EVANGELIOS. ICONOGRAFIA DE LOS EVANGELISTAS.


La representación iconográfica de los E. ha sido elaborada a través del paralelismo que los escritores han establecido entre ellos y los cuatro Vivientes que aparecen alrededor del trono de Dios en el Apocalipsis (4,6-8; cfr. Ez 1,5-14). El símbolo que adopta cada uno está en función de la naturaleza de sus escritos: el de S. Mateo es el hombre, porque insiste en la humanidad de la segunda Persona al comenzar su E. con la genealogía de Cristo. El de S. Marcos es el león, ya que su E. comienza con la predicación del Bautista, cuya voz clama en desierto como la del animal de su símbolo. El de S. Lucas es el buey, animal de sacrificios, porque su E. comienza con la ofrenda de Zacarías y destaca el papel de Cristo como víctima. S. Juan tiene por emblema el águila, por la fuerza con que se eleva su pensamiento y porque en sus profecías se enfrenta con la Divinidad cara a cara, de la misma manera que el águila puede enfrentarse con el sol.
     
      Cuando se les representa agrupados, pueden adoptar la forma del animal de su símbolo correspondiente, denominándose Tetramorfos al conjunto. A veces sostienen una filacteria o un volumen. Suelen estar dispuestos en torno a Cristo Pantocrátor, ocupando los ángulos que deja libre la mandorla o aureola que, como exponente del resplandor de la Divinidad, se dispone en torno a El. Existe un orden de colocación según la espiritualidad atribuida al símbolo correspondiente; el espectador encuentra situados, en la parte superior al hombre a la izquierda y al águila a la derecha, y en la parte inferior, al león a la izquierda y al buey a la derecha. Generalmente llevan alas, lo que ha dado como consecuencia que el hombre haya sido erróneamente interpretado como un ángel.
     
      Esta forma de representar es propia de aquellos periodos artísticos cuya sensibilidad se inclina hacia el simbolismo. Su momento de máximo apogeo llega durante el románico, en el que la visión apocalíptica de S. Juan es el tema más empleado, tanto en el tímpano de las portadas de las iglesias, como en la pintura y artes menores. Sirvan de ejemplo la portada de S. Pedro en Moissac, portada occidental de la catedral de Chartres, Pórtico de la Gloria, friso de la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes; pinturas de S. Isidoro de León, etc.
     
      Con el triunfo del naturalismo gótico se impone la representación humanizada de los evangelistas y sus E. El Tetramorfos es sustituido por cuatro figuras de hombres, sentados en muchos casos ante el scriptorium, y en actitud de escribir. Se les identifica por el símbolo correspondiente que se coloca a sus pies, en pequeño tamaño. En la portada del Sarmental de la catedral de Burgos, del s. xlii coexisten con el Tetramorfos.
     
      A partir del Renacimiento hay preocupación por individualizarlos. Se les representa con libro y pluma, en actitud de escribir, y con el atributo correspondiente a los pies, pero también aparecen otros atributos relacionados con aspectos de su vida o de su martirio; así, a S. Mateo se le representa a veces con una bolsa, haciendo alusión a su actividad de recaudador de contribuciones, o con el instrumento de su martirio, hacha, cuchillo o lanza. A S. Marcos en los grabados populares, con relámpagos, por ser invocado en las tempestades. Los Hechos de los Apóstoles, nos indican que S. Lucas era médico, por esta causa desde el s. xv aparece ocasionalmente representado con instrumentos de medicina. Las leyendas medievales y algunas tradiciones le consideran pintor de la Virgen, y por esto a veces se le sustituye la pluma por un pincel (el Greco) o sentado ante su caballete, pintando a la Virgen (Ribalta). A S. Juan se le representa como un hombre joven y frecuentemente imberbe, que sostiene en la mano una copa de la que sale un dragón, recuerdo del episodio de su vida en el que tuvo que beber una copa de veneno para probar la veracidad de sus aseveraciones. También se le representa, en otras ocasiones, con la caldera de aceite hirviendo, en la que fue sumergido.
     
      Siendo los E. los libros más importantes de la Biblia, puesto que a ellos se debe la mayor parte de lo que sabemos acerca de Jesucristo, su vida y su obra, su muerte y resurrección, se comprende que la Iglesia los haya venerado siempre particularmente, y que hayan sido las partes de la S. E. más frecuentemente copiadas y muchas veces exornadas con especial cuidado artístico.
     
      V. t.: BIBLIA X.
     
     

BIBL.: L. REAU, Iconographie de l'Art Chrétien, III, París 1955-58; J. F. ROIG, Iconografía de los santos, Barcelona 1950; E. MALE, L'art religieux du XIIP siécle en France, 8 ed. París 1948; L'art religieux de la fin du Moyen Áge en France, 5 ed. París 1949; W. WEISBACH, Les images des Évangélistes dans l'Évangéliaire d'Othon III et leurs rapport avec 1'antiquité, Buenos Aires 1939; R. CROZET, Les premiéres representations, anthropo-zoomorphiques des Evangélistes. Études mérovingiennes, Poitiers 1953; A. WIKENHAUSER, Introducción al Nuevo Testamento, 2 ed. Barcelona 1966, p. 71-72.

 

J, ARA GIL.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991