LUCÍFERO DE CAGLIARI.
No se sabe el lugar ni el año de su nacimiento; m. ca. el 370 (S. Jerónimo,
Viris Illust., 95). Obispo de Cagliari (Cerdeña). Se ignora si murió o no en el
seno de la Iglesia. En Cerdeña se le honra como santo y diversas iglesias de la
isla le han sido dedicadas el papa Urbano VIII y más tarde Inocencio X se
abstienen de pronunciarse en pro de la santidad de L. (Decretos respectivos del
13 jun. 1641 y 16 oct. 1647). Fue legado del papa Liberio en el Concilio de
Milán (355) para deliberar sobre la cuestión arriana. Allí, en unión de Eusebio
de Vercelli, el sacerdote Pancracio y el diácono Hilario, representantes del
Papa, se negó a suscribir la condena de S. Atanasio a pesar de las amenazas del
emperador Constancio. Por eso fue desterrado a Germanicia en Siria, a
Eleuterópolis en Palestina y a la Tebaida.
Desde el destierro, L. escribe una serie de tratados polémicos contra el
emperador: 1) De non conveniendo cum haereticis; 2) De regibus apostaticis; 3)
Pro S. Athanasio, o, quia absentem nemo debet judicare nec damnare; 4) De non
parcendo in Deum delinquentibus; 5) Moriendum esse pro Dei Filio. Escribió
también algunas cartas, de las' que no son auténticas algunas que se le
atribuyen.
Desde el punto de vista teológico, L. es pobre. Afirma la «divinidad única
del Padre y del Hijo». Considera a los adversarios del Símbolo de Nicea como si
quisieran rebajar el Hijo al rango de las creaturas, sin preocuparse de la
diferencia fundamental que separa a anomeos, homeos y homousianos (V. ARRIO Y
ARRIANISMO, 5). Explicando el anonadamiento de Cristo, según Philp 2,6, dice que
el Hijo es «similis atque aequalis» al Padre lo cual equivale al «omoyos cata
panta» de Basilio de Ancira, que es lo mismo que decir «homoiousios». ¿Cómo
compaginarlo con el homousios de Nicea? En cambio, abundan las citas de la
Escritura, lo cual tiene importancia para los exegetas, pues nos dan a conocer
el texto bíblico anterior a la Vulgata.
Al poco de morir L. se habla de una secta que lleva su nombre. En España
se ve representada entre otros por Gregorio de Elvira (v.) y el sacerdote
Vicente; en Roma: el obispo Aurelio y el presbítero Macario, así como Faustino y
Marcelino, presbíteros también y autores del Libellus precum; en Tréveris el
presbítero Bonoso y, en Oriente, Oxyrhynco y el obispo Heráclidas. Dos son las
fuentes para el estudio de la secta: la Altercatio LuciJeriani et Orthodoxi de
S. Jerónimo (PL 23,163-92); y el Libellus precum (CSEL, 35,5-44). El primero por
lo que se refiere a la doctrina y el segundo para conocer la difusión de la
secta.
Para los luciferianos la herejía no difiere, en esencia, de la apostasía y
así, el que cae en ella, pierde la potestad de orden, por tanto, todo el que
quisiera ser admitido de nuevo a la comunión de la Iglesia, sería tratado como
un laico cualquiera sin esperanza de ser promovido a grados superiores. La secta
desaparece a finales del s. IV y principios del V.
BIBL.: CSEL, XIV; A. SABA (ed.), Fides S. Luciferi, Milán 1937, 109-116; G. KRÜGER, Lucifer, Bischof von Calaris und das Schisma der Luciferianer, Leipzig 1866; F. PUTZU, Una fulgida gloria della Sardegna del sec. IV, Cagliari 1948; C. ZEDDA, La dottrina trinitaria di L. di C., Roma 1950.
J. IBÁÑEZ
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991