ARTÍCULO   III

 

ACERCA DE LOS ORÍGENES O ACTOS NOCIONALES.

 

459. Hemos probado el hecho de que se dan en Dios procesiones inmanentes, y además, hemos tratado las cuestiones acerca de los principios y de los términos de dichas procesiones inmanentes; así pues, no queda otra cosa mas que el considerar las producciones mismas como *in fieri+. Lo cual haremos brevemente como complemente de este capítulo, una vez explicada, de alguna forma, la esencia de las mismas;  en efecto, en los párrafos siguientes se enseñará qué conexiones se dan entre los orígenes y las relaciones y las personas.

 

Puesto que se dan en Dios producciones, necesariamente debe concebirse que se da el ejercicio de producir, lo cual *no puede indicarse, según dice STO. TOMÁS (q.41 a.1) más que mediante algunos actos+.  Por consiguiente las producciones formales mismas y el cuasi ejercicio del poder de producir se llaman ORÍGENES, porque mediante dichas producciones formales tienen origen las personas que proceden, y ACTOS NOCIONALES, porque se conciben a manera de vía o de producción actual, y no son comunes a las tres personas, sino que las dan a conocer y nos las presentan como distintas.

 

Ahora bien, es doctrina común que se da en lo referente a Dios, cuatro orígenes, dos en cada una de las procesiones: generación activa y generación pasiva (nacimiento), insuflación activa e insuflación pasiva (procesión); y, en verdad, realmente distintas entre sí;  sin embargo, la insuflación activa no se distingue realmente de la generación activa y de la pasiva, según se expondrá acerca de las relaciones de ambas procesiones.

 

460. A fin de aclarar esta doctrina, debe tratarse brevemente la cuestión discutida por los escolásticos acerca de SI SE DA ACCIÓN EN LAS PROCESIONES DIVINAS.

 

A esta cuestión hay que responder afirmativamente sin duda alguna, si se entiende por el nombre de acción solamente el ejercicio de actividad. Sin embargo, según sucede constantemente en la Teología, cuando son traspasadas las nociones de las cosas creadas a lo divino, deben limarse con esmero, y debe excluirse de ellas todo lo que, de cualquiera manera que sea, conlleve imperfección.  Por tanto, la cuestión, en último término, viene a parar en esto: Si el concepto metafísico de acción en cuanto que se significa con el nombre de acción *la última determinación formal del poder activo en orden a producir el término y del término para que sea producido por dicho poder+, puede separarse totalmente de aquellas imperfecciones con las que está mezclado en la causalidad creada.

 

Y, en verdad, incluso quitada de cualquier modo la dependencia y la causalidad propiamente dicha, parece que queda en el concepto de acción, según ha sido definida, la connotación de una cierta indiferencia en el poder activo, la cual se quita por la acción en cuanto determinación última. Ahora bien, esta indiferencia no parece que pueda atribuirse en ningún signo de razón al principio de producir *ad intra+, o sea inmanentemente, en Dios; a saber: al poder de engendrar y de insuflar. Pues todo lo que es divino es acto puro sustancial[1]; por ello, el poder de engendrar y de insuflar, incluso en cuanto tal; esto es, en orden de la actividad, debe concebirse como actuada por sí mismo, no por algún otro elemento; incluso solamente distinto con razón raciocinada; esto es, que la noción del poder productivo *ad intra+ contiene, imprescin­diblemente, todo lo que de perfección connotan los actos primero y segundo, quitadas las imperfecciones.

 

Por tanto, se da en Dios el ejercicio de la actividad, se da el influjo activo y actual del principio que produce respecto al término producido; sin embargo, no distinto, ni siquiera con razón raciocinada de los principios mismos que produce. Esto es, en Dios no hay sujetos anteriores con una cierta distinción que obren, sino que hay operaciones subsistentes; esto es, sujetos que obran formalmente en cuanto tales.

 

Ahora bien, puesto que la razón formal en las divinas procesiones es la acción de entender y la acción de querer, estas actividades divinas, así como son el principio *quo+ de las procesiones, así son las que se dan en vez de la acción a manera de razón formal de la producción actual misma.  Pues aquello que se da en vez de la acción en lo referente a Dios, no debe distinguirse del principio *quo+, como sucede en las creaturas;  pues en Dios no fluye de este principio. Por tanto el influjo activo debe identificarse con el principio que produce;  y no puede concebirse como un modo recibido en el término;  esto es, en lo pasivo, en cuanto que es acción en las creaturas. Ahora bien, el influjo pasivo, esto es, el origen pasivo, se identifica por la misma razón con la persona producida.

 

Sin embargo, según nuestro modo imperfecto de concebir y de dar a conocer lo divino, entendemos los orígenes como acciones, en cuanto, según se ha dicho, se da en lo referente a Dios el ejercicio de la actividad y el influjo real del que produce en lo producido.

 

461. Enseña esto, de un modo manifiesto, STO. TOMÁS (q.41 a.1) cuando dice que en el concepto de acción, quitado el movimiento, no quedan mas que las relaciones del que produce y del producido, las cuales, como veremos, constituyen formalmente a las personas divinas; esto es, a los principios que producen y a los términos que proceden. Así, pues, actos nocionales son formalmente las relaciones mismas de paternidad y de filiación, de insuflación activa y pasiva, concebidas, ciertamente, a manera de vía, las cuales incluyen, según la razón de origen, la acción de entender y la acción de querer a manera de formalidad, bajo la cual existen las producciones en Dios.  Además, el ejercicio de la actividad, ciertamente intelectual y volitiva, es formalmente de aquel que produce verdadera y propiamente;  es así, que en Dios las personas son las que producen verdadera y propiamente;  luego, los orígenes activos deben identificarse con ellas, incluso formalmente.

 

Con esto, parece que se justifica el fundamento por el que algunos teólogos llaman a la acción de entender y a la acción de querer, acciones o cuasi acciones en las procesiones divinas. Ahora bien, puesto que la acción es acto segundo de un poder que obra en realidad, si se admiten Dios, se distingue formalmente del acto nocional de un modo menos conveniente.

 

Y puesto que en los actos nocionales son subsistentes, está claro que en Dios se distinguen realmente, en cada una de las procesiones, orígenes activos y pasivos;  por ello, se enumeran cuatro distintos, mutuamente, entre sí. Ahora bien, la insuflación activa no se distingue realmente de la generación activa y pasiva, puesto que no se da una oposición relativa de origen entre la generación y la insuflación[2].

 

462.  TAL VEZ DIRÁS:

 

1. La acción, en general, es determinación de la virtud o poder activo; es así, que en lo referente a Dios, la virtud o poder activo es acción de entender y acción de querer;  luego, la acción, debe situarse en el entender y en el querer.

 

       Respuesta; distinto la mayor. La acción es determinación  de la virtud o poder activo que produce verdadera y propiamente, como sucede en las creaturas, concedo la mayor; si la virtud o poder activo es meramente la razón formal de la producción; esto es, el principio meramente *ut quo+, el cual tiene en lo referente a Dios, niego la mayor y contradistingo la menor y niego la consecuencia, pues por el hecho de que en lo referente a Dios el principio *quo+ es meramente *quo+ y, de ningún modo, el que produce; por ello, el acto segundo es, a manera de determinación del principio *quod+; es decir, acto nocional.

 

2. La producción del Verbo o dicción, es operación del entendimiento;  es así, que la operación del entendimiento, es entender; luego, la dicción o generación, indica *in recto+, acción de entender, la cual, por tanto, es a manera de acción.

 

       Respuesta; distingo la mayor. La producción del Verbo, es operación del entendimiento en cuanto principio *quo+ en el sentido explicado, concedo la mayor;  en cuanto principio *quod+, niego la mayor y distinto también la menor; la operación natural o esencial del entendimiento, es entender, concedo la menor; la operación nocional, es formalmente entender, niego la menor.  Esta, ciertamente, no está desconexionada con el entender, según decía ESCOTO;  sin embargo, es verdadera y formalmente distinta de él, es ejercicio de la paternidad y, por tanto, formalmente nocional;  a saber, el Padre, entendiendo, produce al Verbo como término de la infinita fecundidad en esta línea.  Lo mismo debe decirse acerca de la insuflación.

 

       N.B. Vendrá bien para esta exposición, acerca de los orígenes, el tener en cuenta la diferencia que se da entre el poder activo ad intra y el poder ad extra, según ha quedado explicado en el tratado DE DEO UNO. En efecto, el poder activo ad extra, incluso el no actual (a saber, el que de hecho no produce), concuerda mucho con la noción de acto puro, y no es más perfecto si se realiza en acto que si no se realiza en acto;  pues su acto segundo es extrínseco a él; a saber, la posición del efecto;  por consiguiente, cuando se realiza en acto, permanece sin cambio, incluso según nuestra razón.  Por el contrario, el poder de producir ad intra, al ser inmanente, debe recibir el término dentro de sí; y, por ello, a no ser que se conciba como actuado, no puede concebirse como acto puro.  Por consiguiente, solamente, según nuestro modo imperfecto de tratar lo divino, según se ha dicho,  podemos distinguir los orígenes activo de los principios productores; pues, implícitamente, el acto primero contiene ya al acto segundo.


[1]*Acto perfecto por esencia y +per se* tal, y por ello no proviene o fluye de alguien+ (SUÁREZ, L.7 c.6 n.5); y por tanto no hay ninguna razón objetiva para que sea concebido de ese modo.

[2]Esta es la doctrina de todos los teólogos: Véase RUIZ, d.84 s.4.5.  En este tema hay una enorme diferencia entre los orígenes divinos y los creados, los cuales conllevan una verdadera acción, identificada con pasión; véase c.3 a.1.