Artículo II

DE LA OBRA DE JESÚS NAZARENO

 

TESIS 37. LOS FRUTOS DE SANTIDAD QUE PROVIENEN DE LA DOCTRINA CRISTINA PRUEBAN LA REVELACIÓN DIVINA DE ESTA.

 

669. Después del criterio interno consistente en el examen de la doctrina en si, pasamos también a tratar como criterio interno, el examen de la doctrina en cuanto que produce algunos frutos o efectos en aquéllos que la han aceptado.

 

Estos frutos de santidad de los cuales vamos a tratar no se consideran ahora como cumplimiento de las profecías de Jesucristo (S.Juan 4,23; S.Mateo 13,33), sino como un milagro moral, esto es como un hecho que supera las leyes psicológicas por las que se rigen las costumbres de los hombres y la actividad de éstos.

 

De este modo tendremos un criterio válido para comprobar la legación y la religión de Jesús; y si bien estos criterios internos en general no son los primordiales, sin embargo nada impide el que alguna vez, a saber, cuando se muestra de un modo manifiesto como milagro externo per accidens (según decíamos en el n.157b nos curase) sean considerados como criterios primordiales y suficientes.

 

En la comprobación de este milagro está la fuerza de este argumento en favor de la doctrina y de la religión cristiana, a saber de la religión católica; en esto se diferencia de la demostración de la religión católica mediante la nota de la santidad, la cual nota debe estudiarse (en el tratado de Ecciesia); en efecto en dicho tratado no se recurre al milagro, sino que en contra de los protestantes del siglo XVI se muestra que a la Iglesia verdadera le tiene que convenir la nota de santidad (y las otras notas de unidad, de catolicidad, y de apostolicidad), las cuales solamente se hallan en la Iglesia romana.

 

670. ADVERSARIOS. Deben citarse como adversarios los que pretenden explicar naturalmente la enmienda de costumbres, y la fecundidad en obras buenas introducida por la doctrina cristiana.

 

671. DOCTRINA DE LA IGLESIA. EL CONCILIO VATICANO I considera "la santidad eximia y la fecundidad inagotable en toda la clase de bienes" como motivo de credibilidad y como testimonio de su legación (D. 1794); sin embargo, según parece, este motivo, del cual habla el Concilio Vaticano I se constituye en virtud de la propagación, de la santidad, de la fecundidad, de la estabilidad y de la unidad de la Iglesia consideradas en su conjunto, a saber, en virtud del hecho de la Iglesia.[1]

 

Y PÍO IX, enumerando los motivos de credibilidad de la fe, recuerda como esta fe "maestra de vida, señal de salvación, rechazadora de todos los vicios y madre fecunda y nodriza de las virtudes... preclara e insigne en el más alto grado por la gloria del número tan elevado de Santos..s una vez derrotada la superchería de los ídolos... ha iluminado a todos los pueblos... con la luz del conocimiento divino, y los ha sometido al yugo suavísimo de Jesucristo mismo..." (D.1638).

 

Los Padres han recurrido con mucha frecuencia a este argumento (véase R. por lo que respecta al Índice teológico al final n.29s; y más adelante los n.675ss).

 

672. VALOR TEOLÓGICO. Esta tesis considerada conjuntamente con las tesis de la propagación de la unidad y de la estabilidad de la Iglesia, según el Concilio Vaticano I (D.1794) debe considerarse como un argumento irrefutable y contiene al menos doctrina católica. Digo, al menos, por si a alguien le pareciera que no constaba con toda certeza acerca de la intención de definir en el Vaticano I las razones de por qué la Iglesia por sí misma es un motivo grande y perpetuo de credibilidad (véase n.65 en la nota). Ahora bien si la tesis se considera por separado, el valor teológico de la misma no está suficientemente claro (según D.1794. 1638); no obstante es apologéticamente cierta.

 

673. PRUEBA. En virtud de la doctrina cristiana brotaron eximios frutos de santidad y se dio una gran enmienda de costumbres

 

a) en los individuos,

b) en la sociedad familiar,

c) en la sociedad civil;

 

Es así que esto prueba una causa proporcionada -sobrenatural- la cual no puede otorgarla Dios para confirmar una doctrina que se dijera de un modo falso que era revelada;

 

Luego los frutos de santidad que provienen de la doctrina cristiana prueban la revelación divina de la misma.

 

674. PRUEBA DE LA MAYOR. a) ENMIENDA DE LAS COSTUMBRES: EN LOS INDIVIDUOS.

 

1. Hay que considerar en primer lugar los vicios de los paganos de aquella época, esto es el término desde el que se produjo aquel cambio.

 

Respecto a la corrupción de las costumbres en el paganismo hablan los escritores cristianos.

 

Léase que es lo que dice San Pablo (Rom. 1,23-32) acerca de los vicios horrendos de aquellos que, a pesar que decían que eran sabios, en realidad se convirtieron en necios; y también San Pablo en esta epístola (V.29­31) realizó un catálogo de los pecados que se daban entre los paganos; así como también posteriormente de forma semejante, al decir que algunos de los corintios se habían comportado de este modo antes de su conversión: 1 Cor. 6,9-11.

 

Los Padres oponen también con mucha frecuencia por lo que se refiere a esto, como que se trata de algo totalmente evidente, los vicios de los paganos a las virtudes de los cristianos, así v.gr. TERTULIANO, CIPRIANO, MINUCIO FÉLIX, AGUSTÍN. Por vía de ejemplo vamos a exponer solamente lo que dice EUSEBIO DE CESAREA, al enumerar los antiguos crímenes paganos en distintos lugares: ..desde que-los oídos humanos comenzaron a ser inspirados por las palabras y las predicaciones de la doctrina misma (de Nuestro Salvador) extendida a lo largo de todo el orbe, sucedió inmediatamente el que aquellas costumbres de todas las naciones las cuales antes habían sido inhumanas y bárbaras, ésas mismas costumbres se apaciguaron con instituciones más suaves y más humanas. Y Así sucedió con los persas, los cuales una vez que dieron su nombre a la doctrina y a la religión cristiana, ya no cometen más incestos. Y los Escitas, al haber penetrado también en su nación la palabra de Cristo, ya no se alimentan de carne humana; ni tampoco otros pueblos bárbaros se manchan con pecados carnales e incestuosos; ni dejándose llevar por una loca pasión de lujuria caen en el homosexualismo, ni van ya tras los otros deleites carnales, que violan las leyes de la naturaleza, ni ponen al alcance de los perros y de las aves los cadáveres de sus deudos y familiares, la cual costumbre tenían en otro tiempo; ni tampoco ahorcan ya, como lo hacían antes, a los que están agotados por la vejez, ni se nutren según una costumbre antigua con la carne de sus más entrañables amigos una vez que han muerto éstos; ni inmolan según uso de sus antepasados personas humanas a los demonios como a ídolos, ni degüellan a las personas que les son más queridas, como hacían antes engañados por una falsa ilusión de piedad. En efecto estas y otras acciones del mismo estilo en número casi incontable son aquellas, que realizaban en otro tiempo las gentes llevando un género de vida abominable... [sigue diciendo qué obras inmorales habían llevado también a cabo los Masagetas, los Derbicos, los Tibarenos, los Hircanos, los Caspios y los Batrios]".

 

Y no solamente los cristianos, en cuanto a adversarios de esta clase de vida, se expresan así; son también los paganos mismos, los que reconocen la relajación de costumbres totalmente evidente.

 

Así TÁCITO, al narrar que costumbres había en Roma en época de Nerón, dice: "además las costumbres patrias abolidas paulatinamente han venido a caer por tierra a causa de la corrupción extranjera, de tal modo que lo que en alguna ocasión puede corromperse y corromper se ve con frecuencia en la ciudad, la juventud está degenerada dejándose llevar por modas traídas de fuera, acudiendo a los gimnasios atraídos por el ocio y las pasiones vergonzosas, siendo los responsables el príncipe y el senado, los cuales no solamente han caído en la permisividad respecto de los vicios, sino que ejercen influencia en los mismos".

 

Y fue así, sobre todo por el hecho de que el lujo y las riquezas, que provenían de la prosperidad pública, trajeron la corrupción. Según indicó Juvenal: "ahora estamos padeciendo los males derivados de un prolongado ocio. La lujuria, que es más cruel que las armas, ha caído sobre nosotros, y se venga del orbe derrotado;, -no falta ningún crimen, ni tampoco el crimen de la lujuria, por el que perece la miseria romana... -el dinero amigo de lo obsceno es el primero que nos ha traído costumbres extranjeras -y las muelles riquezas con su lujo indecente han destrozado las costumbres seculares...".

 

Y SÉNECA dice: todo está lleno de crímenes y de vicios; se cometen más delitos de los que se podrían remediar con la reprensión; se lucha para ver quien puede ser más perverso; aumenta cada día el deseo de pecar y disminuye la vergüenza. Sin consideración al bien y a la justicia, el capricho se lanza a donde le parece, y ya no se trata de que queden encubiertos los crímenes, sino que se ponen éstos a la vista de todos­ y hasta tal punto la maldad ha sido sacada al público y se ha enseñoreado de los corazones de muchos, que la inocencia no es que sea rara, sino que no se la ve".

 

675. 2. Acerca del término al que ha llegado la conversión, testifican en primer lugar los escritores eclesiásticos, los cuales no hubieran recurrido con tanta confianza a estas virtudes de los cristianos, a no ser que fueran totalmente manifiestas de forma que dieran garantía incluso en causa propia.

 

Los Hechos de los Apóstoles 4,32-37 testifican acerca de la concordia y de la pobreza voluntaria de los cristianos de la iglesia primitiva.

 

San Pablo ensalza los bienes que la conversión ha aportado a los cristianos: 1 Cor 6,11; Efesios 2,1-10.

 

Entre los otros escritores eclesiásticos oigamos en primer lugar de una forma resumida, lo que contiene la Epístola a Diogneto (siglo II), ensalzando las virtudes de los cristianos mediante bellas antítesis:

 

"Los cristianos... habitan sus propias patrias, pero como inquilinos; todo tienen en común con los demás como ciudadanos, y padecen toda clase de sufrimientos como extranjeros; toda nación extranjera es su patria, y toda patria es para ellos nación extranjera. Se casan como todos, tienen hijos; pero no abandonan la prole. Tienen mesa común, no lecho. Están dentro de la carne, pero no viven según la carne. Habitan en la tierra, pero tienen su patria en el cielo. Obedecen a las leyes constituidas, y con la clase de vida que llevan están por encima de dichas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Son desdeñados y se les condena; se les castiga con la muerte, y alcanzan una vida nueva. Son mendigos y enriquecen a muchos; carecen de todo, y les sobran todas las cosas. Son deshonrados, y en medio de las deshonras encuentran honra y alabanza; su fama se siente herida, y aparece a la vista el testimonio de su vida justa. Son fallidos y responden bendiciendo, se les trata ignominiosamente, y devuelven una respuesta de honor. Cuando obran el bien, son castigados como réprobos; al ser castigados se llenan de gozo, como si fueran vivificados; los judíos hacen en contra de ellos la guerra como si se tratara de extranjeros, y los griegos los persiguen; y los que les odian no pueden dar razón de por qué les tienen enemistad. Y para resumir todo en una sola expresión, lo que es en el cuerpo el alma, esto son en el mundo los cristianos, el alma está en todos los miembros del cuerpo, y los cristianos a lo largo y a lo ancho de las ciudades del mundo. El alma habita ciertamente en el cuerpo, pero no es del cuerpo; y así también los cristianos habitan en el mundo sin ser del mundo...".

 

SAN JUSTINO también ensalza el mismo cambio admirable de costumbres:

 

"Los que antes nos gozábamos con liviandades, ahora únicamente abrazamos la pureza; los que 'vivíamos entregados a la mafia nos hemos consagrado al Dios bueno e increado; los que apreciábamos por encima de todo los medios de enriquecernos y adquirir posesiones, ahora ponemos en común los mismos bienes que poseemos y los compartimos con los pobres de todas las clases; los que luchábamos antes mutuamente con odio a muerte y no compartíamos nuestro hogar con los de otras tribus por razón de las diversas instituciones de cada pueblo, ahora, después de haber aparecido Cristo, vivimos bajo un mismo techo y oramos por los enemigos...".

 

Asimismo podrían aducirse otros muchos testimonios, que nos han transmitido otros escritores, v.gr. SAN CLEMENTE ROMANO, ATENAGORAS, TERTULIANO, MINUCIO FELIX, LACTANCIO, SAN CIPRIANO, SAN AGUSTÍN.[2]  

 

677. De forma semejante podemos extraer textos de autores paganos, como PLINIO EL JOVEN, el cual escribiendo a TRAJANO indicaba la causa de por qué los cristianos se reunían antes del amanecer: "entonan a coro un himno a Jesucristo como a Dios, y no solamente no se obligan bajo juramento a cometer crimen alguno, sino que ni siquiera cometerían hurtos, ni robos, ni adulterios, ni faltarían a la palabra dada, ni habiéndoseles reclamado algo que tuvieran en depósito se negarían a devolverlo". También LUCIANO, al tratar sobre la muerte de Peregrino, narra la caridad de los cristianos. Y del mismo modo JULIANO EL APOSTATA; pues como "pensara que la principal fuente de recomendación de la religión de los cristianos partía de la vida y de las costumbres de los que seguían dicha religión", queriendo alcanzar un efecto semejante escribió a Arsacio, sacerdote pagano de la Galacia, diciéndole por qué no prestaban atención a "qué es lo que la religión de los Cristianos daba mayor importancia: a saber el trato humanitario con los peregrinos, la diligencia cuidadosa en enterrar a los muertos, y la austeridad de sus costumbres. Todo lo cual juzgo que nosotros debemos realizarlo en verdad... en efecto sería vergonzoso el que de entre los judeo-cristianos ninguno mendigara; y que en cambio, sigue diciendo Juliano el Apóstata, los Galileos impíos con nuestras deidades, además de a sus pobres, también alimentaban a los nuestros...".

 

678. 3. Entre las virtudes características, que brillaron en medio de aquellas tinieblas de corrupción, y las cuales en cuanto ignoradas en otro tiempo resplandecían con una luz más brillante, pueden enumerarse: el amor a los prójimos en la hermandad y en la caridad para con los enemigos, el amor a Dios, la castidad y la virginidad...

 

Podemos aducir acerca de éstas virtudes documentos especiales y manifestaciones singulares.

 

Acerca de la caridad de los cristianos escribía SAN AGUSTÍN: "La caridad es la virtud a la que se le atiende de una forma especial; a la caridad se adapta el género de vida que se lleva, se adapta también a la caridad la conversación; a la caridad se adapta igualmente el atuendo con el que nos mostramos, y a la caridad se adapta la presencia externa de los cristianos; hay una unión y una mutua armonía exclusivamente en orden a la caridad: el mancillar ésta se considera como un pecado execrable contra Dios; si algo se opone a la caridad, esto es eliminado y rechazado; si algo ofende a la caridad, no se consiente que permanezca "eso" ni un solo día. Saben los cristianos que Jesucristo y los apóstoles han encomendado la caridad de tal forma que si falta esta sola, todo lo demás es inútil; y si se da la caridad, todo lo demás encuentra su plenitud".[3]

 

Los historiadores escriben y alguno proclama que se trata de algo verdaderamente admirable, respecto a la hermandad entre los cristianos en el ejercicio de las obras de misericordia, en el hecho de reunir y distribuir limosnas, en ser hospitalarios, en prestar socorro a las comunidades, incluso a las que se encuentran, en lugares muy apartados, en fomentar relaciones verdaderamente fraternas...

 

679. Respecto al amor a los enemigos observaba acertadamente Atenágoras: "Así pues, ¿cuales son aquellos deseos, en los cuales nos nutrimos? yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os persiguen, para que seáis de vuestro Padre, que está en los cielos... (S.Mateo 5,44). En virtud de este texto permítaseme el estallar por causa de nosotros con amplia libertad en un discurso que va a ser escuchado en medio de un gran griterío, al defender yo la causa en presencia de los reyes filósofos. En efecto ¿quiénes de aquellos que explican los silogismos y refutan las expresiones con palabras antiguas, y exponen los vocablos de donde provienen dichas expresiones; o quiénes de aquéllos que enseñan las palabras homónimas y las sinónimas y las categorías lógicas y los axiomas, y qué es el sujeto y el predicado, y con éstas y otras explicaciones parecidas prometen que van a hacer dichoso al oyente; quiénes, digo, de éstos viven una vida tan pura e inocente, que no solamente no odien a los enemigos, sino que incluso les amen, y que aquéllos que anteriormente les maldijeron, no solo no les maldigan lo cual no obstante parecería mesurado en extremo, sino que incluso les bendigan y recen por aquéllos que ponen asechanzas a su vida misma? ... Ahora bien entre nosotros hallareis hombres rudos y obreros y ancianas, los cuales, en el caso de que no sepan probar verbalmente aquella utilidad que se experimenta y se conoce con certeza que se deriva de nuestra doctrina, no obstante con sus obras pueden demostrar la utilidad, que tiene su origen en la resolución de su ánimo. En efecto no gritan, sino que muestran sus obras hechas con rectitud; no devuelven la herida al que les ha herido, no pleitean con el que les roba, dan a los que les piden, aman al prójimo como así mismos".

 

680. Ahora bien este amor del prójimo brotaba del amor de Dios, lo cual es todavía mas sublime.

 

El Amor de Dios era tan desconocido entre los paganos, que Aristóteles llegó a escribir: "en efecto sería extraño, el que alguien dijera que él ama a Júpiter". Y así mismo Cotta en una obra de Cicerón se expresa así: "¿Acaso alguno, por el hecho de que fuera un varón honrado, ha dado jamás gracias a las deidades?". En cambio las pruebas que los cristianos han dado movidos por este amor purísimo, las testifican los mártires con el derramamiento de su sangre, acerca de los cuales hablaremos después (n.740ss), ya que el martirio en cuanto imitación de cristo, y en cuanto unión con Cristo, era considerado como el ideal de la perfección. Lo testifican también las vírgenes, acerca de las cuales pasamos a tratar.

 

681. La virginidad y la castidad siempre han sido tenidas entre los cristianos en gran aprecio. Tertuliano se expresaba acertadamente al decir: "en verdad, y hace bien poco tiempo, al condenar a una doncella cristiana al egocinio, antes que a los leones, habéis confesado públicamente que la mancha que supone el pecado en contra de la pureza es considerada entre nosotros como algo más atroz que todo castigo y que toda clase de muerte".

 

Se ha visto en la virginidad como el ideal y como el estado de perfección. -El triunfo conseguido mediante el cristianismo sobre una pasión ampliamente universal y vehemente, y además en medio de los atractivos del mundo, lo cual continúa sucediendo ciertamente también hoy día, es  luz en medio de las tinieblas, pureza en grado sumo en medio de un pueblo depravado y perverso...

 

682. 4. Y no hay que pensar que todo esto, que estamos tratando, ha sido solamente algo antiguo y ya pasado, y que de ningún modo es actual y de nuestros días. Pues toda la historia de la Iglesia Romano­ Católica en ningún momento deja de mostrar ejemplos sumamente preclaros de santidad. Pensemos en el monacato extendido a lo largo y a lo ancho por toda la Iglesia; pensemos en el sacerdocio católico que guarda el celibato, a fin de hallar en Dios su misión y su heredad, y a fin de dedicarse exclusivamente a todo lo que concierne a Cristo y a su Iglesia; pensemos en las ordenes militares las cuales llevaban los asuntos eclesiásticos con fortaleza y al mismo tiempo con piedad; pensemos en las ordenes mendicantes las cuales contribuían con el ejemplo de su pobreza al efecto intentado en su predicación; pensemos en las restantes ordenes religiosas distribuidas en distintas funciones y obras de misericordia, bien sea dedicadas al cuidado de los enfermos, bien a la educación de los pobres y de los rudos, bien a otros trabajos en favor de la gloria de Dios tanto en la propia patria como en naciones extranjeras e incluso pasando esta vida terrenal en territorios de misión, en leproserías... más aún tenemos que agregar también las congregaciones religiosas y los institutos seculares...: todas estas congregaciones e instituciones y ordenes a las que nos hemos referido, mostraran la fuerza santificadora de la Iglesia y de la doctrina de los consejos evangélicos...

 

Añádanse también a los varones y a las vírgenes que se dedican a la contemplación y asimismo a la penitencia, a los que atienden a los pobres y abandonados, llevados en aras del celo de la salvación de las almas hasta a las regiones más apartadas de la tierra.... Hay que agregar a los laicos que colaboran con el apostolado jerárquico abnegada y denodadamente... Y podemos ver santos que han sido canonizados que pertenecían a toda clase y a toda condición, santos que han sido canonizados poco a y que han vivido su vida terrenal en época muy reciente...

 

Aquél-que considere en su interior todo esto, confesará en verdad la santidad maravillosa y totalmente extraordinaria que proviene de la doctrina de Jesucristo.

 

683. b) ENMIENDA DE LAS COSTUMBRES EN LA SOCIEDAD FAMILIAR. Acerca de los hijos, el término desde el que se realizó el cambio, consta por las palabras de autores antiguos. Así ARISTÓTELES establecía: "Ahora bien tiene que haber una ley en orden a acabar con los fetos o por el contrario a criar a éstos, de forma que no salga adelante nada defectuoso y débil. Y a causa de la multitud de los hijos es menester no dar paso (a ciertos) fetos, a no ser que prohíban esto las instituciones de la nación: pues es menester que halla un número concreto de hijos a procrear. Y si algunos tuvieren algo engendrado a parte de éstos convendrá realizar el aborto, antes de que el feto tenga sentido y vida". Lo cual lo introdujo también Lycurgo entre los griegos.

 

Y entre los Romanos la ley de las doce tablas se expresaba así: "el Padre que mate pronto a un niño que se distinga por su deformidad". Y SÉNECA decía también: "matamos a los fetos monstruosos, y ahogamos también a los hijos, si han nacido débiles y monstruosos: no es una acción iracunda, sino razonable el separar a los inútiles de los sanos".

 

684. Y el término ad quem [al cual] llevó la conversión mediante el cristianismo encuentra su comienzo en las palabras de Jesús acerca de la atención cuidadosa y el ejemplo con los que deben ser tratados los hijos de familia. Y Jesús dio un ejemplo singular: S.Marcos 10,14; S.Mateo 18,5-15 ... y lugares paralelos. Ahora bien cualquiera puede mostrar sin esfuerzo alguno con qué abnegación de las religiosas y de los religiosos la Iglesia Católica se dedica a la educación de los niños, en naciones católicas y en naciones de misión. Y con qué solicitud la Iglesia católica vigila todo lo que concierne a la educación de los bautizados, y finalmente con qué eficacia se puede ver entre los católicos incluso en la tierna edad la gracia de una santidad madura.

 

685. Respecto a las mujeres se le otorgó mediante el cristianismo al vínculo matrimonial una perpetuidad más segura y firme, desapareció la poligamia, y de este modo se atendió de un modo más rico a la dignidad de la mujer.

 

Por lo que concierne a los esclavos es conocida la antigua mancha de los paganos. En cambio la religión cristiana en primer lugar suavizó este hecho; se preocupó de que se les diera un trato humano a los esclavos y de que sus dueños les concedieran la carta de libertad mediante la manumisión; por último la religión cristiana acabó con la esclavitud. Hoy día los criados son considerados como parte de la familia.

 

La Iglesia elevó a antiguos esclavos al sacerdocio, e incluso al pontificado supremo (a SAN CALIXTO) y ennobleció el trabajo manual.

 

686. c) ACERCA DE LA ENMIENDA DE LAS COSTUMBRES EN LA SOCIEDAD CIVIL. Es conocido como la religión cristiana fue muy útil a la sociedad civil; igualmente cómo promovió la genuina libertad de los súbditos en contra de la tiranía y el despotismo; como introdujo la caridad en contra de la crueldad de hombres sin misericordia los cuales hacían basar los espectáculos en las personas mismas en los juegos de circo; cómo el verdadero y genuino derecho de gentes, ciertamente internacional, encontró su fundamento en la doctrina y en la filosofía cristianas, apartándose de las relaciones que se daban entre los pueblos bárbaros; cómo también la Iglesia nunca ha cesado de promover las obras de beneficencia y las obras sociales...

 

687. PRUEBA DE LA MENOR. TODO ESTO SUPONE UN AUXILIO DE DIOS QUE SUPERA EL CURSO COMÚN DE LA NATURALEZA, UN AUXILIO SOBRENATURAL. Sin duda alguna la filosofía y las otras religiones nunca han conseguido tales efectos tan sublimes. Y nada tiene de extrañar. Pues si se requiere un auxilio sobrenatural en la situación actual al menos respecto a una gran multitud en orden al conocimiento congruo y conveniente de la religión natural, este auxilio se requerirá mucho más en orden a la praxis o practica de la religión natural; y mucho más en orden a la praxis o práctica tan sublime, que se ha dado y se da en un número tan grande dentro de aquéllos que han abrazado la doctrina cristiana.

 

En la cual praxis o práctica sublime de la doctrina cristiana y en los frutos de santidad producidos por ella hay que tener en cuenta el equilibrio y la armonía en la asociación de virtudes distintas y en cierto modo opuestas entre sí. Lo cual es en verdad más sublime y más: a saber, como podría unirse la austeridad de vida con la alegría, la prudencia, con la sencillez, la obediencia con la dignidad, la humildad con la magnanimidad, la firmeza con la suavidad, la bondad con la eficacia...

 

Los frutos de esta santidad, a pesar de los deseos y de los esfuerzos que han puesto en ello, de ningún modo se halla donde no se da la doctrina cristiana (en efecto, ¿cuando la filosofía o las otras religiones han dado frutos tan sublimes?). Esta es la razón por la que argumentamos con todo derecho para demostrar la impotencia e incapacidad moral de una gran multitud dejada a su solo esfuerzo, para poder llegar a esta santidad.

 

Más aún la consideración de una sola virtud cristiana, como es la castidad y la virginidad de tantos hombres y mujeres, los cuales a manera de ejército triunfador se han vencido a sí mismos y han vencido al mundo que está colocado en el maligno y lo derrotan continuamente, para abrazarse a un sacrificio perpetuo en aras de un cierto amor ideal, en verdad no podrá explicarse con las solas fuerzas naturales.

 

Luego si tales frutos de santidad se encuentran en alguna parte, hay que suponer que allí se da un auxilio sobrenatural de Dios. Ahora bien este auxilio no puede darse en confirmación de una doctrina que se dijera de una forma falsa que ha sido revelada. Por consiguiente con razón dice ORÍGENES: "¿Quién podría decir que se consigue en base a un engaño el que la vida se enmiende y disminuya la malicia cada día más?" y de nuevo dice: "son testigos de la divinidad de Jesucristo tantas iglesias de hombres, que habiéndose apartado de la corrupción de los vicios, se entregan totalmente a su Creador, y ponen su empeño en agradarle en todas las cosas".

 

688. OBJECIONES.

 

1. Hay quienes niegan el hecho de la santidad en la religión católica, sobre todo en ciertos individuos o sociedades o en algunas circunstancias.

 

Dejémoslo pasar de momento: ni tenemos que defender en esta tesis que la Iglesia es santa, lo cual lo haremos después (en otro tratado); sino que hay que explicar el hecho de alguna santidad la cual demuestra un auxilio sobrenatural.

 

Respondemos: También con TERTULIANO: los que obran mal, obran no según la doctrina cristiana sino en contra de los preceptos cristianos. Y "es menester que en un cuerpo por más apuesto y sin tacha que sea, el que aparezca en él algún lunar o salga alguna verruguita o le ensombrezca una peca, al firmamento mismo le purifica una claridad tan limpia, que no desparece con los hilachos de alguna nubecilla...".

 

2. El hecho de alguna santidad no indica un auxilio sobrenatural, v.gr. a causa de la virginidad de muchos; pues los paganos también tuvieron las vírgenes vestales.

 

RESPUESTA: No hay que oponer a las vírgenes cristianas las vestales; en efecto

1) éstas, las vestales, fueron muy pocas (al principio cuatro y después seis), aquéllas como las cristianas, fueron innumerables;

2) la virginidad de las vestales estuvo recompensada con menores y con ventajas que les venían por su estado, en cambio la virginidad de las vírgenes cristianas estuvo expuesta a injurias y al martirio;

3) la virginidad de las vestales no fue perpetua; podían después de pasar un determinado tiempo (a los 30 años) contraer matrimonio. La virginidad de las vírgenes cristianas fue perfecta;

4) la virginidad de las vestales fue obligada y sometida a castigos, en cambio la virginidad de las vírgenes cristianas fue totalmente libre y expuesta a toda seducción".

Y a aquéllas semi-vestales puedes oponer, por favor, el ejército de tantos sacerdotes y religiosos, tanto varones como mujeres, los cuales observan castidad voluntaria y perpetua...

 

TESIS 38. LA PROPAGACIÓN ADMIRABLE DE LA RELIGIÓN CRISTIANA CONFIRMA EL ORIGEN DIVINO DE ESTA.

 

689. Esta propagación no se entiende aquí

 

a) como cumplimiento de las profecías de Cristo; ni

 

b) como testimonio de una gran multitud acerca de unos hechos históricos, cuya razón suficiente no pueda ser más que la verdad objetiva misma de las cosas que testifican; sino que,

 

c) se considera como un milagro moral, en cuanto que sin medios naturales proporcionados se da un hecho que supera las leyes psicológicas de las costumbres, por las cuales se rige la actividad de los hombres. Y principalmente consideramos los tres primeros siglos, hasta la paz de Constantino (año 314), ya que los obstáculos que había entonces, y el no tener a penas ayuda externa humana muestran con toda evidencia la necesidad de un auxilio divino sobrenatural.

 

Este argumento clásico y solemne se da entre los apologetas antiguos, los cuales consideraron los tres momentos que hay en él, a saber, de profecía que se ha cumplido, de testimonio de verdad, y de milagro.

 

Este criterio, según nosotros lo empleamos ahora, en orden a probar la digna legación de Jesús, parece que guarda conexión con el criterio interno de la doctrina mediante el examen de los efectos de ella, lo cual poco a lo estudiábamos en los frutos de santidad producidos por la doctrina misma. En efecto esta admirable propagación de la doctrina cristiana, a saber, su aceptación teórica y práctica, puede concebirse como cierto modo de frutos y de efectos que han surgido mediante la doctrina misma.

 

690. ADVERSARIOS. Son adversarios los racionalistas, los cuales pretenden explicar naturalmente este hecho de la difusión extraordinaria, el cual no puede ser negado por ser mas claro que la luz del día. Así E.GIBBON, LECKY, F.G.BAUR, y los siguientes: RENAN, HARNACK.

 

E.RENAN afirma que más bien hay que extrañarse de que la religión cristiana haya vencido al imperio romano en tanto tiempo y no antes.

 

HARNACK pretendía explicar la difusión mediante los diversos elementos de esta doctrina religiosa, a saber

a) por el monoteísmo;

b) por la buena nueva, esto es por el evangelio de Jesús, evangelio de amor y que promovía el obrar el bien;

c) por los multiformes aspectos bajo los que podía ser considerada esta religión;

d) por su admirable capacidad de adaptación. Y así era una religión sencilla, respecto a los hombres sencillos y rudos; intelectual y digna de admiración respecto a los sabios; y respecto a todos ganándose en virtud de la benevolencia y de la caridad a todos... Y de aquí pretende deducir que el cristianismo fue un sincretismo el cual hubiera empleado en beneficio propio todas las fuerzas del mundo y la preparación hecha por otras religiones: así, dice Harnack, abandonando el nacionalismo judío, se atraía hacia sí a pueblos muy diversos; y así, sigue diciendo, se apropió elementos del culto de otras religiones, y la filosofía helenista... Por consiguiente no hay que plantear el problema, dice Harnack, acerca de cómo el cristianismo se ganó a tantos griegos y romanos que fue la religión más numerosa y más poderosa; sino que dice que hay que plantearlo de otro modo: cómo se formó y desarrolló a fin de venir a ser una religión universal y exclusiva; y esto, termina diciendo, lo resolverán la historia de los dogmas y del culto y no solamente la historia de las misiones de aquella época.

 

691. DOCTRINA DE LA IGLESIA. El Concilio Vaticano I considera "la admirable propagación" de la Iglesia como un motivo de credibilidad grande y constante (D.1794); más según parece, tal motivo está formado a base de la propagación, de la santidad, de la fecundidad, de la estabilidad y de la unidad de la Iglesia, consideradas en su conjunto; esto es en virtud del hecho de la Iglesia.

 

Pío IX, al hacer una bella enumeración de los argumentos con los que se prueba que la fe cristiana es obra de Dios, dice lo siguiente: "esta fe... adquiriendo fuerzas de día en día mayores..., ha penetrado en todo el orbe por tierra y por mar, desde el oriente hasta el occidente, haciendo uso solamente del estandarte de la Cruz..." (D.1638).

 

692. VALOR TEOLÓGICO. Si esta tesis se considera juntamente con otras acerca de la santidad y de la estabilidad... de la Iglesia, es al menos doctrina católica.

 

En cambio la tesis considerada por separado es apologéticamente cierta y venerable en la tradición apologética.

 

693. PRUEBA. La religión cristiana fue propagada

 

a) de una gran extensión geográfica, y al mismo tiempo numérica;

b) en todas las clases sociales,

c) rapidísimamente,

d) en medio de obstáculos gravísimos.

 

Es así que esto demuestra una causa proporcionada sobrenatural, la cual no puede darse por Dios en confirmación de una religión falsamente revelada;

 

Luego la propagación admirable de la religión cristiana confirma el origen divino de ésta.

 

694. PRUEBA DE LA MAYOR. a) EXTENSIÓN GEOGRÁFICA Y AL MISMO TIEMPO NUMÉRICA. En tiempo de los apóstoles. Según los Hech. Apóst. consta la extensión de la religión cristiana en Jerusalén por Samaria, Damasco, Antioquía, que es donde primeramente fueron conocidos los discípulos con el nombre de cristianos (Hech.Apost. 11,26); igualmente por Asia...; y se narran los viajes de San Pablo de forma que pudo decir: desde Jerusalén hasta la Ilyria y en todas las direcciones he predicado cumplidamente el evangelio de Cristo (Rom. 15,19). Y escribiendo a los romanos les decía: vuestra Fe es conocida en todo el mundo... (Rom. 1,8; véase lo mismo en Colos. 1,6-23) y manifiesta a los mismos romanos su propósito de marchar a España (Rom. 15,28) y de predicar allí el evangelio. El mismo escribía también cartas a las comunidades cristianas geográficamente muy apartadas, a saber, a los Romanos, a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, a los Tesalonicenses; e igualmente al obispo Tito en la isla de Creta; y también hace mención de las comunidades de Macedonia y de Acaia (1 Tes. 1, 7s)

 

Y San Pedro, escribía: "a los elegidos procedentes del Ponto, de Galacia, de Capadocia, de Asia y de Bitinia" (1 S.Pedro 1,1).

 

San Juan dirigía el Apocalipsis "a las siete iglesias que están en Asia", a saber, "a Efeso, a Esmirna, a Pergano, a Diatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea" (Apoc. 1,4.11).

 

Consta la dispersión de los apóstoles por la historia de Eusebio: "a Santo Tomás, según nos ha sido transmitido por tradición, le. correspondió Partos; a San Mateo, Etiopía; a San Bartolomé, la- India Citerior; a San Andrés Escidia; a San Juan, Asia, de donde pasó a Efeso y allí residió y murió. A San Pedro el Ponto, Galacia, Bitinia, Capadocia y las otras provincias limítrofes...

 

Con esta extensión geográfica se daba un enorme incremento en número: así en Jerusalén había al principio 120 (ciento veinte) (Hech.Apóst. 1,15), 3.000 (tres mil) (Hech.Apóst. 2,41), 5.000 (cinco mil) varones (Hech.Apóst. 4,4); después se aumentaba también el número de varones y mujeres que creían en el Señor (Hech.Apóst. 5,14)... Y los más ancianos decían a Pablo: "ya ves, hermano, cuantos millares de creyentes hay entre los judíos" (Hech.Apóst. 21,20).

 

Y en Roma había "una enorme multitud" de cristianos, acerca de la cual habla Tácito, cuando trata acerca de los martirios en tiempo de Nerón; y según dice S.Clemente Romano, "una gran multitud de elegidos se agregó a S.Pedro y a S.Pablo que-llevaban una vida santa, los cuales elegidos habiendo padecido a causa de su celo muchos suplicios y tormentos, vivieron entre nosotros dejando un ejemplo extraordinario".

 

695. En la época inmediatamente posterior a los apóstoles (siglo II) aparece una gran extensión del cristianismo según se puede apreciar por el modo de hablar de los autores:

 

Así en Bitinia hacia el año 111-113 la mayor parte era cristiana, puesto que Plinio consultó a Trajano respecto a los cristianos "sobre todo a causa del número de los que se encontraban en peligro. En efecto muchos de toda edad, de toda clase social, de ambos sexos también corren y correrán peligro". Y sigue diciendo que la religión cristiana no solamente se había extendido por las ciudades, sino también por las aldeas y campos.

 

En la Epístola a Diogneto (siglo II) se decía en resumen: "lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo...".

 

SAN JUSTINO hacia el año 155, afirmaba: "Está a la vista que no hay nadie que nos espante y nos reduzca a esclavitud a los que creemos a lo largo de todo el orbe de la tierra en Jesús...". Y de nuevo, aplicando a los cristianos la profecía de Malaquías, acerca de todo lugar en que va a ser ofrecido un sacrificio puro (Malaquías 1,11), dice: "en efecto no hay ningún pueblo en absoluto bien entre los bárbaros, bien entre los griegos, bien entre aquéllos que reciban cualquier nombre que sea, tanto de los hamaxobios que viven en carretas, como de los nómadas que no tienen casa fija, al igual que entre los escitas que apacentando sus ganados viven en tiendas, ningún pueblo de éstos, digo, hay, en el cual no se hagan oraciones y se den acciones de gracias al Padre y Creador de todas las cosas en el nombre de Jesús crucificado...".

 

Y SAN IRINEO ensalzaba en el mismo siglo la unidad de la predicación y de la tradición de la Iglesia en el mundo entero: "en efecto aunque en el mundo hay idiomas diferentes, sin embargo la virtud de la tradición es una sola y la misma y estas iglesias que han sido fundadas en Germánia no creen de distinto modo o no trasmiten por tradición otras cosas; ni las que han sido fundadas en Hispania, ni las que lo han sido entre los celtas, ni las que están en oriente, ni las de Egipto, ni las que tienen su residencia en la Libia ni las que han sido constituidas en el centro del mundo: sino que así como el sol, creatura de Dios, es uno sólo y el mismo en el universo, así también la luz, la predicación de la verdad, brilla en todas las partes, e ilumina a todos los hombres que quieren venir al conocimiento de la verdad...".

 

Y en las Actas del martirio de Carpo, de Papilo, de Agatón (probablemente entre los años 161-180), se le pregunta a Papilo: "dijo el procónsul: ¿tienes hijos? Papilo respondió: ciertamente que tengo muchos por la misericordia de Dios. Entonces alguno de entre el gentío gritó y dijo: dice que tiene muchos hijos según su fe cristiana.... el procónsul dijo: ¿por qué mientes y dices que tienes hijos? Papilo dijo: ¿quieres saber que yo no miento, sino que digo la verdad? en toda provincia y en toda ciudad tengo hijos por la misericordia de Dios...".

 

Y en fin por la controversia ocurrida a finales del siglo II respecto al tiempo de celebrar la Pascua consta que hubo cinco sínodos provinciales.

 

Por último TERTULIANO, el año 197, podía escribir estas expresiones llenas de elocuencia en su obra el Apologético: "somos de ayer y llenamos el mundo y todo lo vuestro: ciudades, islas, castillos, municipios, consejos, los mismos campamentos, tribus, decurias, el palacio, el senado, los soldados de vuestros ejércitos; en una sola provincia somos nosotros más numerosos. ¿Para qué lucha no estaríamos prontos y capacitados, aun desprovistos de provisiones, quienes nos dejamos tan gustosamente matar si no fuese porque nuestra ley nos induce a recibir la muerte más que a darla?... Sí, pues, un número tan grande de hombres nos separásemos de vosotros en una región cualquiera..., os quedaríais, sin duda, espantados ante vuestra soledad, ante el silencio del mundo circunstante, y victimas de un estupor como si el orbe hubiese sucumbido. Buscaríais a quién mandar, y os encontraríais con que os habían quedado más enemigos que ciudadanos". Y el mismo Tertuliano dice: "...y son tantos los cristianos, cuantos somos también designados. Vociferan a una ciudad asediada, vociferan los Cristianos en los campos, en las fortalezas, en las islas...".

 

696. En el siglo III, el mismo TERTULIANO, escribiendo su obra Contra los judíos (años 200-206), recordaba la predicación de los apóstoles, de tal forma que en toda la tierra se escuchaba el sonido de su voz, y hasta los últimos confines de la tierra habían llegado sus palabras (Salmos 18,5; véase Rom. 10,18), y "de modo que las tribus de los Getulos y muchos territorios de la Mauritania, y todos los límites de España y las distintas regiones de las Galias y los lugares de Bretaña inaccesibles a los romanos y sometidos a Cristo, la Sarmacia, la Dacia, la Germania, la Escidia y los territorios de muchos pueblos alejados y de muchas provincias e islas desconocidas para nosotros" ya han creído en Jesucristo. Y en el año 212 en el África la mayor parte era cristiana: "una multitud tan grande de personas, casi la mayor parte de cada una de las ciudades, vivimos en paz y en humildad modestia..." Este hecho le parecía también admirable a ORÍGENES, que escribía a mediados del siglo III en contra de Celso: "¿acaso Jesús al querer extender su doctrina, pudo sin la ayuda de Dios en estos pocos años llevar a cabo una obra tan grande, que en muchos lugares de este nuestro orbe ha ganado para su doctrina a muchos griegos y bárbaros, a muchos sabios e ignorantes, y les ha persuadido de tal forma que, lo que nunca se ha oído de otra religión, han preferido soportar suplicios hasta la muerte martirial en favor del cristianismo antes que apostatar de él?...".

 

HARNACK mismo, el cual, distingue, como conclusiones de sus estudio, al comienzo del siglo IV, distintas categorías de regiones en la extensión de la cristianización prueba la gran extensión del cristianismo en el siglo III:

 

1) Regiones en que prevalecía francamente el cristianismo, como era en Asia Menor, el Sur de Tracia, Armenia, Edesa, Chipre, Numidia y Tanger.

 

2) Regiones en que era cristiana una gran parte del pueblo, de modo que ejercía verdadero influjo social y podría enfrentarse con cualquiera de las otras religiones, cuales eran África proconsular, Antioquía, Celesíria, Alejandría, Egipto, Tebadi, Roma, Italia meridional y parte de la Central, Sur de España, las costas de Cesarea, Acadia, Macedonia y sus islas vecinas, así como la Galia mediterránea juntamente con el valle del Ródano y ciertas ciudades palestinenses.

 

3) Provincias en que la difusión, según los conocimientos de Harnack, no podía llamarse grande: campos de Palestina, Fenicia, Arabia, algunas parrtes de Mesopotamia; partes interiores de Acata , de Tesalia, de Macedonia; el Epiro, Dardania, la Dalmacia, Mesia, partes del norte y del interior de Italia central, y la Italia superior oriental, la Galia meridional y regiones que se encontraban junto a las vías romanas y en sus grandes ciudades hasta Bélgica, hasta la Germania y hasta Grecia; la Mauritania y Trípoli; algunas partes de España, que no pertenecen a la categoría anterior.

 

4) A la cuarta categoría pertenecen aquéllas regiones en las cuales, según los conocimientos que tiene Harnack, había pocos cristianos: así las ciudades de Filistea, las costas septentrionales del Mar Negro; la parte occidental de Italia superior; la Galia septentrional y central;. Bélgica, Germania, Grecia, exceptuando aquéllas regiones que entre éstas hemos señalado en la tercera categoría. Así mismo fuera de las provincias romanas, Persia, India, Escitia; y en verdad la Persia occidental probablemente hay que adscribirla a la tercera categoría.

 

697. b) DIFUSIÓN SOCIAL. Ya antes TERTULIANO, ORÍGENES... han indicado con sus testimonios el hecho de la difusión social.

 

Y en concreto ya S.Pablo recuerda a los cristianos que viven EN LA CORTE: os saludan todos los santos, y principalmente los de la casa del Cesar (Filipenses 4,22); y en la epístola a los Rom.( 16,10ss) cita a muchos nobles. Se menciona a Acilio Glabrio y a Flavio Clemente, cuya mujer Domitila ella misma era pariente de Domiciano. También se citan otros, como Carpo Foro, varón fiel de la familia del Cesar, cuyo esclavo, Calixto, después llegó a ser Papa.

 

Los POBRES sin duda alguna fueron muchos los evangelizados; sin embargo también LOS RICOS Y LOS NOBLES, además de aquéllos anteriormente citados, como el procónsul Sergio Paulo (Hech.Apóst. 13,7-12); y de entre los judíos "una gran cantidad de sacerdotes" (Hech.Apóst. 6,7), como Crispo (Hech,Apóst. 18,8); igualmente Apolo (Hech.Apóst. 18,24s)... De entre los griegos Dionisio Aeropagita (Hech.Apóst. 17,34)... igualmente Pomponia Grecina y muchos otros, según señalan de modo patente las inscripciones funerarias en el cementerio de Calixto.

 

Entre los SOLDADOS se cuentan, además de Cornelio (Hech.Apóst. 10,1s), la legión fulminata, el centurión Marino, Nereo y Aquileo, Marcelo, Maximiliano, Teodoro, los cuarenta mártires de Sebaste, Juliano, Sebastian...

 

Y no faltaron los SABIOS, como Dionisio Areopagita, Clemento Romano, Quadrato, Arístides, Justino, Atenágoras, Ireneo, Tertuliano... y todos los apologetas. Por este motivo San Jerónimo pudo escribir: "así pues que aprendan Celso, Porfirio, Juliano, perros rabiosos contrarios a Cristo, y que aprendan también los seguidores de éstos (los cuales opinan que la Iglesia no ha tenido ningún filósofo ni ningún orador ni ningún doctor) cuántos y que clases de varones la han construido, la han levantado y la han engalanado; y que cesen ya de argüir a nuestra fe de una simplicidad solamente rústica, y que reconozcan más bien el desconocimiento que tienen de ella".

 

698. c) TODO ESTO SE REALIZO RAPIDÍSIMAMENTE, 0 SEA EN BREVE TIEMPO. Lo cual consta por los muchos testimonios ya citados como el de Orígenes, y por toda la historia cristiana primitiva. Por ello también ensalzan esto los apologetas al recurrir a este nuestro argumento presente.

 

Así Arnobio (muerto hacia el año 327) celebraba este motivo de credibilidad: "¿Acaso al menos estos argumentos no os dan motivo para creer, a saber el que los sacramentos de este nombre inmenso han sido difundidos ya a través de todas las tierras en tan breve espacio de tiempo?; el que ninguna nación hay ya de costumbre tan bárbara y que desconozca la mansedumbre, la cual cambiada en virtud del amor de la doctrina cristiana no haya apaciguado sus aspereza y habiéndose pacificado no haya convertido apacible sus sentimientos; el que oradores dotados de tan grandes ingenios, gramáticos, retóricos, abogados y médicos, y también los que escudriñan las profundas enseñanzas de la filosofía anhelan vehementemente este magisterio de la doctrina cristiana, despreciando los magisterios en los que antes ponían su confianza?".

 

Por lo cual SAN JERÓNIMO cantaba, exultante el triunfo cristiano:-"el paganismo sufre la soledad e incluso en la ciudad, las deidades de otro tiempo de las naciones se han quedado con los búhos y las lechuzas sobre los tejados desiertos. Los lávaros de los soldados son insignias condecoradas con la cruz. La señal salvadora del patíbulo de la cruz condecora también las púrpuras de, los reyes y las brillantes piedras preciosas de las diademas. Ya Egipto, que antes veneraba a la deidad de Serapis se ha hecho cristiana. Marnas llora encerrado en Gaza y tiene un enorme y constante temor de que sea destruido el templo. Recibimos a diario cantidades de monjes de India, de Persia, de Etiopia. Ha abandonado las algabas Armenio, los unos están aprendiendo el salterio, los fríos de la estipia hierven ante el calor de la fe: el ejercito rutilante y rubicundo de los gétulos propagan las tiendas de campaña de las iglesias; y tal vez por ello luchan contra nosotros con resultado incierto, ya que confían en la misma religión que nosotros.

 

699. d) EN MEDIO DE GRAVÍSIMOS OBSTÁCULOS. Había obstáculos por parte de la doctrina, por parte de los evangelizadores, por parte de los evangelizados, y por parte del medio atmósfera en la que se desarrollaba la predicación.

 

El autor de la doctrina: era judío ("la porción más despreciada de los esclavos", dice Tacito), y muerto en el suplicio de la cruz, el más ignominioso, "y que el nombre mismo de la cruz esté ausente no solo del cuerpo de los ciudadanos romanos, sino también de su pensamiento, de sus ojos, de sus oídos...; y por ello esa "en verdad escándalo para los judíos y necedad para los gentiles" (1 Cor. 1,23).

 

La doctrina teórica: este crucificado debía ser adorado como Dios; otros capítulos y muy importantes por ciertos de la doctrina, eran misterios que no estaban al alcance de la razón; el cristianismo era y es una doctrina exclusivista. En no raras ocasiones había herejías y divisiones entre las formas de presentar la doctrina.

 

Doctrina práctica: era difícil, en contra de los deseos carnales; exigía una constante resistencia a los vicios; el abandonar los placeres impuros; cultivar la castidad; perdonad las injurias; amar a los enemigos; despreciar los puestos honoríficos...; abstenerse de las solemnidades paganas y de los espectáculos y de los juegos de los romanos.

 

Los evangelizadores: no eran conocidos, tenían gran temor, se les consideraba como judíos aborrecidos, y la mayor parte de los apóstoles eran rudos.

 

Los evangelizados: los judíos esperaban un Mesías político, nacionalista; no querían la unión con los pueblos paganos; estaban tenazmente adheridos a las prescripciones ceremoniales del culto y de la religión de Moisés; encontraban un enorme estorbo en las calumnias propagadas en contra de Jesús; por ello también las sinagogas de los judíos fueron llamadas por Tertuliano "fuentes de persecuciones".

 

Y los paganos debían abrazar una ley difícil, la pureza del matrimonio, la castidad incluso de pensamiento y de deseo, el amor a los enemigos, el martirio... Todo lo cual era para ellos especialmente difíciles.

 

El medio social era muy adverso: los emperadores, dada su forma de vida y de obrar, eran forzosamente enemigos terribles de los cristianos, ya que debían dejar su dignidad suprema y el supremo pontificado; el imperio, las magistraturas... eran contrarios al cristianismo ya que se apoyaban en una religión contraria a la religión cristiana, de ahí que a partir de Nerón la religión cristiana fue odiada y prohibida como un crimen social. Los sacerdotes paganos avaros y ambiciosos eran forzosamente adversarios de la buena nueva de la religión cristiana, de ahí que el pueblo, formándose una animadversión masiva a causa de la opinión de sus jefes, era terriblemente enemigo de los cristianos, por ello pensaban: "que los cristianos eran la causa de todo desastre público y de todo lo que ocurría contrario al Pueblo. Si el Tiber sube hasta las murallas, si el Nilo no riega las vegas, si el cielo permanece seco, si la tierra tiembla, si irrumpen el hambre y la peste, inmediatamente gritan: los cristianos a los leones".

 

La cultura entera: Si entre los bárbaros su fiereza sirvió de dificultad para abrazar el cristianismo, entre las personas cultivadas y doctas, su filosofía era un inconveniente; en efecto los primeros conversos no fueron filósofos. Hubo que cambiar totalmente la cultura: la jurisprudencia, el arte, la religión, la filosofía... y muchas veces la economía (véase Hech.Apóst. 19,23ss).

 

El sincretismo vigente, y el gnosticismo y las otras sectas filosóficas constituyeron un enorme obstáculo para el cristianismo que es religión exclusivista;[4] Había también un gran peligro para el dogma y para las instituciones de la religión cristiana, no fuera que fallara en su pureza y en su fuerza interna.

 

700. PRUEBA DE LA MENOR. ESTA PROPAGACIÓN RECLAMA UNA CAUSA PROPORCIONADA, A SABER SOBRENATURAL. En efecto las causas proporcionadas, que expliquen tal propagación, o son exteriores a la doctrina o internas a las misma; ahora bien ni unas ni otras pueden ser naturales, luego se requieren causas proporcionadas sobrenaturales.

 

En efecto, las causas externas naturales, como serían aquéllas en las que se puede pensar, las sinagogas dispersas por el mundo romano, la unidad de la lengua (si bien consta que hubo necesidad de intérpretes), la unidad del imperio... éstas eran comunes, y también servían a los adversarios, y eran muy adecuadas para la persecución de los cristianos.

 

Otras causas externas, como la elocuencia, las armas, la nobleza y las riquezas, las cuales ciertamente en muchas ocasiones tienen mucha fuerza para persuadir; e igualmente el número y la organización, el poder...: estas causas externas se daban en una dimensión muchísimo mayor en los adversarios.

 

Luego estas causas, así como también la filosofía vigente y el menosprecio de la superstición pagana y otras causas que pueden elucubrarse, ciertamente no aportan la razón suficiente de la propagación de la religión cristiana: son causas favorables para la predicación u ocasiones de esta propagación, a incluso a lo sumo causas que disponen, pero de ningún modo y de una forma adecuada son causas eficientes y eficaces de la aceptación de la religión cristiana.

 

701. Y tampoco las causas internas a la doctrina, como sería la sublimidad de ésta, su armonía con la razón, la satisfacción de las tendencias superiores, pueden explicar "la aceptación de aquélla". En efecto no se explica así respecto a tantos convertidos -en tan breve tiempo; si algunas de las razones alegadas parece que tienen bello aspecto para unos pocos convertidos, ciertamente no aportan la razón suficiente de la aceptación de la religión cristiana -que encierra misterios que deben ser creídos con firmeza y con constancia -y que en cuanto a la doctrina práctica exige una ley difícil -con previsión del martirio. Por tanto la aceptación constante de una doctrina tan contraria a las pasiones, aceptación muy rápida y por muchos ciertamente va en contra de las leyes psicológicas por las que se rige la actividad humana. Luego es necesario recurrir a la intervención sobrenatural de Dios, intervención extraordinaria, la cual no puede otorgarla en confirmación de una doctrina que se dijera "falsamente, que ha sido revelada".

 

702. Y no se diga que dicha aceptación se explica por los milagros que acompañaron a la predicación primitiva. Pues si se sostiene que aquellos milagros serán verdaderos, entonces ya se admite una obra sobrenatural que confirma la religión divina de Jesús; si por el contrario se afirma que eran falsos, entonces no se entiende ciertamente como el mundo ha admitido esta religión sin signos de credibilidad, y hay que dar una explicación a un prodigio tan grande. Sin embargo, incluso supuestos los milagros, no se da en este hecho una razón suficiente de la aceptación por la fe de una doctrina teórica y prácticamente contraria a las ambiciones rastreras de los hombres.[5]

 

Por ello SAN AGUSTÍN recurría a este argumento de la Iglesia entonces presente: "fijaos en mí, os dice la Iglesia, fijaos en mí, a quien estáis viendo, aunque no creáis verme. En efecto quienes fueron los fieles en aquellos tiempos en la tierra judía, conocieron el nacimiento admirable de las entrañas de la Virgen María, la Pasión, la Resurrección y la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, estando presentes con su presencia personal a todas las palabras y a todas las obras divinas de Jesús. Vosotros no habéis visto estos hechos y por eso no queréis creer. Así pues fijaos en esto, prestad atención a esto, pensad en esto que estáis viendo, lo cual no os es narrado como algo pasado, ni os es anunciado de antemano como algo futuro, sino que se os demuestra como presente. ¿O es que os parece inútil o de poca importancia y juzgáis que es un milagro divino de ningún o de poco aprecio el que todo el linaje humano corre tras el nombre de un solo crucificado?".

 

703. ESCOLIO. EN QUE CONSISTÍA EL AUXILIO EXTRAORDINARIO, SOBRENATURAL, OTORGADO POR DIOS PARA LA PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO. En primer término la providencia sobrenatural de Dios ordenaba las circunstancias favorables para la predicación y los elementos externos del mundo a fin de que cooperaran (si bien solamente de una forma inadecuada) a aquella propagación. Además distintos hechos sobrenaturales en si eran ordenados inmediatamente a la confirmación de la predicación del evangelio: tales hechos eran la conversión admirable de los apóstoles, en concreto la de San Pablo, los carismas concedidos a ellos mismos y a los primeros cristianos, la excelencia de la doctrina, como un verdadero milagro intelectual, otros signos y virtudes y milagros realizados por los apóstoles y por los cristianos; en muchísimos cristianos y sobre todo en los mártires una virtud heroica y constante; todas las virtudes cristianas, que se daban en concreto en la caridad mutua y en los ejemplos en orden a la edificación. Y además de todo esto, se requería la gracia interna sobrenatural para abrazar la fe, a saber para el acto mismo de la fe y para la anterior ordenación libre de la voluntad, y para los juicios de credibilidad y de credentidad al menos próximamente últimos. Todo esto consta por Teología dogmática. Véase también el n.183, d.

 

Y si este auxilio es necesario para la fe mucho más lo será para el ejercicio práctico de una fervorosa vida religiosa.

 

704. OBJECIONES.

 

1. Esta propagación admirable puede explicarse por el celo de los apóstoles y en concreto por el fervor de San Pablo.

 

Respuesta: Distingo en antecedente. Así puede explicarse la aceptación formal de esta doctrina, niego; así puede explicarse la comunicación de la doctrina, subdistingo: como si esta fuera la causa total, niego el antecedente; como una causa parcial, subdistingo de nuevo: como una causa natural, niego; como una causa sobrenatural, concedo. En efecto los predicadores apostólicos al principio eran pocos, después ciertamente muchos; sin embargo este celo ardiente sin ventaja alguna de orden humano, mas aún con muchos inconvenientes en la mayor parte de los predicadores, este celo, sigo, en favor de la extensión de ésta religión, no es natural.

 

2. Esta propagación se explica por el favor de los emperadores, y en concreto por el favor de Constantino.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. En los tres primeros siglos, que es respecto a los que formulamos de forma especialísima el argumento, niego; en otros siglos, subdistingo: a veces (no siempre) como causa parcial que favorece la predicación, concedo; como causa que explica la aceptación de la religión, niego.

 

3. Esta aceptación se explica por el prurito de creer y por el apego a lo supersticioso.

 

Respuesta: Niego. Pues había en aquella época muchos escépticos, ateos...; y con mucha dificultad cree alguno en una religión que va en contra de las pasiones.

 

4. El hecho se explica porque esta religión es más conforme con las verdades de la razón.

 

Respuesta: Niego. Pues aunque es verdad que la religión cristiana tiene una conformidad sublime con la razón, con las aspiraciones del corazón..., sin embargo una cosa es considerar en teoría algún hecho, y otra cosa es aceptar aquello que, a pesar de ser demasiado difícil, hay que llevarlo a la práctica: "veo lo mejor y lo apruebo; sin embargo sigo lo peor".

 

5. La dispersión de los judíos y la unidad del imperio romano explican esta propagación.

 

Respuesta: La difusión del cristianismo entre los judíos no fue fácil; y además los cristianos a partir ya de las proximidades del año 64 eran bien distinguidos por todos de los judíos. Por otra parte tanto las dispersión de los judíos como la unidad del imperio romano dan explicación, a lo sumo, según se ha dicho, de ocasiones o de causas favorables para la predicación, pero de ningún modo dan la razón suficiente de la aceptación de esta religión por parte de tantos hombres en tan breve tiempo.

 

6. La jerarquía y la organización del imperio romano fue la causa ejemplar de la organización y de la propagación del cristianismo, la cual debe explicarse a partir de estos datos.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. En lo accidental, puede pasar; en lo esencial, niego; en efecto se prueba que todo esto ya había sido fundado por Jesucristo y que ya estuvo en vigor en Jerusalén y en Asia.

 

7. La unidad de Dios, que se predicaba, favoreció a la propagación.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Respecto a algunas personas sensatas, pudo intervenir como una causa favorable, concedo; respecto a muchos, niego; pues el politeísmo entonces vigente era un obstáculo.

 

8. La caridad mutua de los primeros Cristianos explica aquella propagación.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Como ocasión de reflexionar sobre aquella religión, por lo que se refiere a algunos de corazón más sano y de juicio más sensato, concedo; como causa suficiente de aceptar la religión cristiana, niego; ya que esta religión no solamente quiere que se acepten los actos de caridad y de amor, sino también que se lleven a la práctica, y exige una negación total de sí mismo y esto no se acepta de un modo natural.

 

9. La santidad de los primeros cristianos juntamente con las caridad y los actos de beneficencia mutua y para con los pobres, explica la propagación.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Como ocasión de reflexionar sobre la religión cristiana y de amarla, o incluso como causa favorable parcial, puede pasar; como explicación adecuada, niego. Debe tenerse en cuenta además que aquella santidad no fue natural, según consta por la tesis anterior, y que tampoco aquella tan admirable caridad mutua y los actos de beneficencia fueron naturales. Además, incluso supuestos los ejemplos más santos, la naturaleza humana no se mueve eficazmente a la virtud sin el auxilio divino.

 

10. La esperanza de que la injusticia y los pecados encontrarían redención, y al mismo tiempo la esperanza de la bienaventuranza eterna, explica aquella propagación.

 

Respuesta: Aquella esperanza de redención y aquella esperanza de la bienaventuranza eterna, que se dan en el corazón humano, ya habían sido antes conocidas, según consta por los escritores y filósofos antiguos, y sin embargo no fueron capaces de atraer hacia sí eficazmente una tan gran multitud. Además aquellas esperanzas en el sentido específico de la religión cristiana no podían ser persuadidas naturalmente a tantos hombres incultos, a no ser que constara con toda certeza acerca de la autoridad de aquella religión; a lo sumo unos pocos filósofos podrían de un modo natural ser atraídos a alguna aproximación a la doctrina cristiana; sin embargo éstos no hubieran tenido autoridad a fin de imponerla a todo el mundo en orden a que creyeran en ella y la confesaran.

 

11. El sincretismo entonces vigente y el modo de obrar de una forma sincretista, a saber asimilando elementos de toda religión y todas las tendencias favorables favorecieron a la difusión de la nueva religión y explican esta difusión.

 

Respuesta: El sincretismo vigente no favoreció, sino mas bien era un obstáculo a la religión cristiana, que era tan exclusiva, que tenía como principios la unidad y la integridad: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios... (Efesios 4,5ss); y los cristianos debían tener cuidado de no apartarse de lo que les había sido transmitido: mirad que nadie os engañe con filosofías falaces y vanas, fundadas en tradiciones humanas, en los elementos del mundo y no en Cristo (Colos. 2,8); y de nuevo: manteneos, pues, hermanos, firmes y guardar las enseñanzas que recibisteis, ya de palabra, ya por nuestra carta. (2 Tes. 2,15).

Téngase en cuenta además que esta religión cristiana había sido prohibida como un crimen ya desde el tiempo de Nerón; y que en cambio el sincretismo había presentado a todos los reformadores religiosos como de igual autoridad y que había permitido la observancia de la práctica antigua.

Y si se dan analogías rituales entre las religiones antiguas y la cristiana, en primer lugar hay que distinguir rectamente donde se encuentra el analogado principal; y después interesa tener en cuenta que estas analogías no son unívocas, sino que se diferencian específicamente, a saber por la distinta intención y por el distinto dogma de que son informadas.

 

12. Todas las causas precedentes (a causa de las dificultades presentadas) consideradas en conjunto dan la razón suficiente de esta admirable propagación.

 

Respuesta: Niego. En efecto si cada una de las causas no tienen ningún fundamento para dar la razón suficiente de la aceptación constante de esta religión, tampoco todas ellas consideradas en conjunto explicaran este hecho. Y téngase en cuenta que fueron mucho más poderosos los obstáculos por parte de la doctrina y por parte de los evangelizadores y de los evangelizados, y por parte del medio social y de la cultura... (según consta por la prueba), que aquellos otros elementos que hubieran podido favorecer la propagación.

 

13. El Mahometismo y otras sectas, como el Budismo, el Protestantismo, el Arrianismo, el Mitracismo... también se propagaron muy rápidamente.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Con unos medios de sobrenaturales y de un modo sobrenatural, niego; con unos medios naturales, concedo; por tanto la propagación no es admirable como sucede en el cristianismo.

El Mahometismo fue propagado por la fuerza de las armas y prometiendo ganancias temporales ­y dejando camino ancho a las pasiones.

El Budismo obtuvo el favor de los príncipes como sistema filosófico; y además no contiene prácticamente ningún dogma estable. También quitó la diferencia de clases, en contra del brahmanismo. Promete la felicidad en el apartarse del trabajo y por último el nirvana... Y con el paso del tiempo se dividió en sectas muy diversas, más que las cristianas entre sí.

El Protestantismo, obtuvo desde el principio el favor de los príncipes temporales y la recomendación de éstos, ya que quienes tenían el poder, imponían la religión siguiendo el axioma "cuius regio, eius et religio"; y no tiene aquél cuerpo doctrinal compacto y exclusivo que tiene la religión católica. -Y se extendió apoyándose en la política y por las ambiciones y pasiones de los príncipes, por la ignorancia del pueblo y por las calumnias contra la Iglesia; a lo cual hay que añadir también la corrupción de costumbres en muchos eclesiásticos y monjes.

El Arrianismo, obtuvo el favor de los príncipes y si San Jerónimo dice: "gimió todo el orbe, y se extrañó de ser arriano", no quiere decir otra cosa, y en verdad usando de una hipérbole, que el que muchos obispos fueron llevados de forma fraudulenta a suscribir una fórmula en la cual estaba escondido un sentido herético.

El Mitracismo no puede decirse que estuviera tan extendido, ya que solamente lo practicaron soldados y magistrados romanos, no el pueblo ni las regiones helenísticas. Ahora bien la razón de porqué aquéllos admitían esta religión era, además de la dispersión de los soldados en Oriente, y de los mercaderes orientales el favor de los emperadores juntamente con la índole de esta secta adaptada a las cualidades y vicios militares.

 

14. Así como el comunismo actual, así también el comunismo de la primitiva iglesia entre los pobres (Hech.Apóst. 4,34; 1 Cor.1,20.26) se propagó de modo natural.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. El comunismo de la iglesia primitiva se propagó de modo natural entre los ricos que dejaban sus posesiones, niego; se propagó entre los pobres y la plebe, de forma que éstos esperaban la mortificación de las pasiones y el martirio, no precisamente beneficios temporales así como los comunistas modernos, subdistingo: y esto ocurría de un modo natural, niego; ocurría sobrenaturalmente, concedo.

Algunas teorías (piénsese en el comunismo, y en el siglo pasado en otras teorías políticas y sociales) a veces se propagan muy rápidamente, por que atendiendo al medio social, encuentran una atmósfera según llaman propicia, además favorecen en gran manera, a muchas cosas, a saber a sus ambiciones y apetencias, a sus prejuicios, y en f In a alguna secta o clase... De aquí el que son acogidas estas teorías con ardor y corren como una chispa eléctrica; a todo lo cual hay que añadir que no siempre se emplean medios lícitos bajo todos los conceptos... hasta que con el paso del tiempo la reflexión y la consideración hace la crítica de estas teorías y se advierten sus fallos. -Nada de esto absolutamente ocurre en la propagación de la religión cristiana sino todo lo contrario.

  

705. DE LAS CONVERSIONES COMO ARGUMENTO APOLOGÉTICO Entendemos como conversión no un simple cambio a una vida mejor mediante la transformación parcial interna de una vida moral o psíquica, v.gr. por la enmienda de algún vicio (v.gr. de fumar, de beber...),o por el acceso a una ideología política mejor, etc.; entendemos por conversión, si no queremos abusar de la palabra, aquella transformación profunda y radical de la vida moral íntegra en torno a un núcleo nuevo, como un cambio que conmueve al hombre entero. Así hablamos de la conversión de San Pablo, de la de San Agustín, de la de San Ignacio....

 

Las conversiones si son auténticas, se distinguen en la amplitud de la transformación llevada a cabo, la cual está unida con la profundidad de estas en la vida psíquica; de donde se sigue fácilmente la permanencia del cambio llevado-a efecto.

 

Las conversiones pueden ser conversiones a la fe, cuando se añade un nuevo sustrato intelectual, a saber, el de la fe, al conjunto psicológico; conversiones a una vida moralmente buena, esto es a la caridad, cuando el cambio se realiza a partir de un vida de pecado y de vicio; por último conversiones a la perfección, esto es al fervor de la caridad.

 

Por razón del modo como se llevan a efecto y según aquello que aparece en primer término como causa motiva de la conversión, las conversiones pueden ser intelectuales y éstas, o bien discursivas o bien intuitivas, según que hayan sucedido principalmente por obra del discurso o de una intuición repentina; y así mismo pueden ser volutivas o afectivas, si aparecen en primer lugar como obra de la voluntad o del afecto.

 

Hay otras divisiones de las conversiones, según sea la causa u ocasión, que ocupa aparentemente el papel más importante en la transformación llevada a cabo. Asi las conversiones se dan exógenas o endógenas, según que aquello que mueve a la conversión sea extrínseco o intrínseco al individuo que se ha convertido. Igualmente las conversiones pueden ser lentas o rápidas; patológicas o normales...

 

706. ACERCA DEL VALOR APOLOGÉTICO DE LAS CONVERSIONES. Las conversiones que a lo largo de los siglos se han llevado a cabo en la Iglesia católica, y en concreto la rapidísima propagación del cristianismo en los tres primeros siglos, y el cambio tan profundo de costumbres introducido por la religión cristiana, sin duda alguna son argumentos apologéticos de muchísimo valor, según hemos visto, en efecto son milagros morales y en verdad que se manifiestan al exterior, y de un modo acomodado a todos, luego son también criterios primordiales.

 

707. Se pregunta acerca del valor de las conversiones en cuanto que son experiencias religiosas internas en los individuos. En efecto muchos conversos se dice que experimentan en sí mismos como un dualismo: a saber, a parte de la actividad propia aquella virtud interna que los mueve a entrar en la Iglesia... ; en lo cual por fin encuentran la paz. De aquí el que Th. Mainage quiso hallar un argumento apologético que no supusiera la demostración del hecho de la revelación, ni recurriera al milagro propiamente tal, sino que consistiera en examinar esta nueva fuerza, secreta e interna que impulsa a los conversos, sin que se confunda con la actividad propia de éstos, hacia la religión católica. Pues de aquí se sacaría fácilmente la conclusión en orden a la causalidad divina de este elemento nuevo trascendente...

 

708. Si se considera esta experiencia religiosa en cuanto que se da en cada uno de los individuos, no en todos de una forma colectiva, no negaremos sino que incluso afirmaremos que se dan casos de conversión, en los que se ha operado una experiencia interna verdaderamente extraordinaria y hasta milagrosa, donde la luz ha sido tan brillante y el impulso tan poderoso en grado sumo, que respecto al que experimenta esto no le queda ninguna duda acerca de la verdad de aquello de que se trata, o del origen divino de esta moción. Así v.gr. en la conversión de San Pablo y de otros. Ahora bien esta evidencia se da inmediatamente respecto a aquél que experimenta esto. Respecto a los demás en tanto conseguirá demostrar, en cuanto les conste a éstos acerca de la ciencia y de la veracidad del testigo que lo narra, esto es, si consta que éste no obra dejándose llevar por la ilusión o por el fraude. Ahora bien en el mejor de los casos todo esto no podrá constar con certeza a muchos, y por ello estas experiencias tampoco constituirán una criteriología válida que pueda acomodarse a todos con certeza y de una forma expedita.

 

709. Y no negaremos el valor de la experiencia religiosa cuasi ordinaria, a saber de las mociones divinas cuasi ordinarias en aquéllos que se dedican a la vida espiritual, mediante consolaciones y desolaciones, y mediante la discreción de los varios espíritus. En efecto en estos casos, si no en virtud de una conciencia inmediata, ciertamente después de haber reflexionado en los actos psíquicos precedentes, concomitantes y subsiguientes, podrá alguno, con las debidas cautelas, llegar al conocimiento del origen divino de aquello que experimenta y de la tendencia a la cual se siente movido. Ahora bien todo esto exige meditación y dirección espiritual no sea que alguno se deje llevar de la ilusión. Y por tanto tampoco puede servir para todos como criterio primordial.

 

710. Ahora bien, ¿qué hay que decir si se consideran las experiencias no por separado cada una de ellas en las personas que las experimentan, sino colectivamente en muchos conversos, en cuanto que creen que experimentan una acción que les impulsa hacia la religión católica?

 

Entre todas estas conversiones hay ciertamente algunas, bien probadas, totalmente extraordinarias, las cuales no pueden explicarse de ningún modo en alguna hipótesis natural; ahora bien en estos casos, según es evidente, no hay que prescindir de la índole de milagro.

 

Las distintas hipótesis que pueden darse para explicar naturalmente todas las conversiones y aquella actividad interna trascendente que los conversos juzgan experimentar, v.gr., el que se diga que proviene del propio trabajo intelectual del converso, o de su voluntad, o de sus sentimientos, o de la atmósfera en la cual está inmerso, o de una debilidad mental, o de sus subconsciente..., cada una de estas hipótesis ciertamente no servirán para explicar todas las conversiones; en efecto en cada una de las hipótesis siempre habrá casos que no se expliquen en dicha hipótesis, sino que por el contrario superen la hipótesis natural de tal forma que sean inexplicables por esta.

 

Ahora bien para que este argumento tuviera valor en la Apologética, serían necesario (a nuestro entender) el que en una multitud de conversiones bien comprobadas en cuanto a esta experiencia interna que impulsa a la religión católica, no solo no pudieran explicarse en alguna hipótesis de causalidad natural, sino en ninguna de ellas; de tal forma, que reconocida la trascendencia de estos hechos los enemigos mismos de la Iglesia se vieran obligados a confesar la acción de Dios. Y sería necesario también el indicar la diferencia entre estas invocaciones de los conversos católicos a sus propias experiencias internas (las cuales nosotros sabemos por el dogma que provienen de la gracia divina) y entre aquéllas de los heterodoxos respecto a fenómenos que ellos puedan decir que experimentan. Luego este argumento no carece de dificultad.

 

TESIS 39. LA INVENCIBLE ESTABILIDAD EN LA UNIDAD CATÓLICA DE LA RELIGIÓN CRISTIANA CONFIRMA EL ORIGEN DIVINO DE ESTA.

 

711. NOCIONES. ESTABILIDAD indica permanencia o conservación de alguna cosa. Y aquí hablamos de INVENCIBLE haciendo connotación a las dificultades y ataques, tanto externos como internos, que ha sufrido la religión cristiana. Esta estabilidad o conservación se afirma de este modo, no de cualquier forma que sea en una separación o disgregación cualesquiera o en una evolución multiforme, sino que se entiende en la unidad católica, a saber:

 

Siendo así que esta religión ha abarcado a muchos hombres, a muchas naciones y a épocas... distintas (y por ello es católica), sin embargo se mantiene una sola y la misma en su esencia interna.

 

El argumento no se hace de forma que se considere una profecía cumplida; sino un milagro moral que se halla en dicha estabilidad.[6]

 

712. ADVERSARIOS. Deben ser considerados como adversarios en general los protestantes y los cismáticos, los cuales profieren que ha habido cambio en la Iglesia Católica y, entre los protestantes liberales, HARNACK, según el cual la Iglesia actual no es la misma que la primitiva.

 

713. LA DOCTRINA DE LA IGLESIA es propuesta en el Concilio Vaticano I cuando se aduce el argumento en virtud del hecho de la Iglesia: "...a causa de la unidad católica y la estabilidad invencible" (D.1794).

 

También recurre a este argumento PÍO IX en la Encíclica "Qui pluribus" entre otros argumentos en pro de la fe católica, la cual "adquiriendo mayores fuerzas de día en día de las persecuciones mismas, persecuciones por cierto terriblemente crueles, ha penetrado con solamente el estandarte de la Cruz, en el orbe entero por tierra y por mar desde el Oriente hasta el Occidente... y habiendo triunfado sobre los enemigos de todo linaje, ha iluminado con la luz del conocimiento divino a todos los pueblos, gentes, naciones por más bárbaras que fueran en su proceder inhumano y distintas en sus costumbres, en sus leyes y en sus instituciones..."(D.1638).

 

714. VALOR TEOLÓGICO. Si la tesis se considera juntamente con las anteriores, a las cuales hacia alusión el Concilio Vaticano I es al menos doctrina católica; mas considerada por separado se halla entre los Padres y parece cierta, como argumento apologético (véase n.671s 691s).[7]

 

715. PRUEBA. La religión de Jesucristo permaneció estable:

 

a) siendo la misma ya a lo largo de 20 siglos,

b) y en verdad con una gran difusión en el mundo entero,

c) a pesar de gravísimos ataques exteriores,

d) y de dificultades internas.

 

Es así que estos hechos reclaman una causa extraordinaria no natural, sino sobrenatural, la cual Dios no puede otorgar en confirmación de una religión que se dijera falsamente revelada;

 

Luego la invencible estabilidad de la religión cristiana en la unidad católica, confirma el origen divino de ésta.

 

716. PRUEBA DE LA MAYOR. a) LA RELIGIÓN CRISTIANA HA PERMANECIDO SIENDO LA MISMA YA A LO LARGO DE VEINTE SIGLOS. Esta identidad de la religión actual con la que existía al comienzo es de gran importancia para establecer el argumento; puesto que tal identidad o unidad se encuentra tan raras veces, o apenas se encuentra, en las cosas humanas, las cuales son en verdad por su propia naturaleza cambiantes.

 

En cambio la religión cristiana es la misma que fue al comienzo en cuanto a lo sustancial, a saber:

 

1) En la doctrina la cual ha sido propuesta en los libros de los apóstoles y en su predicación, y asimismo en los símbolos y en las declaraciones de los concilios y en las definiciones de los Sumos Pontífices. Lo que creemos ahora es lo que creyeron nuestros antepasados más antiguos; lo que aquí creemos, esto es también lo que se cree en las regiones más alejadas de la tierra, y por habitantes los más distintos de la misma.

 

2) En el fin de la santificación y en los medios para alcanzar ésta: a saber en el mismo sacrificio, en los mismos siete sacramentos, en los mismos ritos sustanciales.

 

3) En el gobierno y en la organización jerárquica, a saber, que se encuentran en el Primado Romano al cual todos están subordinados, y en los obispos los cuales presiden monárquicamente las iglesias particulares.

 

717. b) Y CIERTAMENTE CON UNA GRAN DIFUSIÓN EN EL MUNDO ENTERO. En efecto aquella unidad e identidad, de la cual hablábamos antes, no se halla exclusivamente en una sola región o únicamente entre unos pocos hombres elegidos; sino que aparece más admirable, si se considera la penetración social en todas las clases sociales, y esto en todas las regiones del mundo, y en tan gran número que hoy día se pueden censar más o menos, de 900 (NOVECIENTOS) millones de católicos.

 

718. c) A PESAR DE LOS GRAVÍSIMOS ATAQUES EXTERIORES

 

1) Enemigos exteriores manifiestos eran los causantes de estos ataques: pensemos en el tiempo de las, persecuciones, llevadas a cabo por los judíos y por los paganos en los tres primeros siglos, como se verá con más claridad cuando tratemos de los mártires (Tesis 40). Pensemos, según nos testifica la Historia Eclesiástica en los intentos de Juliano de restituir la antigua superstición; más inútilmente, en expresión, -según se dice- de Juliano mismo al morir: ¡venciste, galileo! -[pensemos en los ataques de los bárbaros contra la religión al ocupar el imperio romano aquéllos]. Pensemos en los ataques de los seguidores del Islam contra los cristianos en Asia, en África, en España y en Europa Occidental, en la Europa Oriental y en la ocupación de Constantinopla y a lo largo del mar mediterráneo... Sin embargo al mismo tiempo que ocurrían estos quebrantos, nuevos pueblos y naciones, y sectas después florecientes o muy florecientes se abrían al evangelio: a saber, los pueblos de la Gran Bretaña, los pueblos germánicos, los eslavos... y al otro lado del océano, los pueblos de América, de la India, del Japón...; recientemente pueblos de la África Central y Meridional; y por último los pueblos de misiones a lo largo y a lo ancho del mundo entero...

 

2) El Cesaropapismo fue un gran enemigo de la Iglesia pretendiendo que la religión quedara subordinada a los príncipes y a las conveniencias de éstos, así como por citar a unos pocos entre estos príncipes, Federico Barbarroja, Enrique IV, Napoleón I, José II ... Y juntamente con esta política de los príncipes los errores ,anejos" a la misma, como el galicanismo, el josefinismo...

 

3) Las sociedades secretas cuyo influjo fue tan grande en el gobierno de los estados, que dependían de un mero naturalismo y, mediante la separación de la Iglesia y del estado un nuevo paganismo... Y dando leyes en contra de la "educación" religiosa y en contra del matrimonio canónico y de la santidad de la familia, en contra de los ministros de la Iglesia y de la libertad de éstos, intentaron con todas sus fuerzas destruir la religión.

 

4) Pensemos en las armas de las que echaron mano estos adversarios o incluso echan mano actualmente a fin de conseguir sus fines: a saber, el poder y la fuerza, el dinero, los fraudes, la calumnias, las sediciones, las maquinaciones secretas, la falsa ciencia..., y de una forma especial entre las armas de hoy día: la tipografía. Añádase el misterio del odio a Cristo y a su religión, del cual hablaremos muy pronto (N.727).

 

5) Hay que añadir los ataques por parte de la ciencia nos referimos en verdad a la falsa ciencia: por parte del agnoticísmo, del maniqueismo, del "pelageismo"...; del averroismo, del panteísmo de la Edad Media...; del humanismo, del renacimiento. del enciclopedismo y de los errores que van anejos al mismo; del racionalismo y del escepticismo...; del idealismo y de las falsas teorías sociales, teóricas, económicas, políticas.

 

719. d) EN MEDIO DE GRAVÍSIMAS DIFICULTADES INTERNAS.

 

1) En efecto había herejías internas y divisiones el arrianismo, el nestorianismo, el monofisitismo, el monote lecismo... Así mismo el duradero cisma de los Orientales; el destierro de Avignon y la prolongada confusión y dificultad de reconocer al legítimo pastor supremo de la Iglesia... Después el virulento protestantismo que gozaba del favor de los príncipes en Alemania, en Francia, en Inglaterra...

 

2) También hay que citar entre las gravísimas dificultades internas las inclinaciones corruptas de la naturaleza en contra de las cuales la religión ha debido y debe luchar continuamente con todo empeño; lo cual hay que añadir el que a veces algunos pastores no se han comportado de un modo conveniente a su misión de santificación; y, o bien descuidados o bien pensando en ellos mismos, han hecho daño al rebaño o han permitido que otros se lo hicieran, y no raras ocasiones se han dado escándalos incluso públicos, la disciplina en algunas épocas ha salido mal parada, así mismo hay que mencionar las costumbres influidas por la molicie, v.gr. durante el renacimiento o en nuestros días, con el progreso de la cultura material y técnica. No obstante continuamente incluso en la época de mayor corrupción (lo que es la fuerza santificadora de la religión cristiana) han existido y existen auténticos reformadores)...

 

720. PRUEBA DE LA MENOR. TODO ESTO RECLAMA UNA CAUSA EXTRAORDINARIA, SOBRENATURAL. En efecto ordinariamente las instituciones humanas si es que alcanzan alguna estabilidad, se conservan o bien por las armas y la fuerza o bien por la coacción, respecto a aquéllos a los que les arrancan la sumisión; o bien adormeciendo a los hombres mediante placeres o prometiendo estos, o a base de dinero y de otros medios parecidos..., y durante algún tiempo (ciertamente no durante largo tiempo) a base de sutilezas retóricas...

 

Sin embargo la religión cristiana no usa de estos medios; sino que triunfa en Cristo Jesús mediante la abnegación, mediante la elocuencia que no es de índole humana, etc...

 

Añádase también esto: aunque las instituciones humanas con tales medios hayan alcanzado alguna época de conservación no han mantenida ésta durante largo tiempo.

 

Los imperios, incluso los más florecientes, caen por "teoría"; Otras sociedades humanas envejecen y se desvanecen...; mediante. situaciones acomodaticias no solo pierden su aspecto antiguo, sino su constitución antigua y se cambian. Los sistemas filosóficos se suceden unos a otros y desaparecen... Los perseguidores pasan y su poder se desvanece...; de tal forma que alguien ha podido decir acerca de los enemigos de la iglesia que hemos citado: "he visto al impío altamente ensalzado y extenderse como árbol vigoroso. Pero pasé de nuevo y ya no era; le busqué y no le hallé" (Salmos 36,35s). Y si tal vez se halla podido ver que alguna sociedad o imperio se mantenía largo tiempo en Asia.... esa inmutabilidad no ha sido una estabilidad vital, sino que se puede decir que ha sido la inmutabilidad de los cadáveres momificados.

 

721. En cambio la religión cristiana, y en verdad según la reconocemos en el catolicismo (acerca de la cual es de la que argumentamos) permanece sin cambios ya a lo largo de veinte siglos en el fin de los medios de santificación, en la doctrina, en la organización y jerarquía, en la serie ininterrumpida de Romanos Pontífices; lo cual es verdaderamente admirable y extraordinario sobre todo siendo así que tantas naciones, culturas, pueblos, costumbres.., constituyen una dificultad respecto a la unidad, y deben someterse a la misma doctrina... y a la misma organización y al mismo pastor y en esta institución se debe realizar la sumisión incluso respecto a los actos internos y a los datos concretos y particulares...

 

Ahora bien la religión cristiana de las persecuciones surgen con nueva vida y vuelve a florecer manteniéndose la misma; de forma que se le puede aplicar la siguiente expresión: "habiendo sido segada, reverdece con pujante lozanía"; y aquella expresión: "la salvación de nuestros enemigos" (véase S.Lucas 1,6=71).[8]

 

Y no solamente aparece la Iglesia saliendo de las persecuciones y de las tormentas borrascosas sin cambios y más fuerte, sino también más fecunda cada día de forma que con razón admiramos continuamente en ella no la ancianidad ni la fatiga sino su juventud juntamente con su madurez: nuevos santos, nuevas obras, nuevas misiones, nueva y más amplia difusión...

 

722. Siendo esto así, consta absolutamente que la estabilidad invencible de la religión cristiana dentro de la unidad estricta y al mismo tiempo difundida católicamente, es un hecho fuera del orden común de la naturaleza, para. lo cual se requiere la intervención extraordinaria de Dios, la cual no puede darse en favor de una religión que se dijera de un modo falso que hubiera sido revelada.[9]

 

723. OBJECIONES.

 

1. La religión cristiana ha usado del brazo secular para su conservación.

 

Respuesta: Este auxilio le ha faltado en las principales circunstancias y por cierto y en las más difíciles en concreto en tiempo de las persecuciones en los primeros siglos, y después sucesivamente en distintos lugares, se podría decir a lo largo de la historia entera de la Iglesia -Ahora bien incluso suponiendo este auxilio se pregunta ¿cual es la explicación adecuada de por qué la religión ha obtenido este auxilio y ha ejercido tal influjo entre los príncipes y gobiernos que la ayudaron?

 

2. La Iglesia está sujeta a evolución y no se mantiene una y la misma.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. En lo accidental, concedo; en lo sustancial, niego. Hasta los adversarios mismos confiesan que la Iglesia actual es la misma que la del tiempo de San Clemente Romano (a finales del siglo I) incluso la misma que en tiempos de San Pablo.

Y aunque alguno dijera que la Iglesia solamente a partir del siglo III sigue siendo la misma, de esto tiene que explicar el por qué:

1) a lo largo de tanto tiempo en medio de tantas borrascas y tormentas contrarias a ella ha permanecido siendo la misma y una sola.

 

3. La Iglesia ha mantenido la unidad por el hecho de que ha arrancado los miembros protestantes y disidentes.

 

Respuesta: Esto ciertamente es verdad. Sin embargo todavía queda por explicar cómo incluso habiendo sido tantos los disidentes y los que la han atacado, se ha mantenido sin embargo siendo una religión no meramente nacional sino universal y única.

 

4. Esto se explica a causa de la organización y de la constitución social de la Iglesia, en concreto en virtud del principio de autoridad.

 

Respuesta: Sin embargo aun se echa de menos la explicación natural del por qué pudo tener tal organización, y conservar esta a pesar de haber tantas pasiones internas de los hombres que persiguen una libertad sin freno y a pesar de ser y haber sido tantos los asaltos externos que han atacado y atacan a la organización de la Iglesia.

 

5. También el Mahometismo y el Budismo se conservan largo tiempo de un modo natural.

 

Respuesta: no formulamos el argumento partiendo de la simple conservación, y de la larga conservación sino del modo como la religión cristiana se ha conservado; a saber en la unidad católica y en una estabilidad invencible a pesar de las dificultades internas y de los ataques exteriores. Por otra parte es conocido como el Mahometismo y el Budismo y las otras religiones se han propagado rápidamente echando mano de medios totalmente naturales, véase n.704, 13.14.

 

6. También el Judaísmo ha sido fuertemente atacado y dispersado a través el orbe y todavía continua conservándose.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Esto responde exactamente a las profecías que fueron hechas en favor de la religión cristiana (véase, n.512-520.535-539), la cual por consiguiente se confirma en virtud de este cumplimiento de las profecías concedo; esto indica un auxilio especial de Dios y en favor de la religión judía, como confirmando a ésta, niego. Y téngase en cuenta que el judaísmo se conserva como pueblo; sin embargo debemos conocer que como religión ha perdido el templo en el cual era menester el que ellos realizaran el acto de adoración, igualmente han perdido los sacerdotes (aunque tengan rabinos asimismo han perdido el sacrificio, e igualmente los preceptos rituales y las ceremonias de la ley mosaica les han venido a resultar imposibles. Ahora bien todo esto que pertenece a la religión judía es bastante circunstancial de forma que dicha religión no puede decirse que se conserva en los elementos esenciales.

 

7. Si la religión cristiana se mantiene y se mantendrá en virtud del auxilio especial de Dios no será necesario el que los cristianos la defiendan en tiempo de las persecuciones ni que las leyes y los gobiernos la protejan.

 

Respuesta: 1) Que cada uno cumpla su deber. En efecto ni aquél auxilio especial de Dios excluye más aún supone, las gracias de Dios que ayudan a que se cumplan los deberes sociales y públicos de los cristianos en favor de la Religión; y este cumplimiento está supeditado a la providencia divina que procura la protección en favor de la religión cristiana.

2) Aquél auxilio especial en favor de la religión cristiana no se afirma respecto a la religión de forma que se atienda y se provea providencialmente en este o en aquel lugar concreto, sino en general; de donde la prosperidad de la religión cristiana puede estar condicionada en esta o en aquella parte el mundo a la cooperación de los hombres en promover y defender la religión cristiana.

 

724. ESCOLIO. ACERCA DEL MISTERIO DEL AMOR Y DEL ODIO HACIA JESÚS. 1. EL HECHO DEL AMOR A JESÚS.

 

Respecto a los otros hombres que han sobresalido por su historia y por su vida guardamos recuerdo, les tenemos admiración...; en cambio respecto a Jesús le profesamos amor en un sentido ciertamente verdadero, verdadero en grado supremo, más aún en grado plenamente íntegro y cabal.

 

Los hombres se han contentado con ser amados por unos pocos, mientras ellos mismos estaban presentes y vivían en este mundo; respecto a personas de épocas venideras y extrañas, respecto a personas que no tienen con ellos lazos de parentesco, y ni que decir tiene respecto al mundo entero, no reclaman el que se les ame después de su propia muerte, Jesús en cambio pidió este amor y se constituyó en centro universal de todos los corazones.

 

Y Jesús de hecho ha conseguido este amor lleno de fervor y en grado sumo. En efecto una madre con amor vehemente, pasando por alto a María Magdalena, a San Juan Evangelista y a San Pedro Apóstol, por el fogosísimo apóstol San Pablo, por San Ignacio Mártir y por la Iglesia entera de los mártires que ansiaban dar su vida, su sangre, todas sus facultades en aras del amor a Jesús; fue amado entrañablemente por los discípulos que le servían con fidelidad y con fortaleza y que extendieron su reino hasta las legiones extremas; fue amado por las innumerables vírgenes, por Santa Inés, por Santa Cecilia (léase el oficio de éstas).[10]

 

Por Santa Teresa de Jesús, por Santa Magdalena de Pazzis, por Santa Margarita Maria de Alacoque, por Santa Teresita del Niño Jesús....; por jóvenes, por ancianos, por sabios, por ignorantes y por rudos... Los prodigios del amor a Jesús pueden ser narrados en verdad con más abundancia y hasta el infinito; pero tampoco es necesario, puesto que se trata de un hecho totalmente evidente por lo que concierne a nuestro propósito. Y sin embargo: "ni la lengua lo puede decir, ni la escritura lo puede expresar: solamente el que lo ha experimentado puede creer que es amar a Jesús..".

 

Ahora bien este amor no hay que pensar que proviene de una disposición enfermiza del cuerpo, sobre todo entre los más eximios amadores de Jesús ya que posee efectos robustos pacificadores, en medio de una enorme fortaleza para emprender acciones grandiosas...

 

725. ¿POR QUE ESTE AMOR? Al explicar este amor se pueden dar muchos argumentos apologéticos.

 

Y en primer lugar el que Jesús haya pedido tal amor, siendo así que con toda certeza fue enormemente sensato (véase n.456s) es señal de que él no solamente fue LEGADO DE DIOS sino también Dios (véase n.435, c). En efecto ninguna persona que esté en sus cabales se atreve a constituirse en centro universal de todos los corazones, si no es Dios.

 

Además en este hecho del amor se da el cumplimiento de la profecía dada por Jesús.

 

Por último, dado que la razón suficiente de este amor no se haya más que en algún hecho fuera del curso común de la naturaleza que confirma la religión en la cual se halla tal amor. En efecto los hombres aman a los que están presentes en un lugar o a sus contemporáneos, a los demás que están distantes en cuanto al lugar o que ya han muerto, con toda certeza al paso del tiempo van disminuyendo en el amor, Jesús en cambio es amado principalmente después de su muerte.

 

Los hombres aman a sus parientes, a sus amigos... de forma mutua y con límites restringidos. Jesús en cambio es amado universalmente. Los hombres aman sobre todo a causa de haber obtenido ventajas o a fin de obtener éstas principalmente cuando estas ventajas son sensibles, Jesús en cambio pide la negación propia y la muerte y no promete ni da bienes principalmente'' sensibles sino insensibles.

 

El amor humano va decreciendo aunque se prometan amor perfecto "y no raras veces se enfría a los pocos días o incluso se convierte en odio; en cambio el amor a Jesucristo crece más bien continuamente, y muestra un aspecto característico de eternidad

 

Luego el amor respecto a Jesús tan grande -tan sumamente tierno -universal -constante -y rico es sobrenatural y exige un auxilio divino especial.

 

726. Lo cual se confirma también considerando los frutos producidos en virtud de éste amor admirables y extraordinarios en grado sumo y muy nobles... Del mismo modo considerando los efectos admirables que provienen de este amor en el alma. Luego este amor era y es bueno, y conforme y de acuerdo con su objeto en cuanto que es de verdadero. Luego Cristo era Dios, ya que en otro caso de un amor viciado, falso y perverso, hubieran surgido frutos buenos y sumamente extraordinarios en la verdadera sabiduría y en la verdadera santidad. Lo cual iría contra el principio de causalidad y contra el orden de la providencia divina.

 

727. 2. DEL ODIO CONTRA JESÚS Y CONTRA SU RELIGIÓN Suele llamarse misterio del odio ya que en realidad de verdad no se entiende porqué proceden así los hombres y a duras penas con dificultad puede explicarse en virtud de las solas leyes naturales psicológicas.

 

En efecto este odio:

 

a) es injusto y no se da en el razón suficiente, en realidad si lo afirma alguno se le ha tenido y se le tiene odio a Jesús el cual paso haciendo bien (Hech.Apóst. 10,38). De forma semejante el odio respecto a la Iglesia la cual prosigue la obra de Jesús y ha aportado innumerables bienes a la vida privada y pública de los hombres, a la ciencia y a la cultura, al arte, a los pobres y a los abandonados, también es injusto y no se da en el razón suficiente ya que se la odia sin motivo alguno. 

b) este odio es perpetuo e implacable ya que hasta los monstruos del género humano, como Nerón y otros emperadores..., después de su muerte son menospreciados con el olvido.

c) Este odio es singular. Pues no se dirige contra otros fundadores de religiones como Buda, Mahoma...

d) Este odio es eficaz e intenso, a saber, no solamente consiste en un cierto desagrado y en una aversión de tipo platónico sino que pretende alcanzar su efecto a base de toda clase de [ ] y de esfuerzos.[11]

 

728. QUE SE DESPRENDE DE ESTE ODIO. En primer lugar se realiza en él el cumplimiento de las profecías, y Cristo se convierte en sello de contradicción (S.Lucas 2,34). Además, puesto que los efectos de este odio no son buenos, sino perversos y no conducen a la perfección moral y a la santidad así como conducen a esta perfección y santidad el amor a Cristo, sino que llevan a la corrupción moral y a la ruina de los pueblos y de los individuos, es señal de que este odio no es conforme al orden objetivo de las cosas, esto es que en la realidad, Cristo no es digno de odio sino de amor.

 

Ahora bien los responsables de este odio no son los hombres virtuosos, los santos, sino por el contrario son los hombres corrompidos, soberbios y entregados a los deleites carnales. Ahora bien puesto que la Iglesia va en contra de estas pasiones y siempre ha ido en contra de ellas, aparece por esto el por qué se la odia. Ahora bien la diferencia en el hecho de que a la religión católica se le odie y en cambio a las otras religiones no sea así, es señal de que las otras religiones o bien son condescendientes con las pasiones, permitiendo éstas, o bien al menos no las vencen de una forma eficaz.

 

TESIS 40. EL MARTIRIO DE UN NUMERO TAN GRANDE DE CRISTIANOS PRUEBA EL ORIGEN DIVINO DE LA REVELACIÓN CRISTIANA.

 

729. Este nuevo criterio para confirmar la revelación divina de la doctrina propuesta por Jesús parece que puede reducirse al criterio interno en cuanto examen de la doctrina en los efectos producidos, ya que e l martirio es fruto de la doctrina que conforta hasta el derramamiento de sangre.

 

730. NOCIÓN DE MARTIRIO. MÁRTIR significa testigo. Los discípulos de Jesús debían ser testigos de él (S.Lucas 24,48; Hech.Apóst. 1,8.22; 2,32...). Como quiera que los cristianos eran acusados a causa de su religión, generalmente se les sometía a un interrogatorio y ellos respondían dando testimonio en favor de Jesús y de su doctrina. A causa de este testimonio, los apóstoles y muchos otros fueron matados, y de este modo daban testimonio no solo verbalmente, sino también con sus obras, a saber, padeciendo la muerte. Este era y es el testimonio perfecto.

 

¿Qué es lo que testifican los mártires? -los mártires eran y son testigos de las verdades cristianas que profesan, a saber son testigos de las verdades de fe y todos los hechos, que lleve consigo la fe misma, tanto si los mártires mismos han visto estos hechos (en este caso son testigos inmediatos y se trata de un testimonio estrictamente histórico), como si simplemente lo han oído o lo han recibido por tradición (y en este segundo caso son testigos mediatos), o bien si están persuadidos de cualquier manera que sea acerca de estos hechos.

 

731. CONDICIONES DEL MARTIRIO. El martirio del cual tratamos y del cual se trata en Teología es: a) un sufrimiento voluntario, b) de un suplicio mortal, y todo imposible; c) soportado con paciencia y con firmeza, d) a causa del odio contra la fe o la ley cristianas.[12]

 

a) Es un sufrimiento voluntario, ya que es un acto de virtud, para el cual se requiere la voluntariedad. Esta voluntariedad debe ser al menos habitual, esto es, basada en una disposición que se tiene habitualmente de soportar la muerte por testimonio de Jesucristo; por tanto el que sufriere tal tormento bien en una situación inesperada, bien durante el sueño, sería considerado como mártir, si su disposición habitual era la de soportar la muerte como testimonio de Cristo. No obstante el sufrimiento voluntario aparece y consta de una forma más plena, si se da la facultad de deliberar o de librarse del sufrimiento negando la fe.

 

En los niños, en los cuales no puede darse este aspecto de voluntariedad, sin embargo puede darse "per accidens", un verdadero martirio, como sucedió en el caso de los Santos Inocentes mandados matar por Herodes.

 

732. b) De un suplicio mortal, a fin de que el testimonio sea perfecto y comprobado mediante algo entrañablemente querido, a saber la vida. Ahora bien la muerte puede seguirse inmediatamente, esto es en los tormentos mismos, o mediatamente como consecuencia de los tormentos; y así pueden ser mártires los que no murieron mediante el derramamiento de sangre, sino solamente como consecuencia de las heridas, dolores, y tratos inhumanos... sufridos en los tormentos. Si solamente soportaban el sufrimiento, y no se seguía la muerte, hoy se les conoce con el nombre de confesores (Véase S.Mateo 10,32).

 

733. c) Soportado con paciencia y con firmeza, esto es con inspirada paciencia (véase n.746), a semejanza de Jesucristo, el cual fue a su pasión y a su muerte como va un cordero al matadero (véase Isaías 53, 7); por consiguiente sin oponer resistencia ni replicar, ni tampoco como un insensato, o un estoico, o un temerario, el cual diera la sensación de despreciar la vida en un exceso de osadía y de negligencia... El martirio formalmente entra dentro del acto y de la virtud de la fortaleza, ya que la fortaleza es el motivo del martirio "per modum virtutis elicientis", sin embargo "inclina ciertamente hacia él la caridad como primer y principal motivo, per modum virtutis imperantis... Y de ahí proviene el que el martirio es un acto de caridad en cuanto que ésta es la que ordena al acto y un acto de fortaleza en cuanto que ésta es la que lo realiza. De ahí también se sigue el que el martirio es una manifestación de ambas virtudes. Ahora bien el ser un acto meritorio, esto le proviene de la caridad, igual que cualquier acto de virtud y por tanto sin caridad no tiene mérito". Esto está sacado de la doctrina de Santo Tomás y de otros teólogos, si bien no de todos ellos.

 

Según lo anteriormente dicho se requiere para el martirio el estado de gracia y la caridad procurada de cualquier modo que sea. Y "el martirio mismo es según su especie más perfecto que los otros actos humanos, a modo de la señal del acto supremo de caridad", puesto que en el martirio el hombre da lo que especialmente ama entre los bienes de la vida presente, la vida misma; y acepta aquello que más le repele, la muerte misma, y por si fuera poco, en medio de dolores y de tormentos corporales...

 

Algunos dicen que es suficiente para el martirio la aflicción de los pecados, de forma que de este modo la justificación por el martirio se distingue de la justificación por el acto de caridad, sin embargo en realidad de verdad, el dar la vida (que es lo que el hombre más ama) por Dios es amar a Dios sobre todas las cosas y hay que decir que en general esto se hará por amor de benevolencia, amor extraído de la fe. Por consiguiente generalmente y en la práctica será un acto de caridad.

 

734. d) Por odio en contra de la fe ó de la ley cristiana, en aquéllos que son la causa del suplicio, al menos la causa moral, por ser los que lo ordenan o lo aconsejan... Y si bien los perseguidores puedan fingir otros motivos (v.gr. motivos de orden político), -o bien se ponga como pretexto alguna fórmula corrupta (v.gr. el crimen de lesa majestad del emperador o las superstición de la magia...), -o bien aunque se de otro motivo remoto (v.gr. el afán de riquezas...): sin embargo siempre el motivo próximo del perseguidor debe ser este odio en contra de la fe. Ahora bien profesamos la fe o bien explícitamente mediante las palabras, o también implícitamente mediante las obras, cuando alguno sostiene y no quiere desertar de la ley cristiana. Por ello también son mártires los que mueren a causa de la observancia de la virtud de la ley (v.gr. Santa Maria Goretti, S.Juan Neponceno...);[13]

 

Sin embargo siempre debe darse la profesión de fe bien explícita, bien implícitamente.

 

Por tanto no es mártir aquél que recibe la muerte a causa de sus opiniones filosóficas o por motivos políticos. Pero sin embargo puede ser causa del martirio la defensa de alguna verdad científica a fin de que nadie diga la mentira, "en cuanto que la mentira es contraria a la ley divina"; y también la defensa de un bien de la patria, "ya que el bien malo puede resultar divino, como es el caso de cuando se refiere a Dios".

 

Pueden ser considerados mártires en presencia de Dios los herejes, si el motivo de su muerte es el odio en contra de la verdadera fe cristiana, la cual conservan en parte; y debe además estar de buena fe en sus errores específicos y tener la gracia y la caridad. Sin embargo la Iglesia no los venera como mártires, ya que han muerto fuera de la unión con ella.[14]

 

735. De forma apropiada SAN AGUSTÍN abarca en las siguientes palabras las condiciones del verdadero martirio: "...los mártires mismos fueron mártires de esta fe, esto es, fueron testigos de esta fe, dando testimonio de esta fe soportaron hasta el fin al mundo enemigo lleno de crueldad en grado sumo, de esta fe; y le vencieron al mundo no luchando en contra, sino muriendo...".

 

736. ESTADO DE LA CUESTIÓN. El martirio, a saber, esta constancia en fortaleza el hecho de dar testimonio en favor de la fe, puede considerarse:

 

1) Como cumplimiento de las profecías de Cristo respecto a las persecuciones de los discípulos y a la asistencia que iban a tener por parte de 'Dios en dichas persecuciones (S.mateo 10,17s; S.Lucas 21,12s; S.Juan 16,2.13; Hech.Apóst. 1,8);

 

2) puede considerarse como lo consideraremos aquí, a saber, como milagro tal realizado por Dios en confirmación de la doctrina de Jesucristo.

 

3) igualmente puede considerarse como un testimonio de enorme valor de la persuasión de muchos, acerca de la verdad de la doctrina cristiana, testimonio dado en verdad a la hora de morir; también consideraremos el martirio según este aspecto (n.759). De este modo tendremos en virtud de este último aspecto un argumento lógico en favor de la credibilidad de los hechos históricos que se dan por supuestos en la religión cristiana y, en general en favor de la verdad de esta religión; así como en virtud de la consideración del milagro moral que se da en el martirio de tantos cristianos tendremos un argumento divino.[15]

 

737. ADVERSARIOS. ENRIQUE DODWELL entre las Disertaciones Cipriánicas escribió "acerca del corto número de los mártires" (Oxford 1684) pretendiendo afirmar que el número de éstos no fue tan grande; cuya teoría ya fue refutada por Th. Ruinart en su edición de las Actas de los mártires.

 

Posteriormente EDUARDO GIBBON (siglo XVIII) y ERNESTO HAVET (SIGLO XIX) afirmaron lo mismo. Y recientemente (1951) H. GREGOIRE, que afirma que el número de mártires fue muy pequeño.

 

TEODORO MOMMSEN y HARNACK dijeron que fueron matados por motivos políticos y así estos autores no distinguen entre la verdadera causa del martirio y la fórmula jurídica.

 

G.BOISSIER reconoce ciertamente el gran número de los mártires sin embargo dice que su testimonio es señal de una conducción subjetiva de ellos no de la verdad objetiva de la religión.

 

738. DOCTRINA DE LA IGLESIA. PÍO IX al enumerar los distintos motivos de credibilidad dijo que se prueba, o al menos se confirma juntamente con otros argumentos, que la fe cristiana es obra de Dios "por la constancia de tantos mártires" (D.1638).

 

Entre los argumentos aducidos por el Concilio Vaticano I (D.1794) el martirio de un número tan

grande de cristianos está contenido implícitamente en la estabilidad invencible de la Iglesia;[16] Sin embargo en el Concilio vaticano I no se hace, basándose en el martirio de tantos cristianos, un argumento distinto de los otros que se aducen.

 

739. VALOR DE LA TESIS. Esta tesis es tradicional y solemne en la literatura patrística y en los autores. En efecto es apologéticamente cierta.

 

740. SE PRUEBA PRIMERO. El martirio como milagro moral. El hecho del martirio de muchos en la Iglesia Católica consta abundantemente, tanto en los primeros tiempos, como en otros más recientes;

 

Es así que este hecho demuestra un auxilio extraordinario de Dios, un milagro moral, que Dios no puede otorgar en favor de una doctrina falsa;

 

Luego el martirio de tan gran número de cristianos prueba el origen divino de la revelación cristiana.

 

PRUEBA DE LA MAYOR. A) CONSTA ABUNDANTEMENTE EL HECHO DEL MARTIRIO DE MUCHOS; y en primer término durante las doce persecuciones desde el año 64 (en tiempos de Nerón) hasta el año 363 (en tiempos de Juliano el Apóstata).

 

a) Hubo una gran multitud de mártires en todas las provincias del imperio romano; si bien no puede determinarse el número matemáticamente.

 

En primer lugar hay que decir que los libros sagrados muestran pruebas de distintas persecuciones, principalmente por parte de los judíos: Hech.Apóst. 6,8ss (hablando de San Esteban); 8,1ss (una gran persecución en la Iglesia de Jerusalém); 12,2 (martirio de Santiago...); véase 14,18; 21,30s. Igualmente 1 Pedro 4,12ss (...en la medida en que participáis en los padecimientos de Cristo...); Apoc. 20,4 (ví… las almas de los que habían sido degollados por el testimonio de Jesús...).

 

741. Los autores paganos hablan del gran número de los que, habían sido matados. TÁCITO, al hablar de la persecución de Nerón en Roma: "así pues habiendo sido apresados primeramente los que confesaban la fe, después siguiendo el rastro de éstos fueron convictos una ingente multitud no precisamente del incendio de Roma, cuanto del odio del género humano". DIO CASIO, al hablar de la persecución de Domiciano decía: "el mismo año Domiciano entre otros muchos mandó asesinar al cónsul Flavio Clemente, aunque era primo hermano suyo y aunque estaba casado con Flavia Domitila, y ésta era también pariente de Domiciano a la cual igualmente mandó asesinar, imputándoles a ambos el crimen de impiedad para con las deidades de Roma, por el cual crimen también fueron condenados muchos otros, los cuales se habían pasado a las costumbres de los judeocristianos. Parte de los cuales fueron asesinados, y parte despojados de sus posesiones". Y PLINIO EL JOVEN el año 411 consultaba a Trajano qué tenía que hacer respecto a los cristianos "sobre todo por el número de los que peligraban. En efecto muchos de toda edad, de toda condición, de ambos sexos corren también y correrán peligro". Y seguía diciendo Plinio el Joven que la religión cristiana se había extendido no solamente por las ciudades sino también por las aldeas y los campos...

 

742. Los autores eclesiásticos ponen de relieve con más claridad el gran número de los mártires, lo cual aunque a veces lo hagan de un modo oratorio, sin embargo da por supuesta una realidad totalmente evidente. Así CLEMENTE ROMANO habla de una gran muchedumbre de elegidos que se unió a los mártires Pedro y Pablo. E IRENEO coincide en lo mismo, recordando al mismo tiempo la universalidad y la exclusividad en los martirios en favor de la Iglesia: "...la Iglesia desde todos los lugares, a causa del amor que tiene a Dios, envía como avanzadas al Padre en todo tiempo muchedumbres de mártires, y todas las otras religiones no solamente no pueden mostrar en ellas esta realidad, sino que ni siquiera dicen que sea necesario este martirio". Por ello también CLEMENTE DE ALEJANDRÍA podía decir comparando los mártires cristianos con algunos fanáticos de la India: "vemos diariamente redundar las fuentes de nuestros mártires que ante nuestros mismos ojos son quemados, atormentados o condenados a muerte. A todos estos les ha adiestrado el respeto a la ley, el cual a manera de pedagogo les ha llevado a Jesucristo, a fin de mostrar su piedad incluso mediante el derramamiento de su sangre".

 

743. Y EUSEBIO DE CESARÉA hace distintas referencias a las diversas persecuciones...; entre las cuales dice lo siguiente acerca de la persecución de Diocleciano: al mártir Antimo, obispo de la Iglesia de Nicomedia, se le unió una enorme multitud de mártires, poco después en Melitina, región de la Armenia, y en Siria las cárceles estaban llenas de obispos, presbíteros, diáconos, lectores y exorcistas, de forma que ya no quedaba espacio alguno para aquéllos que habían sido condenados acerca de sus crímenes. Y habiéndose dado el tercer edicto de Diocleciano "a penas ya puede calcularse el número de todos los que a continuación sufrieron el martirio en cada una de las provincias, y principalmente el número de aquéllos que fueron matados a lo largo y a lo ancho de África, y de Mauritania y de la Tebaida y de Egipto...". Y dice acerca de los que sufrieron en Egipto (en la persecución de Diocleciano): "en aquella región diez mil ( μυρίοι τόν άριθμόν ) hombres con sus mujeres y sus hijos habiendo menospreciado la vida temporal en pro de la doctrina de nuestro Salvador soportaron distintas clases de muertes...". "Sin embargo sobrepasan a todo lo que se puede decir, los tormentos y los dolores que soportaron los mártires en la Tebaida... Y todos estos tormentos no solo lo soportaron unos pocos días ni durante un corto espacio de tiempo, sino que se les aplicaron continuamente durante el largo espacio de algunos años: ya que en esta ocasión sufrían el martirio diez, en otra ocasión veinte y más, algunas veces hasta treinta y sesenta, y no faltaban circunstancias en que eran matados cien varones y al mismo tiempo sus mujeres juntamente con los niños pequeños en un solo día, habiéndoseles aplicado distintos tormentos y cambiando estos tormentos de forma alternativa". -Y "los soldados armados asediaron una cierta ciudad de Cristianos en Frigia y habiendo arrojado fuego quemaron toda la ciudad juntamente con los varones y las mujeres y los niños que invocaban a Jesucristo Dios de todos. En efecto esto lo hicieron aquellos soldados por el hecho de que todos los habitantes de esta ciudad incluido el procurador mismo y los magistrados, juntamente con todos los varones ilustres y los plebeyos, confesaron que ellos eran cristianos, y de ningún modo estaban dispuestos a obedecer a los que les mandaban ofrecer sacrificios a los ídolos. -Y habiéndose renovado posteriormente la persecución, en la ciudad de Cesaréa en Palestina, "la ciudad entera estaba cubierta por todas las partes en derredor de vísceras y de huesos; de tal forma que jamás pareció nada más cruel ni más horrible incluso aquéllos mismos que antes eran hostiles a nosotros...".

 

744. Nada tiene de extraño el que TEODORETO prorrumpa en las siguientes palabras: "… ¿quién ignora cual fue el furor de Diocleciano, y de Maximiliano y de Magencio, y de Maximino, y de Licinio en contra de la piedad cristiana? No mataban ya a cristianos aislados, ni siquiera de dos en dos o de tres en tres, sino que los asesinaban en tumbas compactas o de mil en mil juntamente y aun diez mil de una sola vez. En algunas ciudades prendieron fuego a iglesias repletas de varones, mujeres y niños".

 

Las inscripciones, los martirológicos, las palabras que usan los escritores, coinciden en lo mismo: los mártires fueron innumerables.[17]

 

745. Y no había mártires exclusivamente en una sola provincia, sino que, según se ve por lo dicho anteriormente, en muchas provincias; más aún los Padres podían proclamar que en todas las provincias había habido martirios de los cristianos. Así SAN IRENEO dice: "la Iglesia en todo lugar...; SAN JUSTINO: "está a la vista que no hay nadie que nos espante ni reduzca a servidumbre a los que creemos en Jesús y a lo largo de todo el orbe de la tierra. En efecto cuando somos heridos por la espada, cuando somos crucificados, cuando somos echados a las fieras y arrojados a la cárcel y al fuego y a todos los otros tormentos no nos apartamos de la confesión cristiana según es manifiesto...". Y en el cuarto edicto de Diocleciano "se mandaba con una orden general el que todos los habitantes de todas las tierras y de todos los pueblos ofrecieran públicamente sacrificios y libaciones a los ídolos". Y "los edictos de Maximino en contra de los cristianos fueron publicados por doquier a lo largo y a lo ancho de cada una de las provincias".

 

Por ello pudo escribir LACTANCIO en tiempo de Diocleciano respecto a aquella persecución: "eran atormentados los mártires en toda la tierra [esto es en el imperio romano] y con excepción de las Galias, se ensañaban las cruelísimas bestias desde el oriente hasta el ocaso".

 

Y SAN HILARIO al hablar de las persecuciones a causa de la confesión de la verdad dice: "en efecto por este motivo hay en todo el orbe de la tierra santos y bienaventurados martirios de fieles confesores.. Por esto muchos han sido despojados de sus patrimonios, exiliados, metidos en la cárcel, heridos, abrasados en el fuego, asesinados...".

 

 746. b) Los mártires los había de toda edad, sexo y condición.

 

Para comprobar esto baste leer el martirologio; en él se lee entre los mártires los hay de todo grado, de toda condición social, de toda edad y sexo: habían nobles y plebeyos, cultos y rudos, niños y niñas, varones y mujeres, jóvenes y ancianos... LACTANCIO había hecho la siguiente reflexión sobre este hecho: "los bandidos y varones corpulentos no son capaces de soportar semejantes tormentos; gritan y lanzan gemidos, son vencidos por el dolor porque carecen de la paciencia de lo alto en cambio nuestros niños y mujercillas por no hablar de los varones, vencen con sus silencios a sus verdugos, y ni siquiera el fuego logra arrancarles un gemido... He aquí como el sexo débil que era frágil soporta el desgarrarse de todo su cuerpo no por necesidad, puesto que podrían evitarlo si quisieran, sino por voluntad libre que descansa confiadamente en el Señor".

 

747. c) Los tormentos de los mártires fueron muy crueles, tanto los tormentos físicos como los morales. Esta severidad de los dolores se demuestra ya por lo anteriormente dicho. Ya TÁCITO se expresaba así acerca de los mártires en tiempo de Nerón: "y a los que estaban en trance de morir se les ultrajaba de tal forma que fueron cosidos dentro de la piel de fieras salvajes y luego descuartizados por perros rabiosos; muchos eran crucificados o abrasados por las llamas y otros, cuando caía la tarde, sirvieron de iluminaría en los jardines. Nerón había ofrecido sus Jardines para el espectáculo y presentaba él un juego de circo, mezclado entre la plebe de conductor de cuadrigas o bien puesto en pié sobre un carro de carreras". Acerca de la crueldad de la persecución de Diocleciano en La Tebaida se expresa EUSEBIO del siguiente modo:

 

"sobrepasan todo lo que se pueda decir de palabra los tormentos y los dolores que sufrieron en La Tebaida los mártires, cuyos cuerpos fueron desgarrados hasta alcanzar la muerte mediante tejas puntiagudas que hacían el papel de garras las cuales les aplicaban a lo largo del cuerpo entero. Y las mujeres atenazadas de un pié puestas en vilo con la cabeza hacia abajo, y elevadas hacia lo alto con una especie de máquinas, presentaron un espectáculo infame y al mismo tiempo inhumano a todos los que lo presenciaban. Otros murieron atados a las ramas de los árboles. En efecto habiendo hecho unirse ramas de enorme consistencia que habían sido dobladas mediante ciertos instrumentos a modo de máquinas, y atadas a ellas por ambas partes las piernas de los mártires, dejaban que las ramas volvieran a su situación propia y natural a fin de que los miembros de los mártires en contra de los cuales habían inventado tales tormentos, quedaran despedazados en cuanto las ramas volvían a su situación normal... Incluso yo mismo, habiendo vivido en aquellas regiones he visto a un número enorme de mártires en montón en un solo día, a unos ciertamente decapitados, y a otros entregados a las llamas, de forma que las espadas mismas quedaban melladas, y no dando de sí para matar más se rompían y los asesinos mismos, estando ya sin fuerzas, se sucedían unos a otros...".

 

748. Entre éstos y otros innumerables actos de crueldad hay que recordar la prolongada permanencia que muchas veces duraban los tormentos y por lo cual la muerte tardaba en venir. Según dice LACTANCIO hablando de Donato "nueve veces sometido a distintos tormentos y suplicios, nueve veces venciste los suplicios y tormentos de los adversarios con tu confesión gloriosa. En nueve batallas derrotaste al diablo y a sus servidores; con nueve victorias triunfaste del mundo y de sus tormentos terroríficos...".

 

749. Hay que añadir muchas veces unos tormentos todavía más dolorosos: los tormentos morales. Ya que condenaban según dice TERTULIANO, al enocinio más que a los leones. Y también contribuían a atormentar moralmente a los mártires la presencia y las súplicas y las lágrimas de sus familiares; acerca de lo cual escribe con belleza SAN AGUSTÍN: "...¿qué daño les hicieron a ellos [a los mártires] las tentaciones de los que les atormentaban cruelmente? Mucho mayores eran los sufrimientos infligidos por los ojos llorosos de los parientes que los tormentos de los verdugos. ¡A cuántos detenían los hijos en el camino del martirio! ¡Cuántas esposas gemían abrazadas a las rodillas de sus maridos suplicándoles no las dejasen viudas! !Cuántos padres intentaban apartar a sus hijos de la muerte como leemos en la pasión de Santa Perpetua! Estos son los hechos. Sin embargo por gran cantidad de lágrimas derramadas y por mucha fuerza que estas tuvieran ¿cuándo iba a ser capaces de extinguir el ardor del fuego de la caridad que abrasaba a los mártires? ...".

 

750. d) Los mártires sufrían con fortaleza y constancia sublimes y por tanto con gran voluntariedad. En efecto poco antes presentábamos las palabras de LACTANCIO (véase n.746) el cual nos indicaba esto, al hacer notar que los mártires padecían sufrimientos tan horribles "no por necesidad, puesto que, podrían evitarlo si quisieran, sino por voluntad libre que descansa confiadamente en el Señor".

 

Y de una forma más expresa dice EUSEBIO respecto a los mártires de La Tebaida en tiempo de Diocleciano, después de describir los tormentos (véase anteriormente n.747): "yo he visto en verdad con mis mismos ojos en dicha época en primer lugar el ardor admirable de espíritu de los mártires, y la fortaleza y el gozo ciertamente alentados por la asistencia divina, de aquéllos que habían creído en Jesucristo Dios. En efecto apenas se había sentenciado a los primeros, cuando otros se precipitaron desde otra parte al tribunal del juez, confesando que eran cristianos. Y tenían ciertamente en poco todos los peligros y las múltiples clases de tormentos: por el contrario profesaban en alta voz y sin miedo alguno el culto de adoración al Creador supremo de todas las cosas, y llenos de gozo y alegría recibían radiantes de felicidad la sentencia de pena capital: de forma que cantaban en alabanza de Dios creador de todas las cosas, salmos e himnos y acciones de gracias hasta exhalar el último aliento".

 

751. Pueden multiplicarse los ejemplos. Así en la pasión de los santos Escilitas (año 180) según las Actas proconsulares, después de haber condenado a Espelato y a otros, todos clamaron: gracias a Dios. La misma fortaleza y voluntariedad aparecen en el martirio de Carpo, de Papiro, de Agatónico en tiempos de Marco Aurelio o en tiempos de Decio. De forma semejante San Cipriano, después de la sentencia: el obispo Cipriano dijo: gracias a Dios. También el Centurión Marino prefiriendo resueltamente en época de Galión elegir el códice de los evangelios antes que la espada militar,' fue coronado con el martirio. Y San Lorenzo "al ver que su obispo Sixto era conducido al martirio, empezó a llorar, no a causa del sufrimiento de aquél, sino por el hecho de que él se quedaba en esta vida. Y así comenzó a llamarle con estas palabras: ¿A dónde vas sin tu hijo, padre mío?; a dónde, ¿a dónde marchas con presura, sacerdote santo, sin tu diacono? Nunca acostumbrabas a ofrecer el sacrificio sin tu ministro; ¿padre, que es lo que en mí te ha desagradado? ¿Acaso has comprobado que soy indigno? Prueba en verdad haber si has elegido a un ministro idóneo..." y Sixto le responde: "hijo mío, yo no te dejo ni te abandono, aquí te esperan luchas de más importancia. Nosotros como ancianos recibimos la palma que se otorga a la carrera de una lucha menos costosa; a ti como joven que eres te aguarda un triunfo más glorioso sobre el tirano... " Y Lorenzo "a los tres días, como estuviera recibiendo el martirio del fuego puesto sobre unas parrillas, chanceándose del tirano, dijo: ya estoy asado de este lado vuélveme del otro y come.. De este modo vencía con el valor de su espíritu la naturaleza del fuego".

 

752. e) Los mártires padecían todos estos tormentos por la fe, en testimonio de la misma. Ya SUETONIO indica esto respecto al tiempo de la persecución de Nerón: los cristianos fueron atormentados con suplicios, [y ahora añade desde su punto de vista pagano], "reos de una superstición nueva y malsana". Y PLINIO EL JOVEN no condenaba a aquéllos "que negaran que ellos eran o habían sido cristianos, en el caso de que al dictárselo yo recurrieran a las deidades y suplicaran a tu imagen [del emperador Trajano]... con incienso y vino, y además hablaran mal de Cristo..."; lo cual lo confirma Trajano al responder a Plinio: "que el que negare que él sea cristiano e hiciera esto manifiesto en realidad, esto es suplicando a nuestras deidades, aunque hubiera sido sospechoso en el tiempo anterior de ello, alcanzara benevolencia por haber dejado de serlo". Esta misma causa de la fe cristiana aparece en las Actas antes citadas de la pasión de los mártires Escilitas y de Carpo, y de Papilo y de Agatónico y de otros. Y esto estaba en la conciencia tanto de los cristianos como de los paganos. Y por ello JUSTINO pudo escribir: "cuando somos arrojados a las fieras y metidos en la cárcel y echados al fuego y a todos los otros tormentos, no nos apartamos, según está claro, de la confesión de la fe cristiana".

 

Y TERTULIANO expresa de una forma compendiada esto mismo: "decís, no veneráis a las deidades, y no hacéis sacrificios en favor de los emperadores... Así pues somos acusados como reos de violación de las divinidades paganas y de lesa majestad del emperador. Esto es lo más importante de la acusación, más aún esto es la acusación en su totalidad..."

 

753. Por lo cual, si bien las fórmulas jurídicas de condenación hubieran sido la acusación de profanación de las deidades paganas que se les hubiera achacado a ellos, o la falsa acusación de magia, o el llamado crimen de lesa majestad, o de impiedad respecto a las 4 deidades paganas; y, aunque a veces otros motivos remotos hubieran sido razones de índole política, por ejemplo la avaricia de los asesinos (v.gr. en el martirio de San Lorenzo), el odio de la religión cristiana en los que mandaban asesinar a los mártires..., sin embargo los mártires morían en realidad de verdad por la fe y por el testimonio de la misma.

 

754. B) NUNCA HAN FALTADO EN LA IGLESIA LAS PALMAS DE LOS MÁRTIRES; y no solamente en los tres primeros siglos la Iglesia enrojece su túnica adornada por la púrpura de la sangre de sus mártires. Recuérdense también aquí las más famosas persecuciones que ocurrieron en tiempos posteriores y con martirios más numerosos: antes de mediados de siglo IV en Persia bajo el reinado de Safor II, en el siglo V en África la persecución de los vándalos; en los siglos siguiente muchos mártires en Europa a causa de la llegada impetuosa de los bárbaros, en España también hubo muchos mártires a causa de los Mahometanos que la invadieron y ocuparon y también en el siglo XVI en la rebelión de las Alpujarras; en tiempo de la pseudoreforma hubo numerosos mártires en Inglaterra, en Alemania, en Francia, en Irlanda...; a causa de la extensión del evangelio, ha habido constantemente martirios en Japón, en la India, en China, en América...; en tiempo de la revolución del siglo XVIII de nuevo hubo mártires en Francia; en el siglo XIX también hubo muchos martirios muy conocidos por cierto en las misiones de Asia... Igualmente en nuestros tiempos ha habido mártires en Rusia, en Méjico, en España, en China... Y estos martirios ciertamente han sido muy frecuentes, cuyo cómputo será muy difícil de hacer... Más aún últimamente también se canoniza a mártires, como a Santa Maria Goretti: así como nunca han faltado en la Iglesia los lirios de las vírgenes, así tampoco las rosas y las palmas de los mártires.

 

755. PRUEBA DE LA MENOR. ES ASÍ QUE TODOS ESTOS HECHOS DEMUESTRAN UN AUXILIO EXTRAORDINARIO DE DIOS. En efecto estos hechos considerados en su conjunto, de forma evidente y clara no pueden atribuirse:

 

1) A la naturaleza considerada en sí misma como si fuera capaz de tan gran fortaleza; ya que ésta rehuye espontáneamente los tormentos y la sola sombra de los mismos; sobre todo si uno debe mostrarse en ellos de una forma meramente pasiva: "el soportar es mas difícil que el atacar" (Santo Tomás). No obstante algunos, pocos por cierto, pueden afrontar la muerte como excepciones a la regla general llevados por su valor natural en favor de un "ideal" propio de ellos, o movidos por una persuasión subjetiva; sin embargo estos hechos son considerados como raros y suceden en raras ocasiones y son tenidos como heroicos, en cuanto que superan el modo común de obrar. Así v.gr. se tienen como heroicos los actos de Mucio Escevola y de Regulo, los cuales padecieron algunos sufrimientos por "un ideal" de la patria.[18]

 

Luego estos actos se deben no solamente a la naturaleza, sino en unión con un gran "ideal", lo cual no se da de un modo natural en una gran multitud; en cambio los mártires eran innumerables.

 

756. 2) Y no se deben a las pasiones internas de una excitación de la naturaleza

 

a) no se deben a una soberbia estóica, que menosprecia de una forma despectiva los dolores, pretendiendo de esta manera, con una visión fatalista, superar el "fatum" o humillar al adversario: en efecto los mártires por el contrario sufrían con mansedumbre y humildad. Ni tampoco esta soberbia estoica pueden tenerla muchos sino unos pocos filósofos o algunos sobre todo adiestrados en la milicia y en la vida dura: en cambio los cristianos eran ancianos, niños, muchachas, mujeres... en último término los había de toda condición.

 

b) Ni tampoco los mártires estaban excitados por las pasiones de la terquedad o del fanatismo: en efecto consta por las Actas de los mártires su serenidad y su prudencia en las respuestas; y de ningún modo se dejaban llevar por la violencia, la arrogancia y la imprudencia de los fanáticos... De tal forma que estas Actas a veces fueron destruidas por los paganos mismos, a fin de que dichos paganos no aparecieran derrotados por la admirable serenidad y prudencia de los mártires en las respuestas que les daban. Además tal fanatismo no sería posible en tantos hombres. Ni tampoco los mártires, rechazaban la violencia con la violencia, a lo cual induce la terquedad, sino que amaban con amor heroico y lleno de mansedumbre a sus mismos enemigos.

 

c) Ni tampoco se deben a las pasiones de temeridad o de riesgo imprudente, o a causa de la falta de un justo temor; ni por audacia o un exceso de osadía; en efecto muchas veces aquéllos voluntariamente no alcanzaron la corona; sino que muchos otros huyeron o estaban escondidos; y muchas veces los decretos de los obispos prohibieron que los cristianos se presentaran espontáneamente a los paganos.[19]

 

d) Y tampoco hacían esto los mártires a causa de una brutal insensatez: en efecto muchos eran sabios, y todos respondían sabia y sobriamente.

 

757. 3) Y todos estos hechos tampoco pueden atribuirse a una naturaleza que se deja llevar por motivos extraños:

 

a) de ganancia temporal: pues ésta evidentemente no sé daba,

 

b) de afán de honra: muchos morían siendo desconocidos y formando un gran conjunto, otros eran niños o ancianos; todos se mostraban como verdaderamente honrados y no presuntuosos, sino que desconfiando de ellos mismos, ponían su confianza únicamente en Dios y es a El solo al que buscaban con corazón sincero.[20]

 

c) los motivos de la esperanza de la eternidad bienaventurada en Dios, y de ejecutar un deber por un acto de amor a Dios, estos motivos ciertamente sí se daban. Sin embargo se daban con una iluminación y una confortación extraordinarias y sobrenaturales. En efecto teniendo en cuenta la común fragilidad, estos motivos no tienen fuerza sin una ayuda sobrenatural; ya que la naturaleza no se mueve mucho por los bienes que no son sensibles -o futuros-; muchos ni siquiera vencen así las tentaciones y las dificultades ordinarias.

 

758. Luego el martirio de tan gran número de cristianos demuestra un auxilio extraordinario y sobrenatural, el cual es un milagro moral, dado por Dios en confirmación de la revelación cristiana.[21]

 

759. SE PRUEBA SEGUNDO. EL MARTIRIO EN CUANTO TESTIMONIO DE UNA GRAN MUCHEDUMBRE. El testimonio de una tan gran -y tan diversa -multitud, -incluso de varones prudentísimos, -ofrecido con serenidad -en presencia de los tormentos -y de una muerte enormemente cruel, -indica la persuasión totalmente firme de la verdad de la doctrina cristiana-; y no existe ningún hecho histórico, ni ninguna doctrina, de los cuales hayan dado testimonio tantos miles de personas.

 

Es así que la razón suficiente de esta persuasión y de este testimonio no puede consistir en la ignorancia, en la precipitación, en la terquedad, 'en el fanatismo...; sino solamente en la verdad objetiva de los motivos los cuales impulsaban a aquella multitud en presencia de la muerte; a no ser que alguien diga que la razón suficiente de esta persuasión y de este testimonio brotaba del auxilio sobrenatural de Dios, lo cual no puede tenerse como falso; luego el martirio de un número tan grande de mártires es un testimonio de enorme valía en favor de la verdad cristiana.[22]

 

760. A este propósito San Jerónimo dice con bellas palabras: "el triunfo de Dios es la pasión de los mártires; y el derramamiento de sangre por el nombre de Cristo, y la alegría en medio de los tormentos. En efecto cuando alguien viera que los mártires se mantenían firmes con una perseverancia tan grande, y que eran atormentados, y que se gloriaban en sus propios tormentos, el buen olor del conocimiento de Dios se extiende entre los pueblos, y sobreviene un oculto pensamiento de que, si no fuera verdadero el Evangelio, nunca sería defendido con el derramamiento de la sangre. Pues no se trata de una confesión atractiva ni a la que le aguarden riquezas, ni que esté exenta de peligros; sino que es una confesión que se da dentro de las cárceles, en medio del sufrimiento de las heridas, siendo perseguidos, soportando el hambre, la desnudez y la sed. Este triunfo es la victoria de Dios y de los apóstoles".

 

761. OBJECIONES.

1. Muchos luchan fuertemente y mueren por la patria o por un error, luego sáquese la consecuencia.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Muchos luchan activamente no pasivamente, y luchan de cualquier modo, a saber, muchas veces enfurecidos, y coaccionándose mutuamente, y con el objeto de huir de penas muy dolorosas o de la ignominia que caería sobre ellos si huyeran, o a causa de la esperanza de un premio temporal, y no presentándose ante una muerte segura, concedo; muchos hacen esto también de modo heroico, niego (pues tampoco se trataría entonces de actos heroicos los cuales se supone siempre que son extraordinarios).

En cambio los mártires eran muchos -y sufrían pasivamente -y con verdadera libertad -y sin esperanza de un premio temporal -y sin coacción. Ahora bien respecto a los actos heroicos de algunos hombres, estos héroes son muy pocos, y generalmente se trata de hombres endurecidos en el trabajo o en la acción de resistir: en cambio los mártires fueron muchos, y muchos de ellos débiles, como los ancianos, las mujeres, las niñas...

 

2. Los mártires a veces censuraban a los jueces; luego no soportaban con paciencia los tormentos.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Censuraban y reprendían a los jueces a causa de los tormentos que ellos mismos padecían o debían padecer, niego (sino que por el contrario, Cipriano y otros respondían: "gracias a Dios"; véase n.751); censuraban a veces a los jueves por su inhumanidad respecto a otros, v.gr. respecto a las santas vírgenes y a los ancianos, concedo; ahora bien en este caso se trata de una obra virtuosa.

 

3. En naciones paganas, en la India, había viudas que se daban a sí mismas la muerte después de haber muerto su marido arrojándose al fuego; o también había y recientemente ha habido nobles que después de la muerte del emperador iban al encuentro de una muerte voluntaria; o sacerdotes paganos que se herían en honor de las deidades paganas (véase, 3 Reyes 18,28).

 

Respuesta: Téngase en cuenta la infamia que se hubiera originado para estas víctimas a causa de perversas e insensatas opiniones; o téngase en cuenta también la alabanza humana, tras la cual iban; y la coacción del populacho respecto a estas acciones bárbaras e irracionales.      Por último tales hombres ni son tantos ni de toda condición ni eran atormentados con tormentos prolongados, como lo fueron los mártires cristianos.

 

4. La esperanza de la vida inmortal incluso meramente tenida como tal, explica naturalmente aquella fortaleza de los mártires; así ocurre entre los mahometanos que sucumben luchando con fuerza en la guerra; así entre los hebreos según palabras de Tácito: "juzgan que son eternas las almas de los que han muerto en la batalla o en medio de los suplicios; de ahí el deseo de engendrar y el desprecio de la muerte".

 

Respuesta: La sola esperanza natural no da la paciencia y la fortaleza, como es la que hemos visto en los verdaderos mártires. Por lo que atañe a los mahometanos adviértase que ellos se comportan en la guerra no de una manera pasiva, sino de un modo agresivo y dejándose llevar de un ímpetu pasional; luego hay una radical diferencia con los mártires. Y lo que se dice de los hebreos, si es que por error del historiador este hecho hace alusión a los cristianos, los cuales murieron con verdadera paciencia, puede aceptarse el que éstos se sintieron movidos por la esperanza, pero ciertamente por una esperanza sobrenatural; en cambio los otros o no fueron matados soportándolo con esta paciencia, o juntamente con la esperanza les movía la mayor parte de las veces a la resignación también otro elemento de índole natural.

 

5. Según Dodwell el martirio de los cristianos se explica naturalmente:

 

a) Por la índole obstinada de los galileos que pasó a los primitivos cristianos;

b) por la austera disciplina del cristianismo primitivo en la cual se ejercitaban los cristianos;

c) por el deseo de fama;

d) por la esperanza de la gloria futura.

 

Respuesta: a) los mártires no solamente fueron galileos; y es ridículo pensar que aquella índole de los galileos pasó a tantos otros de tan diversos pueblos.

b) El carácter se fortalece ciertamente con la disciplina y abstinencia austeras que existían en la primitiva Iglesia; sin embargo muchos cristianos pocos días después de la aceptación de la fe debían inmediatamente dar testimonio martirial de ella; y no se explicaría por consiguiente el porqué un número tan grande de cristianos se habían formado un carácter tan extraordinario.

c) Con toda certeza en los mártires no se daba el deseo de la fama.

d) Tenían la esperanza de la gloria sin embargo esta esperanza no comporta de un modo natural con tanta firmeza, como sin embargo se da en los mártires.

 

6. También hubo mártires cristianos fanáticos, como aquéllos que, durante la persecución de Diocleciano, "tanto varones como mujeres movidos por un cierto entusiasmo divino que no puede explicarse verbalmente, se dicen que saltaron a la hoguera ardiente; o también aquellas vírgenes que para evitar la violación "arreglándose los vestidos con honestidad y decencia se lanzaron a la corriente del río".

 

Respuesta: Distingo el antecedente Los verdaderos mártires obraron de una forma tan insensata, como v.gr. los donatistas los cuales, después de confesarse, sedaban la muerte, niego. Obraron así a causa de un motivo de virtud, por inspiración divina, concedo.

 

7. También el Tribunal de la inquisición hizo mártires herejes, luego sáquese la consecuencia.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Los hizo mártires por odio a la fe y sin motivo alguno y sin causa, niego; decretó que aquéllos debían ser matados por un crimen, que era la causa de la perturbación en la nación y en la Iglesia, subdistingo: y aquéllos [padecían] ordinariamente en paz y con una paciencia inspirada, niego. Padecían de modo frenético, concedo.

 

8. Los judíos también fueron matados por los cristianos por odio a la fe.

 

Respuesta: Fueron matados en mucho menor número que los cristianos; y no todos padecían con paciencia inspirada, sino que muchos se mataron a sí mismos; y no fueron matados por odio a la fe sino por la avaricia de ellos, al menos una avaricia que se tenía por tal, y por odio de la raza.

 

9. Los herejes también tuvieron sus mártires.

 

Respuesta: 1) No muchos según dice IRENEO: "la Iglesia... envía como avanzadas en todo tiempo una multitud de mártires al Padre, y al contrario todas las otras religiones no solamente no pueden mostrar este hecho en ellas, sino que dicen que ni siquiera es necesario tal martirio".

2) Tuvieron algunos a manera de actos heroicos particulares puede pasar, pues en muchas ocasiones se dieron señales no de mansedumbre, sino de fanatismo y soberbia; o, si dichos protestantes estaban de buena fe como parecía que estaban los de Uganda los años 1885-1886, entonces puede admitirse que estos sufrieron un verdadero martirio, no en cuanto protestantes, sino en cuanto cristianos.

 

10. Luego de hecho los herejes, así como también los cismáticos, tienen sus mártires.

 

Respondo de nuevo: Los herejes formales son mártires, niego, ya que al rechazar de mala fe la autoridad de Dios y el magisterio auténtico de la Iglesia, no pueden dar testimonio en favor de la fe. En cambio los herejes materiales, subdistingo: respecto a un hecho particular, concedo; en favor de su secta, niego.

 

11. Luego pueden darse herejes y cismáticos mártires.

 

Respondo de nuevo: Reduplicativamente en cuanto tales, niego; especificativamente, concedo (véase anteriormente n.734).

 

12. Los herejes pueden tener verdaderos mártires incluso respecto a sus errores específicos. Por ejemplo: si los herejes están de buena fe en sus errores, Dios debe darles la gracia para soportar la muerte en testimonio de su fe específica, ya que deben seguir necesariamente su conciencia invenciblemente errónea.

 

Respuesta: Va en contra de la providencia divina el confortar en favor de un error; ahora bien la Iglesia entera y los mártires argumentaban en virtud de este auxilio divino para probar la verdad de la fe católica. Y aun en la hipótesis, hipótesis que no concedemos, de que se dieran tales herejes confortados por inspiración divina para soportar la muerte, ciertamente no serían muchos, a fin de que no indujeran a los hombres a error. En dicha hipotética profesión de la fe por parte de éstos, Dios les otorgaría la gracia de la iluminación a fin de que reconocieran la fe verdadera.

 

13. Según Orígenes no fueron muchos los mártires cristianos: "[Dios] impidió en las ocasiones oportunas a aquéllos que se iban a levantar contra los cristianos y tenían pensado matar a estos cristianos. Pues a fin de que otros se acordaran y viendo los pocos que sufrían el martirio en favor de la piedad se hicieran más fuertes y despreciaran la muerte, un número corto de cristianos a intervalos de tiempos y que se pueden fácilmente contar sufrieron la muerte en favor de la religión cristiana. Sin embargo Dios nunca permitió el que se extinguiera el pueblo cristiano....

 

Respuesta: Orígenes escribía el año 248 antes de las persecuciones más feroces; sin embargo incluso las expresiones que él dice, las indica de una forma relativa, a saber para afirmar que los cristianos nunca se habían extinguido.

 

14. Sin embargo es extraño creer que Dios permita tantos tormentos y persecuciones hasta la muerte precisamente de aquéllos que han abrazado su verdad, luego el martirio de los cristianos más bien debilita la verdad de la religión cristiana.

 

Respuesta: Distingo el antecedente. Esto es extraño para aquéllos que juzgan de un modo natural y no quieren darse cuenta lo que es propio del Espíritu de Dios (véase, 1 Cor. 2,14), concedo; es extraño para aquéllos que conocen el Espíritu de Dios que nos redime mediante la cruz y mediante el cumplimiento de lo que falta a los padecimientos de Cristo, niego. Y téngase en cuenta lo siguiente: sin las persecuciones no. habría prueba de la paciencia, y no brillaría la constancia de los mártires como piedra preciosísima en la diadema de la Iglesia.

 

15. Pero Cristo habla prometido: no caerá un solo cabello de vuestra cabeza (S.Lucas 21,18).

 

Respuesta: Con estas palabras se exhortaba a la confianza en la providencia divina a pesar de las persecuciones y de la muerte, que también él mismo había predicho (véase S.Lucas 21,16; S.Mateo 10,20-22...).

 

16. En contra del testimonio de aquéllos que ante la muerte profesaban la fe está el testimonio de muchos que se apartaban de la fe.

 

Respuesta: 1) Es suficiente para probar la tesis el testimonio positivo de muchos, el cual tiene forzosamente que explicarse, argumentando en su favor la demostración de la intervención sobrenatural de Dios.

2) Aquéllos que fallaban en materia de fe no daban testimonio contrario, ya que ante la amenaza de los tormentos es bastante normal el fallo respecto a una naturaleza frágil dejada a sus solas fuerzas; de donde en ese caso no hay que pensar que el testimonio sea sincero. E incluso entonces muchos, después de haber hecho penitencia, se apartaban de su apostasía.

 

17. Según sentencia de los Padres la verdad teológica del martirio consta por la verdad de la fe, por la que alguien muere; es así que nosotros queremos probar la verdad de la fe siguiendo el camino contrario; luego sáquese la consecuencia.

 

Respuesta: Distingo la mayor. La verdad de un martirio particular a veces se ve clara por la consideración de la verdad por la cual alguien muere, concedo; ahora bien la verdad del martirio como un hecho prolongado suficientemente universal se ve clara por la consideración de la verdad de la doctrina cristiana, niego. No se da en ningún círculo vicioso; pues independientemente del conocimiento de la verdad de la doctrina cristiana formulamos el argumento de un modo recto probando exclusivamente en virtud del hecho del martirio de tan gran número de cristianos.


[1] Este era el argumento propuesto por el Cardenal Dechamps, el cual fue aceptado en el Concilio Vaticano I. La enmienda 71 propuesta al esquema previo, contenía las siguientes palabras: "a saber, por su admirable propagación, santidad eximia e inagotable fecundidad en toda la clase de bienes, por su unidad católica y estabilidad invencible" como palabras que tenían que ser añadidas a la expresión siguiente: "la Iglesia por sí misma es un motivo grande y perpetuo de credibilidad..." Esta enmienda la Comisión de la Defensa de la Doctrina de la Fe juzgó que debía ser admitida "como preciosa exposición del motivo de credibilidad que está contenido en la Iglesia (CL 7,161.180).

[2] Octav. 31: ML 3,349-353. Y en otro texto C.38 dice: "...tenemos a menos las arrogancias orgullosas de los filósofos los cuales conocemos que son corruptores y adúlteros y tiranos; y que siempre hablan de forma elocuente en contra de sus propios vicios. Nosotros preferimos la sabiduría no externa, sino interna. Nosotros no hablamos con gran elocuencia, sino que vivimos realidades verdaderamente importantes, nos gloriamos de haber alcanzado, lo que ellos con enorme esfuerzo buscaron y no pudieron hallar" (ML 3,372s).

[3] Acerca de las costumbres de la Iglesia Católica C.33 n.73: CL 32,1341. y TERTULIANO añade lo siguiente: "es sobre todo esta obra de la caridad la que imprime en nosotros una nota distintiva, según el criterio de algunos que dicen: mira como se aman..." (Apologético 39: ML 1,534.).

[5] El que la religión cristiana sea exclusivista es ya una gran señal de la verdad de esta: en efecto la verdad es exclusiva. Ahora bien la única religión exclusivista, es la religión católica. Luego la religión católica es la verdadera.

[5] Además, procediendo de forma dogmática, debemos advertir que la fe se tiene, incluso supuesto un conocimiento cierto de credibilidad, por el libre mandato de la voluntad; lo cual ciertamente, así como los juicios últimos de credibilidad y de credentidad, se posee mediante la gracia elevante sobrenatural.

[6] La propagación del cristianismo como milagro moral resplandece sobre todo en la propagación llevada a cabo en los tres primeros siglos; no obstante la conservación de esta religión resplandece como milagro moral principalmente, si la consideración no se constriñe a los primeros siglos, sino que se extiende a los veinte siglos en los cuales la Iglesia ha tenido que soportar tantas persecuciones y tempestades.

[7] Así ya San Juan Crisóstomo decía: "nada hay 5gual a la Iglesia. Y que no me hable nadie de los muros y las armas: pues los muros se deterioran con el tiempo, en cambio la Iglesia nunca envejece. Los bárbaros tiran por tierra los muros, en cambio a la Iglesia ni siquiera la vencen los demonios. Que estas palabras no son jactanciosas, lo testifican los hechos mismos ¿cuántos han atacado a la Iglesia y son ellos mismos los que han perecido? en cambio la Iglesia flanquea los cielos. Tal es la grandeza de la Iglesia: si es atacada, vence; si se le ponen asechanzas, las supera; cuando se la ultraja, sale más resplandeciente; recibe heridas y no cae a causa de ellas; bamboleada por las olas no se hunde; envestida por las tormentas borrascosas no naufraga; es agitada pero no es derribada...

[8] San Hilario se expresa con estas hermosas palabras: en efecto esto es propio de la Iglesia el vencer cuando es dañada, el ser entendida cuando se le arguye y el alcanzar y obtener cuando es abandonada" (De Trinitates 7,4: ML 10,202).

[9] Por ello hay que decir también que desciende de aquél en el cual no se da mudanza ni sombra de alteración (Santiago 1,17); el cual dijo también a Pedro: sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (S.Mateo 16,18); y en otra ocasión a los discípulos: yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo (S.Mateo 28,20).

[10] En las antífonas y responsorios del oficio de Santa Inés se pueden encontrar bellísimas expresiones que indican su amor para con Dios y para con Jesús: v.gr. "a aquél cuya belleza admiran el sol y la luna, a él solo le guardo fidelidad" "he aquí que ya veo lo que he anhelado; que ya poseo lo que he esperado: estoy unida a él en el cielo, a aquél al que he amado cuando estaba en la tierra con entrañable y total devoción" ...

[11] STENTRUP, Apolog. tesis 12, quiere sacar la conclusión de este odio perpetuo universal y lleno de loco frenesí en orden a una causa que está fuera del hombre, a saber, aquél principio que es contrario a la verdad y a la bondad en cuanto tal, y se opone a Dios y a todo aquello que tiene su origen en Dios. MULLER, tesis 46, partiendo de allí alega que puede demostrarse la existencia del diablo, y que además este odio se explica psicológicamente con bastante probabilidad [por los vicios y pasiones de los hombres, ya que Jesucristo y su Iglesia van en contra de estos vicios y los vencen de un modo eficaz] y concluye MULLER, lo cual también nosotros lo, admitimos de buena gana: "además puede concederse dando por supuesta la existencia del diablo y la persecución que éste realiza respecto a los hombres, persecución que conocemos sobre todo por la revelación, que dicho odio se explica también en parte por la instigación diabólica, con tal que no se excluyan las causas del mismo anteriormente presentadas".

[12] Esta noción volverá a verse de nuevo en el tratado del bautismo donde se dirá por qué el martirio suple al bautismo, a saber, porque en virtud del privilegio constituido de una forma estable justifica "cuasi ex opere operato" y borra todo reato de culpa y de pena; según las palabras del Señor: el que perdiere su vida por amor de mí, la hallará (S.Mateo 10,39; 16,25).

[13] Santo Tomás se expresa del siguiente modo: "...las obras de todas las virtudes, en cuanto que se refieren a Dios son ciertas manifestaciones de fe, por la cual se nos da a conocer que Dios nos pide estas otras, y nos recompensa por ellas: y según esto pueden ser causa del martirio" (2.2 q.124 a.5c).

[14] Véase San Cipriano: "no puede ser mártir el que no está en la Iglesia, no podrá llegar al reino el que abandona a aquélla que ha de reinar..." Y el mismo San Cipriano dice: "pues el que es adversario de Jesucristo solamente persigue y ataca el campamento y a los soldados de Jesucristo. A los herejes una vez que los ve derrotados y que han pasado a ser de los de sus filas, los desprecia y pasa de ellos; pretende derribar a aquéllos a los que ve que permanecen en pié".

[15] El martirio puede también ser considerado ascéticamente en cuanto que es imitación de Cristo y unión con Cristo que padece mediante la cruz; y por ello puede ser tenido, así como era tenido en la antigüedad como "el ideal" práctico de la perfección; al cual podía sustituírsele por la cruz de cada día.

[16] Se decía explícitamente en la explicación del primer esquema de la Constitución de la Doctrina Católica, anotación 19,II, como argumento: "en el modo y en la multitud de los martirios": CL 7, 532d.

[17] Lo cual también lo cantó de forma elegante Prudencio: "innumerables cenizas de santos he visto en la ciudad de Roma, ¡oh Valeriano, consagrado a Cristo 1 . ¿Me preguntas las inscripciones grabadas en los sepulcros y los nombres de cada uno de los santos? difícil es que yo pueda recorrer toda su lista. Tantas fueron las muchedumbres de justos que arrebató el furor impío en los tiempos en que la Roma Troyana adoraba las deidades patrias. Muchísimos sepulcros con menudas inscripciones proclaman el nombre del mártir, o algún epitafio. También hay, sin embargo, mudas losas de mármol cubriendo tumbas silenciosas que solo indican el número de mártires. ¿Se puede saber qué cantidad de cuerpos de héroes reposan en sepulcros comunes, aunque no puedes leer ninguno de sus nombres?. Recuerdo haberme enterado de que bajo una misma piedra hay allí enterradas las reliquias de sesenta mártires, cuyos nombres solo son conocidos de Cristo ya que fue El quien los unió a su propia amistad" (Peristéfanon, Himno 11: ML 60,530-534).

[18] Cayo Mucio Escevola en la guerra contra Porsena habiendo entrado en el campamento enemigo, quiso matar a Porsena; sin embargo, habiendo sido descubierto, quemó su mano en un brasero. -Marco Atilio Regulo general romano habiendo sido hecho prisionero por los cartagineses, fue enviado a Roma a hacer una proposición de paz, bajo la condición de regresar otra vez a prisión; en cambio Marco Atilio Regulo no aconsejó a los romanos la paz, sino que se continuara la guerra, y regresó de nuevo a la prisión de los cartagineses, los cuales les sometieron a tormentos.

[19] EL CONCILIO DE ILLIBERIS (año 300) en el canon 60 se expresa así: "si alguno destruyere los ídolos y allí mismo fuere matado... nos ha parecido bien el que no sea contado en el número de los mártires" (Kch. 342).

[20] Así aquellos confesores, los cuales habían sido llamados bien en carta o bien en el trato familiar mártires "reprendían con toda seriedad esto y les disgustaba. En efecto daban con sumo agrado el nombre de mártir a Cristo, como testigo fiel y verdadero, y primogénito de los muertos, y príncipe y autor de la vida celestial. También nos recordaban a aquéllos que ya habían salido de esta vida como mártires, y decían: son ya mártires éstos, a los que Jesucristo ha querido agregárselos en la concesión misma, sellando la profesión de ellos con su propia muerte como con un sello; nosotros en cambio somos unos pobres y menguados confesores. Y al mismo tiempo derramando lágrimas rogaban encarecidamente a los hermanos, que suplicaran continuamente en sus oraciones a Dios, para que por fin ellos mismos merecieran alcanzar el final perfecto... Y rechazaban, como impulsados a ello por el temor de Dios, el nombre mismo de mártires que les daban los hermanos". Véase en EUSEBIO, Historia Eclesiástica 5,2: MG20,433-436.

[21] Frecuentemente los mártires tuvieron esta persuasión respecto al auxilio divino extraordinario para sufrir los tormentos, como San Policarpo; y SANTA FELICITAS: "habrá otro en mí que sufrirá por mí"; y otros mártires. Véase OTTIGER p.893s.

[22] Otros milagros, realizados en medio de los tormentos de los mártires, son también otros argumentos en favor de la verdad de la doctrina cristiana por la que daban su testimonio.