TRATADO II

 

TRATADO DE MARIOLOGIA

 

o

 

DE LA MADRE DEL REDENTOR

 

 

por el  P. José Antonio de Aldama, S.I

 

 

 

 

 INTRODUCCION

 

1. Mariología científica. La Mariología, como ciencia, es de reciente creación. Las verdades que habían sido transmitidas por la revelación y explicadas por los Padres, vinieron después a convertirse en un tratado teológico por obra de los teólogos medievales, principalmente por S. Bernardo, S. Alberto Magno, Santo Tomás y Escoto. El núcleo primitivo de un especial tratado teológico "de la Bienaventurada Virgen" se encuentra en la Summa Theologica 3 q.27 y siguientes. Pero el desarrollo de estas cuestiones fue hecho principalmente por el Padre Francisco Suárez en la obra De Mysteriis Vitae Christi d.1‑23, en las cuales, además de tratar más diligentemente la materia y de una mayor investigación de la tradición, aparece también una nueva preocupación metodológica, que debía contribuir en gran manera a construir la Mariología. Estas semillas de una nueva ciencia mariológica (a las que había que añadir unas otras estrictamente mariológicas primeramente de S.Pedro Canisio, y después de Silvestre Saavedra, Novato, De Rhodes, Vega y otros), apenas se han conservado y no digamos, desarrollado los primeros Manuales de Teología, en los que el tratado de la Virgen María se reduce a dos y tres tesis en el tratado "de Verbo Incarnato" o del pecado original. Pero los tiempos que siguieron a la definición de la Inmaculada Concepción dieron un nuevo y valioso impulso a las investigaciones marianas. Con lo que poco a poco sucedió que aquellas tesis se desarrollaron en un verdadero tratado aparte, y por tanto en una nueva ciencia de Mariología (ciertamente parte de la Teología). Tales obras son ahora principalmente: Alastruey, Merkelbach, Garrigou‑Lagrange, Roschini, Schmaus, etc. La palabra Mariología aparece por primera vez como título el año 1602 en Plácido Nigido en la "Summa Sacrae Mariologiae".

 

2. De los principios mariológicos. El conato de hacer esta verdadera ciencia introdujo la cuestión de los principios mariológicos, de los cuales se dedujesen conclusiones científicas con las cuales se uniesen estas conclusiones y se ordenasen en un sistema adecuado. Los cuales principios ciertamente no son nuevos; más aún, se encuentran en los escritos de los Santos Padres, en toda la tradición teológica y en el mismo magisterio de la Iglesia. Los principales principios de la Mariología, además del hecho mismo de la maternidad de Dios y del Redentor de lo cual hablaremos más adelante, son estos:

 

3. a) Principio de singularidad o de transcendencia. Se puede enunciar: Como María es completamente singular, que transciende a todos los demás seres creados, se le atribuyen dotes y privilegios singulares, que no convienen a los otros. Magníficamente dice EADMERO: "Nada es igual a Ti, Señor, nada comparable; porque todo lo que es, o está sobre Ti o por debajo de Ti; sobre Ti sólo Dios está; por debajo de Ti, todo lo que no es Dios". NICOLAS DE SAN ALBANO: "El privilegio de esta Virgen singular no tiene un consorcio semejante". PS. ALBERTO M.: "A María no se la cuenta en número juntamente con otros, porque no es una de todos, sino una sola sobre todos". S.BUENAVENTURA: "Siendo como es sobre todos los órdenes, por sí constituye un orden". SUÁREZ: "Los misterios de la gracia, que Dios ha obrado en la Virgen, no se han de medir con las leyes ordinarias". Muchas veces los Sumos Pontífices hacen uso de este principio. Así PIO XI: "Del dogma de la divina maternidad, como de fuente de arcano manantial, brota la gracia singular de María y de su dignidad suprema después de la de Dios". Encíclica "Lux veritatis": AAS 23 (1931) 513. Con las cuales palabras se insinúa también la raíz de la que nace este principio, a saber, la maternidad divina.

 

4. b) Principio de conveniencia. Se enuncia: Dios confirió a María todos los dones de cuya positiva conveniencia se puede dar una sólida prueba. S.TOMAS: "En la B.Virgen debió darse todo lo que es más perfecto". ESCOTO: "Si no va contra la autoridad de la Iglesia ni contra la autoridad de las Escrituras, parece probable atribuir a María lo que es más excelente". Es claro que este principio hay que emplearlo con cautela y prudentemente, como hicieran ya notar Gersón y Petavio. Es empleado también por los Sumos Pontífices, como por PIO IX: "Convenía absolutamente que brillase adornada siempre con los esplendores de una perfectísima santidad...tan venerable Madre". Bula "Ineffabilis Deus": CL 6,836.

 

5. c) Principio de eminencia. Se enuncia: "Todos los privilegios, que Dios confirió a algún Santo, se los dio también a su Madre, bien formalmente, bien eminentemente, bien equivalentemente. S.BERNARDO: "Lo que consta que ha sido concedido a poquísimos mortales, no es lícito ciertamente el sospechar que haya sido negado a tan excelente Virgen". S.BUENAVENTURA: "Todo lo que de dignidad y gloria ha sido concedido a algunos parcialmente, ha sido otorgado íntegramente a la sagrada Virgen". S.ALBERTO MAGNO: "Lo que puede percibir una pura creatura capaz de Dios, todo esto ha sido comunicado a la Madre del Señor". De modo semejante se expresa PIO XI: "Es Madre de Dios: luego todo privilegio que ha sido concedido a cualquier santo (en el género de gracia "gratum facientis"), esto lo tiene Ella más que todos". Encíclica "Lux veritatis" AAS (1931) 513.

 

6. d) Principio de analogía. Se enuncia del siguiente modo: Entre los privilegios de la humanidad de Cristo y los privilegios de María existe verdadera analogía. Suárez: " Convino que la Virgen fuese muy semejante y muy unida a Cristo".

 

7. e) Principio de asociación. Se enuncia así: María es asociada al Hijo Redentor en la obra de la redención. NICOLAS DE CLARAVAL: "En seguida del tesoro de la divinidad sale el nombre de María..., y con Ella se decreta todo lo que ha de ser hecho, para que así como sin El nada se ha hecho, así sin Ella nada esté reparado". S.ALBERTO MAGNO: "El Señor está contigo. La preposición con indica asociación; si el Señor está con Ella, Ella también está con el Señor". De forma semejante se expresa PIO IX: "La Santísima Virgen, unida con El con estrechísimo vínculo, ejerciendo juntamente con El y por El sempiternas enemistades contra la venenosa serpiente, y triunfando de ésta con toda plenitud, aplastó con su inmaculado pie la cabeza de dicha serpiente". Bula "Ineffabilis" : CL 6,839). LEON XIII: "Libre de la primitiva mancha la Virgen, elegida Madre de Dios, y por lo mismo hecha consorte de la liberación del género humano". Encíclica "Supremi Apostolatus": AAS 16,114. PIO XI: "La augusta Virgen... ha sido elegida Madre de Cristo para esto, para ser corredentora del género humano". Epístola "Auspicatus profecto": AAS 25 (1933) 80.

 

8. f) Principio de recirculación. Se enuncia del modo siguiente: A la acción de la mujer (Eva) para ruina, se contrapone la acción de la Mujer (María) para reparación. S.IRENEO: "Esta recirculación que se da de María a Eva...". S.AGUSTIN: "Aquí sucede un gran misterio: que como la muerte nos había venido por una mujer, nos naciese la vida por otra mujer". S.BUENAVENTURA: "Es un modo conveniente el que la medicina responda a la enfermedad proviniendo de lo opuesto, y la reparación a la caída, y el remedio al daño...; para que así los contrarios se curen con los contrarios".

 

9. Principio primordial de la Mariología. Se plantea la cuestión acerca del supremo y primordial principio de toda la Mariología. A saber, si todos estos principios de tal manera se relacionan entre sí, que nacen y proceden realmente de uno más universal y más fundamental. Y si es así, qué principio debe designarse en último término como tal.

 

En esta cuestión hay muchas sentencias de los teólogos, y también muchos modos de hablar. Exceptuando a unos pocos, que dudaron de la existencia de un solo principio (Zimara), o incluso lo negaron (Bonnefoy), éstas son en suma las opiniones de los teólogos, o modos de expresarse éstos.

 

a) Un único principio simple, que es:

        María, Madre de Dios: Pohle‑Gierens, Fernández, Llamera, Gagnebert...

        María, nueva Eva: Deneffe, Alameda.

        María, Madre universal: Roschini, en su segunda época.

        María, figura de la Iglesia: Semmeelroth.

        María redimida perfectísimamente: Rahner.

        María, Madre del Mesías: Dillenschneider, en su segunda época.

 

b) Un único principio compuesto, que es:

        María Madre Esposa: Scheeben, Druwé, Feckes.

        María Madre Corredentora: Merkelbach, Benz.

        María Madre de Dios concreta e históricamente: Bover, Bernard.

        María Madre del Cristo total: García Garcés.

 

c) Dos principios supremos, que son:

        María Madre de Dios y Madre espiritual: Cuervo.

        María Madre de Dios y Asociada al Mediador: Bittremieux, Ceuppens, Alastruey, Roschini en su primera época.

 

10. A los que consideran estas sentencias les resulta fácil darse cuenta que los teólogos que anteriormente no pensaron sino en la maternidad divina como en el supremo principio de la Mariología, poco a poco, por el desarrollo del tratado de la Soteriología mariana, vinieron a dar en la afirmación de un doble principio supremo: a veces reconociendo en verdad verbalmente el doble principio; y a veces admitiéndolo ciertamente en la realidad, si bien negándolo con sus palabras. Ahora bien, la cuestión no es simplemente verbal.

 

Está suficientemente claro de suyo, el que debe mantenerse una y otra función de María (la maternidad de Dios y la maternidad de los hombres). De tal manera que, si estas dos prerrogativas son ya independientes entre sí ya simplemente coordinadas, hay que establecer un doble principio supremo de la Mariología. Pero pensamos que esto procede de modo totalmente distinto. A saber, la maternidad divina incluye esencialmente en este orden la maternidad espiritual. De día en día los mariólogos parece que propenden más a defender esta ilación. De aquí que lógicamente hay que decir que el supremo principio de la Mariología es la maternidad divina. O si alguno prefiere otra fórmula, la maternidad del Redentor. Porque como el Redentor debe necesariamente ser Dios, y la redención no se da sino por la incorporación de los hombres a El mismo, incorporación que se da esencialmente mediante la maternidad divina, la maternidad del Redentor une adecuadamente el momento maternal con el momento soteriológico.

 

11. División de nuestro tratado. De lo dicho se sigue la división de nuestro tratado, sea lo que sea de otras divisiones propuestas de la Mariología:

 

        Capítulo I. De la predestinación de María para Madre del Redentor.

 

        Capítulo II. De la preparación de María para su maternidad.

 

        Capítulo III. De la maternidad divina.

 

        Capítulo IV. De la maternidad espiritual.

 

        Capítulo V. De la glorificación de la Madre del Redentor.

 

 

CAPITULO  I

DE LA PREDESTINACIÓN DE MARIA PARA MADRE DEL REDENTOR

 

12. PIO IX en la Bula "Ineffabilis" habla así: "El inefable Dios..., habiendo previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la transgresión de Adán, y habiendo concretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, realizar la primera obra de su misericordia, con misterio todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre, en contra de su misericordioso proyecto, impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad, y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su Unigénito Hijo, hecho carne de Ella, naciese en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las creaturas, que en Ella sola se complació con señaladísima benevolencia". CL 6,836.

 

Luego la elección y predestinación de María está unida con el decreto de la redención que se había de hacer por el Verbo encarnado; de tal manera unida en verdad, que el mismo Pontífice poco después escribió: " Los principios de la Virgen... habían sido predeterminados con un único y mismo decreto, juntamente con la encarnación de la divina Sabiduría". Ibid.

 

13. Muchos detalles que acerca de este decreto discuten en otros sitios los teólogos, nosotros los vamos a tratar, si bien el distinto modo de opinar tiene distintas consecuencias en la Mariología. Esto nos baste por ahora a nosotros: Dios, al decretar al Redentor, decretó juntamente a la digna Madre del Redentor.

 

TESIS 1. LA ELECCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA PARA MADRE DEL REDENTOR ES GRATUITA.

 

14. Nociones. ELECCIÓN es el acto divino por el que Dios decretó absoluta y eficazmente que esta determinada mujer, María, fuese la Madre del Redentor. Esto puede concebirse de doble modo. Primero, de tal manera que entre las mujeres que ya se preveían que iban a existir, fuese elegida María para esta misión. Segundo, de manera que María fuese elegida en calidad de mujer que todavía no sería considerada como que iba a existir sino simplemente como posible. En este segundo caso la razón de la existencia misma de María está en ese decreto; porque no existiría si no fuese elegida para Madre. En el primer caso la razón de la existencia de María es independiente del decreto de la elección para Madre; existiría aunque no hubiese de ser Madre del Redentor. En la tesis prescindimos de esta cuestión de la que después trataremos.

 

15. MADRE DEL REDENTOR. El término de la elección, en cuanto se refiere a la B.Virgen, es directa e inmediatamente la maternidad del Redentor. Pero, como es claro, esta maternidad, según se contiene en el decreto se concibe concreta e históricamente; a saber, cual es exigida por este Redentor, ya sea en su persona, ya en su función redentora. De aquí que la elección para Madre del Redentor incluye:

 

a) La elección para Madre de Dios. Porque el Redentor, según el plan divino, es Dios.

 

b) La elección para la unión maternal con el Redentor. Unión que no puede ser puramente física o fisiológica, sino que necesariamente es también psicológica y moral. De aquí que la Madre de Dios estará asociada maternalmente al Redentor en la obra misma de la Redención.

 

c) La elección para Madre espiritual de los hombres. Ya que la Redención, supuesta la necesaria solidaridad entre Dios y los hombres en Cristo, no será sino una nueva comunicación de la vida divina; en cuanto que los hombres, incorporados en Cristo, reciben de la Cabeza Misma, como verdaderos miembros suyos, la filiación adoptiva de Dios, que fluye de su filiación natural. Y la función maternal de María, por la que Dios es dotado de carne humana, es verdadera incorporación nuestra en Cristo; de donde María, que es hecha Madre de Dios para que sea posible la Redención, es por lo mismo Madre de todo el Cristo total, tanto de la Cabeza como de los miembros.

 

Así pues tratamos de la elección de María para Madre del Redentor, en cuanto incluye todas estas prerrogativas. No tratamos en la tesis de la elección de María a la gracia y a la gloria, de lo cual trataremos más adelante.

 

16. GRATUITA, o sea, no por los méritos previstos de María misma. Es decir que María de ninguna manera mereció ser elegida para Madre del Redentor; sino que esta elección, en toda su amplitud, nace de la predilección divina. Como es claro, tratamos únicamente del orden de la intención, no del orden de la ejecución.

 

17. Adversarios. VAZQUEZ defendió que la B.Virgen María fue elegida para la maternidad divina por la previsión de sus méritos. Ahora bien, cuando se habla de la primera gracia conferida a la Virgen para que fuese Madre de Dios, mediante la expresión para que decía que se designaba la causa final prefijada antes de los méritos, ciertamente no con elección eficaz, sino con simple voluntad. Semejante elección posterior a la previsión de los méritos la defendieron PLATEL y TEOFILO RAYNALDO.

 

18. Valor teológico. La tesis hay que decir ahora que es cierta en teología.

 

19. Se prueba la tesis.  La exención del pecado original se le concedió a María por su maternidad divina. Luego la elección para esta maternidad es anterior en la intención. Luego es gratuita. El último consiguiente es claro, porque antes de la previsión de la concepción inmune del pecado original no hay ningún mérito absolutamente futuro de María. Se prueba el antecedente: Así hablan los Sumos Pontífices, v.c. PIO IX: "Dios desde el principio y antes de los siglos... eligió una Madre para su Unigénito Hijo... Por lo cual La... llenó con la abundancia de todos los carismas celestiales, para que Ella fuese libre completamente de toda mancha de pecado... Y convenía en verdad absolutamente que... completamente libre de la mancha misma del pecado original, alcanzase el triunfo sobre la antigua serpiente tan venerable Madre a la que Dios Padre dispuso darle su único Hijo... de tal manera que fuese naturalmente uno solo y el mismo Hijo común de Dios Padre y de la Virgen". (Bula "Ineffabilis": CL 6,836). De modo semejante se expresa S.PIO X: "La Virgen misma fue exenta de la primitiva mancha, porque había de ser Madre de Cristo; y fue Madre de Cristo para que se nos devolviese a nosotros la esperanza de los bienes eternos" (Encíclica "Ad diem illum": AAS 36,458). Este mismo sentido lo refiere también la Liturgia: "Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen, preparaste una digna habitación a tu Hijo".

 

20. Escolio. 1. La elección de María para Madre del Redentor, de tal manera parece que fue gratuita, que Dios la eligió simplemente entre las creaturas posibles. Luego toda la razón de la existencia de María es su elección para Madre. Por consiguiente es esencialmente Madre.

 

        2. De la divina predestinación de María se sigue que Ella pertenece al orden soteriológico y al orden hipostático. En este sentido hay que entender las palabras de Pío IX: "Los principios de la Virgen... habían sido predeterminados con un mismo decreto, juntamente con la encarnación de la divina Sabiduría". (Bula "Ineffabilis", CL.6,836). O también, si hablamos de las puras creaturas, se puede decir que María constituye por sí misma un orden propio y peculiar, como dice S.Buenaventura. (2 d.9 q.7).

 

        3. Acerca de la predestinación de María a la gracia y a la gloria parece que hay que decir con Suárez: "Se dice según nuestro modo de entender que la B.Virgen con prioridad de razón fue predestinada y elegida para que fuese Madre de Dios, antes de serlo para tan gran gracia y gloria... pues la B.Virgen fue predestinada a gracia y gloria tan grandes, porque había sido elegida para Madre de Dios..., para que fuese de tal manera dispuesta cual convenía a la Madre de Dios". (De Mysteriis vitae Christi d.1 s.3 n.3).

 

        4. Todo esto que hemos dicho se refiere al orden de la intención. En el orden de la ejecución María mereció la maternidad divina. A saber: "por la gracia que le fue dada mereció aquel grado de pureza y santidad, para que fuese adecuadamente Madre de Dios" (S.Tomás 3 q.2 a.11). Esta es la sentencia común de los teólogos que se funda en los dichos de los SS.Padres y en la Liturgia. Ahora bien ese mérito, según la sentencia más común de los teólogos, no fue de condigno (Biel), o casi de condigno (Janssens), o de digno (S.Buenaventura), sino de congruo no sólo en sentido amplio (Sylvio, Billuart, los Wirceburguenses, Garrigou‑Lagrange), sino también en sentido estricto (Hugon, Bittremieux, Friethoff, Alastruey, Merkelbach, Lercher, Roschini). Por mérito de congruo en sentido amplio entienden mérito de impetración. (Sobre esta cuestión véase la Mariología de ROSCHINI, donde se aducen los diversos autores citados.