LIBRO  II

 

DE LOS NOVÍSIMOS DEL MUNDO

 

 

260. Al hablar en lo tratado hasta ahora de los novísimos del hombre, hemos probado que el tiempo de la prueba de los hombres termina con la muerte, después que cada uno de ellos es sometido a juicio particular, a fin de inmediatamente después o bien ser galardonados con el premio de la bienaventuranza que consiste esencialmente en la visión y el amor de Dios unido al gozo por esa visión y ese amor, una bienaventuranza que es eterna, libre de todo pecado, desigual según la diferencia de méritos, o bien son castigados con la pena eterna de daño y de fuego corpóreo, a no ser que los justos deban ser purificados antes en las penas del purgatorio de toda pena o incluso de la mancha de pecado venial.

 

Y ahora es el momento de tratar la cuestión acerca del destino futuro del linaje humano, e incluso del destino futuro del mundo material. Así como cada uno de los hombres después del estado de vía alcanzan definitivamente el estado de término, ¿acaso no cesará también alguna vez el linaje humano en su propagación, más aún, acaso no será destruido en un tiempo futuro el mundo material o será puesto en alguna condición definitiva? Ahora bien, ¿cómo sucedería esto?

 

Ahora pasamos a responder a esta cuestión de los novísimos del mundo de forma que en primer término vamos a tratar de los novísimos del género humano, de la segunda venida de Cristo, de la resurrección de los muertos, del juicio universal, de la retribución del premio o del castigo inmediatamente después del juicio, o sea de la exclusión del milenarismo, para pasar a hablar después brevemente sobre los novísimos del mundo material.

 

Según el protestante Bultmann, en la doctrina de Jesucristo se da cierta atenuación de la importancia de la escatología general, como si no describiera la felicidad futura ni diera los signos de su nuevo regreso, mientras que para Juan la resurrección y el juicio final coinciden con la venida de Jesucristo en la Encarnación. Según es evidente, todo esto no puede admitirse; mas por otra parte, según hemos indicado, la escatología final no debe ser separada de la individual como si éstas no estuvieran conexionadas por ninguna relación mutua. Según el sentido de la Sagrada Escritura hay que juzgar que nosotros ya nos encontramos mediante la muerte de Jesucristo en el período escatológico, sin que por consiguiente los últimos acontecimientos sean meramente futuros, en cuanto que, v.gr. nosotros ya hemos resucitado con Cristo, poseemos el reino futuro mediante la fe y hasta cierto punto poseemos este reino futuro ya anticipada y efectivamente, en tanto que ya hierve la lucha final de Jesucristo y de Satanás la cual va a durar hasta el fin del mundo.

 

No obstante, todos estos novísimos del mundo están mezclados en las fuentes y como que se refieren a un solo espacio de tiempo de forma que cualquier recuerdo de éstos se considera que lleva connotados todos los otros novísimos, por ejemplo cuando se dice de tu venida y del fin del mundo (Mt 24,3), el Hijo del hombre en su día (Lc 17,24-26), el día... del Señor (1 Cor 3,3), en el último día (Jn 6,39-54), para el juicio del gran día (Jds 6), etc.[1]

 

CAPITULO I

DE LA SEGUNDA VENIDA DE JESUCRISTO

 

261. Nexo. Puesto que los novísimos del género humano están en conexión íntima con una segunda venida de Jesucristo que va a suceder, estudiaremos primeramente ésta al mismo tiempo que sus circunstancias y las señales que la anuncian de antemano. Ahora bien, tenemos que tener antes en cuenta que nosotros estamos tratando de un tema escatológico, que se considera que es casi el más difícil de todos en el  Nuevo Testamento. De ahí la problemática no pequeña que hay entre los exegetas acerca del sentido del sermón escatológico de Jesucristo, de forma que según uno trata solamente acerca del fin del mundo, según otros acerca del fin del mundo y del fin de la ciudad de Jerusalén bajo el poder de los romanos, según unos terceros, al parecer, muy pocos, se trata solamente de esta destrucción de Jerusalén. Sin embargo incluso, según éstos, según parece, esta destrucción de la ciudad es al mismo tiempo como la connotación profética del futuro fin del mundo. De donde aplicamos las palabras de Jesucristo también a este fin.

 

El hecho de la venida de Jesucristo. Nadie niega y quedará constancia por los documentos y argumentos que vamos a aducir en favor del juicio universal que, aparte de la humilde venida primera de Jesucristo, va a suceder otra venida y en verdad solemne y gloriosa. Mas ahora baste con indicar esto.

 

Así pues vendrá: a) En la gloria de su Padre con los santos ángeles (Mc 8,38). En su majestad y en la majestad del Padre y de los santos ángeles (Lc 9,26). Con todos sus santos (1 Tes 3,13). b) Sobre las nubes del cielo con mucho poder y gloria (Mt 24,30). c) En llama de fuego (2 Tes 1,8). d) En la sede de su majestad (Mt 19,27). e) Y en verdad aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo (Mt 24,30), la cual señal se considera más comúnmente que es la cruz de Cristo bien sea el leño mismo de la Crucifixión o bien otra cruz que vaya a ser formada en el cielo en forma luminosa.

 

En efecto es conveniente que el autor mismo de la Redención lleve esta a término; que el crucificado mientras vivió en la tierra obtenga de sus enemigos aquí el triunfo glorioso; que el que vino primeramente envuelto en humildad, aparezca por segunda vez lleno de gloria. Apoc 1,7: He aquí que viene entre las nubes, y le verán todos los ojos, y los mismos que lo traspasaron se cmpungirán... (S.TO., Suppl. q.90 a.1s).

 

Además venida misma se llama: advenimiento o venida (Mt 24,3); aparición del Señor (1 Tim 6,4); revelación del Señor (2 Tes 6,7).

 

Y el día de su llegada se llama: día del Hijo del hombre (Lc 17,27); «día... del Señor» (1 Cor 3,13); día de Jesucristo (Fil 1,6); último día (Jn 6,44).

 

262. Tiempo de la venida de Jesucristo. Este tiempo aparece como próximo, sin embargo puede demorarse mucho. No faltaron ya desde los comienzos de la Iglesia quienes señalaran el año de la venida del Señor o por lo menos una época concreta. Sin embargo es cierto que nosotros, a) Ignoramos totalmente esto. Mt 24,36: Referente, empero a aquel día y hora nadie conoce nada, ni siquiera los ángeles. Sábelo exclusivamente el Padre. b) Y es cierto que nunca lo sabremos, ya que Jesucristo vendrá de repente. Mt 24,27: Porque, como al estallar el rayo, fulgura de oriente a occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre. 2 Pe 3,10: Llegará, empero, el día del Señor como ladrón.

 

Por tanto Jesucristo exhorta a los hombres tanto de aquella época como los que habían de nacer después a que vivan vigilantes. Mt 24,42-44: Estad, pues, siempre en vela, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. Bien comprendéis que si el dueño supiera a qué hora de la noche había de venir el ladrón, estaría en vela y no consentiría que penetrase en casa. Por consiguiente, estad también vosotros dispuestos, porque a la hora que no sospecháis vendrá el Hijo del hombre.

 

263. Señales de la venida de Jesucristo. Si bien la venida de Jesucristo está oculta para nosotros, y ha de suceder de repente, sin embargo, según Jesucristo, podremos preverla de alguna manera. Mt 24,32: Aprended una comparación tomada de la higuera: cuando reverdecen sus ramas y brotan sus hojas, conocéis que se aproxima el verano. Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas advertid que está ya cerca, a la puerta. Así pues hay algunas señales de la venida de Jesucristo, de las cuales unas son negativas, esto es hechos que sucederán antes de que venga Jesucristo, sin que a pesar de ello muestren que El está próximo, y otras señales son positivas, o sea hechos que sucederán inmediatamente antes de la venida de Jesucristo o durante su venida misma, y por las cuales señales los que vivan entonces juzgarán que la venida de Jesucristo es ya inmediata. He aquí cuáles son estas señales:

1) La predicación del Evangelio en el mundo entero. Preguntando los Apóstoles a Jesús acerca de su segunda venida, dijo entre otras cosas las siguientes (Mt 24,14): Será predicado este evangelio del reino en todo el orbe, para que su testimonio llegue a todos los pueblos y entonces vendrá el fin. Ahora bien, puesto que en esta perícopa se trata acerca de la destrucción de la ciudad y del fin del mundo, sin que nos aseguren los exegetas de todas estas cosas cuáles son las que se refieren al fin del mundo, las palabras citadas tratan más bien acerca de este fin del mundo (vers. 8.14). Por tanto la fórmula «todo el orbe», que se usa también en otros lugares hablando del imperio romano (Lc 2,1; Hchs 11,28; 24,5; Rom 10,18; Col 1,6), debe ser considerada aquí con referencia al orbe entero, tanto por el contexto como por las palabras de Mc 16,15s (Predicad el Evangelio a toda creatura).

 

Ahora bien esta predicación no debe entenderse necesariamente acerca de la conversión de todos, o por el contrario de forma que nadie se convierta; sino que debe entenderse de la fe que va a ser predicada a todos los pueblos, y al mismo tiempo sin duda que va a ser profesada y vivida más o menos en todas las regiones.

 

264. 2) Venida del Anticristo. Este nombre desigan: a) en sentido bastante lato, a aquel que es adversario de Jesucristo, de forma que por tanto hay muchos Anticristos; b) sin embargo designa por antonomasia a un enemigo acérrimo de Jesucristo que vendrá al fin del mundo. Ambos sentidos aparecen en la 1 Jn 2,18-22:...Y conforme habéis oído decir que vendrá el Anticristo, ahora han aparecido ya muchos Anticristos. Por donde conocemos que es la hora postrera... ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías? Este es el Anticristo, negador del Padre y del Hijo... 1 Jn 4,2s: Porque se han presentado a los hombres muchos falsos profetas... Y todo espíritu que desintegra a Jesús no es de Dios. Más bien es éste espíritu del Anticristo, del que habéis oído que ha de venir y que al presente está ya en el mundo.

 

Luego según estas palabras vendrá ciertamente un adversario de Jesucristo, el cual se llama Anticristo por antonomasia, y cuyo nombre lo reciben otros adversarios de Jesucristo.

 

Con estas palabras está en consonancia la 2 Tes 2,3-12: Y os pedimos, hermanos, por el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo... Que nadie os engañe de ningún modo. Porque primero debe tener lugar la apostasía y debe revelarse el hombre del pecado, el hijo de la perdición: el rebelde y que se yergue contra todo lo que lleva el nombre de Dios..., exhibiéndose él mismo como Dios... Y ahora conocéis lo que le cierra el paso, hasta que llegue su tiempo, la hora de manifestarse. Porque el misterio de la iniquidad está ya en activo, sólo que ahora hay quien le traba, hasta que desaparezca de en medio. Y entonces se manifestará el impío, al cual el Señor Jesús barrerá con el soplo de su boca y aniquilará con la majestad de su advenimiento. El advenimiento de este impío será coadyuvado, con toda suerte de portentos y señales y prodigios engañosos. Y con toda suerte de seducciones perversas, en daño de los que perecen...

 

Por consiguiente, por estos textos, a los cuales tal vez podrían añadirse otros, consta que antes de la venida de Jesucristo vendrá algún gran enemigo de Jesucristo, el cual por todo el contexto, se identifica fácilmente con aquel Anticristo del cual habla San Juan.

 

Además de estos textos y del de San Juan antes citado puede desprenderse que el Anticristo es, no simplemente la personificación del mal, como sostuvieron algunos Protestantes, sino una persona real, mas no el diablo encarnado o que aparece con aspecto de hombre. Más aún puede desprenderse que el Anticristo es una persona humana y ciertamente individual, según se sostiene más comúnmente, puesto que se distingue de otros anticristos y es llamado el hombre del pecado; aunque no falten quienes piensen que este consiste en una cierta colectividad o como en una serie de personas, serie que se prolonga desde el tiempo de San Pablo hasta el fin del mundo, cuando se revelará de forma especial en su iniquidad; no obstante a estos autores puede concedérseles al menos esto, que todos los adversarios de Jesucristo forman unidos como un solo cuerpo con el Anticristo, principalmente aquellos a los que el Anticristo mismo al venir tendrá sin duda como satélites suyos (Mt 24,24).

 

265.  3) Apostasía de la fe cristiana. 2 Tes 2,3...: Que también os engañe de ningún modo. Porque primero debe tener lugar la apostasía, y debe revelarse el hombre del pecado... Así pues por estas palabras consta que antes del advenimiento de nuestro Señor ocurrirá alguna apostasía sin duda bastante universal; ahora bien no consistirá ésta en una defección del imperio romano constituido según un orden jurídico excelente, como pensó Bellarmino siguiendo a muchos Padres, sino que consistirá en una auténtica apostasía de los principios de la religión cristiana mediante el ateísmo, el materialismo, etc.; de forma que esta apostasía sea, no de cada uno de los hombres, pues la Iglesia siempre permanecerá, sino más probablemente de naciones, las cuales, con el consentimiento de la mayor parte del pueblo o al menos de los más importantes del mismo, ataquen a la Iglesia y pretendan destruirla (1 Tim 4,1; 2 Tim 3,1). Ahora bien esta apostasía puede considerarse más probablemente en parte como preparación a la llegada del Anticristo y en parte como obra de él mismo.

 

266. 4) Conversión de los judíos. Esta conversión de los judíos, que no debe entenderse necesariamente de todos y cada uno de ellos, sino de un número tal, que moralmente pueda decirse que se ha convertido Israel, ha sido profetizada en Os 3,4: Después los hijos de Israel se convertirán, buscarán al Señor, su Dios, y a David, su rey. Rom 11,25s: No quiero... que ignoréis... este misterio... que una parte de Israel cayó en el encallecimiento, hasta que ingrese la totalidad de los gentiles. Y entonces todo Israel será salvo, conforme está escrito: Vendrá de Sion el Libertador. Alejará las impiedades de Jacob...

 

S.AGUSTIN: «Es muy conocido en las conversaciones y en los corazones de los fieles que al final antes del juicio los judíos van a creer en el verdadero Jesucristo, esto es, en nuestro Jesucristo». S.JERONIMO: «Cuando haya pasado esta generación y haya entrado la totalidad de los gentiles, entonces esta higuera también dará sus frutos y todo Israel se salvará».

 

La conversión de los judíos se diferirá, según las palabras de San Pablo (Rom 11,25; cf. Lc 21,24), hasta que ingrese la totalidad de los gentiles. Ahora bien, ¿puede suceder entretanto que los judíos, ahora dispersos por distintas naciones, reuniéndose en Palestina constituyan un cierto estado judío (de cualquier forma política que sea éste y ya sea ortodoxo o ateo o comunista)? Y en el caso de que esto suceda, ¿será esto señal del hecho de que ya está inminente la conversión de los judíos? Al callar totalmente el Evangelio acerca de esto, nosotros no nos atrevemos a responder nada sobre estos temas.

 

267. 5) Venida de Elías y de Enoc. Mal 3,23s: He aquí que os envío al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. Volverá el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que llegue yo y haya de herir de anatema el país. Ecles 48,10: (Elías) de quien está escrito que has sido reservado para los tiempos (del Mesías), para aplacar la cólera antes del furor... Mt 17,10s: Preguntáronle entonces sus discípulos...: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero? Respondió El: Ciertamente Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo, que Elías ha venido ya... Ahora bien estas últimas palabras se refieren a Juan Bautista, como así lo entendieron los discípulos (Lc 1,17).

 

Según Suárez, «todos los Padres», los cuales por otra parte se dice que afirman comúnmente la venida de Elías, entienden estos textos de Malaquías y de san Mateo acerca de la futura venida de Elías.[2] Bellarmino al tratar acerca de la venida de Elías y de Enoc dice que «el afirmar lo contrario es o herejía o error próximo a la herejía» y así opina Suárez. Por otra parte los teólogos, incluso los modernos, recuerdan con todo derecho comúnmente esta venida; no obstante ya algunos exegetas parece que dudan acerca de ella, como Tobac, Condamin, van Hoonacker, Allò (por lo que se refiere a Enoc), Huby, Chaine, Meignan, Buzy, Spadafora, Pirot-Leconte, Spicq, Rehm.

 

La futura conversión de los judíos es atribuida a Elías, según hemos visto al exponer las palabras de san Agustín en las que trataba antes acerca de esta conversión. San Gregorio Magno: «... por tanto en el Evangelio la Verdad dice también: Elías ha de venir y lo restaurará todo (Mt 17,11). Pues la Iglesia ha perdido ahora a los israelitas, a los cuales no ha podido convertir con su predicación, sin embargo entonces, por la predicación de Elías, al recoger a todos los que hallare, como que recupera con más plenitud lo que ha perdido».

 

La venida de Enoc es menos probable. Maldonado piensa que Moisés vendrá en lugar de Enoc. A.Lapide y otros muchos exponen como más probable acerca de Elías y de Enoc el texto del Apoc 11,3: Mientras, encomendaré a mis dos testigos... En cambio otros niegan esta interpretación. (Cf. n.21).

 

268. 6) Fenómenos de la naturaleza (los cuales sin duda estarán próximos a la venida de Jesucristo): a) Mt 24,29s: En seguida, después de la tribulación de aquellos días, el sol se entenebrecerá, y la luna no emitirá su fulgor, y las estrellas caerán de los cielos y los ejércitos de los cielos se tambalearán. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre (cf. Mc 13,24-26). b) Terrestres. Lc 21-25: Y habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas. Y en la tierra angustia en todos los pueblos, desconcertados por los rugidos del mar y los seísmos. Desmayarán los hombres de terror y ansiedad... (cf. Jl 2,30).

 

Ahora bien, estos fenómenos, los cuales otros autores, como san Agustín, los consideran de forma alegórica, más comúnmente los entienden en sentido real tanto los exegetas como los teólogos, no ciertamente al pie de la letra, como si, v.gr. los astros fueran a caer en realidad, sino haciendo referencia en verdad a auténticos fenómenos físicos - ciertamente sólo respecto de nuestra tierra - cualesquiera que estos fenómenos sean.

 

Por otra parte es difícil de concretar de qué modo y en qué medida se van a llevar a cabo estos fenómenos y se pretendería en vano determinar la naturaleza de cada uno de los signos de la venida de Jesucristo (S.TO., Suppl. q.73).

 

N.B. a) El incendio del mundo que acontecerá en el fin de los tiempos (2 Pe 3,10), a no ser que se tome tal vez de un modo simbólico, habría que colocarlo entre las señales y ciertamente próximas de la venida de Jesucristo, si constara que este incendio va a suceder antes de la resurrección, según juzgan (más comúnmente al parecer) unos, no después de la resurrección, según el criterio de otros.

 

b) Al igual que en el Antiguo Testamento cualquier juicio de Dios (Is 66,15-17; Jl 2,1-3; Sal 96,3), así también en el Nuevo Testamento el juicio final de Dios aparece como que se ha de revelar en fuego (1 Cor 3,13; 2 Tes 1,8; 2 Pe 3,12). Este fuego del juicio final, ¿es metafórico o corpóreo? No consta. Si este fuego no se identifica con el fuego del incendio, se consideraría más fácilmente como usado en sentido metafórico apoyados en la claridad resplandeciente al iluminar y en la sutilidad al penetrar y en el ardor en su eficacia de castigo. Si en cambio se identifica con el fuego del incendio, como es más probable sin que sin embargo conste acerca de esto, parece que debe ser considerado como fuego real.


[1]  S.AGUSTIN, De la ciudad de Dios, 20,30,5: ML 41,708: «Así pues sabemos que sucederán en aquel juicio o alrededor de aquel juicio estas cosas: La venida de Elías Tesbita, los judíos creerán en Jesucristo, aparecerá el Anticristo como tentador, Jesucristo vendrá como juez, los muertos resucitarán, serán separados los buenos de los malos, el mundo arderá y se renovará. Todo lo cual debemos creer que sucederá ciertamente, ahora bien, de qué modo o en qué orden va a suceder, lo enseñará entonces la experiencia de la realidad más que poder ahora la inteligencia de los hombres conocer esto a la perfección».

[2]  Cf. Suárez, 55,2 n.4-7; Lennerz (n.273): «Los Padres también enseñan claramente que Elías vendrá al fin del mundo».