Autor: P. Paulo
Dierckx y P. Miguel Jordá
Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
Tema 6:
¿Hermano o Padre?
Queridos hermanos católicos:
Me doy cuenta de que los hermanos evangélicos tienen miedo
de llamar «padre» a los sacerdotes. Y aunque saben muy bien que es costumbre
de llamar al ministro de la Iglesia Católica como «padre», algunos me dicen
«caballero» o «señor» y, en el mejor de los casos, me llaman «hermano».
También hay algunos que me dicen «señor sacerdote» (¡y me consta que después
le dicen sin más a su gente que los sacerdotes mataron a Cristo, porque dicen
que también así está en la Biblia!)
No importa cómo me llamen, o qué piensen de mí. Sé que
Dios conoce los pensamientos más íntimos y es El quien me va a juzgar.
En esta carta quiero explicarles de donde viene este nombre
de «padre» y luego en otra carta les hablaré de los sacerdotes, de los que
ellos dicen que mataron al Señor.
1. El texto bíblico.
Me gusta que me digan «hermano», pero no deben pensar que
cometen algún pecado si me llaman «padre». Seguramente han escuchado aquel
texto bíblico que dice: «No se dejen llamar Maestro, porque uno solo es
vuestro Maestro y todos ustedes son hermanos. Tampoco deben decirle «padre» a
nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre que está en el cielo» (Mt.
23, 8-9) y por eso piensan muchos que no deben decir ni por nada «padre» a un
sacerdote.
Hermanos y amigos: leyendo bien toda la Biblia nos damos
cuenta que las Sagradas Escrituras hacen siempre la distinción entre «Padre»
como título de honor reservado al Dios Único, fuente y fin de todas las cosas,
y padre con minúscula, es decir, el padre que da la vida humana o el «padre
espiritual».
Lo mismo sucede con la palabra Maestro. El único Maestro
-con mayúscula- es Dios, pero esto no quita que, aun entre nosotros, llamemos
maestro -con minúscula- a cualquier profesor o maestro carpintero. Es decir,
tenemos un Padre y un Maestro por excelencia que es Dios. Un Padre y Maestro -en
letra grande- que es el Dios Único y nadie puede apropiarse de este título.
Ahora bien, entre nosotros puede haber muchos padres y
maestros en cuanto que participamos de alguna manera de la paternidad y de la
maestría de Dios.
2. ¿Qué nos dice la Biblia acerca del nombre «Padre»?
La Biblia nos dice claramente que Dios es el único Padre y
Maestro. Dios es el único Padre fuente y origen de todas las cosas. Dice el Apóstol:
«Para nosotros no hay más que un solo Dios: el Padre. El Padre Dios hizo todas
las cosas y nosotros existimos por El» (1 Cor. 8, 6).
Según este texto bíblico, está claro que no debemos dar
este título divino a nadie más que a Dios. El es el Padre y Maestro por
naturaleza. En El está el origen del bien, de la vida y de toda sabiduría.
Veamos el contexto de la frase de Jesús:
En el Evangelio de San Mateo, cap. 23, en un largo discurso,
Jesús acusa a los fariseos y a los maestros de la ley, porque a ellos les
gustan mucho los títulos de honor. Se consideran autorizados para interpretar
la ley de Moisés como quieren (vers. 2), les gusta llevar en la frente y en el
brazo partes de las Sagradas Escrituras (vers. 6), quieren que la gente los
salude con todo respeto en las calles y que les llame maestros (vers. 7). Es en
este contexto que Jesús les dice: «Pero ustedes no deben hacer que la gente
les llame maestros, porque todos ustedes son hermanos y tienen solamente un
Maestro, que es Cristo. Y no llamen ustedes Padre a nadie en la tierra, porque
tienen solamente un Padre, el que está en el cielo» (vers. 8-9). «El que es
el mayor de ustedes sea el que sirve a los demás (vers. 11). Porque el que se
hace grande será humillado, pero el que se humilla será hecho grande» (vers.
12).
Queridos hermanos, está muy claro que Jesús no quiere que
demos títulos de honor a ningún miembro de la comunidad. Pero no debemos
pensar que Jesús quiere terminar con toda autoridad entre nosotros, sino que
pide que haya responsables en la comunidad de los creyentes que sirvan con mucha
humildad al pueblo y que su autoridad no debe opacar la del único Padre Dios.
Lo que importa en realidad no es el título que se da a los resposables de la
comunidad, sino el servicio humilde que prestan. Y para expresar este servicio
de paternidad espiritual es que desde hace siglos el pueblo llama, por acomodación,
«padres» a los sacerdotes.
3. Jesús llama a Dios «Mi Padre»
«Jesús en su condición de Verbo encarnado (como hombre) se
define como: «el Hijo único del Padre, por naturaleza». «Mi Padre me ha
entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo sino el Padre y nadie
conoce realmente al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo ha
querido dar a conocer» (Mt. 11, 27). Estos textos bíblicos nos hacen ver que
hay una relación íntima y única entre el Padre y el Hijo. Jesús es el único
que puede llamar Padre con propiedad a Dios. El es su Hijo por naturaleza.
Ahora bien, nosotros también llamamos a Dios «nuestro Padre»,
ya que por el poder del Espíritu Santo, somos hijos de Dios. Jesús es Hijo por
naturaleza, nosotros somos sus hijos por adopción. Dios es el Padre Único,
fuente y fin de todas las cosas, y nosotros no debemos dar a nadie este título
divino. Esto es lo que quería decir Jesús en su discurso contra los fariseos y
los maestros de la ley (Mt. 23, 9) que se apropiaban títulos divinos. Pero Dios
no quería decir ni que los hijos no llamen padre a su papá ni que en una
comunidad cristiana los fieles no puedan llamar padre a su sacerdote.
El texto también dice: «No llamen Maestro a nadie, porque
uno solo es vuestro Maestro». Cierto que Jesucristo es el único Maestro fuente
de toda verdad y sabidu-ría (Jn 18, 37), pero Dios no se opone a que llamemos
maestro -por participación- a un profesor o a un maestro carpintero. El
argumento es idéntico.
Entendidas así las cosas, ni la palabra «padre» ni la
palabra «maestro» son títulos exclusivos de Dios sino que, por acomodación,
los aplicamos a las personas. Y así es que tanto la palabra «padre» como la
palabra «maestro» forman parte del lenguaje común y corriente que empleamos a
diario para conversar y para entendernos.
En consecuencia, un hijo puede llamar «padre» a su papá, o
a su padre espiritual o al sacerdote y puede llamar «maestro» a su profesor y
al maestro gásfiter. Y las mismas Sagradas Escrituras no tienen ningún
problema en usar estos nombres. Jesús mismo dijo: «Honra a tu padre y a tu
madre» (Lc.18, 20). Y el apóstol Pablo lo repite varias veces: «Hijos, su
deber como creyentes es obedecer a sus padres, porque esto es justo» (Ef. 6,1).
Si el Apóstol los llama hijos en la fe significa que los hijos igualmente lo
pueden llamar padre (Col. 3, 20 y Tim. 1, 2). Según la interpretación de los
evangélicos, que no trepidan en sacar textos bíblicos fuera de su verdadero
contexto, tampoco podríamos llamar «maestro» a nadie, ya que en la misma cita
bíblica (Mt. 23, 8-9) Jesús nos dice que «no se dejen llamar Maestro porque
un solo Maestro tienen ustedes». Y sin embargo, todo el mundo llama maestro al
gásfiter, al carpintero, al albañil, etc. Y a nadie se le ocurre decir que va
contra el Evangelio.
4. La paternidad espiritual del apóstol
La Biblia habla también de una «paternidad espiritual».
-El apóstol Pablo proclama al Patriarca Abraham como «padre»
en la fe. «Abraham viene a ser padre de todos los que tienen fe» (Rom. 4, 11).
-El apóstol Juan da a los «ancianos» o responsables de la
comunidad el nombre de «padres» (1 Juan 2, 13-14).
-En sus cartas los apóstoles llaman a los creyentes con el
nombre de «hijitos» (Gál. 4, 19 y I Juan 2, 1-12; y 18, 28). Si el apóstol
les llama «hijos», es que ellos lo llamaban «padre».
-Timoteo, el colaborador del Apóstol Pablo, es llamado
cuatro veces con el nombre de «hijo en la fe» (1 Tim. 2 y 18; y 2 Tim. 1, 2 y
2, 1): «Yo, Pablo, ya anciano y ahora preso... te pido un favor para Onésimo,
quien ha llegado a ser un hijo mío espiritual» (Filemón 10).
-En otros textos el Apóstol Pablo también se presenta como
un «padre». «Ustedes ya saben cómo Timoteo ha demostrado su virtud y cómo
ha servido en la predicación del mensaje, como un hijo que ayuda a su padre» (Filip.
2, 22).
Queridos hermanos y amigos: éste es el sentido con que la
Iglesia Católica usa el nombre de «padre» para indicar al pastor o ministro
de la comunidad de los creyentes. No es ni de lejos con el intento de apropiarse
de un título divino.
Ahora bien, para evitar confusiones y para no dar motivo a
escándalos farisaicos, en algunos países la Iglesia Católica utiliza otras
palabras para designar a sus sacerdotes. En Alemania, por ejemplo, se usa la
palabra «pastor» (con acento en la a) para referirse al sacerdote católico, y
«pastor» (con acento en la o) para referirse al ministro evangélico. En Chile
usamos generalmente el nombre de «pastor» para referirnos al Señor Obispo. En
Francia se llama al sacerdote con el título de «l'Abbé». En Cataluña, España,
se le llama Mossén. Pero en América Latina está arraigada la costumbre de
llamarlo «padre». Quienes tengan dificultad, que le llamen «hermano», que es
también una hermosa palabra. Pero entendidas así las cosas, se puede usar la
palabra «padre» y «maestro» sin que ello signifique un agravio ni ofensa a
Dios. Se trata simplemente de una paternidad espiritual.
5. Lo que importa es ser un servidor de la comunidad
Lo que importa no es tanto la cuestión del nombre, lo que
importa es que el sacerdote o ministro sea un servidor de la comunidad. Si no lo
es, ahí sí que hay una contradicción, por más que use nombres muy «serviciales».
Y esta actitud se manifiesta cuando los fieles tratan al pastor o al sacerdote
como a un semidios. No debemos caer en este defecto. Los ministros de la
comunidad debemos ser servidores. La actitud orgullosa de los fariseos y
maestros de la ley (Mt. 23) es una tentación de todas las religiones. Los
fariseos no reconocieron la autoridad de Dios sino que simplemente se la
apropiaron y «se sentaron en el trono de Moisés» (Mt. 23, 2).
Toda autoridad en la Iglesia debe fundamentarse en la
fraternidad y en el servicio a Dios y a los hermanos. El que enseña y dirige la
comunidad también es un hombre pecador y no debe sentirse como los grandes del
mundo, sino que debe ser un amigo, un hermano, un padre y servidor en Cristo Jesús.
Así que referente al nombre de «hermano» o «padre» o «pastor»,
se lo digo una vez más: lo que importa es el espíritu con que se dice más que
la letra. ¿No dijo, acaso, el apóstol: «La letra mata y es el espíritu el
que da vida»? (2 Cor. 3, 6).
Dice el CATECISMO:
¿Quién nos creó y colocó en este mundo?
Dios nos creó y colocó en este mundo.
¿Para qué nos creó Dios?
Dios nos creó para que participáramos de la comunión de
amor existente entre las tres Divinas Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
¿Quién es Jesucristo?
Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos
¿Dónde se hizo hombre Jesucristo?
Jesucristo se hizo hombre en las purísimas entrañas de la
Virgen María.
¿Para qué se encarnó el Verbo?
El Verbo se encarnó para que conociéramos el amor de Dios,
para ser nuestro modelo de santidad y para hacernos partícipes de la naturaleza
divina.
¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima
Trinidad
¿Qué significa el misterio de la Santísima Trinidad?
Significa
que en Dios hay tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Cuestionario:
¿Qué
dice Jesús en Mt. 23, 8-9? ¿Quién es el único Padre y Maestro en sentido
propio? ¿Podemos atribuirnos atributos divinos? ¿Podemos, no obstante,
utilizar la palabra «padre» o «maestro» en sentido figurado o acomodado? ¿Qué
dice al respecto la Biblia sobre Jesús? ¿A quién era obediente? ¿Se utiliza
en la Biblia la palabra padre aplicada a los papás? ¿Se reconoce en la Biblia
una paternidad de los hijos en la fe? ¿Cuál fue la práctica de Pablo al
respecto? ¿Podemos, en este sentido, decir «padre» al sacerdote que nos
engendra en la fe y «maestro» al profesor o carpintero? ¿Cuál es la actitud
de fondo de todo servidor de la comunidad?