MONSABRÉ, JACQUES-MARIE-LOUIS


Religioso dominico francés; gran predicador, apreciado, sobre todo, por el sólido contenido doctrinal de sus sermones; n. en Blois el 10 dic. 1827. Hizo los estudios sacerdotales en el Seminario de su ciudad natal, donde, concluidos éstos, fue ordenado sacerdote el 15 jun. 1851. Por esta fecha, movido por la palabra del P. Lacordaire (v.), intenta entrar en la Orden de Predicadores recientemente restaurada en Francia por éste (V. DOMINICOS I, 4), pero su Obispo le niega el permiso y tiene que esperar por espacio de cuatro años. Al fin el 31 mayo 1855 toma el hábito dominicano en el convento de Flavigny, donde, concluido el año de noviciado, hace su profesión religiosa. De aquí pasa al convento de Chalais, para dedicarse a profundizar en la teología y en la doctrina de S. Tomás de Aquino, que será más tarde la base fundamental de sus conferencias y sermones.
      En 1857 inicia la predicación con una novena en Lyon. Por julio de este mismo año es destinado al convento de S. Tomás de París, donde empieza una serie de conferencias en la sala capitular del convento; el tema elegido es «la fe católica». En ellas sobresale por su gran sencillez en exponer los principios de la teología y de la doctrina cristiana. Continúa estas conferencias los años 1858, 1863, 1864 y 1865, a la vez que predica con gran aceptación en las principales ciudades de Francia y Bélgica y en Londres. Su verdadera fama de predicador comenzó con los sermones de Adviento predicados en Notre-Dame de París el año 1869, sobre «el concilio y el jubileo», precisamente el tema en que su predecesor, el carmelita jacinto Layson, no había conservado la ortodoxia. M. habla de estos temas con gran fuerza y dignidad y no menor conocimiento teológico e histórico de la materia. El éxito de estos sermones hizo que se le invitase a predicar la Cuaresma de 1870 en Notre-Dame de París, sucediendo en el púlpito al P. Félix. Este púlpito, afamado por Lacordaire, lo ocupó por espacio de 21 años, con la sola interrupción de la Cuaresma de 1871 debido al sitio de París por las tropas prusianas.
      En la Cuaresma de 1872 predicó sobre «el radicalismo y de los dogmas católicos al radicalismo de las afirmaciones revolucionarias». El año siguiente comenzó la «Exposición del dogma católico», plan gigantesco que llevó a cabo en 108 conferencias, predicadas en el espacio de 18 años. En esta serie de conferencias expuso toda la doctrina teológica católica siguiendo a S. Tomás y adaptándola a la mentalidad de sus oyentes. En ellas siempre tuvo un público numeroso y culto. Terminada esta serie de conferenciasse despidió del púlpito de Notre-Dame, dejándolo a Mons. D'Hulst (V. APOLOGÉTICA II, 4).
      Mas no terminó aquí su actividad de predicador; el Adviento de 1890 lo predicó en Roma y el del año siguiente en Toulouse. Sus trabajos oratorios concluyeron con el sermón predicado en Reims con motivo del centenario del bautismo de Clodoveo, Rey de los francos. Le tocó asistir a los Capítulos generales que la Orden de Predicadores celebró en Ghent, en 1871, y en Ávila, en 1895. Al primero asistió como socio de su provincia y al segundo como definidor. En el de Ávila, los Padres Capitulares, le encomendaron la elaboración de un manual de oratoria sagrada para la formación de los jóvenes de la Orden, encargo que efectuó con la obra El orador Sagrado. Desde 1903 vivió retirado, y el 22 feb. 1907 m. en Le Havre dando muestras de gran virtud y santidad.
      M. era de temperamento jovial y ardiente. Su palabra fue menos brillante y genial que la de Lacordaire, pero más sustanciosa y persuasiva; su decir fue siempre claro. Dominó todo el campo del saber, religioso y profano. Fue profundo en la Sagrada Escritura, en los SS. Padres, en la teología, en la filosofía, en la historia y en las ciencias profanas. Todos sus sermones fueron publicados y acogidos con gran aceptación. Las conferencias de Notre-Dame al año de publicarlas alcanzaron cinco ediciones; por su valor permanente, aún hoy se leen con gran provecho estas piezas maestras de la doctrina cristiana y de la oratoria sagrada. En español existen traducciones contemporáneas de estas obras e incluso de algunas de ellas reimpresiones modernas.
     
     

BIBL.: M. M. GORCE, en DTC X,2323-35; P. OLLIVIER, Le Pére Monsabré, «Année dominicaine», 2 (1907) 289-301; P. FERNESSOLE, Les conlérenciers de Notre-Dame, 11, París 1936, 137-234.

 

C. PALOMO IGLESIAS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991