SERVET, MIGUEL


Teólogo y médico español del s. XVI, universalmente conocido, tanto por su aportación a la doctrina de la circulación de la sangre, como por su trágico fin en la hoguera.
     
      N. en Villanueva de Sijena, en el Alto Aragón, el 29 sept. 1511. Tras sus estudios humanísticos hechos en Zaragoza, pasó a la Univ. de Toulouse. Allí iba a perder su fe católica y tomar el camino del protestantismo, pero no para adscribirse a alguna de las nuevas confesiones, sino para elaborar un sistema teológico original que resultaría igualmente herético para católicos y protestantes. Sólo contaba 20 años cuando osó dar a la imprenta el texto del opúsculo De Trinitatis erroribus (Errores sobrela Trinidad), cuyas ideas -poco después reforzadas en la publicación titulada Dialogorum de Trinitate (1532)provocaron las iras de los jefes del protestantismo suizo, obligándole a abandonar aquellos cantones, en los que a la sazón vivía, y pasar a Francia, con el nombre supuesto de Miguel de Villanueva. En Lyon halló trabajo en la corrección de los libros impresos por los Teschel. Valiosa fue su aportación a la edición de la Geografía de Tolomeo aparecida en 1535 con adiciones y notas del «perspicacísimo Miguel Villanovano». El médico humanista lionés Champier le orientó hacia la Medicina, cuyos estudios fue a completar a París. Allí iba a adquirir pronto amplia notoriedad: dictaría un concurrido curso sobre astrología, publicaría su única obra médica: Syruporum universa ratio (Razón universal de los jarabes, 1537) y provocaría tensiones con sus colegas que habían de obligarle a salir de la capital, para ejercer su nueva profesión en diversos lugares de Francia, hasta que en 1542 entra al servicio del arzobispo de Vienne (Delfinado) como médico de cámara. La azarosa vida de S. encontraría entonces diez años de sosiego. Pero la inquietud religiosa de su juventud seguía viva, y se expresaba en la secreta elaboración de un gran tratado que recogía toda su especulación teológica y en una violenta polémica epistolar con Calvino (v.). S. había conocido al reformador en París, y pronto se estableció entre ellos una discrepancia ideológica tan honda como su enemistad personal. Ahora, desde Ginebra, Calvino logra que las autoridades eclesiásticas de Vienne tengan noticia de la verdadera personalidad del médico del arzobispo y de la obra -Christianismi restitutio (Restitución del Cristianismo)- que acaba de imprimir clandestinamente (1553), tal como ingenuamente le ha revelado S. en sus cartas. Inmediatamente, la edición es confiscada y su autor detenido. Logra S. huir de su prisión; pero -sin que sepamos la causa- va a parar a Ginebra, donde Calvino lo descubre y denuncia. Al cabo de un enojoso proceso, es condenado, por herejía contumaz, a muerte; y en las afueras de Ginebra arde su cuerpo en la hoguera el 26 oct. 1553.
     
      La vocación de S., que orientó su vida y le acarreó la muerte, fue la de teólogo. Su construcción doctrinal -de «torbellino cristocéntrico» la califica Menéndez Pelayose opone tanto a la doctrina católica como a los principios protestantes; niega dogmas tan fundamentales como el de la Trinidad, y en su visión del mundo late un fondo panteísta. El mismo descubrimiento fisiológico que va unido a su nombre responde a una preocupación religiosa. Es en el cap. V de Christianismi restitutio -que trata del Espíritu Santo- donde lo expone. Le interesaba el mecanismo de la «espiritualización» de la sangre, de su mezcla vitalizadora con el aire inspirado, porque pensaba que el alma reside en la sangre, en la que se infunde al verificarse el primer movimiento respiratorio de un recién nacido. Contra la doctrina galénica vigente (v. GALENO), señalaba S. el paso de una porción de la sangre del corazón derecho al izquierdo, a través de los pulmones, donde sería aireada: «Se hace esta comunicación no por el tabique medio del corazón, como la gente cree; sino que con gran artificio, del ventrículo derecho del corazón, por un largo trayecto pulmonar, se ve agitada la sangre sutil, que -preparada en los pulmones- toma un color rojo vivo y es trasfundida de la vena arteriosa a la arteria venosa» (de la arteria a las venas pulmonares). Es éste un dato nuevo, perfectamente observado por S., sobre la base de las disecciones que practicara en París, interpretando correctamente el tamaño de la arteria pulmonar, la trama vascular de los pulmones, la escasa luz del ventrículo izquierdo y la dificultad para explicar la nutrición del pulmón fetal.
     
      Sin embargo, la originalidad del descubrimiento no debe llevar a desorbitar su trascendencia, como si en él estribara la doctrina de la circulación de la sangre. Se trata de la certera corrección de un aspecto de la teoría galénica sobre el movimiento de la sangre, no de su derrocamiento y radical sustitución por la visión circulatoria de Harvey (v.). Y, además, hubo de quedar olvidado entre las páginas teológicas de los pocos ejemplares del libro que se salvaron de la quema. Años después lo expondría por su cuenta R. Colombo en su obra de anatomía. Acaso tuviera mayor importancia médica la doctrina que, acerca del mecanismo de la cocción de los humores patógenos y de la administración de digestivos que la favorezcan, expone S. en su olvidado opúsculo sobre los jarabes. Las cuatro ediciones parisinas que siguieron a la primera, entre 1545 y 1548, son testimonio de su impacto. Su oposición a los criterios vigentes contribuiría a quebrantar la integridad del galenismo oficial, aunque lo hiciera tratando de restituir la genuina opinión de Galeno. Su cuidado texto latino, esmaltado de citas en griego, revela el consumado humanista que S. fue.
     
      V. t.: UNITARIOS; SOCINO Y SOCINIANISMO.
     
     

BIBL.: M. MENÉNDEZ PELAYD, Historia de los heterodoxos españoles, IV,6 (ed. BAC) I, 2 ed. Madrid 1965, 872-927; N. MARISCAL y J. GOYANES, Biblioteca clásica de la Medicina española, IX-X, Madrid 1931-34; J. GOYANES, Miguel Serveto, Madrid 1933 (con graves reparos críticos); M. SOLANA, Historia de la Filosofía española en el s. XVI, I, Madrid 1941, 629-681; E. BULLóN, Miguel Servet y la Geografía del Renacimiento, 3 ed. Madrid 1945; D. O'MALLEY, Michael Servetus, Filadelfia 1953; R. H. BAINTON, The life and death of Michael Servetus, Ginebra 1953; J. BARÓN, Miguel Servet. Su vida y su obra, Madrid 1970.

 

JUAN A. PANIAGUA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991