MERCEDARIOS (Orden de la Santísima Virgen María de la Merced de la Redención de los cautivos: O. de M.)
1. Origen y fundación. S. Pedro Nolasco (v.), con la colaboración de S. Raimundo
de Peñafort (v.), su director espiritual, creó en 1203 una asociación de varones
con el fin de llevar vida religiosa en común y consagrar todos sus haberes a la
redención de cautivos, para preservarlos de la apostasía de la fe. Cuando
aumentó el número de asociados, el rey Jaime I les concedió para vivienda el
hospital de Santa Eulalia. El 10 ag. 1218 tuvo lugar la fundación solemne,
canónica y real de la Orden en la catedral de Barcelona. El obispo impuso el
hábito y la cruz de la catedral a Nolasco, que emitió su profesión. Jaime I
otorgó a la nueva Orden las insignias de la Casa Real de Aragón, elevándola a
rango de Orden Militar. Esta cruz blanca y las cuatro barras rojas constituyen
el escudo mercedario. Nolasco dio el hábito a Bas, Corbera, Pascual y otros
muchos asociados que ya hacían vida común con él desde 1203. La Orden fue
confirmada en 1235 por Gregorio IX (v .) mediante la Bula Devotionis vestrae
2. Expansión. La Orden se extendió sucesivamente por los reinos de Jaime I
(Cataluña, Aragón, Baleares, Sur de Francia, Valencia), por los territorios de
la Reconquista (Sevilla, Córdoba, Lorca), plazas fronterizas (Almazán, Soria,
Logroño), ciudades populosas del interior (Toledo, Burgos, Valladolid), y todo
el territorio español. En Francia tuvo la Orden 22 conventos, y un colegio en
París para estudiantes de toda la Orden (1515). En el s. XIV penetró en Italia,
y a partir del segundo viaje de Colón se expandió rápidamente por toda América,
desde México a Chile y Argentina, fundando numerosos conventos y «doctrinas». La
rama de la Merced descalza data de 1603. Obtuvo la independencia en 1621,
formando tres provincias: Castilla, Andalucía y Sicilia. Se expandió rápidamente
por los territorios de la Orden de San Juan, donde los calzados no habían podido
introducirse
3. Estructura. La Orden fue declarada exenta por Nicolás V en 1448 (Bula
Laudibus et honore). Hasta 1467 no hubo provincias en sentido estricto. El
General gobernaba directamente toda la Orden, nombrando superiores. En 1467 se
independiza Castilla -que comprendía toda España y, más tarde, América- y a lo
largo del s. xvi y xvii se forman las provincias de Guatemala (desmembrada más
tarde en las de Lima, Cuzco y Chile), Francia, Aragón, Andalucía, Tucumán, Santo
Domingo, Valencia, Italia, México, Quito, Colombia, Ecuador; Viceprovincia de
Marañón y Congregación de París. Del s. xviii data la viceprovincia de Cerdeña
La Orden estuvo suprimida en España de 1835 a 1881. La restauración fue
iniciada por el general Pedro A. Valenzuela. Actualmente la Orden consta de ocho
provincias, restauradas en los años siguientes: 1878,Aragón (con Valencia,
Navarra, Guatemala, Venezuela); 1881, Castilla (Andalucía, Portugal, Brasil,
Bolivia, Puerto Rico, París, Burundi); 1907, provincia romana: Italia, Cerdeña,
Sicilia, Norteamérica; 1893: Ecuador (con Colombia); 1893: Perú, Argentina (con
Uruguay), Chile, México (con Honduras). Los m. descalzos fueron restaurados en
Toro (Zamora) en 1886. Actualmente se extienden por toda España
4. Organización. Primer periodo: Militar-vitalicio (12181317). El General
-lego y vitalicio- tenía autoridad directa sobre toda la Orden. Para las
cuestiones espirituales nombraba un Prior General. Los capítulos -anuales- eran
electivos (al fallecer el General) y disciplinares. Toda la economía estaba
centrada en cada convento. La economía conventual y la redentora formaban un
fondo común de donde se extraía sólo lo necesario para vivir. Esto mermaba las
posibilidades de realizar obras de lucimiento. La Orden, en compensación, fue
favorecida por los Papas y Reyes con grandes privilegios. Los religiosos debían
recoger limosnas para la redención, llevar a los redimidos por los pueblos,
realizar los ministerios sacerdotales y luchar con las armas contra los moros
Segundo periodo: Clerical-vitalicio (1317-1574). Tras una disensión entre
legos y clérigos (1301-17), la Orden se trasformó en clerical, desapareciendo la
Milicia mercedaria como ente jurídico. Según las nuevas Constituciones
Albertinas (1327), los cargos deben ser desempeñados por clérigos. Los generales
adquirieron notables ingresos (con la mitad de los espolios, los vestuarios, y,
desde el s. xv, las rentas del señorío de Algar), con los cuales pudieron formar
bibliotecas, fundar colegios, alhajar iglesias, etc
Tercer periodo: Clerical-limitado 1574-1970. a) De 1574 a 1880. El General
es renovado cada seis años. La Orden es dividida en provincias, con gobierno
autónomo. Desaparecen los capítulos de disciplina, refundidos en los generales y
provinciales electivos. Las provincias son gobernadas por un Provincial y cuatro
definidores, elegidos en capítulo provincial independiente para cada una,
convocado y presidido por el General cada tres años y compuesto por el
Provincial, Definidores y Comendadores salientes y los Maestros y Presentados de
la Provincia respectiva. Los Provinciales con los definidores nombran a los
superiores locales. Merced a la colaboración económica de los conventos
americanos se fundaron importantes conventos y casas de estudio (Salamanca,
Alcalá, Sevilla, Roma, etc.). La economía de la redención fue separada de la
conventual, creándose para ella un organismo propio en cada provincia, dep°ndiente
del General y éste, a su vez, de los Consejos de Castilla y Aragón. La Orden
recibió el título de «mendicante» en 1690 por bula de Alejandro VIII
b) De 1880 a 1970. Las nuevas Constituciones elaboradas por el General
Pedro Armengol Valenzuela trasformaron las estructuras de la Orden: el gobierno
se hizo dinámico, mediante la fundación de la Curia General y la incorporación a
la misma de cuatro definidores representantes de toda la Orden y un procurador
general; perdidos los bienes raíces debido a las leyes de Desamortización (v.),
la economía de la Orden quedó pendiente del trabajo personal de los religiosos,
que se consagraron, una vez suprimidas las redenciones, a toda suerte de
ministerios sacerdotales y docentes; se fundaron seminarios para formar, en
régimen centralizado por parte de cada provincia, los estudiantes religiosos.
Como consecuencia de las normas emanadas del Conc. Vaticano II, el 10 ag. 1970,
el general Bernardo Navarro Allende promulgó, ad experimentum, unas nuevas
Constituciones y Normas (imp. Curia Generalis ordinis B. M. V. de Mercede, Roma
1970). Las constituciones expresan lo permanente; las normas, lo mudable según
los tiempos
5. Redenciones. La Orden de la Merced llevó a cabo la redención de
cautivos desde su fundación, 1218, hasta 1769, en que cesó por disposición de
Carlos III. Al principio la labor de redención tuvo lugar en los reinos
hispano-musulmanes, que en el tercer periodo de Taifas eran Valencia, Murcia,
Baleares, Sevilla, Granada, Jaén, Niebla y Arjona. Cada año, en el Capítulo
General de la Cruz de Mayo, los comendadores entregaban los bienes recaudados y
se nombraba a los redentores
Del s. XIII, ha llegado constancia documental solamente a dos redenciones,
efectuadas en Granada hacia 1296-97, por cartas de Jaime II al Rey, pero sin la
nómina de redentores ni redimidos. En el s. XIV, a pesar de cismas, guerras,
peste y otras calamidades, se hicieron numerosas redenciones, atestiguadas por
documentos fehacientes, pero sólo hay constancia de doce. La de 1361, en Túnez,
proporciona la primera lista conocida con el nombre, filiación y precio de cada
uno de los doce rescatados. Brillaron en esta centuria los Generales Albert,
Barellis y Pérez, y los mártires S. Ramón Nonato (v.), S. Serapio (v.) y S.
Pedro Pascual (v.). En el s. xv, se documentan 27 redenciones y se inicia la
literatura de cautivos con el Opusculum tantum quinque del P. Pedro Cijar, que
recoge interesantes datos contemporáneos. Son famosos redentores Fr. Lorenzo
Company y Fr. Pedro Bodet. Sixto IV recibió en Roma una redención de 180
cautivos. En el s. XVI hay constancia de 24 redenciones. Una de 70 redimidos se
postró a los pies de León X, en 1516, con sus redentores Fr. Arnaldo de la Detz,
Fr. Juan Lupi y Fr. Luis Boil. Fue renombrada la de 1562, organizada por el
sabio Fr. Gaspar de Torres con la colaboración de Castilla, Aragón e Indias. Se
libertaron 487 cautivos por 40.000 escudos de oro. Cervantes ensalza en Los
Baños de Argel a los PP. Jorge del Olivar y Rodrigo de Arce. La redención de
1675, de 520 redimidos, visitó a Clemente X, y la de 1725, con 370, a Benedicto
XIII. Ambos papas las colmaron de elogios y concesiones. La última redención fue
realizada en 1769, por trinitarios y mercedarios calzados y descalzos, con orden
de Carlos III de redimir a todos los cautivos existentes. Se redimieron 1.402
A partir de 1769 cesó la redención, pero no la guerra corsaria ni la
cautividad y, por tanto, la Orden de la Merced prosiguió su tarea, empleándose
como le era posible en beneficio de los cautivos, con auxilios pecuniarios,
hospitalidad, viajes privados, etc., hasta 1835, cinco años después de abolida
la cautividad (1830)
6. Misiones. Además de la defensa de la fe mediante la redención de
cautivos cristianos, la Merced ejerció desde sus orígenes otros ministerios,
como la vida apostólica, misionera e intelectual. Un mercedario acompañó a Colón
en su segundo viaje de 1493, recorriendo en su compañía la isla de Cuba. El P.
Bartolomé de Olmedo acompañó a Cortés en la conquista de México y bautizó los
primeros cristianos. En Honduras, Nicaragua y El Salvador el P. Francisco de
Bobadilla y otros m. bautizaron millares de nativos y fundaron las primeras
ciudades, figurando en primera línea con Pedrarias Dávila, Núñez de Balboa y Gil
González. Con Pedro de Alvarado emprenden la conquista de Guatemala para Cristo
los PP. Juan de Zambrana y Marcos Dardón, . a los que siguen más tarde el P.
Antonio Bravo y otros, que extienden su acción al sur de México, fundando
pueblos y atrayendo a ellos innumerables indios. Muchos de estos misioneros
escribieron catecismos y gramáticas en las lenguas vernáculas, de gran utilidad
para la labor misionera. En el Perú, cuyo descubrimiento facilitó el P.
Bobadilla, trabajaron con fruto extraordinario los PP. Miguel de Orenes, Juan de
Vargas y el P. Diego de Porres, que fundó más de 200 pueblos con sus iglesias.
En Chile misionaron los PP. Antonio Correa y Antonio Rendón. En el Paraguay y
Río de la Plata evangelizaron y fundaron cristiandades los PP. Juan de Salazar y
Cristóbal de Albarrán, mártires ambos, y el P. Luis de Valderrama. En el Ecuador
y Colombia, trabajaron con incomparable celo los PP. Juan de Santamaría, Alonso
Enríquez y, singularmente, el consejero del conquistador Benalcázar, Fray
Hernando de Granada. Desde Quito bajaron los m. por el Amazonas hasta el
Marañón, fundando conventos y doctrinas en Belém do Pará y en Sáo Luis do
Maranhao. En la actualidad, además del apostolado realizado por las primitivas
provincias religiosas que la Orden conserva en América: México, Ecuador, Perú,
Chile y Argentina, las provincias españolas -Aragón, y Castilla- han fundado y
sostienen nuevas casas en Puerto Rico, Brasil, Bolivia, Venezuela y Guatemala, a
donde todos los años son enviadas expediciones de personal misionero
A lo largo del s. XVIII los m. llevaron a cabo una gran campaña misional
en todo el territorio español por medio de sus famosos misioneros -PP.
Monteagudo, Echeverz y Vila, entre otros- formados en cinco seminarios fundados
a este fin. Esta labor fue continuada brillantemente en los siglos posteriores
7. Espiritualidad. Entre los escritores m. de espiritualidad se distinguen
tres grandes periodos: época exegética (s. XIII-XV); época de tratadistas y
maestros del espíritu (s. XV-XVIII); época de compendios y traducciones (s. XVII-XX)
En la primera época destaca S. Pedro Pascual, obispo de Jaén (1227-1300;
v.), que, además de sus obras apologéticas, compuso la Glosa de los diez
Mandamientos, la Glosa del Pater Noster, la Biblia pequeña y la Vida de Cristo.
Es digno de notarse el movimiento espiritual de gran influjo en toda la
espiritualidad medieval creado en torno al beato Juan Gilabert Jofré (m. 1417)
La segunda época es de perfecto sincronismo entre el gran movimiento de
Teología dogmática y espiritual. Las Historias Generales y las Bibliotecas de
escritores de la Orden lo reflejan. Dentro de la misma Orden brota la
Recolección o Descalcez Mercedaria, espléndida eclosión de espiritualidad. Son
muchos los Centros que la irradian y la proyectan también hacia América. Entre
los escritores descuellan: Fr. Gaspar de Torres, obispo de Medauro; Pedro de Oña,
obispo de Gaeta; Fr. Melchor Rodríguez de Torres, obispo de Rosse,; Fr. Juan
Suárez de Godoy; Fray Juan Falconi; Beata Mariana de Jesús (v.); Fr. Mateo de
Villarroel; Fr. Juan Crisóstomo Puga; Fr. Francisco Pizaño de León; Fr. Pedro de
la Serna; Fr. Jorge de San José; Fr. Juan de Rojas, Fr. Bernardo de Briones, Fr.
Bernardo de Santander y Barcenilla, Fr. Tello Lasso de la Vega, etc
En la época tercera, llamada de dispersión, sobresalen los escritores: Fr.
Magín Ferrer y Pons, Fr. Alonso López Rubiños; Fr. Bernardo de Lassarte; Fr.
Mariano Aux; Fr. José Reig Estivill, Fr. Juan Mosson; Fr. José Rodríguez y Bori;
Madre Margarita Maturana; Fr. Guillermo Vázquez Núñez, Fr. Manuel Sancho, etc.
No obstante la influencia de las escuelas dominicana, carmelitana y franciscana,
la espiritualidad mercedaria se reviste de matices y características propias: un
sano humanismo -opuesto a todo extremismo místico-, el fomento de la oración, la
devoción a María (considerada por la tradición mercedaria como su auténtica
fundadora) y a Cristo Redentor, la práctica de la caridad, la defensa de la fe
en peligro, la recepción frecuente de los sacramentos (sobre todo la Comunión
diaria), etc
8. Vida intelectual. Cultura medieval (1218-1574). La trasformación de la
Orden de laical en clerical fue de tal modo beneficiosa para el quehacer
intelectual que ya en 1373 Pedro IV igualaba a la Merced con las órdenes
franciscana y dominicana. A partir del capítulo de 1467 (Guadalajara) alcanzan
los estudios un gran desarrollo merced a tres factores: a) la incorporación de
la Orden a la universidad, sobre todo a través de los Colegios Mayores
(Salamanca y Alcalá) y los privados (Segovia, Guadalajara, Córdoba) que se
regían por las normas universitarias en lo tocante a profesorado, disciplinas,
premios, etc.; b) la generalización de la lectura, mediante la impresión y
difusión de libros de interés común; c) intercambio de personal entre las
diversas provincias, a impulsos del corporativismo renacentista. Los escritores
de la Merced se mantienen, con cierta independencia de criterio, dentro de la
línea tomista. En Filosofía se distinguen dos escuelas fundamentales: la de
Salamanca, de orientación realista, y la de Alcalá, más inclinada a estudios de
Lógica por inspiración nominalista. Sobresalen los nombres de Domingo de San
Juan o Azcárate, Arcisio Gregori, Pedro de Oña, Pedro de la Serna, Tárrega. Por
lo que toca a otras disciplinas, tienen relieve nacional las siguientes figuras:
en Teología, Jerónimo Pérez, Francisco Zumel, Silvestre de Saavedra, Ambrosio
Machín, Juan Prudencio; en Sagrada Escritura, Pedro Machado, Antioco Brondo,
Melchor Prieto, Cristóbal González; en Derecho, Serafín de Freitas; en Ascética
y Mística, Miguel de Alonsótegui, Melchor Rodríguez de Torres, Juan Falconí,
Francisco Pizaño. En Humanidades, Pedro Salazar, Martín de Samunde, Jerónimo
Gómez, Pedro Ortiz de Luyando, Juan de Tárrega, y otros muchos. En Literatura
fue, con mucho, donde la Merced rayó a mayor altura: Alonso Remón, encomiado por
Cervantes y Quevedo entre los forjadores del teatro nacional; Gabriel Téllez
(Tirso de Molina), universalmente conocido y estudiado por su obra teatral,
creadora de tipos inmortales; Jaime de Torres, autor de ingeniosos autos y
poesías en castellano y valenciano; Miguel de Alonsótegui, Plácido de Aguilar,
Hernando de Santiago, etc
En el periodo neoclásico del s. xvlil, al lado de filósofos como los
Ripenses, humanistas (como López de Rubiños, citado en la Comedia Nueva),
teólogos (Cabadés, R. de Orozco...) sobresale el humanista Fr. Juan Interian de
Ayala, por quien la Merced recobró en parte su esplendor en la Universidad de
Salamanca, en Madrid (como fundador de la Academia Española de la Lengua) y en
todo el mundo con su famoso Pictor Christianus (el Pintór Cristiano y Erudito),
su traducción del Catecismo de Fleury, sus bellas poesías en latín, griego y
castellano, sermones, biografías, apologías, etcétera
Tras la restauración, la Orden volvió a incrementar su quehacer
intelectual, restaurando los Colegios Mayores de Salamanca y Alcalá (ahora en
Madrid), creandodiversas publicaciones periódicas (p. ej., la revista Estudios,
y la colección de Publicaciones del Monasterio de Poyo, Madrid). El copioso
número de graduados y profesores en universidades pontificias y civiles y de
publicaciones -sobre todo teológicas y filosóficas- es índice fiel del actual
florecimiento de los estudios (cfr. G. Placer López: Bibliografía Mercedaria, 2
vol.)
9. Ramas femeninas. Mercedarias calzadas. Se dividen en tres grupos:
beatas, monjas y terciarias. Todas reconocen a S. María de Cervelló por madre y
fundadora. Consta su primera mención en las Constituciones Amerianas (1272),
pero en forma harto confusa, mezclando las beatas aisladas con los beaterios.
Las beatas existieron desde el s. XIII al XIX por lo menos, en España, Francia,
Italia y América. Hoy sólo tienen valor histórico y literario. S. María de
Cervelló fundó el primer beaterio en Barcelona donde falleció en 1290. Entre sus
hijas sobresalió S. Colagia. Hasta el s. XVI sólo hubo beaterios. En esta
centuria, la reforma iniciada por Isabel la Católica y concluida por Felipe II,
convirtió a los de cierta base económica en conventos de clausura,
desapareciendo los demás. Con el tiempo fueron surgiendo otros conventos que,
desde 1955, constituyen la Federación de monjas mercedarias de España, con sede
en Madrid
Mercedarias descalzas. Bajo la espiritualidad de los m. descalzos,
fundados en Madrid en 1603, surgieron las descalzas entre las que florecieron
beatas como la excelsa madrileña Mariana de Jesús (v.) y conventos de muy
estrecha observancia en España e Italia. Perduran hasta nuestros días
Mercedarias misioneras de la Vera-Cruz de Bérriz. La transformación de
este convento de clausura de las calzadas, se verificó en 1930, conservando los
votos solemnes, obra insigne de la Madre Maturana, cuyo proceso de beatificación
está iniciado
Mercedarias terciarias. Creación de la espiritualidad de los s. XIX y XX
para el apostolado misional y social. Hay diversas congregaciones: m. de la
caridad, Hermanas m., m. del Niño Jesús, m. del Divino Maestro, m. misioneras de
S. Gervasio, m. del Santísimo Sacramento, etc
10. Hagiografía. Son numerosos los m. que, imitando el ejemplo de su
fundador, S. Pedro Nolasco (v.), alcanzaron la santidad mediante la práctica de
una caridad heroica. Los más importantes de ellos se tratan en otros lugares de
esta Enciclopedia (v. PEDRO PASCUAL, SAN; PEDRO ARMENGOL, SAN; SERAPIO, SAN;
RAMÓN NONATO, SAN; MARIANA DE JESÚS, BEATA). Del resto nos ocupamos a
continuación. De los innumerables mártires que reseñan los escritos apócrifos,
consta documentalmente el martirio de Raimundo de Blanes en Andalucía (s. XIII),
Fr. Juan de Zorroza y Fr. Juan de Huete (en Baza 1482), Fr. Juan de Granada y
Fr. Pedro de Malasang, muertos por los genoveses en el Mediterráneo al regresar
de una redención (s. XV), Fr. Alonso Gómez de Encinas, muerto por los holandeses
en la isla de Puná, Costa del Ecuador, Fr. Cristóbal de Albarrán muerto por los
indios en Santa Cruz de la Sierra, Perú (s. XVI), Fr. Baltasar de Velázquez,
muerto por los moriscos en La Muela de Aragón, Zaragoza (hacia 1590); Fr. Luis
de la Peña, en Valdivia, Chile (1599); Fr. Antonio Torino, en La Rioja,
Argentina (1628). Hacia 1448 fueron martirizados dos religiosos por los moros de
Valencia en Arguines
Beatos de culto inmemorial son Fr. Lorenzo Company, eximio general y
redentor, largo tiempo cautivo de los moros, y Fr. Juan Gilabert Jofré,
predicador -compañero de San Vicente Ferrer- y fundador del primer manicomio del
mundo. Su cuerpo permaneció incorrupto hasta su desaparición en la guerra
española de 1936. Venerables, con proceso avanzado de beatificación, son Fr.
Pedro Urraca, español muerto en el Perú, gran penitente, adornado con el don de
profecía y dirección de almas; Fr. Juan Falconí, español, promotor de la
comunión diaria y la oración mental asidua; Fr. Gonzalo Díaz de Amarante, lego
portugués, muerto en Lima
De entre las religiosas mercedarias destaca por su santidad, S. María de
Cervelló (llamada originariamente, María Socós o del Socorro) que nació y vivió
en Barcelona en el s. XIII, en un beaterio mercedario. Aun no siendo la primera
religiosa, es considerada como la fundadora de la rama femenina mercedaria. Su
cuerpo se conserva incorrupto en la Basílica de la Merced de Barcelona. Su culto
inmemorial fue sancionado por Inocencio XII en 1692. Su fiesta se celebra el día
19 de septiembre
11. Datos estadísticos. En 1-972 (cfr. Ann. Pont.) la Orden tiene 161
casas con 963 profesos de los que 616 son sacerdotes. Los m. descalzos tienen 13
casas con 154 profesos (81 sacerdotes)
Las m. calzadas tienen 7 casas y 205 profesas y las descalzas 6 y 95
respectivamente. Los datos de las Congregaciones más modernas son los
siguientes: M. de la caridad: 144 casas y 2.000 profesas; m. del Santísimo
Sacramento (México): 59 y 728; m. misioneras de la Vera-Cruz (Bérriz): 56 y 699;
hermanas de Nuestra Señora de la Merced: 67 y 519; m. misioneras de S. Gervasio
(Barcelona): 40 y 489; m. del Niño Jesús (Argentina): 19 y 176
BIBL.: N. GAVER, Cathalogus Magistrorum Generalium et Priorum conventus Barcinonae, Toledo 1928 (contiene también Fragmentos históricos de la obra Opusculum tantum quinque, del P. Pedro Cijar, y una bula de Inocencio VIII, inédita); F. GAZULLA, Refutación de un libro titulado «San Raimundo de Peñafort fundador de la Orden de la Merced», Barcelona 1920; íD, La Orden de Nuestra Señora de la Merced, Barcelona 1934; íD, Al margen de una refutación, Barcelona 1921 ; íD, A propósito de unas observaciones a mis estudios historicocríticos, Barcelona 1935; G. VÁZQUEZ, Manual de Historia de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, Toledo 1931; íD, Mercedarios ilustres, Madrid 1966; F. ZúMEL, De initio ac fundatione sacri. Ordinis B. Mariae de Mercede Redemptionis Captivorum; De vitis Patrum et Magistrorion Generaliumi Ordinis Redemptorum B. Mariae de Mercede Brevis Historia (impresos conjuntamente con las Constituciones Zumelianas), Salamanca 1588, nueva ed. Roma 1932
M. PENEDO REY
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991