PALAMAS, GREGORIO
Teólogo bizantino del S. XIV.
1. Vida. Nacido en 1296 en una familia aristocrática de Asia Menor, fue
educado en la corte del emperador Andrónico II Paleólogo. Después de prolongados
estudios profanos, P. abraza la vida monástica en 1316 en los eremitorios del
Monte Athos (v.) donde se inicia en la tradición del hesicasmo (v.). Su
permanencia en Athos es interrumpida por ciertos desplazamientos a Tesalónica,
donde es ordenado sacerdote en 1326 y donde anima un círculo de espiritualidad
hesicasta, y a Constantinopla, en un breve viaje con motivo de la muerte de su
madre. De 1335 a 1336 es abad del monasterio athonita de S. Sabas, que entonces
contaba con cerca de 200 monjes.
Desde 1340 se compromete, en nombre del monaquismo hagiorítico, en la
lucha contra el filósofo humanista Barlaam de Calabria (v.), el cual
desacreditaba con sus ataques tanto el método psico-somático de la oración
mental (tachada por él de «onfalo-psiquia») como el realismo místico del
conocimiento sobrenatural en la tradición oriental, burlándose de la supuesta
pretensión de los hesicastas de ver la esencia divina con los ojos del cuerpo.
En respuesta a una serie de tratados polémicos de Barlaam contra los monjes
athonitas, que él asemeja a los mesalianos, P. compone su mayor obra de
espiritualidad, sus tres Triadas para la defensa de los santos hesicastas que
constituyen el esfuerzo más importante de síntesis teológica de la
espiritualidad bizantina tradicional. En 1340-41, una declaración solemne,
compuesta por P. y firmada por todos los higumenos (abades) athonitas, el Tomo
Hagiorético, justifica la doctrina de P. y condena la enseñanza de Barlaam. Esta
condenación es confirmada por dos concilios reunidos en Constantinopla en 1341.
No obstante, la derrota de Barlaam y su salida para Italia no significan que el
conflicto estuviera terminado. Durante la guerra civil entre el Gran Doméstico
Juan Cantacuzeno y la regente Ana de Saboya, P. es encarcelado e incluso
excomulgado por hereje por el patriarca Juan Calecas. La subida al trono
imperial de Juan Cantacuzeno en 1347 consagra la rehabilitación de P. El mismo
año es consagrado arzobispo de Tesalónica. En 1351 un concilio condena a los
adversarios de P. el monje Gregorio Akindynos y el filósofo e historiador
Nicéforo Grégoras, y aprueba definitivamente la doctrina espiritual de P.
Los últimos años de P. están marcados por su actividad pastoral en la sede
de Tesalónica. En sus frecuentes predicaciones, P. se rebela contra las
injusticias sociales, en nombre del ideal permanente de la pobreza evangélica.
Imparte a sus ovejas lo esencial de la fe cristiana y el sentido de la
participación en la gracia del Reino a través de todos los medios de
santificación de la Iglesia. En sus últimos años, cuando realizaba un viaje por
mar a Constantinopla, P. cae en manos de los turcos y permanece cautivo en Asia
Menor durante más de un año. Allí entabla discusiones teológicas con los
musulmanes. Después de su liberación, en 1355, toma parte en una discusión
pública en Constantinopla con Nicéforo Grégoras en presencia del legado
pontificio Pablo de Esmirna. P. muere en Tesalónica el 14 nov. 1359. Siendo ya
venerado por la piedad popular, es canonizado en 1369 por su amigo el patriarca
Filoteo y el sínodo permanente de Constantinopla. Además de su fiesta, el 14 de
noviembre, los ortodoxos han consagrado a su memoria el segundo Domingo de
Cuaresma día en que la Iglesia católica celebraba antiguamente la fiesta de la
Transfiguración, coincidencia significativa si tenemos presente la doctrina de
P. sobre el conocimiento (v. 3).
2. Obras. En la enumeración de los escritos de P. seguiremos, abreviando,
la clasificación propuesta por J. Meyendorff en su Introducción... (v. bibl.).
Esta lista se distingue muy poco de la de M. Jugie (art. Palamas en DTC XI,
1742-50) que Meyendorff tiene en cuenta.
a. Escritos de teología y de apologética: Dos Tratados apodícticos que
tratan de demostrar que el Espíritu Santo procede únicamente del Padre (1336),
publicada en Obras completas de Gregorio Palamas, I, por B. Bobrinskoy,
Tesalónica 1962, 7-153; Títulos contra los de Beccos (1336) publicado en Obras
completas, 1, por P. Papaevangelou, 155-175; Tres cartas a Akindynos y dos a
Barlaam (entre 1337 y 1341), publicadas en Obras completas, I, por J. Meyendorff,
177-312; Tres Tríadas en defensa de los santos hesicastas (entre 1337 y 1341)
sobre la espiritualidad hesicasta y sus fundamentos teológicos, texto publicado
por J. Meyendorff, Grégoire Palamas. Défense des saints hésychastes.
Introducción, texte critique et traduction f rancaise, en Spicilegium Sacrum
Lovaniense, n° 30-31, vol. I y II, Lovaina, 1959, y por P. Christou, en Oeuvres
Complétes, 1, 313-694; El tomo hagiorético para la defensa los hesicastas (1340)
en P. G. 150, 1225-36; Teofanes (diálogo espiritual, 1343) en PG 150, 909-960
(v. análisis detallado por E. Candal, El Teófanes de Gregorio Palamas, en «Orientalia
Christiana Periodica» XII, 1946, 238261); Descripción de las impiedades de
Barlaam y de Akindynos (1343-44) publicada por Dositeo de Jerusalén (v.) en
Tomos agapes, Jassy 1698, 13-17; Confesión de fe (1343-44) en PG 151, 763-768;
Capítulos físicos y teológicos (1344-47) en PG 150, 1121-1126; Carta a la
emperatriz Ana (1346) en PG 148, 1010-1012; Carta de la cautividad a su Iglesia
(1354) publicada en Neos Hellenamyemion, XVI (1922) 7-21; Carta de la cautividad
a un anónimo (1354) publicada por Max Treu en el Deltiontes historikes kai
ednikes hezaireias, III (1890) 229-234.
b. Obras de espiritualidad: Vida de S. Pedro el Atonita (1334-35), en PG
150, 996-1040; Capítulos sobre la oración y la pureza del corazón, en PG 150,
1117-1121; Discurso a la monja Xene (de la quietud mental, 1345-46), en PG 150,
1044-1088; Discurso a f uan y Teodoro, 1344-46, publicado por S. Oikonomos en,
Gregorion tou Palama homiliai, Atenas 1861, 290-308; Diversas oraciones, en ib.,
311-316; Decálogo de la legislación de Cristo o de la Nueva Alianza, en PG 150,
1089-1101.
c. Las Homilías: 41 homilías, publicadas en Jerusalén por el patriarca
Cirilo II, en 1857 y reproducidas con la adición de dos homilías inéditas por
Migne en PG 151, 9-550; 22 homilías, publicadas por S. Oikonomos, o. c., 1-289.
d. Obras inéditas. Entre los numerosos escritos de P. todavía inéditos
(consultar J. Meyendorff, Étude...), señalaremos: numerosas Cartas dirigidas
bien a sus amigos y partidarios, bien a los obispos, monjes, a la emperatriz
Ana, a los athonitas, a Simeón el nomofilax, etc.; numerosas Refutaciones de las
acusaciones que se hicieron contra él, entre las cuales Tres antirréticas contra
Akindynos, Siete discursos contra Akindynos, Refutaciones del patriarca Calecas
y del patriarca Ignacio de Antioquía, Cuatro tratados contra Nicéforo Grégoras,
El diálogo de un ortodoxo y de un barlaamita.
3. Doctrina. Fue con motivo del conflicto con los adversarios del
hesicasmo cuando P. se vio movido a presentar y a defender lo que él consideraba
como doctrina propia y tradicional de la Iglesia.
Barlaam (v.), partiendo de la afirmación de que todo conocimiento, incluso
el conocimiento de Dios, tiene como origen la percepción de los sentidos,
concluía que estandoDios más allá de la experiencia sensible, es incognoscible.
Añadió, además, que el conocimiento místico no es más que simbólicamente real.
Frente a este naturalismo nominalista, P. desarrolla una «doctrina realista del
conocimiento sobrenatural, independiente de toda experiencia sensible, pero
concebida en Jesucristo al hombre entero -alma y cuerpo- que puede llegar desde
aquí abajo a las primicias de la deificación última y a la visión de Dios, no
por sus propias fuerzas, sino por la gracia del Espíritu» (J. Meyendorff, St.
Grégoire Palamas et la mystique orthodoxe, París 1959, 112). El hombre entero
es, por tanto, capaz de participar en la oración pura, después de la Encarnación
del Hijo de Dios, y en el contexto de la vida sacramental y eucarística de la
Iglesia. «El Hijo de Dios, escribe Palamas, en su incomparable amor por los
hombres, no se ha limitado a unir su Hipórtasis divina a nuestra naturaleza,
asumiendo un cuerpo animado y un alma dotada de inteligencia, para aparecer en
la tierra y vivir con los hombres, sino que, puesto que se une a las mismas
hipóstasis humanas, confundiéndose él mismo con cada uno de los fieles por la
comunión en su santo Cuerpo, puesto que llega a formar un solo cuerpo con
nosotros y hace de nosotros un templo de toda la Divinidad (...), ¿cómo no ha de
iluminar él a todos aquellos que comulgan dignamente con el esplendor de la luz
divina de su Cuerpo que penetra en nosotros, iluminando nuestra alma, lo mismo
que iluminó los cuerpos de los discípulos en el Tabor?» (Tríadas, 1,3,38). De
hecho, para P. no existe oposición entre la mística del hesicasmo, del
recogimiento interior y de la concentración de las facultades en el corazón, y
su visión sacramentaria de la participación en los misterios comunes de la
Iglesia, dentro del camino real y obligatorio para todos los cristianos, tanto
los ascetas solitarios como los que viven en el mundo.
El tema de la luz increada de la Transfiguración ocupa un lugar principal
en la espiritualidad de P. Para designar su experiencia de la gracia divina, los
hesicastas hablaban de la luz tabórica, recordando de esta forma que la realidad
divina que se manifiesta a los santos no es otra que la luz que envolvió al
Señor en el Monte Tabor y que presenciaron sus discípulos. La naturaleza
increada de la luz divina debe ser comprendida en la perspectiva patrística de
la deificación, es decir, de la participación en la vida misma de Dios (2 Pet
1,4), donde el hombre es promovido a la filiación divina y donde adquiere en
Cristo los dones deificadores del Espíritu Santo.
Contra la acusación hecha por Barlaam de mesalianismo y de pretender ver
la esencia divina con los ojos corporales, P. expone la distinción tradicional
en amplios ambientes de la teología oriental entre la esencia divina,
incognoscible e incomunicable, y las energías divinas increadas, en las cuales
Dios se manifiesta y se da todo entero a la creatura al mismo tiempo que
permanece incognoscible por naturaleza. Acusado de introducir una dualidad en
Dios por la distinción de la esencia y de las energías, oponiéndose así a la
simplicidad divina, P. subraya que esta distinción no implica división en Dios,
sino que Dios está enteramente presente en su esencia incomunicable y sus
energías que lo manifiestan, en las cuales se multiplican para hacerse accesible
a sus creaturas. La doctrina palamita de las energías hay que situarla en un
contexto soteriológico; ellas manifiestan la existencia y el amor infinito de
Dios vivo, infinitamente distinto e íntimamente presente en sus creaturas, que
Él ha suscitado de la nada para hacerlas partícipes de su gloria y de su luz.
La doctrina de P. tiene el peligro de desembocar en la negación de la
visión beatífica, como visión directa del mismo Dios, adulterando así la
doctrina católica sobre el cielo (v.). Fue para salir al paso de estas ideas por
lo que el Conc. de Florencia (v.), que tenía por tema precisamente la unión con
los orientales, proclamó que los bienaventurados «ven claramente al mismo Dios
Trino y Uno» (Denz.Sch. 1305).
BIBL.: M. JUGIE, Palamas y Palamite (controversie), en DTC XI; S. GUICHARDAN, Le probléme de la simplicité divine en Orient et en Occident aux XIV° et XV" ss.: Grégoire Palamas, Duns Scot, Georges Scholarios, Lyon 1933; M. CANDAL, Fuentes palamíticas, «Orientalia Christiana Periodica», XVI (1950) 303357; E. CANDAL, Innovaciones palamíticas en la doctrina de la gracia, en Miscellanea Giovanni Mercati, III (Studi e Test¡, 123), Ciudad del Vaticano 1946, 65-103; B. KRIVOCHÉINE, La doctrine ascétique et théologique de St. Grégoire Palamas (en ruso, trad. inglesa en «The Eastern Churches Quarterly», III, 1938; trad. alemana en «Das 8stliche Christentum», 8, 1938; D. STANILOAE, Viatsa si invatsatura sl. Grigorie Palama, Sibiu 1938 (en rumano); C. KERN, Les éléments de la théologie de Grégoire Palamas, «Irénikon», XX (1947) 6-33, 164-193; J. MEYENDORFF, Introduction á l'étude de G. P., París 1959; ÍD, St. Grégoire Palamas et la mystique orthodoxe, París 1959; P. CHRISTOU, Grégoire Palamas (en griego), en Encyclopédie Religieuse et Ethique, Atenas 1964, 775-795; V. LoSSKY, La vision de Dieu, París 1962.
BORIS BOBRINSKOY.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991