MARIANISTAS (Societas Mariae: S.M.)
Congregación religiosa surgida en Burdeos el año 1817, como uno de los
instrumentos de la reacción cristiana contra el espíritu antirreligioso de la
Revolución francesa (v.).
Fin. Su fundador, el P. Guillermo José Chaminade (v.), ha dejado en una
Circular, considerada como su testamento espiritual, la descripción exacta de lo
que representan los m., y explica en ella su razón de ser: «Todas las épocas de
la Iglesia -escribe- van señaladas por los combates y los gloriosos triunfos de
la excelsa María... Ahora bien, la gran herejía reinante en estos días es la
indiferencia religiosa... La divina antorcha de la fe palidece y se apaga en el
seno de la cristiandad, la virtud huye y los vicios se desencadenan con
espantoso furor. Se diría que estamos viviendo el momento predicho de una
defección general y de una apostasía práctica casi universal. Esta primera tan
tristemente fiel de nuestra época está lejos, sin embargo, de desalentarnos. El
poder de María no ha disminuido. Creemos firmemente que Ella vencerá esta
herejía como todas las demás... Ahora bien, nosotros hemos comprendido este
designio del cielo y nos hemos alistado bajo sus banderas como sus soldados y
nos hemos comprometido por un voto especial, el de estabilidad, a secundarla con
todas nuestras fuerzas hasta el fin de nuestra vida en su noble lucha contra el
infierno. Y como una Orden de merecida celebridad ha tomado el nombre y el
estandarte de Jesucristo, nosotros hemos tomado el nombre y el estandarte de
María, dispuestos a volar donde quiera que Ella nos llame para extender su culto
y por él el reino de Dios en las almas». Este texto, que resume el ideal de los
m., hace ver el ambiente en que surgió la Compañía de María (Societas Mariae),
su misión y su espíritu. El s. XVIII supuso, con las doctrinas de la Ilustración
(v.) y la Enciclopedia, un ataque formidable y sistemático contra la Revelación
cristiana y el orden sobrenatural. Como consecuencia surgió la impiedad, la
incredulidad y la indiferencia religiosa. Contra estos adversarios de la fe y
del orden sobrenatural surgió la Compañía de María.
Su cuna se remonta a la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar, en
Zaragoza (España). A los pies de la Virgen, durante tres años de destierro
(1797-1800), el P. Chaminade meditó y proyectó para el futuro. Allí se le reveló
el sentido combativo de las palabras del Génesis referidas a la Virgen: «Pondré
enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya...» (3,15). Allí
recibió la inspiración sobrenatural -toda la tradición marianista está conforme
en este punto- de fundar congregaciones marianas y una Orden religiosa, que
estuviese especialmente consagrada a María para combatir la indiferencia
religiosa y propagar y extender la fe.
Fundación. Veinte años tardó el P. Chaminade en realizar esta inspiración
sobrenatural. Entre tanto creaba en Burdeos, al regreso del destierro, la
Congregación mariana con un espíritu eminentemente dinámico y apostólico. En
ella se daba la verdadera fraternidad cristiana a imitación de los primeros
cristianos. Constaba de cuatro ramas: jóvenes de ambos sexos, hombres y mujeres,
más una sección para sacerdotes. En el seno de la Congregación se formó un grupo
de jóvenes más avanzados en la vida interior, que hacían votos de pobreza,
castidad y obediencia, constituyendo algunos «el estado religioso de jóvenes que
viven dispersos en el mundo». El 1 mayo 1817 uno de dichos jóvenes, J. B.
Lalanne, se presentó al P. Chaminade para ponerse totalmente a su disposición.
Éste, profundamente conmovido, creyó llegado el momento de realizar la
inspiración recibida veinte años antes en Zaragoza. «Formemos -dijo a su
discípulouna sociedad religiosa, emitiendo los tres votos de religión, pero sin
nombre, sin hábito, sin existencia civil, en cuanto sea posible: Nova bella
elegit Dominus. Y pongamos todo ello bajo la advocación de María Inmaculada, a
quien ha reservado su divino Hijo la victoria definitiva contra el infierno». El
2 de octubre del mismo año, siete jóvenes reclutados por J. B. Lalanne
decidieron consagrarse a Dios y a María por los votos de religión, votos que
emitieron el 5 sept. 1818, tras una intensa preparación. Recibieron el Decretum
laudis el 12 abr. 1839, el Breve de aprobación el 11 ag. 1865 y el Decreto de
aprobación de las Constituciones el 24 jul. 1891.
Características. El P. Chaminade era persona humilde y modesta, no gustaba
de la propaganda ruidosa y publicitaria. Sin embargo, cuando hablaba de su
Compañía estaba convencido de que algo nuevo, muy de acuerdo con los signos de
los tiempos, había surgido dentro de la Iglesia. Dirigiéndose a Mons. Jacoupy,
obispo de Aquisgrán, decía: «No es la Institución de Burdeos, es la institución
religiosa de todos los países cristianos la que se ha formado bajo vuestros
auspicios». Y cuando se le proponía incorporar a su Instituto alguna familia
religiosa, el fundador reaccionaba invariablemente de la misma manera: «De
acuerdo, decía, pero con tal que se respete íntegramente el espíritu del
Instituto, pues estoy tan persuadido de que hemos encontrado los medios de
restablecer las costumbres cristianas, de propagar la religión y de oponer un
fuerte dique al torrente corruptor del filosofismo, que jamás admitiré no sólo
que nuestro espíritu sea desnaturalizado, sino ni tan siquiera alterado».
El P. Chaminade quería fundar una verdadera Orden religiosa, con todo el
fervor de la Iglesia primitiva; el P. Chaminade quería para la Compañía de María
el estado religioso, que es y seguirá siendo necesario dentro de la Iglesia como
ésta lo es en el mundo. Ahora bien, se puede ser religioso sin las apariencias
tradicionales, es decir, es posible vaciar el estado religioso en moldes nuevos.
Precisamente eso es lo que hizo el P. Chaminade, creando una forma del estado
religioso adaptada a nuevas circunstancias y necesidades. Los m. tuvieron desde
el principio una organización mixta, integrada por clérigos y laicos con
idénticos derechos. Siete miembros: dos clérigos, un profesor, dos comerciantes
y dos toneleros, constituyeron el primer núcleo marianista. La convivencia entre
miembros tan dispares era perfectamente natural, como producto del principio de
igualdad y fraternidad cristianas. Esta composición encontró por su novedad
oposición en Roma, pues en el Derecho canónico vigente entonces no se concebían
más que Institutos clericales o laicales. Para resolver la cuestión la Santa
Sede nombró un visitador apostólico, el card. Mathieu, quien tomó declaración en
su visita a todos los religiosos sobre su opinión acerca de la composición de la
Compañía. La inmensa mayoría se pronunciaron en favor de la organización tal
como hasta entonces había subsistido. En vista de este resultado y teniendo en
cuenta una intervención muy elogiosa del cura de Ars (v. JUAN MARÍA BAUTISTA
VIANNEY), en pro de los m., Pío IX concedió un Decreto, en enero de 1869, que
fijaba definitivamente la Constitución de los m. como Congregación mixta. Era el
primer Instituto religioso que ostentaba este título.
Obras. El tiempo y la experiencia han acreditado la virtualidad y la
eficacia de la integración de clérigos y laicos en un mismo Instituto.
Constituye un ejemplo de igualdad y fraternidad cristianas. Capacita además al
Instituto para toda clase de iniciativas. De hecho los m. han emprendido toda
clase de obras: universidades, colegios, escuelas profesionales, parroquias,
ejercicios espirituales, misiones, suburbios, editoriales, hasta una escuela de
aviación para transporte de misioneros en África. Es de destacar en el campo de
la educación y de la enseñanza el volumen extraordinario que ha tomado la
Editorial S.M.
La capacidad de adaptación de los m. se ha puesto de manifiesto en el
Japón. Cuenta hoy día en aquel país con 114 m., entre ellos 17 sacerdotes. Todos
ellos, excepto diez, son indígenas, así como todos sus superiores y directores.
Son múltiples las misiones que los m. tienen en África: Congo, Marruecos, Túnez,
Costa de Marfil, Kenya, Nigeria, Malawi, Togo y Zambia. Tienen también
misioneros en Corea, Australia e islas Hawai. Esta multiplicidad de obras
responde a que los m. no nacieron con una misión exclusiva o específica.
Surgieron para propagar la fe y multiplicar los cristianos en nuestra sociedad
indiferente e incrédula. Las primitivas Constituciones decían: «La Compañía no
excluye ningún género de obras, adopta todos los medios que la divina
Providencia le ordena: quodcumque dixerit vobis facite». Esta universalidad de
obras hay que entenderla sobre todo como capacidad y disponibilidad según las
necesidades y circunstancias de tiempos y países.
Espiritualidad. La espiritualidad marianista está constituida sobre todo a
base de espíritu de fe y de piedad filial mariana. El P. Chaminade era un hombre
de fe extraordinaria. La fe ha de considerarse la virtud fundamental de los m.
La necesitan de una manera especial, porque nacieron precisamente para propagar
la fe. Si la fe es su virtud fundamental, la piedad filial mariana constituye su
virtud característica. El P. Chaminade recibió en Zaragoza la inspiración de
fundar el Instituto de María como una milicia a las órdenes de la Inmaculada. Es
natural que los m. destaquen y sobresalgan en esa virtud. La devoción mariana
tiene su fundamento en Cristo. Se trata de reproducir, mejor aún, de participar,
de la piedad filial de Jesucristo para con su Santísima Madre. Hoy día esta
doctrina está ampliamente difundida merced al librito áureo del P. Neubert Mi
ideal, jesús Hijo de María, traducido hasta ahora a 21 lenguas. La biblioteca
mariana de la Univ. marianista de Dayton contribuye también a difundir esta
misma devoción entre los cristianos.
Organización. En 1972 cuenta la congregación con 2.827 miembros, de los
cuales 588 son sacerdotes. A pesar de ser éstos minoría, la Compañía es, no
obstante, Congregación clerical a efectos jurídicos, porque el Superior General,
los Provinciales y los PP. Maestros de novicios han de ser sacerdotes. Los demás
cargos los pueden ejercer indistintamente sacerdotes o laicos. El gobierno lo
ejercen el Superior General con sus tres Asistentes o jefes de celo, de
instrucción y de trabajo. El Superior General y sus Asistentes son elegidos por
el Capítulo General que se reúne cada cinco años. Los Provinciales son nombrados
por el Superior General, previa consulta con sus Asistentes. Los Directores los
nombra el Padre Provincial con su Consejo. Durante la guerra civil y religiosa
española de 1936-39 fueron martirizados en Madrid, Ciudad Real y Andújar 15
religiosos marianistas, cuya causa de beatificación está introducida en Roma. En
Friburgo (Suiza) -residencia del seminario internacional de los m.- se celebró
un Capítulo General (1967) con el fin de proceder a la revisión de las
Constituciones y realizar la renovación de la vida religiosa pedida por el Conc.
Vaticano II.
V. t.: CHAMINADE, GUILLAUME-JOSEPH
BIBL.: L. GADIOU, Reseña histórica de la Compañía de María, Burgos 1945; Vesprit de notre Fondation (Documentos de la Familia marianista), 3 vol. Houdart 1910; L'Apótre de Marie, «Revue mensuelle, organe des oeuvres et missions de la Société de Marie» (hasta 1939), Nivelles (Bélgica); P. 1. HOFFER, Pedagogía Marianista, Madrid 1962; H. RouSSEAU, Adela de Trenquelléon (cofundadora con el P. Chaminade de las Hijas de María Inmaculada), Madrid 1962; P. 1. HOFFER, La vie spirituelle á l'école du P. Chaminade
F. FERNÁNDEZ SAINZ
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991