LATITUDINARISMO
Es la actitud adoptada por algunos teólogos anglicanos en el s. XVII, que
abogaban por una interpretación menos estricta o dogmática de la religión
cristiana, lo cual permitiría continuar su adhesión a las formas externas de
gobierno y culto anglicanos, manteniendo al mismo tiempo una cierta indiferencia
o escepticismo sobre su validez absoluta. En este sentido la palabra inglesa
latitude retiene el significado original latino de amplio margen o espacio;
empleando con lenguaje popular se diría en castellano que los latitudinarios
eran teólogos de manga ancha.
En el panorama histórico del anglicanismo los latitudinarios ocupan al
inicio una posición intermedia entre la High Church anglicana (conservadora de
gran parte de la tradición católica), por un lado, y, por otro, la rigidez
calvinista de los puritanos no conformistas (v.). Más tarde, en el s. XVIII, las
corrientes latitudinarias y racionalistas desembocarían en la Broad Church
anglicana, mientras que la influencia propiamente protestante, tal como
permaneció dentro de la iglesia anglicana, vendría a ser denominada Low Church.
Las características esenciales del I. se pueden resumir en: 1) oposición a
todo lo que fuera dogmático en doctrina o costumbres; 2) dar preferencia a la
razón sobre la tradición de la Biblia o de la Iglesia; 3) presentar la religión
sobre la base de la teología natural; 4) búsqueda de las formas correctas de
vivir más que de las de pensar; 5) tolerancia en materias religiosas como
instrumento de la unión entre los cristianos. Los tres primeros puntos reflejan
el intento de aplicar en el terreno religioso el espíritu de investigación
científica de Bacon (v.) y sus seguidores: Lord Falkland y los demás
latitudinarios negaban la autoridad de la Tradición en materias de fe, como
Bacon lo había negado en los conocimientos de la física y proponían el uso de la
razón como medio supremo para comprobar la verdad. Los dos últimos puntos
reflejan más bien un naturalismo pragmático muy en línea con las tendencias
sociales británicas, que subsisten en cierto modo en el anglicanismo actual. En
el s. XVIII, estas premisas cederían el paso a los deístas que negaban la
religión revelada y proclamaban la libertad de pensamiento, la tolerancia
universal y un total antidogmatismo muy en consonancia con el racionalismo de
esa época (v. DENMO).
He aquí algunos ejemplos del modo de pensar de los más destacados
latitudinarios. William Chillingworth, basándose en el «juicio privado»
protestante, opina que el fundamento de la fe no es la tradición eclesiástica ni
su autoridad, sino la Biblia interpretada según el común raciocinio de los
hombres (v. LIBRE EXAMEN). Jeremy Taylor limita aún más la autoridad de la
Biblia misma, pues dice que, exceptuando algunas de las verdades más simples de
la religión natural, es imposible estar seguro de no equivocarse. Se opone tanto
al dogmatismo protestante como a la infalibilidad católica y considera una vana
pretensión tratar de formular las cosas de Dios mejor que con la Palabra Dios.
Es ahí donde pide una mayor amplitud (latitude) de interpretación y tolerancia
sin restringir su significado. John Hales basa su lealtad al anglicanismo en el
hecho de que, según él, era la organización eclesiástica más universal y
tolerante.
Es de hacer notar también que la libertad religiosa por la que abogaban
los latitudinarios se fundaba en la debilidad de la autoridad y en la
imperfección del conocimiento humano, en contraste con los no conformistas (v.)
de su época -sobre todo los puritanos independientes o congregacionalistas
(v.)-, quienes la basaban en la defensa de la comunión personal de cada alma con
Dios.
En 1689, con la expulsión de Jacobo II y la coronación de Guillermo de
Orange y María II, se pensó en la posible unión entre los no conformistas y los
anglicanos, que políticamente se habían aliado contra el catolicismo de los
Estuardo. Los latitudinarios propusieron una ley al Parlamento (Comprehension
Bill), que allanaría las diferencias entre las dos facciones para obtener así
una única iglesia en la que cupieran una gran variedad de creencias. Esta ley no
se aprobó, promulgándose en su lugar una ley de Tolerancia que permitía libertad
de culto; razón por la que desde entonces seguirían separados los anglicanos y
los no conformistas.
BIBL.: l. R. GREEN, A Short History ol the English People, Londres 1876; H. BENSON, Archbishop Laud, Londres 1887.
RICHARD A. P. STORK.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991