ARTÍCULO   II

 

    DEL PRINCIPIO FORMAL DE LAS PROCESIONES DIVINAS

 

 

421. Una vez probada la existencia de las procesiones en lo referente a Dios, consta también que el principio que produce, *principium quod+ según se dice, esto es, el supuesto o subsistente del cual tiene el origen el término que procede, es en la generación del Hijo el Padre, y en la procesión del Espíritu Santo el Padre y el Hijo como un solo principio. Sin embargo, en orden a algún entendimiento ulterior de este misterio, puede preguntarse cuál es en las procesiones divinas el principio formal; esto es, el *principium quo+, a manera de virtud productiva; a saber, qué es lo que explica de algún modo la razón de estas procesiones. Esto lo enseña, siguiendo la revelación, la Teología latina acerca del principio formal de las procesiones divinas.

 

Ahora bien, hay en esta algunos elementos, de los cuales no puede dudarse dogmática o teológicamente, en cuanto que tiene su fundamento cierto en la revelación; en cambio, algunos elementos que contienen una explicación ulterior, solamente alcanzan la calificación de postura teológica, bien cierta, bien probable.[1]

 

Entre los primeros elementos se enumeran la procesión del Verbo por el entendimiento y la procesión del Espíritu Santo por la voluntad. A la otra clase de elementos pertenece una explicación ulterior de las divinas procesiones por analogía con la palabra y el amor en las creaturas, la cuestión escolástica acerca de la propia razón del principio *quo+ en lo referente a Dios, y la explicación de la diferencia entre ambas procesiones.

 

Se prueba por separado en las siguientes tesis, que las dos procesiones divinas se dan por el entendimiento y por la voluntad.  Y ahora es preferible estudiar brevemente el sentido y la razón general teológica de este capítulo.

 

422. Los teólogos enseñan comúnmente siguiendo a STO, TOMÁS, q. 27., que las procesiones divinas son según las operaciones propias de la naturaleza divina, lo cual parece que es suficientemente claro, puesto que se da en ellas la actividad de la divinidad  ad intra,  la cual es necesariamente connatural. Por otra parte, consta en la revelación que las procesiones divinas no son libres, sino necesarias y naturales, lo cual ha sido explicado en multitud de ocasiones por los Padres, en primer término acerca de la generación del Hijo en contra de los arrianos, y después acerca de la procesión del Espíritu Santo en contra de los macedonianos.  Por consiguiente, no queda otra cosa más que el que sean *según las acciones que permanecen en el agente+, q. 27.  a. 5.; a saber, las operaciones vitales de entender y de querer.

 

Ahora bien, debe tenerse en cuenta muy bien lo siguiente:

 

       a) La acción de entender y la acción de querer en Dios son algo esencial y no producido, común a las tres personas. Por lo cual, el Verbo en lo referente a Dios, no es acción formal de entender, ni el Espíritu Santo es acción formal de querer, esto es, amor; a saber, no son aquello por lo que el Padre entiende, o por lo que el Padre y el Hijo se aman mutuamente, sino que el Verbo es el término producido por la acción de entender, en virtud de la infinita fecundidad de la naturaleza divina en la razón de entender, y el Espíritu Santo es el término producido por el amor, en virtud de la infinita fecundidad de la naturaleza divina en la razón de amar. La acción de entender y la acción de querer en Dios, se identifican ciertamente de un modo real, pero se distinguen con distinción de razón, lo cual es suficiente para que se explique de alguna forma que son posibles dos procesiones realmente distintas bajo diferente razón formal: q. 27  a. 3; pues en la procesión del Verbo se comunica la naturaleza divina en cuanto que es acción de entender, y en la procesión del Espíritu Santo en cuanto que es amor.

 

     b) Puesto que las producciones divinas, cada una en su línea, tienen término infinito y totalmente adecuado a la virtud o poder productivo, no pueden multiplicarse, sino que ambas son únicas en su propia razón. Por ello, hay solamente dos procesiones en Dios: q. 27 a. 3 y 5.

 

      c) La diferencia esencial entre las procesiones divinas por el entendimiento y la voluntad y las producciones de la palabra mental y del acto de amor entre los humanos, es que nosotros expresamos una palabra para entender, y realizamos la acción del amor para amar.  En cambio, en lo referente a Dios, el Padre eterno entiende por sí y esencialmente en el acto identificado consigo mismo, y el Verbo produce porque entiende en virtud de la infinita fecundidad de la inteligencia divina; y el Padre y el Hijo se aman esencialmente con el mismo amor identificado con ellos mismos, y producen al Espíritu Santo en virtud de la infinita fecundidad de la naturaleza divina como es la acción de querer.  En este sentido, las procesiones divinas no son operaciones naturales de entender y de amar, sino a manera de lo obrado por estas operaciones.

 

TESIS 36. EL HIJO O VERBO PROCEDE POR EL ENTENDIMIENTO.

 

423. Nexo. Puesto que las procesiones divinas son naturales, está claro que el principio formal de ellas, al menos el principio remoto, es la naturaleza.  Ahora bien, en ambas procesiones se comunica la naturaleza divina por identidad, y ambas se dan por exigencia de la infinita fecundidad de la naturaleza divina.  En esto coinciden las dos procesiones, las cuales, sin embargo, son distintas; por consiguiente, es menester estudiar cuál es el principio formal inmediato de ambas. Y, como quiera que la segunda persona es llamada el Verbo, el cual parece que hace referencia al entendimiento, se pregunta si la razón formal inmediata por la que procede el Verbo es el entendimiento. Esto lo sostiene la sentencia común de los teólogos, los cuales defienden, de igual modo, que el Espíritu Santo procede por la voluntad.

 

       Nociones. Consta, por la palabra de Dios tanto escrita como transmitida por la tradición, que el HIJO y el VERBO es la misma persona en lo referente a Dios.  El que esta segunda persona procede por el entendimiento, significa que la procesión de esta persona se da en Dios precisamente porque la naturaleza divina es inteligente;  o lo que es lo mismo, que la razón formal por la que es producido, y se le comunica la naturaleza divina, es inmediatamente la acción de entender, de un modo en cierta manera análogo a como se produce la palabra en el entendimiento humano por una operación intelectual. Negamos, por consiguiente, que las procesiones divinas se fundamenten inmediatamente en la naturaleza en cuanto tal, sino que sostenemos que se fundan en la naturaleza según las operaciones inmanentes propias de la naturaleza espiritual; y esto lo afirmamos en la presente tesis acerca de la procesión del Verbo por el entendimiento; después probaremos esto acerca de la procesión del Espíritu Santo por la voluntad.

 

424. Sentencias. DURANDO, enseña que las procesiones divinas son inmediatamente por naturaleza; esto es, que se fundan en la fecundidad de la naturaleza divina en cuanto tal, principalmente la primera, la cual, en cuanto generación, está fundada en los vivientes, incluso en los intelectuales, en la naturaleza, no en la inteligencia; y ataca expresamente el que las procesiones divinas pueden ser según las operaciones de entender y de amar.  Como consecuencia de su teoría, se atrevió a decir que el Hijo no era llamado propiamente el Verbo, sino sólo metafóricamente.

 

Algo semejante parece que sostienen algunos más modernos, al menos en la parte negativa de la teoría de DURANDO; pues parece que la procesión del Verbo por el entendimiento y más todavía la procesión del Espíritu Santo por la voluntad, la tienen como una mera teoría o explicación analógica, a manera de cierta comparación sin ningún fundamento dogmático; más aún, que con estas explicaciones no se trata nada acerca del modo de cómo son en realidad las procesiones en lo referente a Dios;  pues se equiparan estas doctrinas teológicas a restos trinitarios hallados en las creaturas.

 

Sin embargo, la sentencia común de los teólogos, es que en verdad y en realidad, el Verbo procede por la vía del entendimiento y el Espíritu Santo por la vía del amor, dejando aparte la ulterior comparación con la palabra de la mente humana y con el amor creado, la cual, no obstante, en cuanto común y con fundamente en el nombre mismo del Verbo y del amor, es muy atinada;  de tal forma es así, que muchos teólogos y estos de gran nota, califican la teoría de DURANDO con grave censura de temeridad e incluso de proximidad al error.[2]

 

       Doctrina de la Iglesia.  Es común esta tesis en la explicación del dogma trinitario, y se da claramente por supuesta en el Catecismo del Concilio Tridentino. LEÓN XII, en la Encíclica Divinum illud, cuando recomienda las apropiaciones trinitarios en virtud de la afinidad que se da entre las obras divinas y las personas, dice: *De forma muy adecuada, la Iglesia ha acostumbrado a atribuir al Hijo...  aquellas obras de la divinidad...  en las que sobresale la sabiduría+. Pío VI, en la condenación del sínodo pistoriense, aprueba las palabras de S. AGUSTÍN y de STO. TOMÁS: *Hijo en tanto en cuanto Verbo y Verbo en tanto en cuanto Hijo+, y *que el nombre del Verbo lleva consigo la misma propiedad que lleva el nombre del Hijo+ (D 1597).

 

       Valor teológico. La tesis es teológicamente cierta; así la consideran prácticamente todos los teólogos, y juzgamos que hay que mantener absolutamente esta censura.

 

425. Se prueba por la S. Escritura, por los documentos de la Iglesia y por los Padres,  a causa de los nombres de VERBO, de SABIDURÍA y de IMAGEN, con los que se designa a la segunda persona de la Santísima Trinidad; sobre todo a causa del nombre de Verbo.

 

1. El Verbo es el nombre propio del Hijo de Dios; es así con el nombre del Verbo se da a conocer algo que pertenece al orden del entendimiento y que tiene origen por el entendimiento;  luego, la procesión del Verbo es por el entendimiento.

 

La mayor:    

       a) S. Jn. 1;  Apoc. 19,13 y I S. Jn 1 el Hijo de Dios es llamado el Verbo.

      b) También le dan el nombre del Verbo al Hijo de Dios S. DIONISIO ROMANO (D  48  51);  S. DÁMASO EN LOS ANATEMATISMOS (D  65 66 70) y el Concilio de Calcedoni (D 148).

       c) Los Padres, con muchísima frecuencia, designan a la segunda persona de la Santísima Trinidad con el nombre del Verbo como nombre propio, no menos que con el nombre del Hijo.  Así S. IGNACIO (R. 45), S. IRENEO: *El Hijo es el Verbo de Dios+ (R  200 203 205);  y es conocido que los Padres anteriores al Concilio de Nicea, más bien tenían como nombre personal el Verbo que el Hijo, por el hecho de que este segundo nombre expresa solamente que aquel fue engendrado.  Y aunque los herejes, sobre todo los arrianos, hayan abusado de este nombre y lo interpretaran mal, sin embargo no se apartaron de denominar así a la segunda persona de la Santísima Trinidad los Padres del siglo IV, como S. ATANASIO (R 754  770  787, etc.), los Padres de Capadocia, S. CIRILO ALEJANDRINO (R 2070 2083), S. AGUSTÍN.

 

La menor, de por sí, está clara, y la enseñan explícitamente los Padres en repetidas ocasiones.  Es conocido que los escritores anteriores al Concilio de Nicea, fundamentan toda la doctrina acerca de la generación del Hijo en el hecho de que el Verbo es la expresión de la mente del Padre, el cual nunca ha sido negado o puesto en duda por los Padres posteriores;  más aún, incluso ha sido propuesto de forma expresa.

 

Así, S. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA: *El Verbo de Dios es hijo legítimo de la mente+.  S. DIONISIO DE ALEJANDRÍA, dijo que el Verbo era el efluvio de la mente, lo cual lo prueba S. ATANASIO;  este Santo dice: *Él mismo es el Verbo del Padre, el cual, por tanto, igual que el Padre debe entenderse que no sufre ningún menoscabo ni puede ser dividido; ya que siendo así que hasta los nombres mismos expresan su propia palabra sin división y sin sufrir ningún perjuicio; por tanto, mucho más Dios manifiesta así su Verbo+ (R 754). S. BASILIO: *)Por qué Verbo? para que quede claro que ha procedido de la mente... al igual que nuestra palabra...+ (R 909). S. GREGORIO NACIANCENO:  *Pues bien, el Verbo, el cual es respecto al Padre como la palabra respecto a la mente, no sólo a causa de su generación libre de todo menoscabo, sino también a causa de la unión del Verbo mismo con el Padre y  a causa de la fuerza enunciadora+ (R 994);  S. CIRILO DE ALEJAN­DRÍA: *Ahora bien, queridísimo )qué dirás acerca de Juan, el cual llama al Hijo el Verbo, y le atribuye a Él mismo este nombre enteramente propio y especialisimamente indicador de su esencia?...  Bastó decir el Verbo para significar la esencia del Hijo+ (R 2070).  Por último S. JUAN DAMASCENO, recoge la doctrina de los Padres griegos diciendo que el Hijo es llamado el Verbo, *porque es, respecto al Padre, lo que la palabra es respecto al entendimiento+ *movimiento físico de la mente+.  Más aún, manifiestan esto muchas veces en contra de los arrianos y los álogos, a los cuales les acusan de error, ya que el Padre sin el Verbo estaría sin sabiduría.

 

Así pues, ves con qué fundamento ha podido decirse que la tesis de los latinos de ningún modo puede apoyarse en los Padres griegos, pues que no solamente el argumento, sino la tesis misma ha sido expresada con estas palabras.  S. AGUSTÍN, según es conocido, desarrolla este tema mas ampliamente en los libros de Trinitate  (R 1667 1678 1816, etc.).

 

426. 2. Por el nombre de Sabiduría.  Si el Hijo procede por el entendimiento, se entiende por qué aparece en los libros sapienciales Prov. 8, Ecl. 24, según explican comúnmente, los Padres y la Iglesia, como la Sabiduría engendrada e hipostática.  Así S. ATANASIO (R 787), S. AGUSTÍN, puesto que todas las personas son sabias; más aún, la sabiduría substancial misma, la única razón de por qué el Hijo es llamado especialmente la Sabiduría, es porque con este nombre se da a conocer el modo de su origen;  ahora bien, el principio de la sabiduría es el entendimiento.

 

3. Puede, también, argumentarse con muchos teólogos, como STO. TOMÁS, q.35 a.1.2, por el nombre de Imagen, el cual en la S. Escritura solamente se dice del Hijo.  Pues para que algo sea imagen de alguien es necesario que se presente como semejante a él en el aspecto o en la señal del aspecto, de donde, en lo referente a Dios, se dice nocionalmente, y ciertamente acerca del Hijo, el cual procede en cuanto Verbo, de cuya razón es la semejanza de la forma o del aspecto en orden a aquello por lo que procede a causa de la intención de tal semejanza.

 

427. Razón teológica.

 

1. La principal razón es la que entresacamos de STO. TOMÁS, q.27 a.1, 3, 5; a saber: que las procesiones divinas deben ser según las operaciones inmanentes propias de la naturaleza espiritual; es así, que la primera operación de esta naturaleza es la inteligencia;  luego, la primera procesión en lo referente a Dios es por el entendimiento.

 

2. La naturaleza intelectual, de suyo, manifiesta o habla aquello que entiende, y es una gran perfección el tener fecundidad en orden a la manifestación, la cual perfección es absolutamente conveniente el que Dios la posea.

 

SE EXPLICA QUÉ ES EL VERBO EN LO REFERENTE A DIOS. La función propia de la razón teológica en los misterios es, por analogía con aquellos datos que la mente humana ha conocido en otras ocasiones acerca de Dios y de lo creado, el alcanzar algún conocimiento y éste provechosísimo de ellos (D 1796).  Esto lo garantiza la teología acerca del Verbo divino (q.27 a.1;  q.34 a.1.2)[3].

 

Así como la mente humana, al entender, forma la semejanza de la cosa que ha entendido la cual se llama palabra, puesto que por ello la mente, en cierto modo, habla consigo misma, así, a su manera, el Padre, en lo referente a Dios, entendiendo con entendimiento infinito, produce el término que es una cierta expresión de la realidad entendida, la cual, con todo derecho, se llama el Verbo, porque *la palabra, en general, por el mismo hecho de que responde a la expresión, es algo producido en la razón de signo intelectualmente representativo, lo cual, por tanto, indica orden respecto a la naturaleza intelectual en cuanto tal, como principio suyo+.  Por consiguiente, el Verbo divino coincide con la palabra interna humana en cuanto es espiritual, permanente, inmanente, y en cuanto que representa, naturalmente y en virtud de la procesión, el objeto conocido.

 

Sin embargo, el Verbo divino se diferencia de la palabra humana:

       a) porque la palabra humana es accidental, y el Verbo divino es persona subsistente;

       b) la palabra creada, es producida a causa de la necesidad de la persona inteligente y le constituye en el ser de inteligente; en cambio, el Verbo divino es producido a causa de la infinita perfección y a causa de la fecundidad de la acción divina misma de entender, y, por tanto, supone el principio inteligente ya en el acto segundo de entender;

       c) la palabra creada en cuanto forma representativa, tiene un ser diferente de la potencia intelectual, la cual es el principio de aquella; sin embargo, en el Verbo divino, la razón formalmente representativa, es el entender divino mismo por el que el Padre entiende y el cual es la razón de producir en éste; puesto que el entender de Dios es su ser mismo; por lo cual, la producción del Verbo es la comunicación del acto puro mismo bajo la razón formal de la acción de entender.  Por consiguiente, el Verbo divino indica relación real de origen respecto a la persona del Padre, de la cual procede;  en cambio, en cuanto que representa intelectualmente al objeto entendido, indica relación solamente por lo que hace referencia al expresarse en orden a las cosas representadas, así como la formal acción divina de entender.

 

       N.B. La diversidad de sentencias, al explicar la palabra humana, no conduce a aclarar el Verbo divino, puesto que toda entera consiste en la función que ejerce en orden a constituir a la persona inteligente en el acto segundo de entender;  ahora bien, el Verbo divino ya presupone esto, o sea, según se ha dicho, no es producido para que el Padre entienda, sino porque entiende; por eso es producido[4].

 

428. Corolarios:

 

1. El Verbo, en lo referente a Dios, no se dice sino nocionalmente: q.34 a.1;  pues para la razón de Verbo no es suficiente que sea formal representación intelectual, sino que, además, es algo producido en esa línea;  esto es, bajo razón formal.

 

2. Otras palabras que pertenecen al orden del entendimiento, de suyo, se dicen esencialmente;  por lo cual, no se atribuyen especialmente al Hijo sino por apropiación.  Sin embargo, el nombre la Sabiduría del Padre, si se añade sobre todo engendrada o hipostática, es, según uso de la S. Escritura y de los Padres, nombre personal.

 

3. El Padre no puede decirse propiamente sabio y sabiduría engendrada, porque esto significaría que el Verbo era el atributo por el que el Padre es formalmente sabio. Y si se hallan en los Padres estas o parecidas expresiones, o bien significan en contra de los arrianos que el Padre solamente es sabio con aquella sabiduría en la cual idénticamente y necesariamente es el Verbo o bien toman el nombre de sabiduría por antonomasia y por apropiación.  Lo mismo hay que decir acerca de la idea ejemplar y de la expresión *de que Dios y los bienaventurados ven todo en el Verbo+.

 

4. La producción del Verbo se llama también decir, principalmente, puesto que el Verbo divino conviene también con la palabra expresada externamente, lo cual se sigue en virtud de la acción de entender. Por lo cual decir se indica por antonomasia y ad intra nocionalmente acerca del Padre. Decirse acerca de la palabra dicha es también nocional y propio del Hijo;  como acerca de la cosa dicha  es propio de todas las cosas que Dios conoce: q.34  a.1.

 

429. Objeciones:

 

1. Los Padres griegos en los textos aducidos, presentan solamente la comparación del Hijo con la palabra humana, a fin de afirmar la inmaterialidad de la generación divina; luego, de ahí nada puede desprenderse en orden a probar la procesión del Hijo por el entendimiento.

 

       Respuesta, niego en absoluto el antecedente, según está claro por los textos aducidos mismos.  Afirman, en verdad, y prueban con dichos textos la espiritualidad de la generación divina;  mas una vez asumido el fundamento y habiendo enseñado ciertamente de modo expreso que el Hijo es verdaderamente el Verbo de Dios y que procede de la mente. Pues si tomaran el nombre del Verbo de un modo meramente metafórico )qué argumento sería el suyo en contra de los herejes?;  por lo cual, no falla el método de argumental del cual usan los Padres en contra de los arrianos y los álogos, de que el Padre sin el verbo existiría sin sabiduría; pues la sabiduría esencial exige identificarse con el Verbo producido.

 

2. DURANDO pone la siguiente objeción: Las procesiones divinas son en virtud de la fecundidad de la naturaleza divina, y principalmente la generación es llamada por los Padres procesión natural;  luego, deben explicarse inmediatamente por la naturaleza.

 

       Respuesta. Distingo el antecedente. Las procesiones divinas son en virtud de la fecundidad de la naturaleza divina, concedo el antecedente;  de otro modo, esto es inmediatamente, niego el antecedente, y especialmente la naturaleza divina en cuanto tal no puede ser poder generador o tener este poder independientemente de la operación del entendimiento, ya que no puede propagarse. Los Padres dicen que la generación es procesión natural en oposición a la procesión libre de la creación, la cual sostenían los arrianos.  Además, la procesión por la naturaleza y por el entendimiento, en Dios, es la misma: q.30 a.2.

 

3. Insiste DURANDO: En las creaturas, la generación o producción natural, no es por el entendimiento, ni siquiera en los seres intelectuales, sino inmediatamente por la naturaleza; luego, *a pari+, debe entenderse la generación divina.

 

       Respuesta, niego la paridad.  La paridad con las creaturas, si se hiciera demasiado hincapié en ella, debería negar la generación divina, pues ninguna realidad (creada) puramente intelectual puede comunicar su sustancia.  Hay que añadir que la generación en las creaturas es por naturaleza, pero mediante un poder especial destinado a esto.

      

430. 4. La principal dificultad en la cual insiste DURANDO, es que de la doctrina de los teólogos se sigue también el que el Hijo y el Espíritu Santo deben engendrar o producir al Verbo, puesto que también ellos entienden con acción infinita de entender.  )Por qué, pues, solamente el Padre produce al Verbo?. 

 

       Respuesta:

               1) Devuelvo el argumento en contra de DURANDO; también la naturaleza divina es la misma en las tres personas;  luego, también las tres personas deberían engendrar.  Además, en la teoría de DURANDO no puede explicarse el por qué la naturaleza divina es fecunda en una doble línea, la línea de generación y la línea de insuflación; más aún, sería imposible a causa de la infinidad del término en la primera procesión.

 

               2) Distingo el antecedente. También el Hijo y el Espíritu Santo debería producir al Verbo, si las personas divinas entendieran con distintas acciones infinitas de entender, pase el antecedente; siendo así que entienden con una sola acción de entender, niego el antecedente. La razón de por qué el Padre produce al Verbo, es la fecundidad de la acción divina de entender, a la cual como que la agota la procesión del término infinito en la primera procesión;  de donde, no hay ninguna razón de por qué el Hijo y el Espíritu Santo vayan a producir un nuevo verbo;  más aún, es imposible, puesto que lo infinito es único en la propia línea.

 

TESIS 37. EL VERBO PROCEDE PER SE Y FORMALMENTE DE LA CIENCIA NECESARIA DE DIOS; EN CAMBIO, SÓLO PROCEDE POR CONCOMITANCIA DE LA CIENCIA CONTINGENTE.

 

431. Nexo. Una vez que hemos hablado de la procesión del Verbo por el entendimiento, los escolásticos introducen un tema más sutil acerca de la ciencia por la que procede. Nos parece que debemos tratar brevemente acerca de esta ciencia como complemento de la doctrina. 

 

       Estado de la cuestión y nociones.  Puesto que el Verbo por la acción divina de entender, la cual es una sola, simplicísima y abarca todas las cosas, está claro que él mismo procede por el conocimiento que alcanza de hecho a toda verdad; y puesto que es propio de la palabra interna el representar los objetos que le son conocidos a la persona inteligente misma, por la cual palabra interna dicha persona inteligente, como que habla consigo misma, dicen los Padres y los Doctores que Dios dice toda la verdad a su Verbo: q.34 a.1. Sin embargo, según es conocido, se distinguen diferentes signos de razón en la acción divina de entender, en cuanto que se refiere a objetos diversos.  Se pregunta, por tanto, si el Verbo divino procede propiamente hablando, esto es per se y formalmente, de la ciencia divina total, o mas bien solamente de alguna o algunas de aquellas en las que suele dividirse.

 

Per se y formalmente procede el Verbo de aquella ciencia que debe entenderse absolutamente y en toda hipótesis para que proceda el Verbo perfectísimo. Solamente procede por concomitancia de aquella ciencia, que aunque por un posible o por un imposible no se diera en Dios, sin embargo, sería producido el Verbo perfectísimo. Esto es, el Verbo procede per se y formalmente de aquella ciencia que es absolutamente necesaria para explicar la procesión del Verbo divino; y sólo por concomitancia de aquella ciencia que no concierne a esta explicación.

 

Ciencia necesaria en Dios, es el conocimiento de sí mismo; a saber, de la esencia y de las relaciones o personalidades divinas, de la paternidad, de la filiación y de la insuflación, y, además, el conocimiento de los posibles; ciencia contingente es el conocimiento de los futuros y los futuribles.

 

432. Sentencias. Más común y mucho más probable, es la sentencia que establecemos en la tesis: El Verbo procede per se y formalmente de la adecuada ciencia necesaria; meramente por concomitancia de la ciencia contingente. Admitimos, sin embargo, que el conocimiento de la esencia divina y de la paternidad se refiere primordialmente a la procesión del Verbo;  y que el conocimiento de la filiación, de la insuflación y de los posibles, se refiere de un modo secundario, aunque también de modo formal y per se.

 

Sin embargo, a causa de las dificultades que surgen, hay muchos teólogos que piensan de otro modo.  En efecto, todos sostienen que el Verbo procede formalmente del conocimiento de la esencia divina, como es evidente. Sin embargo, ESCOTO niega que proceda por conocimiento de las relaciones y de los posibles, y le siguen muchos escotistas, y otros como VÁZQUEZ;  si bien, éste sostiene la tesis acerca del conocimiento de la paternidad y de la filiación. Se funda ESCOTO en la prioridad que parece que se da en la producción del Verbo respecto del conocimiento de Él mismo, al menos un conocimiento intuitivo; por tanto, el Verbo no puede proceder del conocimiento de sí mismo;  ahora bien, al ser los relativos simultáneos en el conocimiento, tampoco puede el Verbo proceder por conocimiento de la paternidad;  mucho menos por conocimiento de la insuflación y de los posibles.

 

Movidos por esta dificultad, algunos tomistas dicen que el Verbo procede de un conocimiento cuasi‑abstractivo de sí mismo. No obstante, esto debe rechazarse, pues el conocimiento abstractivo solamente puede admitirse en Dios acerca de aquello que, de suyo, prescinde de la existencia y pueda ser meramente posible.

 

Por el contrario, algunos, como VALENCIA y RUIZ DE MONTOYA, enseñan que el Verbo procede, per se y formalmente, de la ciencia total de Dios, no sólo de la necesaria, sino también de la contingente.

 

       Valor teológico.  La tesis es más probable.

 

433. Se prueba la primera parte. EL VERBO PROCEDE, PER SE Y FORMALMENTE, DE LA ADECUADA CIENCIA NECESARIA.

 

El Padre produce al Verbo en virtud de un conocimiento perfectísimo, intuitivo y comprensivo de la divinidad, y, en verdad, per se y formalmente, esto es por exigencia de la producción misma; es así, que el conocimiento comprensivo de la divinidad alcanza intuitiva y perfectísimamente no sólo a la esencia misma, sino también a las relaciones, y, además, alcanza también, con total distinción, a todos los posibles; luego, el Verbo procede de la adecuada ciencia necesaria.

 

Prueba de la mayor.  En efecto, la procesión del Verbo se da en Dios a causa de la fecundidad del entendimiento infinito en cuanto tal, en cuanto que alcanza perfectísimamente a la divinidad misma.

 

La menor consta por el concepto de conocimiento comprensivo;  pues las relaciones se identifican con la esencia, y los posibles están, virtualmente,  contenidos en ella.

 

Sin embargo, primordialmente, el Verbo procede del conocimiento de la esencia y de la paternidad, pues se requiere esto por la razón misma del Verbo producido, el cual es el Verbo del Padre y su imagen perfectísima.  En cambio, el conocimiento de la filiación, de la insuflación y de los posibles, se requiere solamente por la quididad del conocimiento comprensivo, por el que procede el Verbo.

 

Se prueba la segunda parte: EL VERBO PROCEDE SOLAMENTE POR CONCOMITANCIA DE LA CIENCIA CONTINGENTE DE DIOS.

 

La procesión del Verbo es necesaria; luego, no puede estar fundamentada, per se, en la ciencia contingente.  De donde el Verbo divino sería perfectísimo del mismo modo, si la ciencia contingente fuera otra que la que es ahora; a saber, porque Dios hubiese creado otras creaturas distintas de las que, de hecho, han sido creadas.

 

434. Objeciones. Para la resolución de éstas, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

 

       a) el objeto del conocimiento divino, de ningún modo, es el principio de éste.

       b) La intuición divina no supone su objeto como existente en todo momento, bien de origen, también de duración, en el que se da el conocimiento, según se ve claro en el conocimiento de los futuros desde la eternidad.

       c) Entre las relaciones divinas y entre ellas y la esencia, no se da prioridad perfecta de razón, y la prioridad real misma de origen entre las relaciones persistentes con la simultaneidad de razón;  en cambio, la prioridad imperfecta de razón no nos indica nada acerca de la cosa misma.

       d)    El *principium quo+ no conlleva distinción real ni prioridad perfecta de razón por el término producido.

 

       EN CONTRA DE LA PRIMERA PARTE:

 

1. La producción del Verbo es anterior al conocimiento de Él mismo, al menos al conocimiento intuitivo; luego, el Verbo no puede ser producido por el conocimiento intuitivo de sí mismo.

 

       Respuesta. Distingo el antecedente. Con alguna prioridad real o perfecta de razón, niego el antecedente; con una prioridad imperfecta de razón, concedo o puedo pasar el antecedente.

 

2. El principio de producción es anterior al término producido; es así, que el conocimiento del Verbo sería el principio de producción del Verbo mismo;  luego, sería anterior al Verbo.

 

       Respuesta. Distingo la mayor. El *principium quod+ es en Dios lo anterior por el origen, pero no por la razón; al término producido, concedo la mayor;  el principium meramente quo, niego la mayor, a no ser, a lo sumo, con una prioridad inperfecta de razón.

 

3. En esta sentencia, el Verbo y el Espíritu Santo, más aún, incluso las creaturas en cuanto posibles, serían principio del Verbo mismo, o, al menos, anteriores al Verbo mismo; pues el objeto del conocimiento es anterior a éste y principio de éste.

 

       Respuesta. Niego el aserto por lo ya indicado; pues el objeto del conocimiento divino no es el principio de éste (q.34 a.3); por tanto, a lo sumo, puede concederse una cierta prioridad imperfecta de razón.

 

       EN CONTRA DE LA SEGUNDA PARTE:

 

1) El conocimiento de los futuros, pertenece a la perfección de la ciencia divina; es así, que el Verbo procede en virtud de un conocimiento perfectísimo; luego, también procede por conocimiento de los futuros.

 

       Respuesta.  Distingo la mayor.  Hipotéticamente, en el supuesto de que se den, concedo la mayor;  absolutamente, niego mayor y distingo la menor en virtud de un conocimiento perfectísimo y absolutamente necesario, concedo la menor;  por un conocimiento contingente, niego la menor.

 

2) Todo lo que representa al Verbo, le representa en virtud de la procesión; es así, que también representa a las creaturas existentes; luego, procede por conocimiento de ellas.

 

       Respuesta. Distingo la mayor. Bien formalmente, bien idénticamente y por concomitancia, concedo la mayor; precisamente formalmente, niego la mayor.

 

No va en contra de la tesis en ningún sentido lo indicado en q.34 a.3, pues al hablar STO. TOMÁS del Verbo expresivo y operativo de las creaturas, trata de la ciencia de simple inteligencia.

 

435. Escolio. DEL VOLUNTARIO EN LA GENERACIÓN DEL VERBO.   Ya se ha hablado que consta por la fe, que la generación divina no es libre, sino necesaria, lo cual muchas veces lo enseñaron los Padres en contra de los arrianos.  Por otra parte, no hay duda de que el Padre engendra al Hijo no por coacción, sino de un modo totalmente voluntario, como muchas veces los mismos Padres afirman en contra de los mismos herejes.  Mas, puesto que el Verbo procede por el entendimiento y no por la voluntad, está claro que la voluntad divina no es el principio formal de la generación.

 

Reconocido esto, claramente, por todos, preguntaron los teólogos en qué orden de razón debería concebirse la voluntad del Padre en la generación del Hijo, pues, por una parte, parece que debe situarse como anterior a la generación misma, ya que lo esencial se dice que es anterior a lo nocional y el Padre engendra constituido plena y perfecta­mente, y así lo juzgaron ESCOTO y CAYETANO, juntamente con otros;  mas, por otra parte, la acción de entender es anterior a la acción de querer, y la generación como que se sigue inmediatamente de ella, y por tanto la voluntad del Padre parece que es posterior a la producción del Verbo según piensan CAPREOLO, SUÁREZ y otros muchos.

 

Ambas sentencias, parece que retienen su probabilidad, y no hay dificultad en admitir una cierta mutua prioridad de razón entre la generación y la voluntad de engendrar; pues en esto, apenas puede pensarse, según indicamos al tratar acerca de la prioridad y de la posterioridad en lo referente a Dios más que de una prioridad imperfecta de razón, puesto que entre los datos que se comparan no puede hallarse ninguna otra prioridad.

 

TESIS 38.  EL ESPÍRITU SANTO PROCEDE POR LA VOLUNTAD.

 

436. Nexo. Lo que hemos probado en la tesis 36 acerca de la procesión del Verbo; a saber, que el principio inmediato de éste no es la naturaleza divina, sino su operación inmanente; esto es lo que establecemos ahora acerca de la procesión del Espíritu Santo, que la tercera persona procede por la otra operación inmanente de la naturaleza espiritual; a saber: por la voluntad.

 

       Nociones.   Por tanto, consta, por lo dicho, el sentido de la tesis; a saber, que la procesión del Espíritu Santo se da en lo referente a Dios en cuanto que se da en Dios una operación volitiva; esto es, que la razón formal por la que se produce la tercera persona es la voluntad, y que se le comunica a ella la naturaleza divina precisamente en cuanto que es acción de querer.

 

       Adversarios. Según hemos dicho, se oponen a la doctrina común DURANDO y otros más recientes, los cuales, al menos, no quieren en esta tesis teológica ver mas que una cierta comparación, y los cuales insisten, también, de una forma especial, en el menor fundamento dogmático que tenga, según dicen ellos, esta parte de la teoría psicológica de las procesiones divinas.  Ahora bien, DURANDO, aunque sostiene absolutamente que la procesión del Espíritu Santo no es por operación de la voluntad, sin embargo, a fin de distinguir de algún modo la generación de la insuflación, dice que la primera sólo se da *per modum naturae+, y que, en cambio, la segunda es *per modum voluntatis+; a saber, porque procede de las dos personas; la cual, sin embargo, no es mas que *una razón de nombre+ el por qué se denomine de este modo, según una cierta adaptación a lo que se halla en la imagen creada.

 

437. Doctrina de la Iglesia. Así como la procesión del Verbo la Iglesia enseña que se realiza por el entendimiento, así la procesión del Espíritu Santo enseña también la Iglesia, que se realiza por la voluntad.  El Concilio XI de Toledo repite las palabras de S. AGUSTÍN: *El Espíritu Santo procede de ambos, porque es la caridad o santidad de ambos+ (D 277). El Catecismo del Concilio Tridentino dice que las obras del amor son apropiadas al Espíritu Santo, puesto que *el Espíritu Santo procede de la voluntad divina como inflamada en amor+.  LEÓN XIII repite lo mismo en la Carta encíclica Divinum illud, en la cual propone a la Iglesia universal toda la doctrina acerca del Espíritu Santo como fundada en esto: en que el Espíritu Santo procede *del amor mutuo del Padre y del Hijo, y, por tanto, le llama al Espíritu Santo Amor vivificante, caridad divina y caridad entre sí del Padre y del Hijo,  Amor increado, el Amor primero y supremo, el Amor sustancial.

 

       Valor teológico. Debe mantenerse la censura prácticamente común de certeza teológica, sobre todo después de la encíclica de LEÓN XIII.

 

438. Se prueba por la S. Escritura y por la tradición. EN VIRTUD DE LOS NOMBRES CON LOS QUE ES DESIGNADO EL ESPÍRITU SANTO Y AL MISMO TIEMPO EN VIRTUD DE LAS FUNCIONES Y OPERACIONES que se le atribuyen. Los nombres por los que argumentamos con ESPÍRITU SANTO, CARIDAD Y AMOR, DON, y otros semejantes. Al Espíritu Santo se le han atribuido, como funciones, las obras de santificación.

 

1. El Espíritu Santo es el nombre propio de la tercera persona, si bien, acomodado a esta tercera persona, pues también las otras personas podrían llamarse de este modo (q.36 a 1); ahora bien, de este nombre se deduce la procesión del Espíritu Santo por la voluntad.

 

Prueba de la menor:

 

       a) LA PALABRA ESPÍRITU, indica la quididad o esencia de la persona a manera de cierto impulso y de fuerza motiva (q.36 a.1 21), y según hemos indicado, basándonos en los Padres tiene un sentido relativo y pasivo, cuasi *spiratum+; es así, que en una naturaleza espiritual, el impulso y el principio motivo es la voluntad y su afecto;  pues el amor impulsa a la voluntad del que ama en orden al amado, según está claro por el modo frecuente de hablar, tanto sagrado como profano;  luego, con esta expresión, se da a conocer que la tercera persona procede por amor, y que se le comunica la naturaleza divina formalmente en cuanto que es amor.

 

       b) La tercera persona recibe el nombre de Espíritu Santo de tal forma, que se le adjudican las obras de la santificación, e incluso parece que se dice especialmente de Él: el atributo mismo de la santidad y de la perfección moral en la divinidad.  Así, después de la S. Escritura, la cual según es conocido, atribuye nuestra santificación al Espíritu Santo, sobre todo los Padres griegos llaman al Espíritu Santo *la santidad+, como S. GREGORIO TAUMATURGO (R 611), *cuya naturaleza es la santidad+, S. BASILIO (R 941), y ciertamente en la enumeración conjunta con las otras personas se le llama *la santidad misma+ ( αύτοαγιότης ) como la denomina S. GREGORIO NACIANCENO (R 914), y de aquí derivan la atribución de las obras de la santifica­ción: *El Espíritu Santo, al ser santo según su esencia, recibe el nombre de fuente de la santidad+ (R 914).  Así también, S. AGUSTÍN: *Aunque tanto el Padre como el Hijo son espíritu, y aunque tanto el Padre como el Hijo son santos, sin embargo, propiamen­te Él mismo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es llamado el Espíritu Santo, como la santidad sustancial y consustancial de ambos+ (R 1750).

 

Ahora bien, la santidad pertenece formalmente a la voluntad.  Por consiguiente, como quiera que con esta expresión se da a conocer que el Espíritu Santo procede de un principio formalmente santo, se indica que procede por la voluntad;  pues todo lo que se dice exclusiva o apropiativamente acerca de las divinas personas, expresa de uno u otro modo, la razón del origen. Así argumentan, comúnmente, los escolásticos, como S, BUENAVENTURA:  *Insuflar en los seres espirituales es exclusivo del amor y puesto que el amor puede ser insuflado recta y ordenadamente, y así es puro...  por ello, aquella persona que es amor, no solamente es llamada el Espíritu, sino también el Espíritu Santo+.

 

439. 2. CARIDAD, AMOR, DILECCIÓN: Con este nombre no es designado el Espíritu Santo en la S. Escritura, ni tampoco le designan así los Padres griegos; en cambio sí que le llama con este nombre muchas veces S. AGUSTÍN: *Bien sea la unidad de ambos, bien la santidad, bien la caridad, bien por tanto la unidad por ser la caridad, y por lo mismo la caridad por ser la santidad...+ (R 1665), y después de él también le llaman así al Espíritu Santo los Padres Latinos, como S. GREGORIO MAGNO: *El Espíritu Santo mismo es amor+. En la LITURGIA.  *Fuente viva, fuego, caridad+; de tal forma que en el modo de hablar del pueblo cristiano, sea como la nota principal por la que se le distingue al Espíritu Santo.  Al mismo tiempo S. AGUSTIN le llama bondad, dilección, etc., de donde dice: *La voluntad comienza a manifestar la persona del Espíritu Santo, y él mismo manifiesta la caridad con la que aman mutuamente el Padre y el Hijo; de donde si propiamente alguno de estos tres debe recibir el nombre de caridad )quién más adecuado que el que éste sea el Espíritu Santo?  Por ello, se difunde en nosotros la caridad de Dios por el Espíritu Santo, el cual inflama en nosotros la dilección y los dones de la gracia+; es así, que la caridad es propia de la voluntad; luego el Espíritu Santo procede por la voluntad.

 

3. S. AGUSTÍN llama al Espíritu Santo, muchas veces, DON (R 1561 1670 1678) y S. HILARIO le llama regalo (R 858). A causa de lo cual STO. TOMÁS prueba con hermosas palabras que la procesión del Espíritu Santo es por el amor, porque con este nombre se indica que el Espíritu Santo procede en cuanto que es algo que es dado, y que procede por amor, ya que el don es dado por donación gratuita, de donde el amor mismo es el primer don: q.38 a.2.

 

440. Se prueba con el argumento de razón teológica en base a la doctrina general ya dada acerca de las procesiones según las operaciones inmanentes propias de la naturaleza divina; es así, que el Verbo procede por el entendimiento; luego, no queda mas que el Espíritu Santo proceda por la voluntad (q.27 a.3).

 

SE EXPLICA la procesión del Espíritu Santo (q.27 a.3.4; q.36 a.1;  q.37 a.1) a semejanza del amor, el cual es a manera de la impresión de la cosa amada en el que ama y el impulso del que ama en el amado en virtud de lo cual se realiza la unión afectiva.  En las creaturas se produce ciertamente el amor mismo con el que una persona ama formalmente; en cambio, en lo concerniente a Dios, se produce en virtud de la infinita fecundidad del amor mismo un término subsistente e infinito, al cual se le comunica la naturaleza divina formalmente en cuanto amor, y es a manera de amor subsistente e hipostático[5].

 

De donde al Espíritu Santo no se le apropia la caridad y el amor divino tanto como si fuera (apropiativamente, esto es, por antonomasia) la persona que ama, la cual en la S. Escritura se dice mas bien que es el Padre (S. Jn. 3,16;  Rom 5,5;  2 Cor. 13,13;  1 Jn 3,1) sino que se le apropia mejor el amor mismo de Dios Padre, o el amor mismo del Padre y del Hijo, puesto que el Espíritu Santo es el término que consigna hipostáticamente el amor divino como principio impulsivo.

 

441. Corolarios:

 

1. A causa de la escasez de vocablos, como dice STO. TOMÁS, q.37, el AMOR en lo referente a Dios se considera tanto esencialmente como personalmente; esencialmente, en orden a designar el acto mismo del amor; personalmente, respecto al término producido por el amor, el cual es la persona del Espíritu Santo. También otros términos que se refieren a la voluntad, se consideran con más facilidad esencial y nocionalmente, como *diligere+ (amar), con cuyo término puede significarse en lo referente a Dios, tanto el acto mismo del amor, como la producción de la tercera persona.

 

2. Así puEs, la expresión *el Padre y el Hijo aman en el Espíritu Santo+ suele admitirse; esto es, no considerando el Verbo *diligere+ (amor) esencialmente, con lo que se diría que el Espíritu Santo es el amor formal de ambas personas, sino nocionalmente, como spirare (insuflar) en sentido equivalente a la expresión *el Padre dice al Verbo+: q.37 a.2.

 

3. El Espíritu Santo procede per se y formalmente del amor necesario de Dios, como dijimos en caso semejante acerca del Verbo. No obstante primordialmente y a manera de nota absolutamente propia, como *dilectio+ común del Padre y del Hijo, y a manera de amor mutuo de ambos. Así lo presenta S. AGUSTÍN (R 1665) y después de él todos los escritores eclesiásticos; y esto concierne a la explicación en sentido más pleno de la procesión del Espíritu Santo de parte de ambos.  De ahí, el que se le llame al Espíritu Santo unidad, vínculo, nexo de ambos; más aún, a veces es colocado en situación intermedia entre el Padre y el hijo (si bien, los Padres griegos insisten muchísimo en el orden transmitido por tradición, como S. BASILIO, R 917, y, ciertamente, con razón, a fin de que se entiendan rectamente los orígenes); a saber: el Espíritu Santo, en cuanto que procede por amor, consigna hipostáticamente todas las propiedades del amor y los efectos formales del mismo.

 

       N.B. COMELLAS propuso cierta nueva exposición ulterior de la procesión del Espíritu Santo por el amor, la cual, no obstante, es difícil y parece que no puede admitirse. En efecto, se funda en cierto amor de concupiscencia *en orden a tener un bien+, el cual es el único que entiende como amor *spirativum+; y esto parece que conlleva ya cierta indigencia en lo referente a Dios.  Deduce también de ella, que el Espíritu Santo es, en un cierto sentido formal, la unidad del Padre y del Hijo, por una *unidad de transfusión de la entidad+ entre el Padre y el Hijo;  lo cual, no puede entenderse. Parece que en esta teoría se confunde la *spiratio activa+ por la que el Padre y el Hijo son verdaderamente una sola realidad, con la *spiratio passiva+, realmente distinta de las personas del Padre y del Hijo; a la cual se le atribuye, ciertamente, la denominación de la unión o de la unidad del Padre y del Hijo; sin embargo, solamente según se ha dicho, como término que consigna hipostáticamente el amor esencial de ambas personas.

 

442. Objeciones:

 

1. Lo que dicen los Padres griegos acerca de la santidad en cuanto nota del Espíritu Santo, lo expresan solamente para probar la divinidad de la tercera persona; ahora bien, nunca dicen que el Espíritu Santo procede por la voluntad o el amor; luego, no se prueba suficientemente este modo de procesión.

 

       Respuesta. Distinto el antecedente. De tal forma que por el hecho mismo de que según los modos indicados pongan la santidad como carácter personal de la tercera persona, señalan suficientemente el modo de la procesión concedo el antecedente;  de otro modo, niego el antecedente.  Debe tenerse en cuenta que prácticamente toda la revelación acerca del Espíritu Santo ha sido hecho por medio de la misión santificadora de éste y por las apropiaciones deducidas por ello.  Así, pues, se da un fundamento suficiente para establecer la tesis;  en efecto, no es necesario, para que la tesis sea teológicamente cierta, el que se enseñe explícitamente.

 

2. El Espíritu Santo es llamado el Espíritu de la verdad, S. Jn. 14,17;  15,26;  TEÓFILO DE ANTIOQUÍA (R 180), S. IRENEO y otros le llaman, a veces, al Espíritu Santo: Sabiduría; más aún, en la LITURGIA es invocado el Espíritu Santo para pedir la sabiduría y la ciencia juntamente con el entendimiento y el consejo, los cuales se cuentan entre los dones del Espíritu Santo; luego, más bien, se da fundamento para que se diga que procede por el entendimiento.

 

       Respuesta. S. CIRILO DE ALEJANDRÍA, dice que el Espíritu Santo es llamado así porque es el Espíritu del Hijo, el cual es la verdad.  Sin embargo, principalmente, según aparece por los textos mismos, se llama así a causa de la función que debe ejercer en su misión en orden a los apóstoles, la cual es obra de la infinita caridad de Dios, según expone de forma preclara, apoyándose en la Tradición, LEÓN XIII. Y, ciertamente, la verdad y la ciencia comunicada por el Espíritu Santo es en virtud de la unión, 1 S. Jn. 2,20.27, de donde los teólogos comúnmente, siguiendo a STO. TOMÁS (2‑2 q.45) unen el don de la sabiduría con la virtud de la caridad, porque esta sabiduría procede de la caridad, en cuanto connatural con ella. Por ello, pedimos la sabiduría celestial y la ciencia celestial al Espíritu Santo. Por otra parte, es conocido que en S. Juan, le verdad significa toda la santidad y la gracia en cuanto opuesta al espíritu engañoso del mundo. Prácticamente, del mismo modo pueden explicarse aquellos poquísimos textos de los Padres, que parece que surgen a causa de la distinción entre el Verbo y la Sabiduría en los libros sapienciales, los cuales, sin embargo, al ser textos singulares, de ningún modo pueden contradecir a la doctrina expresamente enseñada por ellos mismos acerca del Verbo único de Dios.

 

TESIS 39. EL PRINCIPIO *QUO+ PRÓXIMO EN LAS PROCESIONES DIVINAS, ES LA ACCIÓN DEL ENTENDER Y LA ACCIÓN DEL QUERER.

 

443. Nexo. Se ha probado ya por las fuentes teológicas, que las procesiones en Dios se dan por el entendimiento y por la voluntad;  por tanto, el entendimiento y la voluntad no pueden ser excluidos de la razón de principio formal. Sin embargo, a causa de las dificultades que surgen, estudian los teólogos, además, a ver si la acción de entender y el amor de Dios deben considerarse simplemente como principio *quo+; esto es, como poder productivo propiamente tal, o cómo debe concebirse esta noción cuando se aplica a Dios.

 

       Nociones. Según hemos indicado ya, se distingue en la producción el principio *quod+ y el principio *quo+. Principio *quod+ es el supuesto o subsistente, que produce verdadera y simplemente el término; por tanto, queda incluido en la noción de este principio todo lo que se requiere en orden a que el término producido proceda verdadera y simplemente de él. Principio *quo+, esto es, formal, de la producción en general se dice aquel que explica en el agente la existencia y la naturaleza de tal producción; sin embargo, a manera de principio no de acción, *aquello por lo que el agente obra+ (q.41 a.5 ad 1).

 

Se subdivide en principio *quo+ remoto y próximo, remoto o radical es la naturaleza del que lo produce, sobre todo en la producción natural, pues la naturaleza es la esencia misma en cuanto principio de producción. Principio *quo+ próximo, es la virtud o cuasi virtud productiva, como son las facultades en la producción de los actos vitales; v.g.: el entendimiento es la razón inmediata de por qué el hombre entiende.  En las creaturas, la virtud productiva o principio *quo+ próximo, es parte o cuasi‑parte, bien sustancial, bien accidental, del supuesto que obra.

 

Y, en realidad, hay que advertir que en las creaturas, el principio *quo+ no se llama así porque sea meramente *quo+ de tal forma que no produzca verdadera el término;  más aún, se dice que el principio *quod+ actua porque obra verdadera e inmediatamente el principio *quo+  (según está claro en la acción de entender).  El cual, es verdaderamente principio, porque obra, ciertamente, en cuanto parte del supuesto no como algo que subsiste perse; y, por tanto, el supuesto en cuanto tal y en cuanto contradistinto de la naturaleza es solamente principio de atribución.[6]

 

444. Estado de la cuestión. Así pues, preguntan los teólogos, exceptuando unos pocos, como AUREOLO, GREGORIO DE RIMINI y, tal vez, algunos mas modernos, los cuales no quieren que se considere en lo referente a Dios esta distinción de principios, cual es el principio *quo+ en las procesiones de la Santísima Trinidad.  Y, en verdad, todos admiten que el principio *quo+ remoto es la naturaleza divina misma, puesto que las procesiones se fundamentan en la infinitud de ésta.

 

Ahora bien, es más difícil la cuestión acerca del principio *quo+ próximo. Pues una parte parece que debe designar como principio *quo+ próximo, algo que pertenece a la naturaleza, ya que la acción de entender y la acción de querer, no pueden ser excluidas de la razón de principio formal, y, en general, la virtud productiva es parte o complemento de la naturaleza. Sin embargo, por otra parte, no todas las personas tienen virtud o poder de producir, y, por ello, los poderes de engendrar y de insuflar, son nocionales y, en general, el principio de producción se distingue realmente del término producido;  de ahí que el principio *quo+, al menos el próximo, parece que debe situarse en algo relativo o nocional, pues lo esencial es común a todas las personas.

 

Para discernir esto, es necesario recordar la diferencia esencial ya establecida al principio entre las producciones divinas y las creadas. A saber, en las creaturas es producida la naturaleza del término; más aún, es producido el término porque es producida la naturaleza de éste y hasta tal punto en la producción sustancial de engendrar se dice que se comunica la naturaleza, porque es producida una nueva naturaleza, realmente distinta de la naturaleza del principio productor, aunque específicamente la misma.  Sin embargo, en las procesiones divinas es producido el término, pero no la naturaleza de éste, la cual es la misma divinidad del principio productor, sino que se comunica plena y perfectísimamente por identidad. De aquí parece surgir la radical diferencia que debe establecerse en la razón del principio *quo+, cuando se aplica a las producciones divinas; a saber, que deben excluirse de su concepto todas aquellas notas, que están fundadas en realidad en la función peculiar que le compete en orden a producir la naturaleza del término producido, según establecere­mos en la prueba de la tesis.

 

Y hay que hacer notar, además, que, según lo estudiado en el tratado *de Deo uno+, se da formalmente en Dios la acción de entender y la acción de querer *permodum (a manera de) acto segundo, *non per modum (a manera de) potencia o facultad.

 

445. Sentencias. DURANDO, según hemos visto, excluye al entendimiento y a la voluntad de la razón de principio *quo+ de las procesiones divinas y enseña que éstas provienen de la naturaleza; sin embargo, pone las relaciones como principio *quo+ inmediato; su fundamento es la total separación entre el orden esencial y el nocional. ESCOTO atribuye, ciertamente, las procesiones divinas al entendimiento y a la voluntad, pero no a la acción formal de entender y a la acción formal de querer, común a las tres personas, sino a las operaciones nocionales que se dan por concomitan­cia con ellas; a saber, la dicción y la insuflación, las cuales las atribuye al entendimiento del Padre y a la voluntad del Padre y del Hijo. Sin embargo, queda la duda sobre si poner la dicción y la insuflación como mera operación nocional, o como principio *quo+ de la procesión del Verbo y del Espíritu Santo.  Hay muchos teólogos, antiguos y más modernos, los cuales dicen que las dos personas son producidas por el entendimiento y la voluntad nocional, como principio *quo+ próximo, a los cuales los distinguen de distintas maneras de los esenciales; la fórmula frecuente, es que el entendimiento nocional es entendimiento en cuanto que se da en el Padre, y la voluntad en cuanto es amor mutuo del Padre y del Hijo. S. BUENAVENTURA, cuya sentencia la desarrollan los WIRCEBURGENSES, pone a la naturaleza como principio *quo+ remotísimo, al entendimiento y a la voluntad como principio *quo+ remoto, y a las relaciones de las personas que realizan la acción de producir como principio *quo+ próximo de la procesión en lo referente a Dios;  sin embargo, KILDER añade que el principio *quo+ de la comunicación, incluso el próximo, es algo esencial; a saber: la acción misma de entender y la acción de querer común. Todas estas sentencias se fundan en la distinción que parece que debe establecerse entre el principio y el término de la producción, y por el hecho de que la potencia de engendrar y de insuflar son nocionales.

 

Sin embargo, la sentencia más común sostiene que el principio *quo+ próximo; esto es, la virtud o poder productivo, no menos que el remoto, es algo esencial, la acción de entender y la acción de querer, puesto que las procesiones se dan en lo referente a Dios a causa de la fecundidad que conlleva su infinitud. Sin embargo, se requiere, como condición, la relación de la persona que produce, ya que la acción de entender y la acción de querer no puede cuasi ejercer su poder o virtud, a no ser en la persona no producida, o, al menos, no producida por dicha razón formal;  en efecto, a causa de la infinitud del término producido, la virtud o poder productor en ambas líneas como que se agota con una sola producción;  por esto se explica el por qué solamente el Padre produce por el entendimiento, y el Padre y el Hijo solamente por la voluntad.  Esta sentencia la defienden STO. TOMÁS (q.41 a.5), al enseñar que el poder de engendrar significa *in recto+ la esencia, e *in obliquo+ la relación;  también, comúnmente, defienden esta sentencia los tomistas TOLEDO y SUÁREZ, juntamente con la mayor parte de los teólogos de la Compañía de Jesús. Y no parece que disienten en realidad muchos de éstos que presentan como principio *quo+ el entendimiento y la voluntad nocional;  ni tampoco se opone, tal vez, a esta sentencia ESCOTO;  a saber, si pone la dicción y la insuflación meramente como operaciones, no como principios.

 

446.  Valor teológico.  La tesis es más probable.

 

       Se prueba la tesis. Puesto que ya se ha mostrado en contra de DURANDO que la acción de entender y la acción de querer pertenecen al principio formal de las procesiones en lo referente a Dios, es suficiente ahora probar, en general, que la razón del principio *quo+ no puede situarse en los elementos nocionales, sino que debe hacerse esto en los esenciales.

 

1. El principio *quo+ no puede situarse en lo relativo, sino que debe ser algo absoluto. Pues en toda producción aquel es principio *quo+ en el que lo producido se asimila al que lo produce, sobre todo en una producción sustancial, con lo cual deben ponerse en relación de forma especialísima las procesiones divinas;  de donde, el que engendra, puede formalmente engendrar mediante aquello que es comunicable;  es así, que en lo referente a Dios, lo producido se asimila al que lo produce en la naturaleza, la cual es comunicada en cuanto intelectual y volitiva, no en las relaciones, las cuales son de distinta razón e incomunicables; por ello, la relación en cuanto relación, no puede ser el principio formal de la producción;  luego, el principio *quo+ es, en lo referente a Dios, algo esencial;  a saber: el principio formal mismo de la comunicación, el cual, de ningún modo, puede distinguirse del principio formal de la producción (q.41  a.5).  Ahora bien, la relación en cuanto supositalidad, implica contradicción con la razón del principio *quo+ de la producción, pues *la forma individual constituye a la persona que engendra, mas no es aquello por lo que el que engendra realiza la acción de engendrar, si no fuera así, Sócrates engendraría a Sócrates+.

 

2. La virtud productiva, incluso no operante, es complemento de la naturaleza;  es así, que la naturaleza divina tiene en todas las personas todos los complementos que le son debidos; en otro caso, no habría entre ellas perfecta igualdad; luego, la virtud productiva es esencial, no nocional.

 

447. 3. Por la propia quididad del principio *quo+ en lo referente a Dios.  En las creaturas, el principio *quo+ obra verdaderamente y produce el término, porque es producida su naturaleza; y por ello, el principio *quo+ debe distinguirse verdadera y realmente del término producido;  es así, que en lo referente a Dios no es producida la naturaleza del término, sino que la producción es formalmente comunicación de la naturaleza a un término relativo;  luego, no hay ninguna razón de por qué el principio *quo+ se tenga que distinguir del término producido. Más aún, es necesario lo contrario;  en efecto, cuanto más perfecta es la producción, menor es la distinción entre el término y el principio, la cual distinción en lo referente a Dios no es mas que una distinción de una oposición relativa.  Por consiguiente, el poder o el principium quo *no se dice unívocamente de un poder creado y del poder divino, porque nuestro poder es, en orden a un efecto, no consustancial;  en cambio, el poder divino es, en orden al Hijo, de una sustancia totalmente idéntica con la del Padre+.

 

Por consiguiente, en lo referente a Dios, el principio *quo+ debe concebirse meramente como la razón formal bajo la cual es producido el término y le es comunicada la naturaleza divina, esto es meramente *ut quo+, de ningún modo como el que produce *ut quo+.  Por el contrario, en las creaturas no puede darse una razón formal de la producción, a no ser como que produce *ut quo+ una naturaleza de la misma razón que la naturaleza del que produce.

 

Por consiguiente, en lo referente a Dios, el Padre entendiendo produce al Verbo;  el Padre y el Hijo, amando, producen al Espíritu Santo.  Con lo cual se excluye la doble operación meramente concomitante introducida por ESCOTO en ambas líneas; a saber: el entender y el decir, el amar y el insuflar, como se hace notar más adelante.

 

Esta sentencia fue propuesta en el Concilio Florentino por JUAN DE MONTENEGRO, teólogo de los latinos: *He dicho que el Hijo es engendrado por el Padre y de la sustancia del Padre; ahora bien, de tal forma, que el Padres es el que engendra, y el principio por el que la persona misma engendra es lo que solamente se comunica+[7].

 

448. Corolarios:

 

1. Por consiguiente, no es formalmente lo mismo el principio *quo+ y el poder de engendrar o de insuflar, ya que el principio quo es esencial, y el poder de engendrar o de insuflar es nocional. Sin embargo, lo que se significa *in recto+ en el poder de engendrar es esencial el principio *quo+; y se connota *in obliquo+ la relación de la persona que produce.

 

2. Así pues, la relación tiene una doble función en las procesiones divinas:  Es la condición requerida por parte del principio *quo+ y es el constitutivo del principio *quod+.  Ahora bien, debe distinguirse cuidadosamente, según indica TOLEDO, entre el principio *quo+ de la procesión, y aquello por lo que el principio *quod+ se constituye en la razón de tal; aquel es esencial, en cambio éste es la relación que atribuye formalmente al principio la distinción necesaria respecto al término producido.

 

3. El entender y el querer nocional, de lo cual hablan muchos teólogos, no puede significar otra cosa sino el entender y el querer esencial mismo, el cual es el único entender y querer, añadiendo la relación de paternidad y de insuflación (o de paternidad y de filiación) como condición requerida, no para entender o para amar, sino para producir;  a saber: lo nocional no afecta al entender o al querer mismo, pues aquello por lo que el Padre conoce formalmente es la acción misma de entender común a las tres personas, y aquello por lo que el Padre y el Hijo se aman, es el amor común también al Espíritu Santo; sino que, solamente, es algo que se da por parte de la condición requerida para engendrar e insuflar.  Y por ello, en este conjunto, así como en la expresión la acción de entender del Padre, o bien como se da en el Padre, o el amor mutuo del Padre y del Hijo o bien, el amor como se da en el Padre y el Hijo, no se da a conocer ya meramente como el principio *quo+ de la producción, sino como el principio conjuntamente con la condición requerida. En este sentido, parece que lo entienden algunos autores, los cuales se adhieren a esta sentencia, y, de este modo, no difieren, en realidad, de la doctrina propuesta en la tesis.

 

4. En virtud de esta doctrina acerca del principio *quo+, se entiende el sentido pleno de la expresión *el Hijo es de la sustancia del Padre+ (D  54  69  369), porque los elementos esenciales son el principio formal de los nocionales;  con esta expresión, los Padres y los Concilios quisieron dar a conocer principalmente la consustancialidad de las personas divinas por las procesiones, y la verdadera razón de la generación del Verbo, pues lo engendrado es de la sustancia del que lo engendra.

 

5. Acerca del término formal de las procesiones divinas, debe decirse, proporcionalmente, lo mismo que acerca del principio; a saber: que la acción misma de entender y el amor es algo esencial, connotada como condición la relación de la persona producida.

 

449. Objeciones:

 

1. El principio de producción, en general, se distingue del término producido; luego, también el principio *quo+.

 

       Respuesta: Devuelvo el argumento en el principio quo remoto, el cual los adversarios lo reconocen como la naturaleza común.  Así, pues, distingo el antecedente. El principio *quod+, concedo el antecedente; el principio *quo+ subdistingo: en la producción en que se produce la naturaleza del término producido, concedo; en la producción divina en que no se produce la naturaleza del término, sino que solamente se comunica por identidad, niego.

 

2. Si la virtud o poder productor es algo esencial, puesto que no todas las personas pueden producir, la virtud o poder se encuentra obstaculizado en dichas personas;  es así, que esto es absurdo, pues el obstáculo es algo que proviene *ab extrínseco+ o aparte de la naturaleza, lo cual no puede entrar dentro de lo referente a Dios;  luego, no puede admitirse esta sentencia.

 

       Distingo la mayor. La virtud o poder productor en las personas las cuales no producen se encuentra obstaculizada propiamente; esto es, privativamente, como si careciera de un requisito, debido, bien al principio mismo, bien a la persona, niego la mayor; impropiamente, esto es, negativamente, en cuanto que no tienen todas las personas la condición necesaria para la producción, y, ciertamente, a causa de una exigencia intrínseca de la naturaleza divina que reclama precisamente esto;  pase la mayor y contradistingo la menor y la razón que se ha añadido. El impedimento propiamente dicho, es algo que proviene *ad extrínseco+ o aparte de la naturaleza; concedo la menor;  un impedimento meramente negativo de la manera explicada, niego la menor, pues al ser algo que exige la naturaleza divina, es totalmente natural y pertenece a la perfección infinita de las personas mismas producidas.

 

450. 3. Cuando la distinción se funda en la producción formal e inmediatamente aquello que distingue formal e inmediatamente; puesto que se da el principio de distinción en cuanto que se da el principio de producción, más aún, también, el principio *quod+ es distinto a causa del principio *quo+; ello es así, que solamente la relación de la persona que produce distingue formal e inmediatamente en lo referente a Dios; luego, solamente la relación produce formal e inmediatamente;  esto es, es el principio formal de la procesión.

 

       Respuesta: Hay una equivocación en la palabra formalmente, la cual puede significar lo que es la razón formal y propia de la distinción y el verdadero principio que produce, y el principio formal de la producción. Así pues, distingo la mayor: Si produce formalmente significa produce propia y verdaderamente, concedo la mayor, pues lo que produce verdadera y propiamente es el principio *quod+; si, en cambio, produce formalmente significa el principio formal de la producción, niego que en lo referente a Dios produzca formalmente aquello que distingue formalmente. Y devuelvo el argumento en el principio remoto de la producción.  Distingo la primera razón añadida: El principio *quod+ de la distinción, se da en cuanto existe el principio *quod+ de la producción, concedo;  el principio *quo+, subdistingo: en las creaturas, concedo;  en lo referente a Dios, Distingo de nuevo; como la razón formal  de la producción, concedo; como que produce verdaderamente, niego. Distingo la segunda razón: El principio *quod+ es distinto inmediata y formalmente a causa del principio *quo+, niego, pues es distinto a causa de la relación; radicalmente, niego. Distingo la segunda razón: El principio *quod+, es distinto inmediata y formalmente a causa del principio *quo+, niego, pues es distinto a causa de la relación;  radicalmente, concedo De donde distingo la consecuencia: la relación o, más bien, la persona constituida formalmente por la relación, produce verdadera y propiamente, concedo: la relación es el principio formal de la producción, niego.  Puesto que el término que va a ser producido es relativo, el principio que produce es también relativo, fecundado por el absoluto que se comunica.

 

4. S. AMBROSIO dice: *La generación pertenece a la propiedad paterna, no al poder+.  Luego, parece que indica que la propiedad o relación de paternidad es el principio *quo+ de la generación.

 

       Respuesta: S. AMBROSIO no trata esta cuestión, sino que opone simplemente la generación *ad intra+ al poder de producir *ad extra+, en contra de los arrianos.

 

Todo lo demás que aducen los Wirceburgenses de los Padres, evidentemente, no viene al caso.

 

TESIS 40: LA RAZÓN DE POR QUÉ LA PROCESIÓN DEL VERBO ES GENERACIÓN Y, EN CAMBIO, NO LO ES LA PROCESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO, DEBE DEDUCIRSE DEL PRINCIPIO FORMAL, EL ENTENDIMIENTO Y LA VOLUNTAD, DE AMBAS PROCESIONES.

 

451. Nexo. Una vez explicado el principio formal de las procesiones divinas, podemos afrontar, de alguna manera, la cuestión acerca de la diferencia entre ambas procesiones; a saber:  por qué la procesión de la segunda persona es generación, y no en cambio la procesión de la tercera persona. En razón del principio formal en cuanto tal, esto es, de la propia tendencia del entendimiento y de la voluntad, por la que proceden el Hijo y el Espíritu Santo en la naturaleza divina, parece que puede desprenderse una cierta explicación más sólida de esta diferencia.

 

       Dificultad de la cuestión. Consta, por la fe, según hemos visto, que el Verbo es engendrado, y no en cambio el Espíritu Santo. Sin embargo, siempre ha parecido muy difícil la razón de esta diferencia; de tal forma, que algunos Padres parece que, prácticamente, prohíben esta investigación. Así, S. ATANASIO:  *)Pues cómo (dicen los macedonianos) si procede del Padre, no se dice que es engendrado y que es Hijo, sino simplemente Espíritu Santo?  Hombres sumamente torpes, dan vueltas a estos temas, los cuales pretenden escudriñar con demasiada curiosidad las profundidades de Dios, las cuales nadie las conoce sino el Espíritu de Dios, al cual ellos mismos calumnian+; y S. AGUSTÍN: *Ahora bien )quién puede explicar qué diferencia se da entre nacer y proceder, al hablar de aquella naturaleza sumamente excelente?... Distinguir entre aquella generación y esta procesión, no lo sé, no soy capaz, no me encuentro con fuerzas+. No obstante, cuando dicen esto en contra de los herejes, los cuales apoyándose en la oscuridad del misterio no querían admitirlo, no rehuyen la piadosa y humilde explicación del mismo, como vemos en S. AGUSTÍN mismo: *Ciertamente, puesto que han creído firmemente... procuren, mediante la oración y el estudio y la vida recta, entender; esto es, ver con la mente lo que se entiende con la fe, cuanto es posible verlo. )Quién va a prohibir esto; más aún, quién no va a animar a estos?

 

Ahora bien, la razón de la dificultad es obvia. Pues al ser la generación, según hemos visto, *el origen de un viviente respecto de otro viviente en virtud de un principio unido de naturaleza semejante+, no es difícil explicar por qué no todos los elementos de esta definición convienen a ambas procesiones. En efecto, en ambas procesiones, el término es de la sustancia del que produce por comunicación de una sola naturaleza en cuanto al número; es, por tanto, de un principio perfectísimamente unido.  Parece, también, que a primera vista ambas son de naturaleza semejante, pues, en virtud de la procesión, se comunica en ambas procesiones la naturaleza divina.

 

452. Soluciones que deben rechazarse. Muchas soluciones se han indicado a manera de ensayo parda este problema por algunos teólogos, e incluso por algunos Padres, las cuales no pueden admitirse, en cuanto que están poco concordes con los principios teológicos.

 

El que el Espíritu Santo no se llame Hijo por proceder de los dos, puesto que de este modo las dos personas que producen se dirían padre y madre, lo cual en alguna ocasión lo manifestó S. AGUSTÍN (r 1840), no parece que concierna en nada al tema; puesto que el Padre y el Hijo son un solo simple principio mediante una sola virtud indivisa, no dos principios mediante virtudes parciales, como el padre y la madre.

 

Y no se explica adecuadamente la cuestión propuesta, cuando se dice que la tercera persona es menos semejante al Padre que la segunda, puesto que recibe una naturaleza infecunda; en cambio, el Hijo la recibe fecunda, de donde se siga tal vez que la procesión del Verbo es perfectamente asimilativa, y no, en cambio, la procesión del Espíritu Santo;  la cual teoría la explica sutilmente RICARDO DE S. VICTOR y otros.  Pues la semejanza en lo referente a Dios, según enseña acertadamente STO. TOMÁS (q.42 a.4), se entiende solamente según los elementos esenciales, no según los nocionales.  Más aún, aunque se concediera una semejanza mayor entre el Padre y el Hijo que la del Padre y el Espíritu Santo, a causa del poder de insuflar, esta semejanza no tendría absolutamente nada que ver respecto a la razón de la generación; pues la semejanza que debe considerarse en ésta, debe ser una semejanza en la naturaleza;  y no se pregunta si el término es más o menos semejante, sino si la semejanza en la naturaleza es o no a causa de la razón formal de la producción.

 

Por último, el que la procesión del Hijo sea natural y no voluntaria, y la procesión del Espíritu Santo sea voluntaria y no natural, lo cual lo sostienen con otros ESCOTO y DURANDO, es falso, ya que ambas son naturales y voluntarias, aunque ninguna de las dos libres; y, por último, hay que explicar por qué la primera procesión es peculiarmente natural, de tal forma que es generación.

 

También muchos escolásticos, puesto que desde el tiempo de STO. TOMÁS explican la diferencia de ambas procesiones en virtud del principio formal; no obstante, se apoyan en fundamentos realmente diferentes, los cuales parece que oscurecen más bien el asunto.

 

Así, los que acuden a la razón de imagen para explicar la generación del Verbo, como VÁZQUEZ, la cual es ambigua, a no ser que se reduzca simplemente a la razón de STO. TOMÁS.

 

Lo que añaden juntamente con algunos tomistas SUÁREZ y ARRIAGA, acerca de la acción de entender como diferencia específica de la esencia metafísica de la divinidad, no suele admitirse, prescindiendo de si, en realidad, aporta algo a la razón de la generación.

 

Ahora bien, la razón de asimilación perfecta, en el ser personal en la procesión del Verbo aducida por los Wirceburgenses, o la comunicación de la naturaleza todavía fecunda por la vía de la voluntad, propuesta por VIVA, es la misma que la explicación rechazada de RICARDO.

 

453. Solución de STO. TOMÁS. Juzgamos, por tanto, que hay que atenerse simplemente a la solución de STO. TOMÁS, la cual la exponen y explican juntamente con los tomistas de mayor nota SUÁREZ, RUIZ DE MONTOYA y muchos otros autores.  A fin de explicar ésta, proponemos la tesis del modo siguiente:

 

       A) LA PROCESIÓN DEL VERBO ES GENERACIÓN, PUESTO QUE AL SER POR EL ENTENDIMIENTO INFINITO, SE DA EN ELLA FORMALMENTE, EN CUANTO TAL, LA INTENCIÓN DE ASIMILAR EN LA NATURALEZA EL TÉRMINO PRODUCIDO AL PRINCIPIO PRODUCTOR.

 

       B) LA PROCESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO NO ES GENERACIÓN, PORQUE AL SER POR LA VOLUNTAD, NO SE DA EN ELLA, FORMALMENTE COMO TAL, DICHA INTENCIÓN.

 

       Preanotandos en orden a la prueba:

 

       a) En las generaciones creadas la comunicación de la naturaleza al término producido se da precisamente en cuanto que es producida una nueva naturaleza  de la misma razón que la naturaleza del principio productor;  ahora bien, esto sucede por una especial acción inmanente y por la potencia destinada a ello por la naturaleza en virtud de la intención de propagar la especie. A causa de esto, se verifica la noción de generación en la producción del nuevo individuo, la cual es el único modo de cómo se comunica naturalmente en las creaturas la naturaleza de un viviente en otro viviente.  Pues tal producción no puede dejar de proponerse la semejanza en la naturaleza, y, de suyo, es una procesión que realiza su tendencia bajo la razón formal de semejanza.

 

Sin embargo, en lo referente a Dios, la naturaleza del término no es producida, sino que solamente se comunica, y, ciertamente, no de un modo inmediato bajo la razón de naturaleza, sino bajo la razón de acción de entender y acción de querer.  Y tampoco la comunicación de la naturaleza en lo referente a Dios puede tender, como es obvio, a la conservación de la especie, y no se da por una potencia destinada únicamente a esto por la naturaleza.

 

       b) Las operaciones inmanente, con las que se comunica la naturaleza en lo referente a Dios, son de orden intencional, la acción de entender y la acción de querer, las cuales tienen una razón formal distinta, y tampoco en cuanto tales, en cuanto que se dan en general en el orden intencional, pretenden comunicar la naturaleza. Por tanto, en lo referente a Dios, aún no puede la generación llamarse procesión alguna, ya que se comunica perfectísimamente por ella la naturaleza divina; pues aunque las otras condiciones se den en ella de un modo infinitamente más perfecto que en la generación creada, aún no se entiende si es en realidad en orden o la naturaleza semejante en virtud de la procesión.

 

Por consiguiente, para afirmar o negar la razón de generación a las procesiones divinas, es necesario recurrir al modo propio de la acción de entender y de la acción de querer perfectísima, precisa y formalmente en cuanto son tales, según indica, con todo acierto, STO. TOMÁS (q.27 a.4 ad 1). A saber: hay que preguntar si en una de las dos de las razones formales bajo las cuales proceden las personas divinas, se da la intención de asimilar el término producido al principio productor.

 

Por tanto, afirmamos esto acerca de la producción por el entendimiento infinito, y lo negamos acerca de la producción por la voluntad.

 

454. Se prueba la tesis. Esta explicación, según el principio general, de que la procesión del Hijo es generación porque procede como Verbo, tiene fundamente, sin duda, en muchas expresiones de los Padres, los cuales enseñan en muchos textos, según hemos visto, la característica intelectual de la generación del Verbo. Más aún, este elemento en las teorías de los autores anteriores al Concilio de Nicea se da evidentemente, y debe mantenerse; y es lo que indica la expresión de S. AGUSTÍN *en tanto Hijo en cuanto Verbo+, la cual aprobó PÍO VI (D 1597).

 

       PRIMERA PARTE. Damos por supuesto, por lo dicho en la tesis 37, que el Verbo, por la procesión, recibe, formalmente, el conocimiento del Padre y en primer término el conocimiento que el Padre tiene de sí mismo;  de donde el Padre es simultáneamente el principio que produce y el objeto conocido en primer término, y esto per se y esencialmente; esto es, en virtud de la intención de la procesión.  Y ya procede el argumento del modo siguiente:

 

El entendimiento produce el término bajo la razón formal de semejanza, esto es, pretende producir semejanza, ciertamente intencional, la más perfecta que puede, del objeto conocido en primer término;  por ello, el término producido por el entendimiento, la palabra, es la semejanza formal de la realidad entendida; así, pues, el Padre, en lo referente a Dios, conociéndose por el entendimiento infinitamente perfecto, produce el término, el Verbo divino, pretendiendo, precisamente, la semejanza intencional perfectísima de sí mismo; esto es, infinitamente perfecta en la razón de semejanza, ciertamente intencional;  es así, que la semejanza infinitamente perfecta en la razón de semejanza, e incluso la semejanza intencional, es tal semejanza que no es meramente intencional, sino también natural;  luego, el Padre, conociéndose, produce el término semejante a sí mismo en la naturaleza, pretendiendo, en virtud de la procesión, la semejanza en la naturaleza;  luego, el Padre, conociendo, engendra al Verbo (q.27 a.2).

 

       Pruebo la menor subsumida:

 

       11. La acción de entender ex genere suo, tiende a asimilar;  a saber: a tener la semejanza de la realidad entendida; y por ello, por su propio concepto, exige una semejanza perfectísima, si es perfectísima.  Ahora bien, el que con frecuencia se realice por la sola semejanza intencional, sucede, o bien por la imperfección de la realidad entendida, o bien por la imperfección del que entiende;  ahora bien, cuando tanto el objeto inteligible como el sujeto inteligente es perfectísimo, se lleva a término por una semejanza natural y perfecta.  Pues la semejanza meramente intencional, no es mas que cierto sustituto de la realidad conocida, la cual, el entendimiento la querría tener dentro de sí.  Por ello, en Dios, esto es, en el Verbo divino, la representación intelectual es el ser mismo sustancial de Dios (q.27 a.1 ad 2;  a.2;  a.4 al comienzo;  véase q.34 a.1).

 

       21.  La razón misma de la representación intelectual perfectísima de la naturaleza divina exige esto, pues la naturaleza divina no puede perfectamente de un modo intencional ser representada intelectualmente, a no ser por la naturaleza divina misma.  De ahí, que la razón de imagen puede explicar la generación del Verbo (q.35 a.2).

 

455. Segunda parte. Por el contrario, la voluntad en la producción del amor no pretende inmediata y formalmente producir la semejanza del objeto amado, sino, mas bien, el impulso del amante hacia la amada.  Por ello, el término producido formal e inmediatamente por la voluntad, esto es el amor mismo, o sea el término que recibe formalmente el amor en virtud de la procesión, no es la semejanza de la realidad amada, sino el impulso del amante hacia el amado; luego, de cualquiera manera, el término producido por el amor en lo referente a Dios, sea Dios, y, por tanto, tan perfectamente semejante al Padre en la naturaleza como el Verbo;  sin embargo, la razón de semejanza no es acerca de ,lo formal respecto a la razón bajo la cual procede el Espíritu Santo;  luego, la procesión del Espíritu Santo no puede decirse en orden a la naturaleza semejante, y no es generación (q.27 a.4).

 

456. Objeciones:

 

1. La generación en las creaturas es generación, porque tiende formalmente  a la comunicación de la naturaleza;  es así, que también la procesión del Espíritu Santo tiende, formalmente, a la comunicación de la naturaleza; luego es generación.

 

       Respuesta: concedo la mayor;  sin embargo, esta tendencia se da en la generación creada porque se produce una naturaleza mediante una potencia que intenta la propagación de la especie, según se ha explicado. Niego la menor, por lo ya probado.

 

Tal vez insista el que pone la objeción: Donde quiera que se comunica la naturaleza *per se+  y no  *per accidens+, aunque no se produzca, se da intención de semejanza en la naturaleza, pues se da la intención de comunicar la naturaleza; es así, que esto ocurre en la procesión del Espíritu Santo;  luego, también esta procesión tiende a la semejanza de la naturaleza.

 

       Respuesta: distinto la mayor: Si la naturaleza se comunica inmediatamente en la razón de naturaleza, concedo la mayor; si se comunica bajo la razón de operación intencional, subdistingo: si esta tiende a la semejanza de la naturaleza, concedo;  en otro caso, niego. Por lo cual, el que en lo referente a Dios la comunicación de la acción de entender y del amor sea necesariamente comunicación de la naturaleza, es la razón de por qué el término producido es Dios,  y por ello, totalmente semejante en naturaleza;  pero no es una razón que afecte a la razón formal misma de tendencia, la cual, según lo dicho, debe dirigirse a afirmar la razón de la generación.

 

2. La intención de semejanza en la naturaleza en la procesión por el entendimiento, se da porque el término es de perfección infinita; es así, que también en la procesión por la voluntad, el término es de perfección infinita, y, por tanto, semejante en la naturaleza; luego, también en la procesión por la voluntad se da la intención de semejanza en la naturaleza.

 

       Respuesta: niego la mayor, porque la razón expuesta se debe a que la tendencia de la producción por el entendimiento exige por sí misma una semejanza perfectísima, y, ciertamente en naturaleza;  lo cual no se da en la procesión por la voluntad, la cual es a manera de impulso.

 

457. 3. El Espíritu Santo, en virtud de la procesión, es Dios; luego, en virtud de la procesión, es semejante en naturaleza al Padre y al Hijo; por tanto, es engendrado.

 

       Respuesta: distingo la mayor. El Espíritu Santo es Dios en virtud de una procesión, la cual proceda bajo la razón formal de semejanza, niego la mayor;  bajo la razón de impulso, concedo la mayor;  y, del mismo modo, puede distinguirse el primer consiguiente. De modo semejante, en general, el término engendrado es ser en virtud de la procesión, y sin embargo, la generación no se dice que procede bajo la razón del ser.

 

4. También el amor procede bajo la razón formal de semejanza.  Pues si algo es producido por la voluntad y el amor, es producido en orden a asimilar a la persona que ama con la persona amada.

 

       Respuesta. La razón misma dada por el objetante contiene la solución; pues la semejanza que debe tenerse en cuenta en la razón de generación es la semejanza del término producido con el productor, no una cierta semejanza mayor, la cual no se dé, entre la persona que ama y la persona amada.  Además, esta semejanza no es término inmediato, sino mediato del amor; y es falso el que en las creaturas no se produce el amor mismo, y que en lo referente a Dios no se produce el término al cual se comunica el amor mismo bajo la tendencia propia; a saber: bajo la tendencia de impulso.

 

Tal vez insista el que pone la objeción: el amor es la unión de la persona que ama con la persona amada; es así, que la unión perfectísima es la unidad, y por tanto en lo referente a Dios la semejanza perfectísima en la naturaleza del término mismo producido con el principio que produce; luego, también la procesión por la voluntad en lo referente a Dios, realiza su tendencia bajo la razón formal de semejanza.

 

       Respuesta; distingo la mayor: El amor es unión de afecto de la persona que ama con la persona amada, presuponiendo, si es perfectísimo, la semejanza perfectísima de la persona que ama con la persona amada, concedo la mayor;  el amor es formalmente la unión del amor mismo con los que aman, niego la mayor, o bien subdistingo: el amor, cuando es perfectísimo, es la unión o unidad del amor mismo con las personas que aman producida bajo la razón de unión de sí con los que aman y bajo la razón de semejanza en la naturaleza con ellos, niego; pues esto no afecta a la tendencia formal de la procesión bajo tal vía, como afecta la semejanza en la naturaleza a la tendencia misma de la procesión por el entendimiento;  el amor divino, precisamente, sólo en cuanto divino, es algo uno con unidad en naturaleza con las personas que aman, concedo.

 

458. 5. La razón aducida en favor de la generación por el entendimiento, toda ella se funda en la semejanza con la tendencia de la producción de la palabra creada;  ahora bien, no parece que ésta pueda adaptarse a la producción del Verbo divino.  Pues la palabra es producida en las creaturas como semejanza en orden a entender.  Ahora bien, el Verbo divino no es producido en orden a entender, según se ha dicho.

 

       Respuesta: Aunque el Verbo divino no es producido en orden a entender, se le comunica la naturaleza divina bajo la razón formal de acción de entender, la cual es siempre semejanza de la realidad entendida, bien sea producida, bien no lo sea. Por consiguiente, con todo derecho, puede adaptarse a lo relacionado con Dios la comparación con la palabra creada.

 

6. El término producido es, en último extremo, relación de filiación, pues los elementos esenciales no son producidos; es así, que las relaciones de paternidad y de filiación son cuasi específicamente distintas;  luego, el término producido no puede decirse engendrado, ya que el principio que engendra y el término engendrado deben ser de la misma especie.

 

       Pase la mayor, pues propiamente hablando, el término producido es el Hijo. Concedo la menor y niego la consecuencia,  pues la semejanza que se tiene en cuenta en la razón de la generación es la semejanza en naturaleza; y, por otra parte, las relaciones de paternidad y de filiación respecto a lo formal, pertenecen a la razón del principio que engendra y del término engendrado.

 


[1]Hay que distinguir con todo cuidado esto; lo cual lo hace FRANZELIN en las tesis 26 y 27.  La primera la propone así: *El modo de la procesión del Verbo por el entendimiento y del Espíritu Santo por la voluntad se demuestra por la S. Escritura y por la doctrina de los Padres+; y la otra la presenta de este modo: *Supuesta la fe acerca de la procesión real del Verbo y del Espíritu Santo, y supuesto el modo de la procesión por el entendimiento y por la voluntad, puede, siendo los abanderados de esto los Padres y los Doctores, hallarse en el espíritu creado una analogía a imagen en virtud de la cual la fe busque un conocimiento y algún concepto más distinto de la Santísima Trinidad+.

[2]SUÁREZ dice: *La opinión de DURANDO debe juzgarse como temeraria y próxima al error* (1.I c.5 n.4);  RUIZ dice lo siguiente: *Que es justa la censura de los autores que denominan la teoría de DURANDO no sólo temeraria y peligrosa, sino también errónea+ (d.2 s.3 n.11). Esto sostienen también MOLINA, VALENCIA, VÁZQUEZ, BAÑEZ, JUAN DE STO. TOMÁS, etc. Así hablan también autores más recientes, como SCHEEBEN, el cual da la misma calificación a HIRSCHER y DE RÉGNON.

[3]Esto es lo que quiere STO. TOMÁS, en este texto, no el probar la existencia de las procesiones en Dios;  y por ello, parece que son de menor importancia las cuestiones, surgidas entre los intérpretes del Sto. Doctor, acerca de la fuerza y de la intención del principio del cual procede la explicación dada por él.

[4]Entendemos que la controversia es, sobre todo, acerca de la palabra; a saber, si en las creaturas es aquello en lo cual la mente entiende o es aquello por lo cual la mente entiende; pues en lo referente a Dios, las personas divinas no entienden el Verbo, ni por el Verbo;  esto es el Verbo divino, no es aquel en el cual, ni por el cual Dios entiende.

[5]Cualquiera que sea el modo de la acción de querer en las creaturas, es suficiente el que en esta acción de querer de las creaturas siempre se da, al menos, un acto producido en orden a procurar a partir de esta acción de querer en las creaturas, la analogía respecto a la procesión del Espíritu Santo.

[6]El supuesto creado es algo único; sin embargo, actúa mediante partes verdadera y realmente distintas;  y por tanto, aunque las facultades de ningún modo deban considerarse como entes que subsisten por sí; sin embargo, la acción de entender no procede verdadera y simplemente mas que del entendimiento, y el amor solamente procede de la voluntad (supuesta la distinción real de facultades).

[7]En el Concilio Florentino, 2 de Marzo de 1439, otro texto refiere así las palabras de JUAN DE MONTENEGRO:  *Por tanto, la sustancia del Padre es el principio por el que engendra, y lo que se le da y se le comunica al Hijo por la generación y lo que el Hijo recibe como comunicado a Él...   Esta esencia considerada absolutamente, la fuerza de engendrar, es el principio por el que el Padre engendra+.