SCHLEIERMACHER, FRIEDRICH ERNST
Vida y escritos. N. en Breslau el 21 nov. 1768. Su infancia discurre por
diversas ciudades de la Alta Silesia, donde su padre, capellán castrense,
regenta distintas parroquias. Junto con sus hermanos Charlotte y Karl recorre
varios colegios de fundación pietista (v. PIETISMO), donde S. muestra grandes
disposiciones para asimilarse el rígido módulo protestante del grupo pietista
llamado hernutista. En el trascurso de los años de su formación, S. llega luego
a romper con la línea hernutista, cuyas directrices dogmáticas chocan con su
fogoso ánimo, ya muy despierto a otras inquietudes. Encuadrada su vida, con
efecto, entre la pujante fuerza de la Ilustración (v.), que ha calado en las
universidades y centros de formación religiosa, y los vínculos de signo
pietista, llega a una crisis religiosa que le lleva a tomar una postura radical
frente a su padre, quien, aunque procedente a su vez del racionalismo ilustrado,
por aquellos días vive fervorosamente adherido al pietismo y difícilmente puede
acceder a que su hijo inicie sus estudios en un ambiente racionalista.
En Halle, donde realiza S. sus estudios de Teología, vive el estudioso
joven bajo la tutela del profesor Stubenrauch, hermano de su madre. En 1790 hace
sus exámenes finales en Berlín y ocupa durante los tres años siguientes el
puesto de preceptor en la finca de los condes de Dohna, en la Prusia Oriental.
Deseoso de seguir la carrera científica y ocuparse holgadamente en estudios de
Teología y Filosofía, vuelve a Berlín en 1793, donde ocupa diversos cargos
pastorales compatibles con la dedicación científica, entre ellos el muy honroso
de teólogo magistral en el hospital berlinés de la Caridad. A partir de su
encuentro con el grupo romántico de Berlín -el polifacético e inquieto Friedrich
Schlegel (v.), que más tarde se convertirá al catolicismo; el círculo que se
reúne en el salón del médico Markus Herz y su esposa, Henriettese inicia un
fecundo entrecruce entre los vectores ilustrados de su personalidad -más
orientada, por lo demás, a la Ilustración germana que a la inglesa o francesa- y
el rico mundo de los valores humanos y culturales que acaba de descubrir el
Romanticismo (v.). Del primer encuentro con Schlegel surge el propósito de
traducir en común a Platón; su amistad con Schlegel le adentra en la vida
literaria, en la filosofía, y le lleva a plantearse el problema de la historia.
A partir de 1799, con los Discursos sobre la religión, a los cultos entre
sus debeladores, S. brinda una fórmula de filosofía de la religión que,
insertada en el descubrimiento romántico del sentimiento, puede asimismo ser
considerada como teoría teológica protestante. En los Monólogos (1800) ofrece el
complemento ético de la misma. La polémica suscitada por la aparición de la
novela Lucinda de Schlegel, en la que se plantea el problema moral de las
relaciones entre amor y adulterio, conduce a S. a tomar la pluma en defensa del
amigo. Las Cartas confidenciales sobre Lucinda (1800) comprometen gravemente a
su autor, quien no fija su posición ante los fallos morales de la obra de un
modo inequívoco. El superior de S., Sack, preocupado por los tufos panteístas
que los lectores de S., creen haber percibido en los Discursos sobre la
religión, como asimismo por la presencia de S. en los salones literarios de la
época, sugiere el traslado de S., solución a la que éste se somete. Dilthey ha
comentado que con esta ausencia S. se promete además encontrar remedio a su
desdichado amor a Eleonore Grunow. En los años de confinamiento en el lejano
Stolp (1802-04), aparte de la traducción de Platón, surgen las Líneas
fundamentales de una crítica de la moral tradicional (1803), en la que plantea
cuestiones como la función de la fantasía creadora en moral; el papel creativo
del individuo frente a la norma, etc. En 1804 pasa S. a ocupar una cátedra de
teología en Halle, en donde brinda unos cursos en que, con excepción del A. T.,
pasa revista a todas las disciplinas teológicas. En 1805 aparece la Nochebuena,
en que se superan posiciones racionalistas de la Ilustración.
En 1808 pasa S. a Berlín, donde, junto con Humboldt (v.), pone los
fundamentos espiritualistas de la llamada universidad romántica. En Berlín ocupa
S. una cátedra, alternando la docencia con la cura de almas en la iglesiade la
Trinidad, donde el maduro S. ejerce gran influencia como predicador; destaca
asimismo como miembro de la Academia de las Ciencias berlinesa. En 1809 contrae
matrimonio con Henriette von Willich, del que nacen cuatro hijos. En 1811
aparece su Breve exposición del estudio de la teología, una especie de
enciclopedia teológica en que se agrupan orgánicamente todas las disciplinas en
torno al concepto de lo pastoral. En 1821 se publica su dogmática, La fe
cristiana, obra que en la historia del protestantismo le merece el título de
clásico de la teología protestante moderna. De complemento a la dogmática sirven
los Mensajes a Luecke (1829). Cuando cuenta 65 años m. S. (12 feb. 1834), tras
dolorosa enfermedad.
Influjo de su obra. Con la afirmación de un órgano especial para la
detección de los valores religiosos, el sentimiento en su concreta cualificación
de «sentimiento de dependencia absoluta», S. abre una nueva época en filosofía
de la religión (v.). Dicho sentimiento, según S., no se reduce a puro elemento
irracional sino que se sitúa en la línea de una «conciencia inmediata» de lo
divino, o de una «interiorización consciente», en que anda en juego la totalidad
de la personalidad humana. En él, afirma, se manifiesta una potencia que se cree
legitimada para establecer un contacto con el universo de manera distinta a como
pudieran hacerlo otras potencias, a las que, dice, queda vedado el acceso al
objeto específico de la religión. Con este acotamiento de las potencias humanas,
S. intenta salvar la autonomía de la religión, que a manos del racionalismo
ilustrado era desconocida bien para asignarle un papel subsidiario en orden a
garantizar la moralidad (Kant), o bien subsumirla bajo una serie de nociones
genéricas (la corriente deísta, la filosofía idealista en general, con su
culminación en la especulación gnóstico-metafísica de Hegel). De todos modos S.
depende del racionalismo (v.) más de lo que se advierte; de ahí que no consiga
captar la realidad de un conocimiento religioso y sitúe la religión sólo en la
línea del sentimiento, con el riesgo de caer, a pesar de sus esfuerzos, en el
irracionalismo o en el panteísmo. Por lo que se refiere, en efecto, a la
asignación de un correlato objetivo al sentimiento de dependencia de lo
absoluto, el sistema de S. se resiente de imprecisión. En el segundo de sus
Discursos sobre la religión, S. acude al término «universo» como correlativo al
sentimiento religioso, por lo que muy pronto hubo de sentir sobre sí el peso de
la crítica, que vio ahí resabios panteístas. Según la crítica moderna, el
universo de S. no se recubre con el homónimo de la cosmología, sino que abarca
por igual lo natural y las creaciones históricas humanas, tras las que se
adivina un fundamento divino, hacia el que se dirigen los sentimientos de
veneración, humildad, etc., en que el sentimiento religioso se desglosa; todo
ello, no obstante, es vago y confuso.
Sobre la base de la autonomía del sentimiento religioso intenta S. pasar
revista a las formas históricas de la religión. Con ello S. se muestra
tributario de la corriente romántica, especialmente sensible a lo histórico, a
la vez que aparece una faceta de su personalidad que difícilmente rima con las
convicciones teológicas estrictamente luteranas. En cualquier caso termina
diluyendo la fe como encuentro con Cristo, y la revelación bíblica en la
religiosidad genérica. Como consecuencia, en ninguna de sus facetas es la
teología de S. tan débil como en Cristología. Partiendo del sentimiento
religioso y de sus diversas realizaciones en la historia de las religiones,
Cristo aparece ante S. como fundador de una religión de carácter redentor; mas
como la redención ha sido previamente reducida a la dimensión moral, Cristo
quedará puramente considerado como un ejemplo o modelo, todo lo calificado que
se quiera, pero simple ejemplo al fin y al cabo. El dogma cristológico va así a
ser desconocido: todos los atributos que destacan la señera posición de Cristo
en el orden de la salvación quedan, en efecto, restringidos al plano moral, por
lo que Cristo queda reducido a un eslabón más en la historia de los genios
religiosos, sin despegarse de la común plataforma. La teología liberal (v.)
continuará esta línea.
En Eclesiología S. se asimila el esquema (ya propuesto en la Ilustración,
y desenvuelto por Kant) de la anticipación realizada del Reino de Dios, con el
consiguiente programa de una piedad «teleológica», optimistamente comprometida
con las creaciones histórico-culturales. Con ello se seculariza la noción de
Reino de Dios (v.) haciéndole perder su sentido escatológico. Si bien S. sigue
más bien a Kant, y es, por tanto, sobrio en el proyecto de la realización
temporal-cultural del Reino, los posteriores empeños de la teología liberal, en
especial la plena secularización de la Iglesia como fermento que se diluye en la
Sociedad o el Estado (R. Rothe), pueden ampararse bajo el nombre de S. El
influjo de S. llega en este punto hasta Ritschl (v.) e inmediatos seguidores,
con lo que esta aventura teológica concluye en un humanismo moralista burgués.
La influencia de S. en la teología protestante disminuyó al concluirse la gran
época de la teología liberal. Barth (v.) y sus seguidores (v. DIALÉCTICA,
TEOLOGíA) destacan fallos capitales en S.: La desvalorización de la dogmática;
una cristología reduccionista de cuño puramente moral; una ética que desconoce
el carácter escatológico del Reino de Dios. No faltan, sin embargo, autores (p.
ej., Tillich, v.) que manifiestan de nuevo interés por su errada filosofía de la
religión.
V. t.: LIBERAL, TEOLOGÍA.
BIBL.: B. GHERARDINI, La Seconda Rilorina, I, Brescia 1964, 3-211 (con abundante bibl.); C. FARRO, Schleiermacher, en Enciclopedia Cattolica, XI, Ciudad del Vaticano 1953, 70 ss.; G. FAGGIN, Schleiermacher, en Enciclopedia Filosolica, V, Florencia 1967, 1094-1100 (con abundante bibl.).
I. ESCRIBANO ALBERCA.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991