28 DE OCTUBRE



Santos Apóstoles Simón Cananeo y Judas Tadeo, s. I.

—San Frumencio (siglo IV). Aunque nació en el Líbano, al hacer un viaje de estudios por el mar Rojo, fue capturado y conducido a Axum, capital etíope. Se le vendió como esclavo al rey Ella y pronto fue Frumencio su secretario. A la muerte del rey, la reina lo tomó como su principal consejero, y esto fue aprovechado por San Frumencio para construir capillas para los cristianos griegos que comerciaban en el país. Así fueron plantadas las primeras semillas de la fe en un pueblo que aún adoraba a las serpientes. Fue ordenado obispo por san Atanasio y poco tiempo después el rey Ézana se convirtió y, con él, todo su pueblo. Los etíopes lo conocen como Abba Salama, Padre de la Paz.

—Santa Cirila, virgen y mártir, hija de Santa Trifonia Roma, 258.

—Santa Anastasia la Antigua y San Cirilo, mártires, Roma, 303. Cirilo fue degollado por haber dado un vaso de agua a la mártir durante el tormento.

—San Fidel, mártir. Como, persecución de Maximiano.

—San Ferrucio, soldado, que abandonó la milicia por entregarse más libremente al servicio de Jesucristo, y encerrado a causa de su deserción en un castillo situado al otro lado del Rhin, no lejos de Maguncia, murió de consunción a los pocos meses, 304.

—San Faraón, obispo de Meaux, 672. Hijo de una ilustre familia de Borgoña, fue educado en la corte de Teodoberto de Austrasia y de Clotario II. Casó luego con una ilustre dama franca; pero al poco tiempo los dos esposos se pusieron de acuerdo para abandonar el mundo, tomando ella el velo, y entrando él a formar parte del clero de Meaux. Se dice en su vida, que siendo ya obispo de Meaux, quiso ver a su esposa y la llamó; ella vino, pero vestida de cilicio y la cabellera cortada. Entonces se avergonzó de su flaqueza, se humilló delante de Dios y admiró la virtud de aquella mujer.

—San Gaudioso, obispo africano, que habiendo llegado a Campania, para escapar a la persecución de los vándalos, murió en un monasterio de Nápoles, 440.

—San Honorato, obispo de Verceli, 403.

—San Firmiliano, obispo de Cesarea en Capadocia, uno de los más ilustres prelados del siglo III. Combatió el cisma de Novaciano, condenó en el Concilio de Iconium a los montanistas (235), y murió cuando iba a Antioquía para asistir a otro concilio, en que se habian de discutir las doctrinas de Pablo de Samosata, que negaba la Trinidad y la divinidad de Jesucristo. 269.

—San Esteban Sabaita, monje de la laura de San Sabas, llamado también el Poeta, porque escribió muchas cosas en verso, entre ellas una tragedia sobre la Pasión de Nuestro Señor, Palestina, s. IX.