Artículo VI

CRITERIOLOGÍA DE LA REVELACIÓN

 

129.- Después de haber tratado en general, de la posibilidad, conveniencia y necesidad de la revelación, y de haber tratado en especial de la revelación de los misterios, vamos a tratar ahora la cuestión de la recognoscibilidad de la revelación. Porque en la revelación inmediata, sea la pública o la privada, y principalmente, por lo que a nosotros respecta, en la revelación­ mediata pública y atestante (o testimonial), es necesaria alguna señal por­ la que conste el hecho de que Dios ha hablado.

 

Por lo cual exponemos el tratado de los criterios de la revelación, pero no en el sentido objetivo o material de la revelación, como si tratásemos de los criterios­ para establecer lo que ha sido revelado, sino en el sentido formal de la revelación para establecer los criterios con qué se debe comprobar el mismo hecho histórico de la locución y testimonio divinos.

 

Como al principio de la Filosofía, o sea, en la Cútica o Epistemología se tiene un tratado sobre el criterio de la verdad y de la certeza, ahora también tendremos un tratado sobre el criterio de la revelación. En el que vale también el consejo de San Juan Apóstol: "Carísimos, no creáis a todo espíritu, antes contrastad (probad) los espíritus si son de Dios, porque han salido al mundo muchos profetas falsos".

 

PARTE NEGATIVA

 

TESIS 10- PARA PROBAR EL HECHO HISTÓRICO DE LA REVELACIÓN PUBLICA,  LOS CRITERIOS SUBJETIVOS E INTERNOS, NO SON PRIMARIOS.

 

130.- Recientemente, hacia fines del siglo pasado y comienzos, del presente, ha sido muy controvertida la cuestión sobre el criterio de la revelación y de la religión. Por esto, procediendo negativamente, en primer lugar, rechazaremos los criterios que no se pueden admitir como primarios en la revelación pública,

 

131.- NOCIONES.

 

CRITERIO, de ksinein, en orden lógico, es aquello por lo que la mente discierne una cosa de otra.

 

Así, el CRITERIO de la REVELACIÓN es la razón o la nota por la que se puede reconocer el origen divino de alguna revelación.

 

También se toman otros nombres para significar lo mismo, aunque insinúan algo formalmente diverso.

 

Se llama signo de la revelación, en cuanto, por su conocimiento, conduce la mente al conocimiento de otra cosa, es decir, al conocimiento de la locución divina,[1] se llama nota de la revelación, en cuanto con su ayuda aparece claro el hecho de la revelación divina, argumento de la revelación, en cuanto demuestra los­ motivos de credibilidad (D1790 / 2145), motivo de credibilidad, en cuanto mueve al entendimiento a afirmar la credibilidad de esa revelación.

 

132.- DIVISIONES DEL CRITERIO DE LA REVELACIÓN [2]

 

            1) El criterio es positivo si concluye con certeza o con probabilidad que se ha dado de hecho la revelación. Es negativo si concluye a que no se dio la revelación (v. gr., por el hecho de que contradijese a la ley natural) o que nada impide que se haya dado de hecho la revelación.

 

            2) Criterio primario es el que prevalece por encima de otros, por el hecho de que demuestra con certeza de un modo fácil (expedito) y acomodado a todos, de manera que quede abierto (patente) a todos el recurso­ a ese criterio. Los demás criterios se llaman secundarios.

 

            3) Criterio suficiente es el que basta por sí solo para demostrar el­ origen divino de alguna revelación. Criterio suficiente no es formalmente lo mismo que criterio primario, porque alguna cosa puede ser suficiente por sí misma sin que prevalezca sobre otras, sin embargo, objetivamente, el criterio suficiente para reconocer una revelación pública que debe ser públicamente demostrada, es equivalente al criterio primario, porque no sería suficiente a no ser .que convenciera con certeza y de un modo expedito y acomodado a todos.

 

4) Con respecto al sujeto que examina alguna revelación, se divide en subjetivo y objetivo.

            El criterio subjetivo se encuentra en el mismo sujeto que examina la revelación o la acepta, v. gr., los gustos espirituales, las inspiraciones internas concomitantes, las tendencias inmanentes del sujeto.

 

Este último criterio, o sea, el criterio inmanentístico (apologética de la inmanencia) arguye desde las tendencias o indigencias del sujeto en cuanto se informan con la verdad que se dice revelada. Este criterio se reduce al criterio precedente, es decir, al subjetivo.

 

El criterio objetivo es el que se tiene desde fuera de la conciencia del que examina la revelación y es un hecho independiente de sus aficiones subjetivas, v. gr., el milagro (extrínseco para el que lo examina), la profecía.

 

5) Con respecto a la doctrina revelada, el criterio puede ser interno y externo.

 

El Criterio interno consiste en el examen interno de la doctrina que se dice revelada. Ahora bien, la doctrina puede examinarse a) en sí misma o , b) en los efectos que produce. El primero atiende a las notas y caracteres internos de la misma doctrina (a su armonía con las verdades racionales, a su sublimidad, a su pureza, a su aptitud para satisfacer las propias tendencias).

 

El segundo atiende a los efectos que esa doctrina produce en los hombres (frutos de gozo y de paz, el cumplimiento y la satisfacción de las tendencias, la santidad).

 

El criterio externo de la doctrina es un signo extrínseco de la verdad revelada que le sobreviene como un testimonio divino que confirma la revelación, tales son los milagros externos para el que la examina, los vaticinios cumplidos.

 

133 HE AQUÍ EL ESQUEMA DE LOS CRITERIOS .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CRITERIO

Negativo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Positivo

 

Subjetivo

inspiraciones, testimo­nio de Espíritu Santo.

gustos espirituales, consolaciones

tendencias inmanentes

(criterio inmanetístico)

 

 

 

 

 

 

 

Objetivo

 

interno a la doctrina:

examen de la doctrina

 

 

 

en si

 

Verdad de la doctrina

sublimidad de la doctrina

satisfacción de las tendencias

(aptitud para satisfacerlas)

 

 

En efectivo

Gozo

Paz

Cumplimiento

(satisfacción de las tendencias)

santidad[3]

externo a la doctrina, milagros, profecías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

134.- A) - LOS CRITERIOS SUBJETIVOS (TESTIMONIO DEL ESPÍRITU SANTO, GUSTOS ESPIRITUALES, ETC.- NO SON PRIMARIOS -

 

ADVERSARIOS - Los antiguos protestantes afirmaban con CALVINO, la interna inspiración del Espíritu Santo como criterio genuino de la palabra de Dios, decían que al oír la predicación y al leer la Escritura, la reconocían así como revelada.

 

En el siglo pasado F.E.D. SCHLEIER MACHER (1768-1834) consideraban a­ la experiencia religiosa (el sentimiento) como un criterio de la revelación, entendida subjetivamente como los modernistas.

 

135.- DOCTRINA DE LA IGLESIA .

 

En el Vaticano I se condena la doctrina según la cual los hombres deben moverse a la fe por la sola experiencia interna de cada uno y por la inspiración privada (D 1812). Si se excluye que los hombres deban ser conducidos a la fe por la sola experiencia interna o por la inspiración privada , es porque existen otros criterios externos totalmente válidos y son precisamente estos criterios los que la Iglesia tiene como primarios y ordinarios (Cfr. n. 150). Porque la sola inspiración privada o la experiencia interna, prescindiendo de los criterios externos, no se acomoda a todos o no se da en todos, por ésp no es el criterio primario.

 

VALOR TEOLÓGICO - La tesis parece teológicamente cierta.

 

136.- PRUEBA.

 

Estos criterios subjetivos, como son las inspiraciones y las mociones de Dios individuales y sobrenaturales, los gustos y las consolaciones espirituales, no puede generalmente decirse que sean un modo de discernir la reve­lación cierto y acomodado a todos, porque: a) se pueden desviar fácilmente a una ilusión, b) tales mociones no se disciernen con certeza sino es para hombres de una grande y probada discreción de espíritus, c) los montanistas y otras sectas apelaron a este criterio contradiciéndose a sí mismos.

 

Y no todos las tienen ni son permanentes de manera que se pudiese recurrir a ellas de un modo expedito, y mucho menos es un recurso para todos. Por eso, no son de ningún modo, un criterio primario.

 

Serían un criterio suficiente si fuesen realmente un milagro en el sujeto que recibe la revelación, o si llegase él mismo a la certeza de la moción divina, y en tal caso, estaría él obligado a resistirla.

 

137.-OBJECIONES - Algunas palabras sobre la Sagrada Escritura (que utilizan los Protestantes)

 

1. Jo. 2,20: "Vosotros tenéis la unción del Santo y lo sabéis todo”. Luego, el criterio de la revelación es el testimonio del Espíritu Santo.

 

Resp.- Estas palabras en el Evangelio de San Juan, suponen la fe ya aceptada, por esto este criterio no ruede ser primario.

 

2. Aún antes de aceptar la fe, se da el testimonio interno de la revelación. Jn. 7,17 “Quien quisiere cumplir su voluntad conocerá si mi doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta''.

 

Resp.-. Estas palabras se refieren a la disposición moral para la fe.

 

3. 1 Tes 2,13:  “Vosotros, habiendo recibido la palabra de Dios, que oísteis de nosotros, la abrazasteis no como palabra de hombre, sino come es en realidad, como palabra de Dios, que ejerce su eficacia en vosotros, los creyentes''. Luego, el criterio de la palabra de Dios y de la revelación es la operación del Espíritu Santo, por la recepción actual  de la fe.

 

Resp.- El Espíritu Santo obra ciertamente en los creyentes pero no de un modo exclusivamente­ causal, como si fuera el único criterio para reconocer la palabra de Dios.

 

4. 1 Cor. 12,6: "Hay distribuciones de operaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos''

 

Resp.- Aquí se trata de divisiones de las gracias, pero supone que ya se tiene la fe.

 

138.- B - LOS CRITERIOS INMANENTÍSTICOS NO SON SUFICIENTES . (0 AQUIVALENTEMENTE). NO SE PUEDE ADMITIR LA APOLOGÉTICA DE LA INMANENCIA TOMADA EXCLUSIVAMENTE.

 

ESTADO DE LA CUESTIÓN - Estos criterios examinan la revelación, no por los gustos espirituales y las inspiraciones concomitantes a la doctrina que se dice revelada, ni por su índole interna, ni por los efectos que produce en los que la aceptan, ni por ningún criterio extrínseco, sino que la buscan en las mismas facultades humanas, en sus indigencias y tendencias, de modo que este método puede llamarse psicológico. La Apologética de la inminencia se funda en este método. Entre sus seguidores existe cierta diversidad y hay varios grados (Cfr. tratado 1, Esquema histórico de la Apologética n. 86.).

 

1) Algunos proceden así para adaptarse a las condiciones y prejuicios de su época (método de adaptación) , pero después demuestran el hecho de la revelación por la vía tradicional de los milagros. Queda claro que no se trata de refutar este método de mera adaptación, ni nos referimos a él en la Apologética teórica, sino mas bien en la Apologética práctica.

           

2) Otros autores de esta Apologética de la inmanencia querían demostrar el hecho de la revelación divina por criterios subjetivos únicamente, rechazando como inútil el método tradicional de los milagros, puesto que éste tenía sabor de extrinsecismo, historicismo, intelectualismo, y decían que el fundamento de la Apologética actual se debía tomar del prin­cipio del manentismo actual, puesto que los hombres modernos están afectados por el kantismo y al subjetivismo. Se debía, pues, cultivar el método de la inmanencia vital inquiriendo en la experiencia interna subjetiva y en el dinamismo moral, o sea en la tendencia interna dinámica a la vida moral. Sin embargo, se apartan del inmanentismo filosófico porque admiten la existencia de las cosas fuera del sujeto,  solamente querían vencer al inmanentismo con sus propias armas. Esta es la Apologética de la inmanencia tomada exclusivamente. A esta escuela pertenecía BLONDEL, L. LABEPHONNIERE.

 

            3) Otros autores del método de inmanencia son los modernistas, que defienden el inmanentismo estricto, de tal modo que la religión empieza, según ellos, y se realiza en la esfera de la conciencia por el sentido o por el sentimiento religioso (cfr. Encíclica "Pascendi" D 2103). Pero éstos hablan de la religión y de la revelación en otro sentido del que hablamos nosotros y, por lo tanto, no es necesario refutarlos aquí.

 

SENTENCIAS - MAURITIO BLONDEL (1861‑1949) escrutaba la experiencia interna (láction). – Esta "acción" es nuestra vida y realidad inmanente siempre en movimiento, en el esfuerzo por un progreso ulterior y esencialmente incompleta; es experiencia interna y opción al mismo tiempo que tendencia. El examen de esta acción nos muestra nuestra propia impotencia para llevar dignamente la vida moral que deseamos. Porque en los escondrijos de nuestra alma se da una aspiración fuerte a lago supremo y divino, a la que no se satisface en el orden natural ni en el esfuerzo de la voluntad para conseguir realizar sus aspiraciones. Encontramos, por lo tanto, una gran deficiencia, una laguna, un vacío que está pidiendo su complemento y el don divino. Porque no seda, proporción entre la aspiración y el fin ideal del hombre y su acción externa, pero se da la tendencia a la posesión del Ser Supremo. Luego, se debe dar la cooperación de este Ser Supremo y de su auxilio y ayuda, porque padecemos esencialmente la indigencia de un maestro y salvador.

 

Así aparece la necesidad del auxilio (surcroit) divino sobrenatural, que ilumine el entendimiento y fortalezca la voluntad (revelación y gracia) y se deberá aceptar la religión cristiana que responde a esta tendencia y necesidad.

 

Así se da el paso, por el método de implicación, de la inmanencia a la trascendencia, del sujeto al objeto y se prepara el camino de la autonomía a la heteronomía, porque se da una conexión íntima entre el estado interior y el exterior.

 

Para formarse un juicio adecuado del blondelismo, es necesario tener presentes las más recientes obras del mismo Blondel, en las que enseña su filosofía. En el segundo volumen de su más reciente obra l’Action, vuelve a tratar Blondel lo que ya había tratado en su tesis del año 1893, l’Action y en otras explicaciones que ya había dado posteriormente (1896).[4]

 

139.- DOCTRINA DE LA IGLESIA

 

Su Santidad San Pío X, en la Encíclica " Pascendi ", no sólo rechazaba la apologé­tica modernista, sino que se quejaba también que había entre los católicos quienes, aunque no admitían la doctrina de la inmanencia In cuanto doctrina sin embargo, se servían de ella en la apologéticas y tan incautamente, que no sólo parecían admitir en la naturaleza humana una capacidad y conveniencia al orden sobrenatural, sino incluso, una verdadera exigencia (D. 2103)

 

VALOR TEOLÓGICO - Doctrina católica.

 

140.- PRUEBA

 

a) Aunque el inmanentismo concluya rectamente que se dan lagunas e indigencias en la naturaleza humana y que, por lo tanto, se percibe la indigencia de algún auxilio para el hombre, y aunque se pruebe con razón que la revelación divina es conveniente, sin embargo, no se concluye rectamente que precisamente este auxilio de la revelación, sea absolutamente necesario sin disyunción y mucho menos la revelación sobrenatural. Por lo tanto, estos criterios inmanentístas (expuestos en el n, 2), no son suficientes y se debe rechazar el método de la inmanencia tomado exclusivamente

 

            b) Este método tampoco enseña lo que es capital en la Apologética, los fundamentos de la fe divina. Porque la fe divina se presta por la autoridad de Dios que revela; esto pide que se demuestre con certeza el hecho histórico y externo de la revelación y del testimonio divinos, y esto no se puede probar directamente con criterios meramente subjetivos, con estos criterios sólo se probaría que tenemos que afirmar los dogmas por su coherencia con la naturaleza humana, no porque Dios los haya revelado.

 

El hecho de la revelación divina no se podría demostrar ni siquiera indirectamente por una conclusión: porque de las tendencias de la naturaleza no podríamos deducir nada en favor de la revelación sobrenatural, y mucho me nos para afirmar la revelación de los misterios.

 

            c) Si se afirma una verdadera necesidad y exigencia del orden sobrenatural para el hombre, se derrumba todo el concepto de lo que es el­ orden sobrenatural. Por eso mismo, ya no sería sobrenatural (Cfr. D. 2103).

 

            d) Ni, por las solas exigencias subjetivas, se podría resolver cual era la verdadera religión entre las que tienen algunos elementos de la revelación de Dios (v.gr., la religión cristiana, la mahometana...).

 

            e) Tales tendencias subjetivas serían un criterio más indeterminado aún que otros criterios también subjetivos y aún más variable, porque cada uno elegiría la revelación que le fuese más agradable a sí y a sus tendencias y, por lo tanto, de ninguna manera puede ser un criterio pri­mario de la revelación que pudiese demostrarla de una manera cierta, expedi­ta y acomodada a todos.

 

141.- OBJECIONES

 

 1.- (LAHERTHONNIERSE)

 

Las mociones que inclinan a los hombres, aún a los infieles, hacia el Ser Supremo, de hecho se reciben bajo el influjo de la gracia y a ella se ordena, es decir, son de hecho, sobrenaturales. Luego, desde ellas, desde la naturaleza así elevada y sobrenaturalizada, y por lo que en ellas se implica, podemos concluir la existencia del ser sobrenatural

 

Resp. En la conciencia no se perciben sicológicamente, de ordinario, tales nociones sobrenaturales, en cuanto tales y como revestidas de una peculiar estructura sobrenatural, aunque sea así ontológicamente, pues se reciben con la gracia elevante, por lo que no podemos argüir por ellas en el orden del conocimiento y tampoco podemos probarlo en el orden apologético, si apoyamos la misma demostración en principios dogmáticos.

 

2.- El alma humana es naturalmente cristiana (Tertuliano).

 

Resp. Esto es, el nombre conforme a su propia naturaleza, conoce fácilmente a Dios y la obligación de ejercer la religión (Cfr. n.41,3) de donde es fácilmente conducido al conocimiento del cristianismo, con podemos deducir la existencia del cristianismo con sólo observar la misma naturaleza humana, niego.

 

142.- C ) LOS CRITERIOS INTERNOS A LA DOCTRINA NO SON PRIMARIOS

 

1º.- Examen de la doctrina en sí misma.

 

ADVERSARIOS - Es especialmente adversario H. SCHELL, que exagera el valor del criterio interno por encima de los criterios externos. En las objeciones veremos sus argumentos.

 

DOCTRINA DE LA IGLESIA . Cfr. n. 150

 

143.- PRUEBA

 

a) Al examinar las notas internas y la índole de alguna doctrina, no aparecerá entre ellas la nota de "estar revelada", porque éste­ es un hecho histórico que denomina extrínsecamente a la verdad revelada.

 

Luego, el criterio interno por sí solo, no puede ser suficiente para reconocer cualquiera revelación, aún privada, y mucho menos se podría decir que es un criterio primario.

 

b) Además, este examen interno de la doctrina no probaría frecuentemente, sino que nada impide que esa doctrina haya sido realmente revelada, esto es, frecuentemente no sería sino un criterio negativo, que no es suficiente por sí solo para establecer con certeza el hecho de la revelación. Porque, si se proponen los misterios, la razón podría probar solamente que no repugnan a la misma razón, y si se proponen verdades al alcance de la razón, se podría pensar que son fruto de algún gran genio humano, pues difícilmente se podría determinar el criterio para medir hasta donde pueden llegar las fuerzas del ingenio humano dejado a sí mismo. Luego, frecuentemente, o no se probará con certeza, o apenas se probará el hecho de la revelación divina.

 

c) Además, no es una cosa expedita para todos el examinar y conocer los caracteres internos de alguna doctrina, v.gr., de conformidad con las verdades racionales y con las aspiraciones y tendencias nobilísimas de los hombres y la sublimidad y trascendencia de esa revelación sobre otras, especialmente si es necesario hacer largas comparaciones. Más aún, esto tampoco es expedito, ni aún para los sabios, pues exige muchos estudios y muy diligentes. Así pues, este criterio de ningún modo es un recurso público acomodado a todos.

 

d) Además, es un criterio indeterminado (qué grado de sublimidad y armonía se requeriría en esa doctrina?), y es también variable según la diversidad de los hombres y proclive al peligro de subje­tivismo y de racionalismo (porque lo que agrada a unos disgusta a otros y muchos desean que sea verdadero lo que es conforme a su razón). Luego, también por este capítulo, tal criterio no convencería con certeza, ni de un modo expedito y acomodado a todos.

 

144.- OBJECIONES 

 

1).‑ El criterio de alguna cosa debe ser conforme con lo que se examina. Luego, el criterio de la revelación debe ser conforme con la doctrina revelada.

 

Dist. el antec. El criterio debe ser coherente con lo que se examina interna o externamente, concedo el antecedente, Precisamente internamente, niego el antecedente. E igualmente, dist. el consecuente y advirtamos que no se trata de discernir inmediatamente la doctrina revelada, sino de discernir el hecho de la revelación.

 

2).‑ El criterio debe ser equivalente por su gravedad a la cosa que se examina. Luego, es en la materia revelada donde se debe buscar el criterio primario de la revelación.

 

Dist. el antecedente. El criterio equivale en gravedad a la cosa que se examina, si se diese siempre un nexo interno entre el criterio y lo discernido, pase el antecedente, de lo contrario, niego el antecedente.

 

3).- Debe prevalecer el primado de las ideas y de las doctrinas sobre cualquier hecho. Luego, los criterios internos a la doctrina son primarios.

 

Dist. el antecedente. Debe prevalecer la idea sobre los hechos en cuanto criterio, y como criterio, niego el antecedente, en otro sentido, pase el antecedente.

 

4).- El criterio externo, el milagro, es aprobado después que se ha considerado la doctrina del taumaturgo ( Cfr. n.173). Luego, el criterio externo depende del criterio interno de la doctrina y es el primario.

 

Dist. el antecederte . Frecuentemente sucede así, como un criterio negativo­ de si la doctrina del taumaturgo es conforme a la recta razón ( o a la fe cuando por la Apologética consta ya con certeza de la credibilidad de la fe), conced. el antec., sucede siempre así, como si el criterio interno fuera positivamente definitivo, niego el antecedente.

 

145.- EXAMEN DE LA DOCTRINA EN SUS EFECTOS

 

ADVERSARIOS -

 

Los pragmatistas, según los cuales, se debe aceptar la revelación y la religión que satisfaga a las exigencias de la vida o promueva la Ética.

 

También los modernistas, para quienes se puede aceptar la revelación que promueve el sentimiento religioso.

 

DOCTRINA DE LA IGLESIA. ( Cfr. n. 150)

 

146.- PRUEBA

 

            a) Este criterio por examen de los efectos, no puede ser pri­marios, porque no puede servir para todos, porque supone la fe ya recibida y es posterior a la fe, por eso, no puede servir a los que no han experimentado aún la revelación y se podría preguntar por qué criterio se han guiado los primeros que la recibieron. Por lo tanto, no es criterio acomodado a todos.

 

Además, no se acomodaría a todos, pues es indeterminado (¿que grado de paz, de gozo, de satisfacción se requiere?, y es variable (el sentimiento religioso es inconstante y a unos agrada y satisface lo que a otros no, a los judeocristianos la ley de Moisés, a Tertuliano el Montanismo).

                       

b) Más aún, es difícil discernir tales efectos de la doctrina en los individuos: el gozo, la paz, la saciedad de las tendencias, de modo que se pueda deducir de un modo cierto y expedito su causa sobrenatural, frecuentemente, solo se conocen como conjeturé más o menos­ probable, la sobrenaturalidad de la paz y del gozo. Efectos parecidos a la saciedad de las tendencias podrían nacer de causas naturales, o de la práctica de algunas verdades de la religión natural.

 

También puede haber algunas verdades reveladas que propia­mente no son aptas para suscitar el sentimiento religioso ( v.gr., el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un solo principio).

                                               

c) Se podrían decir cosas parecidas cuando se trata de los efectos de la doctrina que satisfacen a los deseos universales, (en la familia, en la nación, en el género humano). Porque difícilmente se probaría con certeza tal satisfacción de las tendencias, porque se trata de un hecho fue en una multitud no consta con facilidad y se debería probar, además, que esa satisfacción no proviene únicamente de la religión natural, ni sería expedita esa comprobación y cabria pensar aún, que no satisface a muchos por el hecho de tener tendencias depravadas.

 

Por eso, el examen de la doctrina en sus efectos, no es de suyo un criterio primario de la revelación.

 

d) Pero, si tales criterios por los efectos y frutos de gozo, paz, saciedad de tendencias, no valen, de suyo, para engendrar de un modo expedito, la certeza con que se debe demostrar a muchos el hecho de la revelación, en cambio, los criterios por los frutos de santidad, del martirio, de una virtud extraordinaria en una gran multitud, pueden engendrar más fácilmente tal certeza, si se deduce de ellos la intención preternatural y milagrosa que aparece desde fuera de la misma revelación. Por lo tanto, puede suceder que el examen de la doctrina en sus efectos, engendre a veces accidentalmente y de un modo expedito, la certeza de una demostración válida para todos. Pero este criterio se encuentra ya en los criterios externos milagrosos.

 

PARTE POSITIVA

 

147.- PRENOTANDO ‑ EL CRITERIO ÚLTIMO DE LA REVELACIÓN DIVINA PÚBLICA, ES ALGÚN SIGNO DIVINO, SEA INTERNO, SEA EXTERNO.

 

Es necesario advertir que la certeza del hecho de la revelación divina se basa últimamente en algún signo divino extraordinario. Decimos "últimamente" porque hay muchos que están ciertos por el testimonio mediato de los hombres. Pero, tal testimonio se debe fundamentar en algún signo fuera del orden natural creado, sea externo (v. gr., un milagro sensible), sea interno, esto es, no sensible, v. gr.,una luz extraordinaria).

 

148.- La razón es porque no podemos conocer, el hecho de la revelación, ni la misma locución divina por la visión de Dios - ni deduciéndola de la creación natural, porque esa revelación es algo preternatural -, ni deduciéndola de unos principios metafísicos, porque es algo - contingente y no necesario - ni por la sola autoridad humana, porque por sí sola no dará la certeza de este hecho divino -, ni por la autoridad divina, porque esto es precisamente lo que se pregunta. Luego, se requiere últimamente algún signo divino extraordinario.

 

TESIS 11 - EL CRITERIO PRIMARIO PARA PROBAR EL HECHO DE LA REVELACIÓN SE DEBE PONER EN LOS MILAGROS Y VATICINIOS.

 

149.- ADVERSARIOS .

 

Los ya citados que, atribuyen una fuerza igual o mayor a los criterios subjetivos e internos que a los objetivos y externos, y en concreto , los defensores de la apologética de la inmanencia tomada exclusivamente.

 

150.- DOCTRINA DE LA IGLESIA

 

Según la doctrina del Concilio Vaticano I, se debe mantener el valor primario y suficientísimos, que es propio de los milagros y profecías, D1790: " quiso Dios que se juntaran argumentos externos de su revelación y, ante todo, los milagros y profecías, que son signos certísimos y aco­modados a la inteligencia de todos.

 

Pues prueban con certeza, de modo expedito y acomodado a todos, y prevalecen sobre los demás, luego, según la doctrina de la Iglesia, son criterios primarios. ( D 1812 s.)

 

La misma doctrina en el juramento centra los modernistas ( D.2145).

 

Más aún, esta doctrina informa la vida y la predicación de la Iglesia y está en su magisterio.

 

En cuanto a la refutación de la apologética de la inmanencia tomada exclusivamente, (D. 2103).

 

VALOR TEOLÓGICO.- Este valor primario y suficientísimo de los milagros y profecías es al menos doctrina católica.

 

151.- PRUEBA .

 

Tales criterios, es decir, los milagros sensibles y las profecías completas, que se aducen como testimonió y confirmación de la revelación, no requieren, de suyo, un entendimiento muy cultivado, como los criterios internos de la doctrina, sino solamente una mente y unos sentidos sanos, para que conste con certeza de esos milagros o profecías cumplidas. Porque puede constar con frecuencia que superan la naturaleza y que los ordena Dios para demostrar algo. Son, además cosas manifiestas y palpables y no corren el peligro de inclinarse a una ilusión subjetiva, como los mismos criterios subjetivos, sino que se puede recurrir a ellos con facilidad, y se acomodan también a todos, pues se les puede transmitir con certeza por el testimonio.

 

Luego, los milagros y vaticinios, los criterios externos y objetivos bastan por sí solos y prevalecen ante otros criterios subjetivos externos.

 

La tesis se CONFIRMA además, por la apelación universal a los milagros y profecías.

 

152.- OBJECCIONES

 

1)- Hay muchos que no admiten el milagro. Luego, no es un criterio primario, porque no se acomoda a todos.

 

Dist, el antecedente, Hay muchos que de una manera irracional, no admiten nunca el milagro, cono. el antecedente, no lo admiten razonablemente, subdist., si no consta ciertamente de él, conced., pero si consta ciertamente de él, niego.

 

2)- Pero los milagros no se prueban con certeza, porque todas las religiones, aún las falsas, apelan a los milagros. Luego ...,

 

Niego la subsuncíón y dist. la razón que se añade. Todas las religiones provocan a los milagros verdaderos o falsos, conced., a verdaderos milagros, niego. Esto indica que debemos ser cautos al admitir los milagros, como al recibir las monedas, pero no por eso, todos son falsos o inútiles.

 

3) - Al menos los milagros no prueban de un modo expedito, porque exigen una larga

consideración.

 

Niego la subsunción y distingo la razón que se añade. A veces exigen una consideración difícil, conc., siempre, niego. Pero, aún así, para otros criterios se re­queriría una consideración mucho más larga.

 

153 - ESCOLIO.‑ EL CRITERIO DE LA REVELACIÓN INMEDIATA ES TAMBIÉN EL MILAGRO.

 

Jesucristo gozaba de la visión beatífica, por la que veía inmediatamente todas las operacio­nes de Dios y su locución: "Todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer" (Juan 15,15). Por eso, por esta mima visión intuitiva, estaba cierto de qué, aunque a El le era debida, siempre es sobre el orden de la naturale­za para cualquier naturaleza creada.

 

A otros, además de la ilustración de la mente y de la infusión de las especies, o además, de la combinación extraordinaria de las especies que ya se han tenido, es decir, además de la comunicación material de Dios, se les debe dar una señal por la que les conste que Dios les ha hablado. Esta señal puede ser la misma ilustración de la mente o la infusión de la comunicación, en cuanto que es percibida como algo que trasciende a la naturaleza, o como una acción milagrosa en el entendimiento, o son nociones místicas extraordinarias conocidas como provenientes de Dios, o acciones milagrosas dentro del sujetos (la conversión repentina de S. Pablo), o fuera del sujeto (v. gr., la zarza ardiente.).

 

Por lo tanto, como el criterio universal de la certeza es la evidencia, asimismo, el criterio universal de la revelación es el milagro.

 

Así pues, en la revelación inmediata y privada, el criterio para reconocerla será cierta acción milagrosa, sea interior, sea exterior, al sujeto que recibe esa revelación. Esto vale en primer lugar para el que recibe inmediatamente la revelación. Los demás que han oído hablar de esa revelación, si no pueden juzgar con certeza acerca del milagro interno ocurrido en el que recibe la revelación, frecuentemente deberán quedar ciertos por un nuevo milagro. Pero no es necesario que siempre alcancen la certeza por un milagro diverso del que se realizó en el que recibe la revelación, es decir, si consideradas prudentemente las circunstancias en una persona santa y en un modo de proceder en los fines pretendidos y en los efectos que se siguen de esa presunta revelación, consta con certeza moral, de la prudencia y cautela, de la ciencia y de la veracidad del que recibió la revelación.

 

PARTE COMPLEMENTARIA

 

154.- DEL VALOR POSITIVO DE LOS CRITERIOS SUBJETIVOS E INTERNOS

 

Conozcamos ya el valor de esos criterios, que muchos enaltecieren sobremanera, confundiendo la apologética científica con el arte pastoral. Pero ahora tratamos de su valor científico, no precisamente de su oportunidad sicológica y pastoral.

 

TESIS 12 - LOS CRITERIOS SUBJETIVOS E INTERNOS TIENEN SU IMPORTANCIA Y UTILIDAD

 

155.- DOCTRINA DE LA IGLESIA

 

La doctrina de la tesis se insinúa en la encíclica de Pío IX "Dui pluribus" (9 Nov. 1846) ( D 1638), allí se enumeran estos criterios entre los criterios válidos a favor de la religión católica.

 

VALOR TEOLÓGICO -. La tesis contiene una doctrina que por lo menos es cierta.

 

156.- PRUEBA

 

A) UTILIDAD DE LOS CRITERIOS SUBJETIVOS

 

            a) Las nociones internas a favor de alguna doctrina o revelación, si son extraordinarias y está investidas por la razón de un milagro, supuesto siempre lo que es necesario en una verdadera discreción de espíritus, será un criterio suficiente y primario para la persona que las tiene. Pero, si tales nociones no son extraordinarias, sino que afectan al alma casi como una consolación ordinaria con respecto a alguna doctrina­ o religión, pueden ser un indicio no despreciable y por su repetición pueden llegar a ser un cierto criterio.[5]

 

b) La conformidad con las legitimas aspiraciones del hombre, puede ser un indicio de verdadera revelación, pero su valor objetivo es menor por la mutabilidad de los sujetos y de las tendencias. Pero, si se da una plenitud eximia de todas las aspiraciones, entonces se puede inducir al ahombre a un examen ulterior de la doctrina, y si se superan de un modo admirable las tendencias del hombre, entonces, eso puede ser un milagro moral o intelectual.

 

El valor psicológico de este misterio puede ser muy grande, si, por las aspiraciones legítimas, íntimas y fuentes del entendimiento y del corazón humano, se disponen las mentes a la perfección moral y al conocimiento de las cosas religiosas. Incluso puede servir para una buena confirmación de la fe ya recibida y para una explicación más profunda de la misma.

 

157.- B) UTILIDAD DE LOS CRITERIOS INTERINOS

 

a) El  examen de la índole interna de alguna doctrina y la armonía con la religión  natural que resulta de él, muestra no solo la posibilidad negativa de alguna revelación, por la ausencia de contradicción con la verdad y la santidad (criterio negativo), sino que también que de mostrarnos la posibilidad positiva de la revelación de esa doctrina demostrando su verdad y santidad. Pero esta posibilidad no es por sí sola un argumento válido, a no ser que se demuestre, por otra parte, la impotencia del hombre para llegar a ese conocimiento sin un auxilio preternatural. Conocemos ya la impotencia moral del género humano para alcanzar un conocimiento congruo de la religión natural (cfr. n.7611), por lo tanto, en una doctrina que se dice revelada, cuanto mayor es el conjunto de verdades que concuerdan con los principios conocidos por la razón, tanto mayor es la dificultad de que se conozcan esas verdades por el entendimiento solamente, y crece la posibilidad, más aún la probabilidad, de su origen preternatural.

 

Si el conjunto de las verdades de una doctrina religiosa, comparado con las doctrinas de las demás religiones, aparece tan sublime, amplio y profundo que llegue a demostrar su origen preternatural, se tendrá un argumento de "trascendencia" intensiva y extensiva, lo que sería un milagro intelectual (Pero aún así, juzgan algunos que un argumento deducido de este modo, no sería más que un argumento suasorio para la religión cristiana).

 

            b) En el examen de la doctrina por los frutos producidos , si se muestra la desproporción entre las facultades del hombre y los efectos producidos en el entendimiento y en la voluntad, esos mismos frutos pueden revestir la razón de un milagro intelectual o moral que se manifiesta externamente y, por lo tanto, algunas veces se podrá deducir de ellos un argumento válido. Más aún, incluso accidentalmente, un argumento primario (cfr. n.669).

 

Además, antes de haber recibido la fe, esos criterios pueden ser de gran utilidad, si la paz que se encuentra en una revelación conduce a una investigación posterior. Más aún, si los frutos morales ya obtenidos, producen paz y consuelo y confirman y atraen al estudio de la verdadera revelación.

 

158.- COROLARIO.

 

Si queremos comprender en una palabra el valor y la utilidad de los criterios subjetivos e internos, podemos decir lo siguiente:

 

Los criterios subjetivos e internos en tanto convencen del hecho de la revelación, en cuanto nos muestran que se ha producido un milagro y serán un criterio primario en cuanto que el milagro se manifieste externamente con certeza y fácilmente de un modo acomodado a todos.

 

Son útiles en cuanto dispositivos, alicientes y conformativos.

 

Y son utilísimos en cuanto manifiestan la razón del bien que hay en la revelación y en la fe y mueven así a la voluntad para meditarla e imperar el acto de la fe, porque la voluntad se mueve, como sabemos, por la razón del bien.

 

159.- LA PRACTICA APOLOGÉTICA consistirá, en primer lugar, en que la religión y la fe se prolongan como apetecibles y deseables al que todavía no cree: como se encuentra en ellas la solución a muchísimas cuestiones que el entendimiento y el corazón recto del hombre se proponen ...., cuál es el sentido de la vida, el porqué de las miserias y del mal, cuándo será la justa retribución, y esa cuestiones le mueven tanto más a uno, cuánto más rectamente haya sido educado y cuánto se encuentre en una mayor tribulación – El  apologeta enseña cómo se satisface a estas cuestiones por la religión,... y cómo por la religión se sale al encuentro de las tendencias más nobles del hombre, es decir, al deseo del amor entre los hombres y de la unión con Dios, el deseo de un corazón puro, el deseo de la superación moral... a aquellas cosas en concretos que según el estado particular de un hombre, las lleva más en su corazón.

 

Así pues, los criterios inmanentísticos y por los criterios internos de una doctrina, en cuanto incentivos, atractivos y dispositivos, se podía conducir a un no creyente (con la ayuda de la gracia) a un estudio gustoso de la religión (¡Ojalá sea verdad, se dice) y se dispondrá mejor para recibir los argumentos en favor de la religión de Cristo. Y se le deberían  escoger y proponer los que más se le acomodan a él.


[1] El milagro, en cuanto que es signo de la revelación, como lo es frecuentemente, no es un mero signo "ad placitum", sino un signo natural y muy   apto, por su conexión con la misma revelación, porque aunque esta conexión no sea una conexión de causa y efecto, es una conexión final, porque la teología del milagro, se dirige necesariamente al orden moral. (Cfr. n. 163)

[2] No es pequeña la dificultad que existe en esta cuestión por el hecho de que se da una diversidad de terminología entre los diversos autores. En nuestra división tratamos la materia al estudiar la revelación pública que debe ser públicamente demostrada.

[3] El criterio de la santidad difiere en tal manera de los criterios subjetivos precedentes, que no se considera tanto en el sujeto que examina la revelación, cuanto en los muchos hombres que la aceptaron.

[4] CARTA SOBRE LAS EXIGENCIAS DEL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO EN MATERIA DE APOLOGÉTICA .

 

Oigamos el juicio de P.J.P. GRAUSEN, sobre el trabajo más reciente “L’Action II": En la obra de la juventud parecía que la misma objetividad del análisis conducía únicamente a la decisión (opción) definitiva de la voluntad a lo sobrenatural. Esta posición demasiado pragmática y frecuentemente censurada, desaparece ahora por la conexión con las obras precedentes y también se evita suficientemente en la nueva exposición. La prístina "Action" inculcaba demasiado la necesidad de lo sobrenatural para la perfección del mismo querer humano, de tal modo que no parecían salvarse con deficiente claridad la gratuidad del orden sobrenatural y la existencia de un orden puramente natural. Pero en esta materia, el nuevo tratado responde rectamente, a las exigencias dogmáticas. La perfección sobrenatural aparece solamente como hipótesis, de cuya realización y concreta posibilidad la Filosofía no puede decir cada y se puede pensar rectamente en un orden permanente puramente natural como en conexión con la naturaleza humana y con la sabiduría del creador... Como en las obras precedentes, en ésta existen también algunos lugares que no parecen expuestos coro toda claridad, y así, los censores encontrarán materia abundante para la crítica, a no ser que renuncien a ello y depongan las armas ... ( Schol 14 (1939) 259, versión del Alemán) ,

 

Según la exposición y explicación de su sistema, aprobadas por Blondel, después de la revelación y de la fe percibimos que las lagunas que existen en la naturaleza son llenadas precisamente en el orden sobrenatural„ mientras que antes que la fe ignoramos que es lo que se contiene en estas lagunas e indigencias.

 

Mas recientemente, Maurice Blondel había emprendido una nueva trilogía acerca de las relaciones entre la Filosofía y el espíritu cristiano. (Allí trata, en el volumen 1º, "Autonomía esencial y conexión indeclinable") sobre los enigmas filosóficos acerca de Dios y acerca de los seres contingentes, acerca del destino y del fin de los hombres, acerca de la mediación necesaria para los mismos, de los pecados que deben ser reparados y explicados y de como­ se satisface a éstos misterios cristianos y en la realización histórica del orden sobrenatural ....; igualmente (en el volumen 2º, " Condiciones­ de la única simbiosis normal y saludable"), propone los misterios gloriosos y finales del cristianismo y los propone en los sacramentos de la Iglesia y de la vida cristiana, y cómo se satisface en la religión cristiana al problema de la unión entre la inmanencia y la trascendencia ....

 

Así, en el primer volumen cuando estudia las relaciones entre la Filosofía y el cristianismo, entre la razón y la fe y entre lo natural y lo sobrenatural, muestra con razón su inconmensurabilidad, sin que excluya, sin embargo, su simbiosis.. Tales elucubraciones (aun que, a veces sería deseable en ellas una precisión teológica más cuidada), no atacan de ningún modo a la trascendencia del dato revelado, obtenido por el orden sobrenatural, y con razón, se consideran útiles para disponer los espíritus modernos a escuchar la voz de la Iglesia .... y así, el primer volumen aparece como un monumento útil para la apologética.

 

L. LABERTHONNIERE exponía y defendía la teoría Blondeliana de la "acción", considerando a la acción humana en concreto, en cuanto es actuada de hecho bajo el influjo sobrenatural de Dios, de aquí; decía‑, que se encontraba en ella la exigencia de lo sobrenatural, no porque lo exigiese la naturaleza por derecho propio, sino que, de hecho, la naturaleza es penetrada por la gracia de Dios, y examinando así a la naturaleza ‑decía‑, se encontrará la exigencia de lo sobrenatural  y que esta exigencia es necesaria y suficiente para que el "vacío de la naturaleza" sea llenado por la verdad revelada.

[5] En la revelación privada, el criterio para discernir esa revelación, puede ser el mismo conocimiento revelado con las circunstancias concomitantes y subsiguientes, es decir, 1) sí se produce de repente en el entendimiento, sin que proceda un acto de la imaginación, porque el modo normal de conocer entre los hombres presupone la actuación de los fantasmas, 2) si enseña muchas cosas con pocas ideas y en un instante, porque esto lo puede hacer Dios perfectamente, 3) si atrae la atención de la mente y de la voluntad de tal manera, que la persona no pueda, en absoluto, dejar de atender, porque esto únicamente lo puede hacer Dios como Señor absoluto, 4) si conforta para hacer y sufrir cesas grandes y difíciles, porque esto es indicio de una gracia extraordinaria.