MISIONES II. MISIONES CATÓLICAS. 2
7. Obras pontificias de cooperación misionera. El carácter a la vez uno y
universal de la Iglesia católica, con una unidad que no es sólo de espíritu sino
de jerarquía, ha hecho que la historia de las m. haya podido evitar los riesgos
de nacionalismo y de dispersión con más facilidad de lo ocurrido, p. ej., con el
mundo protestante. Ha habido tensiones y momentos difíciles, pero el Papado se
ha manifestado también aquí garantía de unidad y universalidad y, de esta forma,
de variedad en la unidad.
Esa capacidad impulsora del Pontificado se manifiesta también en las
llamadas obras pontificias de cooperación misionera, surgidas de esa vitalidad
del espíritu cristiano que ha llevado a promover en los antiguos países
cristianos grupos y asociaciones que contribuyeron a la labor en los países de
misión. Nacidas de la iniciativa espontánea de cristianos fervorosos, alcanzaron
pronto difusión y acabaron siendo aprobados e impulsadas por la SantaSede. Son
principalmente cuatro: la Obra pontificia de la Propagación de la fe; la Obra
pontificia de S. Pedro Apóstol para la formación del clero indígena; la Obra
pontificia de la santa infancia; la Unión pontificia misionera del clero.
Obra de la Propagación de la Fe. Surgió en Lyon por iniciativa de Pauline
Jaricot, en 1822. La primera reunión del consejo de dirección se realizó el 3
mayo 1822 en Lyon y la obra fue aprobada por el Ordinario de tal diócesis.
Sucesivamente se fue extendiendo a otras diócesis, hasta que, en 1922, con el
Motu proprio Romanorum Pontificum, su sede fue trasladada a Roma y la obra
puesta en dependencia de Propaganda Fide.
Obra de S. Pedro Apóstol para el clero indígena. Fue fundada en 1889 por
Stefania Bigard-Cottin y por su hija Juana. En 1880, la S. Sede reconoció de
hecho la obra, confiándole la construcción del seminario pontificio de Kandy (Ceylán);
en 1893 León XII, con la Carta apostólica Ad extrema Orientis oras la recomendó
nuevamente. De 1905 a 1920 la obra fue confiada a las Hermanas Franciscanas
Misioneras de María; en el mismo año Propaganda Fide la tomó bajo sí, y aprobó
sus estatutos ad triennium, proponiendo como presidente al Subsecretario de la
misma Congregación. Finalmente, el 24 jun. 1929, con el Motu proprio Vix ad
Summus Pontificatus la S. Sede trasladó definitivamente su sede a Roma,
poniéndola bajo la directa dependencia de Propaganda Fide. El Motu proprio
Decessor noster (24 jun. 1929), estableció la coordinación entre las dos Obras
mencionadas y promulgó los respectivos estatutos.
Unión Misionera del Clero. Tiene por finalidad suscitar convicción, amor y
celo por la causa misionera, en los sacerdotes y en aquellos que se preparan al
sacerdocio, en los religiosos y en las religiosas. Fundador de la Unión
Misionera del clero fue el P. Paolo Manna en 1916. A su difusión por el mundo
contribuyó mucho Benedicto XV, a través de la Enc. Maximum Illud, de 1919; en el
documento la Obra era recomendada a los Ordinarios de las diócesis de todo el
mundo. La Instrucción Ut universa (4 abr. 1937) de la Sagrada Congregación de
Propaganda Fide, estableció la coordinación de la Unión Misionera del Clero con
las dos Obras precedentes y promulgó sus estatutos.
Obra de la Santa Infancia. Fue fundada en 1843 por el obispo de Nancy
Forbin Janson. El 20 jun. 1844 fue constituido el primer Consejo central en
París; en 1846, Pío IX, con el Breve apostólico Quum aetate quolibet, puso en
evidencia su carácter altamente educativo, recomendándola a todos los obispos.
La obra mantiene su sede en París.
Para conocer la reglamentación actual de esas obras, hay que remitir
especialmente a los documentos del Conc. Vaticano II y posteriores: el decreto
Ad Gentes sobre la actividad misionera de la Iglesia; el Motu proprio Ecclesiae
Sanctae (6 ag. 1966); la Constitución Apostólica Regimini Ecclesiae Universae (1
en. 1968).
Las características principales de este sistema pontificio de cooperación
misionera son: a) Naturaleza pontificia y jerárquica: las obras de cooperación
misionera están sujetas directamente al Sumo Pontífice a través de la S.
Congregación para la Evangelización de los Pueblos; b) Universalidad, que se
manifiesta en tres direcciones: universalidad de fondos: el Sistema Pontificio
realiza todos los recursos y todas las fuerzas católicas para promover la
cooperación misionera; universalidad de fines: por encima de todo particularismo
nacional o de cualquier otra índole, las Pontificias Obras Misioneras ayudan
indistintamente a todas las m., según sus objetivos, faltas y necesidades, y en
la medida de las posibilidades propias; universalidad de condición jurídica: por
cuanto tales obras han sido elevadas al papel de instrumento pontificio y de
ayuda de la S. Congregación de Propaganda Fide.
Para coordinar e impulsar la acción de estas obras la S. Congregación
dispone del Consejo Supremo de dirección de las Obras Pontificias Misioneras,
del que dependen los consejos generales de la Unión Misionera del Clero, de las
Obras de Propagación de la Fe, de S. Pedro Apóstol y de la S. Infancia (Const.
Apostólica Regimini Ecclesiae Universae, 89).
Las diversas Obras cuentan con organizaciones nacionales, cuyo gobierno
está estructurado análogamente al central: hay un director nacional, que es
también presidente de los respectivos Consejos; su nombramiento compete a la S.
Congregación, después de la presentación de los candidatos por parte de las
respectivas conferencias episcopales nacionales. Es de señalar que el director y
presidente, respectivamente, de las Obras de la Propagación de la Fe y de S.
Pedro Apóstol en cada nación, es único. A nivel diocesano existe una dirección o
despacho diocesano, cuyo responsable es nombrado por el Ordinario del lugar.
Entre las actividades que estas obras desarrollan nos limitamos a señalar
aquellas a cuya realización contribuyen juntas todas las obras pontificias de
cooperación misionera; son las siguientes: a) jornada misionera mundial:
instituida por Pío XI en 1926, a petición del Consejo superior de la Obra de la
Propagación de la Fe, con el fin de «rezar al Señor en la misa, ofreciendo a tal
fin especialmente la sagrada comunión, promover las inscripciones a la obra,
recoger ofertas para todas las m.»; se celebra el penúltimo domingo de octubre;
b) jornada misionera sacerdotal: promovida por la Unión Misionera del Clero y
oficialmente aprobada por Propaganda Fide con carta del 16 oct. 1946; finalidad:
invitar a sacerdotes y religiosos a aportar a la santa causa de las m. la más
importante contribución y del mejor modo, sobrenaturalizando la colaboración
propia teniendo presentes en todas las prácticas religiosas y en todos los
oficios del propio ministerio las necesidades urgentes y actuales de la misión
de la Iglesia; c) jornada misionera de los enfermos: promovida por la Unión
Misionera del Clero y hecha propia por la Propagación de la Fe; ha tenido
repetidos reconocimientos y aliento por parte de la Santa Sede. La primera
jornada fue celebrada en Roma en 1931. Finalidad: ofrecer el valor del
sufrimiento por la causa sobrenatural de las m.
BIBL.: U. BERTINI, Cooperazione missionaria, en Guida delle Missioni, Roma 1934, 493-570; T. ZAMARRIEGO, Enciclopedia de Orientación bibliográfica, IV, Barcelona 1964, 781-784 (33 obras recensionadas); S. PAVENTI, opere Pontificie Missionarie, en Enciclopedia Cattolica, IX, Ciudad del Vaticano 1952, 162-166.
JULIUS MAGYARY.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991