El rito copio de E., que siguen tanto los católicos como los separados, no
es más que una variación del rito alejandrino (v. ALEJANDRÍA VIII). Ello
es natural, ya que la Iglesia etíope dependía totalmente de la Iglesia
alejandrina (v. vil). Con todo, la liturgia etíope aceptaba una nueva
lengua, la propia, denominada ge'ez (v. ix, 1), y sufría una serie de
modificaciones, no tan importantes, lógicamente, como para constituir un
rito distinto.
En cuanto a su arquitectura, las iglesias tienen por lo común forma
redonda y se dividen en tres partes. En la primera se colocan los llamados
dabtara o cantores; en la segunda, los fieles que van a intervenir en la
comunión; y la tercera queda reservada para el clero y las autoridades
oficiales, particularmente el negus. El resto del pueblo queda
prácticamente fuera de la iglesia, y sigue los oficios litúrgicos a través
de aberturas practicadas en los muros. El Santuario propiamente dicho, con
el altar como parte principal, es de forma cuadrangular, limitado por
pilastras, entre las cuales se abren tres puertas al oeste, sur y norte.
El altar tiene forma de mesa de madera, construida según el modelo (dicen
los mismos etíopes) de la antigua arca de la Alianza. Enzima de ella se
coloca el Tsabot, que corresponde al ara (V. ALTAR lv); una losa de piedra
o de madera muy dura, con una cruz, o con la imagen de Nuestra Señora con
el Niño. El Tsabot recibe el pan del sacrificio y sirve al mismo tiempo de
ara y de corporal. Ornamentos y vasos sagrados son los mismos que los
utilizados en el rito alejandrino.
La Misa o sagrada Liturgia es parecida a la Misa alejandrina, aunque
en vez de las tres Anáforas o Cánones de ésta, la etíope tiene muchos más,
hasta 17, que son: Anáforas de Nuestro Señor, de la Virgen Santísima, de
S. Ciriaco, de Behnesa, de Dióscoro, de S. Juan Crisóstomo, de S. Juan
Evangelista, de S. Gregorio, de los 318 Padres de Nicea, de S. Atanasio,
de S. Basilio, de S. Gregorio Nacianceno, de S. Epifanio, dos de S. Cirilo,
y la de Santiago de Sarug (atribuciones que se basan casi todas en la
leyenda). Todavía hay otras tres Anáforas añadidas en su misal: la de
Nuestra Señora Madre de Dios, compuesta por el Abba Jorge, la de Santiago
hermano del Señor, y la de Nuestro Padre Marcos Evangelista, Patriarca de
Alejandría. El Oficio divino quedó fijado después del s. xiv, y se compone
principalmente de Salmos cantados por los dabtaras, con acompañamiento de
algún instrumento músico y de trepidaciones de los pies. A veces los
cantores improvisan pequeñas poesías o himnos, llamados qené.
Pero la Iglesia etíope tiene unas particularidades de las que carece
el rito alejandrino general, a saber, una serie de costumbres judaizantes,
que indican ciertamente la existencia de colonias judías en los primeros
tiempos; origen quizá de su primer cristianismo (v. iv); son prácticas
conservadas del A. T. En primer lugar la circuncisión (v.), aunque no ha
de atribuirse a esta costumbre una significación precisamente religiosa.
Circuncidan a los niños a los ocho días del nacimiento, antes incluso del
Bautismo (que tiene lugar a los 40 días); a veces se le da importancia
exagerada, pues hay sacerdotes que rehúsan conferir el Bautismo a los
niños que no hayan sido circuncidados con anterioridad. El sábado se
celebra lo mismo que el domingo, con la Liturgia o Misa. En algún tiempo,
en los de Zar'a Ya'gob (1434-68), la observancia del sábado venía a ser
una ley de Estado. Lo mismo que los judíos, también los coptos, etíopes
distinguen entre animales puros e impuros. En su calendario litúrgico
tienen festividades dedicadas a personajes del A. T., como Adán y Eva,
Noé, Abraham, Isaac y Jacob; a algunos profetas, como Elías, Eliseo,
Isaías, Jeremías y Henoc; y a algunos Reyes, como David y Salomón. Tienen
además una gran veneración por las tablas de la Ley y por el arca de la
Alianza; ya hemos dicho que su altar tiene una semejanza acusada (según
ellos) con ésta. Según una tradición antigua, ambos monumentos religiosos
vetero-testamentarios (v. LEY viii, 3), fueron llevados a E. y depositados
en su catedral de Agum. Por fin, se prohíben en las iglesias las
esculturas (de Jesús, de la Virgen, de los Santos) bajo pretexto de que lo
prohiben los mandamientos de la Ley de Dios. En cambio, no hay dificultad
para las pinturas e iconos, al estilo bizantino, en el adorno de paredes y
muros. Todo ello recuerda un influjo netamente judaizante, que otras
Iglesias orientales no poseen.
Sus libros litúrgicos, los de los coptos monofisitas, han quedado
manuscritos, sin que hayan sido impresos, con la excepción de un misal,
editado en 1926 en Addis Abeba. Las copias más antiguas actualmente
existentes se remontan sólo al s. xvii, aunque hay fragmentos de Anáforas
del s. xv. Además de las Anáforas existen libros de Horas, Antifonario y
Leccionario. Los católicos tienen ya sus propios libros.
V. t.: ALEJANDRÍA VIII.
BIBL.: A. B. MERCER, The Ethiopic
Liturgy, Londres 1915; A. KING, Ethiopic Rite, en The Rites of Eastern
Christendom, I, Roma 1947, 497-655; R. JANIN, Éthiopiens dissidents, en
ÉglisesOrientales et rites orientaux, 4 ed. París 1955, 492-501; E.
HAMMERSCHMIDT, Studies in the Ethiopic Anaphores, Berlín 1961.
A. SANTOS HERNÁNDEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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