En Filosofía, se llaman frenólogos a los partidarios de la F. (v. i) como
doctrina psicofisiológica que defendía la posibilidad de localizar en
determinadas zonas del cerebro las diferentes funciones espirituales de la
persona, y viceversa, como doctrina psicognóstica, mediante el análisis de
ciertos rasgos físicos deducir la personalidad de un sujeto. En el primer
tercio del s. XIX, los médicos alemanes F. J. Gall, que enseñó en Viena y
en París, J. G. Spurzheim y el francés Broussais, estudian las
localizaciones cerebrales de las funciones «espirituales», alcanzando sus
experiencias y teorías una notable resonancia. La F. o craneoscopia, se
extiende por Europa como una corriente de moda. Entre sus seguidores más
destacados figuran Broca, Cabanis y Lavater, y su difusión alcanza
particular relieve en España, donde este enfoque no resulta nuevo: en el
Renacimiento ya M. de Sabuco, Huarte de San Juan (v.) y Esteban Pujasol
habían planteado cuestiones semejantes, aunque embrionariamente.
Continuando esa tradición de los médicos-filósofos renacentistas,
surge una nueva generación a mediados del s. XIX. Todos ellos se
caracterizan por su fuerte tendencia experimentalista, la influencia del
sensismo (v.) y el remontarse de lo físico a lo especulativo-filosófico.
Además de una serie de estudiosos y documentalistas (A. Hernández Morejón,
f. F. Vendrell, P. F. Monlau y, sobre todo P. Mata y f. de Letamendi),
destacó con casi espectacular resonancia el grupo de los frenólogos,
muchos de ellos catalanes. Desde principios del siglo se publican ya las
doctrinas de Gall: una Exposición anónima en 1806, un Folleto de E. Cook
en 1822, un Resumen en 1835 y la Nueva clasificación de las facultades
cerebrales en 1837. Y no sólo resúmenes: ya F. Fabra Soldevila (1773-1839)
escribe, influenciado por Gall, una Filosofía de la legislación natural
fundada en la antropología o en el conocimiento de la naturaleza del
hombre (1838).
Pero el verdadero artífice de la expansión en España de la
frenología iba a ser un hombre que no era médico. Mariano Cubí Soler
(1801-75) logró crear un movimiento que agrupó en torno a sí a diversos
estudiosos y aficionados. Sin ser de tipo religioso, la F. tenía un cierto
aire místico, proselitista, en parte provocado por los ataques recibidos.
El semanario «La Antorcha» y la «Rev. frenológica» serían sus órganos de
divulgación y agrupamiento: los suscriptores a esta última disfrutaban de
un reconocimiento cerebral a precio reducido, a cargo del propio Cubí. De
1843 a 1848, según Menéndez Pelayo, llevó a cabo «una especie de misión
para propagar su doctrina, que mezclaba con la del magnetismo animal y
otros embolismos».
Los frenólogos, aun cuando constituyan tan sólo «un episodio
pintoresco y divertido» (Carreras Artau) y estuvieran «entre la ciencia y
la magia» (Carnicer), influyeron en su tiempo; y si su método no era
acertado ni coinciden sus resultados con la realidad, es indudable que
apuntaban a una situación correcta, aunque entonces pudiera temerse que
por ese camino se acabase en el ateísmo y aun la negación del alma. Pero
ellos ponían el acento en los aspectos físicos, fisiológicos, de la mente
humana y de la personalidad toda. Balmes (v.), aunque combatió en bloque a
los frenólogos, destacó lo que podía haber de valioso en sus teorías,
reconociendo que, desde luego, entre cerebro y entendimiento había una
relación, idea que desde hacía dos siglos se aceptaba sin descubrir el
mecanismo de esa relación (Descartes, Malebranche, Leibniz). La doctrina
establecida por S. Tomás (v.) seguía siendo válida: «el alma intelectiva,
con ser una por esencia, requiere para sus varias operaciones
disposiciones diversas en las partes del cuerpo a que se une». Hoy, todo
cuanto los frenólogos tuvieron de anecdótico, de no-científico, de
predicciones semimágicas, de materialismo y fatalismo, ha sido olvidado.
Otra faceta interesante de los frenólogos, y en especial de Cubí, es
su interés práctico por la orientación profesional en base a los citados
conocimientos. Entre las obras de Cubí sobresalen: Sistema completo de
frenología (1844); La frenología y sus glorias (1853); Lecciones de
frenología (1853); Polémica religioso-f renológico-magnética. Y obra
clave, de F. J. Gall es: Sur les fonctions du cerveau el de chacune de ses
parties, París 1825.
BIBL.: R. CARNICER, Entre la
ciencia y la magia, Barcelona 1969; T. CARRERAS ARTAU, Estudio sobre
médicos-filósofos españoles del s. XIX, Barcelona 1952; M. MENÉNDEZ Y
PELAYO, Historia de los Heterodoxos españoles VI, Madrid 1948; S. RAMÓN Y
CAJAL, El sistema nervioso del hombre y los vertebrados, Madrid 1921.
E. FERNÁNDEZ CLEMENTE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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