SCHELL, HERMANN


Teólogo y apologeta, n. en Friburgo de Brisgovia el 28 feb. 1850; m. en Würzburg el 31 mayo 1906. Estudió Teología en Friburgo y Roma; cursó Filosofía en Würzburg bajo la dirección de Franz Brentano (v.). Ordenado sacerdote (1873), publicó aquel mismo año su tesis doctoral en Filosofía: Die Einheit des Seelenlebens aus den Prinzipien der Aristotel (La unidad de la vida del alma según los principios de Aristóteles), entrando en liza sobre esta materia con E. Zeller y E. de Hartmann. Diez años después (1883) defendió su tesis doctoral en Teología en la Univ. de Tubinga: Das Wirken des dreieinigen Gottes (La actividad de Dios uno y trino). En 1884 fue nombrado profesor de apologética en Würzburg, como sucesor de Hettinger, y comenzó, en una línea poderosamente especulativa, la exposición de sus arriesgadas ideas dogmáticas, con importantes novedades en cuanto a la formulación filosófica de las mismas.
     
      Su intención es proponer y defender la doctrina católica frente al idealismo (v.), pero no se vio totalmente libre de él, al pretender estructurar la fe católica como un sistema metafísico lógicamente cerrado. A pesar de haber sido un buen defensor de Aristóteles y de sostener el valor de la Metafísica, tan desacreditada por el historicismo (v.) y el empirismo (v.) de su tiempo, incurre en cierto neoplatonismo, que se refleja principalmente en su doctrina trinitaria y en la escatología. Así, p. ej., llega a la conclusión de que la Trinidad es la aseidad de Dios explicada por la Revelación, con lo que viene a caer en cierto modalismo (v.) y a negar de hecho la distinción real de Personas; al introducir la causalidad en el seno mismo de Dios, se ve forzado a afirmar que Dios es causa de sí mismo. Por otra parte, su concepto de persona y de la libertad perfecta le ponen en trance de negar la posibilidad de cometer pecado mortal propiamente dicho bajo el influjo de las pasiones, de suerte que la condenación sólo es posible por una libre obstinación en el mal que tiene lugar bajo una luz plena y sin influjo pasional alguno, en el momento de la separación del alma o en el instante inmediatamente posterior a la muerte. Estas ideas, expuestas bajo preocupaciones filosófico-sistemáticas, al margen de los datos positivos de la Revelación y de la enseñanza del Magisterio de la Iglesia, motivaron la inclusión en el índice de libros prohibidos (15 dic. 1898) de sus obras: Der Katholizismus als Prinzip des Fortschritis (El Catolicismo como principio de progreso), Würzburg 1897; Die nene Zeit und der alte Glaube (Los nuevos tiempos y la antigua fe), Paderborn 1898; Katholische Dogmatik, 4 vol., Paderborn 1889-93; Gott und Geist (Dios y el espíritu), 2 vol., ib. 1895-96. S. se sometió al dictamen de la Iglesia, a cuya enseñanza prometió atenerse (1905). Aún escribiría otras obras de polémica contra el protestantismo liberal (v. LIBERAL, TEOLOGÍA).
     
      No parece que se pueda dudar de la buena fe de S. Desde luego, no puede ser catalogado entre los autores modernistas; conocía las obras del modernismo (v.) francés y no comulgaba con sus principios. Abrigaba el deseo de elaborar una apologética eficaz. Su radical equivocación consistió en el método utilizado, en creer que podría hacerlo a base de datos meramente racionales y dentro, por otra parte, de una imposible amalgama de elementos filosóficos aristotélicos y neoplatónicos. Procedió como si la Teología fuera una metafísica y trató de supeditar los datos revelados a sus preocupaciones sistemáticas, en vez de proceder a la inversa (v. t. APOLOGÉTICA). Indudablemente pagó las consecuencias del influjo que en él ejerció la escuela de Tubinga (v.) y es un ejemplo de los peligros que acechan a quienes tratan de poner un método cualquiera por encima de la realidad que han de explicar. S. no penetró a fondo en el pensamiento medieval. A pesar de ser un gran orador, sus escritos adolecen de oscuridad. Su influjo en Alemania fue notable, dado el ambiente ideológico en que circularon sus ideas.
      Sin embargo, su tarea científica de valor más permanente hay que buscarla no en la Teología sino en algunos ensayos metafísicos.
     
     

BIBL.: J. ENGERT, en LTK, IX,232-234; E. HOCEDEZ, Histoire de la théologie au XIX, siétle, III, Bruselas 1947, 172-179; J. STUFLER, Die Heiligkeit Gottes und der ewige Tod, Innsbruck 1903; B. THUM, en Enciclopedia Cattolica, XI, Vaticano 1953, 37-39 (con muy buena bibliografía).

 

N. LÓPEZ MARTÍNEZ

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991