¿Existe conflicto entre Ciencia y Fe?

Aciprensa

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Mientras que para la Iglesia Católica no existe motivo alguno para un conflicto entre fe y ciencia, existen muchos científicos que se han empeñado en señalar la imposibilidad de entablar un diálogo sano entre ambas. Un estudio publicado en Estados Unidos mostraría que el problema no sería por causa de la fe ni de la ciencia, sino más bien de algunos científicos, quienes en su mayoría rechazan el dato revelado y se declaran ateos& con sus consecuentes prejuicios y vicios metodológicos.

El Informe

El informe elaborado por los historiadores Edward Larson de la Universidad de Georgia y Larry Witham del Instituto Discovery de Seattle, reveló que sólo el 40 por ciento de los científicos en Estados Unidos cree en un ser supremo y en la existencia de una vida después de la vida, mientras que la mayoría rechaza la sola posibilidad de la existencia de un ser trascendente. Así, según el informe, el 45 por ciento de científicos encuestados niega la existencia de Dios y se declara atea, mientras que un 15 por ciento de "indecisos" se declara agnóstico.

Siguiendo a Leuba

Las cifras, publicadas en la revista científica Nature, coincidieron sorprendentemente con unas presentadas por el investigador James Leuba, hace más de ocho décadas, en 1916. Tal como lo hiciera Leuba a principios de siglo, los dos historiadores realizaron encuestas a 1.000 personas elegidas del American Men and Women of Science, que consigna una relación general de los científicos norteamericanos.

Las cifras

Los científicos respondieron a preguntas acerca de si creían en la existencia de un Dios que responde a las plegarias, en la inmortalidad del hombre, o en la vida después de la muerte. Sorprendentemente los resultados coincidieron con los de Leuba: la mayoría de científicos se proclama abiertamente ateo y niega las verdades fundamentales de la fe. En efecto, en ambas encuestas, cerca del 45 por ciento se declaran "ateo" y el 15 por ciento "agnósticos".

La única diferencia entre la investigación de principios de siglo y la de Larson y Witham está en la distribución de los creyentes en las diferentes disciplinas. Así, mientras que en 1916 los más escépticos frente a la existencia de Dios fueron los biólogos con un 69,5 por ciento; en el reporte de Larson y Witham, la mayoría atea se ubicó entre los físicos y astrónomos.

Prejuicios

De este modo, mientras que la gran mayoría de los norteamericanos se reconoce creyente, en el ambiente científico domina el escepticismo. Así, el trabajo de Larson y Witham vendría a comprobar una vez más el hecho de que muchos científicos tienen ya prejuicios acerca de algunas verdades que enseña la fe tales como la creación, la vida después de la vida o la existencia de Dios, sobre las cuales la ciencia no tiene competencia.

Una muestra de la existencia de este tipo de prejuicios es un episodio producido en Australia y que raya con lo tragicómico. Recientemente un geólogo australiano demandó judicialmente a una compañía que elabora y provee material educativo cuyos contenidos presentan la creación como hecho histórico. En efecto, la institución Creation Science Foundation enfrentó un juicio porque un profesor de geología de la Universidad de Melbourne, Ian Plimer, cree que hablar de la creación como un hecho es simplemente "anticientífico". La fundación científica demandada ha afirmado no tener ningún problema en someter el tema al examen de una entidad científica "neutral" que demuestre la veracidad de sus afirmaciones en el plano meramente científico. El problema ahora será encontrar una institución auténticamente neutral, ya que para muchos científicos lo "neutral" es justamente la incredulidad, mientras que la fe es una "distorsión".

Vicio metodológico

Científicos cercanos a la Creation Science Foundation señalan que "la radicalidad del punto de partida ateo revela prejuicios que pueden distorsionar el propio trabajo científico" y destacan que "el informe de Larson y Witham es otro botón de muestra de cómo los científicos suelen adoptar el ateísmo como una postura natural del quehacer científico, cuando en realidad es un vicio de método que ha llevado a desarrollar la ciencia en términos materialistas a lo largo de este siglo".

 

 

 

Conflicto fe y ciencia

 

El pasado 21 de Septiembre, a las puertas del teatro Quirino de Roma, tuvo lugar un debate público verdaderamente singular. Se sentaban frente a frente el Cardenal Joseph Ratzinger y el filósofo laico Paolo Flores d'Arcais, conocido por sus habituales polémicas anticatólicas.

El tema del debate, moderado por el periodista Gad Lerner, era la existencia de Dios, pero derivó significativamente hacia la pretensión de racionalidad que manifiesta el cristianismo, subrayada por la Encíclica Fides et Ratio y por las recientes intervenciones de Ratzinger en La Sorbona de París y en el Palacio de Congresos de Madrid.

 

Flores d'Arcais argumentó que no habría conflicto entre creyentes y no creyentes, siempre que los primeros entendieran su fe como "escándalo para la razón", tal como según su interpretación la habrían vivido las primeras generaciones de cristianos. Por el contrario, el filósofo italiano consideró que "si la fe pretende ser el resumen y el cumplimiento de la razón, tiene la tentación de imponerse". Y lanzó esta pregunta a los cristianos: "¿por qué no renunciáis a la demostración de la verdad, por qué pretendéis la racionalidad?" El planteamiento es interesante porque señala el punto crucial de dificultad de la cultura actual para acoger al cristianismo tal como la Iglesia lo confiesa ante el mundo, y porque al mismo tiempo ofrece a los cristianos una especie de reconocimiento social, siempre que renuncien a la "pretensión de racionalidad".

 

Ratzinger respondió que los creyentes de las primeras generaciones no creyeron que su fe fuera absurda. Por eso Pablo habla en el Areópago y predica una fe que apela a la razón y está en consonancia con la razón, aunque sea percibida con escándalo por sus oyentes. Según el Cardenal, los cristianos no pueden contentarse con vivir sólo hacia el interior, porque "creemos tener algo que decir a los demás: que en Jesús ha aparecido la Verdad que el hombre tiene necesidad de conocer". Por otra parte, rechazó que esta pretensión connatural al cristianismo, se traduzca en una tentación de imposición sobre los demás.

 

En realidad no existe otro debate de mayor calado para la Iglesia en este cambio de siglo. No se discute su aportación humanitaria para aliviar las diversas penalidades de los hombres, ni la legitimidad de sus posibles consuelos, ni la utilidad social de su educación, sino su pretensión de dirigirse a la razón del hombre, de ponerse en juego en el ámbito de lo que el hombre puede reconocer como verdadero. Sin embargo la Iglesia no puede renunciar a esta pretensión, pues "la cuestión de la verdad es la cuestión esencial de la fe cristiana", como afirmó Ratzinger en Madrid. Ahí radica la incomprensión de una parte de la cultura moderna; ahí radica también la fundamental novedad del cristianismo y su capacidad para responder a la espera del hombre.