Teología Fundamental
 

1. Noción. La T. f. es la disciplina que tiene por objeto establecer científicamente la base racional previa o punto de partida de la Teología. Por esta su esencial ordenación a la ciencia de lo revelado se llama T.; por limitarse a establecer la base racional. previa al estudio de lo revelado se especifica con el apelativo de fundamental. Así, pues, lo específico de la T. f. es su centrarse en el fundamento o principio de la ciencia teológica propiamente dicha. La idea de principio puede entenderse en dos sentidos: objetivo o lógico. En sentido objetivo, el fundamento de la ciencia teológica no puede ser otro que la misma Revelación divina, o sea, las verdades reveladas por Dios, que constituyen el objeto integral y propio de la Teología. En sentido lógico, el principio del conocimiento científico-teológico son aquellos hechos o verdades, asequibles por la luz de la razón, que se presuponen en todo el que se dispone a incoar el estudio de la Teología propiamente dicha. Es, obviamente, en este segundo sentido como se entiende la voz fundamento tal y como se aplica a la T. f.; en otras palabras, la Teología en su sustancia no se fundamenta en el estudio humano sobre los presupuestos del teologizar, sino en la verdad misma revelada por Dios; lo que la T. f. hace no es fundar la Teología cuanto poner de relieve, de una manera crítica, lo fundado y racional del entero proceder teológico.

Para acabar de precisar lo noción de T. f. señalemos que los presupuestos o principios previos de la Teología a que nos hemos referido son además de dos clases: a) unos remotos o mediatos, cuales son, p. ej., los que estudia la Filosofía en general (capacidad humana para conocer lo suprasensible), o en particular la Teodicea (la existencia de un Dios personal) y la Ética (obligación de obedecer a lo que Dios mandare); b) otros inmediatos o próximos, que se restringen a la científica demostración y al estudio de las verdades, hechos y realidades que lógicamente se requieren para que la T. tenga la base racional que su naturaleza exige. Son estos últimos los que son objeto del estudio en la T. f.; los primeros, los tiene en común can la Filosofía.

El nombre de T. f. fue insinuado por el Conc. Vaticano I cuando dijo: «la recta razón demuestra los fundamentos de la fe» (Denz.Sch. 3019). Acuñado inmediatamente después, fue usado por destacados autores desde los comienzos de nuestro siglo, tales como 1. Ottiger (1897), A. Stummer (1907), P. Mannens (1910), H. van Laak (1910), C. Carmigniani (1911), G. Reinhold (1915), A. Dorsch (1916-28), J. Stadler (1917), H. Dieckmann (1925-30). Otras, en cambio, acuden a otras denominaciones afines, como las de Propedéutica a la Teología (P. Schaff, 1912, y C. Pesch, 1921), o la de Doctrina de los principios de la Teología (A. Schill, 1923).

A partir de la década de los años treinta prevaleció definitivamente la expresión T. f.; y así la S. Congregación de Estudios, en las Ordenaciones para ejecutar la Const. «Deus scíentiarum» de Pío XI (1931), al enumerar, en su art. 27, las disciplinas que debe haber en las Facultades teológicas, incluye entre las disciplinas principales, y en primer lugar, la Theologia Fundamentalis. No es, pues, de extrañar que en adelante los autores siguiesen ese ejemplo en la denominación de su disciplina. Así, H. Straubinger (1936), A. C. Cotter (1940), A. M. Horváth (1947), F. X. Calcagno (1948), A. Tanquerey (1949), M. Nicolau y J. Salaverri (1950-62), F. Vizmanos e I. Riudor (1953), G. Sóhngen (1960),TEOLOGIA FUNDAMENTALS. Iragui (1959), J. Hasenfuss (1963), A. Lang (1967), A. Darlap (1969), etc.

2. Diversas concepciones sobre su naturaleza y contenido. En torno a la T. f. no reina una unanimidad de criterios entre los autores contemporáneos, y ello no sólo por lo que respecta a aspectos o cuestiones concretas, sino por lo que se refiere a la misma determinación de la naturaleza de esta disciplina. Podemos reducir las diversas concepciones a las siguientes:a) Concepción apologética. Es la de aquellos autores que consideran que una Apologética (v.) llevada con método filosófico -aunque inspirada en su raíz por la Teología- es el mejor camino para preparar al hombre hasta llevarle a la adhesión de la fe. De ahí que conciban la T. f. como algo dirigido no sólo a los profesionales de la Teología (en cuanto que encaminado a poner de manifiesto la base racional de la Teología dogmática, etc.), sino dirigido a todos los hombres que, llamados a aceptar la fe, aspiran a afirmarse en la esperanza de salvación. Se encuentran en esta línea diversos autores que incluso prefieren la denominación de Apologética en lugar de T. f.; tales son: J. Brunsmann (1932), H. Mausbach (1934), A. Boulenger (1936), G. Masure (1939), A. Goupil (1943), R. Yelle-G. Fournier (1945), P. Inchaurraga (1945), M. Brillant-M. Nédoncelle (1948), K. Aland (1948), J. Falcon (1952), N. Marín Negueruela (1953), H. Lais (1956), F. F. de Landa (1958). Sin embargo, es de notar que algunos de los precursores de esta tendencia entendieron ya expresamente la Apologética como la ciencia de los fundamentos de la T. (así, A. von Schmid, 1900; P. Kneib, 1912, y A. Rodemacher, 1914). Y, más modernamente, son muchos los que dan como equivalentes las denominaciones de T. f. y Apologética y se valen de los métodos de ambas. Así lo hacen F. Hettinger (1913), T. Specht-Bauer (1914), H. Felder (1923), A. Michelitsch (1925), E. Doronzo (1966), y la revista «Ephemerides Theologicae Lovanienses», que en su bibliografía teológica incluye siempre el epígrafe «Theologia Fundamentalis et Apologética».

b) Concepción dogmática. Es la de quienes no aceptan la distinción entre dos disciplinas diversas, una basada en la Revelación, o Teología propiamente dicha, y otra histórico-racional, previa a la Revelación, y consideran por tanto a la T. f. como parte de la Teología dogmática. Estos autores -en su mayoría pertenecientes a la escuela tomista- piensan que el contenido y finalidad de la T. f., por pertenecer propiamente a la Teología, ha de ser tratado teológicamente, o sea, según el método, no puramente histórico-racional, sino estrictamente teológico, seguido por S. Tomás y los mejores maestros de la Escolástica. En efecto, dicen, es propio de la Teología no sólo exponer positivamente los enunciados de la divina Revelación sobre la base de la S. E. y la Tradición, sino también explicarlos especulativamente por su analogía con los principios evidentes de la razón natural y por su comparación con los grandes hechos de la historia, y defenderlos apologéticamente.

De esta suerte, añaden, se satisfacen a todas las exigencias legítimas de los apologetas y fundamentalistas, y se salva a la vez la unidad de la Teología como ciencia de Dios y de las cosas divinas. De los seguidores de esta segunda concepción merecen citarse: R. Garrigou-Lagrange (1918-50; v.), A. Gardeil (1912; v.), R. Schultes (1925), Y. Congar (1962; v.), R. Latourelle (1965).

Son, sin embargo, muchos los autores contrarios a esta integración de la T. f. en la Teología dogmática, ya desde mediados del siglo pasado; entre ellos: J. S. Drey(1847), F. H. Reinerding (1864), G. Wilmers (1897), A. von Schmid (1900), 1. Ottiger (1911), J. V. de Groot (1906), H. van Laak (1913), F. Hettinger y S. Weber (1913), C. Gutberlet (1914), J. Muncunill (1914), F. Diekamp (1921), J. Mausbach (1921; v.), H. Felder (1923), H. Rademacher (1923), J. V. Bainvel (1924), A. Dorsch (1928), H. Dieckmann (1930). Este último, p.ej., afirma que la T. f. y la Teología dogmática son dos disciplinas específicamente distintas de la misma Teología y explica esa distinción tanto por razón del respectivo principio de conocimiento como de la diversidad de los métodos.

c) Concepción enciclopedista. Es la de aquellos que amplían enormemente el concepto de fundamento de la Teología hasta incluir dentro de la T. f. todos aquellos estudios que, de una manera o de otra, son útiles como auxiliares para la plena elaboración de la Teología; tales son, en general, las disciplinas que adiestran al investigador para el recto uso de los dos canales por los que llega desde Cristo hasta nosotros la divina Revelación, es decir, la S. E. y la Tradición. Se incluirían así dentro de la T. f., de una parte, la introducción a la S. E., con el estudio de las lenguas originales, de la metodología histórico-filosófica, de la paleografía, de la geografía y cronología bíblicas, etc.; y, de otra, la Historia eclesiástica, la Patrística, la Patrología, la Historia de los Dogmas y de los Concilios, la arqueología cristiana, el estudio de la liturgia y del arte sagrado, la Historia de las religiones, etc. La T. f. viene así a ser como una Enciclopedia de disciplinas distintas, que coinciden entre sí porque algunas de sus aportaciones resultan útiles para introducir al estudio de la Teología. Y, efectivamente, Enciclopedia la titularon H. Kihn (1892), C. Kreig (1910) y B. Walde (1921), describiéndola como una mirada de conjunto de todas las disciplinas teológicós y sus mutuas relaciones; muy útil, decían, o como introducción orientadora para los que van a estudiar la Teología, o como síntesis orgánica de todos los estudios teológicos, para el fin de la carrera. No dudamos de la utilidad de esos estudios auxiliares o complementarios de la Teología, pero creemos que no son la T. f. ni pueden suplantarla. Proceder como hacen esos autores e introducir como integrantes de la T. f. tal número de disciplinas, de índole, contenido y métodos tan diversos, es exagerar la noción de fundamento y disminuir el de Teología, y de esa forma desdibujar la noción de Teología fundamental. Por lo demás, es una posición hoy abandonada.

d) Concepción integral. Es la que hemos tenido presente en la definición inicial. Según ella, en la T. f. cabe distinguir dos partes: en la primera se demuestra apologéticamente la credibilidad de la Revelación cristiana tal como la propone la Iglesia católica; en la segunda se analizan las fuentes del conocimiento teológico. «El objeto central de la Teología fundamental es el hecho histórico de la divina Revelación, que con razón puede considerarse como el centro -de unidad de todas las investigaciones de la Teología fundamental» (A. Lang, o. c. en bibl., 43). De ahí que -según un esquema que en su núcleo se remonta al s. XVIII- el teólogo fundamentalista comience su estudio con lo que podemos denominar «demostración religiosa», en la que analiza una serie de nociones y realidades que son preámbulos o presupuestos a la Revelación (el reconocimiento de u Dios personal, la obligación por parte del hombre de darle culto y obedecerle, la naturaleza de la religión); a partir de ahí inicia la llamada «demostración cristiana», es decir, el análisis del hecho histórico de la Revelación tal y como se presenta en la historia de Israel para culminar poniendo de relieve que Jesucristo se presentó como enviado por Dios o Legado divino y aquílatando y valorando los argumentos con que Cristo mostró la verdad de esa su legación; y así, finalmente, llega la «demostración católica», o sea, el estudio de cómo Cristo instituyó la Iglesia en sus Apóstoles, encomendándole la continuación de su obra, dándole, para ello, el encargo de conservar incólume y de transmitir el depósito de la Revelación cristiana, y dotándola de un Magisterio auténtico. Este proceso descendente, que parte de Cristo para llegar a la Iglesia, se puede completar con otro ascendente: la consideración del milagro moral que supone la existencia misma de la Iglesia, su santidad y perennidad, del que puede concluirse que ella es la verdadera religión salvadora, establecida y protegida por Dios. Con diferencias de matiz, este orden y estructura es seguido por autores como C. Pesch, H. van Laak, A. Rademacher, G. Wilmers, F. Hettiger-S. Weber, I. Ottiger, J. Brunsmann, P. Kneih, H. Felder, H. Dieckmann, G. Esser-J. Mausbach, M. Nicolau-J. Salaverri, A. Lang, etc. Metodológicamente la demostración religiosa procede de un modo filosófico; la demostración cristiana y la católica, de una manera histórica.

Algunos autores dan por terminada la T. f. con la demostración católica. Otros, en cambio (p. ej., H. Delder, A. Michelitsch, H. Dieckmann, A. Dorsch, A. C. Cotter, F. X. Calcagno, M. Nicolau-J. Salaverri, A. Lang), teniendo en cuenta que las fuentes o lugares a que acude la Teología para su demostración dogmática son algo previo a la Teología misma, como lo son a la fe católica, incluyen en la T. f. parte de los tratados sobre el Magisterio, la S. E. y la Tradición, movidos a ello no sólo por convicciones teóricas, sino también por la utilidad práctica que esto significa para los que comienzan a estudiar Teología. No cabe objetar al respecto que ese modo de proceder hace que la T. f. invada el campo de la Teología dogmática, porque no se entra para nada en el mismo contenido de la Revelación, sino que se trata sólo de determinar o localizar los medios o instrumentos de trabajo en los que de hecho se halla la divina Revelación y a los que ha de tener libre acceso el teólogo para su tarea dogmática. En resumen, siendo las fuentes del conocimiento teológico elementos previos y fundamentales de la elaboración dogmática, pueden incluirse en la Teología fundamental.

3. Conclusión. Las diversas concepciones que hemos expuesto se diversifican en realidad desde dos puntos de vista: desde la perspectiva del método (teológico o filosófico-histórico) y desde la perspectiva del contenido (estudio sólo de la credibilidad de la Revelación o consideración además de las fuentes del conocimiento teológico). Por las razones que a lo largo de esa exposición hemos ido apuntando, consideramos preferible la concepción que hemos resumido en cuarto y último lugar. Habiendo ya resumido ahí con cierta amplitud el esquema y orden que, a nuestro juicio, debe seguir esta disciplina, resta sólo remitir a las otras voces de esta Enciclopedia en las que se tratan más ampliamente algunos aspectos concretos:a) Por lo que se refiere a la primera parte de la T. f. o demostración de la credibilidad de la Iglesia católica:V.: APOLOGÉTICA; DIOS IV, 2; RELIGIÓN; REVELACIÓN III, 2; CREDENTIDAD; MILAGRO; PROFECÍA; JESUCRISTO I y II; MESIAS; IGLESIA II.

b) Por lo que se refiere a la segunda parte de la T. f. o estudio de las fuentes del conocimiento teológico: v.: REVELACIÓN; TEOLOGÍA II; BIBLIA; EXÉGESIS BIBLICA;MAGISTERIO ECLESIÁSTICO; TRADICIÓN (Teología); PADRES DE LA IGLESIA; PATRÍSTICA y PATROLOGÍA.

c) Para la historia de la T. f., además de lo dicho ya en este artículo, puede verse APOLOGÉTICA II y TEOLOGÍA. III.


JOAQUIN SALAVERRI.
 

BIBL.: A. C. COTTER, Theologia lundamentalis, 2 ed. Weston (Mass.) 1947; H. DIECXMANN, Theologia lundamentalis, 3 vol., Friburgo de Br. 1925-30; íD, De Revelatione christiana, Friburgo de B. 1930; F. FERNÁNDEZ DE LANDA, Tratado de Apologética, Madrid 1957; A. CABOARDi, Teología fondamentale. Il metodo apologetico, en Problemi e orientamenti di Teología Dogmatica, I, Milán 1957, 57 ss.; R. GARRIGOU-LAGRANGE, De Revelatione, 2 vol., 5 ed. Roma 1950; A. LANG, Teología fundamental, 2 vol., 2 ed. Madrid 1970-71; R. LATOURELLE, Teología de la Revelación, 2 ed. Salamanca 1969; X. M. LE BACHELET, Apologétique. Apologie, en A. DALES (dir.), Dict. Apologétique de la Foi Catholique I, 4 ed. París 1924, 189-225; L. MAISONNEUVE, Apologétique, en DTC 1,1511 ss.; A. MICHEL, Fondamentale (Théologie), en DTC VI,514 ss.; M. NICOLAU, J. SALAVERRI, Sacrae Theologiae Summa, I, Theologia lundamentalis, 5 ed. Madrid 1962; I. OTTIGER, Theologia lundamentalis, 2 vol. Friburgo de Br. 1897-1911; P. PARENTE, Theologia Fundamentalis, 4 ed. Roma 1955; H. PINARD DE LA BOULLAYE, L'Apologétique, ses problémes, sa définition, París 1913; 1. SALAVERRI, Norma dogmatica de interpretatione bíblica, «Estudios eclesiásticos» 45 (1970) 317 ss.; VARIOS, Symposion de obiecto, natura, methodo Theologiae lundamentalis, «Sales» 27 (1965) 255-355; F. VIZMANOS, I. RUIDOR, Teología fundamental para seglares, Madrid 1963; v. también la bibl. de APOLOGÉTICA.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991