MEDIA, EDAD IV. ARTE.1. Características de la cultura y el arte medievales


La E. M. es el gran periodo creador de la cultura occidental; enraizándose en la cultura de la Antigüedad, en la que se fundamenta, la vitalizan un nuevo espíritu y un nuevo sentido de las finalidades del arte y de la belleza. No supone la cultura medieval un corte, una solución de continuidad respecto a la Antigüedad, y en ningún momento puede ser considerada como un paréntesis en la evolución de la cultura occidental. El concepto de Renacimiento (v.), arranque de la cultura moderna, como un renacer de la cultura de la Antigüedad, saltando sobre los tiempos medievales, es un error. El Renacimiento es inexplicable y difícilmente comprensible sin tener presente la E. M., como ésta lo es respecto al pasado.
      Varios son los factores que han de tenerse en cuenta y que, confluyendo, determinan y dan sentido al arte medieval. Fundamento esencial es el cristianismo. En efecto, lo que distingue al arte medieval del pasado es la savia de la espiritualidad cristiana que le vivifica y es su alma. Desde un punto de vista del contenido, y de la razón de ser de la evolución de sus formas, es evidente que el carácter cristiano es lo básico. De ahí que deba considerarse estrictamente medieval el arte cristiano antiguo o paleocristiano (v.), pues sin él tendríamos una visión carente de base de la dinámica artística medieval.
      Esta base espiritual, monoteísta, y su fundamentación en unos textos -el Nuevo Testamento-, encuentra asimismo su paralelo en la gran cultura islámica, que en este periodo se inicia. Cristianismo e islamismo son los dos polos, los dos motores que vitalizan la cultura occidental medieval, ya que el arte asiático, el africano y el americano quedan marginados.
      El Himalaya, el océano índico, los desiertos y selvas africanos, el Atlántico y la cadena de los Urales son, esquemáticamente, los límites en que se desarrolla lo que consideramos arte medieval, aunque cronológicamente en otros continentes se desarrollen culturas que muy escasamente influyen en la evolución de la cultura medieval y a las que muy difícilmente sería aplicable el criterio de la estructuración en periodos de la cultura occidental. No es el caso de la cultura islámica que ahora se inicia, pues ésta se asienta fundamentalmente en zonas en las que la cultura de la Antigüedad, común a la cultura cristiana medieval, adquirió gran desarrollo y en ella influye.
      El germanismo es otro factor esencial en la consideración y génesis del arte medieval, que lleva consigo el desplazamiento de los centros creadores a las zonas periféricas del antiguo Imperio romano. Son estos centros los que crean propiamente la cultura medieval y fundamentan su dinámica. En este periodo, no obstante, no existe un solo centro o una zona creadora determinada, sino que, fragmentada la unidad política y únicamente subsistente la unidad basada en la común espiritualidad (v. II-III), será tarea de aportación diversa la que dará como resultante la creación de los estilos que jalonan las etapas de la E. M. En esta proliferación de centros creadores, que toman la dirección espiritual de Europa, se asienta otra característica, muy definitoria de la cultura medieval. La aceleración y acentuada diferenciación en el proceso evolutivo que permiten distinguir con claridad una serie de etapas, en las que las formas artísticas diáfanamente diferenciadas responden fielmente a la estructura evolutiva del pensamiento. De tal manera, que en pocas ocasiones de la historia de la Humanidad asistimos a un proceso tan dinámico en la creación artística, en la que paralelamente a la labor de selección y de negación de múltiples elementos de la cultura antigua, se va engendrando una cultura multiforme en su homogeneidad interna, que en su forma y sentido responde adecuadamente a la evolución de la ideología del hombre medieval.
      2. Periodos y estilos. La periodización cronológica del arte medieval no corresponde exactamente con los periodos históricos, al mismo tiempo que la coexistencia de formas y estilos no permite establecer en todo momento unos límites muy definidos. No obstante, se pueden considerar dos grandes periodos: la Alta E. M. y la Baja E. M., a tenor de la común clasificación histórica.
      Prólogo del primer periodo es el paleocristiano, que se puede considerar comprendido entre los s. II y fines del v. En el Mediterráneo oriental, a partir del s. VI, se inicia el gran arte bizantino (v. BIZANCIO IV), que persiste hasta fines del s. XV; y en el Oriente Medio, Norte de África y España se desarrolla el arte islámico a partir del s. VII (V. MUSULMÁN, ARTE).
      En la cultura medieval estrictamente europea, la Alta E. M. comprende un primer periodo, el prerrománico (v.), que se desarrolla entre los s. VI y la primera mitad del s. XI. Le sigue el románico (v.) durante los s. XI y XII. Como transición al arte de la Baja E. M., durante el s. XII se desarrolla el estilo cisterciense (v.), que da paso al estilo gótico (v.). Este estilo domina toda la Baja E. M., o sea,del s. XII al XV, excepto en el centro de Italia, donde languidece ya en la primera mitad del s. XV, mientras persiste hasta bien entrado el s. XVI en el resto de Europa. En todo caso, ha de tenerse siempre presente que el tránsito de un estilo a otro no supone un corte, una cesura, sino que el momento de esplendor de un estilo coincide con la iniciación del siguiente.
      3. Paleocristiano. Se desarrolla este estilo en plena Edad Antigua, coexistiendo con el arte romano pagano, que influye en su creación, tanto en sentido negativo como positivo. No pocas formas paleocristianas están determinadas por su carácter polémico frente a la estética y formas del arte pagano, así como otras tienen, evidentemente, su raíz en las formas del arte clásico que son interpretadas con finalidad y significación diferentes.
      Antes de la libertad de la Iglesia, es decir, antes del 313, el arte paleocristiano (v.) se gesta lentamente configurando su lenguaje formal, perfectamente formado en el s. iv. Las comunidades orientales, fundamentalmente los centros de Siria y Egipto, desempeñan un papel esencial, junto al valor que tiene siempre, por su carácter receptor, unificador y sincrético, el arte de Roma. El arte que se desarrolla en Occidente durante los s. iv y v es fundamental para la futura evolución artística, particularmente el gran centro creador de Rávena (V. RÁVENA III), verdadero núcleo y corazón del arte paleocristiano occidental del s. v. En Oriente, Antioquía, Alejandría y, sobre todo, Constantinopla son los centros en los que asientan las bases sobre las que ha de apoyarse el arte bizantino.
      Cementerios, basílicas, sarcófagos, mosaicos, miniaturas, marfiles, etc., dan testimonio de la vitalidad de un arte que, respondiendo a la nueva creencia, constituye un principio de lo que será la esencia permanente de la estética cristiana.
      4. Bizantino. Se desarrolla fundamentalmente el arte bizantino entre los s. VI al XV, perviviendo posteriormente en las tierras de la Europa sudoriental y del imperio ruso (V. BIZANCIO IV). Se divide en tres grandes periodos o Edades de Oro, correspondiendo el momento de esplendor de la Primera Edad de Oro al reinado de Justiniano (v.), es decir, al s. VI; en la Segunda Edad de Oro, la de mayor interés, sobresalen las creaciones de los s. X y XI; y la Tercera Edad de Oro tiene su momento culminante en el s. XIV, iniciándose a raíz de la toma de Constantinopla por los cruzados en 1204.
      Realmente, la Primera Edad de Oro es la prolongación o culminación del arte paleocristiano oriental, pues aunque en él están implícitos muchos aspectos del arte bizantino posterior, no se ofrecen con la pureza y principios estéticos que se establecen en la Segunda Edad de Oro, después de las luchas iconoclastas (v.). Es, en efecto, en la Segunda Edad de Oro, cuando surge verdaderamente el arte estrictamente bizantino, cuando las obras que entonces se crean ofrecen las características de lo que consideramos estética bizantina. Entonces se fija el tipo de iglesia de planta de cruz griega con cúpulas y se dan las normas por las que han de regirse las artes figurativas. A partir de este momento, aunque es perceptible la evolución, se establecen unos principios estéticos que se mantienen con evidente rigidez a través del tiempo, salvo en las escuelas del Sur de Italia, de Venecia y del mundo eslavo, en las que se interpretan más libremente. En este aspecto, la presencia de obras y artistas bizantinos en Italia será un factor esencial en la consideración de la evolución del arte cristiano occidental, como asimismo su influencia será claramente perceptible en el arte islámico.
      En la Tercera Edad de Oro asistimos a la espléndida irradiación del arte bizantino por la península balcánica y hacia el centro de Rusia. Se produce una renovación estética, al mismo tiempo que aspectos como la pintura mural y la pintura sobre tabla adquieren un desarrollo extraordinario (v. ICONOS). Las conexiones con el arte italiano son una faceta particularmente sugerente.
      5. Prerrománico. En la Europa occidental, el largo periodo comprendido entre los s. V al X es el de la verdadera gestación del arte europeo, como resultado de los diversos factores que intervienen en su configuración. De una parte, la tradición paleocristiana es un punto obligado de arranque, pues, en un mundo que se estructura como solución de continuidad respecto al Imperio romano de Occidente, es la idea cristiana el único lazo que une la cultura medieval con la romana imperial, así como el único nexo espiritual que unifica la nueva Europa que surge. En segundo lugar, factor importante es la propia romanidad de las diversas regiones de Europa, pues es evidente que la existencia de monumentos y vestigios han de influir en la creación del arte prerrománico de cada uno de los reinos que entonces se crean. Y en tercer lugar, el factor germánico, de por sí diverso, ya que dentro del germanismo son muy diferentes los grados de cultura y de sentido estético de cada uno de los pueblos que lo integran (v. I, A, I y II, 1-2). Necesariamente, surge la diversidad estilística, de acuerdo y en estrecho paralelismo con la fragmentación cultural y política.
      En el arte prerrománico (v.) europeo se pueden distinguir dos grandes periodos. Integra el primero el propiamente bárbaro, que comprende los años finales del s. v hasta mediados del s. vIII. A mediados de ese siglo se inicia el arte carolingio (v. CAROLINGIOS II), verdadero primer renacimiento en la Europa medieval, que comprende hasta mediados del s. IX, prolongándose y coexistiendo en el s. X con el arte otoniano. Paralelamente, en la península Ibérica se inicia, a mediados del s. VII, el arte asturiano (v.), que tiene sus mejores monumentosen el s. IX. Luego triunfa el arte mozárabe (v. MOZÁRABES II), con su momento de esplendor en el s. X, verdadero arte de repoblación, que coexiste en la zona catalana con las últimas muestras de la pervivencia de las formas carolingias, base del primer arte románico.
      El prerrománico es propiamente una etapa de ensayo que ha de fructificar, como culminación de este proceso evolutivo, con la creación del románico, primer estilo internacional del arte medieval cristiano.
      6. Románico. Como oportunamente registraba en su tiempo el cronista benedictino Raúl Glaber, se asiste en el segundo tercio del s. XI a un movimiento cultural que se concreta en la iniciación del arte románico (v.). Este estilo ha de persistir hasta bien entrado el s. XIII, coexistiendo en el s. XII con el cisterciense y la iniciación del arte gótico. Como consecuencia de los múltiples ensayos representados por los diversos estilos que se desarrollan en el prerrománico, merced al apoyo fundamental de la Orden benedictina surge en el s. XI, a lo largo de los caminos de peregrinaciones, un estilo homogéneo que, al margen de la diversidad política de las distintas naciones europeas, unifica el arte de ese momento.
      La piedra, la bóveda como sistema de cubierta y el arco de medio punto son las notas fundamentales comunes a la riquísima variedad de monumentos románicos que se erigen en toda la Europa cristiana. Al mismo tiempo, con una finalidad docente y dando absoluta primacía al carácter significante de la representación, en programas en los que claramente es perceptible el pensamiento monástico, el edificio cubre sus portadas y elementos arquitectónicos con la escultura monumental. Es un verdadero renacimiento de la escultura que, junto con la pintura, fuertemente influida en este caso por la iconografía y estética bizantinas, contribuyen a la armonía y a la unidad del conjunto arquitectónico.
      La ruta de la peregrinación a Compostela (v. CAMINO DE SANTIAGO II) es la columna vertebral de la creación del románico, como la ruta que se dirigía hacia Brindis, en el sur de Italia, pasando por Montecassino, es el gran camino canalizador de las influencias paleocristianas y bizantinas, mientras la ruta de Mont-Saint-Michel, en la costa normanda, supone la constante aportación de elementos de las zonas más germanizadas de la Europa occidental. Las aportaciones de las diversas regiones europeas se funden en este estilo internacional que se crea en torno a los caminos de peregrinación y en el que los monumentos españoles del s. xi tienen una principal importancia (V. GÓTICO INTERNACIONAL).
      7. Císter. La grandiosidad de algunos programas arquitectónicos del románico, el excesivo lujo de algunas construcciones y la aparentemente inútil y a veces indescifrable significación de la decoración escultórica, determina la reacción hacia la pureza arquitectónica de la Orden del Císter.
      La novedad fundamental estriba en la creación de una arquitectura esencialmente funcional, en lo posible desprovista de ornamentación, en la que el arco apuntado y la bóveda de ojivas son sus elementos más característicos. Por otra parte, el monasterio del Císter, construido en zonas de repoblación, es un factor fundamental en el desarrollo artístico y cultural de Europa (v. CISTERCIENSE, ESTILO).
      8. Gótico. Se inicia a mediados del s. xii en el dominio real de Francia. Por oposición al carácter monástico del románico, con el que no obstante se relaciona estrechamente, surge un estilo esencialmente episcopal y ciudadano que tiene en la catedral (V.) su concreción más diáfana y representativa. La catedral gótica es el símbolo de la E. M. y plástica expresión de un pensamiento que representa una cima en la evolución de la espiritualidad del hombre occidental. En ella, todas las artes se conjugan en un conjunto armonioso. El desarrollo de laciudad lleva implícito el del arte gótico (v.), así como su secularización. Arte fundamentalmente religioso da paso, sin embargo, al incremento del arte profano, favorecido por la interpretación de estos temas religiosos desde el punto de vista de un hombre, artista, no eclesiástico. En efecto, el artista, como hombre independiente, pone su arte libremente al servicio de la Iglesia y de la burguesía, impulsándose así la dinámica de la evolución artística.
      El arco apuntado, la bóveda de crucería, la supresión de muros sustituidos por grandes ventanales con vidrieras policromas y la acentuada tendencia hacia la altura son notas características de la arquitectura, como la directa inspiración en la realidad circundante es la base en la estética de las artes figurativas. Aunque se pueden señalar modalidades diversas en las distintas escuelas europeas, generalmente se advierte un primer periodo, que comprende los s. XII y XIII, en el que se construyen los edificios más clásicos y, después de un periodo manierista, surge en el s. XV la última fase, el flamígero, caracterizado por las más audaces soluciones constructivas y la profusión decorativa.
      Simultáneamente, la pintura adquiere un extraordinario desarrollo, iniciado en el s. XIV con las escuelas italianas y continuado en el s. XV con la gran escuela flamenca (v.), que constituyen las bases para el extraordinario desarrollo de la pintura en la Edad Moderna.
      9. Islam. Al margen de la evolución del arte cristiano europeo y fundamentalmente en torno al Mediterráneo, se desarrolla la cultura islámica con múltiples conexiones, tanto respecto a los estilos cristianos como en el ámbito de la evolución de la propia cultura musulmana. La diversidad cultural de las regiones islamizadas es un factor fundamental en la creación de las diversas escuelas, base de una aparente heterogeneidad. No obstante, desde Siria al Atlántico se puede distinguir un primer periodo que alcanza hasta el s. XI. A partir de ese momento, hasta fin de la E. M., la aparición de turcos y mongoles constituye un factor decisivo en la caracterización de una segunda etapa en la que se acentúa la peculiaridad del arte islámico del Mediterráneo occidental (V. MUSULMÁN, ARTE).
     
     

BIBL.: CH. MOREY, Medieval Art, Nueva York 1942; G. SCHNÜRER, La Iglesia y la civilización occidental en la Edad Media, 1, Madrid 1955; E. DE BRUYNE, Estudio de Estética medieval, Madrid 1958; H. FOCILLON, Art d'Occident, París 1938; 1. VON SCHLOSSER, L'arte del Medievo, Turín 1961; W. R. LETHABY, Medieval Art, Londres 1949; M. CINOTTi, Arte de la Edad Media, Barcelona 1968; L. REAu, L'art primitif. L'art médiéval, París 1934; G. MARCAis, L'art de 1'Islam, París 1946; D. TALBOT RICE, Arte islámico, Barcelona 1967; E. KÜHNEL, Die Kunst des Islam, Stuttgart 1962

 

JOSÉ MARÍA DE AZCÁRATE

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991