MERCEDARIOS (Orden de la Santísima Virgen María de la Merced de la Redención de los cautivos: O. de M.)


1. Origen y fundación. S. Pedro Nolasco (v.), con la colaboración de S. Raimundo de Peñafort (v.), su director espiritual, creó en 1203 una asociación de varones con el fin de llevar vida religiosa en común y consagrar todos sus haberes a la redención de cautivos, para preservarlos de la apostasía de la fe. Cuando aumentó el número de asociados, el rey Jaime I les concedió para vivienda el hospital de Santa Eulalia. El 10 ag. 1218 tuvo lugar la fundación solemne, canónica y real de la Orden en la catedral de Barcelona. El obispo impuso el hábito y la cruz de la catedral a Nolasco, que emitió su profesión. Jaime I otorgó a la nueva Orden las insignias de la Casa Real de Aragón, elevándola a rango de Orden Militar. Esta cruz blanca y las cuatro barras rojas constituyen el escudo mercedario. Nolasco dio el hábito a Bas, Corbera, Pascual y otros muchos asociados que ya hacían vida común con él desde 1203. La Orden fue confirmada en 1235 por Gregorio IX (v .) mediante la Bula Devotionis vestrae
      2. Expansión. La Orden se extendió sucesivamente por los reinos de Jaime I (Cataluña, Aragón, Baleares, Sur de Francia, Valencia), por los territorios de la Reconquista (Sevilla, Córdoba, Lorca), plazas fronterizas (Almazán, Soria, Logroño), ciudades populosas del interior (Toledo, Burgos, Valladolid), y todo el territorio español. En Francia tuvo la Orden 22 conventos, y un colegio en París para estudiantes de toda la Orden (1515). En el s. XIV penetró en Italia, y a partir del segundo viaje de Colón se expandió rápidamente por toda América, desde México a Chile y Argentina, fundando numerosos conventos y «doctrinas». La rama de la Merced descalza data de 1603. Obtuvo la independencia en 1621, formando tres provincias: Castilla, Andalucía y Sicilia. Se expandió rápidamente por los territorios de la Orden de San Juan, donde los calzados no habían podido introducirse
      3. Estructura. La Orden fue declarada exenta por Nicolás V en 1448 (Bula Laudibus et honore). Hasta 1467 no hubo provincias en sentido estricto. El General gobernaba directamente toda la Orden, nombrando superiores. En 1467 se independiza Castilla -que comprendía toda España y, más tarde, América- y a lo largo del s. xvi y xvii se forman las provincias de Guatemala (desmembrada más tarde en las de Lima, Cuzco y Chile), Francia, Aragón, Andalucía, Tucumán, Santo Domingo, Valencia, Italia, México, Quito, Colombia, Ecuador; Viceprovincia de Marañón y Congregación de París. Del s. xviii data la viceprovincia de Cerdeña
      La Orden estuvo suprimida en España de 1835 a 1881. La restauración fue iniciada por el general Pedro A. Valenzuela. Actualmente la Orden consta de ocho provincias, restauradas en los años siguientes: 1878,Aragón (con Valencia, Navarra, Guatemala, Venezuela); 1881, Castilla (Andalucía, Portugal, Brasil, Bolivia, Puerto Rico, París, Burundi); 1907, provincia romana: Italia, Cerdeña, Sicilia, Norteamérica; 1893: Ecuador (con Colombia); 1893: Perú, Argentina (con Uruguay), Chile, México (con Honduras). Los m. descalzos fueron restaurados en Toro (Zamora) en 1886. Actualmente se extienden por toda España
      4. Organización. Primer periodo: Militar-vitalicio (12181317). El General -lego y vitalicio- tenía autoridad directa sobre toda la Orden. Para las cuestiones espirituales nombraba un Prior General. Los capítulos -anuales- eran electivos (al fallecer el General) y disciplinares. Toda la economía estaba centrada en cada convento. La economía conventual y la redentora formaban un fondo común de donde se extraía sólo lo necesario para vivir. Esto mermaba las posibilidades de realizar obras de lucimiento. La Orden, en compensación, fue favorecida por los Papas y Reyes con grandes privilegios. Los religiosos debían recoger limosnas para la redención, llevar a los redimidos por los pueblos, realizar los ministerios sacerdotales y luchar con las armas contra los moros
      Segundo periodo: Clerical-vitalicio (1317-1574). Tras una disensión entre legos y clérigos (1301-17), la Orden se trasformó en clerical, desapareciendo la Milicia mercedaria como ente jurídico. Según las nuevas Constituciones Albertinas (1327), los cargos deben ser desempeñados por clérigos. Los generales adquirieron notables ingresos (con la mitad de los espolios, los vestuarios, y, desde el s. xv, las rentas del señorío de Algar), con los cuales pudieron formar bibliotecas, fundar colegios, alhajar iglesias, etc
      Tercer periodo: Clerical-limitado 1574-1970. a) De 1574 a 1880. El General es renovado cada seis años. La Orden es dividida en provincias, con gobierno autónomo. Desaparecen los capítulos de disciplina, refundidos en los generales y provinciales electivos. Las provincias son gobernadas por un Provincial y cuatro definidores, elegidos en capítulo provincial independiente para cada una, convocado y presidido por el General cada tres años y compuesto por el Provincial, Definidores y Comendadores salientes y los Maestros y Presentados de la Provincia respectiva. Los Provinciales con los definidores nombran a los superiores locales. Merced a la colaboración económica de los conventos americanos se fundaron importantes conventos y casas de estudio (Salamanca, Alcalá, Sevilla, Roma, etc.). La economía de la redención fue separada de la conventual, creándose para ella un organismo propio en cada provincia, dep°ndiente del General y éste, a su vez, de los Consejos de Castilla y Aragón. La Orden recibió el título de «mendicante» en 1690 por bula de Alejandro VIII
      b) De 1880 a 1970. Las nuevas Constituciones elaboradas por el General Pedro Armengol Valenzuela trasformaron las estructuras de la Orden: el gobierno se hizo dinámico, mediante la fundación de la Curia General y la incorporación a la misma de cuatro definidores representantes de toda la Orden y un procurador general; perdidos los bienes raíces debido a las leyes de Desamortización (v.), la economía de la Orden quedó pendiente del trabajo personal de los religiosos, que se consagraron, una vez suprimidas las redenciones, a toda suerte de ministerios sacerdotales y docentes; se fundaron seminarios para formar, en régimen centralizado por parte de cada provincia, los estudiantes religiosos. Como consecuencia de las normas emanadas del Conc. Vaticano II, el 10 ag. 1970, el general Bernardo Navarro Allende promulgó, ad experimentum, unas nuevas Constituciones y Normas (imp. Curia Generalis ordinis B. M. V. de Mercede, Roma 1970). Las constituciones expresan lo permanente; las normas, lo mudable según los tiempos
      5. Redenciones. La Orden de la Merced llevó a cabo la redención de cautivos desde su fundación, 1218, hasta 1769, en que cesó por disposición de Carlos III. Al principio la labor de redención tuvo lugar en los reinos hispano-musulmanes, que en el tercer periodo de Taifas eran Valencia, Murcia, Baleares, Sevilla, Granada, Jaén, Niebla y Arjona. Cada año, en el Capítulo General de la Cruz de Mayo, los comendadores entregaban los bienes recaudados y se nombraba a los redentores
      Del s. XIII, ha llegado constancia documental solamente a dos redenciones, efectuadas en Granada hacia 1296-97, por cartas de Jaime II al Rey, pero sin la nómina de redentores ni redimidos. En el s. XIV, a pesar de cismas, guerras, peste y otras calamidades, se hicieron numerosas redenciones, atestiguadas por documentos fehacientes, pero sólo hay constancia de doce. La de 1361, en Túnez, proporciona la primera lista conocida con el nombre, filiación y precio de cada uno de los doce rescatados. Brillaron en esta centuria los Generales Albert, Barellis y Pérez, y los mártires S. Ramón Nonato (v.), S. Serapio (v.) y S. Pedro Pascual (v.). En el s. xv, se documentan 27 redenciones y se inicia la literatura de cautivos con el Opusculum tantum quinque del P. Pedro Cijar, que recoge interesantes datos contemporáneos. Son famosos redentores Fr. Lorenzo Company y Fr. Pedro Bodet. Sixto IV recibió en Roma una redención de 180 cautivos. En el s. XVI hay constancia de 24 redenciones. Una de 70 redimidos se postró a los pies de León X, en 1516, con sus redentores Fr. Arnaldo de la Detz, Fr. Juan Lupi y Fr. Luis Boil. Fue renombrada la de 1562, organizada por el sabio Fr. Gaspar de Torres con la colaboración de Castilla, Aragón e Indias. Se libertaron 487 cautivos por 40.000 escudos de oro. Cervantes ensalza en Los Baños de Argel a los PP. Jorge del Olivar y Rodrigo de Arce. La redención de 1675, de 520 redimidos, visitó a Clemente X, y la de 1725, con 370, a Benedicto XIII. Ambos papas las colmaron de elogios y concesiones. La última redención fue realizada en 1769, por trinitarios y mercedarios calzados y descalzos, con orden de Carlos III de redimir a todos los cautivos existentes. Se redimieron 1.402
      A partir de 1769 cesó la redención, pero no la guerra corsaria ni la cautividad y, por tanto, la Orden de la Merced prosiguió su tarea, empleándose como le era posible en beneficio de los cautivos, con auxilios pecuniarios, hospitalidad, viajes privados, etc., hasta 1835, cinco años después de abolida la cautividad (1830)
      6. Misiones. Además de la defensa de la fe mediante la redención de cautivos cristianos, la Merced ejerció desde sus orígenes otros ministerios, como la vida apostólica, misionera e intelectual. Un mercedario acompañó a Colón en su segundo viaje de 1493, recorriendo en su compañía la isla de Cuba. El P. Bartolomé de Olmedo acompañó a Cortés en la conquista de México y bautizó los primeros cristianos. En Honduras, Nicaragua y El Salvador el P. Francisco de Bobadilla y otros m. bautizaron millares de nativos y fundaron las primeras ciudades, figurando en primera línea con Pedrarias Dávila, Núñez de Balboa y Gil González. Con Pedro de Alvarado emprenden la conquista de Guatemala para Cristo los PP. Juan de Zambrana y Marcos Dardón, . a los que siguen más tarde el P. Antonio Bravo y otros, que extienden su acción al sur de México, fundando pueblos y atrayendo a ellos innumerables indios. Muchos de estos misioneros escribieron catecismos y gramáticas en las lenguas vernáculas, de gran utilidad para la labor misionera. En el Perú, cuyo descubrimiento facilitó el P. Bobadilla, trabajaron con fruto extraordinario los PP. Miguel de Orenes, Juan de Vargas y el P. Diego de Porres, que fundó más de 200 pueblos con sus iglesias. En Chile misionaron los PP. Antonio Correa y Antonio Rendón. En el Paraguay y Río de la Plata evangelizaron y fundaron cristiandades los PP. Juan de Salazar y Cristóbal de Albarrán, mártires ambos, y el P. Luis de Valderrama. En el Ecuador y Colombia, trabajaron con incomparable celo los PP. Juan de Santamaría, Alonso Enríquez y, singularmente, el consejero del conquistador Benalcázar, Fray Hernando de Granada. Desde Quito bajaron los m. por el Amazonas hasta el Marañón, fundando conventos y doctrinas en Belém do Pará y en Sáo Luis do Maranhao. En la actualidad, además del apostolado realizado por las primitivas provincias religiosas que la Orden conserva en América: México, Ecuador, Perú, Chile y Argentina, las provincias españolas -Aragón, y Castilla- han fundado y sostienen nuevas casas en Puerto Rico, Brasil, Bolivia, Venezuela y Guatemala, a donde todos los años son enviadas expediciones de personal misionero
      A lo largo del s. XVIII los m. llevaron a cabo una gran campaña misional en todo el territorio español por medio de sus famosos misioneros -PP. Monteagudo, Echeverz y Vila, entre otros- formados en cinco seminarios fundados a este fin. Esta labor fue continuada brillantemente en los siglos posteriores
      7. Espiritualidad. Entre los escritores m. de espiritualidad se distinguen tres grandes periodos: época exegética (s. XIII-XV); época de tratadistas y maestros del espíritu (s. XV-XVIII); época de compendios y traducciones (s. XVII-XX)
      En la primera época destaca S. Pedro Pascual, obispo de Jaén (1227-1300; v.), que, además de sus obras apologéticas, compuso la Glosa de los diez Mandamientos, la Glosa del Pater Noster, la Biblia pequeña y la Vida de Cristo. Es digno de notarse el movimiento espiritual de gran influjo en toda la espiritualidad medieval creado en torno al beato Juan Gilabert Jofré (m. 1417)
      La segunda época es de perfecto sincronismo entre el gran movimiento de Teología dogmática y espiritual. Las Historias Generales y las Bibliotecas de escritores de la Orden lo reflejan. Dentro de la misma Orden brota la Recolección o Descalcez Mercedaria, espléndida eclosión de espiritualidad. Son muchos los Centros que la irradian y la proyectan también hacia América. Entre los escritores descuellan: Fr. Gaspar de Torres, obispo de Medauro; Pedro de Oña, obispo de Gaeta; Fr. Melchor Rodríguez de Torres, obispo de Rosse,; Fr. Juan Suárez de Godoy; Fray Juan Falconi; Beata Mariana de Jesús (v.); Fr. Mateo de Villarroel; Fr. Juan Crisóstomo Puga; Fr. Francisco Pizaño de León; Fr. Pedro de la Serna; Fr. Jorge de San José; Fr. Juan de Rojas, Fr. Bernardo de Briones, Fr. Bernardo de Santander y Barcenilla, Fr. Tello Lasso de la Vega, etc
      En la época tercera, llamada de dispersión, sobresalen los escritores: Fr. Magín Ferrer y Pons, Fr. Alonso López Rubiños; Fr. Bernardo de Lassarte; Fr. Mariano Aux; Fr. José Reig Estivill, Fr. Juan Mosson; Fr. José Rodríguez y Bori; Madre Margarita Maturana; Fr. Guillermo Vázquez Núñez, Fr. Manuel Sancho, etc. No obstante la influencia de las escuelas dominicana, carmelitana y franciscana, la espiritualidad mercedaria se reviste de matices y características propias: un sano humanismo -opuesto a todo extremismo místico-, el fomento de la oración, la devoción a María (considerada por la tradición mercedaria como su auténtica fundadora) y a Cristo Redentor, la práctica de la caridad, la defensa de la fe en peligro, la recepción frecuente de los sacramentos (sobre todo la Comunión diaria), etc
      8. Vida intelectual. Cultura medieval (1218-1574). La trasformación de la Orden de laical en clerical fue de tal modo beneficiosa para el quehacer intelectual que ya en 1373 Pedro IV igualaba a la Merced con las órdenes franciscana y dominicana. A partir del capítulo de 1467 (Guadalajara) alcanzan los estudios un gran desarrollo merced a tres factores: a) la incorporación de la Orden a la universidad, sobre todo a través de los Colegios Mayores (Salamanca y Alcalá) y los privados (Segovia, Guadalajara, Córdoba) que se regían por las normas universitarias en lo tocante a profesorado, disciplinas, premios, etc.; b) la generalización de la lectura, mediante la impresión y difusión de libros de interés común; c) intercambio de personal entre las diversas provincias, a impulsos del corporativismo renacentista. Los escritores de la Merced se mantienen, con cierta independencia de criterio, dentro de la línea tomista. En Filosofía se distinguen dos escuelas fundamentales: la de Salamanca, de orientación realista, y la de Alcalá, más inclinada a estudios de Lógica por inspiración nominalista. Sobresalen los nombres de Domingo de San Juan o Azcárate, Arcisio Gregori, Pedro de Oña, Pedro de la Serna, Tárrega. Por lo que toca a otras disciplinas, tienen relieve nacional las siguientes figuras: en Teología, Jerónimo Pérez, Francisco Zumel, Silvestre de Saavedra, Ambrosio Machín, Juan Prudencio; en Sagrada Escritura, Pedro Machado, Antioco Brondo, Melchor Prieto, Cristóbal González; en Derecho, Serafín de Freitas; en Ascética y Mística, Miguel de Alonsótegui, Melchor Rodríguez de Torres, Juan Falconí, Francisco Pizaño. En Humanidades, Pedro Salazar, Martín de Samunde, Jerónimo Gómez, Pedro Ortiz de Luyando, Juan de Tárrega, y otros muchos. En Literatura fue, con mucho, donde la Merced rayó a mayor altura: Alonso Remón, encomiado por Cervantes y Quevedo entre los forjadores del teatro nacional; Gabriel Téllez (Tirso de Molina), universalmente conocido y estudiado por su obra teatral, creadora de tipos inmortales; Jaime de Torres, autor de ingeniosos autos y poesías en castellano y valenciano; Miguel de Alonsótegui, Plácido de Aguilar, Hernando de Santiago, etc
      En el periodo neoclásico del s. xvlil, al lado de filósofos como los Ripenses, humanistas (como López de Rubiños, citado en la Comedia Nueva), teólogos (Cabadés, R. de Orozco...) sobresale el humanista Fr. Juan Interian de Ayala, por quien la Merced recobró en parte su esplendor en la Universidad de Salamanca, en Madrid (como fundador de la Academia Española de la Lengua) y en todo el mundo con su famoso Pictor Christianus (el Pintór Cristiano y Erudito), su traducción del Catecismo de Fleury, sus bellas poesías en latín, griego y castellano, sermones, biografías, apologías, etcétera
      Tras la restauración, la Orden volvió a incrementar su quehacer intelectual, restaurando los Colegios Mayores de Salamanca y Alcalá (ahora en Madrid), creandodiversas publicaciones periódicas (p. ej., la revista Estudios, y la colección de Publicaciones del Monasterio de Poyo, Madrid). El copioso número de graduados y profesores en universidades pontificias y civiles y de publicaciones -sobre todo teológicas y filosóficas- es índice fiel del actual florecimiento de los estudios (cfr. G. Placer López: Bibliografía Mercedaria, 2 vol.)
      9. Ramas femeninas. Mercedarias calzadas. Se dividen en tres grupos: beatas, monjas y terciarias. Todas reconocen a S. María de Cervelló por madre y fundadora. Consta su primera mención en las Constituciones Amerianas (1272), pero en forma harto confusa, mezclando las beatas aisladas con los beaterios. Las beatas existieron desde el s. XIII al XIX por lo menos, en España, Francia, Italia y América. Hoy sólo tienen valor histórico y literario. S. María de Cervelló fundó el primer beaterio en Barcelona donde falleció en 1290. Entre sus hijas sobresalió S. Colagia. Hasta el s. XVI sólo hubo beaterios. En esta centuria, la reforma iniciada por Isabel la Católica y concluida por Felipe II, convirtió a los de cierta base económica en conventos de clausura, desapareciendo los demás. Con el tiempo fueron surgiendo otros conventos que, desde 1955, constituyen la Federación de monjas mercedarias de España, con sede en Madrid
      Mercedarias descalzas. Bajo la espiritualidad de los m. descalzos, fundados en Madrid en 1603, surgieron las descalzas entre las que florecieron beatas como la excelsa madrileña Mariana de Jesús (v.) y conventos de muy estrecha observancia en España e Italia. Perduran hasta nuestros días
      Mercedarias misioneras de la Vera-Cruz de Bérriz. La transformación de este convento de clausura de las calzadas, se verificó en 1930, conservando los votos solemnes, obra insigne de la Madre Maturana, cuyo proceso de beatificación está iniciado
      Mercedarias terciarias. Creación de la espiritualidad de los s. XIX y XX para el apostolado misional y social. Hay diversas congregaciones: m. de la caridad, Hermanas m., m. del Niño Jesús, m. del Divino Maestro, m. misioneras de S. Gervasio, m. del Santísimo Sacramento, etc
      10. Hagiografía. Son numerosos los m. que, imitando el ejemplo de su fundador, S. Pedro Nolasco (v.), alcanzaron la santidad mediante la práctica de una caridad heroica. Los más importantes de ellos se tratan en otros lugares de esta Enciclopedia (v. PEDRO PASCUAL, SAN; PEDRO ARMENGOL, SAN; SERAPIO, SAN; RAMÓN NONATO, SAN; MARIANA DE JESÚS, BEATA). Del resto nos ocupamos a continuación. De los innumerables mártires que reseñan los escritos apócrifos, consta documentalmente el martirio de Raimundo de Blanes en Andalucía (s. XIII), Fr. Juan de Zorroza y Fr. Juan de Huete (en Baza 1482), Fr. Juan de Granada y Fr. Pedro de Malasang, muertos por los genoveses en el Mediterráneo al regresar de una redención (s. XV), Fr. Alonso Gómez de Encinas, muerto por los holandeses en la isla de Puná, Costa del Ecuador, Fr. Cristóbal de Albarrán muerto por los indios en Santa Cruz de la Sierra, Perú (s. XVI), Fr. Baltasar de Velázquez, muerto por los moriscos en La Muela de Aragón, Zaragoza (hacia 1590); Fr. Luis de la Peña, en Valdivia, Chile (1599); Fr. Antonio Torino, en La Rioja, Argentina (1628). Hacia 1448 fueron martirizados dos religiosos por los moros de Valencia en Arguines
      Beatos de culto inmemorial son Fr. Lorenzo Company, eximio general y redentor, largo tiempo cautivo de los moros, y Fr. Juan Gilabert Jofré, predicador -compañero de San Vicente Ferrer- y fundador del primer manicomio del mundo. Su cuerpo permaneció incorrupto hasta su desaparición en la guerra española de 1936. Venerables, con proceso avanzado de beatificación, son Fr. Pedro Urraca, español muerto en el Perú, gran penitente, adornado con el don de profecía y dirección de almas; Fr. Juan Falconí, español, promotor de la comunión diaria y la oración mental asidua; Fr. Gonzalo Díaz de Amarante, lego portugués, muerto en Lima
      De entre las religiosas mercedarias destaca por su santidad, S. María de Cervelló (llamada originariamente, María Socós o del Socorro) que nació y vivió en Barcelona en el s. XIII, en un beaterio mercedario. Aun no siendo la primera religiosa, es considerada como la fundadora de la rama femenina mercedaria. Su cuerpo se conserva incorrupto en la Basílica de la Merced de Barcelona. Su culto inmemorial fue sancionado por Inocencio XII en 1692. Su fiesta se celebra el día 19 de septiembre
      11. Datos estadísticos. En 1-972 (cfr. Ann. Pont.) la Orden tiene 161 casas con 963 profesos de los que 616 son sacerdotes. Los m. descalzos tienen 13 casas con 154 profesos (81 sacerdotes)
      Las m. calzadas tienen 7 casas y 205 profesas y las descalzas 6 y 95 respectivamente. Los datos de las Congregaciones más modernas son los siguientes: M. de la caridad: 144 casas y 2.000 profesas; m. del Santísimo Sacramento (México): 59 y 728; m. misioneras de la Vera-Cruz (Bérriz): 56 y 699; hermanas de Nuestra Señora de la Merced: 67 y 519; m. misioneras de S. Gervasio (Barcelona): 40 y 489; m. del Niño Jesús (Argentina): 19 y 176
     
     

BIBL.: N. GAVER, Cathalogus Magistrorum Generalium et Priorum conventus Barcinonae, Toledo 1928 (contiene también Fragmentos históricos de la obra Opusculum tantum quinque, del P. Pedro Cijar, y una bula de Inocencio VIII, inédita); F. GAZULLA, Refutación de un libro titulado «San Raimundo de Peñafort fundador de la Orden de la Merced», Barcelona 1920; íD, La Orden de Nuestra Señora de la Merced, Barcelona 1934; íD, Al margen de una refutación, Barcelona 1921 ; íD, A propósito de unas observaciones a mis estudios historicocríticos, Barcelona 1935; G. VÁZQUEZ, Manual de Historia de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, Toledo 1931; íD, Mercedarios ilustres, Madrid 1966; F. ZúMEL, De initio ac fundatione sacri. Ordinis B. Mariae de Mercede Redemptionis Captivorum; De vitis Patrum et Magistrorion Generaliumi Ordinis Redemptorum B. Mariae de Mercede Brevis Historia (impresos conjuntamente con las Constituciones Zumelianas), Salamanca 1588, nueva ed. Roma 1932

 

M. PENEDO REY

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991