo otro es caer en el nestorianismo, porque, como el Hijo de Dios designa a la persona, si se ponen dos hijos, debieran ser puestas dos personas en Cristo. Luego, Cristo hombre debe necesariamente ser dicho hijo natural de Dios y no se puede decir de ninguna manera hijo adoptivo de Dios.

 

506. B. La filiación es una propiedad personal. Es así que no se permite decir la filiación participativamente si se dice *per se+; luego Cristo, que es hijo natural de Dios, no se puede por ninguna razón decir ser hijo adoptivo de Dios y, por tanto, no puede ser dicho así ni siquiera por razón de la naturaleza humana.

 

La mayor consta porque la filiación propiamente denomina a la persona, según el común modo de hablar de los filósofos que conviene observar.

 

En cuanto a la menor. El principio de esta menor no hay que entenderlo como si nada que de Cristo se diga *per se+, pueda simplemente ser dicho de El por participación. Porque Cristo es v.c., infinitamente omnisciente y sin embargo se dice de ciencia limitada (cf. antes, tesis 13, escolio 1, n.300) según la naturaleza humana. Así pues, el principio vale principalmente cuando el predicado dicho por participación incluye intrínsecamente imperfección que repugna a aquel que es *per se+ tal y postula tal imperfección en la persona secundum se, así no puede ser dicho Cristo ni siquiera por razón de la naturaleza humana, persona creada o finita, aunque su naturaleza humana sea finita.

 

La filiación, como dijimos, en cuanto a la mayor del argumento, propiamente denomina a la persona, la filiación por participación, o en concreto la filiación adoptiva, incluye la filiación de persona extraña. Luego, la denominación *hijo adoptivo+ incluiría imperfección exterior que intrínsecamente repugna al hijo natural, y tal imperfección la postularía en la persona secundum se.

 

507. Objeciones. 1. A Cristo se le dice siervo de Dios. Es así que es más digno ser hijo adoptivo que siervo, luego mucho más será Cristo hijo adoptivo.

 

Concedo la mayor con la sentencia mucho más común de los teólogos. Distingo la menor. Es más digno ser hijo adoptivo que siervo, si estas nociones se miran en abstracto, concedo la menor; si se consideran en concreto, es decir, en quien ya es hijo natural, niego la menor. Distingo igualmente la consecuencia.

 

508. Ciertamente los nombres substantivos concretos, según dijimos antes (tesis 16, n.387), importan en recto la persona y en oblicuo la forma, cuando se trata del misterio de la encarnación. Luego, en sentido obvio, no parecería que se pueda decir que Cristo es siervo del Padre, porque significaría que la persona de Cristo es inferior al Padre, mientras que simultáneamente no es inferior como persona divina.

 

Pero tal predicación *siervo+ y otras semejantes, supuesta la fe de la unión hipostática, fácilmente se entienden ser predicadas ciertamente de la persona por razón de la naturaleza, de tal manera que la diversidad de naturalezas basta para predicar estas expresiones de una sola y la misma persona, sin que se requieran diversas personas. Por el contrario, el nombre *hijo adoptivo+, de tal manera tiene inmersa en sí la adopción de persona extraña que se adopta, que de ninguna manera basta la sola diversidad de naturalezas, sino que habría que afirmar en Cristo doble persona, una hijo natural y otra hijo adoptivo.

 

509. 2. Cristo hombre se dice Hijo de Dios predestinado en poderío (Rom 1,4). Es así que el hombre que es predestinado Hijo de Dios no es hijo natural de Dios, sino adoptivo; luego Cristo hombre es hijo adoptivo de Dios.

 

Distingo la mayor. Según la lección original, Cristo se dice *predestinado+, niego la mayor. Se dice constituido hijo de Dios poderoso, esto es, por la resurrección Cristo, según la carne, es constituido por Dios en los esplendores del poder, o se dice hijo de Dios en sentido amplio, esto es, en sentido mesiánico, no precisamente en sentido de filiación natural, concedo la mayor. Contradistin­go la menor.

 

De la expresión misma en sí, hablaremos después, escolio 3, n.515.

 

3. Cristo no puede según lo mismo, ser hijo natural del hombre e hijo natural de Dios. Es así que Cristo hombre es hijo natural de la Virgen María, luego Cristo hombre no es hijo natural de Dios, sino hijo adoptivo.

 

Distingo la mayor. Cristo no puede, por razón de la misma naturaleza, ser hijo natural del hombre e hijo natural de Dios, concedo la mayor; por razón de la misma persona, niego la mayor. Contradistingo la menor. Cristo es hijo natural de la Virgen María por razón de la misma naturaleza divina por la que es hijo natural de Dios, niego la menor; por razón de la misma persona divina, concedo la menor.

 

510. 4. Cristo hombre está adornado con la gracia santificante. Es así que la gracia santificante constituye al hombre hijo adoptivo de Dios; luego Cristo hombre es hijo adoptivo de Dios.

 

Concedo la mayor. Distingo la menor. La filiación adoptiva de Dios es efecto formal primario de la gracia santificante, niego la menor; secundario, subdistingo: que se obtiene cuando la persona que es adornada con la gracia santificante, es extraña a Dios, concedo; cuando esta persona es ya hijo natural de Dios, niego. Contradistingo la consecuencia.

 

5. Son muchos los textos de Santos Padres y de la antigua liturgia mozárabe, que hablan de Cristo hombre hijo adoptivo de Dios; luego este modo de hablar no parece que ha de ser condenado.

 

Distingo el antecedente. Muchos son los textos en los que se habla de adopción, pero no en el sentido de filiación adoptiva de Dios, concedo el antecedente; en otro caso, niego el antecedente. Contradistingo la consecuencia.

 

Prescindiendo de los textos de los Padres interpolados por los adopcionistas o sacados de su contexto, las expresiones tanto patrísticas como litúrgicas tratan de adopción en sentido lato, como asunción o también como elección. La locución *hombre asumido+ ha sido explicada antes, tesis 3, n.42.

 

511. Escolio 1. De Cristo hijo natural de Dios por razón de la naturaleza humana. La fórmula *por razón de la naturaleza humana+, puede entenderse en el sentido de que la naturaleza humana sea la causa por la que Cristo es el Hijo natural de Dios, sentido que aparece absurdo pero puede también entenderse de tal manera que Cristo subsistiendo en la humanidad, tenga en la humanidad misma alguna relación de hijo natural para con Dios. De este sentido se trata.

 

Por lo expuesto antes (n.493-496), está claro que las palabras *por razón de la naturaleza humana+, reduplican en verdad la humanidad de Cristo, pero no reduplicativamente, sino especificativamente. Difiere, sin embargo, el sentido especificativo propio, del cual tratamos en este escolio, del sentido especificativo menos propio, del hablamos antes, n.493s, porque allí se indicaba in recto el supuesto de la humanidad; en cambio, aquí, la naturaleza humana de Cristo.

 

Por los argumentos de la sagrada Escritura y de los SS.Padres, hubo teólogos que, con Suárez y Vázquez, pensaron que Cristo, en cuanto hombre, era Hijo natural de Dios, lo cual lo explicaban por el hecho de que Cristo, como hombre, fue santificado por Dios por la gracia de la unión y, por ello, tiene derecho a la herencia o gloria; y esta filiación, por la gracia de la unión, no es algo que le advenga a Cristo ya constituido, como es la adopción, la cual le adviene a Cristo ya constituido.

 

512. Esta filiación en Cristo, en la realidad no difiere de la filiación natural por esencia, que constituye a la persona subsistente en la naturaleza divina y engendrada ab aeterno por el Padre. Porque la santidad y el derecho a la herencia divina puede entenderse que, en la humanidad, proviene cuasi formalmente de la eterna filiación mediante la unión, y todo se funda en la infinita dignidad de aquella eterna filiación y de ella es completamente inseparable la santificación de la humanidad, supuesta la unión. Se da, pues, unidad e identidad, de tal forma que santifica a Cristo como hombre con la filiación natural misma y por esencia de Cristo como Dios.

 

Diversa es, sin embargo, la relación predicamental o cuasi predicamental, que se suele decir esse ad. Una es la relación que Cristo como hombre santificado por la gracia de la unión y heredero de la vida eterna, tiene para con Dios santificador suyo; y otra la relación real en orden al Padre, que tiene en cuanto es Dios engendrado.

 

513. Ni del todo se llama filiación natural, porque no sólo esa relación de filiación tuvo Cristo como hombre desde el principio de su concepción, sino que de tal manera la tuvo desde el principio que la gracia misma de la unión le fuera intrínseca, porque por ella es constituido cuasi formalmente este hombre, Cristo, como es Cristo y finalmente, de tal manera, que en virtud de la misma unión, tiene aquella santificación y aquel derecho a la herencia eterna, por lo que es llamado hijo.

 

Esta sentencia se rechaza más comúnmente y con razón, tanto, porque no parece que esté fundada en la tradición; porque, menos consecuente con los argumentos aducidos de razón teológica, n.506, incluye de un modo en Cristo dos relaciones de filiación natural, una de estricta filiación natural, otra de filiación natural en sentido lato.

 

514. Escolio 2. De la naturaleza humana adoptada de Cristo. Casi común es la sentencia de los teólogos respecto a que la humanidad de Cristo no puede ser dicha propiamente adoptada, ya que ser adoptada en sentido usual es propio de la persona, pero no de la naturaleza, y como además, la naturaleza de Cristo, propiamente a ningún ha podido ser adoptada, es decir, ni a la gracia habitual, a la cual tampoco los hombres somos adoptados, puesto que por ella somos adoptados más bien a la herencia eterna, ni a la herencia eterna, a la cual ni siquiera por la gracia habitual es adoptado, ya que esta gracia es posterior con posterioridad de naturaleza, que la gracia de la unión, y así se da a una naturaleza no extraña sino propia del Verbo por la unión, ni por la gracia de la unión es adoptada, ya que ésta es de orden y de índole más alto de lo que es la gloria misma; luego ésta no puede ser adopción en orden a la gloria ni a la gracia de la unión, ya que la adopción no hace sino una unión accidental entre el adoptante y el adoptado, en cambio, la gracia de la unión hace la unión substancial.

 

515. Escolio 3. De la predestinación de Cristo. Una doble cuestión puede tratarse: una terminológica, otra real. En cuanto al modo de decir, muchos detalles indican que los teólogos acerca de las expresiones: Cristo fue predestinado, Cristo como hombre fue predestinado, Cristo como hombre fue predestinado a ser Hijo natural de Dios.

 

Brevemente se puede establecer este principio: fueron predestinadas todas las obras sobrenaturales que fueron hechas en la encarnación; la predestinación de ninguna manera cae en la persona del Verbo en cuanto tal, Cristo como hombre puede ser dicho predestinado en orden a todas las gracias que siguen a la unión hipostática. Hay que añadir de S.Tomás (3 q.24 a.1 al 2), que la predestinación se atribuye a la persona de Cristo, no ciertamente según ella misma o en cuanto que subsiste en la divina naturaleza, sino en cuanto que subsiste en la naturaleza humana.

 

516. En cuanto a la realidad misma también se puede instituir una doble cuestión, una de la razón por la cual Cristo mismo fue predestinado, o de la razón por la cual fue predestinado por Dios que el Verbo se encarne; otra de la predestinación de Cristo como causa de nuestra predestinación.

 

La primera de estas cuestiones la expusimos antes en la tesis 1, donde probamos que Cristo fue predestinado por Dios en virtud del presente decreto sólo dependientemente de la previsión del pecado de Adán.

 

Ahora bien, la predestinación de Cristo es causa de nuestra predestinación, más no si la predestinación se considera según el acto mismo de la predestinación porque son uno y el mismo acto, Dios predestinó a Cristo y a nosotros, pero si en verdad, si se considera la predestinación según el término de la predestinación porque Dios predestinó nuestra salvación predestinado ab aeterno de tal modo que se cumpliese por Jesucristo.

 

Esta enseñanza en parte fluye inmediatamente de lo expuesto antes en la tesis 1, y en parte quedará más patente por lo que se ha de exponer después en la tesis 24, del mérito de Cristo.

 

Articulo  III

 

COSAS QUE CONVIENEN A CRISTO POR

COMPARACION CON NOSOTROS

 

TESIS 20. LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO Y CUALQUIER PARTE DE EL HIPOSTÁTICAMENTE UNIDA AL VERBO DEBE SER ADORADA CON EL ÚNICO Y MISMO CULTO ABSOLUTO DE LATRÍA QUE LA DIVINIDAD DE CRISTO.

 

517. Nexo. Consideradas por S.Tomás las cosas que convienen a Cristo, según El mismo y por comparación con Dios Padre, trata ahora de las que convienen a Cristo en comparación con nosotros, y en primer lugar acerca de la adoración de Cristo, a saber, con la que nosotros le adoramos, después del hecho de que es Mediador nuestro para con el Padre.

 

En esta tesis tratamos la adoración de la humanidad de Cristo respecto al culto de las imágenes y de los santos, de los que trata S.Tomás en esta misma cuestión (a.3-6) se hará el estudio en otro tratado.

 

518. Nociones. ADORACION es una especie de honor. El honor se define con S.Tomás: *Cierto reconocimiento de la excelencia de alguno+. El honor puede versar aun para con los iguales e inferiores, y entonces se llama simplemente honor, o acerca de los superiores, y entonces se llama también adoración o culto. La adoración, pues, es el acto con el cual alguien se somete a otro en señal de su excelencia y superioridad. La adoración que se tributa a Dios es el acto propio de la virtud de la religión, de la cual se halla mucho en el tratado de las virtudes.

 

Consiguientemente, consta la adoración de un acto del entendimiento, con el que se reconoce la excelencia de otro y el deber de sometérsele; de un acto de la voluntad, que ordena que esta sumisión; finalmente, de la ejecución, ya por un acto meramente interno que es suficiente, según sostienen mucho más comúnmente los teólogos, ya también por un acto externo, que como elemento secundario, acompaña connaturalmente en el hombre, al acto interno.

 

519. Hay que distinguir en la adoración el objeto material y el objeto formal. Objeto material es aquello que es adorado. Puede ser objeto material total, que es la persona íntegra, a la que en último término tiende la adoración, y objeto material parcial, que es la cosa que se refiere de algún modo (como parte o de otra manera) a la persona que ha de ser adorada y que, por tanto, participa de la venerabilidad de la persona. El objeto material total se puede llamar también primario, remoto, último; el objeto material parcial se puede llamar también secundario, próximo. Al objeto material total la adoración puede tender sólo implícitamente y menos directamente. al objeto material parcial la adoración tiende explícita y directamente.

 

El objeto formal o *causa de honor+ es la razón por la cual se rinde la adoración. Puede ser objeto formal primario, que es la excelencia de la persona misma, y objeto formal secundario, que es una peculiar excelencia, por la cual algún objeto material parcial es adorado explícitamente. Esta distinción es de mayor importancia para la tesis siguiente.

 

520. Se divide la adoración o culto, por razón de la excelencia, en adoración de LATRIA, que se debe a la divina excelencia; y adoración de dulía, que se debe a la excelencia creada. Esta excelencia creada es excelencia de Dios comunicada a algunas criaturas, no según igualdad, sino según alguna participación. A la Madre de Dios se le debe de modo más eminente esta adoración de dulía y, por tanto, se dice hiperdulía.

 

Por razón del nexo entre el objeto material que se adora y el objeto formal por el cual ese objeto material es adorado, el culto se divide en absoluto, cuando el objeto material es adorado a causa del mismo, o sea, por la excelencia del propio supuesto, y en relativo, cuando el objeto material es adorado a causa de la conexión que tiene con la excelencia de otra cosa u otro supuesto.

 

521. LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO. Se da por supuesto en esta tesis, en contra de los nestorianos, que Cristo hombre, o Cristo como hombre, reduplicativamente, en sentido especificativo menos propio, del cual hemos tratado antes, tesis 19, n.492-494, ha de ser adorado con culto absoluto de latría, porque la persona del Verbo no deja de ser adorable con este culto de latría, puesto que se la considera explícitamente subsistente en y con la naturaleza humana. Podría plantearse la cuestión acerca de Cristo como hombre, replicando la humanidad en sentido especificativo propio, de lo cual tratan los lógicos (cf. antes, n. 453), a saber, de tal manera que la persona de Cristo se considera que ha de ser adorada según la humanidad, o sea de manera que la humanidad seas la razón formal según la cual el predicado adoración convenga al sujeto, esto es, a la persona de Cristo.

 

522. De hecho, sin embargo, en esta tesis se considera directamente, no la persona, sino la misma naturaleza humana de Cristo; en ninguna manera, sin embargo, como separada del Verbo, hipótesis de la que trataremos después en el escolio 2, n.540, sino como realmente está en Cristo, a saber, como unida hipostáticamente al verbo. De este modo propone S.Tomás la cuestión, y con toda razón.

 

Porque si la naturaleza humana de Cristo es adorada con culto de latría, con más razón valdrá esto de la persona de Cristo considerada según la humanidad, o sea, de Cristo como hombre en sentido especificativo propio. Por otra parte, la adoración tiene como propio el que pueda estar dirigida como término directamente no a la sola persona íntegra (objeto material total), sino también a una cosa que pertenezca de algún modo a la persona (objeto material parcial), como antes, n.519, expusimos. Esto no se obtiene del predicado *hijo natural+ o *rey+, puesto que son predicados del supuesto, por esto no podemos hablar en ambas tesis de la humanidad de Cristo, sino de Cristo hombre o de Cristo como hombre. Por el contrario, en la tesis de la santidad de Cristo (cf. antes, tesis 12), hablábamos como ahora de la humanidad de Cristo.

 

523. Y CUALQUIER PARTE DE EL HIPOSTÁTICAMENTE UNIDA AL VERBO. Puesto que en la tesis tratamos del culto absoluto de latría, consideramos sólo aquellas partes de la humanidad de Cristo que están unidas al Verbo, no sólo en hipóstasis, sino según la hipóstasis; cuáles son éstas queda aclarado antes, tesis 7, escolios 5-8, n.139-143.

 

CON EL UNICO Y MISMO CULTO ABSOLUTO DE LATRIA QUE LA DIVINIDAD DE CRISTO. Por las palabras culto absoluto se indica la razón por la cual la humanidad de Cristo es adorada, a saber, la excelencia del propio supuesto.

 

524. Añadimos el único y mismo culto de latría que la divinidad de Cristo, para significar que en esa misma adoración de latría, cuyo objeto total es el Verbo encarnado, tiene por término parcial la naturaleza humana en cuanto que es propia del Verbo.

 

Dejamos para el escolio 1 (n.538s) una doble cuestión ulterior, a saber, si la adoración de la humanidad de Cristo, aunque sea verdadera y unívocamente adoración de latría, es menos perfecta que la adoración de latría con la que se adora a la divinidad de Cristo, y si además de esta idéntica adoración de latría, que defendemos en la tesis, debe ser la humanidad de Cristo adorada también con otra adoración de latría, a la que haya que dar el nombre de latría inferior.

 

525. Adversarios. Son adversarios directos muchos teólogos antiguos, que quieren que la adoración de latría esté reservada sólo a Dios, pero no a la humanidad de Cristo, que es algo creado.[1]

 

526. Doctrina de la Iglesia. El Concilio Constantinopolitano II: *Si alguno... no adora con una sola adoración a Dios Verbo encarnado con su propia carne, como desde el principio ha sido transmitido por tradición a la Iglesia de Dios, éste sea anatema+ (D 221). Aunque estas palabras parezcan decir que la misma carne de Cristo ha de ser adorada con una sola adoración con el Verbo, sin embargo históricamente se refieren al error del monofisismo, el cual afirma que la divinidad no forma con la carne sino una sola substancia. Por tanto, el sentido histórico parece ser el que nosotros en la tesis no pretendemos probar, sino más bien suponemos y, según el cual dijimos antes, n.520, que la expresión *Cristo como hombre+ reduplica la humanidad en sentido específicamente menos propio.

 

Sin embargo, esta doctrina del concilio es de gran importancia para nuestra tesis, ya que el concilio para la unidad o diversidad de adoración en Cristo, no atiende a las naturalezas, sino a la persona. Se propone, pues, por el concilio el principio del que deduciremos nuestra tesis, a saber, que el objeto que es adorado es la persona.

 

527. Concilio Tridentino: *No se deja, pues, ningún lugar a la duda, de que todos los fieles de Cristo..., ofrecen en veneración el culto de latría, que se debe al verdadero Dios, a este santísimo sacramento [de la Eucaristía]+ (D 878). El sacramento de la Eucaristía, según el Tridentino, no es simplemente Cristo, porque Cristo se contiene en este sacramento (D 874, 883, 885) y las especies reales pertenecen a este sacramento, como ampliamente se demuestra en el tratado de la Eucaristía. El culto, pues, de latría que se debe a Dios, se ha de tributar al sacramento mismo.

 

Es ciertamente verdadero que ya lo que sigue inmediatamente, ya el correspondiente canon sexto (D 888), trata directamente del culto de latría que se ha de tributar a Cristo en el sacramento de la Eucaristía y que en las discusiones de los teólogos y de los Padres del Concilio Tridentino, la discusión casi siempre se entiende de Cristo. Sin embargo, nuestro argumento parece firme, porque no hubiesen hablado así los Padres en las palabras aducidas del capítulo quinto (D 878), si no hubiesen estado persuadidos de que la adoración de latría debida a la persona de Cristo comprende también las cosas que están unidas con la persona de Cristo, lo que en este caso es verdadero acerca del sacramento que contiene a Cristo.

 

Sin embargo, como el sacramento, en cuanto que contiene a Cristo y distinto de Cristo, ha de ser adorado no con culto absoluto sino solamente con culto relativo, para nuestra tesis este argumento del Tridentino vale indirectamente, en cuanto que contiene el principio del cual podemos argumentar, a saber, que el culto de latría se tributa ya a la persona de Cristo, ya a las cosas que con esta persona están unidas; luego con más razón a la humanidad misma de Cristo, a quien, por lo demás, se debe culto absoluto por la identidad del supuesto.

 

528. PÍO VI contra los Pistorienses (D 1561). De donde consta esto: *la adoración con la que la humanidad y la misma carne vivificante de Cristo se adora, es una sola y la misma adoración con la que el Verbo encarnado es adorado con su propia carne+. Luego, no sólo la tesis nuestra se afirma acerca de toda la humanidad, sino también de parte de ella, es decir, de la carne.

 

529. Valor teológico. Nuestra tesis es sentencia común y cierta en teología. Lo contrario se dice *falsa+ por PÍO VI (D 1561). La gran variedad en el valor teológico de esta tesis indicada por los teólogos, proviene del diverso estado de la cuestión, a saber, que muchos bajo la expresión *de la humanidad+, entienden a Cristo hombre en sentido especificativo menos propio, del cual hablamos antes, n.521.

 

530. Se prueba por la sagrada Escritura. El argumento puede ser tomado del hecho de que muchos textos que tratan de la verdadera adoración de latría de este hombre Cristo o de Cristo hombre (cf. antes, n.521), indican obviamente que aquella adoración en el orden de la ejecución trata próximamente acerca de la humanidad misma, aunque sea adorada *per se+ en primer término la persona diversa misma.

 

531. Se prueba por la tradición. 1) Los Padres ponen de relieve, contra los nestorianos y otros herejes, el principio del que deducimos nuestra tesis (cf. antes, n.526). S.ATANASIO: *Y no adoramos a este cuerpo separándolo del Verbo, ni cuando queremos adorar al Verbo lo apartamos de la carne...+ (R 795; cf. R 762). S.CIRILO ALEJANDRINO: *El Verbo de Dios... era adorado siempre como Dios, ahora reciba adoración como hombre+ (R 2071). Dicen, pues, estos Padres, que la adoración del Verbo en cuanto total, no se mude porque el Verbo sea adorado en la carne, así inculcan el principio de que el objeto que se adora es la persona.

 

2) Los Padres afirman expresamente que la humanidad de Cristo ha de ser adorada. S.AMBROSIO: *Por el escabel se entiende la tierra y por la tierra la carne de Cristo, a la cual hoy adoramos en los misterios y a la cual los apóstoles en el Señor Jesús... adoraron+ (R 1285). S.AGUSTIN desarrolla la misma idea. S.JUAN DAMASCENO: *Porque ni negamos que haya de ser adorada su carne, puesto que se adora en la única persona del Verbo, la cual, en verdad, ha sido hecha persona para El...+ (R 2363). En el contexto aparece que estos Padres no propusieron diversa adoración de la carne y del Verbo, sino una sola y la misma.

 

532. Razón teológica. El honor o culto se muestra a la persona o a toda la cosa subsistente, porque no decimos que honramos la mano del hombre, sino que honra al hombre. Ahora bien, en Cristo hay únicamente una persona de naturaleza divina y humana; luego, ya en la divinidad, ya en la humanidad, se adora esta misma persona entera de Cristo y, consecuentemente, no con diversas, sino con una sola y la misma adoración son adoradas la divinidad y la humanidad de Cristo. Porque si se pusiesen en Cristo varias personas, simplemente serían varias adoraciones.

 

Que esta adoración de la humanidad es adoración de latría, consta, porque la adoración de la humanidad es adoración de toda la persona de Cristo, según lo dicho antes. Ahora bien, esta persona de Cristo es el Verbo de Dios encarnado a quien se debe adoración de latría, luego esta adoración de la humanidad de Cristo es culto de latría. Este culto es absoluto porque se ofrece a la humanidad de Cristo por la excelencia del propio supuesto.

 

Las mismas razones valen, no sólo respecto a la humanidad íntegra de Cristo, sino también para cualquier parte de esta humanidad.

 

533. Objeciones. 1. La divinidad de Cristo se ha de adorar con adoración común al Padre y al Hijo. Es así que la humanidad de Cristo no es común a El y al Padre, luego no se ha de adorar con la misma adoración la humanidad de Cristo y su divinidad.

 

1) Concedo la mayor. Distingo la menor. La humanidad de Cristo no es común a El y al Padre, de tal manera, sin embargo, que la única persona de Cristo comunique en la divinidad con el Padre, concedo la menor; de otra manera, niego y contradistingo la consecuencia. No se ha de adorar con la misma adoración la humanidad de Cristo y su divinidad si la única persona de Cristo no comunicara en la divinidad con el Padre, concedo la consecuencia; si comunica, niego la consecuencia.

 

2) Distingo la mayor. La divinidad de Cristo se ha de adorar con adoración numéricamente la misma con la adoración de la divinidad del Padre, por razón de la causa de honor, que es la divina naturaleza, concedo la mayor; por razón de la persona adorada, niego la mayor. Concedo la menor. Distingo igualmente la consecuencia. No se ha de adorar con la misma adoración la humanidad de Cristo y su divinidad, si la identidad numérica de adoración se deriva de parte de la causa de adoración, niego la consecuencia; si se deriva de parte de la persona adorada, concedo la consecuencia.

 

En la Trinidad son tres personas las que son adoradas, pero es una sola causa de honor, a saber, la divinidad. En la encarnación, por el contrario, es una sola persona la que se adora, pero hay varias causas de adoración, según que la persona se adora a causa de la divinidad o a causa de la humanidad perfecta en todo género de gracias (S.To. 3 q.25 a.1s). Nuestra tesis se refiere a la adoración por parte del que es adorado. De la adoración múltiple por parte de la causa del honor diremos algo en los escolios.

 

534. 2. El culto de latría no se debe a ninguna cosa creada. Es así que la humanidad de Cristo es una cosa creada, luego a la humanidad de Cristo no se le debe culto de latría.

 

Distingo la mayor. El culto de latría no se debe a ninguna cosa creada por razón de ella misma, concedo la mayor; por razón de la persona divina, de quien es propia esa cosa creada, niego la mayor; concedo la menor. Distingo igualmente la consecuencia.

 

535. 3. El sacrificio es un acto de culto de latría. Es así que a la humanidad de Cristo no se puede ofrecer sacrificio, luego la humanidad de Cristo no se ha de adorar con el único mismo culto de latría que la divinidad de Cristo.

 

1) Concedo la mayor. Distingo la menor. A la humanidad de Cristo no se le puede ofrecer sacrificio por razón de la no perfecta adoración de latría que le conviniera, niego la menor; por razón de un impedimento extrínseco, pase la menor. Contradistingo la consecuencia.

 

El que a la humanidad de Cristo quizás no pudiera ofrecerse sacrificio, no provendría del hecho de que esta humanidad, considerada como determinada por la persona del Verbo, sea indigna o incapaz de tal acto de culto, sino que provendría del hecho de que el único sacrificio del N.T. es de hecho la Eucaristía, y este sacrificio lo ofrece como principal sacrificio Cristo hombre, de ahí que a algunos teólogos les parece que falta la alteridad necesaria que debe haber entre el que ofrece el sacrificio y aquél a quien se ofrece. Sin embargo, otros teólogos, con más razón a lo que parece, creen que aun en este caso se da la suficiente alteridad, porque el sacrificio lo ofrece Cristo a su humanidad como por principio que de ese acto y recibe el sacrificio Cristo en su humanidad por redundancia en la misma de la adoración con la que el Verbo encarnado es adorado. Esto se verá más claro en la segunda solución de la dificultad.

 

2) Distingo la mayor. El sacrificio es culto de latría diverso de otros actos de culto en cuanto a la naturaleza de perfecta latría, niego la mayor; diverso en cuanto a una terminación especial, concedo la mayor; distingo igualmente la menor. A la humanidad de Cristo no se le puede ofrecer sacrificio, porque la naturaleza del acto de perfecta latría vaya en contra del culto debido a la humanidad, niego la menor; porque la terminación especial de este acto de sacrificio excluye esto, pase la menor.

 

No vemos dificultad en que delante de la humanidad de Cristo, v.c., doblemos la rodilla, aunque esto sea también culto de latría, pero a nosotros nos parece incompatible ofrecer sacrificio a esta humanidad. La diferencia parece que hay que ponerla en esto, que la genuflexión, aun delante de cosas inanimadas, v.c., el signo de la santa cruz, se suele hacer; pero el sacrificio se ofrece sólo a la persona divina directa y explícitamente. En este sentido tampoco la naturaleza divina de Cristo puede recibir el sacrificio, sino sólo la persona, de ahí queda ya claro que la razón de por qué no se ofrece sacrificio a la humanidad de Cristo; no es en manera alguna el que haya alguna inferioridad, sino el modo especial con el que el sacrificio se oriente como término a la persona pero no a la naturaleza.

 

Pero si el sacrificio fuera ofrecido a Cristo, no hay ninguna repugnancia en el hecho de que tal honor se comunique a la humanidad o redunde en ella, porque la humanidad constituye una unidad con la persona de Cristo.

 

537. 4. La divinidad de Cristo se ha de amar con sumo amor. Es así que la humanidad de Cristo no se ha de amar sobre todas las cosas, luego la humanidad de Cristo no ha de ser adorada con el mismo culto de latría que la divinidad de Cristo.

 

1) Concedo la mayor. Pase la menor. Niego el consecuente y la consecuencia, mientras no se pruebe. No todos los teólogos admiten esta consecuencia entre la razón del amor y la razón de la adoración acerca de la humanidad de Cristo.

 

2) Concedo la mayor. Distingo la menor. La humanidad de Cristo no se debe amar sobre todas las cosas, si por amor atendemos al afecto con el que queremos para la humanidad el sumo bien, y ciertamente no tenido solamente por la unión substancial, sino por esencia, concedo la menor; si por amor atendemos al afecto con el que para la persona de Cristo queremos este sumo bien, subdistingo: no es el mismo amor el que se erige como término a la divinidad de Cristo y a la humanidad de Cristo, niego; no se termina del mismo modo, concedo. Contradistingo la consecuencia. La humanidad de Cristo no se ha de adorar con el mismo culto de latría que la divinidad de Cristo si el afecto de la adoración de latría tendiese a la excelencia divina no sólo tenida por la unión substancial, sino por esencia, concedo el consecuente; si el afecto de la adoración de latría tiende a la excelencia de la persona divina, subdistingo: no es el mismo culto de latría, niego; no se termina del mismo modo, concedo.

 

En uno y otro caso se ama o se adora la divinidad por sí misma y la humanidad por la divinidad; en este sentido no se orienta del mismo modo como término o adoración a la divinidad y a la humanidad. Sin embargo, la divinidad no es algo ajeno a la divinidad de Cristo, sino que la humanidad es verdaderamente parte del divino supuesto del Verbo.

 

538. Escolio 1. De la adoración de latría menos perfecta acerca de la humanidad de Cristo que acerca de su divinidad. No faltaron teólogos que en esa adoración unívoca de latría distinguiesen una doble adoración, una superior, fundada en la excelencia divina secundum se, la cual niegan que se ha de tributar a la humanidad; otra inferior, fundada ciertamente en la excelencia divina, pero como unida con la humanidad y santificándola, con la cual se adora esta humanidad por la divinidad que le está unida. Sin embargo, porque una y otra adoración se funda en la excelencia divina, se ha de llamar adoración de latría unívocamente.

 

Esta sentencia no parece satisfacer los argumentos aducidos en nuestra tesis, en cuanto excluye que aquella adoración superior de latría redunde en la humanidad. Porque el principio fundamental de esta materia es honrar la persona, tanto en la naturaleza divina como en la humana (cf. antes, n.532); luego también en la naturaleza humana se adora la excelencia divina secundum se, o en otras palabras, el culto de latría superior que compete a la persona divina, redunda en la humanidad, que es parte del supuesto íntegro de Cristo.

 

539. Otra cuestión sería si, además de esta idéntica adoración superior de latría, se admitiera acerca de la humanidad también otra adoración, a saber, por la dignidad y excelencia que tiene la humanidad de Cristo en virtud de la unión. Suárez piensa que la humanidad de Cristo, considerada de este modo, se ha de adorar ciertamente con adoración de latría, sin embargo no con latría perfecta, sino con latría inferior.

 

Esta sentencia parece que se propone menos racionalmente, porque la dignidad que la humanidad tiene por la unión con el Verbo, ninguna otra cosa parece ser sino la dignidad del Verbo comunicada a la humanidad, de tal manera que el Verbo es la razón formal, y la unión es la condición para la adoración. De donde esta adoración coincide con aquella adoración de la humanidad de superior latría que antes establecimos, n.538. Lo cual se entiende mejor si se trae a la memoria que esta excelencia o dignidad, proveniente de la humanidad en virtud de la unión con el Verbo, es realmente la santidad ontológica substancial, de la cual en la tesis 12, n.238, 252-255, expusimos que es la misma santidad ontológica del Verbo.

 

540. Escolio 2. De la adoración de hiperdulía acerca de la humanidad de Cristo. Esta cuestión tiene lugar si la humanidad de Cristo se considera no ciertamente como separada del Verbo, sino como prescindiendo del Verbo; en otras palabras, si la humanidad de Cristo se considera con precisión que abstrae, la cual, en ninguna manera niega la determinación de la humanidad por el Verbo, sino que, sin embargo, solamente atiende a la perfección de la humanidad, tanto por sí cuanto por los dones que tiene.

 

Con razón dice S.Tomás que, de este modo, la humanidad debe ser adorada con dulía más excelente, llamada hiperdulía (q.25 a.2 a 1).

 

Aunque los teólogos conceden más comúnmente que la humanidad de Cristo puede ser adorada de este modo precisivo, más aún, que esta adoración es honesta y lícita, simultáneamente hacen notar que la Iglesia no la emplea en el culto público porque, como dice Cayetano (en este lugar de S.Tomás), la adoración debida a Cristo por razón de la naturaleza humana, la Iglesia la retiene en la mente, pero no en el uso, lo cual puede provenir, ya por el cuidado de que el error de Nestorio quedara todavía más excluido, ya por el no común consentimiento de los teólogos acerca de la posibilidad o licitud de esta adoración.

 

El principio, pues, para conocer, según lo dicho, cuándo la humanidad de Cristo debe ser adorada con adoración de latría y ciertamente suprema, y cuándo con sólo hiperdulía, es el siguiente: si la humanidad es adorada por la perfección que la humanidad tiene formalmente del Verbo, tal adoración es de latría; pero si es adorada por la perfección que tiene del Verbo eficientemente, tal adoración es de hiperdulía. Con otras palabras, si esa perfección de la humanidad es increada, la adoración será de latría y ciertamente suprema; pero si esa perfección es creada, la adoración será de hiperdulía.

 

TESIS 21. LA DEVOCIÓN AL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS SE HA DE DECIR YA UNA EXCELENTE FORMA DEL CULTO DE LA HUMANIDAD DE CRISTO, YA LA SUMA DE TODA LA RELIGIÓN CRISTIANA.

 

541. Nociones. DEVOCION es, en general, *cierta voluntad de entregarse prontamente a las cosas que pertenecen al servicio de Dios+ (2.2 q.82 a.1 c). Se puede considerar como acto y así es *el principal acto de la religión+ (2.2 q.104 a.3 a 1), como hábito o una permanente disposición del alma al servicio de Dios. La devoción en sentido más amplio, versa acerca del íntegro servicio de Dios, pero la devoción en sentido más estricto versa acerca del culto que se ha de tributar a Dios.

 

La devoción particular se llama el conjunto de actos que se ordenan al servicio de Dios, de tal manera que inmediatamente miran a algún objeto especial del culto. Así en la adoración misma de Cristo, la adoración puede tender explícitamente a un objeto material parcial, como la humanidad de Cristo, las llagas de Cristo, el corazón de Cristo (cf. antes, tesis 20, n.519).

 

En la tesis tratamos de la devoción particular y ciertamente, ya en sentido más amplio ya en sentido más estricto, como indicamos en su lugar.

 

542. CORAZON. Esta palabra, en su significación más estricta, designa el corazón físico o corpóreo, a saber, ese músculo de carne, rodeado y penetrado por nervios de muchas maneras, que palpita automáticamente dentro del pecho y es el centro de la circulación de la sangre.

 

Ahora bien, en una significación más amplia pero propia, la palabra *corazón+ designa el sujeto íntegro de la vida interior del hombre con sus pensamientos y afectos, luego, en primer lugar, el alma con su doble potencia apetitiva y con el entendimiento. Esta significación más amplia se dice propia, puesto que el corazón corpóreo también se contiene en ella como sede de la vida interior, al menos así en aquel tiempo lo imaginaban los hombres, o como órgano manifestativo de la vida interior.

 

La significación metafórica designa una cosa totalmente diversa que la misma palabra en sentido propio, sin embargo, este sentido se emplea por la semejanza. También se da este sentido, v.c., Mt 12,40.

 

546. SACRATISIMO CORAZON DE JESUS, puesto que esta tesis se trata de la devoción al corazón de Jesús, propuesta y encomendada por la Iglesia, hay que atender a los auténticos documentos de la Iglesia misma. Las revelaciones privadas de S.Margarita María de Alacoque (1673-1675) *no aportaron nada nuevo a la doctrina católica. Pero su importancia consiste en esto, en que Cristo nuestro Señor, mostrando su sacratísimo corazón por modo extraordinario y singular, quiso llamar las mentes de los hombres a la contemplación del misterio del amor misericordiosísimo de Dios para con el género humano+. Con razón, pues, S.Margarita María se llama *promotora de este culto y pregonera infatigable+ [Encíclica *Haurietis aquas+, AAS 48 (1956), 340.353].

 

El término, pues, *Corazón de Jesús+, parece que es empleado por la Iglesia en esta significación más amplia pero propia, de tal manera, sin embargo, que entre los afectos de la vida interior, se mira principalmente al amor de Cristo y ciertamente despreciado por los hombres.

 

El que se incluya necesariamente el mismo corazón de carne, no necesita demostración. Que la vida íntegra interior del hombre, principalmente -no de manera exclusiva- la apetitiva, se designa por el término Corazón de Jesús, está manifiesto, v.c., en las letanías del Sacratísimo Corazón: *Corazón de Jesús, receptáculo de justicia y amor; Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes; Corazón de Jesús, en el que están todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia; Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte; y se desarrolla abundantemen­te en la Encíclica *Haurietis aquas+.

 

544. Sin embargo, principalmente se atiende al AMOR: *Oh Dios, que en el Corazón de tu Hijo, vulnerado por nuestros pecados, te dignas concedernos misericordiosamente los infinitos tesoros de tu amor+ (Misal Romano, oración de la fiesta del Sacratísimo Corazón). *...la caridad misma de Dios ha sido propuesta para honrarlo con peculiar culto... por esa forma de religión por la que se venera el Sacratísimo Corazón de Jesús+ [Encíclica *Misserentissimus+, AAS 20 (1928), 169-172]. La Encíclica *Haurietis aquas+ toda entera se ocupa en hacer sobresalir este aspecto: *Siendo esto así, fácilmente colegimos que el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús, por lo que se refiere a la naturaleza misma de la cosa, es culto de amor+. Por lo demás, esto está bastante claro desde los documentos auténticos más antiguos.

 

El amor se considera como despreciado. Basta saber, citando las recientes y solemnes palabras de PÍO XI: *Pero a todos estos deberes... es necesario añadir otro deber..., nos referimos al deber de tributar al Sacratísimo Corazón de Jesús la debida satisfacción y reparación... Y en verdad, sobre todo el espíritu de expiación y reparación en el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús, ha tenido siempre la primacía y la parte más principal, no hay nada más conforme que él, con el origen, virtud y actividades propias de esta forma de devoción, como lo confirman la historia y la tradición, la sagrada liturgia y los hechos de los Sumos Pontífices [Encíclica *Misserentissimus+, AAS 20 (1928), 169-172]. Y PÍO XII, según el cual, tal culto es insigne por las propiedades de amor y satisfacción, quien también indica las primordiales razones de este culto en los actos de amor y satisfacción. Encíclica *Haurietis aquas+, AAS 48 (1956).

 

Más adelante se exponen algunas diferencias de los autores al determinar el objeto inmediato de esta devoción, escolio 1, n.565s.

 

545. La persona íntegra de Jesucristo ciertamente se considera mediante el culto de su Corazón, más aún, a El tiende, en último término, este culto como a su objeto material total o primario. Pero muchas veces, explícita y directamente, no se honra a la persona íntegra, sino que se honra al Corazón (cf. antes, tesis 20, n.519). Sin embargo, hay prioridad en el uso de hablar de tal manera que también el nombre *Corazón de Jesús+ designa directamente la persona de Cristo considerada con su Corazón; luego todo lo que suelen ofrecer las imágenes del Corazón de Jesús y en el culto público deben mostrar.

 

Esta costumbre de concebir y hablar se ve prevalecer cada vez más en los documentos de la Iglesia, aunque no exclusivamente. *Corazón de Jesús+, por tanto, muchas veces recibe significación directamente personal; sin embargo siempre de tal manera que la persona de Cristo se signifique bajo la referencia del *Corazón+, esto es, a la propia vida interior y principalmente al amor despreciado. Por razón semejante, la *Inmaculada Concepción+, al principio sólo se designó la insigne cualidad de la bienaventurada Virgen María, pero poco a poco sucedió que significa ahora también la persona misma de María adornada con esta cualidad.

 

En la Encíclica *Haurietis aquas+, la cual insiste absolutamente en el Corazón físico de Jesús y en este Corazón como señal y símbolo del amor de Cristo, leemos al final: *... que la piadosa voluntad de los fieles cristianos para con el Corazón Sacratísimo de Jesús, se incremente más de día en día y se extienda más entre todos a lo largo de todo el orbe de la tierra su poder y su reino, reino ciertamente de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia...+ [AAB 48 (1956) 353]. El poder y el reino propiamente sólo pertenecen a la persona, de hecho, las palabras citadas se leen en el prefacio de la misa de Cristo Rey. Este sentido es frecuente en santa Margarita.

 

546. EXCELENTE FORMA DEL CULTO DE LA HUMANIDAD DE CRISTO. En cuanto a este aserto, la palabra *devoción+ se toma en sentido más estricto (cf. antes, n.541). No se trata de la licitud del culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, la cual consta ya por la tesis precedente y es bastante claro por las recomendacio­nes de la Iglesia aducidas en esta tesis. La excelencia del culto en orden a alguna parte de la humanidad de Cristo se ha de juzgar por el objeto formal secundario del culto o por la causa peculiar por la cual dicha parte se adora explícitamente (cf. antes, tesis 20, n.519).

 

LA SUMA DE TODA LA RELIGIÓN CRISTIANA. *Devoción+ se toma aquí en sentido más amplio, en cuanto versa sobre el servicio íntegro de Dios. Afirmamos en la tesis que el considerar el Sacratísimo Corazón de Jesús como objeto inmediato en orden no al sólo culto que se ha de atribuir a Dios, sino al servicio íntegro que se ha de prestar a Dios, es la suma, es decir, el compendio de toda la religión cristiana. En qué sentido hay que tomar esto se verá en seguida por las pruebas.

 

Entre los actos específicos de devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús *descuella y debe recordarse la piadosa consagración por la que nosotros nos ofrecemos al Corazón Divino de Jesús, también todas nuestras cosas, reconociendo haberlo recibido del amor eterno de Dios+ [Pío XI, Encícl. *Misserentissimus+, AAS 20 (1928), 167]. A la consagración se ha de añadir la satisfacción o reparación que se ha de dar al Sacratísimo Corazón (cf. antes, n.544).

 

547. Adversarios. Una Providencia completamente singular aparece en cuanto a la principal manifestación histórica de esta devoción, puesto que *en los turbulentos tiempos de la edad moderna, serpeando aquella herejía jansenista, la más astuta de todas, enemigo del amor a Dios y de la piedad, la cual predicaba que no tanto ha de amarse a Dios como Padre, como temérsele como implacable juez, el benignísimo Jesús ha mostrado su Corazón como bandera de paz y caridad desplegada sobre las gentes, asegurando la victoria cierta en el combate [Pío XI, Encícl. *Misserentissimus+, AAS 20 (1928), 166s].

 

Además de esta oposición doctrinal objetiva, hay que notar que los jansenistas de muchos modos, ya desde el año 1730, impugnaron la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús; antes de este tiempo los jansenistas de Port Royal no practican esta devoción propiamente, pero en su cristología no raramente tratan el simbolismo mismo del Corazón de Jesús.

 

Después de que Pío XII había dicho que la Iglesia procura defender el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús por todas partes entre el pueblo cristiano y fomentarlo por todos los medios posibles, a la vez que trabaja con todo empeño por defenderlo *contra las falsas opiniones del naturalismo y del sentimentalismo+, añade: *... es muy doloroso comprobar que en los tiempos pasados y aun en los actuales, algunos cristianos no tienen este culto nobilísimo en el honor y estima debidos, conducta que se da a veces en los que hacen profesión de catolicidad y de deseo de perfección+ [Enc. *Haurietis aquas+, AAS 48 (1956), 311].

 

548. Doctrina de la Iglesia. A. Excelencia de este culto de la humanidad de Cristo. Que el culto del Corazón de Jesús es culto de la humanidad de Cristo, consta claramente en los documentos de la Iglesia ya desde la condenación del error 63 del sínodo Pistoriense (D 1563). Ahora bien, la excelencia de esta forma de culto apenas se ha podido recomendar más, basta v.c., traer a la memoria que esta fiesta se ha elevado al rito doble de primera clase, más aún, fue declarada fiesta de primera clase y por eso se ha preceptuado Oficio y Misa propia. En el novísimo Códice de Rúbricas aparece como fiesta de primera clase en el calendario de la Iglesia universal.

 

B. Suma de toda la religión. PIO XI: *Ved otro signo que se ofrece hoy a nuestros ojos... a saber, el Sacratísimo Corazón de Jesús con la cruz superpuesta, resplandecientes llamas..., con blancura muy brillante, en este venturoso signo y en esta forma de devoción que de él resulta. )No es verdad que se encierra la suma de toda la religión y, por lo tanto, la norma de vida más perfecta, por ser la que mejor conduce a las almas a conocer íntimamente a Cristo Señor nuestro, e impulsa más eficazmente los corazones a amarle con más vehemencia y a imitarle con más exactitud?+ [Enc. *Misserentissimus+, AAS (1928) 167].

 

PÍO XII, después de haber hecho suya la expresión *suma de la religión+, al principio de la Encíclica *Haurietis aquas+, dice lo siguiente: *... tanto hay que atribuir al culto del Sacratísimo Corazón de Jesús, que se considera absolutísima profesión de la religión cristiana, si miras al uso y ejercicio+. Y casi al fin, repitiendo la imagen empleada por León XIII y Pío XI, concluye: *Tenemos un deseo vehementísimo de que el obsequio de la devoción al Corazón de Jesús lo tengan como bandera de unidad, salvación, paz y fuente, todos los que se glorían del nombre de cristiano y que luchan denodadamente para establecer en el orbe el Reino de Cristo+.

 

Valor teológico. En cuanto a una y otra parte, nuestra tesis es doctrina católica.

 

549. Sagrada Escritura. A. En cuanto a la excelencia del culto. 1) Muy frecuentemente en el A.T. y en el N.T. viene la palabra *corazón+ para designar la parte interior del hombre, más aún, el hombre interior mismo, tanto en el orden de la naturaleza como en el orden de la gracia; el corazón, por tanto, significa lo que en el hombre es de mayor valor. Esto ya bastaría plenamente para que, aplicando esto a Cristo, tributásemos especial culto a su Corazón, supuesto, ciertamente, la licitud del culto latréutico, también respecto a la humanidad de Cristo, del modo expuesto en la tesis precedente.

 

550. 2) Ahora bien, la sagrada Escritura misma habla directamente del Corazón de Cristo con esta significación más amplia y propia (cf. antes, n.542).

 

El A.T. Proféticamente se indican los íntimos sentimientos del Mesías bajo el aspecto precisamente de su *Corazón+, que se describe plenamente sumiso al Padre, ofrecido en sacrificio, atribulado, triunfante y distribuyendo los dones de la gracia.

 

a) Ps 39 (hebr. 40),9: ... En hacer tu voluntad, Dios mío, tengo mi complacencia, y dentro de mi corazón está tu ley. En hebreo se tiene la palabra víscera; los LXX traducen: κοιλιας; pero el mejor códice B, a saber, el Vaticano gr. 1209, tiene en este lugar: καρδιας; pero en cuanto a significar la parte interior del hombre κοιλια (entrañas) y καρδια (corazón) en los LXX, son palabras no raramente sinónimas y que por el influjo del texto hebraico, se emplean indiscriminadamente, de lo cual puede ser ejemplo nuestro texto, ya que en él se tiene indudablemente este sentido que se suele expresar con una y otra palabra rectamente, pues la Vulgata lee: del corazón. La mesianidad de este texto consta ya por Heb 10,5-10.

 

En la entrada misma de Cristo en el mundo, su íntegra misión, a saber, la de realizar perfectamente la voluntad del Padre, se refiere directamente por el Salmista al corazón de Cristo.

 

551. b) Jer 30,21: ... y le haré llegarse y él llegará hasta mí, porque )quién es éste que aplique su corazón por llegarse hasta mí? - oráculo de Yahvé. El sentido mesiánico consta ya por la unidad de este cap.30 con el cap.31, en el cual se trata ciertamente de la *nueva alianza+ (cf. 31,31-34), ya por el hecho de que el jefe, del cual se trata en nuestro texto, se llama *David+ (30,9; cf. Os 3,5; Ez 34,23s; 37,24s), y por el hecho de que ese jefe aparece simultáneamente como sacerdote y rey. *Acercarse+, *aproximarse+ (v.21) tiene sentido litúrgico, de tal manera que significa acercarse por el misterio sacerdotal. *Aplicar su corazón+ parece significar: dar su corazón en señal, esto es, dar su vida, porque el contexto pide principalmen­te este sentido y *corazón+ retiene su significación de principio vital en Jeremías (cf. 4,18 comparado con 4,10).

 

Se designaría al Mesías que, como sacerdote, ofrece su vida para la liberación del pueblo, casi en el sentido que en Is 53,12 se dice: ... repartirá los despojos de los poderosos, ya que, indefenso, se entregó a la muerte (cf. más adelante, n.638), o en el sentido en que el Señor dirá: El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla de nuevo (Jn 10,17). Se designaría pues, expresamente, el sacrificio sacerdotal de Cristo (cf. más adelante, tesis 28) por su corazón.

 

552. c) Sal 21 (hebr.22): Mi corazón se vuelve como cera, se me derrite entre mis entrañas. Estas dos últimas palabras responden al hebreo; de ahí queda patente la íntima relación entre ; el segundo de los vocablos es traducido por los LXX como κοιλια (entrañas), el primero como καρδια (corazón). Sobre la mesianidad de este salmo, recitado por Jesús muriendo en la cruz, cf. Mt 27,46; a la letra se cumplen los v.8s en la muerte de Jesús, según lo que refiere Mt 27,41ss, de cómo los príncipes de los sacerdotes se burlaban de Jesús. S.Justino acoge estas palabras del Sal 21,15 como profecía con la que se anunciaba la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní.

 

Si se consideran juntamente las palabras que en este salmo siguen: Los pobres comerán... vivirán sus corazones eternamente (v.27), en las que se canta la victoria alcanzada por la muerte del Mesías, claramente aparecerá cómo las angustias del corazón de Jesús las recuerda expresamente la sagrada Escritura cuando se trata de nuestra redención por Cristo y de la consecución de la vida.

 

553. d) Salmo 68 (hebr.69),21: El oprobio me ha roto el corazón, mi vergüenza y mi afrenta sin remedio, espero compasión y no la hay, consoladores y no encuentro ninguno. El texto hebreo sin duda emplea la palabra corazón, mientras que los LXX leen: ψυχη (alma), aunque el códice S sinaítico emplea, según la lectura hebrea, καρδια (corazón); no hay que admirarse de que los LXX evitasen en este lugar la palabra καρδια , aunque la leyesen en el hebreo, porque en el tiempo de esa versión griega el término καρδια, en el uso ordinario, no conservaba ya ese sentido: *interior del hombre+; esto más bien se designa por ψυχη. Muchos versículos de este salmo se refieren al Mesías, según el N.T.: v.5, cf. Jn 15,25; v.10, cf. Jn 2,17; Rom 15,3; v.22, que inmediatamente sigue a nuestro texto, se ha cumplido a la letra en Cristo crucificado. Cf. Mt 27,34.

 

Se indica expresamente que el corazón de Cristo fue roto y desfalleció quebrantado con oprobios, y que en estas circunstancias el Señor en vano buscó un consolador. Y no falta, en el fin de este salmo, la idea del triunfo obtenido con estos dolores. Cf. a v.31.

 

e) Salmo 15 (hebr.16),9: Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan y hasta mi carne en seguro descansa. La mesianidad de este lugar la testifica el N.T.: cf. Hech 2,25s; 13,35.

 

El corazón de Cristo se goza con el triunfo, la muerte ha sido vencida por la resurrección, Cristo resucitado lo derramó [al Espíritu] (Hech 2,33), o como S.Pablo comenta en este lugar, por Cristo os es anunciado el perdón de los pecados, y la total justificación que no pudisteis obtener por la ley de Moisés, la obtiene por El todo el que cree (Hech 13,38s).

 

554. N.T. Se propone directamente el Corazón de Jesucristo como adornado de virtudes que hagan a Jesucristo un maestro aceptadísimo, como sede de tierno y ardiente amor; finalmente, como fuente de donde el Espíritu Santo se comunica a los fieles.

 

a) Mt 11,29: ... y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis el descanso para vuestras almas. El sentido no es que Cristo se proponga a sí mismo como ejemplar en cuanto a la mansedumbre y humildad de corazón, sino que estas palabras significan más bien: Aprended de mí..., esto es, sed mis discípulos, entrad bajo mi magisterio porque soy dulce y humilde de corazón, no duro y soberbio como los fariseos. De las virtudes de su Corazón proviene aquella amabilidad con la que Jesús atrae a los hombres hacia sí y puede prometerles verdadero descanso.

 

555. b) Fil 1,8: Pues, testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en las entrañas de Jesucristo. La palabra σπλαγχνα (vísceras, entrañas), es en este lugar lo mismo que καρδια (corazón), lo cual consta ya por la comparación con el v.7 precedente: pues os llevo en el corazón, ya por 2 Cor 6,11s: ... nuestro corazón se ha abierto de par en par. Nuestro corazón no está cerrado para vosotros, LOS VUESTROS sí que lo están para con nosotros. Correspondednos, os hablo como a hijos, abríos también vosotros. Esta equivalencia se admite no sólo por los mejores exegetas católicos, sino también por los no católicos.

 

Hasta tal punto parece identificarse S.Pablo con Cristo, que dice que ama a los fieles con el corazón del mismo Señor Jesucristo: vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20). Está claro que no se propone sólo el corazón en conexión con el efecto de amor, sino que S.Pablo testifica simultáneamente cuán grande es el amor del Corazón de Jesús, porque el Apóstol, al querer mostrar su ardiente amor para con los filipenses, no se contenta con la denominación del corazón de un padre o del corazón de un hermano, sino que precisamente recurre al Corazón de Cristo, no se puede dar ni expresar un amor mayor hacia ellos.

 

556. c) Jn 7,37s: ... Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que cree en mí. Como dice la Escritura, de su seno correrán ríos de agua viva. La interpunción con que leemos estas palabras difiere de la que tiene la Vulgata: ... beba. El que cree en mí, como... Nuestra interpunción es admitida por exegetas de gran nota y parece autorizarse por óptimas razones, tanto de la tradición patrística como del contexto. Esta lección sigue la Encíclica Haurietis aquas. El sentido, por tanto, sería que los ríos de agua viva fluyen, no del creyente en Cristo, sino del mismo Cristo. Aparece la palabra κοιλια (vientre); antes también (n.550, 552) vimos cómo en los LXX esta palabra aparece varias veces indiscriminadamente con el término καρδια (corazón) para significar la parte interior del hombre; en el N.T. muchísimos autores después de S.Juan Crisóstomo entienden este texto según esta equivalencia. Los ríos de agua viva, según el evangelio mismo, designan al Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en El [Jesús] (Jn 7,39).

 

Por tanto, el don mesiánico por excelencia, el Espíritu Santo, autor de toda santidad y dador de los dones celestiales, lo recibirán los fieles del Corazón de Jesús.

 

557. B. Esta devoción en cuanto a sus actos específicos. Estos actos, a saber, la consagración por amor y la reparación (cf. antes, n.546), pertenecen a los capítulos más fundamentales de la doctrina revelada.

 

a) Consagración por amor. La sagrada Escritura resalta muchas veces el hecho de que Dios ama de tal manera que el amor de Dios a todas las cosas creadas, se ha de decir sumamente grande, el cual se manifiesta principalmente para con los hombres en la obra de la encarnación y de la redención. A nosotros, en consecuencia, se nos manda amar a Dios, y ciertamente como el primero de nuestros deberes para con El. Mt 22,37s: Amarás al Señor tu Dios de todo corazón y en toda tu alma y en toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandato. Un nobilísimo ejemplar de la total consagración a Cristo por amor aparece en la sagrada Escritura. S.Pablo: )Quién, pues, nos separará de la caridad de Cristo? Rom 8,35: Si alguno no ama a nuestro Señor Jesucristo, sea anatema (1 Cor 16,22); para mí el vivir es Cristo (Fil 1,21).

 

558. b) Reparación. La obra de Cristo fue la reparación del género humano para con el Padre ofendido. Por otra parte, nos enseña la sagrada Escritura tanto el hecho de que Dios ha sido ofendido (cf. después, tesis 25ss) como de nuestra justificación por Cristo y de nuestra filiación adoptiva; más aún, de cierta unión con Cristo tan estrechísima, que morimos con Cristo (v.c. Rom 6,8) y conresucitamos con El (Ef 2,6), luego, se propone el fundamento para que creamos que nosotros podemos también satisfacer a Dios por nuestros pecados, cosa que enseñará expresamente el concilio Tridentino (D 904).

 

Hay que añadir también la idea del cuerpo místico de Cristo, en la cual se propone tan admirable compenetración de todos los fieles con Cristo, que verdaderamente somos miembros los unos de los otros (Ef 4,25), los cuales deben estar solícitos los unos de los otros (1 Cor 12,35). Con relación a la oración, muchas veces vemos a unos fieles orar por otros, v.c. Rom 1,9s: Porque Dios... me es testigo de cuán incesantemente me acuerdo de vosotros, rogando siempre en mis oraciones; Rom 15,30: Pero, os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones, rogando a Dios por mí. Con relación a la satisfacción ofrecida por los pecados ajenos, ésta se recomienda suficientemente por el hecho de que se muestra que vale mucho ante Dios la intercesión del varón justo por los indignos (cf. más adelante, n.638), y fácilmente se deduce esto de la función de Cristo que satisface por los pecados, y de nuestra posibilidad de satisfacer por los méritos de Cristo y de la unión de todos los hombres entre sí. Tampoco el aspecto mismo de dar a Cristo un solaz es ajeno a la sagrada Escritura (cf. antes, n.553).

 

559. Tradición. A. En cuanto a la excelencia del culto. Los Santos Padres tienen muchos textos, principalmente en conexión con Jn 7,37s y 19,34, que enaltecen el Corazón de Cristo como fuente de vida, de la cual los fieles sacan la gracia del Espíritu y la misma Iglesia ha nacido.

 

B. Devoción en cuanto a los actos específicos. Siendo un campo tan amplio, basta haber indicado que los SS.PP. desarrollan de diversos modos las ideas de la sagrada Escritura.

 

560. Razón teológica. A. La excelencia de esta forma de culto de la humanidad de Cristo. En todo ser racional, a las mismas obras o manifestaciones externas antecede en dignidad la causa interna o principio fontal, de donde emanan y tienen su valor todas las demás cosas. Dignísimo, pues, será el Sacratísimo Corazón de Jesús de ser honrado con culto particular.

 

B. Suma de toda la religión cristiana o *vida eterna+, para traer la cual a los hombres, Cristo vino a este mundo (Jn 10,10), es que conozcan... al único Dios verdadero y... a Jesucristo (Jn 17,3). Por otra parte, Cristo es camino que conduce al Padre, camino en verdad absolutamente necesario y único: nadie viene al Padre sino por mí (Jn 14,6), pero al mismo tiempo es la puerta que ciertamente conduce al Padre: Si alguno entrase por mí, se salvará (Jn 10,9). Cristo, pues, se dice, con toda razón, compendio de la religión cristiana.

 

561. La devoción, pues, al Sacratísimo Corazón de Jesús, es al mismo tiempo, la verdadera suma para conocer, amar e imitar a Cristo. Esta devoción conduce a las mentes, de manera más expedita, a conocer profundamente a Cristo nuestro Señor, porque no se queda en la actividad exterior de Cristo, sino que lleva a la vida íntima del Señor, a descubrir los más secretos motivos de toda la actividad de Cristo. Esta devoción fija, sobre todo, la mente en la caridad de Cristo, que se ha de decir la última razón y la verdadera definición de Cristo, así como también de Dios (cf. 1 Jn 4,16).

 

Esta devoción mueve más eficazmente a amar más vehementemente a Cristo nuestro Señor, porque nada excita tanto el amor que el saber que uno es amado. Se añade que este amor de Cristo hacia nosotros se considera en esta devoción precisamente como despreciado, tanto por nosotros, como por los demás hombres; luego, para compensar tan gran falta de nuestro amor, somos excitados necesaria­mente con un amor más intenso y somos inflamados en el deseo de procurar la salvación de las almas.

 

Finalmente, esta devoción a Cristo mueve más eficazmente a imitar más de cerca a Cristo, porque es necesario que del amor se siga la imitación. Más aún, esta devoción conduce espontáneamente a la perfectísima imitación de Cristo.

 

562. Cuánto, especialmente en nuestros tiempos, ha avanzado la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús, suma de toda la religión, se manifiesta por el hecho de que con esta forma de piedad se excitan de modo admirable en nosotros los sentimientos de firmísima confianza en la sincera voluntad salvífica de Dios y también los sentimientos de voluntaria penitencia, para que podamos asociar nuestros pequeños dolores con los inmensos tormentos de Cristo Redentor, con los que satisfizo a la divina justicia por los pecadores (cf. D 904-906).

 

A nadie se le oculta que estos sentimientos de confianza y voluntaria penitencia son en gran manera acomodados a nuestros actuales necesidades (cf. más adelante, n.692).

 

563. Objeciones. 1. La devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús tiende a que consolemos al Corazón de Cristo con los deberes de nuestra reparación. Es así que Cristo, ahora en el cielo, nada puede padecer; luego menos rectamente se incluye en esta devoción el deber de reparación.

 

Distingo la mayor. Esta devoción tiende a que consolemos al Corazón de Cristo, en el sentido de que ofrezcamos a Cristo satisfacción por los pecados de los hombres, concedo la mayor; en el sentido de que verdaderamente aliviemos los dolores de Cristo, subdistingo: los dolores que Cristo padecía en el tiempo de su vida terrestre, concedo; los dolores que Cristo padece ahora, subdistingo de nuevo: los que padece en sí mismo, niego; los que padece en su cuerpo místico, y que por nuestras satisfacciones podemos aliviar, concedo.

 

564. 2. Esta devoción presupone un vehemente afecto de amor hacia Cristo. Es así que, siendo de este modo, hay que decir que es propia de las almas santas, luego menos rectamente se propone como suma de toda la religión para todos los fieles de Cristo indiscriminadamente.

 

Distingo la mayor. Las fórmulas con las que la Iglesia se expresa en su culto al Corazón de Jesús, muchas veces suponen tal afecto vehemente, concedo la mayor; el objeto mismo de esta devoción, esto es, el Sacratísimo Corazón de Jesús, es de tal naturaleza que sólo a los hombres santos los empuja al conocimiento y amor de El, subdistingo: los santos entienden más perfectamente las inefables riquezas de este Corazón y se le entregan más plenamente, concedo; los mismos pecadores no se mueven eficazmente al conocimiento y amor de Cristo, niego.

 

La norma que da la Iglesia para el culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, de un modo totalmente recto, es la intensidad del afecto que debe existir objetivamente, considerada la dignidad y amabilidad del Sacratísimo Corazón. Esto se ha de tener en consideración para que no queramos imbuir en estas o semejantes fórmulas a cualesquiera hombres y en cualesquiera circunstancias indiscriminadamente.

 

Sin embargo, si prudentemente y guardada la santa libertad de espíritu, se propone, incluso a los grandes pecadores, cómo Dios para borrar sus pecados se hizo hombre, cómo este Dios encarnado ha padecido tanto y tales sufrimientos para redimir a los hombres, qué *corazón+ ha tenido Cristo que nos ama y nos busca, incluso siendo pecadores, si estas cosas y otras semejantes se proponen rectamente, la experiencia enseñará cuán apta es la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús para que los pecadores se conviertan de todo corazón a Dios.

 

No se ha de negar que en el modo de proponer esta devoción no raras veces se echa de menos una exposición, a) más escriturística (cf. antes, n.549-558); b) más teológica, que ya toma la naturaleza de esta devoción de las fuentes teológicas, ya la exponga más profundamente según los principios y fundamentos de la teología y proponga las relaciones con otros dogmas y la ponga de relieve su importancia par el hombre moderno; c) más litúrgica, que manifieste la conexión de este culto con los varios tiempos del año litúrgico y las fiestas y, sobre todo, con el sacrosanto sacrificio de la Misa.

 

565. Escolio 1. Del diverso modo con que los teólogos entienden el objeto de esta devoción. Generalmente se suele distinguir un doble objeto: uno material, a saber, el corazón de carne; otro formal, a saber, el amor o toda la vida interior de Cristo. Con otras palabras, así se expresa: el objeto del culto es el corazón de carne de Cristo, en cuanto es símbolo de amor, o el amor de Cristo en cuanto simbolizado en el corazón de carne.

 

Sin embargo, la dificultad consiste en el hecho de que esta duplicidad de elementos en un único objeto de devoción, parece traer un inconveniente no pequeño para el ejercicio reflejo de la devoción. Más aún, todo el conjunto de objeto material y formal no parece que se pueda sustituir sin dificultad por la invocación *Corazón de Jesús+ en todos los textos, v.c. en las letanías: *Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre+, *Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo+, *Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia+, *Corazón de Jesús, perforado por una lanza+, etc.

 

566. El sentido más amplio pero propio con que la palabra *corazón+ se toma muchas veces en la sagrada Escritura (cf. antes, n.549-556), evita estos inconvenientes. Pero la devoción de la Iglesia se ha de decir que retiene el sentido que ofrece la sagrada Escritura, si no se prueba lo contrario. Este sentido único más amplio en todas las invocaciones puede ser substituido por *Corazón de Jesús+, porque el corazón de carne y la vida afectiva y toda la vida interior se significa directamente con este sentido. Finalmente, la palabra *corazón+ tiene sentido más amplio, no sólo en los padres griegos y latinos, sino en nuestras mismas lenguas.

 

La diferencia, pues, al determinar el objeto de la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús, no se debe decir tanto real, igual que si algún elemento se encontrase en una definición de este objeto que faltase en otra, cuanto más bien hay que decir que es diferencia en el modo de concebir o proponer la misma cosa. Por lo demás, no pocas veces tiende demasiado exclusivamente el amor de Cristo y con alguna negligencia a la restante vida interior del Señor.

 

Sin embargo, por las razones dadas, retenemos este sentido más amplio y propio de la palabra *corazón+ por los teólogos modernos, como Lercher, Dickamp. La Encíclica *Haurietis aquas+ conserva ciertamente la terminología del símbolo y, sin embargo, no pensamos que este documento del Magisterio haya querido tocar esta cuestión, que sólo mira al modo de concebir y se juzga de diverso modo por autores muy recientes.

 

De mejor grado ciertamente retenemos plenamente la misma terminología del *símbolo+ que ofrece K.Rahner en su explicación de éste que, por lo demás, defiende completamente la unidad de objeto de este culto. Sin embargo, el mismo autor asegura que esta concepción también tiene sus dificultades, como, por otra parte, se ha de tratar en la próxima asamblea internacional de la terminología científica del objeto de este culto. D.f. (Deo favante), no pensamos que nos debemos apartar, mientras tanto, de la sentencia antes propuesta.

 

567. Escolio 2. Del amor creado y del increado como objeto de esta devoción. Es cierto que el amor increado de Cristo se toca implícitamente como la misma persona divina con la que se identifica.

 

Pero la cuestión no poco disputada por los teólogos es si este amor increado se toca también explícitamente como el amor creado de Cristo, del cual ninguna duda puede haber que se toca explícita y directamente. Aunque, a causa de razones especulativas sacadas de la distinción de las naturalezas en Cristo, parecería que hay que decir que sólo el amor creado o humano de Jesucristo es el objeto directo de esta devoción; sin embargo, por los textos auténticos de la Iglesia, y principalmente por la explícita doctrina de la Encíclica *Haurietis acquas+, hay que sostener la sentencia que considera uno y otro amor de Cristo como objeto propio y directo de esta devoción, aunque se pueda disputar si el amor del Padre y del Espíritu Santo es objeto directo del culto, bien indirecto, bien implícito.

 

568. Escolio 3. Del culto eucarístico del Corazón de Jesús. Por muchos documentos del Magisterio consta abiertamente que la devoción eucarística del Sacratísimo Corazón de Jesús, no es sino un cierto aspecto especial de la devoción general al Corazón de Jesús, por tal culto atiende al amor del Corazón de Jesús que instituyó la santísima Eucaristía y permanece en ella. Esta identidad con la devoción al Corazón de Jesús parece que fue la razón por la que en la nueva colección auténtica de indulgencias, se borraron unas preces al Corazón Eucarístico de Jesús.

 

Benedicto XV aprobó el oficio propio del sacratísimo Corazón de Jesús Eucarístico con la correspondiente Misa para la Feria V después de la octava del Santísimo Cuerpo de Cristo. Que la Eucaristía es un don del Corazón de Jesús, lo expone la Encíclica *Haurietis acquas, y exhorta a fomentar *el culto al Corazón Eucarístico de Jesús+.

 

TESIS 22. CRISTO ES MEDIADOR DE DIOS Y LOS HOMBRES; AHORA BIEN, ES MEDIADOR EN CUANTO HOMBRE.

 

569. Nexo. Entre las cosas que convienen a Cristo por comparación con nosotros, había considerado S.Tomás la adoración de Cristo, a saber, con la que nosotros le adoramos. Pasa ahora a considerar el que Cristo se dice mediador entre Dios y los hombres.

 

570. Nociones. MEDIADOR se dice en sentido propio, aquel que intercede entre dos personas, para unirlas por el hecho de que las cosas que son de una, las transfiere a la otra. Mediador, por tanto, es nombre de oficio o cargo. Se llama también mediador moral o en orden moral, porque es propio de él unir los ánimos.

 

Además del oficio, se puede distinguir en el mediador la razón de medio, la cual dista de uno y otros extremos que han de ser unidos.

 

Pero a veces también se toma el nombre de mediador para significar un medio substancial o vínculo entre dos substancias que distan en extremo. En este sentido menos propio, mediador es nombre de substancia y se dice mediador natural, entitativo, ontológico o en orden ontológico.

 

571. CRISTO ES MEDIADOR. Se entiende en sentido propio. Cómo Cristo ejercita este oficio suyo de mediador, queda claro en parte por la oración que Cristo hizo por nosotros (cf. antes, tesis 19, n.491), en parte por la redención, de la que trataremos en las tesis siguientes.

 

No pretendemos probar aquí que Cristo es mediador así llamado ontológico. Por lo demás, por la realidad de la unión hipostática, esto consta suficientemente. La relación que muchos Padres establecen en Cristo, entre esta razón de mediador por substancia y la de por oficio, la indicaremos después, n.577.

 

572. EN CUANTO HOMBRE. La persona que ejerce el oficio de mediador es el Verbo, porque en Cristo no hay otra persona, sino la divina. El Verbo es, por tanto, el principio quod, ya que las acciones son de los supuestos. En este sentido se podría, por comunicación de idiomas, decir que el Verbo es mediador de Dios y de los hombres, como se dice que el Verbo fue crucificado. Sin embargo, este sentido no nos interesa ahora. La cuestión es sobre si el principio formal quo, de donde Cristo se dice mediador, es la naturaleza divina o la humana. Respondemos que tal principio quo no es la divina, sino la naturaleza humana. Luego, *hombre+ en esta proposición: *Cristo en cuanto hombre es mediador+, se reduplica en sentido reduplicativo (cf. antes, tesis 19, n.496).

 

573. Sin embargo, este sentido reduplicativo habría de decirse incompletamente reduplicativo. Porque la sola naturaleza humana, en cuanto se contradistingue de la persona de Cristo, no es la causa por la cual el predicado convenga simplemente al sujeto, ya que Cristo no es mediador simplemente por la naturaleza humana, sino por la naturaleza humana subsistente en el Verbo, porque por el Verbo tiene formalmente esta naturaleza el que los actos de la naturaleza humana sean de tal valor y dignidad, que sea suficiente para la perfecta satisfacción que se ha de dar por los hombres y, por tanto, para el oficio de mediador se requiere la persona divina.

 

La palabra *hombre+ de otra manera se reduplica en el caso de la filiación adoptiva de Cristo por razón de la naturaleza humana (cf. antes, tesis 19, n.496), porque toda la razón de esta filiación adoptiva se tendría en sólo la naturaleza humana que, v.c., por la gracia santificante en ella inherente, haría a Cristo hijo adoptivo de Dios, como nosotros por tal gracia somos hechos hijos adoptivos de Dios. Luego, la naturaleza humana de Cristo será simplemente causa por la cual El podría decirse hijo adoptivo.

 

La última razón de la diferencia entre el caso de mediador y el caso de hijo adoptivo de Dios consiste en que mediador es nombre del oficio de unir (cf. antes, n.570) y unir es una acción que, como tal, no es de sola la naturaleza, sino del supuesto por la naturaleza. Luego, en la denominación tomada de tal acción, entra esencialmente la persona y la naturaleza. Por el contrario, la relación de filiación adoptiva es algo que seguiría no a una cierta acción, sino a la naturaleza misma adornada con tal don de la gracia; luego, la sola naturaleza que se contradistingue de la persona de Cristo, sería la causa por la que del sujeto Cristo se podría predicar simplemente esta filiación adoptiva.

 

574. Adversarios. Parece que se han de citar los antiguos protestantes, de los que unos, de tal manera habían atribuido a Cristo hombre el oficio de mediador, que de ningún modo se requeriría el supuesto divino, mientras que otros habían dicho que Cristo ejercía el oficio de mediador según una y otra naturaleza, la divina y la humana.

 

575. Doctrina de la Iglesia. Además de los documentos más antiguos, en los que se repiten las palabras de S.Pablo (1 Tim 2,5) (cf. D 143, 251, 253, 333), están el Concilio Florentino (D 711d) y el Concilio Tridentino (D 790), que adjudican la liberación del hombre solamente al mérito *del mediador de Dios y los hombres Jesucristo Señor nuestro+ (D 711).

 

Valor teológico. A. Que Cristo es mediador de Dios y de los hombres, es verdad de fe divina y católica, al menos por el magisterio ordinario; quizás se pueda decir definida (cf. 711, 790).

 

B. Cristo, en cuanto hombre, es mediador: verdad teológicamente cierta, como legítima conclusión teológica.

 

576. Se prueba por la sagrada Escritura. A. Cristo mediador. 1 Tim 2,5s: Porque hay un solo Dios y también un solo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó por sí mismo como rescate por todos. Heb 91,5: Por eso es mediador de una nueva alianza, para que interviniendo su muerte para remisión de las transgresiones... Cf. también heb 8,6; 12,24. Cristo se dice por S.Pablo mediador por razón de la redención y de la reconciliación que Cristo obró, de la cual mucho hablaremos más adelante, tesis 25,29, n.639s, 730-735; luego, mediador es, según S.Pablo, nombre de oficio.

 

577. Se prueba por la tradición. A. 1) Los Padres hablan del oficio de Cristo mediador en conexión con la redención y la liberación de los hombres. S.GREGORIO NACIANCENO: *Ciertamente es claro que el Padre verdaderamente recibió, sin embargo, no lo que hubiera pedido... y porque convenía que con la humanidad de Dios se santificara el hombre, para que él mismo nos liberase, superando por la fuerza al tirano y lo redujese a sí por el Hijo mediador+ (R 1016). S.AGUSTIN: *Como por el pecado original estuviesen los hombres en esta ira... necesario era un mediador, esto es, un reconciliador que aplacase esta ira con la oblación... del sacrificio singular+ (R 1915).

 

2) Los Padres muchas veces hablan de fundamento ontológico de la mediación de este Cristo cual históricamente aconteció. S.HILARIO: *Constituido mediador El en sí mismo, para la salvación de la Iglesia, por ello mismo, en virtud del sacramento entre Dios y los hombres, siendo ambos uno solo, siendo El mismo a causa de las naturalezas unidas, para esto mismo es la misma realidad una y otra naturaleza+ (R 873). S.AGUSTIN: *[Cristo] mediador de Dios y los hombres porque es Dios con el Padre, porque es hombre con los hombres..., pero entre la divinidad sola y la humanidad sola, la mediadora es la humana divinidad y la divina humanidad de Cristo+ (R 1500). Cf. R 1462, 1746, 2184, 2188.

 

578. B. El que Cristo es mediador en cuanto hombre, con tal fuerza lo propone v.c., S.AGUSTIN, que éste fue culpado como si atribuyera a la sola humanidad de Cristo el oficio de mediador (cf. sin embargo, contra esta acusación, el texto hace poco citado, R 1500): *En cuanto...  hombre, en tanto mediador, pero en cuanto Verbo, es intermedio porque es igual a Dios+ (R 1595). *Así pues, no es mediador por esto, porque es igual al Padre. Porque por esto, cuanto dista del Padre, tanto El dista de nosotros. )Y cómo habrá mediación donde hay la misma distancia? Por eso el Apóstol no dice Uno solo es el mediador de Dios y los hombres Cristo Jesús, sino el hombre Cristo Jesús; por esto, pues, es mediador, porque es hombre+.

 

579. Razón teológica. Extraordinariamente la expone S.Tomás en nuestra cuestión. A. Cristo mediador. Al oficio de mediador propiamente pertenece unir a aquéllos entre los que es mediador; ahora bien, unir a los hombres con Dios conviene a Cristo, por quien los hombres han sido reconciliados con Dios, como quedará claro más ampliamente en el siguiente libro sobre la obra de Cristo.

 

B. Mediador en cuanto hombre. En el mediador hay que considerar dos cosas, la razón de medio y el oficio de unir; es de razón de medio el que diste de uno y otro extremo, y el mediador une porque las cosas que son de uno las lleva al otro. Ahora bien, estas dos cosas no convienen a Cristo sino en cuanto que es hombre.

 

Porque Cristo, en cuanto Dios, no se diferencia del Padre y del Espíritu Santo en la naturaleza o en la potestad del dominio; y tampoco el Padre y el Espíritu Santo tienen algo que no sea del Hijo, para que así pueda el Hijo llevar a los hombres lo que es del Padre o del Espíritu Santo, como lo que es de otros.

 

Pero Cristo, en cuanto hombre, dista de Dios en la naturaleza y de los hombres en la dignidad de gracia y gloria, y une a los hombres con Dios, mostrando a los hombres los preceptos y los dones de Dios y satisfaciendo e interpelando a Dios por los hombres.

 

580. Escolio. Cristo único perfecto mediador. Con razón distingue S.Tomás (q.26 a.1 c). Unir los hombres a Dios ciertamente conviene perfectivamente a Cristo, por quien los hombres han sido reconciliados con Dios, de tal manera que sólo Cristo es perfecto mediador de Dios y de los hombres. Sin embargo, nada impide que otros se digan mediadores secundum quid (según algo) entre Dios y los hombres, a saber, en cuanto cooperan a la unión de los hombres con Dios dispositiva o ministerialmente.


[1]Con toda razón advierte LANDGRAF que el culto de dulía que estos autores defienden para la humanidad de Cristo, de ningún modo conduce, según la mente de dichos autores, al nestorianismo. Pues el que consideremos exclusivamente a la persona como objeto material de adoración, bien de latría, bien de dulía, es fruto del avance teológico.