ESPIRITISMO
CONCEPTO E HISTORIA.
Se entiende por e. el conjunto
de doctrinas que no sólo admiten la posibilidad de una comunicación con
espíritus o con algunas personas fallecidas, sino que atribuyen a la
acción de los mismos ciertos fenómenos aparentemente superiores a las
fuerzas de la naturaleza. Se llama también e. a la práctica de la
evocación de las almas que esperan nueva encarnación, según esas
doctrinas, así como a la simple participación en las sesiones en que se
intenta provocar estos fenómenos, con o sin adhesión a la doctrina
espiritista.
Historia. El origen del e. se remonta a los tiempos más antiguos
de la Humanidad. El culto a los muertos, practicado por los pueblos
primitivos, tenía, entre otros motivos, el de impedir las influencias
maléficas de los muertos en la suerte de los VIVOS (V. DIFUNTOS I;
MUERTE IV). También la magia (v.) tenía por fin poner al servicio del
hombre los seres invisibles, inclusive los espíritus de los muertos. Las
tradiciones folklóricas de todos los tiempos son ricas en historias
sobre apariciones de difuntos, que llenan a los vivos de terror. El
pavor que inspiran los cadáveres, el miedo de atravesar un cementerio
durante la noche, la creencia en casas embrujadas, son otros tantos
reflejos de una creencia en la posibilidad de que los muertos
interfieran en la existencia de los vivos. La nigromancia o arte de
evocación de los muertos es practicada por muchos pueblos, antiguos y
actuales; aunque estaba prohibida por la legislación mosaica, parece que
tuvo también algunos cultivadores entre los israelitas, según como se
traduzca e interprete el pasaje en el que parece que la pitonisa de
Endor evocó al espíritu de Samuel a petición de Saúl (1 Sam 28). Es
admitida también en ciertas religiones la posibilidad de que las «almas
desencarnadas» se aposenten en el cuerpo de algún hombre vivo, y por
medio de él se comunique con los participantes de una reunión. La
creencia en la reencarnación o metempsícosis (v.) es un elemento
presente en algunas religiones, como el hinduismo (v.) y el budismo
(v.). Pero fue a mediados del s. xix cuando tales creencias y prácticas
se constituyeron en un verdadero sistema, bajo el nombre de espiritismo.
El origen del moderno e. está unido a una modesta familia de
Hydesville, localidad del estado de Nueva York. A fines de 1847
Margarita y Catalina, hijas menores de la familia Fox, afirmaron oír,
todas las noches, ciertos crujidos, que parecían provenir de las más
diversas partes internas de la casa. Estos ruidos también eran
percibidos por la madre, que se mostraba asustada, mientras que las
niñas parecían divertirse con el fenómeno. El 31 marzo 1848 -fecha
considerada como el día del nacimiento del e. moderno- las niñas
indujeron al misterioso motivador de los ruidos a que diese golpes en
series correspondientes a números que ellas indicaban; pedían, por ej.,
el número tres e inmediatamente se escuchaban tres golpes consecutivos.
La madre, admirada, «pidió entonces a los ruidos» que le dijesen la edad
de sus hijas; en seguida se oyeron tres series de golpes, en números
exactamente correspondientes a los años de Margarita, de Catalina y de
una hija de tres años, ya fallecida. La noticia de tales acontecimientos
comenzó a atraer a casa de los Fox un número continuamente creciente de
curiosos. Poco a poco las dos niñas fueron ampliando las posibilidades
de comunicarse con el invisible causante de los ruidos, o de los raps
como los llamaban. Dieron a determinadas series de estallidos el valor
de letras del alfabeto y así el supuesto interlocutor se les «reveló»
como siendo el espíritu de un antiguo inquilino de la casa, que había
sido asesinado sin que jamás se hubiese descubierto al autor del crimen.
La prensa comenzó a ocuparse de las ocurrencias de Hydesville,
provocando acalorados debates en todos los Estados Unidos. La familia se
trasladó a Rochester, pero también en la nueva residencia las niñas oían
los extraños ruidos. En febrero de 1851 una comisión compuesta por tres
médicos y algunos profesores de la Univ. de Búfalo examinó
minuciosamente a las pequeñas, llegando a la conclusión de que los raps
provenían de las junturas de los huesos en las rodillas de las niñas, y
posiblemente también de otras articulaciones óseas, como las de los
dedos de los pies.
Durante cuarenta años las hermanas Fox viajaron por numerosos
países de América y Europa dando demostraciones públicas de
comunicaciones, cada vez más perfeccionadas, con los «espíritus». Sin
embargo, en 1888 Margarita declaró públicamente que todo había sido un
fraude y que se arrepentía de una falsificación que se prolongaba desde
hacía cuarenta años. Dos veces hizo esta retractación: la primera a un
periodista del New York Herald y la segunda ante un numeroso público
reunidc en el salón de actos de la Academia de Música de Nueva York,
estando presente su hermana Catalina. Declaró que como niñas ignorantes
y sin preparación fueron explotadas por una persona mayor con fines
lucrativos. Con estas declaraciones el movimiento espiritista parecía
haber entrado en un colapso mortal. Pero un año después se divulgaba la
noticia de que una de las hermanas había desmentido la primera
retractación, no en público, sino en la casa de uno de los principales
espiritistas y solamente ante la presencia de algunos testigos, adeptos
igualmente al mismo credo. Con esto los que creían en la autenticidad de
las comunicaciones con los espíritus se dieron por satisfechos y el e.
continuó difundiéndose.
Nacido, pues, en los Estados Unidos fue, sin embargo, en Francia
donde el e. moderno alcanzó su sistematización doctrinal. La mayor y más
intensa influencia en el movimiento espiritista mundial se debe a la
obra de Hippolyte Léon Denizard Rivail, más conocido por su seudónimo
Allan Kardec. N. en Lyon en 1803 y, discípulo de Pestalozzi (v.), se
dedicó al magisterio publicando diversos libros escolares de indudable
valor didáctico. Habiendo conocido el movimiento espiritista, se dedicó
el resto de su vida a publicar una serie de estudios en donde intentó
dar consistencia filosófica y científica a los fenómenos espiritistas.
Sus obras más conocidas son: El libro de los Espíritus (1857), Lo que es
el espiritismo (1859), El libro de los mediums (1861), El evangelio
según el espiritismo (1864), El cielo y el infierno (1865), El Génesis:
Los milagros y las profecías (1868). M. en 1869 siendo su elogio fúnebre
pronunciado por el conocido astrónomo francés Camilo Flammarion
(1842-1925) que con algunas obras reforzó el prestigio del espiritismo
kardecista.
Doctrina espiritista. Los puntos más importantes de la doctrina
del e. moderno fueron resumidos por el propio Allan Kardec en la
Introducción de su Libro de los Espíritus en los siguientes términos:
«Dios es eterno, inmutable, único, omnipotente, soberanamente justo y
bueno. Creó el Universo, que abarca todos los seres animados e
inanimados, materiales e inmateriales. Los seres materiales constituyen
el mundo visible o corpóreo, y los seres inmateriales, el mundo
invisible o espiritista. es decir, de los espíritus. El mundo
espiritista es el mundo normal, `primitivo, eterno, preexistente y
sobreviviente a todo. El mundo corporal es secundario: podría dejar de
existir, o no haber jamás existido sin que por esto se alterase la
esencia del mundo espiritista».
Los espíritus, afirma Kardec, «revisten una envoltura material
perecedera, cuya destrucción por la muerte les restituye la libertad.
Entre las diferentes especies de seres corpóreos Dios escogió la especie
humana para la encarnación de los espíritus, dándole una superioridad
moral e intelectual sobre las otras especies. El alma es un espíritu
encarnado, siendo el cuerpo sólo su envoltorio». Según él, en el hombre
existen tres cosas: 1°) el cuerpo o ser material, análogo a los animales
y animado por el mismo principio vital; 2°) el alma o ser inmaterial,
espíritu encarnado en el cuerpo; y 3°) el lazo que une el alma al
cuerpo, principio intermediario entre la materia y el espíritu. El
hombre, dice, «tiene dos naturalezas: por el cuerpo participa de la
naturaleza de los animales cuyos instintos le son. comunes; por el alma,
participa de la naturaleza de los espíritus. El lazo o perispíritu, que
une el espíritu al cuerpo, es una especie de envoltura semimaterial. La
muerte es la destrucción de la envoltura más tosca. El espíritu conserva
la segunda, que le constituye en cuerpo etéreo, invisible para nosotros
en el estado normal; sin embargo, puede accidentalmente hacerse visible
y aun tangible, como ocurre en los fenómenos de las apariciones. El
espíritu no es, pues, un ser abstracto, indefinido, solamente posible de
concebirse por medio del pensamiento, sino que es un ser real,
circunscrito que, en ciertos casos, se vuelve perceptible por la vista,
por el o.`do y por el tacto».
«Los espíritus pertenecen a diferentes clases y no son iguales...
Los del primer orden son los espíritus superiores, que se distinguen de
los otros por su perfección, sus conocimientos, su proximidad con Dios,
por la pureza de sus sentimientos y por su amor al bien: son los ángeles
o espíritus puros. Los de las otras clases se encuentran cada vez más
distanciados de esa perfección, mostrándose los de las categorías
inferiores, en su mayoría, contaminados de nuestras pasiones: el odio,
la envidia, los celos, el orgullo... Se complacen en el mal. Existen,
también, entre los inferiores, los que no son ni demasiado buenos, ni
muy malos, más perturbadores y enredadores que perversos... Los
espíritus no ocupan perpetuamente la misma categoría. Todos se mejoran,
pasando por diferentes grados de la jerarquía espiritista. Esta mejora
se efectúa por la encarnación, que es impuesta a unos como expiación, a
otros como misión. La vida material es una prueba que han de sufrir
repetidamente, hasta que hayan alcanzado la absoluta perfección moral.
Dejando el cuerpo, el alma vuelve al mundo de los espíritus, de donde
salió, para pasar por una nueva experiencia material, después de un
lapso de tiempo más o menos largo, durante el cual permanece en estado
de espíritu errante... La encarnación de los espíritus se da siempre en
la especie humana; sería errado creer que el alma o espíritu pueda
encarnarse en el cuerpo de un animal. Las diferentes existencias del
espíritu son siempre progresivas y nunca regresivas; pero la rapidez de
su progreso depende de los esfuerzos que haga para llegar a la
perfección... Los espíritus encarnados habitan los diferentes globos del
Universo. Los no encarnados están por todas partes en el espacio y a
nuestro lado, viéndonos y provocándonos continuamente. Es toda una
población invisible, moviéndose en nuestro rededor».
«Los espíritus, sigue diciendo Kardec, ejercen una incesante
acción sobre el mundo. Actúan sobre la materia y sobre el pensamiento y
constituyen una de las potencias de la naturaleza, causa eficiente de
una multitud de fenómenos hasta ahora sin explicación o mal explicados y
que no encuentran una solución racional si no es a través del
espiritismo... Las comunicaciones de los espíritus con los hombres son
ocultas u ostensivas... Las comunicaciones ostensivas se dan por medio
de escritos, de la palabra o de otras manifestaciones materiales, casi
siempre a través de los mediums, que les sirven de instrumentos».
«Los espíritus se manifiestan espontáneamente o por medio de una
evocación. Pueden evocarse todos los espíritus tanto a los que animaron
a hombres oscuros como a los de los personajes ilustres, sea cual fuere
la época en que les tocó vivir... Los espíritus son atraídos en razón de
la simpatía que les inspire la naturaleza moral del medium que los
evoca. Los espíritus superiores se complacen en las reuniones serias,
donde predominan el amor al bien y el deseo sincero, por parte de todos
los componentes, de instruirse y mejorar. La presencia de éstos aleja a
los espíritus inferiores que, al contrario, encuentran libre acceso...
entre personas frívolas o atraídas tan sólo por la curiosidad...
Distinguir los buenos de los malos espíritus es extremadamente fácil.
Los primeros usan constantemente un lenguaje digno, noble, sostenido por
la más alta moralidad, mientras que el de los espíritus inferiores, por
el contrario, es inconsecuente, frecuentemente trivial y grosero... La
moral de los espíritus superiores se resume en esta máxima: hacer a los
otros lo que desearíamos que los otros hicieran con nosotros, es decir,
hacer el bien y no el mal...».
En cuanto a la reencarnación en particular Allan Kardec, en el cap.
VII de la misma obra El libro de los Espíritus, esclarece que los
espíritus pueden acelerar su propia reencarnación por un intenso deseo
de progresión y también pueden adelantarla, aunque no indefinidamente,
pues la necesidad de progresión y de perfeccionamiento es destino de
todos. Normalmente el propio espíritu puede escoger el cuerpo en que va
a reencarnarse, aunque a veces la designación es hecha por Dios mismo,
algunas veces por castigo; en el caso de que muchos espíritus deseen
encarnarse en el mismo cuerpo sería Dios, sigue opinando Kardec, quien
escogería el más apto; y explica el proceso de la reencarnación de este
modo: «La unión comienza en la concepción,, pero sólo es completa en el
momento del nacimiento. Desde el instante de la concepción el espíritu
designado para habitar determinado cuerpó se une a éste por un lazo
fluídico, que cada vez se va apretando hasta el instante en que la
criatura ve la luz...».
Fenómenos espiritistas. Lo llamativo de las sesiones de e. no es
tanto su doctrina, sino el aparato de unos fenómenos extraños, más o
menos inexplicables, que en ellas se observan. El medium es un elemento
indispensable en estas sesiones, y es así denominado porque, en estado
de trance, parece hacer de intermediario entre los espíritus y los
asistentes.
Suscitan especialmente interés los siguientes fenómenos:
Tiptología (de typtein, golpear): una mesa se levanta y desciende, dando
en el piso golpes acompasados, a los cuales se puede dar valor de letras
y con éstas componer mensajes; a veces semejantes ruidos se hacen oír en
otros objetos, como en las paredes o en una pianola, que comienza a
tocar sin intervención de agente visible. Materializaciones: los
asistentes ven salir unos filamentos fluídicos del cuerpo del medium, de
forma nebulosa, que van evolucionando y tomando aparente consistencia,
formando figuras más o menos nítidas, sobre todo cuerpos humanos; los
espiritistas los llaman ectoplasma (del griego ektós, fuera, y plasma)
que en el lenguaje científico significa la parte externa que circunda el
endoplasma de la célula viva; pretendidas o verdaderas fotografías de
formaciones ectoplasmáticas son para los adeptos del e. pruebas ciertas
de su realidad. Levitación: el propio medium, u objetos colocados a su
alrededor parecen escapar a la ley de la gravedad, flotan en el aire y
se mueven sin aparente causa física; fenómenos que, según el caso, se
designan también con el nombre de telequinesia (de tele, distante, y
kínesis, movimiento). Xenoglossia (de xenos, extranjero, y glossa,
lengua): el medium habla o escribe en lenguas que nunca aprendió, lo que
es atribuido a espíritus que en encarnaciones anteriores hablaban
aquellos idiomas. Psícografía: el medium, aparentemente movido por
fuerza extraña, escribe como automáticamente mensajes, cuyo contenido en
ese momento no podía conocer, p. ej., la noticia de un hecho que en el
mismo instante está sucediendo a una gran distancia. Se combina este
fenómeno con el de la clarividencia o telepatía o criptestesia. Pases:
un hecho que atrae de modo especial a las sesiones de e. son las
pretendidas curas de las más variadas enfermedades; por pases se
designan los gestos con que el medium, aparentemente, domina el mal
espíritu provocador de la enfermedad.
Explicaciones no espiritistas de los fenómenos. Mientras los
espiritistas explican los fenómenos como una intervención de las almas
desencarnadas, sus adversarios procuran encontrar explicaciones
naturales. La psicología científica explica parte de los fenómenos; pero
no todos. Existen autores, sobre todo católicos, que por razones
teológicas y ante el hecho del abandono por parte de muchos espiritistas
de las prácticas religiosas, atribuyen dichos fenómenos a una
intervención diabólica, a factores análogos. Otros adversarios del e.
insisten en el hecho de que muchos y hasta famosos mediums se hayan
servido de métodos fraudulentos, recurriendo, p. ej., a las técnicas de
la prestidigitación.
Con pretensiones de explicación científica surgió la metapsiquica,
encabezada por el fisiólogo de la Sorbona Charles Richet, quien describe
en su Tratado de metapsíquica (1922) sus experiencias e investigaciones
con mediums, y después la parapsicología, escuela que admite en el
hombre facultades y funciones parapsíquicas o paranormales, a las cuales
se dio el nombre de extra-sensorial-percep'tion (percepción extra
sensorial) sigla ESP, cuyo máximo exponente es el norteamericano J. B.
Rhine. Hasta el momento, la llamada metapsíquica se mueve en la esfera
del empirismo vulgar y tendrá que caminar bastante para llegar a
conclusiones aceptables desde el punto de vista científico. Por ahora se
ha planteado como una alternativa a la explicación espiritista: el
Congreso de Metapsíquica de Bolonia, octubre 1953, se declaró contrario
a la explicación de los fenómenos espiritistas por la intervención de
los difuntos.
Espiritismo y reencarnación. La reencarnación de las almas es uno
de los puntos centrales del e.; de ahí que sus representantes intenten
alegar muchas razones. Argumentan, p. ej., a partir de los sueños,
diciendo que serían recuerdos de hechos sucedidos en existencias
anteriores. El sufrimiento solamente se explicaría como castigo de malos
actos practicados en otras encarnaciones. Los niños prodigio, que con
poca edad resuelven complicados problemas matemáticos, componen piezas
musicales y dirigen orquestas, serían reencarnaciones de grandes
matemáticos, músicos, etc. Igualmente la paramnesia, es decir, la
impresión que a veces tenemos de ya haber visto lugares y personas que
en realidad vemos por primera vez, se explicaría como recuerdos de
existencias pasadas.
Espiritismo y cristianismo. Algunos teóricos del e. relacionan su
doctrina con el cristianismo y lo quieren presentar nada menos que como
su expresión más genuina. Afirman que hay tres épocas en la historia de
la revelación divina: la del Padre en el A. T., la del Hijo en el N. T.
y la del Espíritu Santo con el advenimiento del espiritismo. El e. juzga
prestar un gran servicio al cristianismo en su lucha contra el
materialismo, afirmando la fe en la inmortalidad del alma no con dogmas,
como hace la Iglesia, sino con hechos experimentales. Pero no admite la
divinidad de Cristo; el dulce rabino de Galilea sería sólo la
reencarnación de un espíritu bien adelantado y dispuesto a entrar en la
esfera de los espíritus puros, y niega otros muchos dogmas. La Iglesia
Católica con razón considera la adhesión al e. incompatible con su
propia doctrina. Los postulados centrales del e. como el de la
reencarnación y del destino indeclinable de todo individuo a un estado
final de perfección, son diametralmente contrarios a la enseñanza
católica sobre el carácter definitivo de una única existencia humana y
sobre la posibilidad de un castigo eterno para los pecadores que mueren
en la impenitencia. Sin negar teóricamente la posibilidad de una
comunicación con las almas de los difuntos, la Iglesia considera la
evocación de las mismas por lo menos como una irreverencia. En 1856, en
carta dirigida al Episcopado mundial, y después en 24 abr. 1917, la
Congregación del Santo Oficio (actualmente Cong. para la Doctrina de la
Fe) prohibió a los católicos la participación en prácticas del
espiritismo (v. II).
V. t.: ANIMISMO; DIFUNTOS I; ESPÍRITU 11; TEOSOFÍA; HOMBRE III.
OTTO SKRZYPCZAK.
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Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991