FIJISMO


Teoría científica que sostiene que cada especie de seres vivos permanece poco más o menos invariable a lo largo de la historia en la forma en que fue creada. En una primera aproximación puede decirse que el f. es lo opuesto al evolucionismo o teoría de la evolución (v.). Si bien, análogamente a como existen diversas teorías o hipótesis evolucionistas, existen también diversas teorías fijistas, admitiendo unas y otras, según los autores, un mayor o menor grado de evolución o de fijeza en las especies vivientes; con lo cual la oposición entre teorías fijistas y evolucionistas se atenúa en muchos casos. Entre los biólogos modernos clásicos sostenedores de un f. en mayor o menor grado y con diversos matices se distinguen Linneo (v.), Cuvier (v.), Pasteur (v.), Quatrefages y otros. En el s. XIX es cuando fundamentalmente se produjeron las más fuertes polémicas entre fijistas y evolucionistas.
      Linneo (1701-78), el clasificador de las especies vivientes, especialmente de las vegetales, escribió que «tantas especies podemos numerar como diversas formas fueron creadas al inicio» (Plhilosophia botanica, 1751); casi al mismo tiempo hacía notar que nacen nuevas especies por cruce; según una carta de su hijo, L. pensaba que «las especies y los géneros eran obra del tiempo, pero que los órdenes naturales eran obra del Creador». Cuvier (17691832), el creador de la Anatomía comparada y gran impulsor de la Paleontología, deducía de la armonía y equilibrio de la Naturaleza que cada especie es una realidad fija a partir de su creación. Cuvier observó las relaciones entre fósiles (v.) y especies vivientes, estableciendo la correlación de sus formas y fundando un método para estudiar las extinguidas. Considera al equilibrio en la Naturaleza algo fundamental y necesario desde su principio; no puede ser un simple resultado final de procesos evolutivos como decía Lamarck (v.); en la polémica triunfó Cuvier, cuya autoridad científica era muy superior. Pasteur (1822-95), el creador de la moderna Microbiología, con sus demostraciones experimentales de que todo ser vivo proviene de otro ser vivo, incluso los microorganismos más elementales, en contra de la antigua opinión tradicional que admitía la llamada «generación espontánea», proporcionó nuevos argumentos a los fijistas en contra de los evolucionistas. Juan Luis Armando de Quatrefages (181092) descubrió gran número de especies y realizó estudios de histología comparada pasando después a ser el iniciador de los estudios de Antropología biológica; se opuso a la teoría evolucionista de Darwin, si bien no defendió un f. rígido.
      Ideas evolucionistas habían sido sostenidas por algunos pensadores griegos presocráticos (v.) de diversas escuelas; p. ej., Anaximandro (v.) de la Escuela de Mileto (v.), lenófanes de la Escuela de Elea (v.), Heráclito (v.), y mecanicistas atomistas como Empédocles (v.) y Demócrito (v.). Entre los latinos, Lucrecio (v.). Eran en general ideas más o menos burdas, en relación con un craso materialismo o panteísmo. Los grandes filósofos griegos, como Aristóteles y Platón, aunque a veces tendían a un cierto panteísmo, reconocían mejor la real pluralidad de los seres v de sus formas con sus diferencias específicas y profundizaron también en el estudio de la naturaleza de sus cambios y en su finalidad. Y la generalidad de los autores puede decirse que tenía una visión espontánea más o menos fijista de los diversos seres. Es decir, ni las ideas evolucionistas ni las fijistas eran nuevas en los s. XVIII y XIX; y a partir del cristianisino, ambas eran relacionables y relacionadas de diversos modos con el hecho fundamental de la creación (v.).
      Los que tendían a interpretar literalmente el relato de la creación divina en el libro del Génesis solían dar una explicación más fijista de la historia de las diversas especies de seres vivos y no vivos. Pero el mismo Génesis sugiere por sus formas de decir que su descripción de la creación no ha de entenderse literalmente, y de hecho muchos Padres de la Iglesia y teólogos cristianos antiguos entendieron el relato de los «seis días» como algo expresivo de que la creación divina abarca a todo lo existente (de que no hay nada fuera del poder creador de Dios) y de que hay una especial creación del hombre que se diferencia del resto de los seres. La interpretación más general y tradicional ha sido considerar que no fue todo creado a la vez, o que no aparecieron todos los seres creados al mismo tiempo. Para algunos, a partir de la única creación material se habrían originado por generación espontánea los primeros seres vivos; según otros, también habrían sido directamente creados uno o varios ejemplares vivientes, a partir de los cuales se originarían las diversas especies; el hombre, al menos en su alma, necesariamente ha sido creado de modo directo por Dios (si bien, el «barro» con el que Dios formó el cuerpo de Adán se interpreta de diversas formas). Se considera a S. Agustín como uno de los autores cristianos más antiguos que darían pie a interpretaciones favorables a teorías evolucionistas.
      Estas cuestiones se radicalizaron el s. XIX porque muchos biólogos evolucionistas de esa época extrapolaron las teorías de la evolución biológica, tratando de generalizarlas de forma absoluta y de emplearlas para justificar el materialismo y el ateísmo. Naturalmente ello provocó una inmediata y legítima oposición por parte de otros muchos biólogos y por la mayoría de los filósofos y teólogos, y se radicalizaron también las teorías fijistas. Como dice el padre Wagget, en Darwin and modern science (1909): «La creación especial en su forma rígida parece haber sido un elemento reciente, incluso en la ortodoxia bíblica inglesa (anglicana). La Edad Media no sospechó que la fe religiosa pudiese prohibir la investigación del origen material de las distintas formas de vida... Y todavía mucho después, en el s. xviii, como puede deducirse no sólo de los primeros «Proceedings of the Roya] Society», sino también de un autor tan sencillo y regularmente piadoso como Walton, la variación de las especies y la generación espontánea no tenían implicaciones teológicas... Fue en el s. XIX cuando tomó forma la enunciación en su modo más severo. Algo en la precisión de aquella época, en su exaltación de la ley, en su fría pasión por un universo estable y medido, debió ser la causa de esta rigidez del pensamiento religioso sobre el mundo vivo que Darwin desafió».
      Darwin (v.; 1809-82) no solamente aludió a que el cuerpo humano podía haber tenido un antecedente animal, sino que consideró al hombre todo como un animal muy evolucionado. Más extremosos fueron aún Haeckel (v.; 1834-1919) y Spencer (v.; 1820-1903), que incidieron en un monismo- generalizado (v. MATERIALISMO) y, por tanto, en la negación, en sí misma contradictoria, del espíritu humano y del pluralismo (v.) de la realidad, en una degradación de la ética, etc. Es decir, la extensión de las teorías evolucionistas a toda clase de ámbitos, incluido el espiritual, era un evidente a priori inadmisible, que radicalizó la polémica.
      En el s. XX, los biólogos responsables en general se limitan a considerar la evolución como una hipótesis explicativa de la historia puramente biológica, reconociendo las radicales y cualitativas diferencias que presenta el espíritu humano y sus fenómenos de conocimiento intelectual y amor en libertad, que no pueden derivarse de la pura materia. Se dan a la teoría de la evolución alcances limitados, que varían según los autores. Se reconoce la dirección finalista de los procesos biológicos, como algo superior a simples procesos materiales de tipo físico-químico; se reconocen las diferentes clases de vida específicamente distintas, que no siempre pueden derivarse unas de otras (V. VIDA I-II; EVOLUCIÓN; MATERIA II, 1; TELEOLOGÍA). Con todo ello la polémica se ha atenuado. Si bien las diferentes teorías de la evolución biológica, con limitados o restringidos alcances, se hallan muy difundidas, no faltan tampoco razones a las teorías fijistas.
      A favor de las teorías fijistas pueden aducirse diversos hechos y argumentos, como los siguientes: la imposibilidad de la generación espontánea; el no haberse logrado sintetizar en el laboratorio ningún microorganismo vivo a partir de sustancias químicas; la insuficiencia de los mecanismos de la herencia y de la influencia del medio ambiente para explicar transformaciones sustanciales en los animales que den origen a nuevas especies; la existencia de una finalidad inscrita en los diversos procesos biológicos; etc. Por otra parte los parentescos morfológicos entre los seres vivos que ponen de manifiesto la Anatomía e Histología comparadas, los diversos estadios del desarrollo de un ser vivo desde su estado de embrión al de adulto, y las colecciones de fósiles con especies desaparecidas en las que se ordenan las diversas especies vivientes en una sucesiva gradación de formas y perfecciones, si bien pueden resultar coherentes con una teoría evolutiva, también lo son en una teoría fijista.
     
      V. t.: EVOLUCIÓN; MONOGENISMO Y POLIGENISMO; VIDA 1-11.
     
     

BIBL.: É. GILSON, D'Aristote á Darwin... et retour, Essai sur quelques constantes de la biophilosophie, París 1971; V. MARcozzi, L'uomo nello spazio e nel tempo, Milán 1953, p. 431 ss.; A. SANTOS Ruiz, Vida y espíritu ante la ciencia de hoy, Madrid 1970; y las Bibl. citadas en EVOLUCIÓN y VIDA I-II.

 

JORGE IPAS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991