PIO VIII, PAPA


Las grandes cualidades intelectuales de Francisco Javier Castiglioni (Cingoli, 20 nov. 1761), su sólida preparación cultural -alumno y maestro distinguido en Derecho Canónico y Teología-, junto con su acendrada piedad le hicieron muy apto para el gobierno de las diversas diócesis que rigió, a título de Vicario General o de prelado. Consagrado Obispo de Montalto (1800) por Pío VII, instó a éste, tras su ruptura con Napoleón, a permanecer firme en la defensa de los derechos de la Santa Sede. Tal actitud le valdría, por parte del Emperador, el destierro y la persecución, que soportó con indomable entereza. Cardenal en el consistorio de 1816, su larga experiencia como gobernante y el elevado prestigio que gozaba en el episcopado italiano hicieron ver a Pío VII la conveniencia de incorporarlo, en forma más directa y personal, a la dirección suprema de la Iglesia. En Roma, secundó eficazmente las iniciativas del cardenal Consalvi, al que manifestó siempre una gran estima y admiración.
      Su exaltación al Pontificado fue esperada por muchos ya en los prolegómenos del cónclave que siguió al fallecimiento de Pío VII, pero no tuvo lugar hasta la muerte de León XII. Elegido el 31 mar. 1828, en sus actos iniciales prosiguió en diversos aspectos la obra de su predecesor: ataques contra las corrientes liberales y racionalistas, represión del carbonarismo, fomento e impulso de la obra misional, prudencia ante los movimientos de emancipación civil y política de los católicos en Gran Bretaña, Bélgica, Polonia, etc. Su defensa del orden constituido y de la Europa de la Santa Alianza no impidió, sin embargo, su firme repulsa ante los intentos de Federico Guillermo IV de Prusia, de someter los matrimonios mixtos, celebrados en sus estados católicos, a una legislación protestante, que prescribía, entre otros extremos, el que los hijos legítimos de tales matrimonios habían de ser educados en la religión paterna. Por el breve Litteris altero abhinc armo, de 25 marzo 1830, manifestó que en la celebración de los matrimonios mixtos en los que la educación católica de los futuros hijos no hubiera quedado previamente establecida, los prelados sólo permitirían la asistencia pasiva del sacerdote. Idéntica energía desplegó ante el rebrote en los países renanos de las viejas corrientes cesaropapistas y episcopalianas. Su firmeza y habilidad diplomática en el curso de sus relaciones con el episcopado de aquellos territorios lograron evitar el peligro de un cisma, fomentado por las autoridades prusianas.
      La Revolución de 1830 contra Carlos X provocó en Francia una oleada de violento anticlericalismo. P. VIIIreconoció la Monarquía liberal de Luis Felipe y ordenó al episcopado francés la sumisión al nuevo orden político. El Pontífice trató también de mejorar la administración temporal de los dominios de la Sede romana y de mejorar las condiciones de vida de las clases más humildes. Estas medidas y su caridad hacia los menesterosos le hicieron muy popular entre los súbditos del Estado Pontificio. M. el 30 nov. 1830.
     
     

BIBL.: BIHLMEYER-TUCHLE, Histoire de 1'Église, IV, Mulhouse 1967; LLORCA, GARCÍA VILLOSLADA, MONTALBÁN, Historia de la Iglesia católica, IV, 3 ed. Madrid 1963; EHRHARD-NEUSS, Historia de la Iglesia, IV, Madrid 1962.

 

J. M. CUENCA TORIBIO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991