¿Qué es y para qué sirve el
Sínodo de los obispos?
CIUDAD DEL VATICANO, 2 de octubre de 2005 (ZENIT.org).-
El Sínodo de los obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo
VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del
Concilio Vaticano II para mantener vivo el buen espíritu nacido de la
experiencia conciliar.
Etimológicamente hablando la palabra «sínodo», derivada de los términos griegos
syn (que significa «juntos») y hodos (que significa «camino»),
expresa la idea de «caminar juntos».
Un sínodo es un encuentro religioso o asamblea en la que unos obispos, reunidos
con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente
información y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones
pastorales que tengan validez y aplicación universal.
El Sínodo puede ser definido, en términos generales, como una asamblea de
obispos que representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa
en el gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo.
En la fase preparatoria del Concilio Vaticano II maduró la idea de una
estructura que pudiera proporcionar a los obispos los medios para asistir al
Papa en el gobierno de la Iglesia universal.
El cardenal Silvio Oddi, entonces pro-nuncio apostólico en la República Árabe
Unida (Egipto), hizo una propuesta, el 15 de noviembre de 1959, para establecer
un órgano de gobierno central de la Iglesia o, usando sus palabras, «un órgano
consultivo».
«Este órgano abarcaría toda la Iglesia, al igual que las Conferencias
episcopales reúnen toda o parte de la jerarquía de uno o varios países, y al
igual que otros órganos, como el CELAM (el Consejo Episcopal Latinoamericano),
extienden su actividad en beneficio de todo un continente», añadía.
Papa Pablo VI, siendo todavía arzobispo de Milán, dio fuerza a estas ideas. En
el discurso conmemorativo con ocasión de la muerte del Papa Juan XXIII, hacía
referencia a una «continua colaboración del episcopado, todavía no efectiva, que
permanecería personal y unitiva, pero que tendría la responsabilidad del
gobierno de la Iglesia universal».
Elegido Papa, volvió al concepto de colaboración en el colegio episcopal --los
obispos en unión con el sucesor de Pedro en la responsabilidad del gobierno de
la Iglesia universal-- en el discurso a la Curia Romana (21 de septiembre de
1963), en la apertura de la segunda sesión del Concilio Vaticano II (29 de
septiembre de 1963) y en la clausura de la misma (4 de diciembre de 1963).
Finalmente, al concluir el discurso inaugural de la última sesión del Concilio
(14 de septiembre de 1965), el mismo Papa Pablo VI hizo pública su intención de
instituir el Sínodo de los obispos.
Al día siguiente (15 de septiembre de 1965), al inicio de la 128ª Congregación
general, el entonces Obispo Pericle Felici, secretario general del Concilio,
promulgó el Motu Proprio «Apostolica sollicitudo» con el cual venía oficialmente
instituido el Sínodo de los obispos.