ESPAÑA.Castilla y León.


El espíritu que hizo de la Reconquista una Cruzada era lógico que cristalizase en la densificación del clima religioso de los reinos leonés y castellano, con la restauración de algunas antiguas diócesis, desaparecidas con la invasión sarracena, y la creación de nuevas sedes y centros dedicados al fomento y expansión del culto católico. Así, a mediados del s. ix, sería restaurada la diócesis de Astorga, al tiempo que se erigía otra en León mientras que, más tarde, en Castilla se crearían las de Sasamón y Valpuesta. Tal movimiento iría acompañado de la eclosión de la vida monacal, que llegó a su vértice con la existencia de monasterios familiares. Esta auténtica explosión religiosa hizo necesarias medidas disciplinares, cuya elaboración constituyó el eje de gran número de sínodos y concilios y que alcanzó su remate en el famoso Conc. de Coyanza (1055). En esta misma centuria comenzaron a dibujarse dos corrientes de suma trascendencia para el destino religioso de los reinos peninsulares: la introducción de la reforma cluniacense (v. CLUNY, ABADÍA DE) y la intervención, cada vez más acusada, de la Santa Sede en el ordenamiento de la vida religiosa de los territorios castellano-leoneses. Adalid de esta última actitud fue el papa Gregorio VII (v.), cuyas aspiraciones e iniciativas encontraron unos eficaces portavoces y ejecutores en los monjes cluniacenses. Cuando esta mudanza decisiva se operaba en la religiosidad de ambos reinos, hacia el término del s. xi, se producía otro acontecimiento de gran relevancia con la conquista de Toledo por las huestes de Alfonso VI (v.) y la elevación a la categoría de sede primada de dicha diócesis (v. TOLEDO III).
     
      La europeización de la Iglesia castellano-leonesa se acentuó en los primeros tiempos bajomedievales tanto a causa de la creciente ascendencia y vitalidad de las corrientes romanas como por la influencia del incesante fenómeno de trasculturación que supuso el Camino de Santiago (v.). En el s. xiII tuvo lugar el reconocimiento a favor de la monarquía castellano-leonesa del Patronato Regio, inaugurado con S. Fernando (v.) y madurado con sus inmediatos sucesores. Este mismo s. xiii presenció la implantación y arraigo de las órdenes regulares franciscana y dominica, llamadas a un esplendoroso porvenir en dicho reino.
     
      El cisma abierto en la Iglesia católica a la muerte de Gregorio XI (v. CISMA in) obligó al reino castellano-leonés a inclinarse a la obediencia de uno de los dos Pontífices que se irrogaban la legitimidad en la sucesión de S. Pedro. Como el reino aragonés, también el castellano se pronunciaría a favor de Aviñón. Pero más tarde, los prelados castellanos desempeñaron un papel de primer orden en el restablecimiento de la concordia católica y en el fin del cisma, realizado con la elección de Martín V al término del Conc. de Constanza (v.).
     
      A lo largo de toda la etapa medieval, la Iglesia del reino castellano-leonés, de forma semejante a la de los distintos reinos peninsulares, llegó a constituirse en el motor fundamental del progreso de la civilización, que tuvo a los miembros del ordo clericalis como principales y casi exclusivos impulsores. El grado de crecimiento alcanzado por la cultura eclesiástica hizo posible la aparición y el desarrollo de universidades y el nacimiento en ellas de algunas disciplinas seculares. La cultura clerical no sólo se tradujo en la preservación de la clásica y en las grandes realizaciones materiales de la época (catedrales, hospitales, asilos, etc.), sino también en el ensanchamiento de la conciencia civil y jurídica del pueblo castellano-leonés y en su receptividad a los valores del espíritu.
     
     

BIBL.: L. SERRANO, El obispado de Burgos y Castilla primitiva desde el siglo V al XIII, Madrid 1936; J. ORLANDIs, Los monasterios familiares en España durante la Alta Edad Media, «Anuario de Historia del Derecho español» XXVI; A. GARCÍA GALLo, El Concilio de Coyanza, ib., XX; J. GoÑi, Historia de la bula de la Cruzada en España, Vitoria 1958; R. GARCÍA VILLOSLADA, Historia de la Iglesia católica, II, 3 ed. Madrid 1963; V. BELTRÁN DE HEREDIA, La formación intelectual del clero en España durante los siglos XII, XIII y XIV, «Rev. española de Teología» IV.

 

J. M. CUENCA TORIBIO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991