No están de acuerdo los autores acerca de la etimología del nombre e.
Según Filón significa los 'santos' (griego=ósioi) y los 'silenciosos'
(hebreo= has'im). Josefo los llama Esénoi y Plinio el Viejo Esseni.
Últimamente Constantin Daniel lo hace derivar del siriaco hazoiai, que
significa los 'videntes' (profetas), sacada la etimología de un texto del
Ape 22,15 en siriaco. Hasta hace poco se hablaba siempre del «gran enigma
de los esenios». La única fuente de información que poseíamos eran los
datos esporádicos suministrados por Filón, Flavio Josefo y Plinio el
Viejo.
Cuando en 1947 aparecieron los manuscritos de Qumrán (v.) surgió el
problema de la identificación de los e. con los miembros de la secta del
Mar Muerto, debido a las coincidencias de los textos descubiertos y a la
documentación de los tres autores citados. Después de estudios serios y de
sopesar las razones en pro y en contra de la identidad de ambos grupos,
hoy se ha llegado a la conclusión de la identificación como e. de la
comunidad de Qumrán. Sin embargo, algunos, p. ej., Del Médico, disienten
todavía y tratan por todos los medios de impugnar cualquier argumentación
que tienda a demostrarlo. Quizá el nombre de e. era el que daban a la
secta los extraños: en ningún documento de Qumrán se les conoce con este
nombre. Hemos de remontarnos a los asideos (v.) del periodo pro-macabeo (1
Mach 2,42: 7,13; 2 Mach 14,6) para ver surgir en ese momento la división
de éstos en dos ramas: los fariseos (v.) y los e. Los segundos se
separaron de los fariseos para poder realizar su propio programa. Sabemos
también que se hallaban en Palestina entre el 150 a. C. y el 70 d. C. por
lo menos. Era una secta que vivía en comunidad y contaba entre sus
miembros con «sacerdotes» y «laicos». Se dividía en pequeñas agrupaciones,
cada una de las cuales estaba gobernada por un administrador (mébbager). A
la comunidad no se entraba sino después de dos años de «noviciado». La
vida diaria consistía en la oración, el estudio y la meditación de la Ley
y el trabajo manual; el fin principal, no obstante, era la preocupación
por la Ley. Practicaban abluciones diarias v tenían una comida sagrada.
Los enfermos y los ancianos eran sostenidos por la comunidad. Vestían de
blanco. Recibían a los niños para encargarse de su educación e inculcarles
los ideales de la secta; quizá S. Juan Bautista (v.) perteneció, desde
niño hasta el momento de comenzar su predicación, a la comunidad de Qumrán.
Las ideas teológicas de los e. son las mismas del A. T. Vivían
principalmente en el desierto; también habitaban en las ciudades,
cumpliendo con las prescripciones de la Ley en el estado en que cada cual
se hallaba. Podíamos denominarlos, en el lenguaje moderno, una especie de
orden tercera.
Por la historia y especialmente por Flavio Josefo sabemos la parte
importante que tuvieron algunos e. en la dirección o mejor en la
orientación del Estado: Juan el E. predijo el asesinato de Antígono; otro
e., llamado Ménahen, ejerció su don profético sobre Herodes el Grande
(v.); por fin en la época de la Segunda Revolución un e. aparece al frente
de los rebeldes. Se había discutido mucho, antes de los descubrimientos de
1947, sobre la influencia de los e. en el origen del cristianismo. Renán
llegó a decir que Jesús fue un e. Hoy hay quienes en todo ven influencia
de los e. sobre la Iglesia y quienes los consideran completamente ajenos.
En el artículo QUMRAN puede verse con más detalle el tema; indicaremos
aquí las principales semejanzas y diferencias: los e. tenían un bautismo,
pero sólo se asemeja al cristiano en que sirve de rito de iniciación (v.
BAUTISMO I); el banqucic sagrado (v.) de los e. no tiene ninguna semejanza
cola la Eucaristía (v.); algunas expresiones de S. Juan v de S. Pablo
presentan afinidad con expresiones usadas por los e., etc. En resumidas
cuentas, no está claro que hubiera una influencia de los e. en formas de
expresar, cte., cristianas, ya que las semejanzas que se advierten pueden
explicarse simplemente por provenir en amhos casos del A. T.
BIBL..: PLINIO, Historia Naturalis, V,17,73; FILÓN, Quod omnis
probus liber sit, 72-91; FL.AVIO JOSEFO, Bellum ludaicum, 2,119161 (entre
otros pasajes); Antiquitates 18,11.18-22; A. PENN.A, J Jigli della luce,
Fossano 1971 ; y toda la bibl. que se cita en la VOZ QUMRAN.
F. SEN MONTERO.
ESFINGE
Monstruo de origen oriental que se hace célebre en la leyenda tebana
(Egppo). Al parecer, la concepción de este ser fantástico se fragua en
Egipto, representándose con él al dios de Hefópolis, Tun Armachis, en
forma de león androcéfalo. De la IV dinastía es la gran e. de Giseh. En
Egipto se representó también al dios Ammon con el cuerpo de león y cabeza
de carnero, en la avenida de los templos de Luxor y Karnak. La e. griega
probablemente radica en la representación fantástica del faraón que tiene
entre sus garras a su enemigo. Si las e. egipcias son masculinas, habría
que buscar en Mesopotamia el tipo femenino de los griegos. Posiblemente el
ejemplar griego más arcaico es el hallado en el palacio cretense de Hagia
Tríada con cabellera femenina y con cuerpo de felino, que recuerda los
toros androcéfalos mesopotámicos.
En Anatolia los hititas introducen el tipo mesopotámico con ciertos
motivos egipcios. Son frecuentes en los monumentos hititas los animales
afrontados como grifos y e., que serán aceptados por el arte griego
orientalizante. Estos animales afrontados recuerdan los demonios alados de
las puertas asirias. A partir del s. XII a. C. en Siria se fabrican
entalles con e. de tipo egipcio, mesopotámico y asirio, con indicación de
las alas, que fueron popularizados y difundidos por los fenicios,
introduciéndose incluso en el propio Egipto durante el Imperio Nuevo y
desplazando a la e. egipcia, viril y áptera. Es interesante la
transformación de las antiguas iconografías orientales sobre la vida y la
muerte, al adoptarlas Grecia. Esta recibe la e. femenina y con alas de
Fenicia y Chipre, apareciendo en Micenas desde el final del II milenio a.
C. Esta e. micénica está tocada de la tiara hitita, repitiéndose en lo
griego arcaico y presentándose indiferentemente acostada o de pie.
Con la invasión doria reaparece en Grecia la e. totalmente oriental.
De Egipto llega la e. alada, con barba, tocada de tiara doble, y de Siria
la e. con casco. El estilo geométrico, posterior a la invasión doria, de
influencia jonia y cicládica, presenta e. con formas bárbaras y pesadas,
que están representadas frecuentemente en objetos metálicos, terracotas,
piedras grabadas, monedas, mármol, pintura, etc..., pero sobre todo en las
cerámicas de Melos, Camiros, Mileto, Naucratis, Cirene y en los sarcófagos
de Clazomene. La e. jonia, típica del arte arcaico griego, sentada, con la
cabeza vuelta, se multiplica en las pinturas de los vasos corintios,
calcídicos y ceretanos. El Ática ofrece desde el s. VII a. C. abundantes
ejemplos en las pinturas del estilo de Falera y posteriormente en las
ánforas protoáticas tirrenas. La plástica en su evolución adopta
frecuentemente el tema e. La e. de Delfos tiene reminiscencias de la
representada en las monedas de Chios. El arte etrusco, tan ligado con lo
griego arcaico, la acepta como ornamento en las estampillas del bucchero,
en los frescos de Veio y de Vulci y, en época posterior, como guardianes
de los monumentos funerarios, delante o dentro de los túmulos, aunque el
tema de la e. ya se representaba al final de la prehistoria itálica. En el
periodo clásico la e. repliega sus alas y gana en belleza. Los cuerpos se
hacen elegantes, sustituyéndose las fieras por animales domésticos. En el
s. IV a. C. los camafeos y entalles, y los vasos de Italia meridional se
decoran con e. de estilo florido. En la época helenística, con sentido
arcaico, se vuelve a la e. egipcia. En Roma aparece la e. tomada de los
etruscos y de la Grecia helenística, utilizándola como ornamento en la
arquitectura, mobiliario, sarcófagos, cascos, etc. La posición clásica de
la e. es sentada sobre una estela con capitel jónico, como se representa
en los vasos griegos.
La e. se relaciona con monstruos sanguinarios, con demonios, con
Afrodita, Dionisos, Silenos, Hermes, Heracles y se considera dotada de
valor profiláctico, por lo que se representa como amuleto, en las tumbas y
en las armas.
BIBL.: K. LANCE, Pirámides,
esfinges y faraones, Barcelona 1961; G. CONTENAU, Manuel d'Archéologie
Orientale, vol. I-IV, París 1927-1947; CH. DAREMBERG, Dictionnaire des ant.
grec. et rom., París 1873.
M. PELLICER CATALÁN..
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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