LAODICENSES, EPISTOLA A LOS
Es una carta falsamente atribuida a S. Pablo, escrita con la intención, como en
otros apócrifos del N. T (v.), de rellenar una laguna existente en los libros
inspirados, concretamente en el corpus paulinum. En efecto, S. Pablo recomienda
en Col 4,16 que la epístola sea leída en la iglesia de los laodicenses y que a
su vez ellos lean la dirigida a éstos. El testimonio del Apóstol dio al apócrifo
gran autoridad a falta del escrito auténtico. Por eso se lee en muchísimos
manuscritos latinos del N. T. y en muchas antiguas traducciones. Su difusión se
hace a partir del s. VI, después de ser manuscrita en el condx fuldensis por
Víctor de Capua. No aparece en ningún códice griego, aunque fue conocida en
Oriente. El texto griego existente es la traducción del latín, su probable
lengua original, a causa de su gran difusión en Occidente. Hay una traducción
árabe hecha en España antes de 116l.
De breve contenido, más pequeña que la epístola a Filemón, apenas suma 20
versículos. Es un mosaico construido con frases paulinas, sin nexo de ideas: los
tres versículos iniciales son de la epístola a los Gálatas; los 16 restantes de
Filipenses y el último de Colosenses. El autor escribe acerca de la cautividad,
se alegra con la perseverancia de los destinatarios, les avisa contra falsas
doctrinas, alaba sus trabajos y sufrimientos por Cristo, y exhorta a conservar
la doctrina, la unión y la virtud.
La fecha de composición y su autor son cuestiones no resueltas y muy
discutidas. En el Fragmento de Muratori (1,63; v.), se habla por vez primera de
una carta a los l., a propósito de las doctrinas difundidas por Marción (v.).
Por esto hay muchos autores que, siguiendo a Harnack (v.), consideran probable
su redacción por un discípulo de Marción (s. II), quizá por el mismo autor de
los Prólogos marcioníticos. Otros, sin embargo, no siguen esta opinión, entre
ellos E. Hennecke, que considera tal hipótesis indemostrable (o. c. en bibl.,
80-83). De hecho, no puede demostrarse que el Canon de Muratori se refiera
necesariamente a este apócrifo, pues Marción llama en sus escritos «Laodicea» en
vez de «Éfeso». Más tarde S. jerónimo hace alusión, aunque no muy clara, este
apócrifo (De Viris illus., 5: PL 23,649). La primera cita explícita aparece en
el tratado pseudoagustiniano De Divinis Scripturis. En Oriente y desde finales
del s. iv fue conocida una epístola a los l. hasta que el II Conc. de Nicea
(787; v.) la rechazó.
La fecha de composición de la epístola a los l. debe situarse entre los s.
II y IV.
La auténtica epístola a los l. o bien es un escrito perdido, o en
definitiva se trata de una síntesis, o la misma epístola a los Efesios (v.).
Laodicea es una de las siete iglesias del Apocalipsis (v.), situada en
Asia Menor, en la Frigia, junto al río Lico, afluente del Meandro. La ciudad
había sido fundada por Antíoco II (261-246 a. C.) en honor de Laodike, su mujer.
En Apc 3,14-19 hay una irónica alusión a sus riquezas, tejidos y fuentes
medicinales, quizá las aguas tibias de la vecina Hierápolis. Según Col 4,12-13,
se podría deducir que fue Eparras el fundador de esta iglesia.
BIBL.: E. NESTLE, Novum Testamentum graece et latine, 16 ed. Stuttgart 1954 (contiene el texto latino de la epístola a los l.); K. H. RENGSTORF, Laodicenses, Carta apócrifa a los, en Enc. Bibl. IV,917-918; P. TERMES, Laodicenses, Carta paulina a los, en Enc. Bibl. IV,918; F. STEGMUELLER, Repertorium biblicum, 1, Madrid 1940, 214-216; E. HENNECKE, Neutestamentlich Apocriphen, II, Tubinga 1964, 80-84; SANTOS OTERO, Apocrypha N. T., Madrid 1956; L. VOUAux, Les Actes de Paul, París 1913, 236-314.
GERALDO DE FÁTIMA MORUJAO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991