CAPÍTULO III

 

ACERCA DE LA PRUEBA DEL TESTIMONIO QUE JESÚS DIO DE SI MISMO

 

 

Articulo I

 

DE LA CONSIDERACIÓN DE LA NATURALEZA PSICOLÓGICA MISMA DE JESÚS

 

 

447. Después de haber expuesto el testimonio con el que Jesús Nazareno afirmó su Mesianidad, su Legación doctrinal y su Divinidad, pasamos ya a probar la verdad de tan gran testimonio. De este modo aparecerá con toda claridad que Jesús Nazareno fue en realidad el Maestro religioso enviado por el Padre, el Legado divino, más aún el Hijo de Dios en sentido totalmente propio y natural, con el derecho de imponer el asentimiento a las verdades que El iba a revelar.

 

Ahora bien el criterio primordial de la revelación pública lo constituyen los milagros, según decíamos en el libro primero; así pues es menester realizar la prueba demostrando en primer lugar que los milagros fueron hechos en confirmación de esta legación divina y de esta revelación.

 

Sin embargo como algo concomitante y circunstancial para discernir el milagro mismo es menester muchas veces considerar la persona del taumaturgo. Por ello comenzaremos considerando ahora la naturaleza humana y la índole y el carácter de Jesús, a fin de que después resulte patente y con más facilidad la consideración de sus milagros. Ahora bien en esta consideración misma de la naturaleza y de la índole humana de Jesús Nazareno veremos ya un argumento en favor de la verdad de su testimonio.[1]

 

TESIS 31. JESÚS AL AFIRMAR SU TESTIMONIO NI ENGAÑO (I), NI SE ENGAÑO (II); MAS AUN SU SANTIDAD ES UN MILAGRO MORAL QUE CONFIRMA SU TESTIMONIO (III).

 

448. Considerando la psicología y la índole personal de Jesús queremos mostrar que su testimonio acerca de asuntos no corrientes ni de poca importancia, a saber acerca de su Mesianidad, de su Legación doctrinal y de su Divinidad no puede ser errónea.

 

Este testimonio sería erróneo a) o bien porque Jesús hubiera querido engañar a otros; o bien b) porque El mismo se hubiera engañado. Lo primera iría contra la veracidad y la santidad de Jesús, y haría de El un portento de malicia; lo segundo iría en contra de su sabiduría y de su sana constitución psíquica, puesto que habría sufrido un error en asuntos de tanta importancia, y haría de él un portento de insensatez.

 

A fin de no dar validez de alguna a éstas dos hipótesis están ordenadas las dos primeras partes de la tesis y de este modo el argumento resulta eficaz en favor del testimonio de Jesús. Ahora bien este argumento así considerado, basado en la razón psicológica de la índole humana de alguna persona, resulta un argumento humano. En cambio la tercera parte de la tesis presenta el carácter milagroso, que se da en la índole moral de Jesús; y de este modo aduce un nuevo argumento, que es divino, en favor de su testimonio.

 

449. ADVERSARIOS.

1. Que Jesús engañó lo sostienen los defensores de la teoría del fraude la cual tuvo los primeros seguidores ya en tiempo de Jesucristo.

 

Así hubo judíos que atribuían los milagros de Jesús a un pacto con el demonio (S.Mateo 9,34; 12,24).

 

Otros judíos de época posterior atribuían en el TALMUZ los milagros a artes mágicas que, según ellos, hubiera aprendido en Egipto.

 

De forma semejante en la edad media aparecen recogidas las antiguas calumnias en el TOLEDOTH JESHUA (historia de Jesús); de donde en época más reciente extrajo sus calumnias E.HAECKEL.

 

H.S.REIMARUS (1694-1768) fomentó la teoría del fraude en su fragmento "acerca de la intención de Jesús y de sus discípulos".

 

Sin embargo ya los racionalistas mismos abandonan esta teoría que presenta a Jesús como un manifiesto engañador.

 

450. 2. Otros sostienen en distinto grado y con distintas teorías que Jesús se engañó.

 

a) Algunos (la escuela psiquiátrica) afirman que Jesús fue paranoico, y delirante y epiléptico, y que esto aparecía por su modo de obrar: por la exaltación mental, por las ideas fijas de temor y error, por la inconstancia, por la anormalidad sexual; de tal forma que sus palabras y hechos hayan de ser examinados por la psiquiatría y según las normas de la patología.

 

Así E.RASNUSSEN (danés) tiene a Jesús como un epiléptico.

 

W.HIRSCH tiene a Jesús como un paranoico. BINET-SANGLE tiene a Jesús como un paranoico religioso.

 

DR. DE LOOSTEN (seudónimo de G.LOMER) afirmó que Jesús a causa de una enfermiza estimación de sí mismo dio en insensatez en presencia del Sanedrín.

 

451. b) Otros no afirman el desvarío de la razón, sino una anormalidad (la escuela psicopática) y un error en la experiencia interna de Jesús: dicen que Jesús estuvo turbado con alucinaciones de fantasías desenfrenadas y con una gran excitación de nervios, juntamente con una disposición fanática a conmociones agitadas.

 

Así O.HOLTZMANN decía que Jesús fue extático que obraría como instrumento de un espíritu ajeno ( ¿de cual?).

 

J.HAUMANN decía que Jesús había tenido alucinaciones.

 

Igualmente le tiene como fanático WEISS, RUDOLF, OTTO y otros.

 

452. c) Los críticos liberales y los modernistas (como WEISS, HARNACK, HOLTZMANN, PFLEIDERER) sostienen en este tema lo siguiente: Jesús no quiso engañar, ni se engañó enfermizamente; pues hay que distinguir adecuadamente entre el Jesús histórico y el Jesús idealizado que tenemos en los evangelios; a éste Jesús idealizado hay que atribuir los errores, sin embargo en el Jesús histórico se halla un sólo error: el haber creído que llegaría próximamente su venida (la parusía). Ahora bien se observará que éste error en un tema fundamental, relativo a su misión, es bastante veraz, de forma que no puede ser atribuido a ningún hombre sano.

 

Por lo cual también estos críticos vienen a caer en las categorías precedentes de aquéllos que niegan la perfecta salud psíquica de Jesús.

 

453. DOCTRINA DE LA IGLESIA. PÍO IX, al citar muchos motivos en favor de la religión cristiana en la Encíclica "Qui pluribus" (año 1846), habla de esta fe... confirmada por la vida, la muerte..., la sabiduría... de su divino autor y culminador Jesucristo... (D.1638).

 

454. VALOR TEOLÓGICO. Sin. duda es de fe divina y católica que Jesús no fue un engañador consciente (primera parte), ya que ha sido claramente revelado que en El no hubo engaño (primera epístola de S. Pedro 2,22) ni pecado (S.Juan 8,46; 14,30; 2 Cor. 5,21; Hebreos 4,15; 7,26s), y la Iglesia propone esto como revelado (D.122 711). Más aún la Iglesia también sostiene y defiende como totalmente cierta la impecabilidad de Jesús.

 

Igualmente el que Jesús no se engañó acerca de su propio cargo y su propia misión (segunda parte) y, lo que es más importante, el que la sabiduría del Hijo de Dios fue suprema, esto lo propone igualmente de distintos modos la Iglesia (D.248 2032-2034 2183-2185 y principalmente por medio del magisterio ordinario) como revelado.

 

Ahora bien que se prueba por el examen de la índole de Jesús (en la primera y en la segunda parte) y por el examen de su santidad (tercera parte) su legación y su testimonio, se halla en verdad en las palabras poco antes citadas de Pío IX; ahora bien puesto que este documento no se indica suficientemente si mediante este solo argumento se comprueba la legación y el testimonio de Jesús, o se comprueba conjuntamente con los otros argumentos que se citan en esta misma encíclica en basé a la resurrección, a los milagros y a las profecías... de Jesús (D.1638), no podemos extraer de este documento un valor teológico cierto en favor de esta tesis, en cuanto que quiere mostrar el valor apologético de este argumento, apoyándose en la índole personal de Jesús. Por lo demás este argumento es crítica y apologéticamente válido.

 

455. PRUEBA DE LA PRIMERA PARTE: JESÚS NO ENGAÑO, pues el fraude no era posible a) ni interna, b) ni externamente.

 

a) No era posible internamente, ya que al lograr el hombre por motivos y por los valores de las cosas, no había motivos en Jesús para tal fraude: No buscaba los bienes temporales, sino que los despreciaba; despreciaba también los honores del mundo y cualesquiera otros bienes temporales, y no quiso acomodarse a las ideas mesiánicas del vulgo (véase, n.399,1), con las que hubiera alcanzado el aplauso y el favor del pueblo. La afirmación de su mesianidad y divinidad provocó odios y acusaciones de blasfemia en contra de El.

 

Y si Jesús hubiera cometido tal fraude, hubiera sido en verdad muy criminal y un portento de malicia, ya que se trataría de un crimen en contra de la religión, que es la virtud moral principal: En un asunto tan grave y fundamental atribuyéndose así la legación divina respecto a todos los hombres y la filiación divina natural; y de este modo hubiera llevado a los hombres al más grave error. Ahora bien en este hombre que obraba con una santidad no solamente corriente, según admiten todos los hombres sensatos, sino también con una santidad extraordinaria (según se dirá explícitamente en la tercera parte), y que buscaba de un modo tan manifiesto y sincero la voluntad de Dios, y que anhelaba con tan gran e inagotable caridad el bien de los hombres, debe excluirse absolutamente esta mente blasfema y este crimen.

 

b) Y también externamente aparece que es imposible el fraude atendiendo a la naturaleza pública de la vida de Jesús: En efecto enseñaba públicamente al pueblo, 6 bien manifestaba todas las cosas a sus discípulos (los cuales se prueba que fueron sinceros por su misma forma de proceder y por su martirio posterior); los enemigos mismos de Jesús queriendo con todo empeño tratar de cogerle en algún fallo en sus palabras (S. Mateo 22,15s), no pudieron dar con una acusación fundada de fraude.

 

456. PRUEBA DE LA SEGUNDA PARTE: JESÚS NO SE ENGAÑO. En efecto consta:

 

A) Acerca de su ingenio extraordinario,

 

B) Juntamente con el equilibrio en su sabiduría e inteligencia y al mismo tiempo su sana constitución psíquica.

 

No sería suficiente probar el ingenio extraordinario de alguien, para deducir de él que esa persona no se haya engañado, ya que hay hombres muy ingeniosos, y al mismo tiempo anormales e ilusos en su sabiduría; a no ser que se añada -lo cual hay también que mostrarlo- un equilibrio mental y una sana constitución psíquica. En efecto esto excluye el que alguien se engañe en un testimonio acerca dé un asunto tan grave.

 

457. A) El ingenio extraordinario de Jesús, y al mismo tiempo armónico, aparecerá considerando las principales formas de inteligencia que se dan en los hombres: bien se trate de la inteligencia que recibe el nombre de abstracta o filosófica, la cual supone recursos y facilidad para considerar con claridad y profundidad temas abstractos (y es propia del filósofo, del teólogo, del matemático...). Bien se trate de la inteligencia que se llama verbal, la cual supone actitud para hablar y para conmover (propia del orador, del abogado...); bien sea la inteligencia que puede llamarse social, la cual incluye una pericia en orden a conocer y gobernar a los hombres (propia del gobernante...); bien sea la inteligencia que se llama espacial esto es mecánica e indica actitud en orden a considerar la cosas en el espacio y en su figura y con mucha frecuencia también en orden a las capacidades de acción mecánica; bien se trata por último de la inteligencia artística, a saber la inteligencia que consiste en la actitud para la captación de la belleza y para la, creación artística.

 

458. a) En cuanto a la inteligencia abstracta, no ha podido hallarse nada contradictorio o contra la razón en las verdades que enseñó Jesús; ni siquiera en los siglos posteriores que han estudiado con enorme empeño su doctrina, ni tampoco en los misterios mismos. Más aún se presentan estas verdades con una conexión lógica tan grande, que los teólogos escolásticos que se han dedicado al estudio de ellas, han podido formar un sistema armónico y precioso (véase, n.653-666).

 

Las verdades que Jesús enseñó acerca de los temas temporales y relacionados con este mundo, acerca del hombre, acerca de Dios, superan toda la filosofía íntegra de los paganos, de tal forma que los hombres, dejando de estar solícitos por lo transitorio y caduco deben levantar los ojos al Padre que está en los cielos, en comunión fraterna. Y estas verdades que Jesús ha enseñado perfeccionan la Antigua Alianza: Así más que el Dios justo, terrible del Antiguo Testamento, se muestra en las enseñanzas de Jesús el Dios misericordioso, el Padre que acude corriendo a estrechar el cuello del hijo que se había perdido... Ahora bien en estas verdades y en todas las demás resplandece una asombrosa unidad al referir todas ellas a Dios como a Padre (véase, S.Mateo 22,36-40). Todo esto es tanto más admirable, por cuanto que Jesús no acudió a las escuelas de los rabinos (véase, S.Juan 7,15; S.Marcos 6,2).

 

Y hay ..también máximas extraordinarias en las cuales quedan recogidos con brevedad y al mismo tiempo con lucidez y profundidad los capítulos claves y los misterios principales de su doctrina; y de este modo dejan patente una inteligencia extraordinaria: S.Mateo 11,25-30;[2] 16,17-19; 28,18-20; S.Juan c.13-17. Y a esto se une juntamente la certeza y la seguridad en el hablar (véase, S.Mateo 24,35); de tal forma que nunca corrige sus palabras anteriores.

 

Este ingenio extraordinario, se muestra sutil, polémico en las controversias, con los fariseos y saduceos que querían tratar de cogerle en algún fallo en sus palabras (véase, S.Mateo 22,15-46).[3]

 

459. b) Por lo que se refiere a su inteligencia verbal, juntamente con este ingenio extraordinario y con su inteligencia filosófica está en concordancia en un grado ciertamente eximio su modo de hablar sencillo y claro, acomodando las más profundas verdades a la inteligencia del pueblo, usando de parábolas muy amenas. "En todo el mundo al unísono son alabadas las parábolas del Señor. Se cambiarán las costumbres y los gustos de los hombres, sin embargo las parábolas y los símiles que pone el Señor jamás caerán del corazón y de la lengua de los hombres. Bajo este aspecto también es verdad la expresión del Señor (S. Marcos 13,31): mis palabras no pasarán".

 

Había en su forma de hablar, la suma total de los opuestos, a saber el agrado y la severidad, la profundidad y la claridad, la sencillez que condesciende y "la potestad"; pues los enseñaba como el que tiene poder... (S. Mateo 7,29).

 

460. c) Y las reacciones que provocaba su forma de hablar no eran turbulentas, como las de un demente o las de un paranoico, sino que eran reacciones de admiración y de suavidad; de tal manera que, cuando sólo tenía doce años, se maravillaban todos los que le oían por la prudencia de sus respuestas (S. Lucas 2,47); y se maravillaban todos en la sinagoga de Nazaret por las palabras de gracia que salían de su boca (S. Lucas 4,22; véase, S. Marcos 6,2); y los alguaciles que debían a los que les habían mandado que le capturaran en Jerusalén, dijeron: "nunca ha hablado un hombre de esta forma como habla éste hombre" (S. Juan 7,46).

 

Así pues habla en él al mismo tiempo una inteligencia "verbal" y una inteligencia "social". Esto consta también por su forma extraordinaria de tratar a los hombres, en efecto sabía ganarse a las multitudes, y no por cierto mediante halagos 6 disimulando los vicios de éstas... (véase, S. Marcos 8,33 donde reprende a Pedro).

 

Conocía en verdad a los hombres; e incluso a aquellos mismos que creyeron al ver los milagros que hacía, cuando estuvo en Jerusalén por la fiesta de la Pascua, "pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos, y no tenían necesidad de que nadie diese testimonio del hombre, pues El conocía lo que en el hombre había" (S. Juan 2,24s).

 

Era sin duda jefe por naturaleza y conductor de pueblos; y al mismo tiempo era idóneo para el coloquio íntimo y para la manifestación del afecto del corazón.

 

461. d) Otra forma de inteligencia, a saber la mecánica o espacial, por su propia naturaleza no puede resplandecer en tanto grado por la lectura de los evangelios, ni parecería en tanto grado necesaria para un pleno equilibrio intelectual. Sin embargo en razón de la profesión manual que durante tanto tiempo llevó a cabo el Señor (véase, S.Marcos 6,3), y por las comparaciones que El hace en el evangelio y las cuales supone una imaginación visual, hay que juzgar que no faltó en Jesús ni siquiera esta forma de inteligencia.

 

462. e) Como consecuencia de estas formas de inteligencia que acabamos de citar, y de las cualidades de imaginación y de sentimiento (véase, n.461.464), que había en Jesús, parece que puede también deducirse su inteligencia artística, esto es la actitud para percibir la belleza y para la realización de ésta mediante formas bellas; si bien tampoco esta forma de inteligencia, sobre todo en la realización de la belleza, parece que sea necesaria para un pleno equilibrio mental.

 

Así pues esta actitud supone muchas facultades, las cuales consta que se dieron en Jesús:

* el entendimiento, del cual es propio el aprehender o captar el esplendor del orden, esto es la belleza;

* el sentimiento a fin de concebir las ideas y las formas bellas con detalle y delicadeza, con profundidad y al mismo tiempo con intensidad;

* la imaginación de tal forma que se expresen las ideas y el esplendor de las mismas con formas sensibles, generalmente visuales (excepto en las artes musicales).

 

Ahora bien, no conocemos en Jesús Nazareno creaciones plásticas o visuales bellas; pero ciertamente conocemos sus discursos, sus palabras. Y también de éstos podemos deducir sus cualidades artísticas: demuestran en verdad una inteligencia suprema y sutil y exquisita, según hemos visto anteriormente en el n.458; su forma y estilo en el hablar (v.gr-. ver los lirios del campo... etc.), y las imágenes visuales frecuentes extraídas de la naturaleza de las cosas, dan por supuesta su imaginación visual (véase, rt.461); muestran igualmente los evangelios que se dieron en El una observación de la naturaleza y un sentimiento de la misma muy pronunciados; también hemos mostrado anteriormente en el n.460 el corazón y el sentimiento social de Jesús en orden a percibir fácilmente la belleza moral (véase, asimismo después el n.464).

 

Y en verdad se muestran en El la imaginación y el sentimiento de tal modo que parece que nunca afloran independientemente del entendimiento, sino que están constituidos bajo el poder omnímodo de la voluntad; de tal forma que no brotaría ningún peligro de decepción de estas facultades de la imaginación y del sentimiento; el cual peligro en verdad es manifiesto que se da en no pocos de los que cultivan la belleza a causa de una demasiada preeminencia de la imaginación y del sentimiento.

 

463. B) Equilibrio de la mente y sana constitución física en Jesús.

 

Lo que acabamos de decir muestra en Jesús ciertamente un ingenio grande y extraordinario, y una gran sabiduría; y también las distintas formas de su inteligencia muy bien equilibradas. De donde tampoco su doctrina y su ejemplo de vida tienen exageraciones extrañas.

 

Un tétrico desprecio de las cosas del mundo... está ciertamente muy lejos de su doctrina. Con la doctrina de Jesús puede compaginarse bien el ánimo sereno, la belleza de la vida diaria, la sociabilidad en el trato, la honesta recreación del alma y del cuerpo, según Jesús lo mostró de antemano con su ejemplo (S.Juan 2,1ss; S.Lucas 5,29ss; 7,36ss; 10,28ss; S.Marcos 6,31; 7,15ss;10,13ss; S.Mateo 11,19; 18,2).

 

Y además su modo de obrar fue santo: por su caridad suma para con Dios, tanto afectiva, como efectiva y ésta constante a lo largo de toda su vida; por su caridad universal para con los prójimos, una caridad activa, tierna y afable; su modo de obrar perfecto juntamente con esta caridad reina de las virtudes, a la cual se unían en El todas las otras virtudes: la virtud de la religión (S.Juan 2,14ss), las virtudes de la justicia y de la prudencia (S.Mateo, 22,21), la de la abstinencia (S.Mateo 4,4), las virtudes de la mansedumbre y de la humildad (S.Mateo 11,29; 26,50; S.Lucas 22,61; S.Juan 13,4ss), la de la magnanimidad (S.Lucas 12,30; S.Juan 14,31), la de la misericordia (S.Mateo 9,36; 11,28), la de la longanimidad (S.Mateo 23,37), la de la veracidad (S.Mateo 22,16); su modo de obrar estaba caracterizado por la fortaleza y la constancia en medio de las dificultades, uniendo virtudes opuestas (como la misericordia para con los pecadores y el celo de la gloria divina) sin dolo y sin violencia: todo esto muestra que un hombre tal gozaba de un sistema nervioso totalmente sano, el cual se sujeta inmediatamente al dictamen de la razón; y por tanto este hombre de ningún modo puede decirse que no goce de sensatez, es más ni siquiera está expuesto de ningún modo a realizaciones enfermizas, de alucinación y de fanatismo. Por lo cual queda constancia absoluta de la sana constitución psíquica de Jesús.

 

Siendo esto así, mediante este ingenio extraordinario y esta gran sabiduría de Jesús (A), y mediante su equilibrio mental y vital y su sana constitución física (B), es forzoso que sea totalmente verdadero lo que Jesús afirmó de sí mismo: esto es, es forzoso que sea absolutamente verdad el que Jesús no se engañó al afirmar su legación y su divinidad.

 

464. ESCOLIO. ACERCA DEL CARÁCTER DE JESÚS esto es acerca de la nota permanente predominante en su índole personal.

 

Por lo que se refiere a su vida intelectual ya hemos hecho notar su equilibrio mental y el grado extraordinario y armónico en las distintas manifestaciones de su ingenio y de su inteligencia.

 

En su vida moral la caridad con su Padre fue la nota dominante en verdad a lo largo de toda su vida; y ésta virtud la cual ya es apta por su propia naturaleza para dirigir las otras virtudes y la cual inspira la compañía de las demás virtudes, en realidad en Jesús estaba asociada al conjunto de las demás virtudes -excluyendo solamente la penitencia-; de donde bajo este aspecto no faltaban en Jesús el equilibrio y la verdadera armonía.

 

Ahora bien esta armonía y equilibrio en el conjunto de cualidades auténticamente eximias no quedaban limitados solamente a sus facultades cognoscitivas y a su voluntad; también estaban contenidos en las facultades de su sentimiento y en su corazón; ya que acerca de su Corazón y de sus sentimientos dan testimonio los evangelios; así v.gr. de las lágrimas de Jesús (por la muerte de Lázaro y por la pena de las hermanas de éste: S.Juan 11,35; también nos dicen los evangelios que llora Jesús por los males de la ciudad y por la ruina de ésta: S.Lucas 19,41); e igualmente nos dan testimonio los evangelios acerca de la amistad noble y tierna de Jesús (S.Juan 13,33; 15,15; 11,33­

36).

 

Se añade a esto también el que la constitución física de Jesús fue francamente extraordinaria, si creemos en la imagen grabada en la Sindone de Turín, en la cual fue envuelto su cuerpo después de muerto, y si prestamos atención a todos los otros datos que nos refieren los evangelios, sus caminatas a pié durante días enteros, la voz fuerte con que podía predicar...

 

De donde en realidad si hay que señalar alguna nota característica, parece que debemos indicar la suma armonía y el sumo equilibrio en el conjunto de cualidades extraordinarias.

 

Tenia por tanto un carácter seguro, así como era de una nación cierta y de una madre cierta y de una complexión segura -ahora bien excluyendo toda imperfección y gozando en grado extraordinario de la perfección. Así pues, para conocer la índole intelectual y moral de El hay que proceder por la vía negativa y por la vía de sublimación: y así tendremos un conjunto armónico de opuestos y un ejemplar sumo de perfección.

 

Más nos acercaremos al misterio de Jesús, a la naturaleza misteriosa de su persona, de tal forma que debe hacerse la descripción de la imagen de Jesús como se dice que Fray Angélico pintó sus imágenes: de rodillas -a fin de contemplar la gloria de aquél como Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

 

465. PRUEBA DE LA TERCERA PARTE: LA SANTIDAD DE JESÚS ES MILAGRO MORAL QUE CONFIRMA SU TESTIMONIO. Se muestra la santidad de Jesús, no sólo heroica sino verdaderamente eximia:

 

1) de un modo negativo probando la ausencia de pecado en El; y

2) de un modo positivo intentando bosquejar la santidad misma de Jesús.

 

466. 1. Consta que Jesús estuvo libre de pecado:

 

a) Por el testimonio de Jesús mismo, el cual testimonio tiene valor por el hecho de que nadie se atrevía a atribuirle pecado a Jesús, y porque Jesús no tenía el peligro de ser refutado. Y así lo confirma su famosa expresión: ¿quién de vosotros me argüirá de pecado? (S.Juan 8,46), y dice que el diablo no tiene nada que hacer en El (S.Juan 14,30) y que es señal de que El dice la verdad el hecho de que no busca su gloria (S.Juan 7,18). De otros hombres dice claramente si vosotros, siendo malos (S.Mateo 7,11); en cambio de El dice que se entrega en sacrificio como víctima propiciatoria por el pecado (S.Mateo 26,28.45; 20,28), y afirma solemnemente que este sacrificio es agradable al Padre (S.Juan 10,17).

 

467. b) La inocencia de Jesús consta igualmente por el testimonio de los que vivieron durante su vida en esta tierra, a pesar de que éstos tenían la persuasión de que todos los hombres estaban inficionados por el "fomes peccati" (Génesis 8,2.1: 3 Reyes 8,46; Salmos 50,7; Romanos 3,9ss). Y así sus amigos, como Juan Bautista el cual llama a Jesús "el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (S.Juan 1,29 [póngase en relación con S.Juan 3,27]); y así también los discípulos, compañeros constantes de Jesús, los cuales dicen que no había pecado en El (1 S.Juan 3,5) y que Jesús no había cometido pecado y que no se había hallado dolo en su boca (1 S.Pedro 2,21-25); y ésta misma tradición la refiere S.Pablo acerca de El "el cual no conocía pecado" (2 Cor. 5,21), habiendo sido tentado en todo fuera del pecado (Hebreos 4,15), el cual fue el Pontífice verdaderamente santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores (Hebreos 7,26­28). Y hasta los mismos enemigos, escudriñando con verdadero empeño a fin de pillarle en alguna caída, no pueden hallar contra El más que acusaciones que no tienen valor alguno, las cuales muestran la perversa intención de ellos y el perverso sentido con el que quieren interpretar hechos inocentes: el que, al decir de ellos, blasfema (S.Mateo 9,3), el que, siguen diciendo, arroja a los demonios en virtud del príncipe de los demonios (S.Mateo 9,34), el que, según las palabras de sus enemigos, es comilón y amigo de pecadores (S.Mateo 11,19), el que, sus discípulos no hacen caso de las tradiciones de los antiguos (S.Mateo 15,2)... Con toda claridad apareció la inocencia de Jesús en el proceso de su pasión, ya que no pudo hallarse ninguna otra acusación sino que se había hecho el Hijo de Dios (S.Juan 19,7); las otras acusaciones (que se había hecho rey, que sublevaba al pueblo...) no tienen ningún valor: Pilato, su mujer, Judas, el buen ladrón... proclaman la inocencia de Jesús (S.Juan 18,38; 19,4; S.Mateo 27,19.3s; S.Lucas 23,41).

 

468. 2. Consta positivamente su santidad de eximia al obrar teniendo en cuenta el fin al que tendía en sus acciones, ya que la bondad moral de las acciones depende de las circunstancias, y principalmente del fin. Ahora bien, este fin era Dios y cumplir el beneplácito de El por amor filial; y en verdad con intensidad suma, de tal forma que esto constituye para Jesús su alimento (S.Juan 4,34; véase, S.Lucas 2,49) y superando grandes dificultades, a saber mediante sacrificios, incluso en la agonía (S.Lucas 22,42ss) y en su muerte (S.Juan 19,30; S.Lucas 23,46). Y es sabido con cuanta caridad, tanto intensiva como extensiva, atraía hacía El a todos los hombres; igualmente como a esta caridad reina de las virtudes estaban unidas todas las otras virtudes, las cuales resplandecían en su carácter en un grado verdaderamente eximio: la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza... exceptuando solamente la penitencia; ya que donde, no hay pecado, tampoco allí puede haber penitencia.

 

469. Y si esta santidad, se tiene en cuenta no ya en un sentido absoluto, sino en un sentido relativo, es verdaderamente incomparable. En efecto la vida de los otros filósofos y fundadores no fue religiosa en sentido estricto, ya que no tenían en su sistemas el concepto del Dios verdadero, como fundamental (BUDA, CONFUCIO...)[4], o bien no fue moralmente santas (MAHOMA...). Incluso los que ya son santos, los cuales los encontramos en la religión cristiana y sobrepujan en grado heroico la virtud corriente de los hombres, reciben de Jesús mismo la luz y el estilo de santidad de vida y son sus imitadores, sin embargo nunca llegan ni de lejos a igualar al modelo ejemplar, que es El.

 

470. Siendo esto así, la santidad misma de Jesús aparece verdaderamente extraordinaria y eximia, de tal forma que de ningún modo podría decirse que han hallado los hombres ni siquiera la imagen misma de tal hombre ideal; y mucho más podría decirse la realización de la santidad de Jesús supera absolutamente el curso corriente de la virtud en los hombres, y que es un milagro psicológico, moral, que indica una intervención extraordinaria de Dios.

 

Pues es verdaderamente difícil indicar un criterio con el que se pueda medir qué es lo que es capaz de alcanzar la voluntad humana dejada a sus solas fuerzas; ciertamente puede mucho en lo concerniente a lo religioso (el fanatismo, la apatía, el hecho de soportar .los dolores) y en lo concerniente a lo profano en pro del trabajo industrial y científico. Sin embargo hay ciertos actos de las virtudes que son naturalmente imposibles, sobre todo en una serie ­constante-intensa-de vida santa-en orden a un recto fin (no para alcanzar bienes temporales, sino para renunciar a estos bienes y para cumplir de forma perfecta la voluntad de Dios) -y esto en medio de dificultades, de enormes sacrificios. Para esto se requiere ciertamente una intervención extraordinaria de Dios- y se da en ello un milagro moral.

 

Ahora bien si Dios interviene de este modo en favor de un hombre, cuyas palabras y acciones todas ellas tienden a esto sólo a presentarse como legado de Dios e Hijo suyo, Dios con su propio sello del milagro confirma la verdad de este testimonio.

 

Luego la santidad de Jesús es un milagro moral que confirma su testimonio.

 

471. OBJECIONES. CONTRA LA PRIMERA PARTE.

 

1. Jesús no siempre dijo la verdad. Así en S.Juan 7,8-11: yo no subo a esta fiesta... Una vez que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces subió El también, no manifiestamente si no en secreto.

 

Respuesta: 1) Aunque se hubiera dado falsedad en un caso particular, no se seguiría de ahí lógicamente que El no había dicho la verdad al 'dar un testimonio tan grave. Sin embargo no se da de ningún modo la falsedad, ni hay falta de constancia en aquéllas palabras.

 

2) El sentido de la negación en Jesús es el siguiente: Yo no subo "esto es con vosotros con una comitiva en tono festivo ni del modo como vosotros queréis que suba, esto es para manifestarme al mundo, o para entrar en la ciudad con pompa y acompañamiento solemne, en efecto porque aún no se ha cumplido mi tiempo (S.Juan 7,8); en cambio subió después no manifiestamente, sino en secreto (V.10).

 

2. Al oír Jesús la enfermedad de Lázaro dijo: esta enfermedad no es de muerte (S.Juan 11,4). A pesar de que Lázaro poco tiempo después iba a morir (V.17).

 

Respuesta: Jesús dijo que la enfermedad de Lázaro no era de muerte sino para gloria de Dios, para que -el Hijo de Dios sea glorificado por ella (V.4); por tanto, según se desprende del hecho completo, aquélla enfermedad no era de muerte permanente, sino que ¡Iba a ser el enfermo vuelto a la vida mediante el milagro de la resurrección.

 

472. EN CONTRA DE LA SEGUNDA PARTE, según el pensamiento de los críticos.

 

3. Jesús se engañó fácilmente y no tuvo una constitución psíquica sana. Pues se encuentran en El ideas fijas, v.gr. acerca de la posibilidad de hablar con Dios, del cual creía que El recibía algunas cosas; igualmente acerca de la posibilidad de una intervención extraordinaria de Dios en el mundo (el milagro), y acerca de la posibilidad de predecir lo que iba a suceder.

 

Respuesta: Tales ideas fijas no son sino las ideas comunes admitidas entre los de la tierra y los de la época de Jesús acerca de la revelación, el milagro y la profecía. No eran por tanto algo fuera 'de lo normal. Ahora bien con qué falta de fundamento se consideran tales ideas como absurdas consta por los mismos hechos; en cambio la forma como proceden los adversarios en éste asunto es totalmente apriorística y ajena al método científico.

 

4. Jesús tuvo también muchas alucinaciones:

 

a) En el bautismo creyó que El veía al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre El, y de forma semejante que El oía una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias (S.Mateo 3,16s; véase S.Marcos 1,10s; S.Lucas 3,21ss);

 

b) Creyó también que El había sido tentado por el diablo de un modo verdaderamente admirable (S.Mateo 4,1-11; S.Marcos 1,12s; S.Lucas 4,1-13);

 

c) Y creyó que El se había transfigurado en el monte (S.Mateo 17,9; S.Marcos 9,1-8; S.Lucas 9,28-36); y que veta "A Satanás caer del cielo como un rayo" (S.Lucas 10,18); y en su agonía juzgó que El había sido confortado por un ángel (S.Lucas 22,43).

 

Respuesta: Todas estas afirmaciones hechas por el que presenta la objeción se explican fácil y perfectamente por intervención sobrenatural, la cual intervención no se puede rechazar de entrada y a priori como hacen los adversarios. Y ésta solución no presupone defectuosamente la tesis ni la salud mental de Jesús, ya que ésta se admite totalmente después de haber probado la tesis. Debemos fijarnos además en que:

 

a) En el bautismo de Jesús también otros vieron lo mismo, al menos Juan el Bautista (S.Juan 1,32);

 

b) Que las tentaciones muy bien pudieron ser narradas -a los discípulos por Jesús mismo, ya que éstas eran "programáticas" y en ellas se rechazaban las falsas ideas que había acerca del Mesías venidero;

 

c) Que la transfiguración, en la hipótesis de los adversarios, debió convertirse en una alucinación colectiva de los discípulos que también estaban presentes; y que el ver a Satanás cayendo del cielo, mientras sus discípulos arrojan al diablo de los hombres, de ningún modo es contradictorio en aquél que sé muestra como el enemigo de Satanás, y el legado de Dios; por último hay que tener en cuenta que en la agonía de Jesús queda excluida la alucinación, ya que el Señor tuvo en esta agonía temor y temblor, los cuales permanecieron, en cambio se comprende bien por qué Jesús mediante la confortación del ángel pudo superar con ánimo heroico la agonía en la que derramó sudor de sangre.

 

Otras objeciones, acerca de que se hubiera engañado al pensar que el fin del mundo iba a acontecer próximamente se resolverá en el tratado de Ecclesia.

 

EN CONTRA DE LA TERCERA Y DE LA SEGUNDA PARTE.

 

5. Ponen también como objeción afectos de Jesús, que los adversarios llaman desordenados y enfermizos: el hecho de arrojar a los vendedores del templo (S.Juan 2,14-17; S.Mateo 21,12s; S.Marcos 11,15-17; S.Lucas 19,45s), la maldición de la higuera que no daba fruto (S.Mateo 21,18-22; S.Marcos 11,12-14.20-26); y al mismo tiempo dicen que hubo defecto en Jesús en cuanto al sentimiento familiar y en cuanto al cariño respecto a los parientes (S.Lucas 2,41-50; S.Mateo 8,21s [S.Lucas 9,59s]; 10,37 [S.Lucas 14,26]; 12,46-50 [S.Marcos 3,31-35; S.Lucas 8,19-21]); y dicen también que hubo en Jesús falta de sentido sexual (S.Mateo 19,12).

 

Respuesta: Todas estas objeciones se explican fácil y rectamente si se atiende respectivamente a lo siguiente: a saber celo de la casa del Señor que ciertamente consume a Jesús (S.Juan 2,17) al echar a los vendedores de la casa de oración; la importancia simbólica que había en la higuera que no daba fruto, la cual representaba típicamente a la sinagoga que iba a recibir la maldición, y al mismo tiempo para enseñar la eficacia de la oración; y al invocar los derechos de Dios y del legado divino sobre los sentimientos familiares no puede aparecer nada desordenado en las palabras de Jesús; al recomendar la continencia y la virginidad voluntarias por el reino de los cielos tiene vigencia la máxima de Jesús: El que pueda entender, que entienda (S.Mateo 19,12).

 

6. Había acciones en Jesús que parecían desviarse de la rectitud moral, como enviar los demonios a los puercos, que se precipitan para perecer en el mar (S.Mateo 8,30-34; S.Marcos 5,11-17; S.Lucas 8,33s) con daño de sus dueños; de modo semejante mostrarse como ejemplo de virtudes (S.Mateo 11,29) y alabar, su propia inocencia (S.Juan 8,46).

 

Respuesta: Por lo que concierne a lo primero, si Jesús con su modo de obrar se muestra y se prueba que es el Señor supremo de todas las cosas, podía hacer aquello para un fin oportuno, a saber para que mediante su acción se demostrara la fealdad de los espíritus inmundos de cuya fealdad los hombres tenían que ser liberados mediante Jesucristo. Y también, puesto que entre los israelitas estaba prohibida la comida de estos animales, se entendería adecuadamente la destrucción de ellos si en efecto mediante aquellos animales se menospreciaba alguna ley. Y si Jesús se .presenta como ejemplo de mansedumbre y de humildad, hace esto a fin de inducir a los oyentes a ser discípulos suyos, ya que no es el Maestro áspero o soberbio, sino suave y humilde. Ahora bien no hubo en las palabras de Jesús ninguna arrogancia, según consta abundantemente por otros textos; sino que El mismo apeló a su propia inocencia a fin de que los enemigos, al menos con su silencio, confesaran que no se hallaba en El pecado alguno.

 

7. Se pone como objeción el testimonio de los coetáneos de Jesús que decían que El arrojaba a los demonios con el poder del príncipe de los demonios (S.Mateo 9,34; S.Marcos 3,22; S.Lucas 11,15; véase, S.Mateo 12,24) y que tenía demonio esto es que presentaba señales de falta de cordura mental (S.Juan 7,20; 8,48.52; 10,20).

 

Respuesta: Si los enemigos dicen esto, no prueba esta acusación más que la mala voluntad y la envidia que tenían ellos respecto a Jesús. Ahora bien Jesús refuta acertadamente ésta acusación y muestra por qué no echa a los demonios en virtud del príncipe de los demonios, porque "si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí mismo ahora bien ¿cómo se mantendrá en pié su reino?" (S.Mateo 12,26s). Y las palabras de Jesús, las cuales no las entienden la turba o los "judíos", les incitan a decir que Jesús no goza de salud mental, esto es que habla como movido por el diablo. No obstante estas afirmaciones de Jesús se verá en realidad que tienen un sentido legítimo y sano. Debemos darnos cuenta también que no todos eran de éste parecer, ya que otros decían: Estas palabras no son de uno que tiene demonio; ¿acaso el demonio puede abrir los ojos de los ciegos? (S.Juan 10,21).

 

8. Los deudos mismos de Jesús -dicen los adversarios-tuvieron a éste como falto de salud mental; ya que dicen: está fuera de sí (S.Marcos 3,21).

 

Respuesta: Es otra la interpretación adecuada para este texto, a saber, según S.Marcos 3,20: vienen a casa [Jesús y sus discípulos]: y se volvió a juntar la muchedumbre, tanto que no podían ni comer. Y oyendo esto [que no podían ni comer] sus deudos [ , tal vez galileos que estaban junto a El, o algunos discípulos], salieron para llevárselo; pues decíanse: está fuera de sí [ , esto es, tiene tan gran celo que parece obrar en público con gran imprudencia; o bien se ha dejado llevar fuera de sí por el celo y el entusiasmo (véase, S.Marcos 2,12; 5,42; 6,51 en el texto griego, donde aparece el vocablo ). Por consiguiente está totalmente sin fuerzas, ya que no come, y ellos mismos quieren obligarle a comer].[5]

 

Por último vinieron su madre y sus hermanos (V.31), lo cual indica que éstos, auténticos y verdaderos parientes, no son los mismos deudos suyos de los que se hablan antes en el V.21; y consta por S.Juan 7,3s que los hermanos de Jesús no le tenían a éste por carente de salud mental.

 

9. Jesús dijo (S.Juan 5,31): Si yo diera testimonio de mí, mismo, mi testimonio no sería verdadero. Luego Jesús no admitía el valor del testimonio, que él daba acerca de sí mismo, como si fuera un argumento válido por sí sólo; sino que recurría al testimonio por lo menos de dos (S.Juan 8,17: En vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos es verdadero).

 

Respuesta: Jesús en el texto citado (S.Juan 5,31) haciendo una confesión no quiere entonces apoyarse en su propio testimonio: Es Otro el que de mí testimonio (V.32). Ahora bien el mismo Jesús en otro texto (S.Juan 8,14) reconoció la fuerza de su propio testimonio: Aunque yo dé testimonio de mi mismo, mi testimonio es verdadero, porque se de donde vengo y a donde voy, es decir, como los profetas conscientes de su propia misión.

 


[1] Este argumento será doble, uno en razón de la necesidad lógica en favor de la verdad de su testimonio, una vez considerada la veracidad y la sabiduría de Jesús; y otro será en razón del milagro que se da en la santidad de Jesús.

[2] Esta conclusión del capítulo 11 de S.Mateo ha sido llamada "la perla de las palabras de Jesús; véase, A.P.DURAND, Evangelio según S.Mateo (Verbum Salutis,l) al tratar de este texto.

[3] Hay que fijarse bien en este texto, como puede Jesús usar de la distinción en temas polémicos: pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (V.21); igualmente negar el supuesto: porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles en el cielo (V.30); y como Jesús puede a su vez preguntar: Si, pues, David le llama (al Mesías) Señor, ¿Cómo es hijo suyo? y nadie podía responderle palabra, ni se atrevió nadie desde entonces a preguntarle más (V.46).

[4] BUDA viene a significar "iluminado", vivió en el siglo V o VI antes de Jesucristo, En su sistema filosófico (pues su sistema popular y su praxis no son otra cosa sino una idolatría absurda) se da el ateísmo, ya que no reconoce la causa primera o al menos no trata acerca de ella, pues tampoco se ocupa al igual que el brahmanismo en investigaciones de tipo metafísico. Tiene ciertamente un sistema moral bastante limpio, pero no puede compararse con el cristianismo: la negación cristiana es una virtud activa que tiende a la perfección moral del hombre y a la bienaventuranza de éste; en cambio la negación budista tiende a la destrucción de toda actividad; la benevolencia para con el prójimo, que el budismo recomienda alguna que otra vez no es aquella caridad cristiana por Dios, sin buscar ningún interés propio, la cual virtud el cristianismo la considera doctrina fundamental; la ascética budista tiende a la destrucción "del deseo", de forma que de éste modo se huya del dolor y se alcance el "nirvana".

KONG-FU-TSE (siglo VI antes de Jesucristo) tiene un sistema moral sin especulaciones metafísicas sistemáticas acerca de Dios.

[5] Véase libro de, 4 Reyes 4,8 donde encontraremos algo semejante: pasaba un día Eliseo por Sunam , había allí una mujer distinguida, que insistentemente le invitó a comer.