NEOLIBERALISMO
Concepto. El n. no significa innovación alguna de la vieja filosofía liberal ni
de sus principios. Fue desarrollada especialmente por economistas y no se
caracteriza por ser un sistema doctrinal cerrado con representantes clásicos,
sino por una serie de opiniones privadas sobre un núcleo de determinadas ideas
acerca del orden político-económico. Se defiende sobre todo la libertad
económica como requisito de la política. En su virtud, el n. es expresión de
todas aquellas tendencias económico-políticas que defienden un orden económico
en el cual es fundamental la libre competencia en el mercado, pero en el que
también se reconoce una importante tarea a la activa intervención
político-económica del Estado con un fin de ordenación del mercado, así como a
las medidas complementarias de política social.
Historia. En la segunda mitad del s. XIX, el liberalismo económico (v.) de
la economía política clásica fue empujado a la defensiva por diversas ideologías
de reforma social y especialmente por el socialismo (v.) colectivista. La
política económica del laissez-}aire puro encontró su fin a últimos del s. XIX.
Aun cuando, de formas diversas, la ideología liberal siguió gozando de
influencia, tras la I Guerra mundial desapareció casi por completo como
movimiento intelectual. Sin embargo, ya en la época entre ambas guerras se
impuso, sobre todo en círculos de economistas, una rememoración de la ideología
liberal junto a una dura crítica del «Paleoliberalismo» (A. Rostow).
Hayek (v.) y Mises son sus representantes más importantes, con una postura
básicamente liberal, fundada en principios filosófico-sociales, y en la que se
incluye la Escuela de Viena (v.) con todos sus restantes miembros,
posteriormente emigrados a EE. UU. El Grupo de Chicago (H. C. Simons, M.
Friedman y W. Lippmann) acentúa en lo posible el laissez-}aire. La Escuela de
Friburgo (Ordoliberal¡smo), cuyo representante principal es W. Eucken, destaca
la parte social-reformadora y muestra al Estado como potencia ordenadora. W.
Rópke, en su época de profesor en Suiza, intervino en favor de una asimilación
social e intelectual del individuo. En Italia, ha de mencionarse especialmente a
L. Einaudi (v.), en Francia a L. Baudin, L. Rougier y J. Rueff, entre otros.
Existe el Círculo de Londres (fundado por E. Cannan) e incluso puede incluirse
entre los neoliberales a los keynesianos y a los liberales de Oxford. El nombre
n. nació tras una primera conferencia celebrada en París, en 1938, por
diferentes círculos liberales. La colaboración no pudo reemprenderse antes de
1947, después de la reunión anual de la Mont Pélerin Society.
Principios doctrinales básicos. Ante todo, el n. se distancia grandemente
del liberalismo del s. XIX, al que hace responsable de deformaciones sociales,
en cuanto que eleva a sistema de fe el automatismo de las leyes del mercado. En
la realidad, ello condujo a una autoeliminación de la competencia, a poderosas
rigideces económicas y a una pasividad político-social. El concepto de libertad
perdió su arraigo y compromiso éticos. Sin embargo, el n. destaca también el
rápido crecimiento económico y la eficacia del liberalismo en el comienzo de la
era industrial. W. Lippmann ve en el liberalismo los principios de la revolución
industrial y, consecuentemente, el camino hacia la «renovación del liberalismo»,
partiendo de la «intangibilidad» del ser humano, que es la base para adaptar el
orden social a las nuevas formas de producción orientadas hacia el mercado. En
segundo lugar, el n. opta por un Estado fuerte, con su poder como función
económica ordenadora, en tanto que este intervencionismo político-económico haga
justicia al objetivo principal, es decir, a lograr el acuerdo en el mercado. El
ordo-liberalismo, sobre todo, ha reconocido que bajo la expresión «economía
social de mercado» se encuentran aproximadamente las siguientes funciones
económicas del Estado: por motivos extraeconómicos, p. ej., de seguridad, el
Estado puede gravar a la economía con impuestos; la política económica ha de
lograr especialmente el dominio de la coyuntura y el mantenimiento de la
competencia; ha de dedicarse una atención especial a la evolución de la
infraestructura; para lograr un correcto ajuste en las necesarias
trasformaciones estructurales, ha de actuarse adecuadamente y de forma temporal;
por último, el Estado interpreta también económicamente el papel de comprador
potencial. En tercer lugar y frente al optimismo liberal en lo relativo a los
resultados del laissez-}aire, el n. subraya más acentuadamente lo institucional,
o sea, que para el desarrollo de las funciones estatales mencionadas arriba debe
ponerse a disposición del Estado un marco jurídico y organizativo con
posibilidades de adecuada evolución. El n. llama también la atención sobre los
peligros que existen actualmente, debidos a la preponderancia de la influencia
directa del Estado en la economía, y se opone a las fuertes tendencias
colectivistas de hoy día. Acentúa la importancia de la libertad para la economía
y para el Estado, la libertad de elección del consumidor y del afán de ganancias
y de beneficios en el mercado. Por ello, el n. se vuelve contra la política
monopolística de los cárteles (v.) y aboga por la mayor limitación posible de
todos los convenios económicos y uniones empresariales. Defiende el
mantenimiento de la competencia con el fin de que los movimientos de los precios
(v.) se realicen a su coste más bajo. Se opone a que los sindicatos utilicen su
posición de poder en el mercado de trabajo para imponer salarios (v.) no
defendibles económicamente. Previene contra la inflación (v.) y aboga por la
estabilidad del dinero. Está contra toda política social que entorpezca la
autoayuda y fomente la evolución de un Estado benefactor a un Estado previsor.
En el aspecto internacional, se muestra partidario de la mayor liberalización
posible del comercio, en el sentido de una división del trabajo a escala mundial
de cooperación económica.
Crítica. Hoy, el n. se ve a sí mismo ante el problema de que, a pesar de
los grandes éxitos económicos de la ideología liberal, se halla sometido en los
últimos tiempos a fuertes protestas, especialmente de amplios círculos de la
juventud que muestran simpatías hacia la nueva izquierda y hacia el
colectivismo. También se acusa al liberalismo en su forma neoliberal el que no
ofrezca ideal alguno por encima de las metas de una justa distribución de los
bienes económicos y la satisfacción del interés privado. En realidad, muchos
neoliberales han contemplado demasiado aisladamente la problemática económica y
en sus ideas político-organizativas han seguido manteniendo una óptica puramente
económica. Otros representantes, por regla general más antiguos, han luchado
ideológicamente con más intensidad en favor de una sociedad democrática libre
occidental, contra el fascismo y el comunismo. Por último, el n. (C. Mótteli, A.
MüllerArmack) recoge de nuevo con fuerza las implicaciones morales de las
diferencias político-sociales, haciendo hincapié en las realidades económicas
que pasaron simplemente inadvertidas para la crítica social de la izquierda
radical. Sin embargo, el n. ha influido también considerablemente en el
socialismo liberal y ha contribuido a su distanciamiento de la planificación
colectivista total. Debido a que en general adopta una postura ideológica
neutral, se infiere una aproximación del n. a una tercera posición entre
capitalismo y socialismo. Al menos en lo que se refiere a una serie de
representantes del n., no puede trazarse aún ninguna línea divisoria clara entre
su opinión -y el antiguo liberalismo, en tanto que siguen unidos filosóficamente
al individualismo (v.) o no reconocen dimensión social alguna de la justicia, o
en cuanto que, en el terreno económico, limitan la función ordenadora del Estado
a una simple regulación de la competencia y no ven ninguna otra responsabilidad
del Estado hacia el bien común que pueda hacer necesarias intervenciones
disconformes con la mecánica del mercado. Con ello, se manifiesta la debilidad
del n., ya que no logra integrar en el orden económico juicios éticos y
valorativos de naturaleza político-social e individual. Sin embargo, habida
cuenta de la existencia en nuestra época de amenazas colectivistas y de
radicalismos político-sociales éticamente motivados, pero utópicos en el aspecto
económico, el n. ha llevado a cabo y ha de realizar todavía un esfuerzo
importante para lograr el mantenimiento y la evolución de la libertad económica
y política.
V. t.: LIBERALISMO.
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RUDOLF WEILER.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991