LIBRO I
 

SOBRE LA CREACION DEL MUNDO EN GENERAL

 

 

11. Por el tratado Acerca de Dios consta que existe Dios Uno y Trino, el cual es un solo ser que existe por sí mismo (unum ens a se), y que existe necesariamente, y que es infinito en toda clase de perfecciones. Ahora bien, puesto que aparte de Dios existen otros muchos seres, los cuales por hipótesis han podido tener un comienzo (bien eterno o bien temporal) de su ser, y que perduran en este ser, y los cuales realizan acciones, es propio del teólogo investigar cuál es la relación de estos seres en orden a Dios y en verdad investigar esto en cuanto al origen de dichos seres, en cuanto al hecho de perdurar éstos en el ser, y en cuanto al ejercicio de sus acciones. Así pues vamos a tratar ahora de todo esto.

 

CAPITULO I
SOBRE EL ORIGEN DEL MUNDO

 

12. La cuestión acerca del origen del mundo es una cuestión acerca de las causas, del mundo, a saber de la causa eficiente, de la causa final, de la causa ejemplar, de la causa material, de la causa formal. Por tanto vamos a tratar de las tres primeras causas, dejando al cosmólogo cristiano la cuestión respecto a las dos últimas causas, ya que esta cuestión no es de tan gran importancia para el teólogo, a no ser respecto a aquello que concierne al hombre y a los ángeles, de lo cual hablaremos después.

 

Articulo I

De la realización del mundo

 

TESIS 1. El mundo ha sido creado solamente por Dios.

 

13. Nexo. Acerca del origen del mundo, entre otras cosas el entendimiento desea conocer sobre todo lo siguiente: si es obra de Dios y en verdad si procede de las tres divinas Personas; si proviene de Dios obrando éste libremente; si el mundo existe "ab eterno". Ahora en primer término solamente se establece lo siguiente: que el mundo ha sido creado por Dios, y en verdad de hecho (luego no se dice nada respecto a la posibilidad) ha sido creado solamente por Dios.

 

14. Nociones. Por MUNDO se entiende aquí el con junto de cosas, no sólo las que existen en la tierra, o incluso las cosas sensibles que pueden verse, sino de todos los seres tanto corporales como espirituales que existen fuera de Dios. Sin embargo, puesto que las almas de los hombres son creadas cada día y acerca de este hecho se trata en otro lugar, ahora no nos fijamos en esta cuestión.

 

Ahora bien estas cosas sólo se consideran en cuanto al primer ser que han tenido, no en cambio respecto a aquel ser que han alcanzado después de ulteriores transformaciones. De donde se trata ahora solamente acerca de la creación primera, la cual se dice del primer paso de las cosas del no ser al ser, lo cual pudo ser al principio la materia cósmica o al menos cierto elemento embrional, mientras que se llama creación segunda la ulterior ordenación de aquellas cosas y la multiplicación de ellas por educción. Se expresaría lo mismo diciendo que no existe nada que no haya sido creado por Dios bien inmediatamente o bien mediatamente, esto es proviniendo mediante una ulterior acción finita puramente eductiva de un ser creado por Dios; o con otras palabras, que no hay nada que no haya sido hecho inmediatamente por Dios de la nada formal o virtualmente (si bien en el sentido anteriormente indicado).

 

Puesto que consta que los espíritus puros solamente pueden surgir por creación, esta distinción no puede admitirse respecto a los ángeles; sin embargo prescindimos ahora de la cuestión acerca de la inmediata creación de todos los ángeles, ya que tenemos que hablar después (n.291s) acerca del origen de ellos, de tal modo que aquí se trate al menos del primer ángel.

 

15. HA SIDO CREADO. La creación, si bien puede considerarse o bien como cualquier realización de una cosa, o bien como la acción de conferir alguna dignidad, v.gr. el cardenalado, o bien como la concepción y la ejecución de una obra de arte, aquí sin embargo se define en sentido estricto:

 

1) Negativamente, esto es por razón del término "a quo": la producción de una cosa de la nada de sí misma y del sujeto.

 

a) Producción, esto es realización, no en cambio procesión de otra substancia sin división de ésta, ni emanación o procesión por división o por alguna transformación de la misma substancia agente, ni mera información o educción de una forma de alguna cosa bien accidental por alteración o bien substancial; v.gr. por generación.

 

b) De una cosa, la cual subsiste "per se" o puede subsistir, como son los ángeles, el alma humana, cualquier substancia completa. En cambio los accidentes, las formas substanciales materiales, la materia prima, si bien son creados también propiamente, se dice más bien que son concreados, en cuanto que son creados en un compuesto subsistente "per se", del cual, incluso al ser hechos, dependen en el ser (S.To. 1 q.90 a.2; De pot. q.3 a.1).

 

c) De la nada, no de la causa eficiente o incluso de la causa ejemplar, esto es de la idea arquetipo que hay en el agente, según está claro, ni de la potencia lógica o posibilidad de la cosa, ni de la potencia metafísica o esencia abstracta, sino de la nada de sí misma, ya que anteriormente no es lo que después viene a ser, y de la nada del sujeto, esto es de la potencia pasiva de la cual se saca el efecto, ya que en la creación no se presupone ningún sujeto "ex quo" (materia prima o ser completo), como en otras producciones (que exigen algo como recipiente de la forma): en lo cual precisamente consiste la nota propia y exclusiva de la producción que se da en la creación.

 

16. N.B. a) En la educción la forma no es producida anteriormente (con anterioridad de tiempo o al menos con anterioridad de naturaleza) y es infundida posteriormente en el sujeto mediante una nueva acción, pues de este modo se daría una verdadera creación de ella; sino que más bien depende en el hacerse mismo de ella ("in ipso fieri sui") conjuntamente del principio activo como de causa eficiente y del principio pasivo o sujeto como de causa material, de tal manera que con una sola y misma acción real es producida y es unida al sujeto, ya que no es hecha más que por una acción directa e inmediata en el sujeto mismo.

 

b) La expresión de la nada ("ex nihilo") indica, no que la cosa sea hecha de la nada como de cierta materia, sino negativamente que la cosa no es hecha de algo, y al mismo tiempo que se da positivamente entre la nada y la cosa un orden de sucesión, sin embargo no un orden real, puesto que la nada es un término negativo, sino un orden de razón; este orden es de sucesión ya de tiempo, puesto que la nada se concibe que se da antes de una cosa que no ha sido creada "ab eterno", ya de naturaleza, puesto que se considera que la cosa es hecha de un algo, esto es que pasa del no ser al ser (1 q.45 a.l; De pot.).

 

17. 2) Positivamente, esto es por razón del término "ad quem": creación es la producción de una cosa según su substancia total. Con lo cual se dice que es hecha toda la realidad de la cosa, por tanto no simplemente según la parte integral que complete a otra parte preexistente, o sólo según la forma, como en la educción, o tampoco sólo según la materia, la cual se presupone en la educción.

 

3) Complexivamente: creación es la producción de la cosa según su substancia total, sin que se dé ningún presupuesto anterior (1 q.65 a.3).

 

4) Formalmente, esto es por razón del objeto formal: creación es la producción del ser en cuanto ser (1 q.44 a2; q.45 a.4; a.5). Luego con la creación en cuanto tal se hace, no simplemente que una cosa que ya existe en cuanto a algo sea tal mediante una forma accidental o substancial, como en la educción, sino simplemente que una cosa, que no existe bajo ningún aspecto, exista, esto es, es hecha esta cosa según todo aquello que pertenece de cualquier modo que sea al ser de la cosa que empieza a existir.

 

Luego aquella fórmula indica concreta y específicamente que con la creación, en cuanto acción distinta de las otras producciones (de la emanación, de la educción), es producido totalmente este ser concreto a manera de compuesto de ser y de calidad, y no sólo en cuanto tal ser, como sucede en las otras producciones, esto es que del no-ser es hecho totalmente un ser concreto, en cuanto que es algo existente. Ahora bien, de ningún modo se prueba en absoluto el que aquella fórmula se tome también reduplicativamente, o sea que el objeto formal de la creación sea el ser meramente en cuanto ser, no en cambio en cuanto tal ser.

 

18. N.B. La creación no es una mutación propia, puesto que de la razón de ésta es el que algo idéntico sea ahora de distinto modo que antes, lo cual sucede en la creación, ya que excluye un sujeto presupuesto; no obstante puede decirse mutación impropia, ya que nosotros la concebimos como mutación, en cuanto que la misma cosa es considerada primeramente como no existente y después como existente (2 CG 17; De pot. q.3 a2). Luego la creación no es movimiento, ya que de la razón de éste es el que sea algo intermedio entre los extremos, lo cual no puede darse entre el no-ser y el ser; sino que la creación se realiza en un instante, esto es sin ninguna suceción real, la cual sucesión real es propia de la razón de movimiento (2 CG 19).

 

No es creación la generación del Hijo, puesto que se presupone ya la substancia de El mismo, la cual es la misma que la substancia del Padre; ni tampoco la transubstanciación eucarística es creación, esto es producción de la nada, sino conversión total de una realidad en otra.

 

19. SOLAMENTE POR DIOS. Por consiguiente Dios y en verdad el solo es la causa, no meramente concurrente como causa primera con una causa segunda (la cual por otra parte obraría como causa principal, esto es como causa que tiene virtud proporcionada a todo el efecto o a parte de él), sino la causa única y por tanto que excluye toda otra con causa principal, más aún e incluso excluye toda otra con causa instrumental, esto es que careciendo de virtud proporcionada al efecto obre en virtud de la causa principal.

 

Este último punto prácticamente no se trata de una forma explícita en la tesis que vamos a probar, sino que se establece por el hecho de que, según se verá, las fuentes hablan constantemente de un solo Dios como creador del mundo.

 

20. Adversarios. a) El Gnosticismo dice que el supremo Dios no creó el mundo material, sino que fue algún principio absoluto malo, o uno de los eones inferiores que provienen de Dios como fuente (mediante otros descendientes), el cual pecó por soberbia y por tanto, como malo que era, infectó su obra con su malicia.

 

El Dualismo, que incluye todas las opiniones que ponen, además de Dios, la materia mundana como existiendo independientemente de Dios. Así v.gr. b) el Maniqueísmo, que pone el bien o reino de la luz que gobierna Dios (y en el cual además de Dios hay otros elementos no producidos) y el mal o reino de las tinieblas, también eternas, que gobierna Satán.

 

Este sistema se lo adoptó el Priscilianismo (probablemente no lo adoptó el mismo Prisciliano), según el cual el diablo, no creado, saliendo de las tinieblas, el mismo mal substancial, reside en el mundo de las creaturas que él mismo ha producido, v.gr. en la carne. Más tarde los Albigenses pusieron: unos, dos principios eternos, de los cuales el principio bueno habría producido los espíritus, y el malo la materia; otros, un solo principio bueno que habría producido, además de los espíritus, cuatro elementos de los cuales el principio malo habría sacado el mundo.

 

c) Las cosmogonías babilónicas, egipcias, fenicias, las cuales ponen una masa caótica eterna de la cual, según estas cosita rúas, ha sido hecho el mundo. Mí otros muchos filósofos gentiles, como ( probablemente) los platónicos.

 

21. El Materialismo, o monismo materialista, que no admite, al menos por lo que se refiere a la realidad, más que la materia y las fuerzas de ésta.

 

El Panteísmo, o monismo no materialista, propuesto en múltiples formas y esto ya desde la antigüedad, afirma que todas las cosas son o bien emanaciones de la substancia divina, o bien Dios mismo que se manifiesta de distintos modos. Mí v.gr. el Espinocismo: las cosas son modos de una sola substancia de Dios.

 

Podrían añadirse los teósofos y el positivismo agnóstico (COMPTE, SPENCER) en cuanto que profesa el agnosticismo acerca de aquello que supera el conocimiento experimental.

 

22. Doctrina de la Iglesia. El Concilio IV de Letrán, en contra de los Albigenses (D 428): «Creemos firmemente y claramente confesamos que uno solo es el verdadero Dios, eterno...: un solo principio de todas las cosas, creador de todas las cosas visibles e invisibles, espirituales y corporales: el cual con su poder omnipoten­te creó de la nada simultáneamente desde el principio de los tiempos a ambas creaturas, la espiritual y la corporal, esto es a los ángeles y todo lo de este mundo...».

 

Luego un solo principio, eterno, con su poder omnipotente, creó todas las cosas de la nada.

 

El Concilio Florentino, respecto a los Jacobitas (D 706) enseña la misma doctrina, y al mismo tiempo establece en contra del Maniqueísmo que Dios creó «con su bondad todas las creaturas: y éstas ciertamente buenas, porque han sido creadas por el sumo bien... y que no hay ninguna naturaleza del mal, porque toda naturaleza, en cuanto es naturaleza, es buena».

 

23. El Concilio Vaticano I define (D 1782) «que existe un solo Dios verdadero... creador del cielo y de la tierra» (estas últimas palabras, no obstante, «creador...», según parece, no están definidas sino que simplemente se añaden); después (D 1783), añadida en cuanto a la substancia la doctrina del C. Florentino, repite las palabras del C. IV de Letrán.

 

Por último enseña lo siguiente (D 1801): «Si alguno negare que hay un solo Dios verdadero creador y Señor de todo lo visible y lo invisble: sea anatema» (en contra del ateísmo, del panteísmo, de cualquier dualismo, del politeísmo, etc.).

 

«Si alguno no tuviere reparo en afirmar que no hay nada aparte de la materia: sea anatema» (en contra del materialismo)(D 1802).

 

«Si alguno dijere que es una sola y misma la substancia o esencia de Dios y de todas las cosas: sea anatema» (en contra del principio básico panteísta) (D 1803).

 

«Si alguno dijere que las cosas finitas tanto corpóreas como espirituales, o al menos las espirituales, han provenido de la substancia divina, o que la esencia divina con su manifestación o evolución viene a ser todas las cosas, o que por último Dios es el ser universal o indefinido, el cual al delimitarse constituye el conjunto de todas las cosas en distintos géneros, especies e individuos: sea anatema» (en contra del emanatismo y de cualquier otro panteísmo)(D 1804).

 

«Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas, que se hallan en él, tanto espirituales como materiales, han sido creadas por Dios de la nada en cuanto a toda su substancia...: sea anatema» (D 1805).

 

Mientras que en los tres primeros cánones se rechaza negativamente cualquier forma de panteísmo, en cuanto que se dice que la materia y las cosas corpóreas y las realidades espirituales de ningún modo propio son la substancia divina (por emanación o evolución), en el último canon se establece positivamente que todos aquellos seres han sido creados por Dios de la nada, según su substancia total. Con estas últimas palabras se consagra la fórmula tradicional negativa «de la nada» y la fórmula escolástica «según su substancia total», sin embargo sin que ésta se tome en el sentido técnico del hilemorfismo, sino en el sentido corriente, esto es sencillamente según todo el ser de la cosa. Teniendo esto en cuenta, el Concilio enseña contra todo monismo el sano dualismo, esto es que además de Dios existe el mundo adecuadamente distinto de Dios en realidad y en esencia, y que el mundo ha sido totalmente creado por Dios de la nada.

 

 

24. Muchos otros documentos de la Iglesia podrían añadirse a éstos, los cuales, si bien no emplean siempre la fórmula «de la nada», obstante deben entenderse, en su sentido obvio y según el pensamiento de la Iglesia según dicha fórmula, v.gr.:

 

Los símbolos que proponen un solo Dios: como «creador del cielo y de la tierra» (el Símbolo Apostólico, D 6); como «creador de todo lo visible y lo invisible» (el Símbolo Niceno, D 54); como «creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible» (el Símbolo Niceno-Constantinopoli­tano, D 86; cf. el Símbolo Apostólico - de S.Cirilo de Jerusalén, D 9); como «creador de lo visible y de lo invisible, por el cual han sido creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra» (Concilio provincial de Toledo, D 19; cf. 20s.29-31).

 

El Concilio provincial Bracarense II (D 235, 237s, 243) condena el maniqueísmo priscilianista.

 

LEON IX en una profesión de fe propone «a un solo Dios» como «creador de todas las creaturas, del cual proceden todas las cosas, por el cual han sido creadas todas las cosas, en el cual subsisten todas las cosas, que hay en el cielo y en la tierra; todo lo visible y lo invisible» (D 343, cf. 348). Del mismo modo INOCENCIO III (D 421).

 

Pío IX (D 1701) rechaza el panteísmo moderno.

 

25. Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 428, 706, 1805). Y puesto que se menciona constantemente en estas definiciones un solo Dios como creador, esto tiene valor también respecto a la exclusión de otra concausa al menos principal y, según parece, también respecto a la exclusión de otra concausa instrumental; por otra parte esto último es al menos cierto en teología.

 

26. Se prueba por la Sagrada Escritura. En ella nunca se menciona expresamente la creación de la nada con las palabras del mismo autor sagrado; sin embargo se le atribuye inmediatamente a Dios mismo la realización de todas las cosas y se le presenta .a Dios mismo como existiendo antes de todas las cosas y sin que se indique o se suponga jamás que la materia o algo semejante exista desde la eternidad e independientemente de Dios, de tal manera que, si se mira todo esto sin prejuicios, se demuestra irrefutablemente la creación y ciertamente por obra exclusiva de Dios.

 

A. Antiguo Testamento. 1) Narración de la creación en el Génesis. Gén 1,1-3: En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba vacía y desierta, y había tinieblas por encima del abismo, y el Espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz...

 

A Dios en el A.T. se le consideraba como salvador antes que como creador, sin que por ello se enseñara la creación del mundo como verdad central y como en sí misma, sin embargo sí se enseñaba ciertamente como acto primero y en verdad como acto básico en la concepción dinámica de la historia de la salvación del linaje humano, en cuanto que un solo Dios omnipotente y que hace todas las cosas de la nada y que conduce estas mismas cosas en orden a la felicidad de Israel y de todo hombre, podía salvar a Israel, le eligió con su amor creador, le atrajo hacia sí, le libró de la cautividad de Babilonia, le protegió con sus milagros (Is 41,8-20; 43,1-21; 44,24ss; Jer 1,5), de tal forma que incluso los acontecimientos mismos de la historia de la salvación de Israel se presentan en el orden de la creación y como creaciones (Sal 77,1-6; 104,1-9; Is 45,11-13; 51,1-16).

 

¿Se enseña en esta perícopa la producción del mundo como verdadera creación de la nada o simplemente como una ordenación y una obra de ornato? La Comisión Bíblica declaró: que «el sentido literal histórico de los tres primeros capítulos del libro del Génesis...» no puede «ponerse en tela de juicio..., cuando se trata de los hechos narrados en los mismos capítulos, que se refieren a los fundamentos de la religión cristiana: como son, entre otros, la creación de todas las cosas llevada a cabo por Dios al comienzo de los tiempos...» (D 2123: cf. Pío XII D 2302 al final; 2329). Y no hay ninguna duda de que en estas palabras de la Comisión Bíblica se considera la creación en el actual sentido teológico y técnico. Luego hay que mantener lo siguiente: que se enseña en esta perícopa la creación de la nada, al menos si se entiende ésta a la luz de la tradición.

 

27. Ahora bien si se considera en sí sola, ¿consta con certeza en virtud de ella acerca de la creación? Los exegetas y teólogos católicos afirman esto. Y ciertamen­te con toda razón, según se ve claro en primer término por los puntos siguientes:

 

a) En las cosmogonías profanas, v.gr. en las babilónicas, egipcias, fenicias, se distinguen con toda claridad la divinidad y la materia caótica eterna como un doble principio coexistente del mundo: en cambio aquí no aparece esta distinción.

 

b) En toda esta perícopa (1,1-2,4) se presenta a Dios haciendo uso libre y absolutamente de la materia como de cosa suya; lo cual ciertamente no puede entenderse en sana lógica, si la materia existiera independientemente de Dios.

 

c) En esta perícopa se encuentra a manera de una profesión litúrgica de fe, la cual al mismo tiempo es didáctica, en cuanto que para resaltar la obra divina de la salvación de Israel se presenta a Dios como único, sabio, omnipotente, bueno (por consiguiente se rechaza implícitamente el politeísmo), creador y que debe ser adorado como Señor absoluto del universo, que se distingue y depende en cuanto a todos los aspectos de Dios mismo y que como bueno que es es destinado al hombre. Ahora bien si en estas palabras no quedara incluida la materia de la que consta el mundo, lqs judíos que tenían sin duda al menos un conocimiento confuso acerca de las cosmogonías profanas, v.gr. las babilónicas o las egipcias, podrían fácilmente pensar o bien que la materia misma era alguna divinidad o bien al menos que su religión no se diferenciaba en gran manera de otras religiones orientales.

 

d) Asimismo, a pesar de que esta perícopa resuena a lo largo de toda la Sagrada Escritura, como después se verá, sin embargo nunca se hallan en la Sagrada Escritura vestigios o huellas de esta materia que no hubiera sido hecha. Según se desprende claramente de esto, los judíos tomaron las palabras de Moisés en su sentido obvio, sin que por ello juzgaran que había algo en el cielo y en la tierra que no fuera obra de Dios, sino que por el contrario los judíos juzgaron que se trataba de la creación de la nada por parte de Dios, según muestra la tradición de éstos incluso de época anterior a la venida del Mesías y esto tanto en los libros no canónicos como en los canónicos y mucho más en los tiempos mesiánicos.

 

Así v.gr. la madre de los Macabeos y digna de glorioso recuerdo (v.20), llena de sabiduría, esto es, según el texto griego, llena de generosos sentimientos (v.21) exhorta a su hijo a afrontar la muerte (2 Mac 7,20s.28): Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada ( εξ ουκ οντων , o más bien con Rahlfs όυκ εξ οντων  ) lo hizo Dios. Luego estas palabras no son del autor sagrado mismo, sino de la mujer «la cual... no hay que pensar, dice Hummelauer, que hubiera sido más sobresaliente que los de su pueblo en el conocimiento de lo concerniente a Dios, o que hubiera recibido ella misma ciertas revelaciones de Dios, sino que siendo piadosa y conocedora y practicante de la religión expresó aquel sentido que todos atribuían a las palabras del Génesis»; luego mostraba la tradición de su pueblo, la cual en verdad no se consigue en un solo Día.

 

28. Y además, según- esto que hemos tenido en cuenta, y con tal que se atienda sin prejuicios a la substancia misma de la narración (la cual trata sobre todo acerca del origen del mundo) y no nos fijemos precisamente en otros datos particulares (v.gr. respecto a la concreción de los días genesíacos), leyendo las palabras de Moisés en su sentido obvio y prescindiendo de otros sentidos tal vez también pretendidos por el autor sagrado, hay que sostener lo siguiente:

 

En el principio (beresit), lo cual podría entenderse "per se" respecto a la causa o al orden o al tiempo, aquí se trata de forma manifiesta acerca del principio del tiempo (D 2123), como en Deut 11,12, Jer 26,1 y 27,1 y en verdad acerca del principio absoluto del tiempo (al menos en cuanto a aquellas cosas cuyo origen se narra), ya que no se le añade ninguna restricción; luego las cosas, de las cuales se trata, no existían antes de aquel principio; luego si el mundo entero se dice que comienza en ese principio, el mundo no existía antes de dicho principio.

 

Creó (bará). Esta palabra no se refiere necesariamente a la creación de la nada, ya que se usa también cuando se habla de la educción v.gr. del hombre y de los animales (1,21.27). Sin embargo en las formas kal (como en nuestro caso) y niphal aparece en la Sagrada Escritura 47 veces y siempre refiriéndose a una operación propia de Dios y sin hacer mención alguna de la materia "ex gua" o del instrumento que concurre a ésta; luego no indica necesariamente educcion, sino más bien, si se usa sencillamente acerca del comienzo de todas las cosas, fácilmente puede considerarse acerca de la creación de la nada. Mas como de hecho en otros textos se emplea de otro modo, dicho sentido no puede deducirse con certeza más que por el contexto de todo el texto que tenemos entre manos.

 

Dios aparece como único y como ya existente en el principio en que comenzaron a existir el cielo y la tierra (cf. Is 44,6; 48,12); como omnipotente al hacerlos de un modo absoluto. Este concepto de Dios no podría compaginarse con la materia existente de por sí.

 

Igualmente aparece a lo largo de todo el contexto Dios como creador con su palabra, esto es, con su sola voluntad libre (Sal 32,9, donde se dice acerca del Creador del cieló y de la tierra: Pues El habló y fue hecho, El mandó y fue creado; 148,5; Sab 9,1). Esta realización tan espiritual e independiente de la materia se entiende adecuadamente no acerca de una simple ordenación de algo ya existente, sino como una realización de la nada.

 

29. El cielo y la tierra (hasamayin vet haares). Estas palabras tan sin límite se toman al menos respecto a las cosas materiales, si bien la palabra «cielo» se refiere con más probabilidad también a los ángeles. Dichas palabras connotan, según otros autores, al mundo entero visible ya perfecto, esto es al universo ( τον κοσμον ) ya que los hebreos carecían del vocablo equivalente a estas palabras, esto es son como el sumario de todo aquello que después se narra que ha sido hecho por Dios (vv. 3-27), por consiguiente de tal manera que encierran la materia total, ya que Dios aparece como existiendo El solo y ciertamente sin mencionar para nada ningún materia "ex qua" de la creación que no hubiera sido hecha, cuando se trata del primer origen de las cosas, como sucede por el contrario en las cosmogonías profanas, en las que sí se cita dicha materia. A no ser que se diga con menos probabilidad que «el cielo y la tierra» es materia informe, de la que después se saca cada una de las cosas, como parecería que se insinúa en el versículo siguiente que comienza con la partícula "vau" (y).

 

En cualquiera de estas hipótesis, esta fórmula, empleada sin una ulterior determinación, significa la totalidad de las cosas de las que constan el cielo y la tierra (cf. Ex 20,11 juntamente con 21,17; Is 44,24) o sea todo aquello que contienen y que (formal o virtualmente) son el cielo y la tierra, incluida aquella materia de la que constan todas las cosas; luego en cualquier hipótesis significa dicha fórmula la creación de la nada.

 

30. La tierra estaba vacía y desierta (tohu vabohu). En el caso de que estas palabras no se consideren como imagen «de la nada», en cualquier otro sentido, v.gr. como materia caótica e informe de la cual se sacan otras cosas, sigue a la expresión «el cielo y la tierra» que se refiere a todas las cosas como realizadas de la nada.

 

Por tanto si todo lo dicho hasta ahora acerca del sentido de la perícopa se conexiona entre sí, se concluye de ella lo siguiente: que Dios, puesto que no había nada, hizo el cielo y la tierra, esto es la totalidad de las cosas (formal o virtualmen­te) totalmente, esto es en cuanto a toda la substancia de ellas, luego las hizo de la nada.

 

31. N.B. El rabí larchi (s.XI), sin que negara que en este lugar se enseña la creación de la nada, es citado por los exegetas como construyendo dicho lugar del siguiente modo: «En el principio, al crear Dios el cielo y la tierra (la tierra estaba vacía y desierta, etc.) dijo Dios: Hágase la luz...» Estas palabras se las asumieron algunos autores independientes (Holzinger, Budde, H.Gunkel, A.Loysi); luego el «principio» citado, no es absoluto sino relativo, prácticamente como si se dijera: Como la tierra estuviera vacía y desierta, Dios primeramente en la serie de la realización de las cosas hizo esto, después... La razón de esta lectura es que la palabra principio, en cuanto empleada sin artículo, está en estado acumulado y por tanto exige complemente, v.gr. «en el principio de tal cosa», por consiguiente no absolutamente «en el principio».

 

Sin embargo, incluso admitiendo esta construcción, no se sigue necesariamente que la materia no hubiera sido hecha (ya que el estilo hebreo muchas veces pone algo de relieve sin negar otra cosa aunque no esté expresada), sino que más bien se mantiene en pie lo contrario, no precisamente a causa de esta nueva construcción gramatical, sino que ciertamente al menos por las razones anteriormente aducidos, v.gr. la interpretación de los judíos, la finalidad del autor de narrar el origen de las cosas. Además van en contra de esta construcción: a) Todas las versiones antiguas. b) Los primeros exegetas judíos y cristianos; casi todos los exegetas modernos católicos y muchos independientes (v.gr. Kónig, Procksch, Wellhausen, Stewart, Perowne). c) La simplicidad de la lengua hebrea, sobre todo al tratarse del comienzo de este libro y principalmente de este capítulo, el cual consta todo él de proposiciones (casi cincuenta) compuestas de la partícula "y" (copulativa-consecutiva), de verbo, de sujeto, de complemento, exceptuados el versículo primero, donde en vez de "y" se pone "en el principio", y el versículo segundo, donde, con una construcción desacostumbrada y muy rara con la cual tal vez se indique algo singular, precediendo la partícula "y" (aquí meramente copulativa), el sujeto precede al verbo.

 

32. 2) Se dice expresamente en 2 Mac 7,26.28 (cf. antes n.27) que Dios hizo el de la nada. Este testimonio, antes aducido como testificación de la tradición judía acerca de la creación de la nada, tiene también valor en cierto como testimonio del autor sagrado que confirma implícitamente esta tradición, cuando (por el contexto) alaba a aquella mujer que se expresa de este modo.

 

33. 3) El mundo se atribuye enfáticamente sin ninguna restricción exclusivamente a Dios realizador del mismo. Estas afirmaciones, puesto que no indican de ningún modo que el mundo sea hecho de una materia preexistente, deben tomarse en sentido absoluto, esto es también respecto a la materia misma del mundo. Ahora bien puesto que esta idea se afirma en muchísimas ocasiones y de múltiples maneras en la Sagrada Escritura, solamente proponemos algunos textos, en los cuales se dice unas veces que Dios hizo el cielo y la tierra, otras veces que Dios hizo el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, y otras que Dios hizo cada una de las cosas del cielo y de la tierra, y en verdad como algo absolutamente propio de Dios mismo:

 

Gén 14,19, donde canta Melquisedec: «iBendito sea Abraham del Dios altísimo, creador de cielos y tierra...» Neh 9,6 pone a Esdras clamando: «iTú, Yahvé, Tú el único!, Tú hiciste los cielos, el cielo de los cielos y toda su mesnada, la tierra y todo cuanto abarca, los mares y todo cuanto encierran. Todo esto Tú lo animas.

 

Sal 145,6: Que hizo los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay. Sal 103 (el cual se llamaría con todo derecho el himno de la creación): Que despliegas el cielo..., que pones la nube..., que haces a tus espíritus angélicos. Que asentaste sobre sus bases la tierra... Suben las montañas y descienden los campos al lugar que les asignaste. Pusiste un término que no traspasarán... Que haces manar las fuentes... Que riegas los montes... Que haces brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el uso del hombre... Hizo la luna para marcar los tiempos. Eclo 11,5 recuerda: Las obras de Dios, que es el constructor de todas las cosas. Igualmente Sab 1,14: El todo lo creó para que subsistiera. Palabras semejantes cita Is 37,16, donde Ezequías ora del siguiente modo: Tú eres el Dios único de todos los reinos de la tierra, Tú el que has hecho los cielos y la tierra; 44,24 pone al Señor diciendo: Yo, Yahvé, lo he hecho todo, yo, solo, extendí los cielos, yo senté la tierra, sin ayuda alguna; asimismo en 45,6s.12.18: Yo soy Yahvé, no hay ningún otro; yo modelo la luz y creo la tiniebla, yo hago la dicha y creo la desgracia, yo soy Yahvé el que hago todo esto... Yo hice la tierra y creé al hombre en ella. Yo extendí los cielos con mis manos... Pues así dice Yahvé, creador de los cielos, El, que es Dios, plasmador de la tierra y su hacedor... Yo soy Yahvé, no existe ningún otro. Jer 10,9-16: En oposición a los ídolos que son «obra de los artífices»: Pero Yahvé es el Dios verdadero; es el Dios vivo y el rey eterno. Cuando se irrita, tiembla la tierra... Así les diréis [a las naciones]: Los dioses que no hicieron el cielo y la tierra, perecerán... El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orden con su saber, y con su inteligencia expandió los cielos... Pues El es el plasmador del universo. 32,17: Jeremías ora: «iAy, Señor Yahvé! He aquí que Tú hicistes los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo...».

 

34. 4) Se dice que Dios es el Señor absoluto del cielo y de la tierra. Lo cual no se dejaría así establecido, si hubiese algo en el cielo o en la tierra que existiera independientemente de la acción de Dios. Gén 14,22: Abraham alza su mano ante el Dios altísimo, creador de cielos y tierra. Par 29,11-16: Tuya, oh Yahvé, es la grandeza, la fuerza, la magnificencia, el esplendor y la majestad; pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, oh Yahvé, es el reino; tú te levantas por encima de todo. De ti proceden las riquezas y la gloria. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están el poder y la fortaleza, y es tu mano la que todo lo engrandece y a todo da consistencia... Y tuyo es todo...

 

También Mardoqueo expresó el sentido judío de este dominio divino (Est 4,17): !Señor, Señor, rey omnipotente! todo está sometido a tu poder, y no hay quien pueda resistir a tu voluntad... Tú hiciste el cielo y la tierra y cuantas maravillas existen bajo el cielo. Eres Señor de todo, y nadie puede oponerse a ti, Señor.

 

De aquí el que también Dios como el Señor que es somete libremente sus obras al hombre. Sal 8,7s: Le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies...

 

Más aún las cosas expresan a modo de sensiblemente su sujeción respecto a Dios. Eclo 16,18s: Mira, el cielo, y el cielo de los cielos, el abismo y la tierra serán sacudidos a la hora de su visita. A una los montes y los cimientos de la tierra bajo su mirada temblarán de espanto.

 

Muchas más veces la Sagrada Escritura recorre las obras de Dios en el mundo, ensalzando al mismo tiempo estas obras y la sabiduría de Dios y la potestad y el dominio dinámico de Dios sobre las mismas. Así en Job 9,3-13; 38-42; Sal 43,103,146-148; Is 40,22-28; Jer 32,16-19. De aquí el que Dios no puede dejar de ser conocido por sus obras en sus perfecciones: Sab 13,1-5.

 

35. 5) Con todo esto plenamente de acuerdo el nombre «Yahvé», o sea, el que es. Ex 3,11-14: Dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para ir al Faraón y sacar de Egipto a los israelitas? Respondió: Yo estaré contigo... Contestó Moisés a Dios: Si voy a los israelitas y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; cuando me pregunten: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Dijo Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y añadió: Así dirás a los israelitas: 'Yo soy, yo soy' me ha enviado a vosotros.

 

Ninguna razón impide el que interpretemos estas palabras en el sentido obvio. Y en verdad siendo así que Moisés sabía certeramente quién era Dios, hay que juzgar, que preguntaba, más que acerca del nombre mismo de Dios, acerca del sentido de éste, esto es qué es Dios en sí. Ahora bien Dios es, según respuesta de El mismo, el que es, como algo concreto y absoluto, por tanto de tal manera que con dicho nombre quede definida la naturaleza de Dios por la existencia misma real y concreta de El, e incluso como plenitud del ser y de la bondad, prescindiendo de lo que haya acerca de la naturaleza metafísica de esta definición, más aún como el que «es», o sea el que «existe», mientras que los otros dioses y las otras cosas «no son», esto es, son nada.

 

Ahora bien este nombre no sería propio de Dios, o sea, no sería aquello por lo que se distinguiera claramente de todos los demás, si existiera algo independientemente de Dios. Luego todo lo demás y todos los demás seres, aparte de Dios, como que no son nada. Y si no fuera así no se diría que aquellas cosas (al menos las materiales), como parte de aquella materia que no hubiera sido hecha, son a modo de nada. Is 40,15-17: Las naciones son como gota de un cazo, como escrúpulo de balanza son estimadas. Las islas como una chinita pesan... Todas las naciones son como nada ante El. Como nada y vacío son estimadas por El. Sab 11,23: Como lo que basta inclinar una balanza, es el mundo entero en tu presencia, como la gota de rocío que a la mañana baja sobre la tierra.

 

De este modo se entiende extraordinariamente el que Dios se llame como con pleno derecho el Señor (Yahvé), y en verdad El solo, precisamente en cuanto Creador. Am 9,6: El que edifica en los cielos sus altas moradas, y asienta su bóveda en la tierra... ¿Yahvé es un hombre! (cf. 5,8). Is 45,18: Pues así dice Yahvé, creador de los cielos, El, que es Dios, plasmador de la tierra y su hacedor... Yo soy Yahvé, no existe ningún otro...(cf. v.5-7).

 

36. 6) Se dice que Dios existe antes de todas las otras cosas, incluso antes del abismo cósmico, y en verdad que existe "ab aeterno" (eternamente). Lo cual no se podría entender, si otras cosas existieran ya por lo menos en una materia que no hubiera sido hecha. Sal 89,2: Antes que los montes fuesen engendrados, antes que naciesen tierra y orbe, desde siempre hasta siempre Tú eres Dios. Prov 8,22-31: Yahvé me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra. Cuando no existían los abismos fui engendrada... Cuando asentó los cielos, allí estaba yo... Es conforme con este sentido el texto de Is 48,12s: Yo soy, yo soy el primero y también soy el último. Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos...

 

37. B. Nuevo Testamento. Como en los tiempos de la venida de Jesucristo los judíos tenían claro el dogma de la creación de la nada, el Nuevo Testamento no enseña este dogma directamente, sino que lo refiere y san Juan y san Pablo lo atribuye al Verbo. Como en el Antiguo Testamento, se dice sencillamente, y de muchos modos, que Dios ha hecho todas las cosas. En Hchs 4,24 (los fieles de Jerusalén oran del siguiente modo): Señor, Tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo fo que hay en ellos... (cf. 14,14). Hebr 1,10 (refiere esto sacándolo del Sal 101,26): Tú, al comienzo, ioh, Señor!, pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos; 1,2s: Por quien (por el Hijo) también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de su gloria... y el que sostiene todo con su palabra poderosa (cf. 11,3)...; 3,4: Mas el creador del universo es Dios.

 

En concreto Jn 1,3: Todo se hizo ( εγενετο , esto es, llegó al ser) por El mismo (por el Verbo). Lo cual se dice como para confirmar por el poder del Verbo la divinidad de El mismo afirmada anteriormente y su eminencia sobre todas las cosas. Ahora bien puesto que es absolutamente verdadera esta afirmación, por la que se dice que todas las cosas han sido hechas por el Verbo, no hay nada que no haya sido hecho por El, luego todas las cosas han sido hechas de la nada (cf. 1,10).

 

Y de ningún modo debilitan esto que acabamos de decir como si supusieran que algunas cosas no hubieran sido hechas, sino que más bien incrementan la fuerza de la anterior afirmación, las palabras que se añaden inmediatamente: Y sin El (sin el Verbo) no se hizo nada ( ουδε, forma preferible y de más fuerza) de cuanto existe. En efecto la primera afirmación es absoluta; y las palabras restantes son una afirmación negativa de lo mismo, según el paralelismo hebreo, encontrado con alguna frecuencia en san Juan (1,20; 3,16; 10,4s.28; 20,27; 1 Jn 1,6; 2,4.27), con lo cual se expresa lo mismo en los dos versículos, en uno de forma positiva y en otro de forma negativa.

 

38. Asimismo en Col 1,16: Porque en El (en el Hijo) fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones...: todo fue creado por El y en El. Con estas palabras se afirma también la creación de los ángeles, para prevenir de este modo a los colosenses de caer en el parsismo o culto de los ángeles como deidades que se propalaba por aquel entonces en la ciudad.

 

1 Cor 8,6: No hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien ( δί ου ) son todas las cosas y por el cual somos nosotros.

 

Sin duda esto mismo, al menos lo supone el Apoc 3,14 al escribir acerca de Jesucristo: Así habla el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios.

 

39. 2) De aquí que se dice simplemente y sin restricción alguna que Dios es el Señor del cielo y de la tierra. Mt 11,26: Jesús dijo «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra...» (cf. Lc 10,21). Y por tanto tiene también a los elementos sometidos a El. Mt 5,45: El cual (el Padre) hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.

 

3) Se dice que todas las cosas han sido simultáneamente hechas por Dios y que son ordenadas a El mismo. Luego si se dice que son dirigidas a El mismo según la totalidad, como está claro, del mismo modo se dice que según la totalidad han sido creadas por El mismo. Rom 11,36: Porque de El, por El y en El (esto es, para El eίς αυτον ) son todas las cosas. Cf. Col 1,16; 1 Cor 8,6; Apoc 21,6; 22,13.

 

4) Se dice sencillamente que Dios existió antes del mundo. Jn 17,5: Ahora, Padre, glorificante Tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese (cf. 14,24). Cf. Ef 1,4.

 

5) Se dice que Dios llama a aquellas cosas que no existen. Rom 4,17: El cual (Dios) da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son ( τα μη οντα ) como a aquellas cosas que son (esto es como si fueran, ως οντα ). Lo cual solamente parece que se refiere a la creación de la nada.

 

40. N.B. a) Podrían aducirse muchísimos otros testimonios escriturísticos en favor de la creación de la nada, puesto que los autores sagrados ponen de relieve en muchísimas ocasiones esta idea, bien para fomentar la alabanza o la gratitud o el amor o la confianza para con Dios, o bien por otros motivos. Ahora bien los testimonios que hemos aducidos muestran con gran fuerza la manera firme y constante cómo la Sagrada Escritura atribuye a Dios la creación de todas las cosas y jamás habla de una materia independiente de El, con la que se hagan todas las cosas. Luego enseña con toda claridad la creación de la nada.

 

b) La creación de los ángeles no se cita expresamente en ninguno de los textos aducidos, a excepción de Col 1,16; sin embargo si se niega improbablemente el que la creación de los ángeles esté contenida en Gén 1,1, al menos en otros textos, donde se trata de la creación de todas las cosas o de la creación del cielo y de la tierra, hay que decir que también están indicados los ángeles; esto está positivamente claro, ya que muchas veces en la Sagrada Escritura son citados o bien como habitantes del cielo (Gén 28,12; 1 Re 22,19; Dan 7,10; Mt 18,10) o bien en alguna conexión con el cielo (Neh 9,6; Sal 148,1s), y negativamente, ya que, habiendo los judíos conocido la existencia de los ángeles, deberían saber que éstos fueron creados por Dios, a fin de que no pudieran pensar falsamente el que los ángeles fueran a manera de ciertas deidades.

 

41. Se prueba por la tradición. Los SS. Padres no pudieron por menos de recordar con muchísima frecuencia este dogma básico de la religión cristiana, y en verdad lo hicieron de múltiples modos en su explicación o en su proposición y confirma­ción. Solamente presentamos aquí algunos testimonios de ellos, en los que éstos enseñan la creación de la nada bien positivamente, esto es por razón de la naturaleza divina, bien dogmáticamente, o sea como verdad de fe, bien exegética­mente, esto es como enseñada en la Sagrada Escritura, bien polémicamente, esto es enseñando la verdad de la creación en contra de las filosofías profanas y las sectas heréticas que erraban de alguna manera respecto a esta verdad, o con ocasión de algún otro error en lo concerniente al dogma.

 

1) Positivamente. Por la omnipotencia de Dios. LACTANCIO (R 628): «El artesano no construirá nada sin madera, ya que no puede hacer la madera misma; ahora bien el no poder hacerlo es propio de la debilidad humana. Dios en cambio se construye la materia misma, porque puede; en efecto el poder es propio de Dios; pues, si no pudiera, no sería Dios...».

 

Por la unicidad de Dios. TERTULIANO (R 325): «El estado de Dios único reclama esta regla, no de otro modo único sino en cuanto que era El solo, y no de otro modo solo sino en cuanto que no existía nada juntamente con El. Y de este modo será el primero, porque todo lo demás es posterior a El; y así todo es posterior a El, porque proviene de El; y proviene de El, puesto que todo lo ha creado de la nada...» (Cf. R 322s).

 

42. 2) Dogmáticamente. El Pastor Hermas (R 85) : «Lo primero de todo cree que hay un solo Dios, el cual ha creado todas las cosas... y las ha hecho todas ellas de la nada, para que existan...»

 

ORIGENES (R 445): «Las ideas de las enseñanzas que se transmiten de forma clara por la predicación apostólica son las siguientes: en primer lugar que hay un solo Dios el cual ha creado todas las cosas... y el cual, cuando no existía nada, hizo que existieran todas las cosas...» (cf. R 478).

 

TERTULIANO (R 290): «Y esta es la regla de fe, el que confesemos ya por esto qué es lo que defendemos, a saber la regla por la que creemos que existe exclusivamente un solo Dios, y que no hay otro aparte del creador del mundo; el cual hizo todas las cosas de la nada, por su Verbo engendrado antes de realizar la creación de todas las cosas...».

 

S.GREGORIO NACIANCENO (R 1014): «Hay que creer que el universo mundo, tanto el visible como el invisible, ha sido creado por Dios de la nada».

 

43. 3) Exegéticamente. S.JUAN CRISOSTOMO: «Moisés... arranca de raíz todas las herejías, que iban a brotar como la cizaña en la Iglesia, mediante estas palabras que dicen: En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Por consiguiente si se acercara a ti Maniqueo diciendo que se da una materia preexistente, o si se acercara a ti Marción, o bien Valentino, o bien un pagano, diles a ellos: En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Ahora bien, ¿qué ocurre, en el caso de que ese que se acerca no crea en la Sagrada Escritura? Tú en adelante rehúye a éste como a un furioso y a un loco. Pues quien no cree en el creador de todas las cosas, y acusa a la verdad de mentira, ¿de qué perdón va a ser jamás juzgado digno?» (Cf. R 1147).

 

S.ATANASIO (R 748): «En efecto conoce (la doctrina divina y la fe de Cristo) que las cosas no han sido hechas al azar..., ni de una materia anteriormente preexistente... sino que Dios ha creado por el Verbo de la nada todas las cosas, las cuales de ningún modo existían anteriormente, a fin de que existieran éstas, conforme dice por Moisés: En el principio creó Dios el cielo y la tierra».

 

S.EPIFANIO (R 1101): «La palabra de Dios declara con evidencia esto: que ni los ángeles fueron creados después de los astros, ni fueron creados antes del cielo y de la tierra. En efecto es inmutable y cierta esta sentencia; antes del cielo y de la tierra no existió absolutamente nada de las cosas creadas, porque en el principio creó Dios el cielo y la tierrra, a fin de que éste sea el principio de la creación, antes del cual no existió absolutamente ninguna de las cosas creadas».

 

44. 4) Polémicamente. En contra de los gnósticos. S.IRENEO (R 194): «Poseyendo nosotros la regla de la verdad, esto es, que existe un solo Dios omnipotente, el cual creó todas las cosas por su Verbo... e hizo de lo que no era nada el que sean todas las cosas... y de todas las cosas nada ha quedado sustraído, sino que todas ellas las hizo el Padre por El mismo, tanto las visibles como las invisibles... No las hizo por los ángeles ni por algunas virtualidades arrancadas de su sentencia...» (Cf. R 199).

 

45. En contra de los filósofos griegos que defendían una materia que no había sido hecha. S.TEOFILO DE ANTIOQUIA (R 178): «Platón y sus seguidores confiesan ciertamente que Dios es increado y creador de todas las cosas, sin embargo establecen después que hay dos increados, Dios y la materia... Ahora bien si Dios y la materia fueran increados, Dios ya no sería el creador de todas las cosas, como afirman los seguidores de Platón... ¿Qué habría de extraordinario en el hecho de que Dios hiciera el mundo a base de una materia que estuviera a su disposición? En efecto un artista entre nosotros, cuando alguien le ha suministrado los materiales, esculpe en esos materiales lo que le agrada. En cambio el poder de Dios se manifiesta en que hace de la nada todo lo que quiere...».

 

TACIANO (R 153s): «Dios existía en el principio... Pues el Señor de todas las cosas, el cual es El mismo la hipóstasis del universo, en cuanto que ciertamente todavía no había sido hecha la creación, era el único que existía; y en cuanto El mismo es todo el poder, era la hipóstasis de las cosas visibles y de las invisibles, en El estaban sustentadas mediante la potencia racional todas las cosas por El mismo y por el Verbo que existía en El... La materia tiene principio, en contraposición a Dios que carece de El; y la materia no tiene igual poder que Dios, ya que Dios no tiene principio; en cambio la materia ha sido creada, y no ha sido hecha por otro, sino que ha sido producida solamente por el creador de todas las cosas».

 

S.CLEMENTE ALEJANDRINO respondiendo a alguien que le había planteado una objeción: «Sin embargo los filósofos, y no sólo los estoicos y Platón y Pitágoras, sino también el peripatético Aristóteles, citan la materia entre los principios, no establecen un único principio», explica que esta enseñanza de los filósofos respecto a una materia que no hubiera sido hecha (indicando también que Platón presupuso esta materia sólo alegóricamente, ya que admitía un solo principio) fue afirmada con ocasión de Gén 1,1: «Por otra parte la expresión profética: La tierra era caos y confusión y obscuridad: les suministró ocasión de introducir la substancia material».

 

Y poco antes había dicho que Dios es «absolutamente el primer principio y el más antiguo... el cual es en verdad también respecto a todos los demás seres la causa de que sean hechos y hayan sido hechos».

 

ORIGENES (R 459): «No sé cómo tales hombres tan famosos pensaron que no había sido producida cierta naturaleza y virtualidad, esto es, que no había sido hecha por Dios mismo creador de todas las cosas, sino que dijeron que era fortuita. Y me extraña cómo esos hombres culpan a aquellos, que niegan o bien al creador Dios o bien la providencia de esta obra universal... siendo así que ellos mismos incurren también en un pecado de impiedad semejante al de ellos, al decir que la materia no ha sido producida y que es coeterna con Dios increado».

 

Y en otro lugar dice (R 478): «Aquello en base a lo cual como de materia subordinada es el principio para los que piensan que no ha sido producida; muy por el contrario entre nosotros, que tenemos esta firme persuasión, a saber que de los no seres Dios hizo los seres, como enseñó aquella gran madre de los siete mártires en hechos de los Macabeos y el ángel de la penitencia en el Pastor» (Cf. 2 Mac 7,28; R 85).

 

46. En contra del emanatismo. S.AGUSTIN (R 1564): «Así pues la doctrina católica manda que se crea en que esta Trinidad es un solo Dios, y que El... creó todo lo que existe, en cuanto existe, de tal manera que toda creatura... tanto invisible como visible, no ha nacido de Dios, sino que ha sido creada por Dios de la nada; y no hay en ella nada que pertenezca a la Trinidad, a no ser el que la Trinidad la creó y por ello esta creatura ha sido hecha. Por lo cual no es lícito decir o creer que la creatura universal sea consubstancial a Dios ni coetema con El».

 

En contra del monarquiano Noeto, que sostenía que el Hijo no era Dios o, si lo era, que era el mismo que el Padre. S.HIPoLITO (R 391): «Existiendo sola y exclusivamente Dios, y no habiendo nada coeterno con El, Dios quiso crear el mundo... Nada existía fuera de Dios mismo... Cuando quiso... mostró a los tiempos su Verbo... por el cual hizo todas las cosas...» (cf. R 398).

 

47. En contra de los arrianos, que decían que el Hijo había sido hecho. S.ATANÁSIO (R 761): «Entiendan aquellos que las cosas hechas no han podido ser eternas, si bien siempre las ha podido hacer Dios. Pues las cosas son de la nada, y no eran antes de ser hechas. Ahora bien las cosas que no eran antes de ser hechas, ¿cómo van a poder existir al mismo tiempo que Dios, el cual es siempre?... En cambio el Hijo, al no ser obra del Padre, sino que es propio de la naturaleza del Padre, por ello es siempre. Pues al ser siempre el Padre, es necesario que sea también siempre lo que es propio de su naturaleza...» (cf. R 764).

 

En contra de los maniqueos. S.AGUSTIN (R 1540s): «Con toda verdad se cree que Dios ha hecho todas las cosas de la nada, pues, si bien todas las cosas que han sido formadas fueron hechas de esta materia, sin embargo esta materia misma fue hecha absolutamente de la nada. En efecto no debemos ser semejantes a éstos que no creen que Dios omnipotente ha podido hacer algo de la nada, cuando se fijan... en que los artífices no pueden fabricar algo si no tuvieran materia con la cual fabricarlo... así pues aquella materia informe que Dios creó de la nada, fue llamada primeramente cielo y tierra...».

 

48. Razón teológica. Si se da por supuesta aquí, como ha quedado probada ya en el tratado De Deo Uno, la existencia inmutable de Dios bien absolutamente necesaria bien necesariamente única, y por experiencia se da por supuesta la existencia de cosas mudables, las cuales por tanto son distintas de Dios, y si por otra parte no se pretende demostrar aquí que Dios es el creador de todas las cosas como causa única o al menos como causa principal, sino sólo de las cosas producidas por la primera acción de El, se prueba del siguiente modo que Dios, y en verdad El solo, creó el mundo:

 

Todo lo que existe fuera de Dios, ha sido hecho mediata o inmediatamente por Dios; luego al menos la primera operación de Dios "ad extra" fue la producción "ex nihilo" (de la nada).

 

El consiguiente es fácilmente patente, supuesto el antecedente, ya que el primer ser producido provendría o bien de Dios, lo cual implica contradicción con la actualidad pura y la simplicidad y la inmutabilidad de Dios, o bien provendría de la nada.

 

El antecedente solamente hay un único ser "a se" (por sí), esto es al cual exclusiva-mente le convenga la existencia por la esencia misma de él. Luego, si existen algunos otros seres, no son "a se" (por sí), sino contingentes, y por tanto a los cuales les conviene esencialmente el ser por participación de otro. Es así que, si estos seres no existieran mediata o inmeditamente por Dios, serían seres "a se" (por sí) y por tanto no tendrían el ser por participación; en efecto fuera de Dios no puede asignarse ninguna otra causa de esos seres, a no ser el proceso al infinito, el cual, según está claro, implica contradicción, o bien la esencia misma de ellos. Luego estos seres existen mediata o inmediatamente por Dios y en verdad solamente por El (S.To. 1 q.2 a.3; q.44 a.ls).

 

Por tanto, si se examina esto con atención, la tesis de la creación de la nada no es más que un corolario de la tesis de la existencia del Ser "a se" (por sí) y en verdad Unico.

 

49. La razón natural ya que puede con sus fuerzas demostrar la existencia necesaria y la unicidad de Dios inmutable, puede también por sí sola alcanzar el conocimiento cierto de la creación de la nada (en 2 d.l q.l a.2; De pot. q.3 a.5). Ahora bien esto, que no ha sido definido de fe por el Concilio Vaticano I (D 1806), puede decirse con todo derecho teológicamente cierto; pues ha sido definido de fe «que Dios único y verdadero... puede ser conocido con certeza con la luz natural de la razón humana... a través de aquellas cosas, que han sido hechas» (en el mismo lugar), y por otra parte es cierto a la luz de la razón que la existencia de un solo Dios lleva a la conclusión necesaria de que todos los otros seres, a excepción de El mismo, han sido creados de la nada; o también, que el conocimiento del Dios único y verdadero no puede alcanzarse sin el conocimiento de Dios en cuanto creador.

 

No obstante otros tienen dudas acerca de esta calificación, ya que la verdad de Dios como creador es distinta y posterior y más remota respecto a nosotros que la verdad de Dios en cuanto existente. Los Protestantes modernos afirman que la creación de la nada no puede ser conocida en la naturaleza caída a no ser por revelación; Lutero ya había afirmado esto mismo.

 

50. Por otra parte, incluso admitida esta posibilidad de la demostración, de hecho, puesto que el hombre conoce por experiencia tanto propia como ajena solamente la acción eductiva y por tanto no concibe fácilmente la acción creadora que es tan admirable en sí, la sola razón natural alcanza con dificultad en este estado de la naturaleza la demostración de la creación estricta, si se prescinde de la revelación, la cual, sin que le presente necesariamente los principios de la demostración, dirige la mente del hombre en la búsqueda de dichos principios y en el examen cuidadoso de los mismos.

 

De aquí también el que los mismos grandes filósofos paganos o bien más probablemente ignoraron la creación en sentido estricto o bien la concibieron de un modo tan confuso, que no nos consta con claridad acerca del pensamiento de ellos sobre la creación. Así, por citar aquí unos pocos datos acerca de Platón y de Aristóteles, mientras que S.Tomás les concedía el concepto de creación estricta (1 q.44 a.1; De pot. q.3 a..5), S. Buenaventura les negaba el que hubieran tenido el concepto de creación en sentido estricto. Esta diferencia de opiniones perdura entre los autores más modernos, los cuales sin embargo más bien se adhieren a esta opinión negativa.

 

Los principios de Aristóteles, si bien según algunos autores incluyen la creación de la nada, según otros la niegan, y según unos terceros Aristóteles ni afirmó ni negó la creación de la nada, la cual simplemente no la conoció, de tal forma sin embargo que sus principios la contienen virtualmente. Y por lo que se refiere a Platón, todavía con más facilidad niegan unos autores el que éste hubiera admitido la creación de la nada, mientras que otros autores lo afirman o al menos los principios de Platón son considerados como bastante conformes con la recta doctrina.

 

51. Objeciones. 1. Sab 11,18: Pues bien podía tu mano omnipotente - ella que de informe materia había creado el mundo - enviar contra ellos muchedumbre de osos o audaces leones... Según estas palabras, el mundo fue hecho por Dios de materia informe; luego no de la nada.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. El mundo fue hecho de materia informe en la segunda creación, concedo el antecedente; en la primera creación, niego el antecedente.

 

Pues habiendo Dios castigado a los egipcios que adoraban a los más abyectos animales, el autor sagrado, mostrando que le hubiera sido fácil a Dios arrojar contra ellos animales más feroces, apela de modo conveniente a la creación segunda (Gén 1,2; tohu vabohu), en la cual segunda creación Dios había hecho los animales de materia. Sin embargo no por eso mismo niega la creación primera; algo parecido a como si alguien al afirmar que Dios puede hacer otros hombres, apelara con todo derecho a la formación de Adán, y en verdad tal vez de una forma más conveniente que a la creación primera del mundo; sin que por ello mismo negara esta creación primera.

 

Por otra parte en ningún lugar menciona el autor del libro de la Sabiduría una materia que no hubiera sido hecha, sino que más bien pone de relieve la absoluta dependencia de todas las cosas respecto a Dios en el ser y en la conservación de las mismas: cf. vv.22-27, además de 1,14; 6,8; 7,21.23.27; 8,1.6; 9,2.9; 13,1-5. Por tanto sin motivo alguno en virtud de una sola palabra empleada como de paso (la cual, por otra parte, según está claro por lo que hemos dicho, de ningún modo niega la creación primera) se deduciría que el autor del libro de la Sabiduría desconocía la tradición judía acerca de la creación de la nada y que más bien hablaba según las filosofías profanas (v.gr. la platónica).

 

52. Se insiste en la objeción. Para mostrar la omnipotencia de Dios, que es lo que pretende el Sabio (vv.18-24), es más adecuada la creación primera que la segunda; luego si él hubiera conocido la primera, hubiera apelado a ella.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Para mostrar la omnipotencia de Dios es más adecuada la creación primera absolutamente, concedo el antecedente; respecto al modo como Dios quiere mostrar aquí su omnipotencia, niego el antecedente.

 

El autor quiere poner de relieve el poder de Dios, no simplemente, sino como sabio, en cuanto que Dios quiso castigar a los egipcios por medio de los más abyectos animales, para que aprendiesen que, por donde uno peca, por allí es castigado (v.16), si bien hubiera podido formar animales más feroces, y en verdad: pero Tú todo lo dispusiste con medida, número y peso (v.21); dejando esto sentado, alude con todo derecho a la segunda creación, y en verdad de forma más conveniente que a la primera. Por otra parte, aunque el autor quisiera poner de relieve el solo poder de Dios para castigar a los egipcios, podría igualmente citar la segunda creación, y en verdad de un modo más adecuado, puesto que en esta segunda creación son formados los instrumentos concretos de la omnipotencia de Dios.

 

53. 2. Hebr 11,3: Por la f e sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece. Atendiendo a estas palabras, lo visible ha sido hecho de lo invisible, luego no ha sido hecho de la nada.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Lo visible ha sido hecho de lo invisible, lo cual no sea materia alguna, concedo el antecedente; en otro caso, niego el antecedente.

 

Sin duda alguna nadie se atreve a atribuir esta afirmación a S.Pablo, a saber, el que las cosas corpóreas o visibles hayan sido hechas de una materia invisible; admitido lo cual, ya cae por los suelos de forma negativa la objeción, si bien no conste con certeza acerca del sentido positivo del texto.

 

Ahora bien, parece más probable según el texto griego que las palabras «de lo invisible» ( μη εκ φαινομενων, esto es no de lo visible) significan "de la nada". Yen verdad S.Pablo, después de dar la definición de la fe, la cuata es, según S.Pablo mismo, argumento de aquello que no aparece (βλεπομενων , esto es de lo que no se ve), presenta como ejemplo de las cosas de la fe la creación del mundo, esto es el hecho inicial que supera la experiencia humana. En otro texto (Rom 4,17) describe la creación como obra de Dios, el cual «llama a aquellas cosas que no son como si fueran» (cf. n.39).

 

S.Tomás (1 q.65 a.4) interpreta el texto también en el sentido de creación, sin embargo de tal forma que «las cosas invisibles» sean «las razones de las cosas, que están en la mente divina», conforme a las cuales ha sido creado el mundo. Según otros, no se trata aquí de creación (al menos de la creación primera) sino v.gr. de la fe en la palabra invisible de Dios, en cuanto que, siendo la guía esta fe, era dirigido el modo de obrar externo de los antiguos, según consta por lo ejemplos allí (vv.4-31) aducidos (Ceuppens), o bien de un acontecimiento imprevisto, o más verosímilmente no previsto, en cuanto que sucede según el plan de Dios por el que ha sido ordenado el curso de las cosas (como en la segunda creación)(Smith).

 

54. 3. En cuanto a los SS.Padres, se pondrían como objeción sin razón alguna entre otros pocos textos sobre todo los siguientes: S.Justino dice «que Dios hizo todas las cosas desde el principio de una materia informe...», más aún «que había sido recibido por la doctrina divulgada por los profetas... lo que dijo Platón, que Dios había hecho el mundo, habiendo cambiado la materia informe».

 

Sin embargo hay que responder que sería extraño el que se apartara en algo tan fundamental de los otros Padres, sobre todo al haber sido maestro de Taciano (al cual hemos citado poco ha, hablando de la creación de la nada), y también sería extraño el que no haya sido acusado de error respecto a este tema por ningún Padre.

 

En verdad dichas afirmaciones no niegan que aquella materia haya sido creada de la nada, sobre todo puesto que consta por otra parte que es rechazada expresamente por S.Justino mismo la opinión acerca de una materia que no hubiera sido hecha, la cual opinión se atribuye allí a Platón: «En efecto solamente Dios es el que ni ha sido engendrado ni está sujeto a corrupción, y por tanto es Dios: en cambio todos los demás seres y todas las demás cosas que hay después de El han sido engendrados y están sujetos a corrupción... Pues el no engendrado es semejante e igual y el mismo que el no engendrado, y no tiene preferencia en potestad o en dignidad uno respecto a otro. De donde el que no hay varios no engendrados. Pues si hubiera entre ellos alguna diferencia, sin embargo nunca se hallará la investigación de la causa de esta diferencia; y proyectando el pensamiento siempre hacia el infinito, en último término ya fatigado te detendrás en alguien no engendrado, y a éste le llamarás la causa de todas las cosas. ¿Pero acaso Platón, decía yo, y Pitágoras desconocieron esto? No hago caso de Platón... ni de Pitágoras ni de cualquier otro en absoluto que opine tales cosas».

 

55. Atenágoras dice entre otras cosas lo siguiente: «El artífice necesita materia y la materia necesita de artífice; pues ¿qué formas podrán expresarse sin materia o sin artífice?»

 

Ahora bien hay que responder, ¿por qué tampoco Atenágoras es acusado de error por los restantes Padres, si se aparta de la doctrina común? Por otra parte a las palabras que se han presentado como objeción añade inmediatamente lo siguiente: «Tampoco está de acuerdo con la razón el que la materia sea más antigua que Dios; en efecto es necesario que exista y gobierne la causa eficiente antes que aquellas cosas y seres que son creados». Y poco después establece estas ideas, las cuales, según suenan, son totalmente rectas: «La mayor parte, al no poder distinguir qué es la materia, qué es Dios, y cuán gran distancia hay entre ambos, ofrecen sacrificios a simulacros confeccionados de materia; ¿acaso por eso también nosotros los que distinguimos y discernimos al no producido y 10 producido, lo que es y lo que no es... acudiremos a adorar los simulacros?

 

56. Clemente Alejandrino en su obra Hipotíposis (de la cual sólo quedan algunos fragmentos) enseña, según Focio, la eternidad de la materia.

 

Sin embargo hay que responder que, puesto que Focio afirma esto sin presentar las palabras mismas de Clemente, no podemos en base a la sola afirmación de Focio hacer un juicio en contra de aquél. Ahora bien, puesto que este autor en otros lugares, como hemos visto, enseña la doctrina recta y jamás transmite en otros textos enseñanzas falsas acerca de este tema, hay que decir más bien que Focio no entendió bien las palabras de Clemente.

 

57. S.Metodio dice que Dios pudo crear el mundo, como los hombres crean las formas de las cosas, esto es las cualidades.

 

Ahora bien hay que responder que estas palabras no conciernen en absoluto al tema que estamos tratando, si en alguna ocasión expresa acerca de esto palabras menos claras o menos exactas, puesto que ex profeso y ciertamente con toda claridad prueba que la materia ha sido producida, y no sólo las cualidades, sino también la substancia misma ha sido producida por Dios de la nada.

 

58. Eusebio de Cesarea dice que nada puede hacerse de la nada. Ahora bien hay que responder que Eusebio habla de la nada absoluta, esto es de una nada que excluye también la causa eficiente, como se ve claro por el contexto, ya que dice que el mundo no ha surgido de la nada, sino que ha sido creado por designio y voluntad de Dios. Por ello inmediatamente añade: «¿Pues cómo lo que no es será causa de que otro sea? Todo lo que es proviene del único que es el que solamente es, y el que es antes de todas las cosas».

 

59. 4. Platón, al sostener que el mundo ha sido hecho de materia increada, dice sin embargo que ha sido hecho de la nada; ahora bien muchas Padres emplean las mismas fórmulas que Platón; luego hay que pensar que éstos entienden más bien como Platón la creación del mundo.

 

Respuesta. Distingo la menor: dejando pasar la mayor (siendo así que, según lo anteriormente dicho, se discute acerca del pensamiento de Platón sobre la creación). Los Padres emplean las mismas fórmulas, y en el sentido estricto de creación de la nada (según está claro por los textos aducidos de ellos, o en otro caso también por otras circunstancias), concedo la menor; las emplean, pensando también que ellos siguen a Platón con esas fórmulas, subdistingo: porque juzgaban que él mismo había pensado rectamente acerca de la creación o porque al menos querían corregir estas fórmulas dándoles el sentido recto, concedo; porque pensaban que el mismo Platón había negado la creación y porque quisieran seguirle a él en esto, niego.

 

Puesto que no puede dudarse acerca de la mente de los Padres sobre la afirmación de la creación de la nada, según se ve claro por las palabras aducidas de ellos, las fórmulas platónicas que emplean acerca de este tema o bien suponen que Platón pensó rectamente sobre él o bien al menos ellos mismos las han llenado de sentido cristiano.

 

60. 5. De la nada no se hace nada; luego implica contradicción la creación.

 

Respuesta. Distingo la mayor. No se hace nada de la nada de la causa eficiente, concedo la mayor; de la nada del sujeto, subdistingo: en la razón eductiva, concedo; en la razón creadora, niego.

 

6. La creación es mutación; ahora bien la mutación supone un sujeto que ha de cambiarse; luego sáquese la consecuencia.

 

Respuesta. Distingo la mayor. La creación es propia o impropia, concedo la mayor; precisamente propia, niego la mayor.

 

7. En la creación el ser posible pasa al ser; es así que el ser posible es ser real; luego en la creación el ser real pasa al ser.

 

Respuesta. Distingo la menor. El ser posible es ser real metafísico, concedo la menor; es ser real físico, niego la menor.

 

8. En la creación de la nada algo simultáneamente sería hecho y habría sido hecho; es así que esto implica contradicción; luego la creación de la nada implica contradicción.

 

Respuesta. Distingo la mayor. En la creación de la nada algo al mismo tiempo sería hecho y habría sido hecho instantáneamente, esto es sin movimiento propiamente dicho, concedo la mayor; sucesivamente, niego la mayor.

 

61. 9. Entre la nada y el ser hay una distancia infinita; ahora bien esta distancia no puede recorrerse, luego implica contradicción el tránsito de la nada al ser.

 

Respuesta. Distingo la menor. La distancia infinita no puede recorrerse sucesivamente, concedo la menor, simultáneamente, niego la menor.

 

Puesto que algún espacio puede dividirse en partes sincategoremáticamente infinitas, no puede recorrerse sucesivamente; sin embargo puede fácilmente de un solo golpe o de muchos comprenderse simultáneamente todo entero y de este modo recorrerse.

 

Sin embargo más acertadamente se niega con S.Tomás (1 q.45 a.4) que haya que superar en la creación una distancia infinita, como si entre la nada y el ser hubiera que recorrer algo intermedio mediante un movimiento en sentido estricto.

 

62. 10. La materia es indestructible. Ahora bien no sería si viniera de la nada; luego no viene de la nada.

 

Respuesta. Distingo la mayor. La materia es indestructible por las fuerzas creadas, pase la mayor (esto despende la cuestión que se va a tratar después acerca de la potencia de crear en un ser finito); por el poder de Dios, niego la mayor.

 

Puesto que la materia no es "a se" (por sí), no es absolutamente necesaria; luego puede ser aniquilada al menos por el poder de Dios.

 

Insiste la objeción. La materia obra según leyes necesarias y constantes; luego es necesaria, y en verdad constantemente.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. La materia obra según leyes necesarias y constantes de una forma meramente relativa, esto es ante una potencia creada (según lo que acabamos de decir respecto a la potencia de crear en un ser finito), concedo el antecedente; absolutamente, esto es incluso ante el poder divino, niego el antecedente.

 

En verdad, si la materia no es "a se" (por sí), sino contingente, tampoco las leyes por las que ésta se rige son absolutamente necesarias, según se ve claro v.gr. en los milagros.

 

63. 11. Admitida la creación de la nada, la perfección creada se acercaría a la perfección de Dios, de tal forma que de este modo se tendría una perfección mayor que ésta; es así que esto implica contradicción; luego implica contradicción la creación de la nada.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Admitida la creación de la nada, se tendría una perfección mayor que la perfección de Dios en extensión, concedo la mayor, en intensidad, niego la mayor.

 

Admitida la infinitud de Dios en toda línea de perfección, después de la creación se da una mayor perfección en extensión, ya que hay más sujetos que poseen perfección; pero no se da mayor perfección en intensidad, ya que la perfección misma en sí no se incrementa. Prácticamente ocurre como en la ciencia de un maestro la cual no aumenta después de haberla transmitido a sus discípulos, por más que entonces posean dicha ciencia muchas más personas.

 

12. Si se diera la creación, los filósofos paganos no la hubieran ignorado; es así que al menos muchos la ignoraron; luego sáquese la consecuencia.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Los filósofos paganos no hubieran ignorado la creación, si el concepto de ésta fuera más fácil y se hubiera formado de algún modo por experiencia, concedo la mayor, en otro caso, subdistingo: la hubieran ignorado, puesto que en base a sus falsos conceptos la hubieran estudiado con un método no recto, concedo; la hubieran ignorado a causa de la imposibilidad de demostrar naturalmente la creación, niego.

 

64. Escolio 1. Acerca de la naturaleza de la acción creadora. La acción, esto es aquellos por lo que se dice formalmente que la causa obra en acto y que el efecto procede en acto de ella, es: a) como principio, la causa misma; b) como término, el efecto mismo; c) formalmente, la acción en sí misma. Esta considerada formalmente se concibe como algo intermedio que conexiona la causa, a la cual denomina obrando en acto, y al efecto que fluye de ella en acto, y por tanto indica relación esencial respecto a ambas, de tal manera que se llama acción, en cuanto que procede de la causa, y pasión, en cuanto que es recibida en el sujeto.

 

Esta misma se denomina predicamental, si se distingue realmente tanto de la causa como del efecto, y en caso contrario se llama no predicamental. Sin embargo en las cosas creadas ella se distingue realmente sin duda alguna siempre de la causa, y probablemente no siempre se distingue realmente del efecto (v.gr. el entender, el querer).

 

Ahora bien la creación es una acción, la cual: a) como principio es Dios mismo (entendimiento, voluntad, poder, distintos entre sí con distinción de razón: S.To. 1 q.25 a.l; a.5; De pot. q.l a.5; 1 d.45 q.l a.3); b) como término es la creatura; c) formalmente es la acción misma, en cuanto perfectamente contradistinta al menos con distinción de razón de su principio y del efecto. Por tanto se pregunta solamente de ésta, qué es. ¿Es una acción predicamental? Si es no predicamental, ¿se identifica con su efecto, o más bien con su causa, de tal forma que todas las acciones necesarias de Dios se identifican con El mismo?

 

65. Según otros autores (Vázquez, Mendive) la creación es un acción no predicamental; sin embargo de ningún modo es inmanente a Dios, esto es de ningún modo consiste formalmente en un acto de Dios, ya que es producción de una cosa; ahora bien toda entera es formalmente transeúnte, o sea se da en algún término producido fuera de Dios, con el cual término se identifica realmente; por tanto existiendo solamente en éste es la relación misma de dependencia de la creatura, en cuanto efecto, y de Dios en cuanto causa.

 

 

66. Según otros (Suárez, Arriaga, más recientemente Hellín): la creación no es un movimiento, como una acción eductiva de la creatura, sino el fluir mismo de la creatura de parte de Dios, un fluir no sucesivo, sino simultáneo, de tal manera que en el mismo instante es "fieri" y "facturo. ene" (hacerse y haber sido hecho); por tanto no es algo que fluye y se anticipa al sujeto, sino el flujo mismo en cuanto modo por el que el efecto comienza a ser. Así pues es la acción toda entera formalmente transeúnte, puesto que el influjo de la causa se da cuando influye realmente; sin embargo realmente distinta de la creatura en cuanto modo de ésta, siendo la creación de la cosa aniquilada una acción distinta de la primera producción de ésta. Luego es una acción predicamental.

 

67. Según otros autores (S.Tomás y aparte de los tomistas, muchos otros, v.gr. Valencia, Toledo, Palmieri, Pesch, Mazzella, Huarte) que sitúan toda la fuerza en la creación considerada activamente, puesto que considerada pasivamente es puro efecto de aquélla: la creación es una acción formalmente inmanente, o sea un acto de Dios que existe en El mismo, sin embargo virtualmente transeúnte, en cuanto que ejerce la virtud de la acción transeúnte, esto es la virtud o poder de producir fuera de El, sin emitir acción alguna como entidad creada vial (cual se da en la acción de la creatura), el efecto mismo que resultaría en una acción transeúnte; por tanto de tal forma que el poder creador de Dios es propiamente el principio, no de la acción que produce el efecto, sino inmediatamente del efecto mismo. Luego la creación considerada adecuadamente, como acción es formalmente inmanente, y virtualmente transeúnte sólo en cuanto que, una vez que se da aquélla, existe fuera de Dios el efecto mismo pretendido.

 

Por tanto la acción creadora es el poder mismo de Dios que siempre permanece en acto en Dios, el cual, en cuanto que connota el que se pone alguna realidad fuera de Dios, se llama acción. Así pues en esta opinión puede decirse lógicamente, y de hecho se dice, que el poder divino de crear es la voluntad misma de Dios, en cuanto que, infinitamente perfecta que es, con su poder y en verdad sólo con él, esto es sin ninguna otra entidad sobreañadida, bien se trate de una entidad creada bien de una increada, hace el que surja fuera de Dios lo que Dios quiere. Por consiguiente la creación, si bien en cuanto formalmente inmanente es eterna, como virtualmente transeúnte no es eterna, y por ello el mundo no es necesariamente eterno, ya que procede de la voluntad misma de Dios y por tanto según la determinación de ésta, la cual pudo querer "ab eterno" (desde la eternidad) el que el mundo existiera en el tiempo.

 

68. Así pues esta opinión, que se defiende aquí como más probable, se diría que está más de acuerdo con todos aquellos textos bien de la Sagrada Escritura bien de los SS. Padres, en los que es presentado el mundo como efecto o bien de la voluntad o bien de la palabra o bien del poder de Dios, sin que a pesar de ello se deduzca necesariamente de estos textos dicha opinión.

 

La razón teológica la prefiere: a) Negativamente. En la opinión propuesta por Vázquez, puesto que la acción creadora ni se da en Dios ni es algo que fluye de Dios no se explica la producción del mundo y mucho menos la dependencia de éste respecto a Dios. También parece menos probable el que el modo, en el que Suárez sitúa la acción creadora, produzca el mundo, sin que no obstante aquél no pueda subsistir sin éste. Luego la acción creadora no es algo o bien identificado con el efecto o bien que fluye de Dios al efecto. Pues acerca de cualquier otra hipótesis que ponga la acción fuera de Dios habría que decir lo mismo.

 

b) Positivamente. La creación es una acción formalmente inmanente, puesto que la acción de Dios (y no sólo la virtud o poder de obrar) no se concibe que sea más que increada. Luego también formalmente inmanente a Dios. Esto se confirma también por el hecho de que el principio de la creación es formalmente inmanente a Dios y en verdad siempre en acto; luego la acción misma creadora nunca cesa en Dios, sin que a pesar de ello esta acción produzca necesariamente el mundo; luego es formalmente inmanente a El mismo.

 

Si la acción del agente no presupone ningún sujeto respecto al cual obre, no puede salir fuera del agente; luego es formalmente inmanente.

 

Además la creación es una acción virtualmente transeúnte, puesto que el mundo comienza a existir por ella. Ahora bien de aquí surge la dificultad de esta opinión: ¿Cómo de una acción meramente inmanente de Dios comienza a existir algo fuera de Dios? Al encontrarnos en la explicación de un tema muy difícil, no resolvemos esta dificultad más que diciendo que no se muestra contradicción en nuestro aserto. Por otra parte prácticamente lo mismo puede preguntársele a Suárez (y mucho más a Vázquez): si la creación es una entidad creada, ¿cómo proviene de un principio increado, a no ser por el simple imperio de la voluntad divina?

 

 

69. N.B. La creación pasiva es el término de la acción creadora, si ésta toda entera es formalmente inmanente a Dios. Puesto que el mundo existe en virtud de Dios, está claro que se da esencialmente en el mundo alguna relación real de dependencia respecto a su principio, en la cual la creación pasiva es menester situarla como distinta del mundo mismo (De pot. 3 q3;1 q.45 a.3). Ahora bien, ¿es esta predicamental, como piensan comúnmente los tomistas, interpretando así al S.Doctor (De pot. q.9 a.9; 2 CG 18), o es trascendental, según pensó Escoto? Parece que lógicamente hay que preferir más esto, a fin de no establecer algo que es más difícil de explicar, prácticamente como en la opinión de Suárez. Por otra parte está claro que aquella relación por parte de Dios creador no es más que una relación de razón (1 q.13 a.7; 1 q.45 a.3).

 

70. Escolio 2. El mundo ha sido creado por las tres Personas divinas como por un solo principio. Las tres Personas divinas han creado el mundo, ahora bien no como principios distintos, esto es por aquello por lo que se distinguen, sino como un solo principio, o sea por aquello en lo que convienen; a saber han creado por la naturaleza divina que hay en ellas, pero no como se da en ellas.

 

Puesto que los nombres substantivos concretos significan principalmente forma, ahora bien como en el sujeto que la posee, y por tanto no se multiplican a no ser que se multiplique la forma con el sujeto, el principio de crear no se multiplica en las Personas divinas, puesto que no se multiplica la naturaleza, esto es la forma por la cual las Personas divinas crean. De aquí que Dios es: a) Un solo Creador, púesto que crea por la naturaleza, la cual no es más que una sola. b) Un solo creante, si esta palabra se toma en sentido substantivo; si por el contrario se refiere a las Personas, son tres Creantes. c) Igualmente un solo principio "quod'’, ya que la naturaleza por la cual obran las personas no es más que una sola.

 

Ahora bien la Iglesia propone con claridad y constantemente un solo Dios, o sea tres Personas como un solo principio del mundo (D 39, 254, 281, 284, 420s, 428, 703s).

 

71. Y en verdad en las Personas divinas todo es único cuando no lo impide la oposición de relación (D 703). Ahora bien en la creación no hay ninguna relación de origen, puesto que es una acción "ad extra" y por tanto no pertenece al origen de las personas. Luego la creación es una acción de todas las Personas y ciertamente en cuanto que éstas son una unidad.

 

En las Personas divinas se da una sola naturaleza con relaciones mutuas. Ahora bien la relación no es aquello por lo que se puede obrar. Luego las Personas divinas crean por la sola naturaleza; por tanto como un solo principio.

 

Por consiguiente en la tradición cristiana se atribuye la creación al Padre (D 6) por apropiación, no por una especial eficiencia del Padre.

 

Basta con estos pocos datos que hemos recordado en orden a esta cuestión, en cuanto se refiere a la creación, ya que se habla más ampliamente acerca de ella, cuando se la considera en general, en el tratado De Dep Uno et Trino (Tratado I, Tesis 47).