JAINISMO


El j., como el budismo (v.), no fue otra cosa en su origen que una secta reformadora en el interior de la naciente comunidad hinduista. Fue un movimiento heterodoxo dentro del hinduismo (v.) que tomó una actitud contraria al brahmanismo (v.) y rechazó la autoridad de los escritos del Veda (v.). A pesar de esta semejanza de base, el j. no tiene relación alguna con el budismo, la influencia recíproca parece nula; es tan antiguo como él y los textos budistas hablan de los jainas como de una escuela rival. Su evolución ha sido distinta; el budismo llegó a ser casi como una gran religión de tipo universal, misionera, con una evolución filosófica compleja y muy interesante. El j. quedó sólo en una religión cerrada; más bien, habría que decir, una especie de movimiento filosófico-ascético, muy limitado en el número de sus seguidores y con un pensamiento estrecho y conservador.
      Históricamente, el j. fue fundado, o renovado, por Vardhamána, nacido de una familia rica en el 550 ó 540 a. C., cerca de la ciudad de Vaisháli, la actual Besara, al norte de Patna; sus padres eran seguidores de una secta antigua, cuyo último jefe fue Párshva, muerto 250 años antes de Vardhamána y quien afirmaba ser el 23 descendiente de una serie de jefes espirituales, los Tirthankaras. Vardhamána se casó con Yashodá pero a los 28 años de edad, a la muerte de sus padres, dejó su casa, se dedicó al ascetismo durante 12 años y tuvo la «iluminación» bajo el árbol Shála. Durante los últimos 30 años de su vida, predicó su doctrina que en realidad era una reforma y una reorganización de la antigua secta de Párshva, cuyos orígenes se pierden en la prehistoria religiosa de la India. Entonces se le llamó Mahávira, él héroe, o Jina, el victorioso; visitó con sus discípulos, los shramanas, el noroeste de la India, deteniéndose solamente durante la época de las lluvias. Murió a la edad de 72 años en Pávápuri, cerca de Rajagriha (donde los jainas han levantado cuatro templos grandiosos) en el 477 ó 468 a. C. Mahávira no pasó por las experiencias de duda, de inquietud y de búsqueda de Buda, del que fue contemporáneo. Su sabiduría consistió en un conocimiento más profundo y reformador del pensamiento de la secta de Párshva; fue una personalidad excepcional que quiso perfeccionar una religión ya existente. El j. le reconoce como el último de los 24 grandes Tirthankaras, los liberados, los grandes sabios de la secta.
      La nueva comunidad fundada por Mahávina se dividió 600 años después de su muerte en dos sectas: los Shvetámbaras, los vestidos de blanco, y los Digambaras, los vestidos del espacio, es decir, los desnudos; esta separación correspondió a distintos conceptos de ascetismo y de disciplina. Se cree que los primeros representaban la antigua corriente de Párshva, y los segundos, la tendencia más radical y severa de Mahávira. Actualmente, las diferencias son más bien de tipo práctico que especulativo.
      El j. es más bien ateo, es decir, no cree en un Dios supremo y creador; admite la eternidad de las sustancias, unas inanimadas, otras animadas, y la universalidad de la vida. El universo de los factores físicos y mentales existen desde toda la eternidad y hay un número infinito de fenómenos producidos por la naturaleza sin la intervención de ninguna divinidad exterior. Parece, pues, un tipo de panteísmo, como otras sectas hinduistas. Las almas, los jivas, son sustancias animadas siempre en combinación con las sustancias inanimadas y engendran, por sus actos, la energía del Karma (v.), bueno o malo, que es la causa de que el alma sufra los nacimientos y las muertes. El monje jaina lleva siempre una escoba para limpiar el suelo delante de él cuando camina y no pisar ningún insecto: prohibición de dañar inadvertidamente a cualquier ser vivo; por ello ciertas profesiones, como la agricultura, les están vedadas a los jainas; la mayor parte se dedica al comercio. El jaina se somete a ayunos muy largos de purificación y admite la muerte por inanición. El j. cuenta actualmente con unos 2 millones de adeptos en Gujarat y Rajputana. La importancia social y económica de la comunidad sobrepasa en mucho a su importancia numérica.
     
      V. t.: INDIA VI.
     
     

BIBL.: A. GUERINOT, La Religions Diaina, París 1926; H. vox GLASENAPP, Der Jainismus, Berlín 1964; S. STEVENSON, The Heart ol Jainisni, Oxford 1915; W. SCHUBRING, Die Jainas, Tubinga 1927; íD, Jainisme, en A. BAREAU, Les religions de 17nde, III, París 1966, 247-276; R. WILLIAMS, Jaina Yoga, Londres 1963; C. REGAMEY, Jainismo, en F. KáNIG, Diccionario de las religiones, Barcelona 1964, 747-750; 1. ROGER, El pensamiento filosófico de Asia, Madrid 1960, 234-255.

 

J. ROGER RIVIÈRE.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991