JAPÓN, MÁRTIRES DEL


Mucho se habló de los Mártires del Japón, exagerando su número. Ciertamente, no se esperaban aquellas persecuciones cuando tan floreciente se iba presentando la naciente cristiandad japonesa. Pero la persecución se presentó, en parte debido a razones políticas, en parte a religiosas, y también a divergencias de método de los mismos misioneros, Y, desde luego, debido también al resentimiento del elemento religioso tradicional encarnado en los bonzos. El comienzo de la persecución tuvo lugar en tiempos de Taikosama (1587), que decretaba la expulsión de los misioneros. Eran 120 entonces: muchos de ellos consiguieron permanecer ocultos. Diez años después se originó una nueva persecución, ésta ya sangrienta con sus primeras víctimas. El 5 feb. 1597 fueron crucificados y alanceados en Nagasaki tres jesuitas japoneses: Pablo Miki, Diego Kisai y Juan de Goto; seis franciscanos: Pedro Bautista Blázquez, español, Felipe de las Casas, mexicano, Gonzalo García, de la India, Francisco Blanco, Francisco de Parrilla y Martín de Aguirre, españoles. Los 17 restantes eran todos japoneses, algunos catequistas. Eran los primeros mártires del Japón, a los que habían de seguir varios centenares más en los años siguientes. Sobre la sangre derramada, 137 iglesias fueron abatidas, y 125 jesuitas desterrados, aunque la mayoría pudo permanecer de modo oculto en el Japón para confortamiento de los cristianos. Los 26 primeros mártires fueron canonizados por Pío IX en 1862.
      Aunque se permitieron algunos periodos de respiro, de hecho continuaba el estado de persecución. El martirologio japonés nos da a conocer mártires de todos estos años, como los de Hirado, los de Figen, los de Satzuma y sobre todo los de Arima. En 1614 se reavivaría con mayor saña, buscándose ya la extinción total del Cristianismo: destierro de misioneros, vejaciones de cristianos, sangre de mártires. Los cristianos quizá fueran entonces unos 300.000. En cuanto al número de mártires, las investigaciones los hacen subir a 4.045, de los que 3.171 llegaron a derramar su sangre por la fe; los otros 847 murieron detenidos en la cárcel. En cuanto a ejecuciones capitales pueden recordarse: 63 en 1614, 13 en 1615, otras 13 en 1616, 20 en 1617, 68 en 1618, 88 en 1619, 17 en 1620, 21 en 1621 y 132 en 1622. Todas ellas pueden comprobarse históricamente.
      No todos han alcanzado el honor de los altares. El 7 jul. 1867, Pío IX beatificaba a 205 de ellos, del periodo comprendido entre 1612 y 1632: 152 japoneses y 53 extranjeros: 23 españoles, 12 coreanos, 7 portugueses; 6 italianos, 3 mexicanos, 1 belga y 1 holandés. La mayoría eran religiosos, o estaban estrechamente vinculados con alguna de las órdenes misioneras.
     
      V. t.: JAPÓN VII.
     
     

BIBL.: D. PACHECO, Mártires de Nagasaki, Bilbao 1961; G. HuBER, Kreuze über Nagasaki, Werl 1954; H. CIESLIK, Das ChristenVerbot in Japan unter dem Tokugawa-Regime, «Neue Zeitschrift für Miss¡ onswissenschaftn (1950) 175-192, 256-272; (1951) 24-36; PROFILET, Le Martirologe de l'Église du Japan, París 1895-97; J. LAUREs, Die Zahl der Christen und Martyrer im alten Japan, «Monumenta Nipponicau (1951) 84-101.

 

Á. SANTOS HERNÁNDEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991