El ritmo íntimo de la vida del pueblo judío está determinado por su
calendario en el que la naturaleza y la historia conforman el desarrollo y
la sucesión de las solemnidades y conmemoraciones religiosas y nacionales.
En las etapas marcadas por el calendario nacen los impulsos espirituales
que cada celebración crea en el alma judía ligándola a las tradiciones
ancestrales y proyectándola hacia las más altas aspiraciones humanas. Cada
f. es en el caminar del espíritu de Israel como un oasis, un alto
reparador y vivificante. El calendario religioso del pueblo judío expresa
el arte de crear una verdadera arquitectura del tiempo: las horas
convergen hacia los momentos de la oración empezando N terminando el día
con la puesta del sol; cada semana tiene su cumbre en el Shabbat, día del
sábado consagrada a Dios; los meses se suceden marcados por el Rosh lodesh
o comienzo del mes indicado por cada luna nueva; las estaciones están
señaladas por las tres f. de Peregrinación: Pésaj (Pascua), en el paso del
invierno a la primavera, Shabuot (Pentecostés), al comienzo del verano y
Sukkot (Tabernáculos), en el umbral del otoño. Todo el ciclo anual culmina
en las solemnidades de Rósh Hashanáh (Año Nuevo) y Yom Kippur (Día de
Expiación). Cuatro f. menores -Purim, Janukkáh, Lag Baomer y Tu Bishvat- y
cinco ayunos completan el cuadro de las conmemoraciones judías a lo largo
del año que consta de 12 ó 13 meses lunares. La mayoría son de origen
bíblico, se celebraban ya en tiempos del A. T., otras son más recientes.
Los años se suelen contar a partir del primer mes del otoño. Según
el cómputo tradicional, los judíos celebraron en octubre de 1971, la
entrada del año 5.732 de la Creación (v. CRONOLOGÍA II). Sin embargo, el
primer mes según la letra de la Biblia se situaría en el comienzo de la
primavera (Ex 12,1-2). Los meses lunares duran 29 ó 30 días y son: en
primavera, Nisan, Iyar y Siwan; en verano, Tammuz, Ab y Elul; en otoño,
Tishry, jeshwan y Kislew; y en invierno, Tebet Shevat y Adar (Veadar se
añade en los años de 13 meses).
1. Sábado y primero de mes: a. Shabbat (Sábado). Entre todos los
días solemnes, ninguno es tan importante como el sábado. La influencia
profunda en la vida judía de este séptimo día de la semana dedicado a
Dios, desde hace miles de años, ha determinado en gran medida la vida
espiritual del pueblo de Israel. El judío aprende a vivir su día sagrado
como una intuición de eternidad. Tercero de los Diez Mandamientos, el
descanso del sábado tiene un doble significado. Es el recordatorio semanal
de la Creación del Universo y el símbolo vivido de la presencia de Dios en
la historia de Israel y, a través de ella, en el acontecer del mundo. El
primer sentido lo define la Biblia así: «Acuérdate del día del sábado para
santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra pero el séptimo es
día de descanso consagrado al Eterno tu Dios... pues en seis días hizo el
Eterno los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene y el
séptimo cesó, por eso bendijo el Eterno el día del sábado y lo santificó»
(Ex 20,8-11). En cuanto al segundo significado la Biblia afirma: «Observa
el día del sábado para santificarlo... y recordarás que fuiste esclavo en
tierra de Egipto y el Eterno tu Dios te sacó de allí... por eso el Eterno
tu Dios te mandó celebrar el día del Shabbat» (Dt 5,12-15). El Shabbat es,
pues, el testimonio constantemente renovado de la fe de Israel en Dios
Creador y Redentor, Señor de la Naturaleza y de la Historia. Los Profetas
bíblicos recuerdan, imponen, reclaman y explican la abstención de todo
trabajo en el día de Shabbat (cfr. Is 56,2).
Las enseñanzas de los Profetas se amplían en la literatura rabínica
posbíblica. El Talmud (v.) permite interrumpir el descanso del Shabbat
cuando se trate de salvar una vida humana en peligro o en caso de extrema
necesidad. Para los rabinos (v.), lo que determina el carácter sagrado del
Día del Señor, no es el puro descanso físico sino la dedicación a la
oración y al estudio, del tiempo así sustraído a las ocupaciones
cotidianas. El Shabbat, institución fundamental del judaísmo, impregna de
religiosidad y humano sentir, la atmósfera de la sinagoga (v.) y del
hogar. Desde el viernes por la tarde el judío piadoso se prepara con sus
mejores ropas. Al regresar de la oración vespertina del viernes, reza una
plegaria de consagración -Kiddush- con una copa de vino en la mano, de pie
ante la mesa puesta y adornada alrededor de la cual se instala luego toda
la familia para la cena festiva. Hasta la puesta del sol del día siguiente
nadie ejecutará trabajo alguno. Por la mañana se acudirá a los rezos en la
sinagoga y a mediodía se celebrará con la familia una comida con cantos e
himnos de alabanza. En una atmósfera hogareña se restablece el diálogo
entre hijos y padres, entre los hermanos, tan a menudo inexistente durante
la semana. La tarde se dedica a la lectura y estudio de textos sagrados y
al intercambio de ideas sobre temas religiosos o comunitarios. Tras la
tercera comida y los rezos vespertinos, se despide al Shabbat con una copa
de vino en la mano recitando la Havdalah, rezo de separación entre el
Sábado que termina y la nueva semana que comienza (v. t. SÁBADO).
b. Rosh Jodesh (Neomenia o Novilunio). Es el primer día del mes
lunar; llámase también así al último de los días en los meses que tienen
treinta (textos: Ez 46,3 ss.; Num 28,11-15; 10,10; Lev 23,24 ss.). Se
celebra particularmente en la sinagoga en el marco de los tres servicios
religiosos cotidianos, con plegarias e himnos adecuados y una bendición
especial que se pronuncia al aire libre en noche de cuarto creciente de
luna, proclamando a Dios como Creador de todos los astros y del Universo
entero. Antiguamente las mujeres solían abstenerse de todo trabajo, según
la tradición como recompensa, por no haber imitado a sus esposos en la
adoración del becerro de oro (Ex 32,1-6).
2. Fiestas anuales de Peregrinación. Son tres: Pésaj, Shabuot y
Sukkot, y conmemoran la peregrinación al Templo de Jerusalén prescrita en
el A. T.: «Tres veces al año, todo varón de entre vosotros se presentará
delante del Eterno tu Dios, en el lugar que Él haya elegido, en la
festividad de los ázimos, en la de las semanas y en la de los
tabernáculos» (Dt 16,16). Con la destrucción del Templo, estas f., cuya
celebración se modificó forzosamente, siguieron constituyendo, sin
embargo, un cierto lazo de unión entre el Pueblo de Israel y su Tierra
Santa, así como entre el judío de cada época y el de antaño. Tanto como el
Shabbat, estas f. llamadas también Mo'adm -etimológicamente «citas» con
Dios- hacen más sensible la presencia divina en la vida de los judíos
fieles.
a. Pésaj (Pascua). Fiesta del «paso» -en hebreo, Pésaj- del ángel de
Dios por encima de las casas de los israelitas para preservarlos de la
última plaga que se abatió sobre Egipto cuando su soberano Faraón les negó
la libertad. Es también la f. del cordero pascual que marcó el éxodo, en
el relato bíblico (v. CORDERO DE DIOS). Desde aquel acontecimiento, Israel
se asentó y consolidó como pueblo. Pésaj es teológicamente la
prefiguración y la garantía de la futura Redención (v.) mesiánica y, en el
sentir popular, la más grande y hermosa de las fiestas. Se celebra a
partir del 15 de Nisán y dura 7 días en Israel y 8 en la Diáspora; los dos
primeros y los dos últimos son festivos y los intermedios semiffestivos.
Fiesta de la primavera, ligada en la antigüedad bíblica a la cosecha de la
cebada, el Pésaj adquirió después, sin desvincularse de la naturaleza, el
significado histórico predominante que hemos dicho. La obra de Dios para
con Israel en Egipto, se rememora en Pésaj, durante la celebración en
familia del Seder o cena pascual. El pan sin levadura (de ahí también f.
de los ázimos), memorial de la salida apresurada de Egipto, sustituye
desde esta cena de la primera noche hasta el fin de la pascua al habitual
pan con levadura que se elimina la víspera con una ceremonia llamada
Bedicat jamets o búsqueda de productos con levadura, para su posterior
alejamiento del hogar.
En el ritual doméstico del Seder participa toda la familia. En la
mesa están los alimentos simbólicos: hierbas amargas -mayor- y bolas de
frutas y especias -jaroset- simulando el barro, recuerdan la amargura y
dureza de la esclavitud a la que Israel fue sometido en Egipto. El relato
de su liberación está contenido en la Haggadáh cuya lectura se hace antes
de cenar. El más pequeño de los niños presentes hace las cuatro preguntas
rituales: «Cuán diferente es esta noche de las demás. ¿Por qué esta noche
comemos únicamente el pan sin levadura? ¿Por qué esta noche comemos
especialmente hierbas amargas? ¿Por qué esta noche untamos los alimentos
(en vinagre)? ¿Por qué esta noche nos sentamos reclinados a la mesa?». El
padre y los demás comensales cóntestan leyendo y explicando el texto de la
Haggadáh, el cual se inspira en la narración bíblica del Éxodo (v.) y en
sus glosas y comentarios talmúdicos y rabínicos alusivos a la milagrosa
salvación pasada de Israel y a la prometida en el futuro para la humanidad
toda; aparecen las figuras sobresalientes de la gran aventura, los
Patriarcas (v.), los israelitas esclavizados, sus feroces capataces
egipcios, el obstinado y cruel Faraón y por fin, el pastor libertador,
Moisés (v.), el enviado de Dios. Durante el Seder, la puerta ha de
permanecer abierta y una silla vacía frente a una copa llena de vino
espera la llegada de Elías el Profeta errante. El estudiante, el soldado,
el viajante, toda persona alejada de los suyos, encontrará durante el
Pésaj, un nuevo hogar en el seno de cualquier familia judía; todas se
disputarán el honor de recibirlo quizá con la secreta esperanza de que el
huésped sea en realidad una transfiguración del anhelado Profeta Elías
anunciador de la proximidad de los prometidos tiempos mesiánicos (V.t.
PASCUA; CENA DEL SEÑOR).
Es interesante notar que en la mayor parte de los servicios
religiosos en la sinagoga, sólo se recita parte del Hal.lel o alabanza que
se suele leer completo en las demás fiestas. En efecto, una leyenda cuenta
que los israeliías, tras el paso milagroso del Mar de los juncos,
entonaron una canción de alabanza a Dios mientras sus perseguidores se
ahogaban en las aguas. Cuando la Corte celestial quiso unirse al coro, una
voz, desde las alturas, exclamó: « ¡Mis criaturas se están ahogando en el
Mar y vosotros estáis cantando! ». Desde entonces y para dedicar un
piadoso recuerdo al enemigo derrotado, que fue también obra -de Dios, la
liturgia del Pésaj se ve amputada en parte de su máxima expresión de
alegría. Las magníficas primaveras de la Tierra Santa añaden su particular
encanto al Pésaj, que cada año recuerda al hombre el deber supremo de
conquistar su libertad.
b. Shabuot (Pentecostés). Es la Fiesta de las Semanas, por las siete
semanas -en hebreo Shabuot- que la separan del Pésaj. Por eso se llama
también Pentecostés o quincuagésimo día después de la Pascua. Es la f.
bíblica de la siega y de las primicias: «Cuando hubieres entrado en la
tierra que el Eterno tu Dios te da por heredad... tomarás una parte de las
primicias de todos los productos de tu suelo que coseches... y poniéndola
en una cesta, irás al lugar que el Eterno tu Dios haya elegido para
establecer en él su nombre. Te presentarás al sacerdote entonces en
funciones y le dirás...: Nos afligieron los egipcios y nos persiguieron,
imponiéndonos rudísimas tareas, y clamamos al Eterno, Dios de nuestros
padres,... y nos sacó de Egipto... y nos dio una tierra que mana leche y
miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de la tierra que el Eterno me ha
dado. Y las dejarás ante el Eterno tu Dios y te inclinarás ante É1. Te
regocijarás con los bienes que el Eterno tu Dios te ha dado a ti y a tu
casa, tú y el levita y el peregrino que mora en medio de ti» (Dt 26,1-11).
Estas primicias le traían en cestos ricamente decorados; las alegres
procesiones de diversos puntos del país eran recibidas por los habitantes
de la Ciudad Santa que las seguían formando bulliciosos cortejos hasta el
Templo. Los días que separan las dos f. de la recolección -Pésaj y Shabuot-
se cuentan como «días del Omer»; Omer era la gavilla de cebada -que así se
dice en hebreo- que los peregrinos ofrendaban en el Templo de Jerusalén a
partir del segundo día de la Pascua. Desde entonces los campesinos judíos
contaban ansiosamente los días hasta el final de las cosechas más
importantes para llevar, el día quincuagésimo, los primeros frutos al
Santuario con motivo de Shabuot.
A lo largo del periodo posbíblico, los días del Omerse cargaron de
tristeza por la nostalgia de la tierra perdida y por las diversas
persecuciones que diezmaron a las comunidades de Tierra Santa y del
Exilio. Con la lejanía de la tierra, no tardó en superponerse al primitivo
significado agrícola de Shabuot un nuevo sentido históricoreligioso: la
conmemoración tradicional de la revelación de Dios en el Monte Sinaí (v.).
Tras la liberación física revivida en Pésaj, la redención, espiritual esta
vez, de Israel y de la humanidad, es el tema de Shabuot, fecha en que
fueron confiados al pueblo judío el Decálogo (v.) destinado a todos los
hombres. Israel se convertía en reino de sacerdotes y nación consagrada a
Dios. En la sinagoga, la celebración solemne de Shabuot, el día seis de
Siwan -el siete también, en la Diáspora- se distingue por un ritual
especial que simboliza la unión de Israel con la Toráh o Ley divina
recibida en el Sinaí (v. LEY vtt, 3). Se leen particularmente los cap. 19
y 20 del Éxodo que narran la promulgación de los Diez Mandamientos y la
consagración a Dios del Pueblo de Israel (V. t. PENTECOSTÉS).
c. Sukkot (Tabernáculos). «Celebrarás la Fiesta de los Tabernáculos
durante siete días, una vez recogido el producto de tu era y de tu
lagar... Celebrarás la fiesta en honor del Eterno tu Dios en el lugar que
haya elegido» (Dt 16,13-15). Sukkot es, pues, la tercera de las f. de
Peregrinación. Esta f. de las Cabañas o Tabernáculos, situada
inmediatamente después de las solemnidades de Rósh Hashanáh y Yóm Kippcrr,
comienza el 15 del mes de Tishry y dura 7 días en Israel y 8 en la
Diáspora. Trae el recuerdo de las alegres reuniones populares que en los
tiempos bíblicos tenían por escenario las calles de Jerusalén, al
cumplirse la recolección otoñal. Posteriormente Sukkot se enriqueció con
un nuevo sentido histórico-religioso al ser considerado como recordatorio
de la Providencia divina que protegió a Israel tras la salida de Egipto,
durante los cuarenta años de largo y penoso caminar por la Península del
Sinaí (v.), camino de la Tierra Prometida. Las cabañas cubiertas de
ramajes, bajo las cuales la familia se reúne en Sukkot, recuerdan las
frágiles condiciones de vida en aquellos días de errancia. En la sinagoga
se canta el Hal.lel en acción de gracias por la protección divina que
amparó y ampara a Israel. De acuerdo con las prescripciones relativas a la
f, de Sukkot en el cap. 23 del Levítico, los fieles toman en la mano
derecha el Lulav, ramillete compuesto por un ramo de palma, tres ramitas
de mirto y dos de sauce, y en la mano izquierda el Etrog, hermoso y
aromático fruto cítrico. Estas cuatro plantas unidas se agitan en ciertos
momentos del Hal.lel hacia los cuatro puntos cardinales, arriba y abajo,
para simbolizar la gratitud universal al Dios Uno y Omnipresente.
El séptimo día de Sukkot se ranta con especial solemnidad una
oración llamada Hoshaaná, en ella se repite varias veces esta palabra que
significa «Sálvanos»; se entonaba ya en los días anteriores de Sukkot,
pero el séptimo es más completa y fervorosa, por eso se llama ese día
Hoshaaná Rabbá o gran Hoshaaná. Al día siguiente se celebra una festividad
designada en la Biblia como solemne asamblea del octavo día de cierre; se
reza en la sinagoga por la lluvia del otoño que comienza y que constituye
una promesa de bienestar y abundancia. Al siguiente día se le llama Simjat
Tóráh o alegría de la Ley; esta f. marca la conclusión y reanudación del
ciclo anual de la lectura pública del Pentateuco (v.). Simjat Tóráh, al
reunir en un mismo día la terminación y comienzo de la lectura de la Tóráh
o Ley de Moisés, simboliza su carácter y vigencia perpetuos. Los volúmenes
manuscritos de la Tóráh contenidos en el Arca Santa, situada generalmente
en el muro este de la sinagoga, son sacados y llevados en solemne
procesión, ceremonia llamada en hebreo Hakafot. Dos «novios» de la Tóráh
son designados para leer respectivamente los últimos versículos del
Deuteronomio y los primeros del Génesis.
3. Solemnidad anual de Año nuevo y de Expiación: a. Rósh Hashanah
(Año nuevo). El comienzo del año se celebra el 1° y el 2° día del mes de
Tishry. Para el judío piadoso, la llegada de un nuevo año es la ocasión de
realizar un examen de conciencia. Aniversario tradicional de la Creación
del Universo, Rósh Hashanáh es el preludio de los Diez días de Penitencia
que culmina en la jornada más solemne del año para el judaísmo moderno: el
Yóm Kippur. Rósh Hashanáh da a cada año un comienzo profundamente
religioso; su ritual antiquísimo se desarrolla en la sinagoga donde el
sonido del Shofar o cuerno de carnero cien veces reproducido y puntuado
por versículos bíblicos convoca a toda la congregación al arrepentimiento
ante Dios. Firmes resoluciones han de nacer de este despertar del alma,
sostenido por el recuerdo, presente en el Shofar, de aquel carnero que
sustituyó a Isaac cuando ya estaba dispuesto a ser ofrendado a Dios, por
Abraham (v.) su padre.
b. Yom Kippur (Día de la Expiación). «El Eterno habló a Moisés
diciendo: El décimo día de este séptimo mes es Día de los Perdones.
Mortificaréis vuestras almas y no haréis en él ningún trabajo, pues es un
día de expiación para rehabilitaros ante el Eterno vuestro Dios» (Lev
23,26-32). El día del Perdón llega, pues, el diez de Tishry. Respecto a su
celebración y ritual, con los sacrificios correspondientes en tiempos del
A. T., v. EXPIACIÓN; SACRIFICIO II (cfr. Lev 16).
Tras la destrucción del Templo, la f. conservó su sentido
penitencial; aunque los sacrificios fueron sustituidos por la plegaria. La
comunidad reunida en la sinagoga ayuna y se abstiene de todo trabajo
expresando así la sumisión de sus pasiones y apetitos a la voluntad
divina. Las oraciones del Yóm Kippur se abren la víspera con el solemne
Kol Nidré, plegaria de absolución por las promesas incumplidas. Esta
purificación de la conciencia individual es como el umbral de la vida
moral. La tradición rabínica especifica, sin embargo, que la remisión de
las faltas cometidas contra un prójimo sólo se obtiene de Dios si
previamente se consigue el perdón de la persona agraviada. Tras la oración
vespertina, los fieles regresan a sus hogares. El ceremonial se reanuda a
la mañana siguiente en la Sinagoga. En el curso de las oraciones está
introducida varias veces la confesión de los pecados ante Dios, redactada
en primera persona del plural. Es el signo de la aceptación de una
responsabilidad colectiva ante las transgresiones cometidas por la
humanidad entera.
A pesar de la gran solemnidad religiosa del día, Yóm Kippur está
punteado por algunas notas alegres que nacen de la fe en la misericordia
divina, de la confianza puesta en Él. Se leen en voz alta los versículos
esperanzadores del Profeta Isaías Os 58,5-12). Cuando aparecen las tres
primeras estrellas, toda la asamblea de pie, escucha vibrante el sonido
del Shofar que proclama la voluntad colectiva de enmienda. Todos a una
proclaman con fervor el credo monoteísta: «Shema Israel Adonay elohenu,
Adonay ejad». «Escucha, Israel, el Eterno nuestro Dios, el Eterno es Uno».
4. Fiestas menores. fanukkáh (Dedicación) y Purzm son dos f. menores
pero muy populares establecidas después de la fijación del canon bíblico
que es la fuente principal de las demás fiestas religiosas. Sin embargo, y
por ser los hechos que conmemoran de muy grato recuerdo, ambas han
arraigado profundamente en el alma judía. Otras dos f. recientes son Lag
baomer y Tu bishvat.
a. Janukkáh (Dedicación del Templo). Se celebra durante ocho días a
partir del 25 del mes dé Kislew, en los últimos días del otoño. Conmemora
la victoria de los Macabeos (v.) sobre las fuerzas de Antíoco Epífanes en
el año 165 a. C. Los decretos antijudíos de este rey sirio que dominaba
Palestina amenazaban con extinguir la civilización judía y sustituirla por
el imperante helenismo pagano. Judas Macabeo, al frente de un reducido
grupo de valientes voluntarios, emprendió la lucha por la libertad
religiosa, derrotó a los ejércitos grecosirios y liberó Jerusalén
destruyendo el altar pagano que en su Templo había erigido el soberano
ocupante. Se celebraron durante ocho días los actos de la restauración del
Templo y su Dedicación -fanukkáh- al culto del Dios Uno (1 Mach 4,47 ss.;
sus antecedentes serían la consagración del Templo de Salomón, 2 Par 7,5,
y la de Esd 6,16 ss.). De nuevo brilló en el recinto sagrado la luz del
candelabro de oro. Por eso, en el hogar y en la sinagoga se enciende en
tiempos modernos una vela la primera noche de fanukkáh, aumentando una en
cada noche sucesiva hasta ocho. Con esta ceremonia se resalta el aspecto
espiritual del triunfo de los macabeos sin referencia a la victoria
militar. La tradición de Israel se negó a consagrar los hechos militares
de su historia como celebraciones religiosas, recordando que el Rey David,
uno de los mayores héroes bíblicos, no recibió de Dios el permiso de
edificar el Templo de Jerusalén por haberse dedicado a largas y
sangrientas luchas. En la sinagoga se leen con especial énfasis los
versículos de Zacarías que tan adecuadamente resumen el sentido de
Janukkáh: «No con ejército, no con fuerza, sino con mi espíritu, dice el
Eterno Dios del Universo» (Zach 4,7) (v. t. TEMPLO II).
b. Purim es otra f. menor del calendario y señala el 14 del mes de
Adar (o Veadar en los años de 13 meses) la salvación de la numerosísima
comunidad judía del imperio persa en el s. v a. C. Los hechos se relatan
en el libro de Ester (v.). Amán, descendiente de Amalec y Ministro del Rey
Asuero (Jerjes 1,485-465 a. C.), había decidido la exterminación de los
judíos del Imperio. El inteligente Mardoqueo y su prima, la bella y
valiente reina Ester, héroes judíos del relato, salvan milagrosamente la
situación, siendo castigados Amán y sus seguidores. «...porque Amán...
había concebido el proyecto de exterminarlos y había echado el Pur, es
decir, la suerte, para matarlos... por eso se llaman estos días Purim del
nombre de Pur» (Est 9,24-26). Esos acontecimientos se conmemoran
alegremente en el joven Estado de Israel con un desfile carnavalesco, y en
todos los hogares judíos como día «de festín y de alegría, en que se
mandan presentes los unos a los otros y se distribuyen dones a los
indigentes» (Est 9,22). En la sinagoga se lee el libro de Ester manuscrito
en una Meguilá o rollo de pergamino. Una Seudá o banquete familiar
clausura la alegre jornada del Purim, dedicada más bien al disfrute de los
bienes materiales, pues esta vez no se conmemora como en Janukkáh la
salvación espiritual de Israel sino la preservación de su existencia
física (v. ESTER, LIBRO DE). El día siguiente es aún festivo en algunas
ciudades de Israel y se llama Purim de Susa. Cuatro semanas más tarde
llegará el Pésaj y se empieza a prepararlo en cuanto se despide el Purim.
c. Lag baomer. Significa el trigésimo tercer día del cómputo del
Omer (v. SUPRA), que corresponde al 18 del mes de Iyar. Es una simpática
fiesta que los escolares celebran saliendo al campo de excursión,
encendiendo hogueras y tirando flechas con improvisados arcos. Es el
recuerdo de la vida arriesgada de un puñado de guerrilleros que al mando
del valeroso Bar Kokebá (o Barcoquebas) se rebelaron contra la opresión
del Imperio romano, en 135 d. C. y lucharon por la independencia de
Palestina (v. MESIANIsmo, 2). Viene a ser como un símbolo de la
resistencia del pueblo judío contra sus perseguidores a lo largo de la
historia.
d. Tu bishvat. Cuando el pueblo de Israel en su gran mayoría vivía
en Palestina dedicaba el Tu bishvat -15 del mes de Shevat- a celebrar el
«Año Nuevo de los Árboles». Aun en el exilio ese día se siguió celebrando.
El anhelo y la nostalgia de la Tierra Prometida se expresaban comiendo los
frutos que la hicieron célebre: «Tierra de trigo y cebada, viñas, higueras
y granados, tierra de olivos para aceite y de miel» (Dt 8,8). Así se
renovaba cada año la invencible esperanza de volver a la tierra que
pisaron los Patriarcas y los Profetas de Israel. En el reciente Estado de
Israel (1948) el decimoquinto día de Shevat se dedica a plantar árboles en
las zonas áridas o desérticas del país. Es una muestra del esfuerzo del
pueblo de Israel por arraigarse de nuevo en la Tierra de sus antepasados.
5. Ayunos. El recuerdo luctuoso de la destrucción de Jerusalén y la
desaparición de su Templo se conmemora en los ayunos de Tisha beab, Shivaa
asar betammuz y Asará betebet. Dos ayunos más marcan angustiosos
acontecimientos de la historia de Israel: Tsom Guedaliá y Tsom Ester.
a. Tisha beab es, en el noveno día del mes de Ab, el aniversario de
la destrucción del Templo de Jerusalén por Nabucodonosor (v.), rey de
Babilonia, en 586 a. C. Reconstruido años más tarde bajo el reinado de
Ciro, rey de Persia, el santuario fue de nuevo asolado por el general
romano Tito en 70 d. C., en la misma fecha (v. TEMPLO II). Como señal de
participación personal en las calamidades sufridas por la nación, los
judíos ayunan ese día dedicándolo a la lectura de las Lamentaciones (v.)
de jeremías, profeta contemporáneo de la caída del primer Templo. Los
fieles sentados en el suelo de la sinagoga leen Kinot -elegías- por los
mártires de la historia judía que murieron para que el Pueblo de Dios
viva.
b. Shivaa asar betammuz. Tres semanas antes del anterior, este
ayuno, como su nombre indica, se celebra el 17 del mes de Tammuz; abre un
periodo de duelo que prepara la conmemoración de la terrible catástrofe
nacional que supuso la destrucción de Jerusalén. Es el día en que los
enemigos lograron abrir una brecha en el muro de Jerusalén, precipitándose
así su caída.
c. Asara betebet. Este ayuno, llamado así porque Se celebra el día
diez del mes de Tebet, trae el recuerdo del sitio de Jerusalén por
Nabucodonosor. El episodio con sus terribles escenas de dolor se describen
en cortos, pero expresivos poemas cantados con voz triste en las
sinagogas.
d. Tsom Guedaliá. Al día siguiente de Rósh Hashanáh, la comunidad
judía ayuna en recuerdo de Guedaliá, gobernador judío de Palestina dotado
por Nabucodonosor de amplios poderes que aseguraban al país una relativa
autonomía interna. Guedaliá fue vilmente asesinado por un rival. Este
crimen puso fin a la frágil esperanza de resurrección nacional que aún
abrigaban los judíos sometidos al potente yugo de Babilonia.
e. Tsom Ester. Viene a recordar en la víspera del Purim, el ayuno
que la Reina Ester y los judíos de Persia celebraron para invocar la
divina protección cuando Amán amenazó exterminarlos.
El calendario judío determina con sus f. y conmemoraciones, no
solamente un modo de vivir sino también una manera de pensar y de ser. La
indefigida frontera que une más que separa lo sagrado y lo profano es
característica de la existencia judía. La santificación total del
individuo es la meta del judaísmo bíblico. Para alcanzarla, el calendario
domina el anónimo discurrir del tiempo elaborando y transmitiendo un ritmo
pleno de espiritualidad.
V. t.: III; INSTITUCIONES BÍBLICAS I, 5; TIEMPO IV; IUDAÍSMO;
HEBREOS 1-II; CALENDARIO II; AÑO LITÚRGICO.
BIBL.: P. VAN IMSCHOOT, Teología
del Antiguo Test tmento, Madrid 1969, 541-576; K. HRUBY, La priére
d'Israel, París 1961; 1. BONSIRVEN, Le Judaisme palestinien au temps de
Jésuschrist, II, París 1935; E. ZOLLI, L'ebraismo, Roma 1953; A. RAVENNA,
El hebraísmo postbíblico, Barcelona 1960, 57-87; P. DEMAN, Los judios, le
y destino, Andorra 1962, 109 ss.; T. MAERTENS, C'est téte en 1'honneur de
Yahvé, París 1961; J. VAN GouDOEVER, Biblical calendars, Leiden 1959; H.
GASTER, Festival ot the Jeuish Year, Nueva York 1953; R. DE VAux, Las
instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona 1964; A. NEHER, Moisés y
la vocación judía, Madrid 1962; J. PARKER, Historia del pueblo judío,
Buenos Aires 1965; A. CHOURAQUI, Historia del judaísmo, México 1965; J.
ToULAT, Los judíos mis hermanos, Barcelona 1964; A. HESCHEL, El shabbat y
el hombre moderno, Buenos Aires 1964; B. CELADA, Dos importantes
investigaciones acerca de la semana y el sábado, «Sefaradu 12 (1952)
31-58.
BENITO A. G.ARZÓN.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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