PASTOR PROTESTANTE


De todas las fisuras que separan del catolicismo a las distintas confesiones protestantes, quizá la más profunda sea el concepto divergente de la naturaleza y función del ministerio en la Iglesia. De un lado está el concepto de los católicos y ortodoxos de una jerarquía sacerdotal instituida por Jesucristo mismo, y del otro lado, la mesa variada de las confesiones protestantes que concuerdan en su rechazo total de tal concepto. Puede decirse que el p. p. se distingue del sacerdote católico y ortodoxo por no pretender la posesión de ningún carácter indeleble que le distinga del laicado, ni tener función alguna de ofrecer en la liturgia un sacrificio a Dios. Los anglicanos ocupan una posición especial; empezaremos por eso hablando de ellos.
      1. Los anglicanos. Oficialmente se colocan en una posición doctrinal similar a la católica. La introducción a la Ordenación en el Common Prayer Book (v.) dice: «Cuantos han leído con cuidado las Santas Escrituras y los escritores antiguos, saben, a no dudarlo, que desde el tiempo de los Apóstoles existieron estas órdenes de Ministros de la Iglesia de Cristo; Obispos, Presbíteros, y Diáconos... Y, por tanto, para que estas sagradas órdenespuedan continuar en adelante en todo su vigor, respeto y veneración, en la Iglesia de Inglaterra, ninguno será reputado por legítimo Obispo, Presbítero o Diácono, ni le será permitido ejercer alguna de sus funciones respectivas en la Iglesia de Inglaterra, sino únicamente aquel que para esto hubiese antes sido llamado, examinado, aprobado y admitido, según la fórmula siguiente, o habiendo, por lo menos, recibido anteriormente la ordenación o consagración de algún Obispo.
      No obstante, ha habido, y hay, en el anglicanismo corrientes que sostienen la teoría protestante del ministerio, pero la actitud oficial es clara, y su práctica de exigir siempre la ordenación episcopal es invariable. Sin embargo, las ordenaciones anglicanas, según la Encíclica Apostolicae curae de León XIII (Denz.Sch. 3315-3319), se consideran inválidas por los católicos, basándose principalmente en que el primer arzobispo de quien se originan y dependen las ordenaciones fue Mateo Parker, cuya consagración episcopal en 1559 fue probablemente inválida, ya que los consagrantes no tenían intención faciendi quod facit Ecclesia, y, además, la fórmula consecratoria era insuficiente. Éste es un tema siempre presente en las conversaciones entre católicos y anglicanos.
      2. Los luteranos. De todas las confesiones protestantes, es el luterarismo la que menos insiste en una forma particular de organización eclesiástica. No obstante, ciertas formas ministeriales son necesarias para la vida diaria de la comunidad, aunque los luteranos no les concedan de ningún modo carácter de sacramento, sino que se fundan en una mera delegación de la comunidad. Este punto fue históricamente uno de los principales en el momento de la ruptura con la Iglesia católica.
      Los documentos confesionales (v.) hacen una distinción marcada entre el sacerdocio universal de todos los creyentes y el ministerio profesional. En la teología luterana se usan términos distintos para estas dos funciones: sacerdotium y ministeriurn. Todos los cristianos se hacen sacerdotes por el bautismo y la fe. El oficio eclesiástico (ministeritan ecclesiasticurrr) es algo completamente distinto. Fue creado por Dios con el fin de predicar el Evangelio y administrar los sacramentos (Confesión de Augsburgo, art. 5). La comunidad tiene el mandato de Dios de nombrar servidores para predicar el Evangelio y administrar los sacramentos. Dios sanciona este oficio y lo ayuda con su presencia. Únicamente a los que han sido llamados legítimamente les es permitido enseñar públicamente, aunque después de los movimientos populares evangélicos del s. XIX, se ha admitido la predicación por los laicos.
      Dentro de este clima de indiferencia a la organización eclesiástica, los luteranos han mantenido el oficio de obispo, pero sin pretender la sucesión apostólica.
      3. Los calvinistas. El sistema de Calvino coincide con el luterano en no reconocer el ministerio eclesiástico fundado en el carácter del Sacramento del Orden (v.); en cambio, prevé una organización eclesiástica muy detallada (v. PRESBITERIARNOS). Según ellos, hay un solo orden del ministerio, el prebisterado, y en el N. T. los episkopoi son, o idénticos a los presbyteroi, o son un grupo dentro de ellos con responsabilidades especiales. Calvino enseñó que hay cuatro oficios en la Iglesia, instituidos por Nuestro Señor: pastores, doctores, ancianos y diáconos, cada uno con su campo de actividad propio. La predicación, con la cura de almas y la administración de los sacramentos, es la carga especial del ministerio, y por eso la predicación de los laicos queda repudiada en principio. La congregación elige su propio pastor, o en los casos en que sea nombrado por otra autoridad tiene el derecho de negarse a aceptarle. La mayoría de las confesiones protestantes no luteranas, en su concepto del ministerio, se acercan más o menos al sistema de Calvino. Algunas ordenan el pastor por la imposición de las manos de otros ministros; en otras, el llamamiento de una congregación es suficiente, y hay algunas que rechazan todo concepto de un pastorado profesional.
      4. El oficio del pastor. Al haber perdido los protestantes, en mayor o menor grado, la Misa, la vida del p. p. se centra en el púlpito. Su trabajo principal es la predicación de la Palabra de Dios: el sermón es el acontecimiento principal en el culto dominical, y la preparación del mismo debe ser la tarea principal de la semana.
      El culto protestante, tiene la característica de depender más de la iniciativa del pastor que de una liturgia fija. Aunque las confesiones protestantes tienen vestigios del año eclesiástico (v.) en la celebración de las Pascuas de Navidad y Resurrección, normalmente el tema del culto, y en muchos casos la forma misma del oficio, quedan a la elección del ministro oficiante. Tiene que preparar la «Invocación», con la cual abre el culto e indica su tema. Los himnos forman una parte integral del culto, y además de elegirlos según el tema del servicio litúrgico, si tiene voz adecuada, dirige él mismo el canto. La lectura de las Escrituras es también un acto de culto, para ellos casi sacramental, y exige una preparación no solamente en la elección de los textos, sino también en la lectura esmerada de los mismos con cierta habilidad histriónica, para sacar plenamente el significado, y conmover al auditorio. Pero es en la preparación y declaración de las oraciones donde el pastor protestante tiene una responsabilidad especial. La oración pública protestante es característicamente espontánea, y aunque sean preparadas de antemano en sus rasgos generales, las oraciones tienen que dar la impresión de ser un coloquio íntimo con Dios en nombre de la congregación. Por eso, la oración pública del p. p. tiene su técnica propia que constituye parte esencial de su preparación profesional.
     
      V. I.: SACERDOCIO VI; OBISPO; PRESBÍTERO; DIÁCONO; ORDEN, SACRAMENTO DEL.
     
     

BIBL.: R. C. TURNBULL, Baker's Dictionarry ol Practical Theologzy, Nueva York 1967 (enciclopedia pastoral para el pastor protestante); E. MOLLAND, Christendom, Londres 1959; R. BOEIREN, Seelsorge, en LTK 9,579-584.

 

RONALD BARON.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991